LA PRESENTACIÓN DE LAS VENTAJAS COMPARATIVAS: UNA NOTA PEDAGÓGICA
COMPARATIVE ADVANTAGE PRESENTATION: A PEDAGOGICAL NOTE
Mauricio Pérez Salazar*
* Decano de la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia, mauricio.perez@uexternado.edu.co El autor agradece a Homero Cuevas por sus valiosos comentarios y sugerencias. Fecha de recepción: 28 de septiembre de 2005, fecha de aceptación: 2 de marzo de 2006.
INTRODUCCIÓN
El núcleo más duro de la teoría económica es la idea de las ganancias del comercio. De ella se desprende toda la lógica del mercado. No debe sorprender que, en La riqueza de las naciones de Adam Smith, el análisis de las ventajas del comercio haya sido la base para postular la mano invisible del mercado como mecanismo de coordinación social eficiente, descentralizado y de amplísimo alcance.
Lo que distingue a los economistas de quienes no tienen una familiaridad académica con esta disciplina es que los segundos son renuentes a aceptar que, en ciertas condiciones, la competencia puede sacar del mercado a los productores ineficientes. Y una de las grandes frustraciones de los profesores de economía es la dificultad para convencer a sus alumnos de los cursos introductorios (e incluso de cursos más avanzados) de que la protección no es siempre aconsejable.
Lo que se suele enseñar en Introducción a la Economía Internacional es, por ello, un repaso de los principios fundamentales de la disciplina. Hay muchas formas de abordarlo y algunos formalizan más que otros. Cada texto y cada profesor usan su propia metodología.
Una de las muchas posibles es la exposición original de Smith y Ricardo. Esta nota, que no tiene ninguna pretensión de novedad, sigue el orden de las ideas de estos dos autores para presentar los conceptos básicos de la economía internacional y sirve como preludio a la discusión de las teorías Hecksher-Ohlin-Samuelson1.
Es necesario precisar que este tipo de discusión no tiene por objeto describir el mundo real. Con supuestos muy restrictivos, se elabora un acertijo lógico (“puzzle”, como decía Jesús Antonio Bejarano) y se ofrece una solución. No obstante, ese ejercicio de razonamiento es útil para entender los hechos reales de la economía internacional.
LAS GANANCIAS DEL COMERCIO Y DE LA ESPECIALIZACIÓN
La Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones, de Adam Smith, sigue siendo una de las presentaciones más lúcidas e inteligentes de la teoría del comercio internacional2. A pesar de su carácter polémico, o quizá debido a él, y a sus referencias ilustrativas muy concretas a la realidad de la Gran Bretaña de finales del siglo XVIII, es una excelente introducción al tema.
Smith parte de dos ideas básicas: la definición de la riqueza de una nación como el valor de su producción de bienes y servicios en un período dado; y la existencia de una restricción presupuestal3.
La primera no requiere mayores explicaciones, salvo quizás subrayar que no se trata de un stock, sino de un flujo asimilable a la noción moderna de PIB. Y acota la pregunta que hace explícita el título completo de la obra: ¿qué tipo de política comercial es más conveniente para aumentar la riqueza nacional?
La segunda, por supuesto, apunta a lo que es propio de los problemas económicos: la escasez. A la pregunta: ¿qué limita la riqueza de las naciones?, la respuesta es la disponibilidad de recursos productivos. Dadas unas condiciones técnicas y de productividad, la producción total de bienes y servicios no puede superar aquella cuantía determinada por la cantidad de factores que se dedica a ella.
Esto da paso a la pregunta siguiente: ¿una nación puede aumentar la producción total mediante políticas proteccionistas? La respuesta de Smith es negativa. Si protegemos uno o varios sectores, los precios de sus productos se elevarán más allá de lo que se observaría sin esa intervención. Su producción será más rentable y la oferta de esos bienes específicos crecerá. Pero, ¿esto se traduce en un crecimiento de la producción total de la nación? No, en la medida en que la producción de un volumen mayor de un bien determinado absorbe una cantidad mayor de factores de producción. Si hay una restricción presupuestal global, los sectores favorecidos atraerán recursos de los que no tienen el beneficio de la protección. Pueden lograrlo porque su producción está mejor remunerada4. Por ende, el aumento de la producción de los sectores protegidos será compensado por la contracción de la producción de los no protegidos. La conclusión parcial es que la protección puede modificar la composición de la producción global de una nación (es decir, su riqueza), pero aun en el mejor de los casos no puede aumentar su magnitud.
