10.18601/16577558.n33.14
La débil unificación latinoamericana
Brenda Escobar Cortés*
Reseña de libro
Altmann Borbón, J. (edit.) (2019). América Latina frente a la reconfiguración global. San José, Costa Rica: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
* Magíster en asuntos internacionales de la Universidad Externado de Colombia. Consultora de la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas, FIIAPP. (Colombia). [blorenaescobar@gmail.com]; [https://orcid.org/0000-0001-5656-4751].
Para citar esta reseña:
Escobar Cortés, B. (2021). La débil unificación latinoamericana [Reseña: Altmann Borbón, J. (edit.) (2019). América Latina frente a la reconfiguración global. San José, Costa Rica: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales]. OASIS, 33, pp. 253-259. DOI: https://doi.org/10.18601/16577558.n33.14
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América Latina frente a la reconfiguración global es la recopilación de 6 artículos académicos1 que a lo largo de todo el libro tocan temas que se interconectan, desde la globalización, su inicio, auge y deterioro, deslegitimación de la democracia y crisis de representatividad democrática, desigualdad y aumento de gobiernos con tendencias de derecha, hasta la heterogeneidad latinoamericana, además de su historia, logros y fracasos en los intentos de regionalismo. Se plantean escenarios teniendo en cuenta el nuevo orden internacional y se llega a un análisis del estado actual de organismos regionales creados en este siglo.
CRISIS DE LA GLOBALIZACIÓN Y REPRESENTATIVIDAD DEMOCRÁTICA
Según Altmann Borbón, la democracia se constituye de realidades e ideales, es organizativa en la convivencia y brinda control a la ciudadanía en lo que a poder respecta, esto por medio de elecciones periódicas. Los ciudadanos se subordinan a un Estado de derecho con la posibilidad de ser oídos por medio de la opinión pública. Entonces, la pobreza y la desigualdad doméstica no son más que carencias de la democracia en su fundamento básico. Las inequidades sociales y económicas son atribuibles a la deficiencia en su correcto desempeño. La democracia y el contrato social de Rousseau están entrelazados, sin embargo, el gobierno democrático es idealizado ya que supone la simplicidad en extremo del Estado (Flores Zúñiga, 2017). En las democracias representativas hay una relación evidente entre quienes toman decisiones y aquellos en los que recaen las decisiones, teniendo en cuenta que los primeros han sido previamente escogidos por los últimos. Es aquí donde se fundamentan las dudas acerca de si la democracia realmente tiene la capacidad para suplir las necesidades de representatividad de los electores. Cuando los intereses de los gobernantes toman cada vez más distancia de los intereses del pueblo, ya no hay poder del pueblo sobre el pueblo sino de un pequeño grupo sobre la mayoría, la democracia entonces es inexistente (Rousseau, en Flores Zúñiga, 2017).
En palabras de Altmann Borbón el éxito de la representatividad política se basa en la sincronía entre las demandas sociales y las ofertas políticas y, en particular, en América Latina los agentes políticos no han cumplimentado las aspiraciones sociales. Esto es conocido como la "crisis de representatividad política", aun así hay, por parte de la ciudadanía, un creciente interés por redistribuir el poder, con lo cual podríamos afirmar que el desinterés o desaliento no es con los asuntos políticos per se, sino con la manera en que actualmente se lleva la política por instituciones, partidos y figuras políticas desacreditadas.
En el caso colombiano, según el informe "¿Qué piensan, sienten y quieren los jóvenes?", hay varios temas importantes en concordancia con lo descrito. Los jóvenes sienten ira y desagrado asociado a situaciones nacionales relacionadas con la corrupción y los dirigentes e instituciones políticas, y no asocian ninguna situación nacional con la alegría. Los jóvenes están dispuestos a aportar en la solución de problemáticas sociales por medio de las denuncias, la protesta o la exigencia de rendición de cuentas a los gobernantes. Y en torno a las instituciones en las que menos confían están, la Presidencia y el Congreso de la República, los jueces y la Policía Nacional (Universidad del Rosario, 2020).
Como factor desestabilizante de la democracia está la globalización. Desde los años ochenta, el mundo se adentró en la profundización del liberalismo de posguerra, la transnacionalización económica y la ideología neoliberal en un orden hegemónico relativamente estable como la globalización, que ha sido principalmente subyugada por el liberalismo económico y no tanto por la democracia liberal (Sanahuja, 2017, en Altmann Borbón, 2019).
Sanahuja afirma en su texto que la crisis del 2008 inició la decadencia de la globalización, crisis que evidenció los límites sistémicos de este modelo sumamente financiarizado y sin regulación. La tecnología, automatización, inteligencia artificial y las plataformas digitales hacen a un lado, cada vez más, los modelos productivos globalizantes y los países emergentes en auge hacen peso al multilateralismo hegemónico. El modelo neoliberal y con él la globalización dejan varias deudas pendientes al no cumplir con la utopía del bienestar generalizado y el éxito de la autorregulación. Por el contrario, se han generado más brechas sociales y la incapacidad del Estado para atenderlas (Sanahuja, 2019, en Altmann Borbón, 2019).
