Los BRICS: una crítica desde el posdesarrollo*

The BRICS: a Criticism Seen from the Post-Development

Julián Darío Bonilla Montenegro
Grupo de Investigación Relaciones Internacionales y Asuntos Globales (RIAG), Universidad Nacional de Colombia
MSc en Análisis de Problemas Políticos, Económicos e Internacionales Contemporáneos, Universidad Externado de Colombia
julian.bonilla@unimilitar.edu.co

*Trabajo de investigación en el marco del estudio de la agenda exterior de Colombia del Observatorio de Política y Relaciones Internacionales. Grupo de Investigación Relaciones Internacionales y Asuntos Globales (RIAG), de la Universidad Nacional de Colombia.

Recibido: 21 de abril de 2014 / Aceptado: 1 de julio de 2014

Para citar este artículo:
Bonilla Montenegro, J. D. (2014). Los BRICS: una crítica desde el posdesarrollo. OASIS, 19, pp. 7-19.


Resumen

Este artículo hace un acercamiento a las condiciones que se han establecido para que Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica sean considerados los “ladrillos” (BRICS) del sistema internacional en un escenario multipolar. Así mismo, se analizan las condiciones que permiten establecer la existencia de un discurso sobre el posdesarrollo para de allí extraer, por último, un análisis de las condiciones medioambientales y de distribución de la riqueza que existen en estas potencias emergentes. Es posible considerar que la categoría BRICS se basa únicamente en aspectos relacionados con el crecimiento económico pero deja de lado, como es tradicional en la mayoría de los análisis, condiciones concretas para la población y los ecosistemas, las cuales sirven de eje articulador de las relaciones en el sistema internacional.

Palabras clave: BRICS, posdesarrollo, medioambiente, distribución.


Abstract

This article has three components: firstly, it analyzes the conditions that have been established in order for Brazil, Russia, India, China and South Africa (BRICS) to be considered the “bricks” of the international system in a multipolar context. Secondly, the article examines the conditions that are prevalent in order to allow a post development discourse. Lastly, the previous discussion will be an impetus to analyze the existing conditions regarding the environment and wealth distribution within these emerging markets. Most studies of the BRICS are based on aspects related to economic growth, but leave out important analyses of population flows and ecosystems. In this article such discussions are key to understanding what role the BRICS play within the international system.

Key words: BRICS, post-development, environment, distribution.


Introducción

Desde el año 2001, cuando la consultora estadounidense Goldman Sachs construye la categoría aplicada para analizar en el sistema internacional a algunas potencias emergentes que tendrán incidencia en los próximos años, se considera que Brasil, Rusia, India y China serán los referentes del sistema capitalista mundial hacia el año 2050. De allí se derivó la sigla BRIC (ladrillo) por ser, en ese caso, “soportes” del escenario económico internacional en un futuro de mediana duración. En el año 2011 se incluyó dentro de la lista de estas potencias medias a Sudáfrica, modificando la sigla a BRICS, y alrededor de todo este nuevo escenario de análisis se han organizado diversos componentes sobre las condiciones de estos países.

Sin embargo, no se ha mencionado de manera precisa cuál podrá ser el nuevo rol que se asumirá en las relaciones globales si el enfoque de análisis se basa únicamente en la posibilidad de garantizar altas tasas de crecimiento económico y lograr una inserción exitosa dentro del sistema capitalista. Por esta razón, las ventajas que diversos estudios académicos o periodísticos ofrecen para estos países no logran establecer el verdadero rol que tendrán en contextos de un adecuado desarrollo económico que garantice condiciones de equidad, medioambiente sostenible y mejoras generales en elementos de redistribución de la riqueza. Estas condiciones son necesarias para la comprensión de los acontecimientos dentro del sistema internacional, pues no se puede depender únicamente de los resultados ofrecidos por parte de los Estados mediante el manejo de cifras micro o macroeconómicas, es necesaria la comprensión de la articulación plenamente sistémica de todo lo que compone el actual sistema internacional.

Por tal motivo, este documento se dividirá en tres partes: la primera, será una descripción más detallada de los países BRICS y las condiciones que se le han otorgado para ser incluidos en este grupo de Estados. En segundo lugar, se hará una referencia a las condiciones de análisis desde un enfoque heterodoxo para la economía internacional, como es el caso de los estudios del posdesarrollo, siendo necesario establecer que solamente se expondrán algunas características analíticas del amplio grupo de estudios, críticos del esquema de crecimiento económico exponencial predominante en todos los sistemas económicos. Finalmente, la tercera parte se construirá alrededor de las diversas críticas que abarcan a estos países en sus intenciones de lograr un posicionamiento relevante dentro del sistema internacional contemporáneo.

