10.18601/16577558.n33.07

Institucionalización de las relaciones internacionales en Colombia: aproximación a la consolidación de la disciplina*

Institutionalization of international relations in colombia: approaching the consolidation of the discipline

René Alonso Guerra Molina**
John Anderson Virviescas Peña***
Reynell Badillo Sarmiento
****

* El presente artículo es resultado de la investigación dentro de las actividades del Instituto de Altos Estudios Sociales y Culturales de América Latina y el Caribe de la Universidad del Norte, así como en el marco del Doctorado en Ciencias Sociales de esta Universidad, la Maestría en Educación de la Corporación Universidad de la Costa y la Maestría en Estudios Internacionales de la Universidad de los Andes. Finalmente, de la experiencia de los autores en su ejercicio profesional como internacionalistas, docentes e investigadores.

** Candidato a doctor en ciencias sociales de la Universidad del Norte (Barranquilla, Colombia), como becario de Colciencias (convocatoria 727 de 2015); máster en Unión Europea del Real Instituto de Estudios Europeos (Zaragoza, España); profesional en relaciones internacionales de la Universidad del Norte; Profesor e investigador asociado del Instituto de Altos Estudios Sociales y Culturales de América Latina y el Caribe de la Universidad del Norte. Beca de apoyo Universidad del Norte 2019-2020. Analista y asesor de la Fuerza Aérea Colombiana. (Colombia). [reneg@uninorte.edu.co]; [https://orcid.org/0000-0001-7998-5137].

*** Candidato a doctor en estudios organizacionales de la Universidad Autónoma Metropolitana UAM (México); magíster en educación de la Corporación Universidad de la Costa (Barranquilla, Colombia); profesional en relaciones internacionales de la Universidad del Norte. Director de posgrados, Corporación Universitaria Americana – Medellín. (Colombia). [jhonanvirpe@hotmail.com]; [https://orcid.org/0000-0002-2917-3816].

**** Internacionalista de la Universidad del Norte. Actualmente cursa la Maestría en Estudios Internacionales de la Universidad de los Andes (Bogotá, Colombia). Investigador adscrito al Centro de Pensamiento UNCaribe de la Universidad del Norte. Asistente graduado de docencia del Centro de Español de la Universidad de los Andes. (Colombia). [ra.badillo@uniandes.edu.co]; [https://orcid.org/0000-0002-3576-8533].

Recibido: 21 de enero de 2020 / Modificado: 17 de mayo de 2020 / Aceptado: 3 de junio de 2020

Para citar este artículo:

Guerra Molina, R. A.; Virviescas Peña, J. A. y Badillo Sarmiento, R. (2021). Institucionalización de las relaciones internacionales en Colombia: aproximación a la consolidación de la disciplina. OASIS, 33, pp. 95-123. DOI: https://doi.org/10.18601/16577558.n33.07

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RESUMEN

El artículo busca aproximarse al proceso de institucionalización de las relaciones internacionales como una disciplina autónoma en la educación superior colombiana. Se analizan los programas de pregrado a través de su localización, la naturaleza de la institución, denominaciones, justificaciones, núcleo básico de conocimiento y la acreditación de alta calidad. Como resultado, se obtiene que, desde finales de la década de los noventas, la oferta de programas de relaciones internacionales ha aumentado considerablemente y esto ha permitido la institucionalización de la disciplina, lo que se ha materializado en decisiones oficiales y el fortalecimiento de una comunidad epistémica. Asimismo, identificamos una notable centralización de la formación en relaciones internacionales en la capital del país, así como una concentración de su oferta en universidades privadas y muy pocos programas con acreditación de alta calidad. Si bien este panorama refleja un fortalecimiento disciplinar, también persiste una notable heterogeneidad con respecto a las concepciones que las universidades tienen sobre las relaciones internacionales alrededor de su lugar en las ciencias sociales (como parte de la ciencia política, como disciplina autónoma o como un proyecto multidisciplinar).

Palabras clave: Colombia, educación superior, institucionalización, pregrado, relaciones internacionales.


ABSTRACT

This article seeks to approach the process of institutionalization of international Relations as an autonomous discipline in Colombian higher education. We analyzed undergraduate programs through their location, nature of the university, denominations, justifications, and the basic core of knowledge and highquality accreditation. As a result, we obtained that, since the end of the nineties, the offer of Internacional Relations programs has increased considerably and this has allowed the institutionalization of the discipline, which has materialized in official decisions and the strengthening of an epistemic community. Likewise, we identify a notable centralization of Internacional Relations training in the country's capital, as well as a concentration of its offerings in private universities and very few programs with high quality accreditation. Although this panorama reflects a disciplinary strengthening, there also persists a notable heterogeneity with respect to the conceptions that universities have about Internacional Relations aro und its place in the social sciences (as part of Policical Science, as an autonomous discipline or as a multidisciplinary project)

Keywords: Colombia, education, institutionalization, undergraduate, Internacional Relations.


INTRODUCCIÓN

En el 2011, cuando Tickner y Borda escribieron uno de los pocos textos que intentan reconstruir la trayectoria de la disciplina de las relaciones internacionales en Colombia, las autoras encontraron un campo en crecimiento, pero todavía incipiente. En ese momento, se trataba de una disciplina secundaria dentro de las ciencias sociales colombianas, con pocos canales de difusión para la investigación en temas internacionales y con casi ningún espacio de interacción y encuentro entre profesores e investigadores. Una década después, algunas cosas permanecen iguales, pero también hay cambios importantes. Hay mayores espacios de difusión de la investigación y ha habido un incremento de los programas de formación en relaciones internacionales a lo largo del país que necesariamente afecta el lugar de la disciplina en las ciencias sociales.

A pesar de su crecimiento en términos de programas de formación, de producción académica y de espacios de articulación entre quienes la estudian, muy pocas investigaciones se han centrado en reconstruir este proceso de institucionalización. Algunos estudios sobre la historia de la ciencia política en el país han tocado tangencialmente estos aspectos (Duque, 2013; 2014; Caicedo, Baquero y Cuéllar, 2015). Sin embargo, las reflexiones sobre cómo la disciplina se ha formalizado en las instituciones de educación superior en el país son casi inexistentes.

