10.18601/01245996.v25n48.07

BRASIL, BALANCE ECONÓMICO DE LA PRESIDENCIA DE BOLSONARO*

Brazil, economic balance of Bolsonaro's presidency

Brasil, balanço econômico da presidência Bolsonaro

Pierre Salamaa

a Latinoamericanista, Profesor Emérito, Universidad de la Sorbona, [pierresalama@gmail.com], [https://orcid.org/0000-0002-3861-1961].

* DOI: https://doi.org/10.18601/01245996.v25n48.07. El autor agradece a M. Razafindrakoto, F. Roubaud y A. Saludjian. Recepción: 21-10-2021, modificación final: 25-11-2022, aceptación: 16-12-2022. Sugerencia de citación: Salama, P. (2023). Brasil, balance económico de la presidencia de Bolsonaro. Revista de Economía Institucional, 25(48), 105-127.


Resumen

Este artículo hace una evaluación económica de la presidencia de Jair Bolsonaro. Analiza el triángulo de incompatibilidades: gran desigualdad de ingresos- reprimarización de la economía- alto crecimiento económico; y si se añade el medio ambiente, se podrí decir la imposible cuadratura del círculo. El resultado de esta imposibilidad es el estancamiento económico, la persistencia de una gran desigualdad, el deterioro del nivel de vida, sobre todo de los más pobres, y graves daños al medio ambiente por la deforestación. La pandemia y la guerra en Ucrania han sacudido a una economía ya "enferma" y revelan la crisis estructural que vive Brasil, así como los puntos de inflexión en el funcionamiento del mercado laboral. Las rupturas presentes sugieren el agotamiento político de la actual presidencia y que el país está en una encrucijada.

Palabras clave: estancamiento económico, reprimarización, desindustrialización, desigualdades, medio ambiente; JEL: D3, D63, E2, E6, H5, I3, O1, Q5.


Abstract

This paper makes an economic assessment of Jair Bolsonaro's presidency. It analyzes the triangle of incompatibilities: high income inequality-reprimarization of the economy-high economic growth; and if one adds the environment, one could say the impossible squaring of the circle. The result of this impossibility is economic stagnation, persistent high inequality, deterioration of the standard of living, especially of the poorest, and serious damage to the environment through deforestation. The pandemic and the war in Ukraine have shaken an already "sick" economy and reveal the structural crisis in Brazil, as well as the turning points in the functioning of the labor market. The present ruptures suggest the political exhaustion of the current presidency and that the country is at a crossroads.

Keywords: economic stagnation, reprimarization, deindustrialization, inequalities, environment; JEL: D3, D63, E2, E6, H5, I3, O1, Q5.


Resumo

Este artigo faz uma avaliação econômica da presidência de Jair Bolsonaro. Ele analisa o triângulo das incompatibilidades: alta desigualdade de renda - reprimarização da economia - alto crescimento econômico; e se acrescentarmos o meio ambiente, poderíamos dizer a quadratura impossível do círculo. O resultado desta impossibilidade é a estagnação econômica, a persistente alta desigualdade, a deterioração do padrão de vida, especialmente para os mais pobres, e graves danos ao meio ambiente através do desmatamento. A pandemia e a guerra na Ucrânia abalaram uma economia já "doente" e revelam a crise estrutural no Brasil, bem como os pontos de inflexão no funcionamento do mercado de trabalho. As rupturas atuais sugerem o esgotamento político da atual presidência e que o país se encontra em uma encruzilhada.

Palavras-chave: estagnação econômica, reprimarização, desindustrialização, desigualdades, meio ambiente; JEL: D3, D63, E2, E6, H5, I3, O1, Q5.


La mayoría de los países sudamericanos tienen muchas cosas en común desde el punto de vista estructural: alta desigualdad de riqueza y de ingresos; elevados índices de informalidad laboral y de pobreza, reprimarización de la economía, fuerte deterioro ambiental, mayor apertura financiera que comercial, desindustrialización temprana, tendencia al estancamiento económico, muy elevado nivel de violencia, desconfianza en las instituciones debida a la corrupción y el clientelismo, ambigua relación con los movimientos evangélicos fuertemente implantados (Salama, 2020). Brasil comparte todas estas características. Y son, em cierto modo, las diez plagas de Brasil. A esto se suma una historia política que revela una frágil construcción de la democracia (la nostalgia de algunos por el periodo dictatorial de finales de los sesenta a finales de los setenta- la apertura de 1979- y el ruido de botas militares que se vuelve a escuchar antes de las elecciones de octubre de 2022).