En relación con el componente metodológico es importante mencionar que gran parte del trabajo proviene del uso de herramientas digitales de búsqueda de información por Internet, pues desde la Red se encuentra un escenario de alcance de la información masivo que genera espacios de hipertextualidad, en los cuales “cada lector-navegante construye caminos individuales y relativamente autónomos” (Gallini, 2007, p. 149). Como herramienta para la búsqueda se ha recurrido al uso de la minería de datos, de donde se extrajeron los criterios de selección de los documentos que se analizaron para la construcción de este trabajo, teniendo siempre en consideración la revisión adecuada de la información, pues uno de los errores que presenta el uso de la Red es la repetición constante de la información, sumado al hecho de que en muchos casos la información no puede considerarse esencialmente válida para un trabajo académico (Gyves, 2007). Lo anterior con el fin de lograr un impulso adicional, organizado, para el estudio y la didáctica de las temáticas en las ciencias sociales en general, con la apropiación de los recursos que ofrecen los nuevos esquemas de divulgación tecnológicos a través de Internet.

Los BRICS y su desenlace como referentes de un futuro sistema internacional multipolar

En el mes de noviembre del año 2001, el grupo de banca de inversión y valores Goldman Sachs (GS), bajo la dirección de Jim O’Neill, designó el acrónimo BRIC (“ladrillo”) para definir las nuevas potencias económicas que lograrán un incremento constante de su valor en el mercado internacional, siendo posible que para el año 2050 sean estas las economías que controlen el sistema económico internacional, por encima de potencias actualmente consolidadas tales como Estados Unidos, Japón o Alemania. Las razones para estas condiciones son esencialmente proyecciones de tipo demográfico y la acumulación de capital que puede generarse en estos Estados (Wilson y Purushothaman, 2003).

Parte de las condiciones otorgadas a estos países para ser identificados como los referentes del sistema económico internacional en los próximos años se debe esencialmente a la gran cantidad de población que ostentan (China e India, sumados, representan aproximadamente 2.500 millones de personas, y Brasil es el Estado latinoamericano con mayor población, pues, según el último censo brasilero del año 2010, sus habitantes sumaban 190.732.694) (IBGE, 2010); así mismo, el territorio de estos países, sumados, representa una cifra aproximada del 27% del territorio mundial (Graziani, 2011), pues se encuentran entre los más grandes del mundo1. Estas características ofrecen un peso relevante para las acciones dentro del sistema internacional, tanto por su posible poder de incidencia en decisiones trascendentales, como por los beneficios que se obtienen al poder controlar procesos de extracción y producción en estos amplios territorios.

Igualmente, otra consideración para referirse a la importancia geopolítica y geoestratégica de estos países se debe a que de los cuatro BRIC , tres de ellos –China, India y Rusia– poseen armamento nuclear, lo que garantiza un efecto disuasivo esencial en el sistema internacional (Ojeda, 2010), así como el hecho de que Rusia y China sean miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), al tiempo que Brasil, como una de las potencias emergentes, ha buscado la posibilidad de ocupar un puesto permanente dentro de este órgano (Ramírez, 2011). La misma situación aunque, con menor empuje diplomático, ha tratado de llevarse a cabo por parte de India.

De esta manera, se considera que el rol que buscan asumir estas potencias es el de convertirse en nuevas potencias emergentes2, “que logran salir del ‘subdesarrollo’ y de la franja de ‘renta media’ (PIB per cápita) para convertirse en economías de punta” (Pastrana y Vera, 2012, p. 58). Situación que se puede considerar limitada, aunque es la base mediante la cual estos mismos Estados han intentado construir sus vínculos para fortalecer su rol dentro del sistema internacional contemporáneo, el cual “se caracteriza por la presencia de varios mercados emergentes clave, que adquieren mayor espacio e influencia como actores globales” (Haibin, 2012, p. 1).

