10.18601/16577558.n34.09
Vietnam el último Tigre Asiático en tiempos de Covid-19: resiliencia y crecimiento
VIETNAM THE LAST ASIATIC TIGER IN COVID-19 TIMES: RESILIENCE AND GROWTH
Ruvislei González Saez*
* Doctor en ciencias económicas. Jefe del Equipo de Investigación de Asia y Oceanía en el Centro de Investigaciones de Política Internacional (Cuba). [vietcuba@gmail.com]; [https://orcid.org/0000-0001-6805-365X].
Recibido: 1 de diciembre de 2020 / Modificado: 10 de febrero de 2021 / Aceptado: 22 de febrero de 2021
Para citar este artículo:
González Saez, R. (2021). Vietnam el último Tigre Asiático en tiempos de Covid-19: resiliencia y crecimiento. OASIS, 34, pp. 151-177. DOI: https://doi.org/10.18601/16577558.n34.09
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RESUMEN
En los últimos años un grupo de naciones asiáticas ha impactado en el escenario global con ciertos grados de influencia. Se ha hecho referencia a naciones como China, India, Corea del Sur, incluso algunas del sudeste asiático, pero pocas veces se menciona a Vietnam. El país indochino ha venido mostrando un crecimiento vertiginoso y se ha considerado como una de las 15 economías más dinámicas de los últimos años. El avance de la economía, su estabilidad política y resistencia ante los shocks externos le sitúan en la posición de uno de los últimos Tigres Asiáticos. Es uno de los Estados pequeños que no asume la posición de potencia media, pero que marca pautas por su creciente activismo. En el 2020, su perspectiva como presidente pro-témpore de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) en momentos de Covid-19, su resiliencia, respuesta positiva a la pandemia y su política de cooperación hacia el exterior, incluyendo a naciones desarrolladas, le situaron como un actor relevante. Por si fuera poco, ha sido una de las pocas economías con crecimiento económico en el año concluido. El propósito del artículo es exponer los fundamentos político-económicos que determinaron la relevancia de Vietnam en el actual contexto, pese a la compleja situación global que vive el mundo. En ese sentido, desde el enfoque de su política exterior cómo ha contribuido a lograr la profundización de la integración del sudeste asiático desde su posición de presidente de la Asean 2020.
Palabras clave: Vietnam, crecimiento, Tigre Asiático, resiliencia, Covid-19.
ABSTRACT
In recent years, a group of Asian nations have impacted the global scene with varying degrees of influence. Reference has been made to nations such as China, India, South Korea, and also to some Southeast Asian nations, but Vietnam is rarely mentioned. The Indochinese country has shown rapid growth and has been considered one of the 15 most dynamic economies in recent years. The advance of its economy, its political stability and the resistance to external shocks situates Vietnam in the position as one of the last Asian tigers. Vietnam is one of the small states that do not assume the position of a middle-ranking power, but that sets standards due to its growing activism. In 2020, its perspective as president pro tempore of the Association of Southeast Asian Nations (ASEAN) in this time of Covid-19 moments, its resilience and positive response to the pandemic as well as its cooperation policy toward foreign, including developed nations, situated the country as a relevant actor. Vietnam is one of the few economies that showed economic growth in 2020. The intention of the article is to expose the political and economic basis that determined Vietnam's relevance in the current context, despite the complex global situation; and, in this sense, from the perspective of Vietnamese foreign policy, how it has contributed to achieve the deepening of the integration of Southeast Asia in its position of asean president during 2020.
Key words: Vietnam, growth, Asiatic tiger, resilience, Covid-19.
INTRODUCCIÓN
En los últimos años, Asia ha devenido como la región más dinámica económicamente a nivel global. A la vez, su creciente relevancia geopolítica impacta sobre el sistema de relaciones internacionales, a partir del impulso de un grupo de países, algunos de los cuales avanzan como potencias regionales y globales como son los casos de China, Japón, India, Corea del Sur, Indonesia, Singapur, entre otros. Varias de estas economías se han identificado como emergentes, pero antes habían sido catalogadas como "Tigres Asiáticos", particularmente Hong Kong1, Singapur, Corea del sur y Taiwán2. Algunos autores las sitúan como Dragones Asiáticos y refieren el término "Tigre" a un segundo grupo integrado por Indonesia, Malasia, Tailandia y Filipinas.
