EDITORIAL
En su obra seminal de 1950 sobre la integración económica, The Customs Union Issue, Jacob Viner hizo esta aguda apreciación:
El poder del sentimiento nacionalista puede opacar cualquier otra consideración; puede dominar las mentes de un pueblo y dictar las políticas de su gobierno aun cuando de todas las maneras posibles y en todos los grados concebibles ese sentimiento esté en agudo conflicto con los intereses económicos básicos del pueblo en cuestión. Aceptar como verdad obvia que los vínculos de lealtad deben ser necesariamente de carácter económico para ser fuertes, o aceptar sin vacilaciones la noción de que cuando las interrelaciones económicas [...] son fuertes entonces los afectos políticos también se fortalecerán es desechar cualquier lección que nos haya dejado la experiencia del pasado.
La creación del euro parecía la culminación de un largo proceso encaminado a perfeccionar la unión del continente europeo y conjurar para siempre el espectro de una vuelta a las tensiones que precipitaron las dos guerras más grandes de la historia de la humanidad.
La crisis de los últimos meses ha demostrado que la unión monetaria europea tiene debilidades estructurales. Por una parte, los ciclos macroeconómicos de los países de la eurozona no coinciden. Algunos estudiosos incluso sostienen que, en esta materia, antes que convergencia ha habido divergencia, lo que hace imposible que una política monetaria única sea adecuada para todos sus integrantes. En segundo lugar, si bien un mecanismo de ajuste natural -la movilidad de trabajadores entre países- cuenta con garantías jurídicas, poco opera en la práctica por diferencias culturales y de idioma. Por último, la eurozona se fundó sobre la estrambótica idea de que dentro de una unión monetaria las balanzas de pagos nacionales no importan. Se utilizó un sucedáneo, una regla fiscal que limitaba los déficits fiscales y el endeudamiento público, perdiendo de vista que los sectores privados también se endeudan en el exterior y que su acumulación de pasivos externos puede llegar a extremos insostenibles. Quizá este esquema se inspiró en el supuesto implícito de que los mercados financieros, a diferencia de los ministros de hacienda, no se equivocan. Se olvidaron así las lecciones de un periodo anterior de unidad monetaria internacional de facto, la época del patrón oro.
En todo caso, las reglas fiscales de la eurozona tampoco se cumplieron. Pero el problema de la deuda pública concurre con otro, menos discutido pero potencialmente más destructivo: la vulnerabilidad del sistema financiero europeo ante fugas de capitales dentro de la eurozona y hacia afuera.
Cuando va a la imprenta este número de la Revista de Economía Institucional se discute el enésimo plan de salvamento. Este y sus antecesores han incluido muchos elementos necesarios, pero hasta la fecha se han omitido soluciones a tres problemas fundamentales.
El Banco Central Europeo sigue el modelo del Bundesbank alemán, por cuanto es una autoridad monetaria cuyo objetivo es preservar el poder adquisitivo de la moneda. Si se es consistente (a pesar de algunas desviaciones discretas), eso implica prescindir de la política monetaria para hacer frente a la crisis en un momento de desconfianza de los mercados que limita las posibilidades de utilizar las políticas fiscales nacionales para tal efecto.
La frondosa institucionalidad de la Unión Europea carece de herramientas fiscales comunitarias robustas, lo que resta credibilidad a las medidas de rescate que se han planteado hasta el momento. Estas tienen más ingeniería financiera que músculo.
Lo que más desazona es la debilidad del liderazgo político de los países de la Unión Europea, sumado al déficit democrático del manejo de la crisis. El electorado de los países del norte no parece estar dispuesto a hacer un esfuerzo suficiente de solidaridad para ayudar a los del sur, y el electorado de estos últimos no entiende las medidas de ajuste que se les exigen. Caen gobiernos sin que se resuelvan los problemas ni se recupere la legitimidad.
En uno y otro caso se incurre en círculos viciosos. La austeridad impuesta a los países del sur se traduce en contracción de la actividad económica y empeora su situación fiscal. A su vez, parte de la demanda agregada de los países del norte proviene de las exportaciones al resto de la Unión (cuyas dificultades surgen precisamente por su déficit de balanza de pagos). Si la austeridad en el sur se traduce en menores compras a aquellos habrá, como de hecho está ocurriendo, efectos de contagio aun en las economías más fuertes. Y, por supuesto, habrá efectos de contagio en una economía global que todavía no se repone de la crisis de 2008.
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Igual que en los números anteriores, los dos primeros artículos que presentamos en esta entrega se refieren por necesidad al tema de las crisis, que ha suscitado profundos debates académicos sobre las ideas recibidas e innumerables trabajos sobre la manera de enfrentar las crisis. Entre estos hemos venido escogiendo escritos de estudiosos con cargos de autoridad que alertan sobre la insuficiencia de las medidas adoptadas hasta ahora y sobre la necesidad de ideas y propuestas nuevas y creativas.
