LA CASTIDAD DE LAS MUJERES EN LAS ACTIVIDADES ECONÓMICAS


THE CHASTITY OF WOMEN IN THE ECONOMIC ACTIVITIES



Azam Khodashenas Nikoo*
Abdoullah Namdar**

* Doctor en Historia, estudiante del Doctorado en Jainismo en la Universidad de Mysore, Mysore, India, [sina_a_n@yahoo.com].

** Doctor en Geología, Mysore, India, [ab_namdar@yahoo.com]. Fecha de recepción: 4 de enero de 2009, fecha de modificación: 8 de octubre de 2009, fecha de aceptación: 3 de noviembre de 2009.


La castidad es un concepto antiguo que se aplica a la cultura actual. Castidad es el término que usa la Palabra del Señor para describir la relación sexual adecuada entre una pareja casada, desprovista de lujuria e impureza y, más en general, para describir la actitud con la que el Señor nos llama a mirar al sexo opuesto (Buss Jr., 2006). No es evitar el embarazo de las adolescentes. No es evitar las enfermedades de transmisión sexual. Ni siquiera prevenir el sida. Todos esos propósitos son buenos, ¿no es cierto?. Pero el concepto de castidad también hace referencia a mucho más. La castidad es, simplemente, buscar y vivir el amor real1. La castidad se puede describir mejor como la virtud que perfecciona la capacidad del alma para amar a Dios por encima de todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. Fray Gil, antiguo franciscano y compañero de San Francisco, definió la castidad como la dedicación exclusiva de nuestros sentidos físicos y espirituales al amor de Dios. Debemos esforzarnos por ser castos en todo lo que decimos, en todo lo que hacemos y en todo lo que pensamos2. El concepto no siempre ha sido usado del mismo modo por hombres y mujeres; las mujeres suelen estar más profundamente condicionadas que los hombres (también debido a factores anatómicos evidentes, a veces sometidas a un examen formal –e incluso público– por la inminencia del matrimonio (Keung Lo, 2008)). Existe el problema de armonizar el amor conyugal con la transmisión responsable de la vida; el aspecto moral de un procedimiento no depende únicamente de la sinceridad de las intenciones o de la evaluación de las motivaciones. Debe ser determinado por estándares objetivos. Estos, basados en la naturaleza del ser humano y de sus actos, preservan el pleno sentido de entregarse a sí mismo y de la procreación humana en el contexto del amor verdadero. Ese propósito no se puede lograr a menos que la virtud de la castidad conyugal se practique sinceramente. Quienes tienen compromiso de matrimonio están llamados a vivir en continencia. Deben ver este tiempo de prueba como un descubrimiento del respeto mutuo, un aprendizaje de la fidelidad, y esperar recibirse el uno al otro de Dios. Deben reservar para el matrimonio las expresiones de afecto propias del amor conyugal. Ayudarse el uno al otro a crecer en castidad3. Él y ella se mantendrán alejados del engaño, la fornicación, el adulterio y de las transgresiones de la vista, de la depravación, de la mala conducta y de la rebelión; y no se permitirán dejarse llevar por las pasiones, sin importar cuán intensas sean. Esta expresión connota la virtud que se relaciona con la facultad de procreación de hombres y mujeres. Esos hombres y esas mujeres que están llamados a ser castos deben abstenerse por completo del sexo ilícito y de todos los acercamientos a él, cuya consecuencia es la deshonra y la humillación para ambas partes en este mundo y el castigo en la otra vida, y la deshonra y graves perjuicios para quienes tienen relación con ellas (Ahmad, 1979).

La castidad como virtud moral ocupa un lugar muy alto en el código de leyes islámicas que rigen la relación entre los sexos. Estos suras establecen mandamientos exhaustivos para salvaguardarla y protegerla. El islam ve con extrema desaprobación aun la más leve infracción de estas leyes. Ordena a los hombres creyentes que se abstengan de mirar a las mujeres fuera de los grados prohibidos tan abiertamente que sean excitados sexualmente por ellas, y cultivar el hábito de protegerse de su mirada. Deben poner a salvo todos sus sentidos. Por ejemplo, no deben escuchar el canto o la voz encantadora de las mujeres fuera de los grados prohibidos ni deben escuchar la descripción de su belleza. Esta es una buena manera de preservar la pureza de su mirada y de su corazón. Del mismo modo, ordena a las mujeres creyentes que se abstengan de mirar a los hombres fuera de los grados prohibidos y que se abstengan de escuchar la voz apasionada de esos hombres. Deben cubrir su belleza y no revelarla a nadie fuera de los grados prohibidos. El Libro de Dios no busca mantener a las mujeres en reclusión como prisioneras. El propósito de estas reglas es que los hombres y las mujeres se abstengan de dejar deambular libremente su mirada y de mostrar su buena apariencia y su belleza, en procura del bien de hombres y mujeres. Se debe tener en mente que como la condición natural del hombre, la fuente de sus pasiones, es tal que él no puede alejarse de ella sin un cambio total en él mismo, sus pasiones son susceptibles de ser excitadas o, en otras palabras, puestas en peligro, cuando enfrentan la ocasión y la oportunidad de incurrir en este vicio. Por consiguiente, Dios Todopoderoso no nos ha instruido para que podamos contemplar libremente a mujeres fuera de los grados prohibidos, y podamos contemplar su belleza y observar todos sus movimientos cuando danzan, etc., sino para que lo hagamos con intenciones puras. Tampoco nos ha instruido para que escuchemos el canto de estas mujeres y prestemos oído a las historias de su belleza, sino para que lo hagamos con intenciones puras. Se nos ha ordenado positivamente que no miremos su belleza, ya sea con intenciones puras o impuras, ni escuchemos sus voces musicales o las descripciones de su bella apariencia, ya sea con intenciones puras o impuras (Malik, 2006).