Es entonces a partir del lanzamiento de este esquema de análisis en bloque de nuevas potencias emergentes, que el uso de la categoría BRIC ha comenzado a ser un referente de análisis fundamental cuando se busca comprender nuevos comportamientos de actores dentro del sistema internacional, para establecer así una nueva configuración de actores que han permitido, en algunos casos, romper con la condición unipolar característica de la hegemonía estadounidense de posguerra fría a un escenario multipolar, en donde los procesos en el sistema internacional logran articularse con otros actores con diferentes grados de presión en las decisiones y acciones que se toman en el espacio global3.

Lo anterior permite identificar que nos encontramos ante un proceso donde “la difusión global acelerada de prácticas y conocimiento en las esferas económicas, políticas, socioculturales y tecnológicas que permean todos los niveles de las estructuras sociales, y que encogen las distancias sociales y geográficas que separan a la gente, ha afectado cada dimensión del sistema internacional” (Mason, 2001, p. 49).

Los motivos anteriormente expuestos llevaron a que los países BRIC se reunieran por primera vez en junio del año 2009 en la ciudad de Ekatenimburgo, “con el objetivo de conformarse en una plataforma dónde compartir visiones sobre las oportunidades y los desafíos de la globalización” (Moraso, 2013, p. 11).

En el año 2010 GS consideró necesaria la inclusión de Sudáfrica dentro de la categoría de los países llamados a ser potencias económicas, fortaleciendo el rol que este Estado ha asumido en la región africana. Esta invitación a ser parte de los “países del futuro” (Sandrey, 2013) sirvió para posicionar la imagen de la nación surafricana como un referente de progreso y desarrollo, independientemente de las secuelas que surgieron durante el conocido periodo del apartheid, reconociendo que es la nación más rica del continente africano, el primer productor mundial de platino y el tercer productor a nivel internacional de oro (Giné, 2012). En el caso sudafricano “se tenía la percepción de que quedar fuera del grupo significaba la exclusión de África de la toma de decisiones en las estrategias globales Sur-Sur y dejarla a merced de los intereses económicos de las potencias emergentes” (Morasso, 2013, p. 11).

Con la inclusión sudafricana, la primera reunión formal de los ahora BRICS se llevó a cabo en Sanya (China) durante el mes de abril de 2011, considerándose a partir de ese momento “un foro global clave para el sur del mundo” (Russia Today, 2011).

Posteriormente, en el año 2010, el mismo O’Neill se atrevió a incluir una construcción ampliada de BRICS, que debería incluir a México, Corea del Sur, Indonesia y Turquía (Cardona, 2011, p. xvi), esencialmente porque estos Estados han mantenido tasas constantes de crecimiento económico y por ende han aumentado su ubicación en los rankings internacionales que miden estas variables económicas. Lo anterior sin desconocer el rol que han tenido los CIVETS4 (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y, nuevamente, Sudáfrica), como agentes que se posicionan en el sistema capitalista internacional, debido a sus condiciones particulares de crecimiento económico y fortalecimiento de la inversión.

El posdesarrollo: acercamiento a una crítica

En este segundo punto del artículo el trabajo se articula en relación con el concepto de desarrollo y su correlato con la economía (economía del desarrollo), a partir de los diversos avances en las ciencias sociales posteriores a la Segunda Guerra Mundial. En este momento las alternativas propuestas se basaban en los esquemas de políticas necesarias para organizar procesos de mejoramiento de la inequidad y la distribución de la riqueza. De ahí que “la idea del desarrollo quedó, por tanto, atada al crecimiento económico y, en consecuencia, también quedaron subordinados los temas de bienestar humano, ya que consideraban que la desigualdad y la pobreza se resolverían esencialmente por medios económicos” (Gudynas, 2011, pp. 22-23). Lo anterior, por consiguiente, logró mantener en el escenario académico y político una idea generalizada de la relación de indistinción entre crecimiento y desarrollo económico, siendo posible su alteración discursiva bajo el supuesto de reconocer que existen niveles superiores e inferiores cuantificables.

Por esta razón, una de las características que se maneja alrededor de los discursos sobre el desarrollo económico se basa esencialmente en dejar de lado indicadores como la distribución de la riqueza, reforzando el uso de los indicadores econométricos tales como el Producto Interno Bruto (PIB) como el referente gruía de los ascensos económicos de las naciones subdesarrolladas a desarrolladas, generándose una única visión basada en la evolución lineal “mediada por la apropiación de recursos naturales, guiada por diferentes versiones de eficiencia y rentabilidad económica, y orientada a emular el estilo de vida occidental” (Gudynas, 2011, p. 23).