Ante esto, el presente artículo tiene como objetivo ofrecer un análisis sobre el estado de las relaciones internacionales como disciplina en Colombia a partir de una revisión de los programas de pregrado. No pretendemos entrar a debatir asuntos cognitivos internos de la disciplina ni el contenido de la producción académica en el país (cuestiones que, sin duda, merecen más atención por parte de los investigadores), sino presentar elementos generales de este campo de conocimiento. Para ello, realizamos un mapeo de las instituciones educativas que ofrecen el pregrado en relaciones internacionales y tomamos como variables de análisis la localización de los programas de pregrado, la distribución de la oferta académica, según la naturaleza de la institución, las denominaciones de los programas, la justificación de creación de estos, el núcleo básico de conocimiento y la acreditación institucional.

En ese sentido, se trata de un estudio limitado -en cuanto no logra captar todas las dimensiones de la disciplina (pedagogías, producción intelectual, debates teóricos, programas de posgrado, entre otros)-, pero necesario ante las pocas reflexiones que hay en el país sobre la forma en que las relaciones internacionales se han posicionado como una disciplina autónoma. No estamos tampoco haciendo un análisis de la calidad de las universidades, sino de lo que estas ofrecen. Por tanto, es un estudio descriptivo y centrado en los aspectos formales de la educación en relaciones internacionales.

Esto, sin embargo, no lo hace menos valioso por tres razones. En primer lugar, lo que dicen las universidades sobre sus carreras evidencia una decisión de mostrarse de una forma específica frente a sus homólogas. Por tanto, aunque no se verifique que eso que dicen sea también ofrecido, sin duda es un acto de publicidad que no puede pasar inadvertido.

En segundo lugar, intentamos encontrar en las justificaciones de las universidades posiciones frente a las relaciones internacionales y los supuestos que subyacen su oferta: se enseña la disciplina de una manera porque en su matriz de origen hay también visiones sobre su utilidad. Finalmente, porque las universidades se obligan a cumplir con un programa de estudios y están vigiladas por el Ministerio de Educación Nacional en ese sentido, por lo que asumimos que no pueden diferir radicalmente de lo que ofrecen.

Esta investigación permite apreciar el estado actual de las relaciones internacionales a nivel de pregrado en el país y, a su vez, identificar avances y necesidades para plantear recomendaciones que permitan el desarrollo y consolidación de este campo en Colombia. En primer lugar, haremos un breve repaso por el proceso de institucionalización de la disciplina en América Latina. En segundo lugar, reconstruiremos este mismo proceso para Colombia y, finalmente, analizaremos los programas de pregrado en relaciones internacionales a partir de las variables antes mencionadas.

Como resultado, se obtiene que, desde finales de la década de los noventas, la oferta de programas de relaciones internacionales ha aumentado considerablemente y esto ha permitido la institucionalización de la disciplina, lo que se ha materializado en decisiones oficiales que así lo reconocen (como la Resolución 466 del 2007) y el fortalecimiento de una comunidad epistémica. Asimismo, identificamos una notable centralización de la formación en relaciones internacionales en la capital del país, así como una concentración de su oferta en universidades privadas y muy pocos programas con acreditación de alta calidad. Si bien este panorama refleja un fortalecimiento disciplinar, también persiste una notable heterogeneidad con respecto a las concepciones que las universidades tienen sobre las relaciones internacionales alrededor de su lugar en las ciencias sociales (como parte de la ciencia política, como disciplina autónoma o como un proyecto multidisciplinar), lo que permite discusiones sobre si, en efecto, existe un campo disciplinar, o si sigue siendo un proyecto poco preciso y sin acuerdos generalizados.

1. LAS RELACIONES INTERNACIONALES EN LATINOAMÉRICA: BREVE REPASO DE LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA DISCIPLINA

En Latinoamérica, fenómenos como el fin de la guerra fría, los procesos de integración regional, la profundización de la globalización y los atentados del 11 de septiembre de 2001, entre otros, incentivaron el aumento de personas dedicadas al estudio de las relaciones internacionales (Merke, 2005). La disciplina se institucionalizó primero en países con un rol más activo en la región, tales como México, Brasil, Chile y Argentina. Esta tendencia no es casual. En la década de los ochenta, Lagos (1980) señalaba que el desarrollo de la disciplina era incipiente en la región justamente porque históricamente esta ha florecido en contextos en los cuales "las naciones (…) han jugado un papel activo en la política y economía mundiales" (p. 246). Así, la política exterior establece presiones sobre la academia para que responda a los requerimientos hechos desde la esfera política.

Aunque el primer centro de estudios de asuntos internacionales en la región data de 19301, sería en las décadas de los sesenta y setenta cuando empiezan a gestarse discusiones más profundas sobre el rol que América Latina jugaba en las dinámicas del sistema internacional (Villarroel, 2018). Si bien no necesariamente estos planteamientos se autorreferenciaban como parte de la disciplina de las relaciones internacionales, las concepciones cepalistas en los cincuentas2, la teoría de la dependencia que aparece una década después3 y el pensamiento decolonial4 que se gesta a finales del siglo XX son muestras de una preocupación por lo internacional que trascendía las aproximaciones historicistas y legalistas que habían precedido estas cuestiones en la región.

Las discusiones sobre la autonomía latinoamericana fueron pioneras en desarrollar un campo de estudio más específico sobre la política exterior latinoamericana y sus relaciones con el resto del mundo (en particular con Estados Unidos como hegemón). Así, desde sus primeros planteamientos en Jaguaribe (1982) y Puig (1980), hasta sus posteriores reformulaciones en Drekonja y Tokatlian (1983), Escudé (1992) y Tokatlian y Russell (2002), se puede observar cómo en la investigación académica se iba reflejando una mayor autonomía disciplinar y una preocupación por problemas asociados con lo internacional.

Ese incremento en la producción académica5 ha sido acompañado por un aumento en la institucionalización de la disciplina a través de la creación de programas de pregrado, posgrado, institutos y congresos. Dávila y Domínguez (2016) llegan a identificar más de 100 programas de relaciones internacionales en la región. Además, la existencia de múltiples congresos y reuniones científicas en las que participan investigadores latinoamericanos6 permite determinar que hay una comunidad científica en torno al estudio de las relaciones internacionales tanto a nivel doméstico en varios países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México), como a nivel latinoamericano.