La vida casta es importante para los jainistas porque la indulgencia sexual obstaculiza el camino a la liberación. La pasión sexual es tan poderosa que puede superar al pensamiento racional y al comportamiento éticamente correcto, generando un mal karma de dos maneras. El jainista laico puede tener relaciones sexuales y tener hijos; la versión laica de la vida casta significa simplemente mantener la verdad y la fidelidad con la pareja elegida. Algunos autores jainistas señalan que aun las personas casadas no deben ser demasiado indulgentes con las actividades sexuales, y argumentan que el principio de la vida casta ayuda a controlar la población. La vida casta también exige que los jainistas eviten el sexo antes del matrimonio y que eviten los pensamientos sexuales. Los ideales más altos del jainismo clásico o tradicional son representados por los ascetas, los miembros de la fe que dedican su vida entera a vivir de acuerdo con el código jainista de la ética en su forma más estricta. Renuncian a las posesiones, a las relaciones, a las emociones y al deseo. Aunque los ascetas jainistas son monjes y monjas, no viven en comunidades monásticas como los monjes y las monjas de otras religiones. Viven dentro de la comunidad y actúan como maestros y ejemplos vivientes de la verdad jainista. El papel de maestro es particularmente importante puesto que la religión no tiene sacerdotes u otras personas profesionalmente religiosas. Se espera que los monjes y monjas jainistas se mantengan totalmente célibes en cuerpo y mente. No piensan en el sexo y evitan recordar los incidentes sexuales antes de que se convirtieran en monjes4. El pensamiento de que todas las mujeres del mundo son sus hermanas, sus madres o sus hijas, ennoblece al hombre y rompe sus cadenas... Si se valora el anterior argumento, la consideración de los beneficios físicos de la castidad se convierte en un asunto de importancia secundaria. ¡Cuán necio es disipar intencionalmente la energía vital en el disfrute sensual! Es un grave uso indebido malgastar en la gratificación física lo que se da a hombres y mujeres para el pleno desarrollo de sus poderes corporales y mentales. Ese uso indebido es la causa de muchas enfermedades5. En la China imperial tardía se consideraba que la castidad de una mujer viuda o comprometida, más que la virginidad per se, era la principal virtud femenina en la práctica social, en el discurso literario y en la ley. Sin embargo, la castidad religiosa que ofrecían el budismo y otras tradiciones religiosas chinas era un medio para que las mujeres evadieran las restricciones de la vida matrimonial (Menegon, 2004). En el budismo, la idea de la “castidad” femenina se refería no tanto a la virginidad física como al cumplimiento obediente de las obligaciones de la esposa estipuladas por los ritos matrimoniales confucianos. La castidad de la mujer estaba determinada por su rectitud moral y no por su condición biológica6.

En la cristiandad, la castidad ha sido practicada de manera desconocida bajo otras influencias. La moralidad cristiana prescribe el orden correcto de las relaciones. Por consiguiente, debe dirigir y controlar la manera en que se relacionan el cuerpo y el alma. Entre ambos existe una oposición que no se puede erradicar; la carne, con su concupiscencia, lucha incesantemente contra el espíritu, lo ciega y lo aparta de la búsqueda de la vida verdadera. La armonía y el orden debido entre ambos deben prevalecer. Pero esto significa la primacía y el predominio del espíritu, lo que a su vez implica el castigo del cuerpo. El parentesco real y etimológico entre la castidad y el castigo es entonces obvio. Por consiguiente, la castidad es necesariamente dura y austera. E l efecto del ejemplo y de las palabras de Jesús Nuestro Salvador (Mateo 19: 11-12) se aprecia en la vida de tantos célibes y vírgenes que dignifican la historia de la Iglesia Cristiana, mientras que la idea del matrimonio como signo y símbolo de la unión inefable de Cristo con su esposa inmaculada, la Iglesia –una unión en la que la fidelidad no menos que el amor son mutuos– engendró su fruto embelleciendo el mundo con las pautas de la castidad conyugal (Melody, 1908). En el cristianismo (especialmente en el catolicismo), la castidad se ve como una virtud en sí misma y por sí misma; de hecho, como la forma más alta del ser. No se permite que los sacerdotes católicos tengan relaciones sexuales, y el sexo sólo se permite con el propósito de la procreación; de acuerdo con estas creencias acerca de las relaciones sexuales, el sexo es un acto bajo7.