No obstante, al mismo tiempo que se anclaba en el discurso hegemónico la relación causal crecimiento-desarrollo, se empezaban a observar enfoques críticos acerca de la necesidad de alcanzar determinadas metas cuantitativas como la única alternativa viable. La condición acerca de la identificación del desarrollo económico presenta algunos referentes históricos de suma importancia. Uno de los primeros referentes críticos en relación con el concepto tradicional de desarrollo proviene del economista brasilero Celso Furtado, quien considera el discurso dominante sobre el desarrollo como un mito, enfocado en “objetivos abstractos como son las inversiones, las exportaciones y el crecimiento” (Gudynas, 2011, p. 21). De allí que surgieran unas primeras críticas enfocadas en reconocer que, por ejemplo, “el subdesarrollo no es una fase previa al desarrollo, sino que es su producto, y en buena medida es el resultado del colonialismo y del imperialismo” (p. 24). No obstante, en ese momento todavía se consideraba como necesaria la estructura del crecimiento económico como la referencia básica para alcanzar escenarios propicios de progreso material y, por ende, de desarrollo.

No fue sino hasta la presentación por parte del Club de Roma del reporte “Los límites del crecimiento” (1972) que comenzó el cuestionamiento a identificar como única fuente del desarrollo el crecimiento económico permanente y exponencial. La ventaja del documento referido se basó, esencialmente, en demostrar que el crecimiento económico ascendente e indefinido era imposible, atacando uno de los referentes que ha sido parte de los discursos económicos convencionales, tanto desde la derecha como de la izquierda del espectro político, aun cuando su único interés era el de reforzar la necesidad de “satisfacer las necesidades actuales sin comprometer los recursos y posibilidades de futuras generaciones” (Fernández y Gutiérrez, 2013, p. 126).

Con base en los resultados ofrecidos por el informe, las críticas de los sectores políticos fueron diversas, de allí que: “se lo tildó desde ser neomalthusiano, de renegar el papel de la ciencia y la tecnología para generar alternativas a los recursos agotados o a los impactos generados, o ser una simple manifestación del desarrollismo burgués o imperialista”5 (Gudynas, 2011, p. 26), considerando desde cualquier posición del espectro ideológico, que es necesario mantener el crecimiento económico en tanto que sus impactos podrán ser resueltos posteriormente, mediante alternativas tecnológicas, luego de alcanzar condiciones favorables de desarrollo económico para los Estados periféricos.

Una referencia acertada acerca de los elementos para la comprensión crítica del desarrollo económico proviene de Ana Agostino quien al iniciar la introducción sobre el concepto de posdesarrollo expone lo siguiente:

    En la historia del desarrollo es posible encontrar diversos énfasis, desde la clásica propuesta de Rostow respecto a estadios de crecimiento económico que los países subdesarrollados necesariamente debían seguir para alcanzar la modernización y la industrialización, pasando por la propuesta de necesidad básicas, la teoría de la dependencia, desarrollo endógeno, desarrollo sustentable y desarrollo humano, entre otros (Agostino, 2009, p. 14).

Sin embargo, y este es el aspecto más relevante del texto de Agostino, en el documento se observa que: “Un análisis sistémico de esos modelos, […] evidencia que los ejes centrales del discurso del desarrollo se han mantenido inmodificados. Uno de ellos es el concepto de subdesarrollo” (Agostino, 2009, p. 14). Es debido a la poca alteración que se ha construido alrededor de los escenarios de desarrollo-subdesarrollo que “otras formas de posibles de hacer las cosas –de alimentarse, de producir, de intercambiar bienes, de relacionarse con la naturaleza– no son percibidas como expresiones de diversidad sino como la incapacidad de actuar de acuerdo con el modelo visto como universalmente válido, es decir el occidental” (Agostino, 2009, p. 14).

