DOI: https://doi.org/10.18601/16577558.n29.06

Revisión sistemática de las relaciones en cooperación militar entre Colombia y los países del continente americano*

Systematic revision of the relations in military cooperation between colombia and the countries of the american continent

Germán Castro Bernal**

* Este artículo de revisión hace un análisis crítico de un variado y significativo número de referencias bibliográficas sobre las relaciones en cooperación militar entre Colombia y los países del continente americano. Igualmente es derivado del proyecto de investigación intitulado "Geo-estrategia colombiana en el mundo multipolar: análisis de las relaciones militares, políticas y geoeconómicas en el mundo multipolar", adscrito a la dirección de investigaciones de la Facultad de Negocios Internacionales de la Universidad Santo Tomás, Medellín. Código JEL: F02; F13; F53; F55
** Doctor en proyectos. Es docente investigador de la Universidad Santo Tomás de Medellín. Medellín (Antioquia). [german.castro@ustamed.edu.co], [https://orcid.org/0000-0001-64l4-233X]

Recibido: 14 de agosto de 2018 / Modificado: 26 de septiembre de 2018 / Aceptado: 22 de octubre de 2018

Para citar este artículo:
Castro B., G. (2019). Revisión sistemática de las relaciones en cooperación militar entre Colombia y los países del continente americano. OASIS, 29, pp. 105-123


RESUMEN

El presente artículo es una revisión sistemática de publicaciones y documentos desde el año 2010 hasta el 2017 en materia de cooperación militar entre Colombia y los países del continente americano. Frente a este panorama, el texto centra su mirada en dos categorías de análisis, en primer lugar, las relaciones de cooperación entre Colombia y Estados Unidos, de las cuales se despliegan tres sub-categorías como lo son: Génesis de la cooperación militar entre estos dos países, la lucha contra las drogas y el anti-terrorismo y el Plan Colombia (hoy Paz Colombia). En segundo lugar, la otra categoría de análisis son las relaciones de cooperación entre Colombia y países suramericanos que se dividen a su vez en dos subcategorías: relaciones Colombia-Unasur y Colombia Brasil.

Palabras clave: Cooperación militar, Colombia, Estados Unidos, Unasur, Plan Colombia.


ABSTRACT

This article is a systematic review of publications and documents from 2010 to 2017 on the subject of military cooperation between Colombia and the countries of the American continent. Against this background, the text focuses its attention on two categories of analysis. First, the cooperation relations between Colombia and the United States, which deploys three sub-categories ofits own: Genesis of military cooperation between these two countries, the fight against drugs and counterterrorism and Plan Colombia. Second, the other category of analysis of cooperative relations between Colombia and South American countries is divided into two sub-categories: Colombia-Unasur and Colombia-Brazil relations.

Key words: Military cooperation, Colombia, United States, Unasur, Plan Colombia.


1. INTRODUCCIÓN

Los trabajos académicos sobre cooperación militar entre Colombia y otros países del mundo se pueden clasificar en dos grandes espectros. Por un lado, la bibliografía que se encarga de las relaciones bilaterales entre Colombia-Estados Unidos en materia militar; y, por otro lado, las relaciones con países de la región latinoamericana, en particular Suramérica. Ateniéndose a esta realidad, el objetivo del presente artículo es realizar una revisión sistemática de documentos académicos desde el año 2010 hasta el 2017, que busca comprender qué se ha escrito en materia de cooperación militar, cuáles son los académicos o centros de estudios que se han preocupado por abordar la temática y los resultados que estos proponen para comprender el sentido de la cooperación en las relaciones exteriores de Colombia con otros países.

Frente a los resultados de la revisión sistemática es importante señalar el porqué de la temporalidad de análisis (2010-2017) y los contextos que lo propiciaron. Históricamente Colombia es un país que ha tenido una tradición de violencia sistemática que se ubica desde el nacimiento mismo de la República, esto por las disputas de los diferentes proyectos políticos que desde el siglo XIX querían tener un control efectivo del Estado, lo que llevó a que Colombia padeciera de un aislacionismo vinculado por un fuerte centralismo, en términos de Kurç & Neuman (2017) con una mirada inward (hacia adentro). Pero desde la segunda mitad del siglo XX, esta mirada cambia hacia una más de tipo outside-in (de afuera hacia adentro), la articulación política y militar con Estados Unidos es un tema vertebral para la lucha contra el terrorismo y contra las drogas, el punto culmen de la cooperación militar bilateral entre estos dos países será el Plan Colombia en 1999. Los efectos de dicho Plan se darán entre los años 2002 y 2010, lo que generará en términos de producción académica, una fuerte reflexión de políticos e internacionalistas tanto colombianos como estadounidenses en el marco del cambio de gobierno en el año 2010.