En esta ocasión seleccionamos un trabajo de Paul De Grauwe, profesor de la Universidad de Leuven (Lovaina) e investigador del Centro de Estudios de Política Europea (CEPS), sobre la gobernanza en la eurozona, y un trabajo de Richhild Moessner, del Banco de Pagos Internacionales, y William A. Allen, profesor de la Cass Business School, en Londres, sobre las diferencias y semejanzas de las crisis bancarias de 2008-2009 y de la Gran Depresión. El primero muestra que los miembros de una unión monetaria pierden el control de la moneda en que emiten su deuda y que la unión monetaria los hace vulnerables a las oscilaciones de los mercados financieros. Así las cosas, la estructura de gobernanza de la eurozona puede aumentar la vulnerabilidad de los países miembros y llevar a un retroceso del nivel de vida en toda Europa. El segundo trabajo analiza las respuestas a la crisis bancaria en el contexto del patrón oro y del sistema de tasas de cambio flexibles imperante en la última década.
El siguiente grupo incluye cuatro trabajos sobre tres graves problemas económicos y sociales de Colombia: la pobreza, el mal uso del gasto público en programas de lucha contra la pobreza, y la inadecuación del sistema de enseñanza secundaria como medio para atenuar las desigualdades sociales y de la educación en general para mejorar la calidad del empleo, en particular de los trabajadores independientes e informales. Este grupo se cierra con un trabajo sobre la incidencia de algunos factores institucionales en el desempeño de una muestra de empresas no financieras nacionales.
El artículo de Jorge Iván González, profesor del Externado de Colombia, un ensayo teórico sobre la medición de la pobreza, analiza las dificultades para construir índices multidimensionales que rompan con el utilitarismo y reflejen el enfoque de capacidades, y señala las limitaciones metodológicas y de información del índice que empezó a utilizar el Departamento Nacional de Planeación en este año. El trabajo siguiente, de Néstor Rubiano, magíster en economía de las universidades de los Andes y de París 1, verifica la existencia de un ciclo político del gasto público, con datos de 547 municipios colombianos entre 1989 y 2008. Los alcaldes amplían el gasto en inversión y el déficit fiscal antes de las elecciones y luego los reducen, en particular en los municipios más pequeños, donde es menos eficiente el gasto público en la lucha contra la pobreza.
El ensayo de Mauricio García Villegas, profesor de la Universidad Nacional de Colombia, y Laura Quiroz, investigadora del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la misma universidad, sintetiza los resultados de una pesquisa sobre desigualdad económica y educación media en Bogotá con datos de 2009. Los resultados muestran que el nivel socioeconómico de los estudiantes está correlacionado con la asistencia a colegios públicos o privados y con los puntajes obtenidos en la Prueba de Estado del ICFES. Esto indica la existencia de una segregación social en materia educativa que obstaculiza la movilidad social, acentúa la desigualdad económica y resta legitimidad al sistema político. A continuación, el artículo de Jhon J. Mora, profesor de la Universidad ICESI, y María P. Ulloa, estudiante de esa misma universidad, analiza la calidad del empleo en las trece principales ciudades colombianas, también con datos de 2009. Los autores utilizan un índice que permite hacer comparaciones con años anteriores y encuentran que dicha calidad ha mejorado en los últimos años, aunque todavía es inferior al nivel correspondiente a un empleo de buena calidad. Los resultados del análisis empírico muestran que el número de años de educación mejora la calidad del empleo en el caso de los trabajadores asalariados pero no en el caso de los trabajadores independientes.
El último trabajo -de Andrés Ramírez, profesor de la Universidad EAFIT, Ramiro Cadavid, economista de esa misma universidad y Santiago García, quien cursa estudios de economía- estima un modelo de datos de panel para determinar el efecto de algunos factores institucionales en el desempeño de una muestra de empresas colombianas no financieras durante el periodo 2002-2007. Los resultados indican que las instituciones relacionadas con los derechos de propiedad y el cumplimiento de los contratos tienen efectos significativos sobre el crecimiento de dichas empresas, mientras que la profundización financiera no tiene efectos estadísticamente significativos.
