Debates olvidados
Javier Garay
Universidad Externado de Colombia
javier.garay@uexternado.edu.co
Easterly, W. (2014). The Tyranny of Experts. Economists, Dictators, and the Forgotten Rights of the Poor, New York: Basic Books.
¿Qué es el desarrollo? ¿Cómo generarlo? ¿Cuál es el papel del sistema internacional en este proceso? ¿Por qué han fracasado una y otra vez los programas promovidos desde el ámbito internacional cuyo objetivo sea el desarrollo? Estas son algunas de las preguntas que se abordan en este libro.
The Tyranny of Experts aporta respuestas a partir de la experiencia y de la investigación de su autor. William Easterly es profesor de economía de la Universidad de Nueva York y codirector del Development Research Institute de la misma universidad. Ha publicado, además de este, dos libros más sobre cooperación y desarrollo. También formó parte de lo que él denomina la comunidad del desarrollo, que incluye expertos en política, intelectuales públicos, economistas y otros científicos.
El libro propone una discusión novedosa. No es, como afirma el autor en la introducción, una discusión entre mercado y Estado ni entre derecha o izquierda, pero sí es un debate con un fuerte componente político y moral. Como hipótesis se afirma que la pobreza se origina a partir de la falta de reconocimiento de los derechos económicos y políticos de los más pobres. En consecuencia, no es el Estado el que, de manera intencionada, la soluciona. Al contrario, es el poder ilimitado (unchecked) del Estado el que la origina.
No obstante, en el entorno internacional se ha creado lo que el autor denomina una ilusión tecnocrática. Esta consiste en pensar que la pobreza es un problema con soluciones técnicas. De esta manera, e inintencionadamente, los expertos de los organismos internacionales (como el Banco Mundial) le confieren nuevos –y más– poderes y legitimidad al Estado como la única entidad que implementará esas soluciones técnicas.
Sin embargo, esto demuestra una ingenuidad sobre el poder. Los expertos de las organizaciones internacionales creen, consciente o inconscientemente, en la existencia de autócratas benevolentes. Es decir, autócratas bienintencionados, asesorados por esos expertos técnicos. Esto es lo que el autor llama el desarrollo autoritario. No obstante, los problemas (técnicos) de la pobreza son un síntoma, mas no su causa.
Para demostrar la hipótesis, el libro está construido sobre tres avances que, de las investigaciones más recientes sobre este tema, plantean un desafío al consenso autoritario. El primero de ellos es el énfasis en el estudio de la historia; el segundo, el énfasis en los factores no nacionales, y el tercero es la demostración de la importancia de las soluciones espontáneas, no dirigidas intencionadamente, en la política, los mercados y la tecnología.
W. Easterly construye su argumentación a partir de estudios de caso de países, regiones y ciudades tan diferentes como China, Singapur, Colombia, Etiopía, Benín, Togo, Nueva York, República de Corea, Uganda, entre otros.
En la primera parte del libro se muestra que la visión que se tiene sobre el desarrollo surgió de una falta de debate entre diferentes posturas teóricas para la comprensión de la creación de riqueza y la superación de la pobreza. Un debate que nunca se presentó, por ejemplo, entre Friedrich A. Hayek y Gunnar Myrdal. En la comunidad del desarrollo, desde finales de la década de los cuarenta, e incluso desde antes, se prefirió la aproximación de Myrdal, sin profundizar en sus raíces, dinámicas y consecuencias.
Las causas de la ausencia de debate se presentan en la segunda parte del libro. Para el autor, la aproximación autoritaria fue privilegiada por el contexto histórico en el que se fue conformando gradualmente el interés por el tema del desarrollo y por quienes lo lideraron. Una mezcla entre racistas y filántropos, intereses políticos y Guerra Fría, forman parte de la explicación.
En la tercera parte, Easterly muestra que la aproximación al desarrollo ha adolecido, además, de una visión que rechaza el reconocimiento de la historia y que se ha privilegiado una visión según la cual es posible partir de cero (blank slate). Para ello, muestra la importancia de los valores individualistas frente a los colectivistas y cómo se ha presentado la evolución de ambos, en diferentes sociedades, en el mundo.