El énfasis de la frase anterior sirve de puente a la segunda línea de argumentación de Smith, que concluye que el cambio de la composición de la producción con medidas proteccionistas tiene costos, pues en vez de incrementar la producción global la reduce. Este argumento desborda el caso especial de la superioridad del libre comercio con respecto a la protección y se convierte en justificación general del mercado como institución.
Es una cadena de cuatro eslabones. La riqueza nacional es la suma de las riquezas individuales (si se sustituye riqueza por ingreso, se obtiene una formulación contemporánea). Por su interés propio, cada individuo procura alcanzar el máximo ingreso individual. Cada individuo no sólo tiene la mejor motivación posible para conducir sus negocios de modo que maximicen sus ingresos (y éste es el punto clave), sino que los conoce mejor que cualquier otro agente. Por ello, los individuos trabajan inconscientemente para maximizar la riqueza de la colectividad cuando se les deja en paz. He aquí la mano invisible.
Si el propósito colectivo es aumentar la riqueza nacional, la mejor manera de lograrlo es evitar que la colectividad meta su mano visible en las decisiones económicas individuales.
Smith prosigue con dos ejemplos. El primero es una prefiguración de lo que McLuhan denominaría, muchos años después, la aldea global. Imagine el lector un pequeño poblado donde los habitantes ejercen sus oficios (panadero, herrero, sastre, zapatero, etc.). Cada uno produce lo que sabe hacer e intercambia el excedente (es decir, la parte no destinada al autoconsumo) con sus vecinos.
En ese contexto, pregunta Smith, ¿tendría sentido que uno de ellos (digamos el zapatero) optara por la autosuficiencia y renunciara al intercambio? La respuesta es negativa, por varias razones. Como el zapatero no es diestro haciendo pan o herraduras, le sería más dispendioso producirlos que a los panaderos o a los herreros, para no hablar de su menor calidad. Desde una perspectiva estrictamente individual, el zapatero se condenaría a una desmejora de su nivel de vida. El tiempo y el esfuerzo que dedicara a pergeñar panes y herraduras supondría, además, un gran costo de oportunidad, pues no podría dedicarlo a producir zapatos. Y perjudicaría indirectamente a la comunidad, pues la privaría de un suministro eficiente de calzado de buena calidad. Un adagio popular expresa muy bien la conclusión: “zapatero a tus zapatos”.
Para recomendar que el zapatero se dedique a su oficio no es necesario recurrir a argumentos de conveniencia pública. Si su actividad fuera tan mal remunerada que no le resultara provechoso ejercerla, no sería cuestión de forzarlo a hacer zapatos para intercambiarlos. En las circunstancias plausibles del ejemplo, lo que mueve al zapatero a participar en el mercado de la aldea es el beneficio personal.
Este ejemplo introduce dos conceptos fundamentales de la teoría económica, que complementan el de la mano invisible: las ganancias del comercio y los beneficios de la especialización. Siempre es mejor tener la oportunidad de intercambiar que no tenerla, aunque se decida no aprovecharla. El hecho de que el zapatero haga lo que mejor sabe hacer y participe en el intercambio conduce a un uso más eficiente de sus recursos productivos y de los de la comunidad5.
Esta es la versión estática del argumento de la especialización. Lo complementa la versión dinámica: si el zapatero se especializa, la creciente familiaridad con su oficio lo hará cada vez más diestro (y productivo); además, es una condición propicia (aunque no suficiente) para que descubra mejores formas de llevarlo a cabo (es decir, para hacer avances tecnológicos).
El segundo ejemplo de Smith es relativamente trivial y tiene por objeto demostrar que el nivel de protección no es relevante para establecer su inconveniencia. Usa un caso estrambótico: la producción de vino en Escocia, con ayuda de invernaderos, calefacción, etc. Más allá de los inevitables problemas de calidad, los costos serían enormes6. Ninguna persona racional recomendaría la protección exagerada que requeriría la viticultura escocesa. Es claro que otorgar una protección del 3.000% sería irracional, pero Smith se pregunta: ¿porqué dejaría de serlo una protección del 0,3%?