Ese es el contexto general. Este artículo hace un balance económico de la presidencia de Bolsonaro (1 de enero de 2019-1 de enero de 2023). En la primera parte se analiza el triángulo de incompatibilidades: pronunciada desigualdad de ingresos-reprimarización de la economía-fuerte crecimiento económico -y si se añade el medio ambiente se tendría la imposible cuadratura del círculo- cuyo resultado es el estancamiento económico, el mantenimiento de las desigualdades y, con el aumento acelerado de los precios en 2022, el deterioro del nivel de vida, sobre todo de los más pobres; así como los graves daños al medio ambiente causados por el aumento de la deforestación.

Dos hechos imponderables1 -la pandemia y la guerra de Ucrania- sacuden a una economía ya "enferma", y revelan la crisis estructural que vive Brasil. También revelan los puntos de inflexión en el funcionamiento del mercado laboral. Y son sorpresas que suscitan preguntas. Estas sorpresas se analizan en la segunda parte.

UNA ECONOMÍA A LA DERIVA

Aunque la tasa de crecimiento fue algo mayor durante la presidencia de Lula (enero de 2003-enero de 2011), el promedio anual ha sido bajo durante cuatro décadas. La reprimarización se acelera con la deforestación de la selva amazónica y su daño al medio ambiente y a la vida de los indígenas que la habitan es cada vez más grave. La desindustrialización continuó durante la presidencia de Bolsonaro.

Una política social de redistribución del ingreso a favor de las personas más modestas y pobres (subsidio familiar, ayuda a la vivienda, "Hambre Cero" 2) y un esfuerzo en educación que favorezca el acceso de los más pobres a la universidad, como los que se ejecutaron bajo las presidencias de Luiz Inácio Lula y Dilma Rousseff (enero de 2011-agosto de 2016, destituida de su cargo), son deseables y necesarios, pero tienen un efecto relativamente limitado si el crecimiento no se reanuda en forma significativa y sostenible. Cuanto menor sea la tasa de crecimiento menos probable será que un niño nacido en la pobreza no sea pobre cuando llegue a la edad adulta. La principal consecuencia social de una baja tasa promedio de crecimiento del PIB a largo plazo es, por tanto, una baja movilidad social que una política de transferencias sociales y educación apenas puede contrarrestar.

La crisis de 2015-2016 es la más grave que Brasil ha experimentado desde la década de 1930. A diferencia de otras crisis del pasado, la salida de la crisis no dio lugar a una fuerte recuperación. Fue débil: tasas de crecimiento muy bajas. Después, la pandemia de 2020 reveló sus problemas estructurales3.

¿Por qué una tasa de crecimiento tan baja durante un largo periodo? ¿Se debe a las grandes desigualdades de ingresos y riqueza, a la reprimarización y la desindustrialización y, en últimas, a la falta de políticas industriales que permitan el surgimiento de sectores dinámicos a nivel internacional?

¿La alta desigualdad de ingresos es un lastre para el crecimiento?

La desigualdad de ingresos es muy alta. El coeficiente de Gini4 es de alrededor de 54 en una escala de 0 a 100. Después de los impuestos directos y de las transferencias de ingreso a los más pobres, el Gini baja unos dos puntos, mientras que en los países avanzados baja de 12 a 14 puntos debido a una política fiscal mucho menos regresiva y a mayores transferencias sociales que en Brasil. En contra de lo que se ha anunciado, es especial bajo las dos presidencias de Dilma Rousseff (enero de 2011-agosto de 2016), apenas ha bajado, pues las encuestas subestiman los ingresos de los más ricos. Cuando nos referimos a los ingresos declarados para los impuestos del 10% más rico y, por tanto, no nos limitamos a las declaraciones a la PNAD, no aparecen las bajas anunciadas en la desigualdad5 (gráfica 1).

Según la Cepal (2021a), la desigualdad del ingreso disminuye ligeramente durante el periodo de la pandemia, medida por el Gini (que en 2017 fue de 0,534 y en 2020 de 0,520) o por quintiles. Esta es una paradoja porque, "normalmente", durante una crisis económica la desigualdad aumenta. El número de multimillonarios ha aumentado bajo el mandato de Bolsonaro y también su riqueza promedio. De las 104 personas más ricas de América Latina, 64 son brasileñas según datos de Forbes recogidos por la Cepal (2021b, p. 65). La riqueza de los multimillonarios brasileños corresponde al 16,1% del PIB del Brasil. Y su riqueza promedio, medida en dólares corrientes de 2020, es 136.849 veces mayor que la de la población adulta. Su riqueza disminuyó ligeramente entre 2019 y 2020 (un 21%), pero esta reducción fue más compensada con creces por el aumento del 52% entre 2020 y 2021.