Por otra parte, en el año 2008 debido a lo que Tickner (2014) llamó "la exteriorización del conflicto interno", las Fuerzas Militares de Colombia en coordinación con la Policía Nacional realizaron la Operación "Fénix", la cual, tuvo como resultado la neutralización de Luis Edgar Devia Silva, "alias" Raúl Reyes, segundo cabecilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo (Farc-EP). Colombia violó los acuerdos internacionales en lo que corresponde a la soberanía nacional y la Unasur como respuesta creó el Consejo de Defensa Suramericano (CDS), del cual Colombia, de manera paradójica, también hará parte. Resaltar que el Consejo de Defensa Suramericano no se creó a raíz de la Operación "Fénix". Esta instancia de Unasur nació en diciembre de 2008 y la Operación "Fénix" fue ejecutada el 1° de marzo de 2008. Posteriormente entre el 2008 y el 2010 las amenazas de invasión y confrontación militar entre Colombia y Venezuela crecieron lo que produjo un fortalecimiento de los lazos de cooperación de Colombia con Estados Unidos. Por estas razones, después del 2010 las reflexiones sobre lo militar en la región latinoamericana, sobre todo en Suramérica, fueron centrales para diferentes académicos que, desde una perspectiva realista de las relaciones internacionales, analizan el papel geoestratégico de Colombia en el continente.

En suma, el artículo está estructurado en cuatro grandes apartados. En primer lugar, el método de la revisión sistemática, que se encuentra dividida en el diseño de la investigación, la estrategia de búsqueda, la extracción de datos y los análisis de los datos hallados tras la revisión. En segundo lugar, los resultados de la investigación, que se dividen en las dos categorías centrales del artículo, las relaciones de cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos y Colombia y Sudamérica, estos van a estar divididos por sus correspondientes subcategorías. En tercer lugar, la discusión que suscita la temática y, en cuarto lugar, las conclusiones finales.

2. MÉTODO DE REVISIÓN SISTEMÁTICA

2.1 Diseño

Se realizó una revisión sistemática de documentos en centros de estudios políticos e internacionales, revistas especializadas, publicaciones gubernamentales y textos de relaciones exteriores; frente a la búsqueda las publicaciones y centros de estudios más recurrentes que han trabajado esta temática son: las revistas Análisis Político del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, Iepri, de la Universidad Nacional de Colombia; Colombia Internacional del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de los Andes, y Latin American Perspectives, una revista estadounidense que publica en inglés y español diferentes problemáticas sobre América Latina.

2.2. Estrategia de búsqueda

La revisión sistemática se realiza utilizando dos tipos de fuentes en la búsqueda de información bibliográfica: referenciadores bibliográficos y repositorios universitarios. Frente a los referenciadores bibliográficos se utilizaron Google Schoolar, Redalyc, SciELO y Jstor; y, por otra parte, se hizo una revisión de los repositorios de la Universidad Nacional, la Universidad Externado de Colombia y la Universidad Militar Nueva Granada, se procuró hacer una búsqueda en el repositorio de la Universidad de los Andes, pero ante la imposibilidad de acceder a la base de datos se revisaron los artículos de la revista Colombia Internacional.

La búsqueda de estos dos tipos de fuentes comenzó con la categoría de cooperación militar con la variable (AND) Colombia, a partir de esta primera búsqueda comienzan a ser dominantes las relaciones de Colombia y Estados Unidos en materia militar, muchos de estos documentos realizan una re-construcción histórica de esta política bilateral, otros se centran en el estudio del apoyo militar para la erradicación de cultivos ilícitos y la lucha contra la droga, otros artículos analizan la lucha contra el terrorismo en términos de cooperación, es decir, Estados Unidos apoyó la lucha contra la insurgencia y Colombia, por su parte, lo apoya militarmente en guerras en otras latitudes y, por último, aparecen con mucha fuerza las publicaciones relacionadas con el Plan Colombia. Para efectos de este artículo, la relación de cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos es entendida como la primera categoría emergente de la búsqueda. Cabe señalar que la mayoría de trabajos son en perspectiva histórica, dado que buscan comprender los contextos en los cuales emergen los acuerdos de cooperación.

En menor medida, pero paralelamente a la emergencia de las políticas bilaterales en términos militares entre Colombia y Estados Unidos, las relaciones entre países suramericanos y Colombia aparecerán en la búsqueda de manera regular. Esta cooperación militar se basa en la relación con dos actores, la Unasur y Brasil; frente a la primera se hace a partir de la creación del Consejo de Defensa Suramericano (CDS), y corresponde al principio de vulnerabilidad estratégica (Lombardi, 2012) que viola Colombia con la Operación Fénix, una incursión aérea y terrestre en territorio del Ecuador que quebranta los acuerdos de soberanía y fronteras nacionales. Y, por otra parte, la cooperación binacional entre Colombia y Brasil en defensa y seguridad en la protección de 1600 kilómetros de frontera.

Frente a políticas bilaterales en materia militar con Europa o países asiáticos, la única cercanía clara es con el Estado de Israel. Como lo señala Bernal (2015) la relación entre estos dos países se basa en acuerdos comerciales, compra y venta de armas y una política interna en el rol de agentes antiterroristas que hace que sean aliados estratégicos, pero esto no quiere decir que existan acuerdos de política cooperativa hasta la fecha, así el acercamiento sea diciente la política no se encuentra regularizada. Sobre los países europeos existen acuerdos comerciales y Tratados de Libre Comercio (TLC), pero no políticas de cooperación militar, aunque Colombia ingresó a la Otán en mayo de 2018, no se sabe el futuro de la posible alianza. En resumen, no se toma a Europa y Asia como parte de las categorías emergentes por la falta de cooperación con la zona euro y la región asiática (G. Quintero etal., 2016).