Para regresar al punto de partida, la manera más idónea de elevar la riqueza nacional (o la riqueza de la aldea) es que cada quien conduzca libremente sus negocios, sin interferencias. Cuando los productores tienen capacidades y destrezas diferentes, la especialización se ve propiciada por los incentivos del mercado, que se materializan en las ganancias del comercio. La protección y, más en general, la intervención del Estado en la economía inhiben la especialización y el aprovechamiento de las ganancias del comercio, y a la larga empobrecen a la colectividad7.
El corolario de política es claro: como regla general es preferible el libre comercio a la protección. Es posible que el libre comercio perjudique a algunos agentes, pero sus pérdidas serán más que compensadas por las ganancias de otros. Lo que importa es el efecto neto para toda la sociedad.
VENTAJAS ABSOLUTAS Y VENTAJAS COMPARATIVAS
Los planteamientos teóricos de Smith, así como sus ejemplos, están formulados en términos absolutos. Entre dos bienes similares, es racional comprar el más barato. Entre dos actividades económicas que requieren esfuerzos similares, es racional elegir la que reporta mayores ingresos. De hecho, gran parte de las decisiones de los agentes económicos se basan en la comparación de los costos y beneficios absolutos. De allí que las razones que llevan a que el zapatero se especialice en la producción de calzado e intercambie una parte por otros artículos se caractericen como las ventajas absolutas que tiene en su oficio.
Hay, sin embargo, un caso extremo en el que la lógica de Smith falla aparentemente. Retomemos la metáfora de la aldea e introduzcamos al bobo del pueblo: un individuo con muy poca capacidad productiva, hasta tal punto que no puede intercambiar nada con sus vecinos; sus productos (sin importar a qué se dedique) son tan costosos8 y tan malos que a nadie le interesan. ¿Son relevantes para este individuo los beneficios de la especialización y las ganancias del comercio? ¿Tiene alguna posibilidad distinta de la autarquía?
Llevada la analogía al ámbito de la política comercial de una nación, equivaldría a suponer que un país es menos eficiente, en términos absolutos, que el resto del mundo en la producción de todos los bienes y servicios. En esas condiciones, el libre comercio puede llevar a una suerte de suicidio económico. Aunque parezca una curiosidad dialéctica, ese es un argumento que aún hoy usan los opositores del libre comercio.
Por esta razón, la contribución de David Ricardo, el concepto de ventajas comparativas, tiene mucha importancia9. Equivale a afirmar que si un país carece de cualquier ventaja absoluta, el libre comercio sigue siendo recomendable. La formulación ricardiana tiene corolarios que permiten avanzar y profundizar la teoría del comercio internacional.
Lo esencial en la solución ricardiana al problema del país que no tiene ventaja absoluta alguna es la comparación de los precios relativos. En la explicación usual de estas ventajas se utiliza un modelo simplificado, con dos países y dos bienes. Por ejemplo, Colombia y Venezuela que producen café y petróleo. Sus costos de producción respectivos por unidad de producto (que para efectos de este análisis se pueden considerar equivalentes a los precios) se presentan en el siguiente cuadro:
A simple vista, Colombia (y su producción en ambos sectores) padece un problema irremediable de falta de competitividad. Sus costos en petróleo son el triple de los venezolanos; y en café, el doble. Intuitivamente, parece obvio que si llega a haber libre comercio entre ambas naciones los productores colombianos quebrarán: para Colombia, la peor política es el libre comercio10.
Pero el análisis de los precios relativos lleva a la conclusión opuesta. Para ello se presentan los precios relativos vigentes en las dos naciones cuando hay autarquía (unidades de un producto que se pueden cambiar por unidades del otro):
Las cifras del cuadro 2 resultan de una sencilla manipulación aritmética que no añade información adicional. Pero llaman la atención sobre un hecho clave: si bien el petróleo es relativamente más barato en Venezuela que en Colombia, el café es relativamente más barato en Colombia que en el país vecino.
¿Puede ganar Colombia con el intercambio en condiciones de libre comercio? Sí, siempre que los colombianos dueños del producto relativamente más barato lo intercambien por petróleo en Venezuela. Así materializan las ganancias del intercambio y elevan el nivel de la canasta de ambos productos que se podría consumir en Colombia.
