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Editorial

Editorial

Las revistas de economía publican una proporción cada vez menor de artículos teóricos y correlativamente mayor de modelos estadísticos y econométricos. Cabría pensar que esta tendencia refleja un avance hacia una disciplina más práctica y rigurosa. En realidad, solo indica que la mayoría de la profesión está empeñada en el desarrollo de la "ciencia normal", para usar el término de Thomas Kuhn, sin cuestionar las teorías que no concuerdan con la realidad y que no ofrecen respuestas a los problemas que enfrentamos, como la crisis financiera global y sus persistentes efectos actuales. El gran aumento de trabajos que presentan modelos basados en supuestos ideales es, además, una manifestación de que la economía ha dejado de ser una ciencia social —y moral, como aspiraba Adam Smith, su fundador— para convertirse en una especie de ingeniería social basada en técnicas estadísticas y econométricas que no explican el comportamiento y las transformaciones de la economía real.

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El primer artículo que aparece en este número, de Luis Lorente, profesor emérito de la Universidad Nacional de Colombia, aborda el tema de cómo construir teorías explicativas en economía. El análisis econométrico no establece relaciones causales, sino correlaciones o relaciones de precedencia. Por ello, la economía contemporánea, fascinada por la modelación econométrica, ha abandonado las explicaciones teóricas de tipo causal características de las ciencias del mundo natural como del social. El autor señala que debido a la falta de métodos que permitan aislar los fenómenos de su entorno, y la imposibilidad de hacer experimentos controlados y repetibles, se pueden imaginar numerosas causas que se mezclan y confunden, sin criterios para elegir entre explicaciones alternativas. Lorente muestra que sí es posible deducir regularidades causales en contextos de cambio, innovación y desequilibrio, presenta algunos ejemplos que cuestionan la teoría predominante y sugiere profundos ajustes en algunas áreas de política económica.

Roger Sandilands, historiador del pensamiento económico y biógrafo de Lauchlin Currie, presenta un capítulo de un libro inédito del economista colombo-canadiense sobre teoría del desarrollo económico. Lo sitúa en el contexto de sus discusiones y enfrentamientos con Albert Hirschman cuando ambos vivían en Colombia como representantes del Banco Mundial y como asesores del gobierno nacional. El trabajo de Lauchlin Currie expone la propuesta que hizo Paul Rosenstein-Rodan en 1943 para acelerar la industrialización en los países de Europa oriental y suroriental, propuesta que Albert Hirschman interpretó como una teoría del desarrollo balanceado. Currie muestra que esa interpretación creó una falsa oposición entre crecimiento balanceado y crecimiento desbalanceado que llevaría a ignorar los problemas que debían abordar la teoría del desarrollo y las políticas para acelerar el crecimiento económico y dejar atrás el subdesarrollo.

El artículo de Boris Salazar expone una visión de las crisis basada en la teoría de Marx, pero muy distante de las interpretaciones convencionales. El autor señala que la conversión de las deudas en derivados y títulos financieros, y viceversa, genera redes de activos y obligaciones que a su vez crean distintas temporalidades del capital, las cuales no coinciden con el tiempo absoluto. Los activos financieros y las deudas aumentan a medida que mejoran las expectativas y así se generan burbujas en diversos sectores. Pero en algún momento los activos y las deudas deben convertirse en dinero. Si se generaliza el incumplimiento de las deudas y es imposible convertir esos activos en dinero, los diversos tiempos del capital coinciden con el tiempo cronológico y estallan las burbujas, lo que da o puede dar lugar a crisis de carácter global, dependiendo de la magnitud del apalancamiento y de la conectividad de las redes financieras.

El ensayo de Gonzalo Cataño, texto de su ponencia en el Congreso de Historia dedicado a la memoria de Jaime Jaramillo Uribe, expone los principales antecedentes intelectuales de la nueva historia colombiana. Revisa los trabajos de algunos autores que formaron parte de este movimiento historiográfico, en especial de los más afines al método y a los marcos de referencia de Jaramillo Uribe. Describe los avances que se lograron y las limitaciones de esa forma de hacer historia que, al hacer énfasis en las fuentes económicas y en el papel de las instituciones, descuidó la influencia de las personalidades y la importancia de los idearios, como señalan los actuales historiadores de la cultura.

Hoy en día parece haber insatisfacción con la democracia, los regímenes políticos y los viejos partidos en casi todo el Occidente. Este estado de ánimo ha suscitado protestas masivas y la aparición de nuevos movimientos que atraen a millones de votantes insatisfechos, a los que con prisa y poco rigor se califica de populistas.