Siendo los Estados susceptibles a las dinámicas globalizantes y respondiendo a ellas, hubo una transferencia parcial de autoridad hacia organismos internacionales que ahora son igualmente impotentes ante esta magnitud y que, además, hacen parte de la matriz de política estatal que se extiende con la globalización: globalización profunda con el Estado nación como centro de la política, lo cual implica que la acción estatal, con sus políticas económicas y de desarrollo, va encaminada a un mercado global (trilema o trinidad imposible de Rodrik, 2011). Esto, por supuesto, deja por fuera a la tercera parte de la ecuación, la democracia.
ASCENSO DE GOBIERNOS DE DERECHA EN LA REGIÓN LATINOAMERICANA
De la crisis de la globalización sobreviene la crisis de la democracia liberal que intrínsecamente lleva a un cuestionamiento de las élites y el statu quo dominante. Tres razones principales son las causantes del ascenso de la ultraderecha a nivel mundial: la globalización, la revolución industrial y lo que devino de ella y la crisis económica. Si bien durante la globalización ha sido notable la reducción de la pobreza también ha incrementado la desigualdad global y ha generado dinámicas de segmentación social mundial. Por su parte, la revolución industrial determinó las nuevas clases medias emergentes trabajadoras y los "nuevos países industrializados", beneficiando solo a unos pocos y aumentando las brechas sociales domésticas. Y como tercera razón, está la crisis económica que supuso una mayor tasa de desempleo con recortes sociales y mayores brechas salariales (Sanahuja, 2019, en Altmann Borbón, 2019), a lo que el Estado ya no podía responder de manera netamente doméstica por el "trilema" antes expuesto. Los Estados terminan respondiendo a la globalización y legislando para ella, no ella acoplándose al Estado-nación. En los tiempos contemporáneos parece que solo es posible gobernar para los fenómenos internacionales dejando de lado los derechos sociales.
Como lo menciona Sanahuja, debido al debilitamiento de la globalización y la democracia, los gobiernos emergentes de ultraderecha ponen en entredicho los principios, normas e instituciones más representativas del mundo globalizado. Donald Trump, Jair Bolsonaro o el éxito del Brexit son algunos ejemplos de las tendencias nacionalistas que hoy rechazan a la sociedad abierta, se oponen a la inmigración y desestabilizan el pluralismo político y, por ende, la democracia liberal imperante.
Frente a la tradicional puja entre derecha e izquierda que principalmente se centra en temas distributivos sociales y económicos, ahora se divisa una nueva tensión entre quienes imparten valores cosmopolitas y quienes son nacionalistas, todo esto en torno al fenómeno de la globalización. Es así como Sanahuja menciona cuatro grupos derivados de la mezcla entre derecha-izquierda y globalistas nacionalistas: l. Davos o globalistas de derecha, 2. Porto Alegre o progresistas cosmopolitas, 3. Atenas o soberanistas desglobalizadores de izquierda, y 4. Los nuevos patriotas, soberanistas y nacionalistas. El autor concluye que la crisis de la globalización es una crisis de hegemonía tanto internacional como doméstica. La fusión ideológica contemporánea ya no nos permite identificarnos o clasificarnos en solo dos grupos, izquierda o derecha, y para hacerlo más complejo, estos grupos se mezclan entre sí.
Caetano, López y Luján, plantean en su artículo los resultados de una encuesta a académicos de la región latinoamericana en la cual la mayoría dice que hay una tendencia regional moderada o fuerte hacia los gobiernos de derecha y hacia la apertura económica. Esto en Argentina, Brasil, Colombia, Uruguay, Chile, México y Perú. No podemos dejar de mencionar los datos actualizados a 2020: Argentina devuelta al peronismo asume un gobierno de izquierda, pero enfrenta grandes desafíos con los gobiernos profundizados hacia la derecha de sus vecinos Brasil y Chile. Por su parte, en Colombia asume un gobierno de tradición política de derecha. Iniciamos la tercera década del siglo XXI con incertidumbre política, sin embargo, el ruido del gobierno brasilero, con peso importante en la región, supone las continuas tensiones que se avecinan.