En términos institucionales, un hito en América Latina fue la creación del Programa de Estudios Conjuntos sobre las Relaciones Internacionales de América Latina (Rial) en 1973. Esta red académica estaba conformada por académicos y diplomáticos de Chile, Argentina y Brasil y, además de generar espacios de discusión intelectual, apoyó activamente a varias cancillerías de la región (Tomassini, 1981). En ese sentido, el Rial no solo representó un incentivo para la institucionalización de la disciplina, sino que influyó en la formulación misma de la política exterior de algunos países, dado que varios de sus miembros terminaron ocupando cargos públicos de alto nivel (Tickner y Borda, 2011).

El fortalecimiento de la disciplina puede observarse cuatro décadas después con la inclusión de cuatro países latinoamericanos (Argentina, Brasil, Colombia y México7) en el 2011 dentro de la encuesta Teaching, Research and Practice of International Relations (TRIP), del College of William and Mary. Esta encuesta, por un lado, permitió hacer evidente, a través de datos empíricos, que países como Brasil y México tienen una comunidad de académicos dedicados a las relaciones internacionales más sólida que Colombia y Argentina (y, muy seguramente, que el resto de la región). En términos de tamaños, mientras en los dos primeros se identificaron más de 200 académicos, en los dos segundos la cantidad no superó los 66 durante la primera medición.

Por otro lado, esta encuesta permitió abrir aún más la discusión sobre la dependencia epistémica de la disciplina frente a las aproximaclones norteamericanas y europeas. Ya autores como Hoffmann (1977) y Tickner (2003; 2009) habían discutido la forma en que los estudios internacionales en América Latina estaban marcados por aproximaciones construidas desde el norte global. Los resultados de la encuesta resultaron útiles para demostrar empíricamente una parte de esas aproximaciones, pero también para resaltar diferencias que hacían necesario matizar las visiones sobre una disciplina totalmente norteamericanizada. Tickner, Cepeda y Bernal (2013) resaltan, por ejemplo, la importancia que le dan los académicos latinoamericanos al vínculo entre teoría y práctica, a diferencia de lo observado en otras regiones. Asimismo, Duarte et al. (2017) consideran que las comunidades epistémicas en América Latina, contrario a lo que tradicionalmente se asevera, están más cerca de un pensamiento "híbrido" que de una búsqueda persistente por alinearse al mainstream de la disciplina (p. 255).

La más reciente encuesta TRIP, realizada en el 2017, reafirma algunas tendencias ya evidenciadas por otros investigadores. En esta región, las relaciones internacionales siguen siendo una disciplina esencialmente masculina (62,3% frente a 37,7% mujeres)8 el constructivismo y el realismo son las aproximaciones predominantes (22,6% y 16,6%, respectivamente) y, con seis excepciones9, las revistas académicas con mayor relevancia son anglosajonas (Maliniak et al., 2017).

Finalmente, no puede desconocerse que, como lo menciona Merke (2005), la institucionalización de las relaciones internacionales implica, necesariamente, considerar si se trata de una disciplina autónoma, un área de la ciencia política, un proyecto multidisciplinario o una "meta-disciplina" (ver figura 1). Esto no solo importa dentro de las proposiciones ontológicas y epistemológicas acerca de la disciplina, sino que tiene efectos prácticos en los programas de formación (el énfasis en la teoría, en los métodos y en los alcances varía de acuerdo con este punto de partida), por lo que vale la pena tenerlo en cuenta cuando se analicen los programas de pregrado en Colombia.

Este breve repaso por la consolidación de la disciplina en América Latina nos es útil para dos cosas. Por un lado, demuestra que las relaciones internacionales han logrado institucionalizarse y contar con múltiples espacios de formación e investigación en la región, pese a haber aparecido recientemente como campo de estudio independiente. Por otro lado, permite demostrar que aún hace falta profundizar en el entendimiento de ese proceso de formación y consolidación tanto a nivel regional, como doméstico. Si bien hay varios estudios que han intentado caracterizar a los internacionalistas latinoamericanos (Tickner, Cepeda y Bernal, 2013), la producción académica realizada (Abadía, Milanese y Fernández, 2016; Garay y Martínez, 2016) y los aportes que desde esta región se han hecho al estudio de las relaciones internacionales (Frasson­ Quenoz, 2016; Tulchin, 2016), todavía son pocas las investigaciones que han abordado el proceso de emergencia de las relaciones internacionales dentro de las facultades académicas y lo que estas ofrecen a quienes se forman en relaciones internacionales en cada uno de estos países10. Es en este último grupo en el que se enmarca el presente trabajo.

2. LAS RELACIONES INTERNACIONALES EN COLOMBIA: ORIGEN Y DESARROLLO

En Colombia, el primer centro de estudios sobre asuntos internacionales fue el Instituto de Política Internacional, Historia y Diplomacia (posteriormente Instituto de Estudios Diplomáticos e Internacionales) de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, fundado en 1958. Dos años después, a través del Decreto­ Ley 1732 de 1960, se creó el Instituto Colombiano de Estudios Internacionales (Icei) como un departamento especializado de la Escuela Superior de Administración Pública (Esap). Este llegó a consolidarse durante el gobierno de Carlos Lleras Restrepo (1966-1970), quien buscó modernizar el Estado y consolidar la carrera administrativa. Por lo anterior, en 1968 se expidieron los decretos 2016 y 2017 del 17 de julio, a través de los cuales el Icei se incorporó a la planta interna de la Cancillería. Un año después, este sirvió para organizar el primer concurso de ingreso a la Carrera Diplomática y Consular (Cancillería de Colombia, s.f.). Posteriormente, en 1980, el Instituto de Altos Estudios para el Desarrollo del Icei ofreció el primer posgrado en estudios internacionales, titulado Análisis de Problemas Políticos, Económicos e Internacionales Contemporáneos, supervisado por la Universidad Sorbone Nouvelle- Paris 3 (Cancillería, 05/09/2017).

El Centro de Estudios Internacionales (CEI) de la Universidad de los Andes, creado en 1982, fue un espacio pionero en el país, dado que es el primero dedicado exclusivamente al análisis de temas internacionales. De hecho, a pesar de que el pregrado en ciencia política de la Universidad de los Andes ya tenía cerca de veinte años (Bejarano y Wills, 2005, p. 113), se consideró que el CEI debía ser un espacio interdisciplinario no adscrito a ninguna facultad o departamento, por lo que se reconocía, de alguna forma, la autonomía de la disciplina. En el seno del CEI nació Colombia Internacional, una de las más importantes revistas académicas en el campo de las ciencias sociales en el país y con una reconocida influencia en América Latina.