En 2012, Karim Rahemtulla, director de mercados emergentes y opciones de Wall Street Daily expresó que un tigre económico debe tener un patrón de crecimiento superior a un trimestre o dos. Argumentó que, "debe crecer gracias a algún tipo de ventaja comparativa como puede ser su población, ya sea a través de la educación o de trabajadores calificados o no calificados"3. Desde los años noventa del pasado siglo, comenzaron a desarrollarse otros países del Sudeste Asiático, los llamados "Tigres Menores" o "Pequeños Dragones", los que emprendieron tardíamente su camino a la industrialización, rescatando a las economías industrializadas como modelo. Ellos fueron Malasia, Indonesia, Tailandia y Filipinas. Actualmente quien mantiene las características anteriores, luego de un largo proceso de renovación, es Vietnam (González, 2017).
En los años 1960 y 1970, los artículos made in Japan eran los más apetecidos por su calidad, diseño y precio. En los 80 comenzaron a aparecer en las etiquetas nombres más exóticos como Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong o Singapur. En la tradición confuciana China era el gran dragón, así que Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur, cuya población es en su mayoría de origen chino, comenzaron a ser conocidos como los pequeños dragones (…). Resultaba poco apropiado denominar así a unos territorios cuyo producto interno bruto (PIB) crecía anualmente entre el 6,4 y el 11,6% y pasaron a llamarse los cuatro dragones asiáticos. (…) Siguiendo con los bautizos, si la India es el gran Tigre Asiático, Tailandia, Malasia, Indonesia y Filipinas serían los cuatro pequeños tigres aunque sus respectivos PIB crezcan, en términos relativos, más que los del gran Tigre (Pereira, 1995).
El crecimiento fue concentrado especialmente en ocho economías, en lo que podría definirse como tres olas. La primera ola fue impulsada por Japón, seguidos por los "Cuatro Tigres" (Hong Kong, Corea del Sur, Singapur y Taiwán), y finalmente por Indonesia, Malasia y Tailandia. Desde 1960, estas economías han crecido dos veces más rápido que el resto del este asiático y las economías industrializadas, tres veces más que América Latina. Entre 1960 y 1985, el ingreso real per cápita se incrementó más de cuatro veces en Japón y los cuatro tigres y se duplicó en Indonesia, Malasia y Tailandia. Las economías en transición de Filipinas, Vietnam y China serían una última ola de crecimiento en la región. (…) Varios economistas coinciden en que la alta performance de estas economías tiene características comunes, entre ellas: estabilidad macroeconómica, rápido crecimiento, amplia participación en los beneficios del crecimiento, dinamismo del sector agrícola, crecimiento sustentado en progreso tecnológico, rápido incremento de las exportaciones y transición demográfica, altas tasas de inversión y ahorro e importantes inversiones en capital humano (Daniel, 2000).
La conceptualización e identificación de los grupos de Dragones y Tigres ha sido diversa. En general, el grupo ha estado integrado por ocho economías Hong Kong, Taiwán, Corea del Sur, Singapur, Indonesia, Malasia, Tailandia y Filipinas, dejando fuera los casos de Japón y China. A criterio del autor, puede entenderse como un Tigre Asiático aquella economía que se caracteriza por tener altas tasas de crecimiento por largos períodos y se someta a un proceso intensivo de industrialización que le permita avanzar en los niveles de desarrollo al mediano plazo y su economía tenga la resistencia de enfrentar los shocks externos. Para ello se fundamenta en la abundancia de mano de obra, bajos salarios pero se priorizan las inversiones en capital humano.
Podría definirse, a partir de lo planteado, la existencia de cuatro grupos particulares enmarcados en diferentes momentos. La primera gran ola de crecimiento en la que se sitúa a Japón y de ahí el fenómeno del derramamiento de los "ánades volantes"4. Le siguen los Dragones asiáticos Hong Kong, Corea del Sur, Taiwán y Singapur, los que han alcanzado un grado de madurez en los niveles de desarrollo y que ya no presentan altas tasas de crecimientos. Un tercer grupo que serían los Tigres Asiáticos, Tailandia, Malasia, Indonesia y Filipinas. Sin embargo, el desempeño económico de Vietnam en los últimos años le permite ingresar como el último Tigre, no solo en términos de crecimiento, sino también en relación con otros indicadores macroeconómicos.