2.3. Extracción de datos

Tras la búsqueda se hallaron más de 75 publicaciones, aunque al final del estudio se excluyeron 25 que no correspondían a la temporalidad definida en el planteamiento del problema. La mayoría de los documentos son artículos de revistas, en su mayoría indexadas, y el restante son capítulos o libros que analizan la temática correspondiente.

2.4. Análisis de datos

Los resultados de la investigación se van a trabajar bajo dos categorías emergentes que, a su vez, van a ser analizadas a la luz de unas subcategorías. Las categorías emergentes serán, por un lado, la política de cooperación militar entre Estados Unidos y Colombia y, por otro lado, las relaciones de cooperación militar entre Colombia y Suramérica. Frente a la primera categoría de análisis se van a trabajar tres subcategorías: perspectivas históricas de los acuerdos bilaterales entre Colombia y Estados Unidos (génesis de la cooperación), política anti-drogas y anti-terrorista y Plan Colombia. Lo que corresponde a la segunda categoría de análisis, relaciones de cooperación militar entre Colombia y Suramérica, se trabajará sobre dos sub-categorías: las políticas regionales en cooperación militar con la Unasur y las políticas de defensa y seguridad con Brasil.

Al finalizar los dos apartados se ubicarán unas tablas de análisis (Tabla 1 y Tabla 2) que corresponde a las subcategorías, los autores que escriben al respecto y las conclusiones o reflexiones generales a las que se llega producto de la revisión. Esto con el fin de sistematizar y organizar de manera clara la búsqueda bibliográfica.

3. RESULTADOS

3.1. Cooperación militar Colombia-Estados Unidos: una relación de dependencia

En este apartado se presenta un balance de las políticas de cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos bajo tres sub-categorías de análisis: perspectiva histórica, política antidrogas y anti-terrorista y Plan Colombia. Frente a la perspectiva histórica, a la luz del rastreo bibliográfico, se describe la emergencia de dichas relaciones bilaterales desde la segunda guerra mundial hasta mediados de la década de los 50, resaltando la importancia de la guerra en Corea; esta sección busca la genealogía de esta relación política binacional. En segundo lugar, las políticas de la lucha contra las drogas y el anti-terrorismo hay que verlas, de manera conjunta, como la base en la que se ubica históricamente la cooperación entre estos dos países. En tercer y último lugar, el Plan Colombia termina siendo la política más importante en materia de cooperación militar en la historia de Colombia, y su vigencia permanece hasta el día de hoy.

3.2. Perspectiva histórica: introducción a la génesis de las relaciones binacionales en materia militar período 2010-2017

Las relaciones entre las fuerzas militares estadounidenses y las colombianas empezaron en el gobierno de Eduardo Santos en 1939, esta colaboración se dio en términos de ayuda mutua en misiones áreas y navales, que obligaban a Colombia a defender estratégicamente el Canal de Panamá de cualquier inserción marítima en el marco de la segunda guerra mundial, Prieto Ruiz (2013) afirma que tras el establecimiento del principio de ayuda recíproca y cooperación defensiva firmado en La Habana en 1940, en la Segunda Reunión de Consulta de los Cancilleres, y posterior a una nueva reunión en 1942 en Río de Janeiro, el gobierno de Colombia inició conversaciones con los Estados Unidos para recibir armas y materiales bélicos y un aporte económico cercano a los 16 millones de dólares en material de defensa y armamento.

Posterior a la segunda guerra mundial, y con el dominio hegemónico de Estados Unidos como resultado de la destrucción parcial de Europa, norteamericanos y colombianos seguirían manteniendo relaciones tanto militares como comerciales, lo que generó en Colombia un crecimiento económico en la segunda mitad de la década de los 40 y en la década de los 50.

En su texto "Una visión de la seguridad en Colombia", Francisco Leal Buitrago (2011) afirma que en 1947, en Río de Janeiro, se llevó a cabo la Conferencia Interamericana para el Mantenimiento de la Paz y la Seguridad, la cual dio origen al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (Tiar), una política regional de asistencia militar que garantiza el principio de vulnerabilidad estratégica, es decir, buscó organizar a América Latina como la zona de influencia y protección en el marco de la naciente guerra fría de los Estados Unidos y la URSS (Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas).