Para demostrarlo, supongamos que en autarquía Colombia tiene un ingreso nacional de 1.000, correspondiente a la producción y consumo de 4 unidades de café (costo unitario, 100) y 2 de petróleo (costo unitario, 300). Si asignara la totalidad de sus recursos a la producción de café, tendría en total 10 unidades. Podría usar 4 para autoconsumo y le quedarían 6 de excedente. Si los intercambiara por petróleo a los precios relativos vigentes en Venezuela, los colombianos se harían a 3 unidades de ese producto. Es decir, el libre comercio con Venezuela y la especialización permitirían que Colombia consumiera una unidad adicional de petróleo, que equivale a un incremento del ingreso del 30%, como ilustra el cuadro siguiente, con precios colombianos:
Ricardo señala que el paso al libre comercio tiene efectos similares a los del progreso tecnológico. Cuando Colombia abandona la autarquía es como si hubiera descubierto una tecnología para “transformar” café en petróleo en condiciones más ventajosas que antes11.
El país donde el precio relativo de un bien es más bajo tiene una ventaja comparativa en su producción. En condiciones de libre comercio tenderá a exportarlo y a convertirse en importador del otro bien. Al tiempo, se especializará en la producción del bien en el que tiene ventaja comparativa, es decir, destinará una proporción mayor de sus recursos productivos a su producción.
Pero aquí surgen al menos dos problemas, pues en las transacciones comerciales del mundo real se usan precios absolutos y no relativos. El primero es una consecuencia de la ley de un solo precio: en un momento dado, los mercados no admiten precios distintos de la misma mercancía. Si hay libre comercio entre Colombia y Venezuela, se convierten en un mercado ampliado y sus precios absolutos y relativos deben converger. El segundo se relaciona con la mecánica de la convergencia: se puede cuestionar que el mercado libre, por sí solo, lleve a la especialización de dos economías que pasan de la autarquía al libre cambio12.
Hay tres escenarios posibles: un mundo de trueque, un mundo con una moneda única (como el patrón oro) y un mundo con monedas nacionales. Cada uno surte un proceso distinto, pero los resultados finales son semejantes13. Para cada mundo, ese proceso se divide en varias etapas. En cada mundo hay un tiempo cero idéntico, el de autarquía, donde no hay ninguna dificultad para admitir que los precios absolutos y relativos son distintos en Venezuela y Colombia.
EL MUNDO DEL TRUEQUE
Tiempo uno
Se establece el libre comercio. Para los titulares del café que tengan interés en cambiarlo por petróleo, es mejor hacerlo en plazas venezolanas; los venezolanos titulares de petróleo que quieran canjearlo por café también obtendrán condiciones más favorables en Colombia. Así, hay afluencia simultánea de petróleo venezolano a Colombia y de café colombiano a Venezuela.
Tiempo dos
El petróleo se torna más abundante y el café más escaso en Colombia. Los precios relativos del uno caen y los del otro se elevan. En Venezuela ocurre lo contrario.
Tiempo tres
Como el café mejora su precio relativo en Colombia con respecto al petróleo, el primer sector crece a costa del segundo. Se trasladan recursos productivos a aquél; en otras palabras, Colombia tiende a especializarse en café. De nuevo, en Venezuela ocurre lo contrario. El resultado es la especialización.
Valga una precisión: en el mundo del trueque, la información comparativa de los costos de producción en cada país que se presenta en el cuadro 1 no está disponible y carece de sentido. Este ejercicio tiene como base exclusiva los precios relativos vigentes en cada país y, sobre todo, sus diferencias (cuadro 2)14.
EL MUNDO DE LA MONEDA ÚNICA
Tiempo uno
Se establece el libre comercio. En un primer momento ningún venezolano se interesa en adquirir productos colombianos: son más costosos que en su país. Pero para los colombianos es muy atractivo comprar café y petróleo en Venezuela.
Tiempo dos
Como hay importaciones de Venezuela a Colombia sin que este país exporte a Venezuela se genera un déficit abultado, financiado por la salida de numerario de Colombia. El circulante escasea en Colombia, lo que lleva a la caída del nivel general de precios. En Venezuela ocurre lo contrario. Por ello mismo, el nivel general de precios de los bienes transables tiende a converger en ambos países15.
Tiempo tres
Cuando se han surtido los procesos descritos en el tiempo dos, la convergencia del nivel general de precios hará posible que Colombia exporte a Venezuela. Si en Colombia se han mantenido los precios relativos domésticos iniciales, se surtirá el proceso descrito en los tiempos uno y dos del mundo del trueque16.