Con base en lo anterior se observa con precisión un elemento característico de las críticas al desarrollo en su visión tradicional: el crecimiento económico. Otras visiones heterodoxas, como aquellas que han llevado a cabo algunos gobiernos autoproclamados de izquierda, “no ponen en discusión la racionalidad del desarrollo como crecimiento, el papel de las exportaciones o de las inversiones, o la mediación en la apropiación de la Naturaleza […] La idea del desarrollo propia de las décadas de 1960 y 1970, reaparece bajo un nuevo ropaje”6 (Gudynas, 2011, p. 35). Lo anterior se relaciona con el hecho de que las críticas alrededor del desarrollo económico provienen esencialmente de otras disciplinas como la sociología, la antropología, la biología, la ecología, entre otras, que han alcanzado altos niveles de discusión en los últimos años. En general, se puede considerar que una condición sobre lo que acontece en los últimos años se basa en un proceso en particular: el “maldesarrollo es el efecto estable (es decir, estructural) de aquella lucha de clases y afecta todas las necesidades básicas y, recientemente está afectando de modo especial al ambiente, al ecosistema” (Tortosa, 2011, p. 31). Condiciones particulares que se articulan con las tradiciones que buscan desacreditar el sistema colonial imperante, el cual se basa en reinterpretar los criterios de intervención sobre los Estados que iniciaron procesos de descolonización, siendo necesaria la ayuda estatal por parte de potencias económicas y organizaciones internacionales para mejorar las condiciones de la población, apoyándose en esta manera en el impulso de los indicadores macroeconómicos, impuesto desde las lógicas de la confrontación bipolar del sistema internacional de la segunda posguerra (Masullo, 2010).

En este caso, y en aras de lograr una mejor contextualización acerca de las condiciones del posdesarrollo, es necesario reconocer el aporte que ha construido el colombiano Arturo Escobar, recordando que la idea de posdesarrollo comenzó a aplicarse en el año 1991, en Ginebra (Suiza), estableciéndose a partir de allí que:

    la noción del posdesarrollo proviene directamente de la crítica posestructuralista […] no fue tanto el promover otra versión del desarrollo –como si a través del refinamiento progresivo del concepto los teóricos pudieran llegar finalmente a una conceptualización verdadera y efectiva– sino el cuestionar precisamente los modos en que Asia, África y Latinoamérica llegaron a ser definidas como “subdesarrolladas” y, por consiguiente, necesitadas de desarrollo (Escobar, 2005, p. 19).

Por tales motivos, el posdesarrollo se basa en la generación de ciertos principios que se articulan con los procesos sociales a nivel colectivo, en vínculo con el medioambiente y otras formas de sociedad, que se articulan con base en los siguientes ejes:

Las críticas a los BRICS desde el posdesarrollo

Al comentar los dos primeros aspectos de este documento se trabajó acerca de las condiciones de los países BRICS y las características de las perspectivas del posdesarrollo. Ahora, al iniciar el tema de las críticas de estas nuevas potencias emergentes con base en el discurso posdesarrollista, es preciso establecer que un aspecto esencial de la crítica que surge luego de un análisis basado en el posdesarrollo sobre el impacto que tienen los Estados BRICS en el sistema internacional se basa esencialmente en el hecho de que no representan directamente una alternativa a los esquemas tradicionales de producción económica, manejando las ideas clásicas en relación con el concepto de desarrollo, enfocándose de esta manera en el carácter tradicional de la industrialización, para generar políticas que se encaminan a reducir las brechas de pobreza de acuerdo con índices cuantificables y con diversos mecanismos estadísticos de medición, recurriendo todavía a los procesos tradicionales de apropiación, explotación y comercialización de recursos naturales.

En otras palabras: estamos frente a la “expresión contemporánea de la ideología del progreso” (Gudynas, 2011, p. 40). Contexto que, por lo demás, se articula estrechamente con las implicaciones que a nivel interno de los Estados afectan las condiciones de la estructura del sistema internacional; la interacción de las partes es la encargada de determinar los resultados de la totalidad, situación que a su vez condiciona el comportamiento de las partes, al mejor estilo de las consideraciones sobre socioesfera que plantea Mario Bunge (1980).

El anterior es un estilo de desarrollo basado en las condiciones impuestas desde el esquema capitalista actual, en donde en algunos casos, como ocurre por ejemplo con Brasil, al Estado se le deja la misión de mitigar o compensar algunos de sus puntos negativos (con tal que se mantengan las tasas exponenciales de crecimiento económico), lidiando con la pobreza, la inequidad y la desigualdad económica basados en esquema medibles y comparables con otros Estados del sistema internacional.

Lo que ha ocurrido alrededor de estos esquemas de posicionamiento en el sistema internacional ya ha generado algunos llamados de atención en relación con las condiciones sobre las cuales los Estados BRICS buscan alcanzar sus objetivos de desarrollo económico (con base en la visión tradicional). Las condiciones se basan en aspectos de tipo medioambiental y social que afectan a diversos sectores de la población que vive en el territorio de estos Estados y que consecuentemente generan impactos que afectan al sistema internacional en su conjunto.