Vietnam es considerado como el Tigre Asiático más reciente, ya que empezó a desarrollarse solo a partir de 1975, al final de la guerra, y teniendo que partir de la nada. Aun así, las tasas de crecimiento llegan a ser fuertemente esperanzadoras, variando de 5,1% en 1990 a 9,3% seis años más tarde. Cada economía nacional varía diferentemente ya que poseen distintas estructuras, pero analizando el grupo, se puede decir que los Tigres Asiáticos alcanzan niveles de crecimiento elevados y constantes (Bourdoncle, 2015). En particular, las de crecimiento en el siglo XXI le ubican en niveles elevados de la región, ello sin hablar de su resiliencia, pese a las debilidades financieras.
Luego de ser Vietnam en 1980 una de las economías más atrasadas del mundo reconocido por el Banco Mundial (BM), a partir del impacto de la guerra, el proceso de reunificación entre el norte y el sur, cuyos modelos de desarrollo eran incompatibles, unido al embargo de Estados Unidos (1964-1994) y el bajo relacionamiento con el sector externo, prácticamente centrado en el extinto campo socialista; pasó a convertirse en el siglo XXI en una de las economías más dinámicas, no solo a nivel regional, sino también global. Todo ello fue resultado del proceso de reforma conocido como Renovación a partir de 1986.
La reforma al modelo económico y social fue dirigida por el Partido Comunista de Vietnam (PVC) y ejecutada por el Gobierno. Esta se dividió en dos etapas, una Inicial y de Apertura (1986-2000) y una segunda de Industrialización y Modernización (2001-2020). La reforma vietnamita se planteó en cinco sentidos: renovación del pensamiento; de la estructura y la gestión económica; del sistema político; de la política social y de la política exterior. En su primera fase se enfocó en la agricultura y el sector empresarial; mientras la segunda en el desarrollo de la economía de mercado orientada al socialismo, centrada en la empresa estatal, la banca, las inversiones y la apertura al exterior (González, 2018). Como resultados del XIII Congreso del PVC desarrollado en enero de 2021, Vietnam se propuso para 2030 convertirse en un país en vías de desarrollo de ingreso mediano alto, y en 2045 en una nación desarrollada (meta un poco ambiciosa).
Existen razones para poder exponer la ubicación de Vietnam como uno de los últimos Tigres Asiáticos, o de cuarta generación. Para ello debe resaltarse su constante crecimiento, el protagonismo gubernamental en pleno desarrollo, el énfasis en la educación, la industria basada en el uso intensivo de la mano de obra, la formación de un mercado nacional, el papel del Estado en las estrategias de desarrollo, la reforma agrícola iniciada en 1986, etc. Pero a ello añadir, la capacidad de resistencia ante shock externos demostrados en la crisis de 2008-2009 y la más reciente potenciada por la Covid-19. Incluso los impactos más recientes fomentaron como forma de activar la economía el aumento de la inversión pública y la captación de tecnologías.
Según Krugman (2016), se puede tener estabilidad sin progreso, evitar una depresión sin conseguir un crecimiento económico continuo. Sin embargo, Vietnam ha demostrado estabilidad, progreso, crecimiento y ha evitado la depresión. A la vez Krugman y Obstfeld (2006), plantearon que el crecimiento económico implica un desplazamiento hacia afuera de la frontera de posibilidades de producción de un país. Este puede ser consecuencia del incremento de los recursos de un país, o de la mejora de la eficiencia con que se utilizan esos recursos. Este desplazamiento de la curva de oferta relativa mundial provoca cambios en la relación de intercambio del país que ha crecido, que pueden ir en ambas direcciones. Si la relación de intercambio del país que crece mejora, esta mejora refuerza el crecimiento inicial en el país, pero perjudica al resto del mundo. Ello se ha demostrado en los intercambios favorables de Vietnam en los últimos cinco años, incluyendo el 2020.
Si se compara el índice de desarrollo humano (IDH) de Vietnam con algunos de los Dragones o Tigres Asiáticos, puede decirse que la nación indochina se encuentra cercana a Singapur en 1990, a Malasia en el 2000 y Filipinas en 2015 por citar algunos ejemplos (gráfico 1). De seguir la trayectoria y la estrategia de desarrollo proyectada por el PVC en los próximos 10 años podría alcanzar el IDH de algunas de estas naciones del sudeste asiático. En este escenario debe señalarse la persistencia del PVC y el Gobierno por el logro de sus objetivos en los tiempos pactados.