Brasil tiene una distribución del ingreso muy desigual. La demanda de las clases trabajadoras y modestas está muy alejada de la de las clases medias y ricas. Incluso si se tiene en cuenta el tamaño de la población, el tamaño de las clases medias y ricas es demasiado pequeño en comparación con los segmentos de la oferta que producen los bienes duraderos de los que son los principales clientes, en especial porque con el progreso técnico el tamaño óptimo de la oferta en estos segmentos está creciendo. La rentabilidad en estos sectores es entonces demasiado baja, insuficiente en comparación con las oportunidades de inversión en construcción, finanzas y producción de materias primas. La discusión teórica se centra, por tanto, en la aparición y consolidación de comportamientos rentistas vinculados a este modelo de crecimiento excluyente. El tamaño del mercado interno es insuficiente, a pesar de la gran de población, para que los segmentos de oferta dinámicos sean suficientemente rentables. El aumento de la demanda de bienes y equipos durables se satisface con un aumento de sus importaciones de estos bienes y no con un aumento de la producción local, en especial cuando se relaja la restricción externa.

Con la globalización, la economía brasileña se abrió al comercio internacional, pero al final sigue siendo relativamente cerrada. El peso de sus exportaciones en las exportaciones mundiales es bajo y se mantiene estable. Pasó del 1% al 1,2% entre 1980 y 2012 (quizá algo más con el aumento del valor de las exportaciones de materias primas), mientras que el de China pasó del 1% al 12% en ese mismo periodo. En términos absolutos Brasil es más abierto que en los años setenta, pero en términos relativos su apertura es la misma. La restricción de la competitividad es más importante que antes, cuando el país era más proteccionista, pero la relajación de la restricción externa por el auge de las exportaciones de materias primas permite importar a precios menores que los de la producción nacional. Se podría pensar entonces que, debido a esta apertura las limitaciones de la oferta (una dimensión que aumenta con el progreso técnico) podrían levantarse parcialmente, como en Corea del Sur -un país con una población seis veces menor-, donde la demanda externa se suma la insuficiente demanda interna debida a la desigualdad del ingreso. La contradicción entre las dimensiones de la oferta y la demanda para los sectores dinámicos podría entonces resolverse. Pero no ha sido así, con la excepción de algunas empresas. Ha prevalecido el comportamiento rentista. El resultado es que la tasa de inversión es mediocre sobre todo si se compara con la de los países asiáticos y, paradójicamente, con la reducción de la desigualdad, aunque sea menor que la anunciadas ayer, y el crecimiento ha disminuido.

Un comportamiento rentista reforzado por la reprimarización

Con respecto a las exportaciones mundiales, Brasil exporta cada vez más productos primarios que entre 1950 y 1990. Esta reprimarización de las exportaciones data de comienzos de la década de 2000, continúa en la presidencia de Bolsonaro y es un factor importante de vulnerabilidad, pues el valor de las exportaciones depende cada vez más de la demanda de materias primas sobre la que Brasil tiene poco control, ya que depende principalmente de la fuerte demanda de los países asiáticos, pero también de su volatilidad.

Según el MDIC (Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior), las exportaciones brasileñas de productos primarios corresponden a algo más de la mitad de las exportaciones totales en 2020: soya 17%, petróleo y derivados del petróleo (excluyendo productos químicos) 13%, minerales 10%, carne 6%, papel y celulosa 4%, azúcar de caña 3%, café 2% y madera 1%. En comparación con los comienzos del siglo XX, las actuales exportaciones de materias primas son diferentes (mucha más soya y menos café) y se producen con tecnologías más sofisticadas (pesticidas, etc.).

Si nos limitamos a la soya en grano, observamos un fuerte aumento del volumen de exportación en millones de toneladas a partir de 2017, con una relativa estabilidad desde entonces, excepto en 2019. En cambio, los precios subieron bruscamente en 2021. De modo que el valor de estas exportaciones ha aumentado, como muestra el cuadro 4.

Las exportaciones totales (primarias e industriales) son relativamente diversificadas, igual que sus destinos; aunque las exportaciones a China y Asia tienen una importancia creciente (cuadro 5).

Las exportaciones de materias primas son volátiles. Las publicaciones del FMI sobre materias primas indican que en los últimos diez años la magnitud de los auges es mayor que la de las caídas, pero que la duración de las caídas supera a la de los auges. La vulnerabilidad de un país que se (re)especializa en la exportación de materias primas es, entonces, alta, pues tiene poco control de esta evolución a veces brutal.