Luego, la Universidad Externado de Colombia creó, en 1986, la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales y, en este mismo año, se fundó el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (Iepri) de la Universidad Nacional de Colombia. Este último se convirtió en un importante centro de producción intelectual en relaciones internacionales y consolidó una de las revistas académicas más importantes en el campo (Análisis Político).

Para mediados de la década de los ochenta, Lowenthal y Rico (1984) señalaban que la disciplina necesitaba encontrar mayores espacios de formación, y que hacían falta incentivos para la investigación y fortalecer las instituciones y centros de investigación. Estos llamados (hechos por solicitud de la Fundación Ford) tuvieron eco dado que coincidió con la necesidad del Estado colombiano de insertarse en la región a través de su política internacional. Pardo y Tokatlian (1988) resaltan que ese vacío en el pensamiento académico colombiano también afectaba la formulación de la política exterior, dado que había pocas presiones intelectuales sobre su manejo.

Sin embargo, solo sería hasta la última década del siglo XX que en Colombia se expandieron los programas de formación en relaciones internacionales. En 1991, la Pontificia Universidad Javeriana inauguró su Maestría en Relaciones Internacionales y en 1992 el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de los Andes inauguró su Especialización en Negociación y Relaciones Internacionales. Hacia finales del milenio (de acuerdo con el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES)) fueron registrados oficialmente los programas de Pregrado en Relaciones Internacionales11 de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano (1998)12, del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario (1998) y de la Universidad Externado (1998)13.

Posteriormente, otras instituciones ofrecieron el pregrado en relaciones internacionales: Universidad Militar Nueva Granada -sede Bogotá (2000) y Cajicá (2000)-; Universidad Externado (2000)14; Universidad del Norte (2001); Universidad Autónoma de Manizales (2002); Universidad Sergio Arboleda (2004); Universidad de San Buenaventura- sede Bogotá (2005); Universidad Tecnológica de Bolívar (2005); Universidad de la Salle (2010); Pontificia Universidad Javeriana(2010); Universidad Santo Tomas (2011); Universidad de San Buenaventura-sede Cali (2011); Escuela Militar de Cadetes "General José María Córdova" (2011); Fundación Universitaria Juan de Castellanos (2016); Universidad la Gran Colombia (2018); Fundación Universitaria Internacional de Colombia (2018).

Otros programas que también aparecieron -como los de: Fundación Universitaria San Martín- sede Bogotá (1998), Medellín (1998), Puerto Colombia (1998); Corporación Universidad de La Costa (1998); Fundación Universitaria Los Libertadores (2001); Fundación Universitaria San Martín - sede Cali (2001), Cúcuta (2001) y Pasto (2001); la Escuela Naval de Cadetes Almirante Padilla (2005), Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano- sede Cartagena (2005)-, se encuentran inactivos por vencimiento del registro calificado (Ministerio de Educación Nacional, 2019) (ver figura 2).

Es decir, desde finales de la década de los 90, hasta 2019, el país ha contado con 29 programas de relaciones internacionales. En la actualidad 19 se encuentran activos y 10 inactivos, lo cual da cuenta del crecimiento y expansión de la disciplina en el país en sus diferentes escenarios de enseñanza, pero también de la pérdida de espacios en otras ciudades e instituciones. Esta "pérdida" de espacios también debe ponerse en contexto: 6 de los 10 programas inactivos eran ofertados por la Fundación Universitaria San Martín, que estuvo envuelta en una crisis desde el 2010 debido a corrupción interna y malos manejos administrativos. Por tanto, en ese caso, la pérdida de espacios no responde a asuntos que conciernan a la disciplina, sino a eventos externos.

En el caso de la CUC, en Barranquilla, la universidad privilegió el área de las finanzas internacionales y lentamente desapareció el componente disciplinar de las relaciones internacionales, hasta conformarse dos pregrados distintos (Negocios Internacionales y Banca y Finanzas). Algo similar sucedió en la Fundación Universitaria Los Libertadores, en la que el pregrado se enfocó cada vez más en el componente de derecho y, por ende, terminó mutando a este y desapareciendo el componente de ciencia política y relaciones internacionales. De igual manera, la sede Caribe de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano dejó de ofertar el pregrado en relaciones internacionales y registró uno en negocios internacionales y mercadeo. Finalmente, la desaparición del programa en la Escuela Naval de Cadetes Almirante Padilla obedeció a decisiones internas en la institución.

En ese sentido, se puede observar que algunos experimentos multidisciplinarios terminan fracasando, dado que uno de los componentes engulle a los demás. Valdría la pena observar el desarrollo de otros programas multidisciplinares a fin de reconocer experiencias exitosas y determinar qué evita que lo multidisciplinar termine siendo una excusa para ofertar un nombre, pero privilegiar solo algunos aspectos de ese.

En el 2009 se creó la Red Colombiana de Relaciones Internacionales (RedIntercol), un paso que otros países de la región, como México y Brasil15, ya habían dado. La expansión de los programas de pregrado en el país necesariamente implicó el fortalecimiento de una comunidad epistémica que permitió la materialización de esta organización. Asimismo, es menester resaltar el papel del CEI, dado que la RedIntercol nació "como producto de un proyecto de investigación sobre política exterior colombiana que Colciencias le financió al Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes" (Tickner y Borda, 2011, p. 40).

RedIntercol surgió con un "carácter multidisciplinar" y con el

objetivo de fortalecer los estudios internacionales en Colombia, establecer flujos y conductos regulares de comunicación entre profesores e investigadores de los diversos programas de Relaciones Internacionales que existen en el país, e incidir positivamente en los debates nacionales sobre los temas del orden global (Redlntercol, 2019).

Es importante destacar que la red ha realizado desde su creación seis congresos en diferentes ciudades del país16.

Tanto RedIntercol como su Congreso han contribuido a la descentralización de las relaciones internacionales en el país (en contraste con la cantidad de programas de formación y enseñanza en la ciudad de Bogotá), por lo que se ha logrado integrar a las diferentes regiones. Año tras año el número de participantes de este congreso, entre estudiantes, profesores e investigadores tanto nacionales como internacionales, ha aumentado. Sin duda alguna, este ha sido uno de los espacios de convergencia más destacados para los académicos de la disciplina en el país.