RECONFIGURACIÓN GLOBAL DE CARA A LA REGIÓN LATINOAMERICANA
Ahora bien, según el texto de Caetano et al., también se dan a conocer las percepciones latinoamericanas en la estructura del sistema internacional en los próximos diez años. En cualquiera de los escenarios, China juega un papel importante, cada vez tiene más peso en la balanza contra el multilateralismo hegemónico históricamente liderado por Estados Unidos. La creación del Nuevo Banco de Desarrollo (Brics) o el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura (AIIB), entre otras instituciones, tienen como intención quitar poder y capacidad de presión financiera al país norteamericano en las decisiones mundiales. En la región latinoamericana China se ha posicionado como financiador de proyectos al desarrollo sobrepasando a organismos como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (Tussie, 2019, en Altmann Barbón, 2019).
Tussie da cuenta de los principios de coexistencia pacífica de la política internacional china: no intervención en asuntos internos, respeto por la soberanía e integridad territorial, no agresión, igualdad y beneficio mutuo y cinco pilares adicionales que delinean su relación con Latinoamérica. China no ha representado una amenaza en la paz o seguridad m undial en las últimas décadas. Ejemplo fehaciente del poder blando como estrategia de inserción para la consecución de sus objetivos. La influencia no militar le ha permitido hoy tener un poder desestabilizante en la economía global, sin estar lejos de influir decisivamente en los asuntos mundiales.
Lejos de plantear una utopía, Tussie postula cuestionamientos a la presencia de China en la región, partiendo de los resultados de los TLC con Chile o Perú en los cuales las exportaciones han crecido considerablemente sin salir de la exportación de productos primarios sin procesar, entonces, ¿China realmente construye una relación a largo plazo con la región centrada en el beneficio mutuo?, esto teniendo en cuenta que el extractivismo nos lleva a una crisis ambiental advertida, además de suplir sus demandas alimentarias y estar convirtiéndose en el principal acreedor de la región que igualmente podría devenir en una crisis de deuda.
Más allá, China realmente no ha pretendido plantear una solución a América Latina relacionada con la desprimarización, podríamos pensar que su presencia en la región, además de romper el orden económico, tendría también que hacerlo en la matriz productiva, lo cierto es que es responsabilidad exclusiva de los países de la región avanzar paulatinamente lejos de la exportación de minerales sin procesar y alimentos. Estos cuestionamientos tampoco están lejos de lo vivido por años con las exportaciones hacia Estados Unidos. El profundo apego al extractivismo, falta de inversión en innovación y tecnología y la no generación de valor agregado es un problema endógeno y sistémico de la región. Los mercados globales no modificarán su demanda a beneficio regional.
REGIONALISMO LATINOAMERICANO
La primera década del siglo XXI fue aprovechada en demasía económicamente por los países de la región a causa del boom de los commodities. Esto coincidió con la estabilidad de gobiernos progresistas con cierta afinidad política, lo que llevó a una agenda de regionalismo caracterizada por el liderazgo de los temas políticos, con menos importancia a los económicos y comerciales, mayor presencia estatal, prevalencia en la seguridad energética y la infraestructura regional, entre otros (Sanahuja, 2010) (Caetano et al., 2019, en Altmann Borbón, 2019). Los intentos por la unificación regional tienen cabida desde la descolonización, sin embargo, y como lo comenta Rojas Aravena, la falta de voluntad política, los intereses soberanistas, intereses externos por mantener la fragmentación y la politización de las agendas explican el poco éxito que han tenido los proyectos de integración. Además, se suma un elemento importante: la rigidez de las reglas, lo cual imposibilita los acuerdos en cualquier organismo internacional.
Mercosur, Unasur, el Alba, la Celac y la Alianza del Pacífico son algunos de los numerosos organismos que han intentado la unificación. La Unasur logró consenso en 4 ejes importantes para la región: la conectividad y las obras de infraestructura, la coordinación y la conexión en ergética, la lucha conjunta contra la pobreza y la desigualdad y encarar unidos los retos que plantea la sociedad del conocimiento. Los consejos sudamericanos de políticas públicas fueron muy relevantes y sin precedentes históricos, claves para la resolución de conflictos fronterizos y proyectos de infraestructura con los cuales se pretendía conectar Suramérica desde el océano Pacífico hasta el océano Atlántico.
Luis Maira, aparte de hacer un recorrido histórico sobre los intentos de unificación latinoamericana y poniendo sobre la mesa algunos aspectos causales históricos para su fracaso, pretende en su texto sobresaltar el enfoque de la Unasur el cual tuvo aspectos de integración económica, social, política y cultural. No obstante, también resalta que las deficiencias institucionales fueron cruciales para su declive, como la necesidad de unanimidad en la toma de decisiones, además de que la crisis venezolana fue politizando el organismo en extremo. El organismo ha fracasado por varias razones, entre ellas, el auge de los gobiernos de derecha que han endurecido sus posiciones frente a la crisis venezolana y, por ende, la falta de consenso dentro del organismo que repercute en el veto para la toma de decisiones. En los últimos años el papel desestabilizador para la regionalización latinoamericana lo tiene Venezuela, que pareciera ser la Vietnam del siglo XXI.