La reprimarización va acompañada de un deterioro del medio ambiente, bien sea por la expansión de la producción minera o de la agrícola. Aunque este artículo no puede entrar en detalles sobre este importante asunto, cabe destacar que puede hacer posible la aparición de nuevas pandemias, especialmente cuando se trata de la deforestación de la Amazonia, el pulmón del planeta (ver el recuadro siguiente).

7

La reprimarización puede llevar a la desindustrialización. Eso no sucede en todos los países, pero sí en Brasil. En un contexto internacional marcado por el auge de las economías asiáticas y de dependencia de ciertas materias primas, los beneficios de un retorno a la integración internacional centrada en su explotación y sus ventas son a menudo mayores que los que permite la explotación de la fuerza de trabajo en la industria, sobre todo cuando está sometida a una fuerte competencia y adolece de una competitividad insuficiente. Además, los beneficios de la financiarización desvían parte de la inversión en el sector industrial6. En suma, la tasa de inversión es baja, como hemos visto, lo que produce una desindustrialización relativa a largo plazo.

Por su magnitud, las exportaciones de materias primas relajan la restricción externa y provocan una apreciación del real frente al dólar en términos reales (deflactada por un índice de precios). Esta apreciación estaría en el origen de la desindustrialización observada. Facilita las importaciones y las hace menos costosas en reales, mientras que penaliza las exportaciones de productos industriales, excluidas las de materias primas, porque las hace menos competitivas. Las primeras sustituyen en parte la producción nacional, las segundas tienen menos margen para fortalecer esta producción nacional.

En la presidencia de Lula y en la primera de Rousseff se produjeron fuertes apreciaciones del real (intercaladas con crisis cambiarias) y la consiguiente desindustrialización a la que en su segundo mandato Rousseff intentó oponerse.

Sin embargo, la relación entre apreciación de la moneda nacional y desindustrialización no siempre es relevante. En los últimos años no ha habido una apreciación significativa de la tasa de cambio y no se ha producido ninguna reindustrialización. El real no se ha apreciado en forma frente al dólar. Las tasas de cambio reales frente al dólar (deflactadas por el índice de precios al productor, IPP) y la tasa de cambio real efectiva (ponderada, además, por la distribución geográfica de las exportaciones) se depreciaron en el primer cuatrimestre de 2020, debido principalmente a la crisis, y luego se mantuvieron estables. Sin embargo, el mantenimiento relativo de la tasa de cambio no se traduce en un aumento del peso de la industria de transformación en el PIB.

En suma, la tasa de cambio es una de las causas de una posible desindustrialización, pero nada más, sobre todo cuando no va acompañada de una política industrial activa. La gran desigualdad de ingresos y la apreciación de la moneda nacional militan en favor del comportamiento rentista, pero la influencia de estos factores se podría contrarrestar con una política industrial coherente, un Estado "desarrollador" que favorezca la innovación y el surgimiento de bancos dinámicos a nivel internacional. Está claro que no ha sido así. El esfuerzo en investigación y desarrollo se mantiene en un nivel mediocre, en torno al 1% del PIB, mientras en Corea del Sur es cercano al 4,5%.

La insuficiente inversión en la industria crea pocos puestos de trabajo. La desindustrialización reduce la proporción de empleos creados por punto de crecimiento y a fortiori lleva a que se mantenga un alto nivel de empleos informales. La desindustrialización en los sectores dinámicos favorece el empleo poco calificado en los sectores industriales poco intensivos en capital -en los que predomina la pequeña empresa- que generan pobreza laboral e informalidad. El crecimiento de los servicios -excluidos el sector financiero, las telecomunicaciones, etc., que son altamente intensivos en capital- favorece el mantenimiento e incluso el crecimiento relativo del empleo informal y de la pobreza laboral, a menos que se adopten políticas sociales más decididas.

La desindustrialización durante un largo periodo -el mantenimiento relativo de su peso en el PIB en un bajo nivel en los últimos años- va acompañada de un cambio en el contenido de la industria de transformación: menos sectores impulsores, destruidos en parte por su baja competitividad internacional, y más sectores poco intensivos en capital. La desindustrialización observada se refleja en un déficit creciente en la balanza comercial de la industria de transformación y, más en particular, de los productos industriales sofisticados. Cuando se desglosan los saldos comerciales de la industria de transformación por su intensidad tecnológica, se observa que son negativos para todos los productos de tecnología alta y media alta, y positivos para los de baja tecnología.

Si, en total, la balanza comercial es positiva, es porque las exportaciones de materias primas compensan con creces el déficit comercial de la industria de transformación.