Pese a estos avances, RedIntercol reconoce que la comunidad colombiana de relaciones internacionales se encuentra fragmentada y que carece de canales idóneos para la difusión de actividades, clases compartidas, eventos, espacios de interacción, intercambios académicos, investigaciones y publicaciones, lo que no solo aísla a los estudiosos de la disciplina, sino también al propio país y a quienes nos representan en materia de relaciones internacionales en los debates que ocurren en el mundo y en la región (RedIntercol, 2019).

3. ANÁLISIS DE LOS PROGRAMAS DE PREGRADO EN RELACIONES INTERNACIONALES EN COLOMBIA

La Resolución No. 466 (del 6 de febrero de 2007) del Ministerio de Educación Nacional colombiano "define las características específicas de calidad para la oferta y desarrollo de programas académicos de formación profesional en Humanidades y Ciencias Sociales" (Ministerio de Educación Nacional, 2007). Esta contempla a los programas de relaciones internacionales como "Gobierno y Relaciones Internacionales" y resalta que:

La denominación académica debe ser claramente diferenciable como programa de pregrado en el nivel de formación profesional. La institución de Educación Superior otorgará el título correspondiente sin particularizar el campo de desempeño profesional. Debe haber coherencia entre la denominación académica del programa y el título que se expida (Ministerio de Educación Nacional, 2019, pp. 1-3).

Asimismo, resalta unos componentes necesarios para el desarrollo idóneo de los programas (ver figura 3):

A pesar de que el Ministerio de Educación Nacional diferencia a las relaciones internacionales de la ciencia política (lo cual constituye un avance en el proceso de institucionalización y autonomía de la disciplina), en los aspectos curriculares específicos en términos metodológicos y profesionales no hay diferencias significativas. Posiblemente el único elemento diferenciador está en el aspecto teórico, en el que la resolución menciona que, en el caso de los programas de gobierno y relaciones internacionales, se deberá incluir el "estudio particular y transversal de los sistemas internacionales, las dinámicas regionales y problemas globales contemporáneos". Lo anterior es un bosquejo inicial de cómo el Ministerio de Educación Nacional entiende la enseñanza de las relaciones internacionales en el país. A continuación, se presenta el diagnóstico de los programas de pregrado en Colombia desde diferentes aspectos.

3.1. Localización de los programas de pregrado en relaciones internacionales

Al mirar la distribución geográfica de los programas de pregrado en relaciones internacionales en Colombia, se aprecia claramente una concentración de programas en la región andina (departamentos de Boyacá, Caldas, Cundinamarca, Quindío y Valle del Cauca) con un total de 17 programas activos y 6 inactivos. En contraste con la región Caribe (departamentos de Atlántico y Bolívar) con 2 programas activos y 4 inactivos (ver Mapa 1). Es importante destacar que regiones como la Orinoquía, Amazonía, Pacífico e insular no cuentan con oferta de programas en pregrado en relaciones internacionales.

Esta diferencia podría, por un lado, responder al hecho de que Bogotá concentra las instituciones del Estado relacionadas con las relaciones internacionales (Cancillería, Academia Diplomática, dependencias de asuntos internacionales adjuntas a otros ministerios, entre otras) y una buena parte de las dependencias de organizaciones internacionales en el país. Por otro lado, no se puede desconocer que justamente este escenario genera mejores condiciones laborales y eso implica mayores incentivos para que las universidades ofrezcan estas carreras (y para que los estudiantes se interesen en ellas). Por ejemplo, según datos del Observatorio Laboral para la Educación del Ministerio de Educación Nacional, si bien los egresados de los programas de relaciones internacionales en Bogotá y en el resto del país tienen una tasa de empleabilidad similar (68% y 70%, respectivamente), los ingresos medios de los primeros superan considerablemente a los segundos ($ 2.509.000 frente a $ 1.778.589). Haría falta considerar, además, las ocupaciones específicas a fin de determinar si esos empleos están relacionados directamente con la carrera o están enfocados en áreas distintas.

No obstante, es necesario reconocer que la creación de instituciones y programas obedece a políticas y dinámicas a nivel local y regional, así como a la disponibilidad de recursos físicos, humanos y financieros. En tal sentido, resulta necesaria la creación de nuevos programas y el fortalecimiento de los ya existentes en otras zonas, teniendo en cuenta las limitaciones de estas, pero también la generación de oportunidades para muchos estudiantes e interesados en la disciplina, que se ven afectados por los costos de matrícula, desplazamiento, hospedaje y sostenimiento en las ciudades donde se imparte. En todo caso, no se puede desconocer que esta sigue siendo una disciplina arraigada esencialmente en la capital y en proceso de deseentralización.

3.2. Distribución de la oferta académica según la naturaleza de la institución

En Colombia la enseñanza de las relaciones internacionales a nivel de pregrado tiende a concentrarse principalmente en universidades de naturaleza privada. Resulta extraño que pocas instituciones de carácter público u oficial hayan asumido el estudio de las relaciones internacionales como parte de su oferta académica. De las 19 universidades con programas activos de pregrado en relaciones internacionales del país, 16 son de naturaleza privada y tan solo 3 de tipo oficial (los dos programas de la Universidad Militar Nueva Granada y el de la Escuela Militar de Cadetes General José María Córdova). Es decir, el 84% de la enseñanza en RR.II. se gesta en instituciones de carácter privado (ver figura 4).

Lo anterior podría explicarse ya sea porque no se le ha dado importancia al estudio de las relaciones internacionales en las mismas, por la falta de presupuesto que se puede requerir para su enseñanza, por la falta de personal con interés en cursar programas de esta índole o por el hecho de que muchas la consideran como una rama de la ciencia política y, por lo tanto, no ven la necesidad de impartirla como disciplina (tal es el caso de la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, la Universidad de Antioquia, la Universidad del Cauca, la Universidad Surcolombiana y la Universidad del Tolima).