Pero la alianza entre Colombia y Estados Unidos va a ser más estrecha y vinculante debido a la guerra de Corea (1950-1953). Para 1950 la primera confrontación de la guerra fría se va a dar en territorio coreano, por causa de las divisiones políticas producto de la victoria de los aliados en la segunda guerra mundial. En este marco, Colombia en la Quinta Asamblea de Naciones Unidas ofrece su apoyo militar a Estados Unidos por medio de su ministro de guerra, Roberto Urdaneta Arbeláez, representante del gobierno de Laureano Gómez (Buitrago Roa & Suárez Gutiérrez, 2017). Colombia será el único país de América Latina que brinda su apoyo en esta guerra, donde en principio se envió la fragata "Almirante Padilla" y después el "Batallón Colombia". Para académicos como Cardona (2012) esta guerra es fundamental porque el Batallón Colombia ganó el reconocimiento de los diferentes mandos militares estadounidenses, logrando el fortalecimiento de las relaciones bilaterales entre los dos países, lo que generó inmediatamente, en términos militares, un apoyo organizativo, táctico, estratégico, discursivo, ideológico, económico, en modernización de equipos y de entrenamiento y capacitación militar, aspectos muy importantes en los años venideros principalmente en la lucha contra la insurgencia.

3.3. Lucha contra las drogas y el terrorismo

La política de cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos se basa en dos grandes aspectos que configuran una sola matriz de acción militar desde la década de los 50 hasta la actualidad, esos dos aspectos son la lucha contra el terrorismo y la lucha contra las drogas. Un monstruo con dos cabezas. Para autores como Kyle (2017) o Kruijt (2012), en primer lugar, la lucha contra el terrorismo también se tiene que entender como lucha contra el comunismo, por lo menos hasta 1991, año de la implosión soviética, lo que dio por sentado que tanto el apoyo de Colombia en la Guerra de Corea, como el apoyo de Estados Unidos para acabar a las guerrillas colombianas desde la década de los 50 se halle bajo una política de acción anti-terrorismo.

En segundo lugar, la lucha contra la drogas comenzó a ubicarse como la lucha central en el acuerdo bilateral a partir de la década de los 80's con el aumento de los carteles principalmente en Cali y Medellín; ya en la década de los 70's la lucha contra la producción y destrucción de marihuana venía en ascenso, pero con la inserción al mercado de la cocaína y el aumento de los activos de los carteles también aumentó paralelamente el apoyo económico a la lucha contra con las drogas (Riascos A & Molina R, 2017, p. 37).

Para Buitrago Roa (2017), comprender las relaciones de cooperación militar entre Estados Unidos y Colombia en territorio colombiano, bajo la lucha contra la guerrilla, no se puede sin obviar las operaciones concertadas entre estos dos países, la primera de las cuales tendrá como nombre Laso (Latin American Security Operation) la cual estaba destinada a eliminar las "repúblicas independientes" del sur del Tolima en 1962, en el gobierno de Guillermo León Valencia. La lucha frontal contra el comunismo en América tendrá uno de sus focos en la zona de Marquetalia y en contra de las autodenominadas "autodefensas del Tolima" y, por otro lado, la Operación "Soberanía", que fue una operación militar aerotransportada ejecutada por el Ejército Nacional para el restablecimiento del orden público en el corregimiento de Gaitania, jurisdicción del Municipio de Planadas (Tolima).

Este ataque orquestado entre los dos ejércitos marcó un punto de inflexión de la cooperación militar, generando un hecho decisivo para que los colonos agrícolas decidieran crear un aparato armado más grande, con lo que dieron origen al Bloque Sur de las autodefensas campesinas y luego a la que se conocerá como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- Ejército del Pueblo (Farc-EP).

Si bien para Schultze-Kraft (2012) existió un apoyo militar y económico entre las décadas del 60 y 70, la lucha contra la insurgencia fue incipiente, lo que produjo el escalonamiento de la guerra y la emergencia de múltiples grupos guerrilleros. No es hasta el Estatuto de Seguridad de Turbay y el Plan Colombia que el Estado, con el apoyo de Estados Unidos, tuvo la fuerza militar para acabar con el terrorismo. Aún más si se tiene en cuenta que para la década de los 80 el mal menor fueran las guerrillas y pasara a ser el narcotráfico.

En abril de 1986, el presidente Ronald Reagan, a través de la Decisión de Seguridad Nacional Directiva 221, declaró que las drogas ilícitas constituían una amenaza letal a la seguridad nacional de Estados Unidos, lo cual condujo, según Tickner (2014) a una participación creciente de las fuerzas armadas en la "guerra contra las drogas", y la consecuente militarización de la estrategia antidrogas estadounidense en territorio colombiano.

Con la fuerte política "anti-drogas" el paradigma de la alianza militar Estados Unidos-Colombia se enfatizará en los carteles, en la producción y distribución por medio de los corredores de la droga. Esta "amenaza de la seguridad", para Tokatlian (2016), movilizó a los diferentes gobiernos venideros del país norteamericano, logrando que en el período de Bush (padre) se militarizara la lucha contra los narcóticos por medio de la política de "Iniciativa Andina", la cual tendió a expandir y cambiar las actividades antinarcóticas hacia la interdicción en los países andinos productores de droga con mayores recursos económicos y militares.

Para diferentes especialistas (Daniel Flemes & Nolte, 2010; Daniel Flemes, Nolte, & Wehner, 2017; Gordon, 2017; Kyle & Reiter, 2017; Mijares, 2017; Pablo etal., 2016; Wehner, 2017) en la década de los 90, las relaciones bilaterales entre estos dos países van a ser una moneda con dos caras. Por un lado, la tensión diplomática en la era Samper producto de la corrupción del "Proceso 8000" y la llamada "narcodemocracia" y, por otro lado, las buenas relaciones nacionales en el gobierno Pastrana que se ratificarán con el Plan Colombia, como la política más ambiciosa en la lucha contra las drogas.