La balanza en cuenta corriente (saldo de la balanza comercial y de un conjunto de servicios como el pago de dividendos y el de intereses en el exterior, el turismo, etc.) es deficitaria. Estos déficits se compensan principalmente con la entrada de inversión extranjera directa, que a su vez genera dividendos pagados en el extranjero y ganancias repatriadas.

SORPRESAS QUE PLANTEAN INTERROGANTES

La crisis económica iniciada en 2020 plantea interrogantes. En efecto, se ha producido una importante retirada del mercado de trabajo, mayor que en crisis anteriores8, una caída del empleo informal mayor que la del empleo formal, un descenso de la tasa de pobreza durante unos meses, seguida de un fuerte aumento con la reanudación de la inflación tras la interrupción del comercio internacional en 2021 y 2022 (gráfica 2), y un reducción de los ingresos del trabajo de algo más del 8% en promedio entre marzo-abril-mayo de 2012 y diciembre-enero-febrero de 2021 (Folha de Sao Paulo, 2022), que afecta sobre todo a los más pobres. Con la guerra en Ucrania, el aumento de los precios se ha acelerado: más del 12% especialmente en productos alimenticios, y más del 16% de febrero de 2021 a febrero de 2022 (FGV IBRE, 2022).

Primera sorpresa: el auxilio de emergencia

En contra de lo que cabía esperar dado el programa económico y social muy liberal del ministro de Hacienda Guedes, la política hacia los trabajadores de bajos ingresos (Auxilio de emergencia) se mantuvo durante unos meses durante la crisis provocada por la pandemia en 2020, a pesar de la crisis la pobreza disminuyó ligeramente. La pobreza aumentó con el recorte de este programa y la reanudación de la inflación. Con una crisis (la de la pandemia) superpuesta a la otra (la de la guerra en Ucrania), los efectos depresivos sobre el crecimiento y la aceleración del aumento de precios, la pobreza continuó su movimiento ascendente brevemente interrumpido.

Las políticas educativas y universitarias adoptadas en la presidencia de Bolsonaro han sido objeto de importantes medidas de austeridad orientadas políticamente. Las políticas hacia los afrobrasileños, calificados de perezosos, y a los, indios considerados como obstáculos para la modernización y despojados de sus tierras, han sido evidentemente excluyentes. La política presidencial contra la pandemia fue irresponsable e incluso criminal. La política de los gobernadores y alcaldes quizá mitigó esos efectos, pero el número de muertes, uno de los más altos del mundo, es impresionante: 670 mil a finales de mayo de 2022, más de 3.130 por millón de habitantes según datos de la Universidad John Hopkins.

Segunda sorpresa: una retirada significativa del mercado laboral

Durante la crisis iniciada en 2020, la tasa de participación -población económicamente activa9 sobre población en edad de trabajar- disminuyó significativamente. Esta caída corresponde a la retirada del mercado laboral de una parte de la población, sobre todo de los más pobres. La cual ha sido mayor que en crisis anteriores10.

¿Cómo es que una parte de la población se retira del mercado laboral durante las crisis cuando la salarización creciente y la monetización consiguiente suelen ir acompañadas de un aumento de las tasas de actividad, asalariada o no, formal e informal? ¿Por qué se trata principalmente de las categorías menos acomodadas o incluso pobres, quizá en contraste con lo que se observa en los Estados Unidos desde hace dos años?

La retirada del mercado de trabajo afecta sobre todo a los más pobres. La tasa de participación es menor en las regiones "pobres" (p. ej., el nordeste), donde la pobreza es mayor que en las regiones "más ricas" (p. ej., el sur) y allí es mayor su disminución durante la reciente crisis. En sí misma, esta es una primera sorpresa.

Hay varias explicaciones para esta retirada: la probabilidad de encontrar empleo es menor en tiempos de crisis. El análisis de la tasa de desaliento muestra, en efecto, un aumento significativo de personas desalentadas en 2020 y una reducción posterior con la recuperación económica. La importante ayuda los más pobres establecida por el gobierno les ha permitido sobrevivir incluso sin trabajar. Y el fortalecimiento de la solidaridad familiar quizá ha facilitado la retirada.

Estas explicaciones son pertinentes pero insuficientes. De hecho, en México, donde estas ayudas fueron bajas durante la crisis, hubo una mayor retirada del mercado laboral, por lo que cabe preguntar si hay que tener en cuenta otros factores (Salama, 2021), cuyo análisis estaría allá del alcance de este artículo.