A continuación, en la cuarta parte, se muestra que la comunidad del desarrollo ha concebido el proceso como algo nacional, en oposición a lo individual. En general, se piensa en agregados macroeconómicos, en la importancia del nacionalismo y en las políticas nacionales para explicar los procesos de creación de riqueza. No obstante, se deja de lado la importancia de las regiones (más grandes y más pequeñas que los Estados) en ese proceso, y del comercio, entre otros.
En la última parte se aporta, por un lado, evidencia para desmentir la postura que considera que el desarrollo es resultado de un diseño consciente, dirigido por el Estado. Por el otro, se muestra cómo el orden espontáneo (denominado así por F. A. Hayek) genera soluciones que mejor sirven a la superación de la pobreza en tres frentes: el mercado, la tecnología y la política.
El libro es una propuesta provocadora que merece ser debatida. Si bien el proceso de argumentación adolece de algunos problemas, las ideas allí consignadas representan un avance en diversos frentes.
La argumentación es débil, por ejemplo, en la simplificación (algo que es inevitable) que se hace de la historia de casos tan complejos como los de los países que el autor aborda. El caso en el que más profundiza y que mejor ilustra su postura es el de Nueva York. De igual manera, el libro se queda corto en la explicación de las diversas posturas teóricas sobre el desarrollo. No obstante, el autor advierte precisamente esto en la introducción. En el mismo sentido, al explicar, por ejemplo, cómo surge la preocupación por el desarrollo, se queda corto en la demostración de sus antecedentes racistas. Algunas piezas de evidencia no son suficientes para respaldar semejante afirmación.
Sin embargo, las ideas que plantea no se pueden desechar por consideraciones metodológicas o argumentativas. Pero más allá de debatir las ideas (algo que debe hacerse con urgencia, en particular en países como Colombia, con su historia, su coyuntura y sus perspectivas de crecimiento), el libro también provee valiosas contribuciones a diferentes ramas del pensamiento, incluida la disciplina de las Relaciones Internacionales.
Es necesario profundizar en el papel que juegan las organizaciones internacionales en el fortalecimiento de los gobiernos autocráticos y, lo que es más grave, en la violación de los derechos individuales. De esta manera, los planteamientos de Easterly se inscriben en la lógica de las investigaciones más recientes que muestran los problemas inherentes a las organizaciones internacionales, tal como han demostrado autores como Martha Finnemore, entre otros.
De igual manera, el libro refleja una visión más cercana a lo que son el Estado y la política, sus dinámicas y efectos, que la tradicional, basada en el deber ser, que tanto daño ha causado a la ciencia política en general y a las relaciones internacionales en particular. La comprensión que del Estado demuestra Easterly es más cercana a las contribuciones, desechadas por los politólogos, de la Escuela de la Elección Pública (Public Choice) de, entre otros, James M. Buchanan.
Así mismo, el libro aborda temas de la agenda internacional como la migración, desde una perspectiva que rechaza el prohibicionismo y la regulación innecesaria. En el mismo sentido, desmiente mitos como los de la fuga de cerebros y, en su lugar, demuestra los beneficios que grupos de emigrantes generan para sus conciudadanos cuando pueden hacer su vida (y contribuir con ello) en países desarrollados. Diferentes lecciones sobre este y otros temas se pueden extraer para profundizar en los procesos de gobernanza global.
Tal vez la contribución más importante del libro, tan necesaria en la disciplina de las relaciones internacionales, es la aplicación de una forma de pensar rigurosa, cuidadosa y, en consecuencia, con mayores posibilidades de avanzar en el conocimiento y en la comprensión de fenómenos complejos; para ello, Easterly se basa en los planteamientos teóricos del premio nobel en economía Daniel Kahneman (Thinking, Fast and Slow, 2011). Con ejemplos concretos y a partir de evidencia de diferentes tipos (estadística, histórica, lógica) demuestra, por ejemplo, que correlación no es causación; que los agregados estadísticos tienen problemas en su construcción y en lo que demuestran; que no todos los fenómenos sociales pueden tener una coordinación central y, por tanto, un ente al cual responsabilizar; que la comprensión de emergencias coyunturales es resultado de largos procesos históricos y, en consecuencia, que es necesario el pensamiento de largo plazo.
The Tyranny of Experts no representa el final de las discusiones sobre desarrollo pero sí es, tal vez, la contribución más importante de los años recientes para reencaminar el pensamiento sobre este tema y para dar, al fin, los debates que, como el autor demuestra, el sistema internacional está en mora de dar.