3.4. Plan Colombia

El Plan Colombia, en la cúspide de la cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos, se inicia en 1999 bajo los gobiernos de Clinton y Pastrana, y en la actualidad todavía tiene vigencia bajo el nombre de "Paz Colombia" o "Plan para la Paz y el Fortalecimiento del Estado". Para autores como Barreto (2014) funciona como una política de cohesión que une la lucha contra las drogas y la lucha antiterrorista. Según los análisis de Manwaring (2011) el Plan Colombia se estructura como una política de lucha frontal contra las drogas, pero después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 (11/S), el colchón económico que brindó este Plan será el que alimente la lucha contra el terrorismo. De este modo, según Rojas (2013), el respaldo financiero y técnico por parte de los Estados Unidos, el cual llegó a invertir más de US$ 9.000 millones en 10 años, produjo la capacidad de generar una guerra contrainsurgente que después del 11/S se articuló a la guerra global contra el terrorismo, dejando en un segundo plano la lucha contra las drogas.

En el 2002 se posesionaría en la presidencia de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, quien centró su gobierno en dos pilares fundamentales, las políticas de "confianza inversionista" y "seguridad democrática", esta última enmarcada en la lucha contra la insurgencia. Como el Plan Colombia era pensado como una política militar en contra del narcotráfico (DNP, 2016), Uribe desarrolla la idea de que las guerrillas no solo controlaban los corredores de la droga, sino que también son los grandes productores de cultivos ilícitos, de esta manera la lucha contra las drogas también se vuelve la lucha contra el terrorismo, con el apoyo y la anuencia de los Estados Unidos.

Es necesario aclarar que esta política si bien para amplios espacios nacionales como internacionales es un éxito, para otros no lo es tanto, así que es necesario mirar los claro-oscuros de este proceso a la luz de la revisión sistemática.

Para Estados Unidos la cooperación militar en Colombia significa la única intervención positiva en la primera década del siglo XXI, después de los fallos rutilantes en Medio Oriente, la desestabilización geopolítica en Irak y Afganistán, sumado a la crisis económica de 2008 (Rochlin, 2011). Para el embajador de Estados Unidos en Colombia para el año 2010, William Brownfield, la política había sido supremamente eficiente, afirmando que

Colombia cuenta hoy con una fuerza pública más profesional. El Estado colombiano tiene una muy buena capacidad institucional y financiera para atraer grandes cantidades de inversión y comercio. Hay una creciente inversión en el desarrollo económico y social, una mejor protección de los derechos humanos (Torrijos, 2016, p. 35).

Frente a este tema Isacson (2010), afirma que los altos costos, abusos y engaños del Plan Colombia impiden presentar a este programa como algo digno de imitar y muy lejos de eso, la vulneración a los derechos humanos, contrario a lo que afirmaba Brownfield representa una falta gravísima. El ejemplo más claro de esto son los llamados "falsos positivos", donde jóvenes civiles fueron asesinados y posteriormente mostrados como guerrilleros dados de baja en combate, esto para mostrar la eficacia de la política de seguridad democrática con los dineros del Plan Colombia.

Pero en materia económica, la política de "inversión extranjera" terminó siendo un negocio lucrativo, en atención a que la llegada de capital foráneo en las antiguas zonas de conflicto produjo un aumento considerable de la inversión, después de 10 años del Plan, Colombia había recuperado la llamada "confianza inversionista" y según las cifras de Rojas (2013, p. 130) desde 2002 Colombia multiplicó por cinco la inversión extranjera directa, pasando de US$ 2 000 millones de dólares a US$ 10 000 millones aproximadamente.

Para Michael Shifter (2016), director del Inter-American Dialogue, aun cuando existe polémica respecto a cómo medir los resultados, el Plan ha generado ganancias para ambos países casi por igual, dado que se impidió para él lo que parecía ser el colapso del Estado colombiano, se logró evitar el caos subsecuente y la violencia incontrolada, gracias a esto la política exterior estadounidense pudo impulsar sus metas en el hemisferio basado en los principios de protección de la democracia y defensa de vidas humanas. En suma, para Shifer el Plan Colombia fue una demostración acertada de cómo Estados Unidos pudo alcanzar objetivos de seguridad con una inversión limitada de la fuerza militar, algo que para la primera década del siglo XXI no era nada fácil.

Después de ocho años de gobierno y con unas alianzas militares y comerciales fortalecidas entre Colombia y Estados Unidos, Álvaro Uribe le sede la presidencia a Juan Manual Santos, quien promete seguir con los principios rectores de su antecesor. Lo que implica que este gobierno se centrará en el fortalecimiento de las políticas bilaterales basadas en asuntos de seguridad, tratado de libre comercio y la lucha contra las drogas.