Con la recuperación, la participación ha aumentado sin llegar al nivel anterior a la pandemia: en febrero de 2020 era del 62,7% y en febrero de 2022 del 61,6% según el IPEA. La tasa de desempleo bajó del 14,7% al 10,5% en abril de 2022, pero dentro de la población ocupada el porcentaje de quienes trabajan a tiempo parcial aumenta hasta el 23,2% de la población ocupada, según encuestas de la PNAD.

Tercera sorpresa de la "mitad"

Se espera que la informalidad aumente en periodos de crisis. En este enfoque, la informalidad se ve como una "esponja": los trabajadores que pierden su empleo se refugian para sobrevivir en empleos informales. Ese no es el caso. Los empleos formales tienden a informalizarse en parte por la flexibilización del trabajo y el aumento de la precariedad; los empleos informales tienden a formalizarse en parte por el acceso a beneficios sociales sin cotización previa. Las fronteras de la informalidad no son las mismas de ayer (Razafindrakoto et al., 2022). Las actividades (empleos) formales e informales están cada vez más entrelazadas; unas apoyan a las otras y viceversa. Están surgiendo nuevas formas de informalidad ligadas al auge de las nuevas tecnologías. Gracias a internet y a las plataformas, se han desarrollado nuevas formas de trabajo conocidas como "uberización de los empleos", donde los trabajadores tienen el estatus de empresarios autónomos, trabajas en condiciones muy precarias y con muy poca protección social.

La caída del empleo informal fue del 12,6% en 2020, un periodo de crisis abierta. Los más afectados fueron los trabajadores con baja escolaridad y empleados en servicios. El descenso de los empleos formales fue menor, el 4,1%. En 2021, con la recuperación, los empleos informales volvieron a aumentar, más que los formales, y en diciembre de 2021, eran 1,2% más altos que justo antes de la pandemia, mientras que los empleos formales eran 0,5% más altos que el nivel anterior a la crisis, con algunos desempleados volvieron a trabajar, casi un tercio en empleos de tiempo parcial (Schymura, 2022).

En resumen, si consideramos los cuatro polos siguientes: la tasa de desempleo, la población económicamente activa, la tasa de empleo formal y la de empleo informal, observamos que la tasa de desempleo, que ya era alta en vísperas de la pandemia, aumenta ligeramente y luego desciende durante la recuperación. La población económicamente activa cae bruscamente y vuelve a crecer con la recuperación económica, y el empleo informal cae más que el empleo formal durante la crisis. Por tanto, el pronunciado descenso del empleo informal no se traduce en un aumento significativo de la tasa de desempleo, sino en una retirada del mercado laboral, ya que el despido de trabajadores protegidos no fomenta o aumenta poco la búsqueda de empleos informales, en contra de lo que cabría esperar.

Cuarta sorpresa: la pobreza disminuye durante la crisis y aumenta durante la recuperación

Según datos de la Cepal (2021b), la pobreza extrema, luego de aumentar durante la fuerte crisis de 2015 a 2016 hasta 2019, disminuyó desde entonces, del 5,8% al 5,1%. La pobreza absoluta ha evolucionado en paralelo11, pasando del 20,2% en 2019 al 18,4% en 2020, a pesar de la crisis, debido a la política sostenida de transferencias monetarias durante la pandemia que comentamos.

Con criterios diferentes para medir la pobreza, los del Banco Mundial, la evolución de la pobreza es similar.

Según Duque (2022), con la recuperación de la inflación, la pobreza vuelve a aumentar a partir del tercer trimestre de 2020.

CONCLUSIÓN

Décadas de estancamiento del crecimiento del PIB per cápita, intercaladas con pequeñas fases de crecimiento seguidas de las fuertes recuperaciones -en su día vigorosas, pero que ahora son lentas-, una marginación en la economía mundial, un pronunciado desacoplamiento con las economías asiáticas, un nivel de pobreza absoluta aún elevado, desigualdades insostenibles de ingresos y riqueza, una violencia que tiende a ser sistémica y un alto nivel de desconfianza hacia los políticos y las instituciones caracterizan a los países latinoamericanos y, en particular, al más importante de ellos: Brasil. Es un panorama sombrío, y pesimista pero no por ello menos lapidario. Algunas sorpresas, así sean temporales, nos cuestionan, y exigen construir nuevos conceptos para analizar la sociedad en su movimiento hacia una política alternativa centrada en una distribución del ingreso menos desigual y en una política industrial más agresiva.