Tiempo cuatro
Como el café mejora en Colombia su precio relativo con respecto al petróleo, el primer sector crece a costa del segundo. Se trasladan recursos productivos a aquél; en otras palabras, Colombia tiende a especializarse en café. De nuevo, en Venezuela ocurre lo contrario. El resultado es la especialización.
De nuevo, es necesaria una precisión. Aquí se introduce un tercer bien en el modelo, el dinero, que difiere del café y del petróleo por cuanto constituye un stock (su cantidad es fija) y no un flujo. Es una institución implícita: en ambos países se reconoce, utiliza y valora un mismo medio de pago; en el mundo de Ricardo: los metales preciosos. Un supuesto crítico es la flexibilidad perfecta de los precios. La reducción del nivel general de precios en el país donde la producción es menos eficiente es el resultado lógico de la teoría cuantitativa del dinero y de los precios. Es un efecto esencialmente macroeconómico17.
MUNDO DE MONEDAS NACIONALES
Tiempo uno
Se establece el libre comercio. En un primer momento ningún venezolano se interesa en adquirir productos colombianos: son más costosos que en su país. Pero para los colombianos es muy atractivo comprar café y petróleo en Venezuela.
Tiempo dos
Mientras Venezuela exporta a Colombia sin que este país exporte a Venezuela se genera un déficit abultado. Pronto Colombia se ve abocada a una crisis cambiaria y el exceso de demanda de bolívares lleva a una devaluación del peso.
Tiempo tres
Cuando se han surtido los procesos descritos en el tiempo dos, la convergencia del nivel general de precios en ambos países hará posible que Colombia exporte a Venezuela. Si en Colombia se han mantenido los precios relativos domésticos iniciales, se surtirá el proceso descrito en los tiempos uno y dos del mundo del trueque18.
Tiempo cuatro
Como el café mejora en Colombia su precio relativo con respecto al petróleo, el primer sector crece a costa del segundo. Se trasladan recursos productivos a aquél; en otras palabras, Colombia tiende a especializarse en café. De nuevo, en Venezuela ocurre lo contrario. El resultado es la especialización.
Hay que destacar que este mundo tiene una institución explícita, las monedas nacionales (a diferencia del mundo anterior, donde el medio de cambio aceptado es una institucionalidad implícita). Suponemos ahora que hay soberanía monetaria y que en cada país hay una unidad monetaria independiente19 –lo que es más acorde con las condiciones económicas actuales– cuya cotización internacional está determinada por el resultado de la cuenta corriente de la balanza de pagos20. Este escenario permite prescindir de la condición de flexibilidad perfecta de todos los precios en cada país, pues lo que provoca el ajuste es el cambio de un solo precio, la tasa de cambio21.
CONCLUSIONES
En todos los mundos el tiempo final es similar. Salvo en el mundo del trueque, la convergencia de los precios relativos y la especialización de la producción requieren la convergencia de los precios absolutos en los dos países, lo que presupone una institucionalidad monetaria, sea implícita o explícita.
Los supuestos quizá fueron “realistas” hace dos siglos, hoy no lo son tanto: los recursos productivos no son móviles entre países; sí lo son (y perfectamente) entre distintas actividades de un mismo país. Juzgará el lector si en las condiciones económicas actuales se podrían emplear recursos subutilizados de un sector petrolero en contracción para aumentar la producción cafetera o viceversa.
Queda pendiente el cálculo exacto del precio relativo internacional único de los dos bienes, que en condiciones de libre comercio en cualquiera de los mundos descritos es igual a los precios relativos nacionales, los cuales se han igualado. Una primera aproximación es que se ubica en un rango cuyo límite son los precios relativos nacionales de autarquía. En los términos de nuestro ejemplo, el precio relativo del café con respecto al petróleo no puede ser menor que 0,33 ni mayor que 0,50. Su nivel depende, en parte, de las elasticidades de oferta y de demanda de los dos productos.
Depende también del tamaño de las economías respectivas. Si los países del ejemplo fueran Estados Unidos y Colombia se podría prever, con cierta seguridad que el precio relativo internacional cuando hay libre comercio sería muy parecido al precio relativo vigente en Estados Unidos en condiciones de autarquía.
Para retornar a las ganancias del comercio, en cada país son directamente proporcionales a la diferencia entre sus precios relativos internos (en autarquía) y los que rigen en el mercado internacional. A pesar de la sabiduría convencional acerca de la “asimetría” de la globalización en desmedro de las naciones en vía de desarrollo, la teoría de las ventajas comparativas predice que las ganancias potenciales del comercio son mayores para las economías pequeñas.