Los aportes por concepto del Plan Colombia se van a reducir un 20% en la administración de Obama, en el 2000 el 80% de los dineros de este programa iban encaminados a ayuda militar y el 20% restante para proyectos sociales y económicos. Para el 2013 esa cifra cambió, el 60% se destinaba a ayuda militar y el 40% restante para ayudas sociales y económicas. Este cambio en la asignación de recursos se debe principalmente al comienzo del ciclo de negociaciones con la guerrilla de las Farc, el cual Estados Unidos apoyó tanto económica como políticamente (Avant & Nevers, 2011; Delgado-Ramos & Romano, 2011; Donadio, 2014; Jiménez, 2017; Leal Buitrago, 2013; C. Quintero, 2011; Reis, 2013; Schultze-Kraft, 2012; Vitelli, 2017).

Frente a los recursos brindados por parte de Estados Unidos, Diana Rojas, investigadora del IEPRI de la Universidad Nacional, afirma que de

los US$ 630 millones que alcanzó a recibir anualmente durante los años del gobierno de George W. Bush, se pasó a US$ 520 millones en 2010, US$464 millones en 2011, US$ 400 millones en 2012 y US$ 328 millones en 2013. En 2014, el presupuesto destinado a Colombia es de US$ 319 millones; de ellos 142 millones estarían destinados a programas antinarcóticos, 28.5 serían en respaldo al Ejército y 140 estarán dedicados al Fondo de Apoyo Económico (ESF, por su sigla en inglés) (Rojas, 2013, p. 133).

Esto quiere decir, que independientemente de la disminución de ingresos económicos por parte de Estados Unidos a Colombia, la prioridad nunca ha dejado de ser la lucha contra las drogas. Por el contrario, firmado el acuerdo de paz, el aumento de la producción de la coca ha preocupado a diferentes sectores políticos de Estados Unidos, aunque esto no quiere decir que exista un procesamiento y distribución de narcóticos, se piensa que la política de sustitución de cultivos del presidente Juan Manuel Santos, hace que los campesinos cultiven coca para recibir una ayuda directa por parte del Estado (La República, 2018).

Para el 2016 el nombre del Plan Colombia cambió y en adelante será conocido como "Paz Colombia", esto debido a los procesos de paz adelantados con la guerrilla de las Farc y los adelantados con el ELN desde este mismo año. Para la administración Obama, Colombia era visto como el escenario perfecto de la peacebuilding (construcción de paz), después de las fallidas y reiteradas intervenciones militares, las estabilizaciones política, militar y civil en Colombia significaba, de igual manera, una estabilización regional, esto en el marco del plan de Obama de "recuperar", por lo menos en términos políticos, su zona directa de influencia regional, anudado a un desescalamiento de la guerra interna en Colombia y, por lo tanto, planteando una victoria en términos parciales del Plan Colombia en lo que respecta a la lucha contra el terrorismo, pues el aumento de las hectáreas de coca ha aumentado a 200 mil en los últimos años, según cifras de Junguito, Perfetti & Delgado (2017).

En definitiva, la cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos tiene una larga historia, que se ha basado en la lucha contra el terrorismo y la lucha contra las drogas, pero más allá de esto, Estados Unidos ve a Colombia en una zona geo-estratégica del continente para preservar sus intereses, ya sea a mediados de siglo con la defensa área y naval del canal de Panamá. En la actualidad los Estados Unidos de América no tienen bases militares en territorio colombiano. En ese sentido, los Estados Unidos solo tienen desplegado en Colombia personal de asesores militares y civiles en temas de instrucción, entrenamiento e inteligencia que lejos de hacer intromisión o invadir la soberanía nacional, como lo exponen algunos, estas políticas de cooperación sirven como apertura comercial al ingreso de capitales foráneos y a la estabilización (pacificación) del conflicto armado interno, que hoy y después de medio siglo se supera con las vías negociadas al conflicto, esas que se intentaron muchas veces, pero que nunca prosperaron.

3.5. Políticas de cooperación militar: Colombia y Suramérica

Las relaciones de cooperación militar entre Colombia y los países suramericanos tienden a darse más por la cercanía geográfica y de unión continental (en términos espaciales), que por una convicción política de seguridad regional, por lo menos a lo que respecta en los períodos 2002-2010 (Bonilla, 2010), esto trae como consecuencia que las relaciones con Unasur entre los años 2008 y 2012 serán de tensión para Colombia, debido a lo que Tickner (2014) llamará "la exteriorización del conflicto armado colombiano". En una primera parte en este apartado se ahondará sobre está subcategoría relación de cooperación militar Colombia-Unasur y, por otra parte, se describe la cooperación militar con Brasil, atendiendo a la lógica que plantea Zibechi (2013) en su texto "Brasil potencia" el cual afirma que desde el 2005 el crecimiento vertiginoso de Brasil lo convirtió en un centro sub-imperialista de la región, es decir, que en Suramérica este país será hegemónico en las decisiones políticas, económicas y, por supuesto, militares de la región, de esta manera se analiza como una categoría independiente a la de Unasur.