Así, por ejemplo, es preciso identificar que los países BRIC originales –Rusia, China, India y Brasil– hacen parte del grupo de los diez países más contaminantes del mundo. En el caso de Rusia, “es una de las naciones más contaminadas del mundo por la quema de los gases de los pozos de petróleo, pues emite 400 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2)7 al año. Siendo el mayor generador de esta forma de contaminación” (El Informador, 2013, párr. 8). Además, dos de las ciudades de este Estado, Dzershinsk y Norlisk, se encuentran dentro del top diez de las ciudades o enclaves más contaminados del mundo (La Vanguardia, 2013).

De igual manera, el caso chino también merece atención, pues este país asiático hace algunos años dejó atrás a Estados Unidos como el más contaminante del mundo y, a pesar del éxito de su vertiginoso desarrollo industrial, no se ha generado ninguna política de previsión en relación con los desgastes ecológicos que afectan la salud de la población, incluido el aumento de enfermedades (La Red 21, 2013).

Brasil tampoco se queda atrás en relación con el impacto medioambiental. Luego de la aprobación de un nuevo Código Forestal, que permitió la expansión de áreas agrícolas, los nuevos proyectos de infraestructura han reducido los mecanismos de protección a las áreas forestales, incrementando la explotación maderera y la creación de nuevos espacios de producción agrícola a nivel industrial, en especial del cultivo de soja (ABC, 2013).

Sobre este tema, en relación con la sobreexplotación ambiental, el caso de India, merece una atención especial. Debido a la mala gestión para la protección del medioambiente, junto con el incremento del parque automotor. Según los estudios desarrollados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se ha incrementado el número de personas muertas en India debido a enfermedades como consecuencia del impacto ambiental (La Tercera, 2014).

Lo mismo acontece con el caso del más reciente integrante del grupo de estas potencias emergentes, pues Sudáfrica ha presentado en los últimos años altas tasas de contaminación ambiental, principalmente por la explotación de productos minerales que, como se mencionó, son fuente esencial de su posicionamiento económico como potencia media regional y, por ende, como un actor importante dentro del sistema internacional.

Lo anterior demuestra el poco interés que manejan los Estados BRICS en relación con el tema del medioambiente. Esto recuerda las categorías de ecocidio (muerte de los ecosistemas), biocidio (muerte de la vida), y geocidio (muerte de la Tierra) articuladas a las construcciones alternativas sobre las condiciones particulares de la Tierra, tales como la hipótesis de Gaia propuesta por James Lovelock, “la cual consiste en sostener que la Tierra es un superorganismo vivo cuyo equilibrio dinámico mantienen todos los elementos físicos, químicos y energéticos dosificados de tal forma que garantiza la vida y la evolución” (Boff, 1995, p. 48).

Así mismo, estos países no han logrado garantizar condiciones apropiadas para la promoción de transformaciones sociales profundas, pues el enfoque que han tenido estos Estados ha sido esencialmente el de la búsqueda de un acelerado desarrollo económico, en tanto relación sistemática con el crecimiento económico, fruto de la explotación laboral en diversas regiones (Silvério, s.f.). Las desigualdades sociales en estos países son múltiples, y se enfocan en procesos como las desigualdades vitales y las relacionadas con el acceso a recursos, que permiten identificar las condiciones básicas para mantener procesos de inequidad entre amplios sectores de la población8.

De otro lado existen casos particulares como lo que acontece en China, donde una mayoría étnica –Han– controla el sistema político y económico de esta potencia asiática; existen procesos en donde a otras minorías étnicas, como los uigures o los tibetanos, se les han construido escenarios que en nada benefician su continuidad como culturas propias, siendo más importante la generación de espacios para la producción económica, en vez de organizar procesos que garanticen el reconocimiento de los principios internacionales de autodeterminación de los pueblos.

Lo mismo acontece en los demás Estados BRICS, pues, a pesar del reconocimiento de diversos pueblos y una gran variedad de lenguas en India, las condiciones de explotación todavía se basan en lo acontecido en épocas antiguas con la existencia de un sistema de castas, sectorizado de acuerdo con las regiones federadas de este Estado; o las afectaciones que se han presentado sobre comunidades nativas en el Brasil, especialmente en la región norte, donde se concentra la mayor reserva de biodiversidad del mundo, gracias a la selva del Amazonas (Silvério, s.f.).