Sin embargo, es relevante resaltar que, al haber poca oferta desde las instituciones públicas, los costos de matrícula aumentan considerablemente (en la menos costosa de las universidades, el semestre es de 3.950.000 pesos colombianos) y esto impediría el acceso a estas de una buena parte de los jóvenes o, al menos, reduciría la proporción de estudiantes con condiciones socioeconómicas limitadas. Además, es importante aclarar que las universidades militares, si bien tienen carácter público, hacen parte de un régimen orgánico especial, por lo que no se rigen por la Ley 30 de 1992, sino por disposiciones particulares.

3.3. Denominaciones de los programas de pregrado en relaciones internacionales

En Colombia, el Ministerio de Educación Nacional (2007) agrupa a los programas de relaciones internacionales como "Gobierno y Relaciones Internacionales". No obstante, resalta que la denominación dependerá de la institución, que puede determinar características diferenciables en la formación profesional, siempre y cuando haya concordancia entre el título expedido y la denominación académica del programa. A continuación, se presentan las denominaciones de los programas activos en Colombia (ver figura 6).

Como puede apreciarse, en el país las principales denominaciones son:

-Relaciones internacionales (6 programas). Con títulos como: internacionalista (4 programas) y profesional en relaciones internacio nales (2 programas) .

-Gobierno y relaciones internacionales (4 programas). Con título de profesional en gobierno y relaciones internacionales.

- Relaciones internacionales y estudios Políticos (2 programas). Con título de profesional en relaciones internacionales y estudios políticos.

- Ciencia política y relaciones internacionales (2 programas). Con título de politólogo y profesional en ciencia política y relaciones internacionales.

- Ciencia política, gobierno y relaciones internacionales (1 programa). Con título de politólogo con énfasis en gobierno y relaciones internacionales.

- Ciencias políticas y relaciones internacionales (1 programa). Con título de profesional en ciencias políticas y relaciones internacionales.

- Política y relaciones internacionales (1 programa). Con título de profesional en política y relaciones internacionales.

-Finanzas y relaciones internacionales (1 programa). Con título de profesional en finanzas y relaciones internacionales.

-Negocios y relaciones internacionales (1 programa). Con título de profesional en negocios y relaciones internacionales.

La mayoría de los programas de pregrado abordan las relaciones internacionales con una denominación y título otorgado en asocio con otra disciplina o área de estudio, ya sea ciencia política, gobierno, finanzas y negocios internacionales. Por ende, son contados los programas que abordan las relaciones internacionales como disciplina autónoma. Gullo (2018) enuncia esto como un "problema de nominación" (p. 12) y afirma que tiene impactos importantes, porque la forma como se nombra una disciplina viene anclada a supuestos epistemológicos y ontológicos sobre la manera en que debe enseñarse. En ese sentido, no se trata solo de elegir un nombre para el pregrado, sino de privilegiar algunas aproximaciones y dejar atrás otras. Este "problema de nominación" se refleja, por ejemplo, en el hecho de que programas como los de la Universidad de la Costa (CUC), justamente por el enfoque multidisciplinar que decidieron ofrecer, terminaron desintegrándose. Asimismo, los programas de pregrado en relaciones internacionales son tan diversos que sus estudiantes habrán recorrido caminos, disciplinas, áreas y teorías muy distintas. Por lo que los conocimientos no necesariamente resultan focalizados en la disciplina y pueden dispersarse entre otras áreas de las ciencias sociales y económicas.

3.4. Justificación

Si se observan las justificaciones que ofrecen las universidades para la creación de los programas académicos, también pueden evidenciarse tendencias particulares: hay un claro énfasis en seguridad y geopolítica en las dos universidades militares17 y en la Universidad del Norte, que ofrece varios cursos relacionados con resolución de conflictos y construcción de paz (articulados con ofertas de posgrado, como la especialización y la Maestría en Negociación y Manejo de Conflictos, adscrita a este departamento, así como la existencia de organismos como el Centro de Pensamiento UNCaribe, también adscrito allí).

Con la excepción de la Universidad La Gran Colombia, todas las universidades ubicadas fuera de Bogotá justifican su programa a partir de un énfasis regional/local. Esto demuestra que el hecho de localizarse en un territorio específico implica necesariamente visiones particulares sobre la función de la universidad y el énfasis de la carrera. Esto debería manifestarse en asuntos como la producción académica de sus profesores y la influencia de estas facultades en sus ciudades/regiones.

Por su parte, en las universidades que asocian las relaciones internacionales con la ciencia política tiende a aparecer constantemente una alusión al liderazgo o a la toma de decisiones como foco de su formación. Lo anterior demuestra, de nuevo, que la denominación de un programa tiene efectos prácticos: al estar asociado a la ciencia política, posiblemente la toma de decisiones esté pensada más hacia el enfoque gubernamental y no necesariamente en la política exterior. Muestra de ello es que apenas dos instituciones (Universidad del Norte y Jorge Tadeo Lozano) son explícitas en afirmar que buscan que sus egresados ingresen al servicio exterior. Por supuesto que eso no implica que tengan más egresados dentro de la carrera diplomática, pero sí que hay un interés por introducir a sus estudiantes dentro de esas dinámicas.

Por otro lado, las universidades que observan la disciplina como un proyecto multidisciplinar suelen manifestar principalmente su interés en los negocios y solo una universidad (la Tecnológica de Bolívar) enfatiza en el medio ambiente como uno de sus ejes.

La figura 7. cuantifica las ideas clave que se identificaron en los programas analizados. Se puede observar que la idea de actuación regional o local es la que más aparece, seguida por la toma de decisiones. El resto solo aparecen esporádicamente y no logran ser una constante. En ese sentido, puede afirmarse que los programas de relaciones internacionales tienen una propensión por tomar acciones que impacten a nivel local, lo que debería considerarse importante en una disciplina que, por sus unidades de análisis, puede ser acusada de estar alejada de las dinámicas nacionales y locales.

3.5. Núcleo básico de conocimiento

En la figura 8. es posible observar que en Colombia sigue siendo predominante la idea de que las relaciones internacionales son una subdisciplina de la ciencia política (al menos en términos de la oferta académica). De los 19 programas activos, 9 así lo consideran, 7 la asumen como una disciplina autónoma y 3 la enmarcan como un proyecto multidisciplinar (principalmente orientada hacia la economía o los negocios). De esta forma, se confirma la tendencia, hasta ahora evidenciada, de que la disciplina de las relaciones internacionales se ha consolidado como tal a partir del crecimiento de los programas de ciencia política y de su incorporación en estos.