Con la mirada puesta en la profundización de la democracia, el manejo del postconflicto y la construcción de la paz en Colombia, Julián Arévalo atiende a este "déficit democrático" y examina la relación entre la capacidad del Estado nacional, bien sea para brindar seguridad, administrar justicia, recaudar impuestos o garantizar los derechos, y el apoyo ciudadano a la democracia. Los resultados de su trabajo indican que una baja valoración de la capacidad del Estado está asociada a un escaso apoyo a los principios y al desempeño de la democracia. El autor argumenta que si el Estado no logra satisfacer las expectativas ciudadanas, el déficit democrático se prolongará por tiempo indefinido y la paz seguirá siendo un objetivo muy distante.

Jorge Armando Rodríguez examina el lugar del mandato de pleno empleo en el marco legal colombiano de la política macroeconómica y sus limitaciones para que se pueda llevar a cabo. Para ello contrasta las funciones e instrumentos que se otorgan a las autoridades fiscales con las que se asignan a las autoridades monetarias, para que estas últimas den cumplimiento al mandato de la estabilidad de precios.

Los dos artículos siguientes abordan un tema que habrá de enfrentar el próximo gobierno para satisfacer las expectativas de los ciudadanos, consolidar la democracia en el país y construir la paz: la gran concentración de la propiedad de la tierra y del ingreso.

El problema agrario es una de las principales causas del atraso y de los conflictos que aún persisten en el país. Edna Bonilla muestra que los impuestos a la propiedad de la tierra son muy bajos, en especial el impuesto predial, cuya tarifa efectiva no llega al 3%o. Cabe recordar que el Pacto de Chicoral de comienzos de los años setenta, que puso fin a la reforma agraria de Lleras Restrepo estableció una renta presuntiva del 4% sobre el valor de la tierra para asegurar su uso productivo. La autora muestra, además, que este impuesto no ha mejorado la eficiencia ni la productividad de las actividades agropecuarias, que los catastros están desactualizados y son muy inferiores a su valor comercial, que la concentración de la propiedad es muy alta y que las pequeñas unidades productoras registran mayor rendimiento por unidad de superficie que las grandes.

Daniel Francisco Ossa se ocupa de la distribución del ingreso entre trabajo y capital, la cual ha cambiado drásticamente en las últimas décadas en todo el mundo. Los salarios reales han aumentado menos que la productividad, y en muchos países se han estancado o incluso disminuido. Discute los métodos para calcular la productividad —productividad total de los factores, productividad del capital y productividad del trabajo— y muestra que aunque la Constitución colombiana la incluye como criterio para aumentar el salario mínimo, el hecho de calcularla con base en el residuo de Solow ha llevado a que dicho salario haya aumentado un 11% menos que la productividad laboral, calculada por horas de trabajo y por número de trabajadores.

Alex Araque y Yuly Silva examinan los precios de la vivienda en Bogotá para determinar si hubo o no burbuja inmobiliaria en el periodo 1995-2013. Su análisis muestra que el aumento de precios obedeció a las condiciones económicas imperantes en ese periodo y que su ascenso en 2012 no fue desmesurado, lo que indica que no hubo una burbuja inmobiliaria.

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En la sección de Clásicos publicamos una conferencia que Karl Polanyi pronunció en 1950, en la Universidad de Columbia, sobre las contribuciones del análisis institucional a las ciencias sociales. Allí profundizó su distinción entre economía sustancial y economía formal e invitó a los científicos sociales a replantear las categorías económicas universalistas y a adoptar una visión de lo económico, acorde con el marco social e institucional. Esa nueva visión facilitaría y daría mayor rigor al trabajo de historiadores, sociólogos, antropólogos y estudiosos de la ciencia política.

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La indexación de las revistas científicas se basa en el número de citas y consultas o en el impacto de los artículos que aparecen en su contenido. Estos indicadores solo muestran qué tanto se leen esos artículos o cuán prestigiosos son sus autores. Nada dicen de la calidad de la investigación ni de la veracidad de sus resultados. En las últimas décadas ha aumentado el interés por estos aspectos y ha surgido un nuevo campo de estudio: el meta-análisis de la investigación científica, cuyo desarrollo más notable se observa en las ciencias biomédicas. Un trabajo pionero en ese campo es el conocido artículo de John P. Ioannidis que se incluye en la sección de Notas y Discusiones, el cual muestra que la mayoría de los resultados publicados en revistas de ciencias biomédicas son falsos. En vez de mejorar el conocimiento, la coacción para publicar en forma apresurada y desmedida, sin el control de la crítica racional, produce una brillante oscuridad que confunde con palabrería insulsa o formalismos desprovistos de sentido, es contraria a la tradición científica y reaviva la superstición en los más diversos campos del saber.