3.6. Relaciones de cooperación entre Colombia y Unasur: de una relación de tensión a una cooperación pacifista

En términos generales Suramérica es una de las regiones del mundo que menos conflictos inter-estados ha presentado a lo largo de la conformación continental, las guerras del Pacífico (1879-1883), colombo-peruana (1932) y del Chaco (1935) son las más sobresalientes, más allá de esto no ha existido una intervención frontal en los territorios y en toda la segunda mitad del siglo XX no ha habido violación de la frontera y de la soberanía, hasta el 2008.

En el apartado anterior, a la luz de las sub-categorías de análisis, nos habíamos centrado en la cooperación militar entre Estados Unidos y Colombia, pero lo que no había sido analizado es el efecto que tuvo esto en términos regionales, se podría afirmar que, gracias a la colaboración militar entre estos dos países, se re-activó una asistencia militar en Suramérica debido a las acciones de Colombia para proteger el principio de invulnerabilidad estratégica en contra de Estados Unidos, aunque vamos a ver después que eso produce una política de apoyo militar que igual vincula a Colombia y sigue vigente.

Las principales tensiones diplomáticas se dan con los gobiernos de Venezuela y Ecuador, este último el más grave por la intromisión en territorio soberano (Élodie Brun, 2017). La alianza tradicional de Colombia con Estados Unidos se fortaleció al compartir postulados y herramientas en la lucha contra el terrorismo, que llevaron a nuestro país a distanciarse de América Latina y a crear desconfianza en el vecindario, como lo plantea Tokatlian (2016). En consecuencia, son varios los efectos que se perciben, como la supremacía de lo político sobre lo jurídico y el liderazgo del Ministerio de Defensa Nacional, que para la época estaba a la cabeza de Juan Manuel Santos. En este contexto, García (2011) señala que Colombia ha desconocido principios del derecho internacional por medio de la violación de la soberanía, a través de la Operación Fénix, invadiendo las cercanías de la población Santa Rosa de Yanamaru, en la provincia ecuatoriana de Sucumbíos, la cual dio de baja a Raúl Reyes, segundo cabecilla de las Farc-EP para la época y a 22 guerrilleros.

Frente a este panorama, en diciembre del 2008 se citó a una reunión del naciente Unasur para solucionar la crisis regional que acontecía en este momento. La acción de Colombia sobre Ecuador llevó a la creación del Consejo de Defensa Suramericano (CDS). Como lo señalan Sanahuja & Verdes-Montenegro (2014, p. 513) la propuesta de creación del CDS fue planteada por el presidente de Brasil en ese año, Lula da Silva, un día después del ataque en territorio ecuatoriano y como respuesta a la intención de la instalación de bases norteamericanas en Colombia, pero formalizada en la Cumbre Extraordinaria del Consejo de Jefes y Jefas de Estado de la Unasur celebrada en Bariloche (Argentina).

En dicha reunión también se trataron diferentes asuntos que tenían que ver directamente con la implementación de siete bases militares en territorio colombiano producto del tratado de cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos que permitía la presencia de personal militar en dichas bases. Con su instalación, Colombia tendría conocimiento de las investigaciones y las tareas de espionaje desarrolladas por los norteamericanos. Aunque se dijo que esta acción militar era producto de la lucha contra el terrorismo y narcotráfico, mandatarios como Rafael Correa, Hugo Chávez y Evo Morales consideraron que las bases implicaban una posible incursión militar en Sudamérica desde Sudamérica (Bruneau, 2017). Los miembros de la Unasur como máximo organismo regional, instaron al CDS a diseñar medidas de confianza y de seguridad en la región y declararon que estos instrumentos debían ser elaborados de manera complementaria a las instancias existentes en el marco de la OEA(Borda, 2012, p. 12). De esta manera Colombia quedará incluida en el CDS, siendo este país el originario del conflicto regional.

Los diferentes dilemas sobre seguridad regional para el 2009 no se acababan con Ecuador. Colombia le reclamaba a Venezuela en las cumbres de Unasur que en su territorio también albergaba terroristas, lo que producía disyuntivas diplomático-militares entre los dos países, pero aún más, en los dos proyectos ideológicos: por una parte, la construcción de una Patria Grande bajo los principios fundacionales de Simón Bolívar, desde la perspectiva de Hugo Chávez y, por otra parte, el proyecto neoliberal regional propuesto por Álvaro Uribe, quien en ese entonces era una minoría regional. Bajo esta lectura polarizada y dicotómica sobre la política regional, Colombia (con la ayuda de Washington) buscaría dar marcha atrás a la Revolución Bolivariana de Chávez y Venezuela promovería la caída del régimen de seguridad democrática de Álvaro Uribe (Barkawi, 2017). Para Tokatlian (2010) esa política malsana con los vecinos produce un "efecto de derrame" que entrelaza el conflicto interno con el internacional, en particular entre Colombia y Venezuela, lo que hacía que se activaran los principios de cooperación con Estados Unidos en el caso colombiano y con Rusia para el caso venezolano.

Pero este escenario tan delirante iba a cambiar con la llegada de Juan Manuel Santos en el 2010. Manejando una agenda diferente a la de Álvaro Uribe Vélez comienza a buscar unos diálogos exploratorios entre su gobierno, las guerrillas de las Farc y el gobierno de Hugo Chávez, para establecer una mesa de negociación entre las partes para buscar una salida negociada al conflicto (Freres, 2017). Dichas negociaciones tendrán efecto, y gracias a los gobiernos de Venezuela, Noruega y Cuba, este último ofreciendo el escenario para dichos diálogos, de igual manera recibirían el apoyo de la comunidad internacional, y de manera notoria de los países de la Unasur.