3.6. Acreditación de alta calidad

Otra de las brechas que pueden evidenciarse en la disciplina se encuentra en los programas que han sido acreditados en alta calidad por parte del Ministerio de Educación Nacional. Solo 5 de los 19 programas activos ingresan en esta categoría (Universidad del Rosario, Universidad Jorge Tadeo Lozano, Universidad del Norte y los dos programas de la Universidad Externado), lo que representa apenas un cuarto del total de los ofrecidos. Entre las fortalezas que destaca el Ministerio de Educación Nacional para estos programas se encuentra recurrentemente la mención a la formación de los profesores del programa, el impacto que este tiene en el entorno político-social en el que se desarrolla y los resultados de los procesos de investigación relacionados con el programa (ver figura 9).

Particularmente, de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano se resalta, a través de la Resolución 1434 de 2017, la existencia de proyectos de consultoría con el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Fondo Sueco-Noruego de Cooperación (FOS). Esto guarda relación con una orientación práctica del programa de relaciones internacionales de esta universidad. Asimismo, en esta resolución se menciona que, de 9 docentes de tiempo completo, dos cuentan con doctorado y siete con maestrías. En la actualidad (mayo de 2020), de los siete profesores referenciados en su página web, cinco ya culminaron su doctorado y dos están cursándolo.

Con respecto a la Universidad del Rosario, la Resolución 6290 del 2016 destaca el aumento de una planta docente con un alto nivel de formación: para el 2014, de los 22 profesores de tiempo completo, 12 tenían doctorado (54%) y 10 tenían maestría, lo que implicó un avance con respecto al 2009, cuando apenas el 13% de los profesores contaba con doctorado. Cuatro años después (en el 2020), el porcentaje de profesores con doctorado es de 75%. Asimismo, el programa está considerado uno de los que más resultados de investigación tiene: cuenta con el grupo de investigación "Centro de Estudios Políticos e Internacionales" que, al momento de la acreditación, contaba con 676 productos académicos (151 artículos en revistas indexadas y no indexadas, 36 libros, 76 capítulos de libro, 327 trabajos de grado -en pregrado y posgrado- y 86 publicaciones de otras especificaciones).

Con respecto a la Universidad del Norte, es necesario mencionar que es el único programa de relaciones internacionales acreditado en alta calidad por fuera de la ciudad de Bogotá y que, de hecho, una de las fortalezas identificadas por el Ministerio de Educación Nacional fue la relación que sostiene esta universidad con la Región Caribe y la manera en que la formación de los estudiantes estaba mediada por esas dinámicas locales. Es decir, el pregrado de relaciones internacionales, según la Resolución 4682 de 2011, busca solidificar las capacidades de análisis que permitan participar en las dinámicas de inserción internacional de la región y poner en práctica el "pensar global para actuar local". Es, entonces, el único pregrado, entre los acreditados, cuyo enfoque explícitamente busca impactar realidades regionales. Adicionalmente, se resalta la profesionalización de la planta docente (en el momento de la acreditación, de 11 profesores, 6 tienen doctorado y 5 maestría) y actividades de extensión que pretenden abrir la disciplina a otros actores de la sociedad (cátedras regionales, modelos de la Asamblea General de la OEA, entre otros). En la actualidad, el 78% de los profesores de tiempo completo del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales cuenta con doctorado (15 de 19).

Finalmente, los dos programas de la Universidad Externado cuentan con una planta docente robusta (29 profesores de tiempo completo, 9 con doctorado y 16 con maestrías), grupos de investigación activos (Ópera, que es categoría A1, Oasis, categoría A y Odeón, categoría D de Colciencias) y una interdisciplinariedad que, debido a la alta calidad, es reconocida por el Ministerio de Educación (hay tres áreas, que son finanzas, gobierno y relaciones internacionales y multiplicidad de oferta en los cursos durante el pregrado) (Resolución 713 de 2015 y 1771 de 2011).

Por lo expuesto, se hace necesario reconocer el impacto que generan ciertas características del desarrollo de las funciones sustantivas, tales como: extensión, docencia e investigación en los programas de relaciones internacionales. Evidentemente, las iniciativas de trabajo con organismos multilaterales oficiales y no gubernamentales reflejan un fuerte componente del desarrollo de extensión, proyección social, cooperación nacional e internacional. A menudo este tipo de interrelación supone el cumplimiento de características necesarias para la obtención de la acreditación de calidad. Sumado a esto, la integración de los programas y sus participantes en contextos nacionales e internacionales garantiza la actualización constante de la disciplina, específicamente su plan de estudios. Este tipo de esfuerzos visibilizan las instituciones y programas ante la comunidad científica internacional, aspecto que estimula el contacto de los miembros de la sociedad académica con otras comunidades epistémicas.

Por otra parte, según los lineamientos del Consejo Nacional de Acreditación (CNA), un programa de alta calidad se reconoce por la efectividad en sus procesos de formación para la investigación, el espíritu crítico y la creación, y por sus aportes al conocimiento científico. En este sentido, el tener una planta profesoral en gran medida representada por profesionales del área con nivel de posgrados en maestría y doctorado, demuestra el compromiso de las instituciones por el desarrollo de la investigación y la generación de nuevo conocimiento. Asimismo, contar con ambientes de formación del espíritu científico, como grupos de investigación, semilleros, entre otros, devela la capacidad y el trabajo desarrollado por los docentes y los estudiantes en conjunto (Guerra, 2017). Así, se potencia el pensamiento autónomo y la solución de problemáticas ligadas al área, lo que se traduce en aportes a la disciplina.

Finalmente, un asunto que es transversal a todos los pregrados acreditados en alta calidad es que, además de que se resaltan las actividades relacionadas con la investigación, hay programas institucionales de acompañamiento docente en sus labores pedagógicas. Este enfoque ha sido propuesto ya por autores como Robinson y Hope (2013) y Ödalen et al. (2019), quienes consideran que el entrenamiento docente tiene impactos en las aproximaciones a la enseñanza de los profesores y, de hecho, producen aprendizajes más profundos entre los estudiantes.