Quizá por ello Ricardo afirmó que el comercio “difunde el beneficio general y une a la sociedad universal de las naciones en todo el mundo civilizado con un mismo lazo de interés e intercambio común a todas ellas”22.
NOTAS AL PIE
1. Omite el examen detallado de las razones que justifican la protección en ciertas circunstancias, un complemento indispensable para lo que aquí se expone.
2. Hay varias versiones castellanas de este libro, publicado en 1776. La más utilizada en Colombia es la traducción de Gabriel Franco (Fondo de Cultura Económica, 1958).
3. Esta exposición sigue de cerca la primera parte del capítulo segundo del libro IV.
4. Un supuesto importante e implícito en este razonamiento es el pleno empleo de los factores productivos.
5. El ejemplo, tal como lo presenta Smith, es breve y escueto; pero está cargado de significado.
6. Una estudiante colombiana conoció en Oxford a un profesor que cultivaba vides y producía vino en Escocia. Por hobby, no por motivos económicos. Según la estudiante, el vino era pésimo.
7. Aquí no se consideran las reflexiones de Smith (en el mismo capítulo segundo del libro IV) acerca de la economía política de la protección, la protección natural, la protección por razones no económicas y los problemas de transición de una situación de protección a una de libre cambio.
8. Aquí se supone un precio de venta mínimo equivalente al resultado de multiplicar el tiempo que emplea en su elaboración por el costo mínimo de subsistencia en el mismo período. No puede ser inferior, pues moriría de inanición.
9. Ver el capítulo VII de Los principios de economía política y tributación (traducción de Juan Broc et al., Fondo de Cultura Económica, 1959).
10. Un supuesto implícito es que, en autarquía, los dos bienes se producen y se consumen en cada país.
11. En palabras de Ricardo, “si la introducción de artículos extranjeros baratos me permite ahorrar el 20% de mis gastos ordinarios, se obtendrá exactamente el mismo efecto que si la maquinaria hubiera reducido los gastos de su producción” (ob. cit., 100).
12. Ver la discusión de Homero Cuevas en Fundamentos de la economía de mercado, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2004, p. 353.
13. Se omiten los costos del transporte internacional y otros costos de transacción.
14. Ricardo recalca que esto sólo puede ocurrir cuando no hay movilidad internacional de factores, es decir, cuando es imposible hacer comparaciones absolutas entre los costos de producción del mismo bien en diferentes países (ob. cit., 103 y 104).
15. El ejemplo supone que todos los bienes son transables. Sin embargo, el proceso de ajuste, para los bienes transables, sigue existiendo aunque haya bienes y servicios no transables en cada economía.
16. Pero es posible que, durante el tiempo dos, en Colombia haya sido más dinámica la importación de petróleo que de café: el margen de rentabilidad del arbitraje del primero es del 200%, mientras que el del segundo es de “apenas” el 100%. De haber sido así, es probable que el sector petrolero colombiano se hubiera debilitado con respecto a la caficultura, y que parte de sus recursos productivos se hubieran trasladado a ésta. Ello adelantaría el proceso descrito en el tiempo cuatro.
17. Ricardo inicia su análisis de este caso hipotético suponiendo que hubo un avance tecnológico tal que uno de los dos países pierde su ventaja comparativa. Señala que el proceso de ajuste descrito “sólo se podría llevar a cabo mediante una nueva distribución [internacional] de los metales preciosos, que aumentaría el precio del paño en Inglaterra y lo disminuiría en Portugal” (ob. cit., 104). Por supuesto, esto se refiere a los dos países de su ejemplo original.
18. En este mundo es igualmente aplicable lo que se señala en las notas 16 y 17.
19. Y regulada por normas nacionales, una banca central propia, etc.
20. Sigue vigente la restricción ricardiana de la inexistencia de movimientos internacionales de factores y, en particular, de capitales.
21. En los términos de Ricardo, el ajuste no se hace por medio de revaluaciones y devaluaciones de las monedas nacionales (que en su tiempo no existían) sino mediante variaciones en la tasa de descuento o de premio de las letras de cambio sobre diversas plazas comerciales (ob. cit., 120-121). El efecto práctico es idéntico.
22. Ob. cit., 116.