DISCUSIÓN

Las mujeres realizaron muchas tareas productivas esenciales en el hogar: cocinar, limpiar (lo que tiene implicaciones sanitarias y religiosas), cuidar los hijos, hacer compras, hilar, tejer y velar por el cumplimiento diario de los rituales hogareños. Fuera del hogar, las mujeres participaron en las actividades de los palacios, los mercados, las escuelas, y la organización de los trabajadores artesanales. Sirvieron como sacerdotisas, maestras, comerciantes, curanderas y comadronas, como hilanderas, tejedoras y bordadoras profesionales (Rogers, 2007). Las mujeres quizá sólo representen la mitad del mercado total de consumidores, pero en la actualidad toman o influyen en la inmensa mayoría de las decisiones de compras8. En el mercado global, las mujeres empresarias son una fuerza económica vigorosa y creciente. Mientras que el número de mujeres que trabajan por cuenta propia aumenta en muchos países, las mujeres empresarias son aún una pequeña proporción de la poblacional total (Gray, 2001).

Las mujeres pueden ser una fuente importante de actividad económica para su país, y pueden mantenerse a sí mismas y a sus familias. Diversas barreras impiden que muchas mujeres participen en la actividad económica del país, entre ellas un sistema patriarcal con elementos sociales, religiosos y tradicionales que las consideran inferiores. Este sistema genera problemas institucionales y de regulación que hacen aún más difícil que las mujeres participen en actividades económicas (Goheer, 2003). Para que el recurso humano de las mujeres se desarrolle a largo plazo, deben tener la oportunidad para adquirir educación y participar en la actividad económica del país. Esto les permitirá salir de la trampa de la pobreza que las encierra actualmente, y tener mejores niveles de vida. Su situación nutricional mejorará, sus familias tendrán un mejor consumo y una posición social más alta, sus hijos tendrán acceso a mejor educación, y podrán enfrentar la violencia doméstica que actualmente los subyuga. Todos estos beneficios harán posible una mayor participación en las instituciones que generan el ingreso del país. Esto se puede lograr dando prioridad a la educación y al apoyo comercial a las mujeres, por el sector privado y el sector público. Es necesario establecer y dirigir eficientemente sistemas de educación social, microcrédito y asistencia para el desarrollo de las mujeres, un componente integral de los recursos humanos (Mahmud, 2007). Las mujeres empresarias se enfrentan a ciertas barreras, algunas reales, algunas percibidas y algunas autoimpuestas. En el área de los negocios internacionales los obstáculos incluyen la poca experiencia comercial internacional, la inadecuada educación empresarial y la falta de acceso a las redes internacionales. Las actitudes sociales, culturales y religiosas también impiden que las mujeres hagan negocios. Otros retos que enfrentan todas las empresas, y las mujeres en particular, son la financiación, la globalización del entorno social y económico, el mercadeo y la administración. Las economías en transición pueden imponer obstáculos difíciles como la banca, los aspectos legales, los contactos políticos, los aranceles, la burocracia que diariamente inventa nuevos mecanismos para los procedimientos más simples, y la extorsión (ibíd.).