El escenario regional latinoamericano es complejo, la globalización e interdependencia han generado incluso la armonización de la delincuencia organizada trasnacional que hace cada vez más evidente que ningún país o gobierno tiene capacidad o recursos suficientes para enfrentar con éxito estas amenazas. Como lo menciona Rojas Aravena, la resolución de conflictos por medio de la vía armada ha demostrado su falta de eficiencia, por el contrario, nos enfrentamos a la fuerza de las guerras híbridas, comerciales o tecnológicas. La región latinoamericana tiene grandes desafíos, y los principales no son de carácter militar, sino de carácter ambiental, financiero o tecnológico (inteligencia artificial y robótica). Estos desafíos no podrán enfrentarse de manera individual.
El último organismo multilateral latinoamericano que promete resultados es la Alianza del Pacífico. Quiliconi y Herrera-Vinelli plantean que este organismo se constituye como la opción más viable de regionalismo, una unificación comercial de cara a la caída de organismos como Unasur la cual, por su excesiva politización, no logró avances tangibles. Además, como argumento central, proponen que este proceso se genera en respuesta a escenarios de regionalismo cíclico, es decir, de configuraciones políticas y económicas cambiantes y con agendas variables que no terminan por consolidar instituciones sino más bien un caldo de cultivo para nuevos intentos organizativos.
La Alianza del Pacífico ha emergido co n fuerza en vía contraria al regionalismo poshegemónico, ya que es abierto y comercial, sin acuerdos políticos o ideológicos, de hecho, los países que conforman esta organización son los que más se han atrevido a la firma de TLC asimétricos, lo cual se sostiene como una absoluta ventaja ya que estos países al tener firmados TLC han pasado por la etapa de burocratización y ajustes regulatorios que hacen el comercio más flexible. Sin embargo, se presentan desafíos importantes aunque hablemos netamente de temas comerciales, debido a la falta de interconectividad que históricamente ha tenido la región,
apenas el 16% de sus exportaciones, en términos de valor, se dirigen a la propia región… por debajo del 50% que registran Asia Oriental y América del Norte, y del 64% de la Unión Europea (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2018, p. 17) (Quiliconi y Herrera-Vinelli, 2019, en Altmann Borbón, 2019).
Los intentos de conformar un bloque regional unificado han pasado por varias etapas y hoy presentan grandes desafíos. Si la agenda regional depende de los gobiernos de turno y además pretende ideologizar a la región en su conjunto, no se llegará al objetivo. La unificación debe ser pragmática, los aspectos más importantes del regionalismo latinoamericano tienen que ser los económicos y sociales, la politización y polarización, como escenario actual, deslegitima cualquier proyecto anterior, el regionalismo no debe responder a intereses políticos o estrategias de gobierno.
NOTA
1 Presentados en las mesas redondas de la conferencia internacional "Reconfiguraciones de poder. Repuestas regionales y globales en tiempos de incertidumbre". Conferencia desarrollada de manera conjunta entre la International Studies Association (ISA) y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Autores: José Antonio Sanahuja, Gerardo Caetano, Camilo López Burian y Carlos Lujan; Diana Tussie, Francisco Rojas Aravena, Cintia Quiliconi y Lorena Herrera-Vinelli y Luis Maira. Editora: Josette Altmann Borbón, publicación de Flacso, Secretaría General.
REFERENCIAS
Altmann Borbón, J. (ed.) (2019). América Latína frente a la reconfiguración global. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. https://www.flacso.org/secretaria-general/america-latina-frente-reconfiguraci-n-global
Flores Zúñiga, L. D. (10/07/2017). Rousseau y la Democracia-Procuraduría General de la República. Procuraduría General de la Repúblíca Costa Rica. https://www.pgr.go.cr/publicaciones/rousseauy-la-democracia/
Universidad del Rosario. (2020). ¿Qué piensan, sienten y quieren los júvenes? Universidad del Rosario. https://www.google.com/search?ei=LcS2XvvlBcS3ggeEzbjQCQ&q=encuesta+de+la+universidad+del+rosario+a+jovenes+sobre+la+democracia&oq=encuesta+de+la+universidad+del+rosario+a+jovenes+sobre+la+democracia&gs_lcp=CgZwc3ktYWIQAzoFCAAQgwE6AggAOgQIABBDOgQIABAKOgYIABAWEB46BQghEKABOggIIRAWEBOQHjoECCEQFVCAmQFY8POBYLD_AWgEcAB4BYABigSIAZ5vkgENMC4zNS4xOS45LjEuMZgBAKABAaoBB2d3cy13aXo&sclient=psyab&ved=OahUKEwi7sKTXhKfpAhXEmAKHYQmDpoQ4dUDCAw&uact=5