Brasil es hoy un país en la encrucijada. Las rupturas ya están presentes, precipitadas por la pandemia, la guerra de Ucrania y el agotamiento político de la actual presidencia. Los incendios, en el sentido metafórico del término, están cerca, con posibles cambios radicales para vivir en democracia, para modificar profundamente la sociedad hacia una mayor inclusión y, mañana, hacia una recuperación económica que respete el medio ambiente. ¿Un sueño? Pero, como dijo Valéry, ¿no es el pesimismo de la razón una fuente de optimismo del corazón? Hemos analizado las razones de este pesimismo, en cuanto al optimismo… es responsabilidad de los brasileños que hacen su propia historia en condiciones que no son determinadas por ellos.


NOTAS

1 Los hechos imponderables, que tienen causas externas poco predecibles y alteran profundamente la trayectoria económica de los países, hacen poco creíbles las previsiones a largo plazo que no tienen en cuenta tales hechos. Los economistas prestan poca atención a la posibilidad de que aparezcan hechos imponderables, a diferencia de los ecólogos que se centran en la "preparación", es decir, en "los factores climáticos que favorecen la aparición de enfermedades infecciosas" (Robin, 2021, p. 34 y ss.).
2 Medidas que pueden ser reversibles. José Graziano da Silva, coordinador del Plan Hambre Cero (2003) y ex director de la FAO, considera que "Las políticas de seguridad alimentaria deben ser políticas de Estado y no de gobierno. El derecho a la alimentación está consagrado en la Constitución brasileña, igual que los derechos a la salud y la educación. Pero a diferencia de los dos últimos, no hay una partida presupuestaria determinada constitucionalmente para el derecho a la alimentación. Esto permite que el gobierno actual reduzca el presupuesto o que lo elimine. Es increíble que Bolsonaro desmantelara lo que se había construido y la rapidez con que lo hizo. Dio marcha atrás a todo el programa, salvo a algunas de las medidas más populares, como la de comedores escolares, una de las pocas que se mantienen en la actualidad (Le Monde, 7 de junio de 2022). Según los resultados obtenidos por la red PENSSAN (Brasileira de Pesquisa em Soberania e Segurança Alimentar e Nutricional, O Valor, 8 de junio de 2022), el número de personas con inseguridad alimentaria severa que padecen hambre llega a 15,5 millones y las no afectadas por la inseguridad alimentaria son 88,2 millones. Entre estos dos extremos, 28 millones padecen inseguridad alimentaria leve y 15,2 millones, inseguridad alimentaria moderada. En términos relativos, el hambre afecta a más personas en el norte y el nordeste.
3 Desarrollamos este tema en Salama (2020, cap. 2). Ver también Cepal (2021c).
4 El coeficiente de Gini es un indicador general de la desigualdad que relaciona porcentajes de población con porcentajes del ingreso distribuido. La población y los ingresos, en porcentaje, forman dos lados de un cuadrado. La distribución del ingreso es más o menos desigual según el país: p. ej., el 10% de la población recibe el 5% del ingreso; el 20% recibe el 9%, etc. La intersección de las ordenadas y las abscisas define una curva llamada curva de Lorentz, que representa la distribución personal del ingreso. El área entre esta línea y la diagonal, relacionada con la mitad del área del cuadrado es un indicador de desigualdad, el Gini. Se pueden observar áreas similares en diferentes momentos, es decir, un Gini estable, con diferentes curvas de Lorentz, lo que significa que un mismo Gini es compatible con diferentes distribuciones del ingreso: los aumentos relativos del ingreso de los más pobres y de los más ricos pueden ser compensados por la disminución relativa del ingreso de los estratos medios; esto no siempre es así y las variaciones del Gini son un indicador simple que debe ser complementado por otros indicadores como las relaciones entre quintiles, y otros más sofisticados, como los de Atkinson o de Theil.
5 Medeiros et al. (2014), Morgan (2018). En otra parte analizamos la paradoja entre las declaraciones del gobierno que destacan la reducción de la desigualdad del ingreso, mientras que, con la globalización financiera y comercial, en todos los países hubo un aumento de la desigualdad y, sobre todo, un aumento casi vertiginoso en la participación del 5% más rico (ver Salama, 2006 y 2012).
6 Mucho se ha escrito sobre la financiarización, sus causas y efectos, ver Salama (2018) y Bruno (2022). La atracción de los empresarios y los bancos hacia los valores públicos ha sido menos sostenida durante la presidencia de Bolsonaro: las tasas de interés reales básicas (la Selic), que ayer eran muy altas pasaron a ser negativas de 2020 a mayo de 2022; y el aumento de la tasa básica ha sido más lento que el de los precios.