CONCLUSIONES

Esta es una investigación exploratoria que podría ser utilizada para estudios futuros que incluyan otros elementos como: grupos de investigación, publicaciones, educación a nivel posgrado y la empleabilidad de los egresados de las carreras, entre otros. El aumento en la oferta de formación en la disciplina desde finales de la década de los noventa y la generación de espacios de difusión y concertación de los académicos son muestras de que, por un lado, se ha constituido una comunidad epistémica que ya alcanza a reconocerse internacionalmente (lo que se demuestra por la inclusión del país en la encuesta TRIP) y, por otro, que la disciplina se ha consolidado e institucionalizado de forma sólida a nivel nacional.

La Resolución 466 del 2007 del Ministerio de Educación Nacional confirmó que las relaciones internacionales pueden entenderse como una disciplina autónoma en la educación superior colombiana y marcó un momento importante en su institucionalización en el país. Aun así, una buena parte de los programas de pregrado siguen considerándola como un área de la ciencia política o como un proyecto multidisciplinario en el que confluyen áreas diversas como las finanzas internacionales, el derecho o la economía. Esta heterogeneidad, aunque tiene consecuencias positivas (abre el debate y ofrece visiones muchas veces ignoradas), también implica dificultades para hacer ejercicios de evaluación de la calidad de estos programas. Si bien aquí utilizamos los marcos legales para unificar la discusión, un análisis más detallado podría revelar que algunos de los programas analizados tienen muy poco en común.

También se pudo observar que las justificaciones que ofrecen las universidades están relacionadas con puntos de vista sobre las relaciones internacionales y sobre el objetivo del programa de formación. En ese sentido, hay aproximaciones diversas (énfasis en los estudios de seguridad internacional, estudios de área, diplomacia, entre otros) y cada una responde a justificaciones particulares de cada institución, su ubicación espacial, su historia y, por supuesto, a su cuerpo docente y administrativo. Este es otro caso interesante de heterogeneidad en el que vale la pena preguntarse si se puede considerar que hay matrices comunes de justificaciones o si hay asuntos que quedan aislados dentro de algunas pocas universidades y, quizá, no se relacionan directamente con la disciplina desde su cuerpo teórico.

Pese a la existencia de casi dos decenas de programas, muy pocos de estos cuentan con acreditación de alta calidad, por lo que sigue habiendo retos importantes en materia de formación profesoral, impacto de la investigación y calidad académica que hace falta superar. A partir de eso, los elementos que enumeramos en adelante podrían resultar útiles para el fortalecimiento y desarrollo de los programas de formación en relaciones internacionales en el país:


NOTAS

1 Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, reseñado en Véliz (1967).
2 Para una aproximación a estas visiones revisar Devés (2003).
3 Para una aproximación a la teoría de la dependencia, revisar el trabajo de Dos Santos (2002).
4 Aunque difícilmente las aproximaciones decoloniales podrían agruparse en un gran grupo sin matices, nos referimos específicamente a las perspectivas críticas que surgen dentro del Proyecto Modernidad-Colonialidad-Decolonialidad en cabeza de pensadores como Enrique Dussel, Walter Mignolo, Aníbal Quijano, entre otros.
5 Sobre esto también vale la pena revisar los trabajos de Abadía, Milanese y Fernández (2016) y Almeida et al. (2016).
6 Tales como Latin American Studies Association (Lasa), International Studies Association (ISA), World International Studies Committee (WISC), Red Colombiana de Relaciones Internacionales (RedIntercol), la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (Amei), Associação Brasileira de Relações Internacionais (Abra) y la Asociación de Estudios de Relaciones Internacionales Argentina (Aeria).
7 Chile fue agregado a la encuesta del 2014.
8 Posiblemente esto responda a la histórica exclusión que han vivido las mujeres en la academia, tanto en América Latina, como en el resto del mundo. Investigadoras como Kristina Rolin (2002), Isabel Izquierdo (2009) y Andrea Baeza y Silvia Lamadrid (2019) han abordado este fenómeno. En ese sentido, valdría la pena preguntarse no solo por esa exclusión en términos prácticos (una cifra tan dispar entre hombres y mujeres en la comunidad epistémica en América Latina posiblemente evidencia una exclusión sistemática en el acceso a posiciones en las universidades), sino por sus efectos en la producción de conocimiento en la región, tal como lo hace Marianne Marchand (2014).
9 Revista Brasileira de Política Internacional, Contexto Internacional, Foreign Affairs Latinoamérica, Nueva Sociedad, Le Monde Diplomatique y Relaciones Internacionales.
10 Es importante resaltar aquí los trabajos de Merke (2005) y Deciancio (2017) para Argentina, Fuentes y Figueroa (2018) para Chile, Miyamoto (2003) para Brasil y Ochoa et al. (2013) para México. Todos estos tienen en común un interés por comprender los procesos de institucionalización de la disciplina en sus contextos nacionales y los retos que enfrenta en ellos.
11 Las denominaciones en cada programa varían. Más adelante se hablará en detalle de esto.
12 Ya mencionamos que el pregrado en Relaciones Internacionales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano tiene más de 60 años de historia (dado que se fundó con el Instituto de Política Internacional, Historia y Diplomacia). Sin embargo, utilizamos aquí el SNIES como sistema de registro oficial.
13 Como ya también mencionamos, la Facultad de Finanzas y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado fue creada en 1986. En 1995 se creó el programa Gobierno y Relaciones Internacionales y en 1998 y 2000 ambos pregrados (Finanzas y Relaciones Internacionales y Gobierno y Relaciones Internacionales, respectivamente) se registraron oficialmente ante el MEN.
14 La Universidad Externado cuenta con un pregrado en Finanzas y Relaciones Internacionales (el primero registrado) y otro en Gobierno y Relaciones Internacionales, por lo que aquí consideramos ambos.
15 En estos países ya existían la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (Amei), la Associação Brasileira de Relaçoes Internacionais (Abrí). En Argentina, la Asociación de Estudios de Relaciones Internacionales Argentina (Aeria) fue fundada en 2017.
16 Barranquilla (2009 y 2019), Bogotá (2011 y 2017), Medellín (2014), y Cali (2015).
17 Como lo explica Vega (2017), la Universidad Militar Nueva Granada está fuertemente asociada al sector defensa, por lo que no resulta sorprendente que el nombre mismo de la Facultad sea "de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad". En ese sentido, se evidencia que los énfasis de las universidades están marcados también por agendas específicas que direccionan el rumbo de cada programa.


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