Conclusiones

Un aspecto básico en la construcción de este artículo se basa en poder identificar visiones sobre el tema del desarrollo económico que sean más independientes y críticas en relación con los planes de gobierno que realizan los Estados con el fin de alcanzar diversas metas en su competencia dentro del sistema internacional. Las advertencias sobre los límites sociales y ambientales que se producen por el hecho de guiarse solo por parámetros cuantificables de producción económica dejan de lado la complejidad cada vez más alta que se ha generado en los esquemas de las relaciones entre los actores y sujetos del sistema internacional y la estrecha articulación simbiótica que existe entre todos los componentes que lo conforman.

Lo anterior no es un fenómeno de los países estudiados, sino que abarca todos los escenarios del sistema internacional. En el caso particular de Colombia, es importante observar que a pesar de formar parte de nuevos grupos de países (como es el caso de los CIVETS), sus condiciones de desigualdad social y las estrategias de extracción minera y explotación agrícola que han pretendido imponer los gobiernos en los últimos años reflejan la visión tradicional del posicionamiento económico del Estado, y desconocen factores que, finalmente, generarán mayores impactos en la población.


Pie de página

1 De acuerdo con la base de datos virtual Index Mundi, donde se encuentra un archivo de los perfiles de los países del mundo, la superficie total de Rusia es de 17.098.242 km2; siendo el país más grande del mundo. China se encuentra en un cuarto lugar, con una extensión de 9.596.961 km2, seguida de Brasil, con una superficie total de 8.514.877 km2. Finalmente, India se encuentra dentro de los países con mayor superficie, con una extensión de 3.287.263 km2(Index Mundi, 2012).
2 Considerando en este caso las potencias emergentes (o potencias medias emergentes), como aquellas “que estarían incrementalmente ocupando posiciones de mayor relieve en términos de poder político, económico y social […] que apuntan a obtener mayor espacio en los procesos de toma de decisiones y de negociación dentro de la actual estructura internacional” (Lara, 2012, p. 55).
3 El mismo actor hegemónico por excelencia del sistema internacional contemporáneo, Estados Unidos, considera positivo el impulso que los países BRICS le otorgarán a este sistema, debido al interés de estas potencias emergentes de “participar productivamente en instituciones globales multilaterales” (La Información, 2012).
4 Los CIVETS (CIVETAS) hacen mención a aquellos países que son economías emergentes con un potencial considerable en su desarrollo económico, además de contar con población joven, laboralmente activa (Vargas-Alzate et al., 2012).
5 Con base en lo anterior es preciso identificar que hasta el momento, con excepción del Estado de Bután, ubicado en Asia Central, ningún Estado, sin importar la condición ideológica que asumen sus dirigentes políticos o cómo se encuentra configurado el sistema político y económico, han considerado necesaria o viable la protección del medioambiente como un esquema esencial para mejorar las condiciones de vida de la población. Un caso reciente hace referencia a lo ocurrido en el Ecuador, donde el actual presidente Rafael Correa ha insistido en generar zonas de explotación de hidrocarburos en la región amazónica, garantizando discursivamente que protegerá el medioambiente, aduciendo su importancia para mantener las políticas, estas sí con un giro respecto a la ortodoxia tradicional de su gobierno en relación con temas como salud, educación e infraestructura.
6 Un pie de página del texto del uruguayo Eduardo Gudynas precisa las condiciones que actualmente generan los gobiernos de izquierda en América Latina en relación con los contextos de desarrollo económico = crecimiento económico: “se genera una suerte de chantaje, donde todo extractivismo debe ser aceptado y es legitimado en términos de combate a la pobreza” (Gudynas, 2011, p. 36, pie de página 6).
7 Es preciso identificar que el aumento de la producción de CO2 no es absorbible por parte de la biosfera de manera natural, por tal razón, esa concentración aporta de manera concreta al proceso de calentamiento global o efecto invernadero, produciendo “un pequeño pero importante aumento en la temperatura de la atmósfera terrestre y de los océanos” (Medina, 2010, p. 51).
8 Con excepción de Rusia, que para el año 2008 no poseía ningún referente de población que se encontrara debajo de la “línea internacional de pobreza” (USD$ 1,25 diarios), los demás miembros de los BRICS tienen grandes porcentajes de población que viven en condiciones de pobreza extrema, o tienen procesos de reducción de pobreza que pueden considerarse irrisorios (Silvério, s.f.).

Referencias

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