En el islam se permite que las mujeres trabajen, sujetas a ciertas condiciones, e incluso se les recomienda trabajar si tienen necesidades financieras. Esto tiene el respaldo del ejemplo coránico de dos pastoras (Corán 28: 23). El islam reconoce que la sociedad necesita que las mujeres trabajen en procura del desarrollo. En general, el derecho de las mujeres a trabajar está sujeto a ciertas condiciones (Al Qaradawy, 1998). En el derecho islámico, el empleo femenino varía según las áreas. Aunque las mujeres pueden pedir tratamiento médico a los hombres, es preferible que recurran a las médicas. También se prefiere que las escuelas, las universidades, los centros deportivos y los ministerios propios de las mujeres tengan personal femenino y no masculino. En cambio, entre las escuelas filosóficas islámicas existen desacuerdos acerca de si las mujeres pueden desempeñar el cargo de juez en un tribunal. Los shafitas sostienen que las mujeres no pueden desempeñar cargos judiciales, mientras que los hanifitas permiten que las mujeres actúen como jueces solamente en causas civiles, no en las criminales. Estas interpretaciones se basan en la sura de Medina antes citada (ibíd.). Aunque las mujeres tienen derecho a trabajar y a ser educadas, las oportunidades de empleo femenino pueden ser desiguales a las de los hombres en la práctica. En algunos países, las mujeres tienen pocas oportunidades de trabajar en el sector privado p orque aún se espera que den prioridad a su papel en la familia, lo que lleva a que se considere que los hombres son más confiables en el largo plazo (Assaad, 2003). Los patrones de empleo femenino varían a lo largo del mundo islámico: en 2005, el 16% de las mujeres pakistaníes eran “económicamente activas” (estuvieran empleadas o desempleadas, pero disponibles para proporcionar mano de obra), frente a un 52% de las mujeres indonesias (Population Reference Bureau, 2005). La historia del islam muestra que Jadiya, la primera esposa del Profeta, era una mujer próspera que manejaba “su propio negocio de caravanas en la Meca en el séptimo siglo”. En los primeros años del islam, las mujeres musulmanas ricas a menudo delegaron las responsabilidades en los hombres en aquellos asuntos económicos que requerían largos viajes y ausencias prolongadas del hogar o una interacción íntima con varones que no pertenecían a la familia. A pesar de ello, una mujer podía administrar su negocio sin necesidad de intermediarios. Las mujeres musulmanas han hecho tremendas contribuciones a sus sociedades desde tiempos inmemoriales (Zakaria, 2001).

NOTAS AL PIE

1. Beth B., M. “Chastity”, [http://www.staycatholic.com/chastity.htm].

2. “Prayer for Chastity”, [http://www.realpresenceradio.com/files/CHASTITYPRAYER.pdf].

3. “United States Conference of Catholic Bishops”, Washington, Diocesan Development Program for Natural Family Planning.

4. “Religion and Ethics”, [http://www.bbc.co.uk/religion/religions/jainism/living/brahmacarya.shtml].

5. Mandir, Y. “Brahmacharya or Chastity”, cap. 3, [http://www.rkvenkat.org/chastity.html].

6. “Chastity”, [http://www.knowledgerush.com/kr/encyclopedia/Chastity/].

7. “Is Chastity Considered A Virtue In Judaism?”, [http://answers.yahoo.com/question/index?qid=20080714204720AA3lBZJ].

8. “Marketing to Women from Delia Passi”, [http://www.startupnation.com/articles/896/1/AT_GotWomen.asp].


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1 Ahmad, M. G. The Philosophy of the Teachings of Islam, London, Islam International Publications, 1979.

2. Al Qaradawy, Y. “The Woman as Member of the Society: When Is a Woman Allowed to Work?”, The Status of Women in Islam, Haddad/Esposito, 1998, [http://www.witness-pioneer.org/vil/Books/Q_WI/default.htm].

3. Assaad, R. “Gender & Employment: Egypt in Comparative Perspective”, E. A. Doumato y M. P. Posusney, eds., Women and Globalization in the Arab Middle East: Gender, Economy and Society, Colorado, Lynne Rienner Publishers, 2003

4. Buss Jr., P., Reverendo. “Chastity. An Ancient Concept Applied to Today’s Culture”, New Church Life 126, 9, 2006.

5. Goheer, N. A. Women Entrepreneurs in Pakistan, New Delhi, ILO South Asia Advisory Team (SAAT), 2003.

6. Gray, K. R. “Women Entrepreneurs in Morocco: A Preliminary Investigation”, The Journal of North African Studies 6, 4, 2001.

7. Keung Lo, Y. “A Buddhist Catalyst in Early Imperial China”, Nan Nü 10, 2008, pp. 22-56.

8. Mahmud, K. M. “Empowering Women”, 2007, [http://www.win.org.pk/page.php?page_id=4].

9. Malik, N. M. Chastity – Essential for Preservation of the Institution of Marriage, Pomona, Al Islam, 2006, [http://www.alislam.org/topics/marriage/chastity.pdf].

10. Melody, J. “Chastity”, The Catholic Encyclopedia, New York, Robert Appleton Company, 1908, [http://www.newadvent.org/cathen/03637d.htm].

11. Menegon, E. “Child Bodies, Blessed Bodies: The Contest between Christian Virginity and Confucian Chastity”, Nan Nü 6, 2, 2004, pp. 177-240.

12. Population Reference Bureau. Women of Our World, Washington, 2005, [http://www.prb.org/pdf05/WomenOfOurWorld2005.pdf].

13. Rogers, R. C. “The Resilience of Aztec Women: A Case Study of Modern Aztec Myths”, Journal of Humanities and Social Sciences 1, 2, 2007.

14. Zakaria, Y. “Entrepreneurs at Home: Secluded Muslim Women and Hidden Economic Activities in Northern Nigeria”, Nordic Journal of African Studies 10, 1, 2001, pp. 107-123.