Por tal motivo, se re-escriben los objetivos del Consejo de Defensa Suramericano, el cual está vigente, y es el Tratado de Cooperación Regional de la América Meridional, que genera un cambio de paradigma de la política de guerra a una política de paz. Tres son los principales objetivos que se encomiendan al CDS tras su modificación en el 2014: consolidar la región suramericana como Zona de Paz, articular una identidad suramericana de defensa, y contribuir a la gestación de consensos regionales en esas materias; de tal manera, las actividades que realizará el CDS a partir de esos planes se organizan alrededor de los siguientes ejes de cooperación: políticas de defensa regional, cooperación militar, industria y tecnología de la defensa, acciones humanitarias y operaciones de paz, y formación y capacitación de las fuerzas armadas nacionales (Sanahuja & Verdes-Montenegro, 2014, p. 513).

3.7. Relaciones Brasil-Colombia en materia militar

Colombia comparte con Brasil una frontera en extensión de 1645 km, que colinda con una región tan estratégica como la Amazonia, el enorme peso geopolítico y económico de Brasil ha hecho que desde mediados de la década pasada países que históricamente fueron alejados se acerquen persiguiendo intereses económicos y geopolíticos en la región, como lo señala Flemes (2015).

Como lo indican algunos especialistas (Flemes D. & Nolte D., 2010; Gratius, 2010; Guerra-Barón, 2012; Ramírez, 2010) las relaciones de cooperación entre Colombia y Brasil nacen en el 2003 cuando la ministra de defensa de la época, Martha Lucía Ramírez, y su homólogo brasileño José Viegas firman el primer acuerdo de cooperación militar que tenía como objetivo realizar un trabajo de apoyo común de patrullaje en la zona fronteriza, dichos acuerdos van a ser reafirmados entre estas dos naciones en los años 2012 y 2017. Aunque la génesis de acuerdos militares podría situarse en los Tratados Interamericanos de Asistencia Recíproca (Tiar) descritos en el apartado sobre perspectiva histórica, el del 2003 es el primero firmado de manera exclusiva por estos dos países.

Si bien la influencia de Brasil en la región ya no es tan fuerte y como afirma Valenzuela (2017), el contexto de Sudamérica ya no se perfila como en el 2010, en que el espacio geopolítico se integraba en torno a Brasil y más distante de EE.UU., sigue siendo un país donde se tejen lazos en materia comercial y militar.

4. DISCUSIÓN

Las relaciones de Colombia con sus contrapartes en el continente americano están atravesadas, sin lugar a dudas, por las dinámicas internas del conflicto armado. Esta realidad ha generado que Colombia busque alianzas militares estratégicas para lograr una pacificación que bloquee la presencia, tanto de las guerrillas como del narcotráfico. Esto ha llevado a que políticas como el Plan Colombia y la seguridad democrática entre los períodos 2002 y 2010, aumenten las luchas fronterizas y se creen problemas diplomáticos con países como Ecuador o Venezuela, es decir, la exteriorización de la guerra interna.

Estados Unidos se presenta como el gran aliado estratégico de Colombia y, no obstante, el inusitado crecimiento de los cultivos de coca, el apoyo del gobierno de los Estados Unidos en cooperación militar se ha mantenido. Hecho recientemente corroborado por la administración de Donald Trump que aprobó el presupuesto de plan "Paz Colombia" de 2017. ¿Estaremos presenciando dentro de poco una nueva fase del "Plan Colombia"? ¿Una fase donde realmente se combata la producción de coca y no a la "nueva" insurgencia? Son preguntas que quedan abiertas para la discusión y futuro debate.

CONCLUSIONES

La revisión sistemática genera una serie de reflexiones finales que son necesarias de comprender. En primer lugar, el papel central de los Estados Unidos en lo que corresponde a las políticas de cooperación militar con Colombia, comenzando desde la segunda guerra mundial, pero con más énfasis desde la guerra de Corea, hasta la actualidad. Si bien el Plan Colombia puso en jaque a las guerrillas, y principalmente a las Farc, la falta de creación de Estado e institucionalidad en los territorios es una deuda pendiente que se espera logre la implementación de los Acuerdos de Paz.

En segundo lugar, las relaciones de tensión en la última parte del período de Uribe Vélez con la región sudamericana ponen de manifiesto la creación del CDS que, por un lado, termina integrando a Colombia dentro de una política conjunta a nivel regional y, por otro, reduce la amenaza contra Colombia en términos diplomáticos y multilaterales.

En definitiva, la marcada relación de dependencia con Estados Unidos ha traído réditos al país en materia de inversión y seguridad, pero a costa de mantener unas relaciones débiles y aislacionistas con los países de la región sudamericana. La no presencia de Europa en acuerdos militares también es una evidencia de que en términos de defensa y seguridad seguimos a la sombra de los Estados Unidos.


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