7 Ver Robin y Morand (2021). Su libro se basa en numerosas entrevistas a ecologistas, de las que citamos algunos extractos: "Vi que las grandes empresas violaban los territorios indígenas en nombre del desarrollo, lo que no beneficiaba a las comunidades sino lo contrario: se las marginaba y entraban en un círculo vicioso de pobreza, porque se destruía el medio ambiente del que dependían para su subsistencia" (p. 168, entrevista con G. Suzan). "Cuando comparamos los datos espacio-temporales de la deforestación con los de las enfermedades infecciosas emergentes, vemos laramente que están correlacionados" (p.66, entrevista con S. Morand). Sobre los mecanismos de propagación a los humanos: "Cuando se alteran los ecosistemas, las especies 'especialistas' (en este caso los roedores, PS) (muy adaptadas a un hábitat concreto y poco fecundas) desaparecen en favor de las 'generalistas' (más fecundas y más capaces de adaptarse), lo que disminuye la biodiversidad de los roedores […] El resultado es un aumento de la transmisión del virus en la población huésped, que es más abundante, y un mayor riesgo para los humanos" (p. 135, entrevista con J. Mill). "Además de la caza, la deforestación y la fragmentación de los hábitats naturales provocan estrés en los murciélagos, lo que debilita su sistema inmunitario […] estos hechos propician una explosión de la excreción de virus, lo que favorece la transmisión de patógenos a otras especies animales, incluidos los humanos. (p. 121, entrevista con G. Maganga).
8 Este fenómeno se observa en todos los grandes países latinoamericanos -Argentina, Brasil, México y Colombia- en mayor o menor medida. Hicimos una comparación entre Brasil y México (Salama, 2021). La retirada parcial del mercado de trabajo es sorprendente cuando hay poco o ningún apoyo adicional para los más pobres durante la pandemia, como en México. Entonces puede explicarse en parte por la importancia de las remesas de trabajadores mexicanos desde Estados Unidos.
9 Recordemos que se trata de personas que tienen empleo, formal o informal, más las que buscan empleo. Las personas inactivas no forman parte de la PEA, están fuera del mercado laboral. Las que tienen un empleo a tiempo parcial y desean trabajar más se contabilizan como empleadas y no como desempleadas, categoría B, como ocurre en los países avanzadas.
10 El porcentaje de ocupados en la población en edad de trabajar cayó del 56,2% en el primer trimestre de 2015 al 53,1% en el primer trimestre de 2017 (crisis de 2015-2016). Entre el primer trimestre de 2020 y el tercer trimestre de 2020, descendió del 53,5% al 47,1%. La población desempleada durante la crisis 2015-2016 aumentó del 4,8% al 8,5%. En la crisis de 2020, el porcentaje de desempleados en la población en edad de trabajar aumentó ligeramente, del 7,5% al 8%. La gran diferencia entre las dos crisis está en el porcentaje de inactivos (fuera del mercado de trabajo): mientras que en esos mismos periodos, se mantuvo relativamente estable durante la primera crisis, en torno al 38,5%, aumentó del 39% al 44,7% en 2020, lo que es considerable en tan poco tiempo (Corseuil et al., 2020). Para evitar posibles confusiones, cabe recordar que este estudio no se refiere a la población económicamente activa (PEA) sino a la población ocupada (es decir, excluyendo el desempleo). Por último, cabe recordar que la tasa de desempleo se calcula en relación con la PEA. Es, por definición, más alta que la tasa de no ocupados, ya que esta última se mide en relación con la población en edad de trabajar. La disminución de la población económicamente activa explica en parte el que la tasa de desempleo siga siendo elevada en el tercer trimestre de 2020, el 14,6% de la población económicamente activa.
11 Pobreza absoluta: son pobres las personas (hogares) que no logran obtener cierto nivel de ingresos: el ingreso que permite comprar bienes de consumo, cuyo contenido calórico debe conducir a la reproducción física de esa persona (u hogar), y pagar algunos servicios (vivienda, transporte, etc.). En este caso, a los niños y ancianos se les asigna una ponderación inferior a 1. Pobreza extrema o indigencia: situación en la que se encuentran las personas (hogares) cuyos ingresos no les permiten adquirir los bienes de consumo necesarios para su reproducción física.
12 La tasa de cambio de paridad del poder adquisitivo (PPA) se calcula a partir de un principio simple: una canasta de bienes similares debe tener el mismo precio sea cual sea el país. La cantidad de reales necesarios para obtener esta canasta en Brasil se compara con la cantidad de dólares necesarios para obtenerla en Estados Unidos. De esta comparación se deriva la tasa de cambio PPA.


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