En el tercer grupo incluimos trabajos de carácter más teórico. Un artículo de Álvaro Montenegro, profesor de la Universidad Javeriana, que describe el concepto de entropía y su adaptación a la teoría de la información, y señala algunas aplicaciones de este concepto al análisis económico, al estudio de las finanzas y a la medición de variables económicas. Además, presenta una ilustración empírica del uso de las variables relacionadas con el contenido de la información en la predicción de los precios de las acciones en la Bolsa. Por su parte, el artículo de Rafael Barrera, profesor del Externado de Colombia -una adaptación de su tesis de maestría en economía- discute el modelo de fecundidad de Gary Becker basado en la elección racional y la maximización de la utilidad proporcionada por la cantidad y la calidad de los hijos, señala que este modelo no fue ideado inicialmente por este autor, discute algunas de sus deficiencias y muestra que para entender mejor las variaciones de la fecundidad se debe tener en cuenta el contexto institucional, como hicieron Frank Notestein, estudioso de la transición demográfica y fundador de la Oficina de Estudios sobre Población de la Universidad de Princeton, y Harvey Leibenstein, quien estudió los cambios demográficos en el contexto del desarrollo económico.
En el último grupo se incluyen dos trabajos sobre la asociación entre el sector público y el sector privado para construir obras de infraestructura y prestar servicios públicos. El artículo de Carlos A. Barreto, magíster en economía de la Universidad Nacional de Colombia, muestra que en este tipo de contratos el sector privado tiene fuertes incentivos para reducir los costos de los proyectos, lo que desmejora la calidad de las obras o de la prestación de los servicios. El autor extiende el modelo de Hart para evaluar las ventajas de la asociación pública-privada, examina diferentes tipos de propiedad e introduce un mecanismo de renegociación. Y concluye que la participación del gobierno no se justifica por su capacidad para hacer innovaciones en calidad, sino porque internaliza los costos y beneficios de la inversión que realiza el sector privado para reducir los costos.
El artículo de Werner Kristjanpoller y John Díaz, profesores de la Universidad Técnica Federico Santa María, de Chile, pasa revista al sistema chileno de concesiones y a su papel en la financiación de grandes obras de infraestructura, en particular de carreteras. Puesto que la crisis financiera redujo la confianza en las compañías extranjeras que aseguraban los bonos chilenos de infraestructura es necesario diseñar nuevas estructuras de garantías. Los autores proponen dos opciones: una Sociedad de Garantía y garantías de contratos de concesión con cobertura privada. El último artículo de la sección -de John García, profesor de la Universidad EAFIT, y Francesc Trillas, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona- analiza el efecto de las ofertas públicas de adquisición sobre el precio en Bolsa de las acciones de dos empresas españolas y una empresa escocesa, así como sobre los rendimientos de sus competidores más cercanos. Los resultados de un ejercicio que emplea el método de estudios de acontecimiento muestran que las ofertas públicas de adquisición elevan el precio en Bolsa de las empresas objeto de la oferta y generan rendimientos anormales estadísticamente significativos. Y, además, que en industrias con alto poder de mercado elevan los rendimientos de las empresas competidoras más cercanas.
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En la sección de Clásicos incluimos dos escritos que llevan el mismo título, "Dejad hacer", que aparecieron originalmente en El Neo-Granadino: un artículo escrito por Miguel Samper, del 26 de noviembre de 1852, y una carta de respuesta de Manuel Murillo Toro, del 15 de octubre de 1853.
En la sección de Notas y Discusiones ofrecemos una revisión de los veinte artículos más destacados aparecidos en la American Economic Review, seleccionados por el Comité integrado por Kenneth J. Arrow, B. Douglas Bernheim, Martin S. Feldstein, Daniel L. McFadden, James M. Poterba y Robert M. Solow.
En la sección de Reseñas acogemos un breve ensayo de historia de las ideas, de Gonzalo Cataño, profesor de la Universidad Externado de Colombia, a propósito de "Los partidos políticos", la tesis que presentó Ricardo Hinestrosa Daza como requisito para graduarse de abogado en esa misma universidad y que fue publicada por la Imprenta Echeverría Hermanos de Bogotá en 1892. Alberto Castrillón, profesor del Externado de Colombia, comenta el libro La ciudad en llamas. La vigencia del republicanismo comercial de Adam Smith, de David Casassas, profesor de la Universidad de Barcelona. Su reseña es también un ensayo de historia del pensamiento que arroja luces sobre la Ilustración escocesa e invita a leer a Adam Smith de una manera muy diferente de la que se acostumbra a enseñar en las escuelas y en los manuales de economía. José F. Bellod, doctor en Economía de la Universidad Politécnica de Cartagena, España, por su parte, reseña la nueva edición de los Ensayos morales, políticos y literarios, de David Hume. A su turno, Julián Arévalo, profesor del Externado de Colombia, comenta, con ánimo polémico y provocador, el libro Colonialismo, instituciones y desarrollo: el peso de la historia en el desarrollo de largo plazo, de James Mahoney, profesor de Historia Económica y de Ciencia Política de la Northwestern University. Por último, Pablo J. Mira, profesor de la Universidad de Buenos Aires, reseña el libro El cisne negro, de Nassim Taleb, con un tono que no oculta cierta sonrisa irónica.