En cuestiones puntuales, Vietnam sobrepasa a algunos de estos Tigres Asiáticos según datos del Banco Asiático de Desarrollo (BAD). La esperanza de vida de Vietnam es de 75 años, superior a la de Filipinas (71,2) e Indonesia (71,7). En relación con la pobreza Vietnam en el 2016 presentaba el 5,8% de su población con este flagelo, sin embargo, las tasas de Indonesia (9,4%), Tailandia (9,9%), Filipinas (16,8%), Hong Kong (14,9%) y República de Corea (16,7%) son mayores. En Vietnam la proporción de la población pobre que recibe beneficios de la asistencia social, es el 100% al igual que en Tailandia, Malasia, Indonesia y Filipinas. Mientras en Tailandia el 14,5% de la población prevalece con desnutrición, en Tailandia el 9,3% e Indonesia el 9%, en Vietnam solo el 6,4% (BAD, 2020a).
Otros elementos comparativos destacan que en la nación indochina el 100% de la población tiene acceso a la electricidad. En cuanto a los niveles de desempleo en el 2019 fue el octavo país con menor índice en la región (2%) solo superado en comparación con los Dragones y Tigres por Tailandia. Tras el impacto de la Covid-19 aumentó el desempleo a 2,7%, pero sigue siendo comparable. La proporción de media y alta tecnología en el valor añadido total en Vietnam es del 38,7% cuando en Indonesia es del 35% y Hong Kong del 37,4%. Al compararse la proporción de la población cubierta por red móvil LTE , mientras en el país indochino es del 93,9%, en Malasia es del 93 y Filipinas del 80%. Vietnam gasta en investigación y desarrollo (I+D) como proporción del PIB el 0,53%, sin embargo, Indonesia solo el 0,23% y Filipinas el 0,16% (BAD, 2020a).
En el contexto de la globalización, Vietnam ha sido uno de los países que supo aprovechar la inserción internacional y beneficiarse de ella. A la vez, el mapa geopolítico global se ha estado modificando, en el que potencias tradicionales han quedado eclipsadas, mientras un grupo de naciones emergentes han avanzado en el crecimiento económico, activismo e influencia internacional. En particular Vietnam es un caso peculiar que aun sin poder catalogarse como potencia media, ha logrado imponerse ante terceros Estados, en especial en el tema de la seguridad, y es visualizado como un actor que va ejerciendo influencia desde su posición de país en ascenso, fomentando la cooperación y el diálogo multilateral regional.
Vietnam es un actor con un protagonismo regional y una proyección diplomática más fuerte que vecinos de mayor dimensión. La diplomacia sanitaria implementada con la Covid-19 mediante la asistencia a otros Estados permitió elevar su prestigio político. Desde los años setenta ha mostrado influencia en temas de seguridad con su presencia en Cambodia y el rechazo a la intervención de grandes potencias, a la vez que el conflicto del mar del Sur de China ha sido un factor condicionante de su activismo político-diplomático, incluso ya en el siglo XXI como mediador del conflicto fronterizo Cambodia-Tailandia. Ello sin dejar de mencionar su posición como principal suministrador económico de Estados Unidos y China en el Sudeste Asiático y ser, después de Singapur e Indonesia, el tercer mayor destino de las inversiones extranjeras directas (IED) en el sudeste asiático en el 2019.
La nación asiática ha sido llamada en algunos casos como potencia media. Entiéndase como potencia media, aquella con intereses particulares o limitados que presentan el común denominador del ejercicio de sus funciones, en el contexto de la política internacional, mediante una política exterior con objetivos y actuaciones propias que, dentro de los límites establecidos por las superpotencias y las grandes potencias, logran imponerse a terceros Estados, gozan de cierta capacidad de hegemonía y dominación respecto a estos países. Las potencias regionales son aquellos Estados que carecen de capacidad y voluntad de ejercer su hegemonía a escala mundial, pero que intervienen, económica, política, ideológica y militarmente de modo eficaz en un área geopolítica más restringida (Rodríguez, 2017).
El término potencia media se utiliza generalmente para hacer referencia a Estados de tamaño grande o medio, con una política exterior activa en determinadas áreas, regional o sectorial, y a los que se les supone una cierta capacidad de influencia, además de cierto prestigio internacional (Calduch, 1991). Por otro lado, existen otras definiciones como aquellos Estados que, no siendo potencias mundiales, porque carecen de los recursos necesarios para ostentar tal rango, mantienen responsabilidades y ejercen funciones en subsistemas regionales o sectoriales (Pérez, 2001). Los conceptos de potencia media y regional son ambiguos y confusos. No son estáticos ni permanentes, sino que pueden cambiar de posición en la estructura de poder internacional, ascendiendo o descendiendo según la ubicación alcanzada (Chapnick, 1999).
Teniendo en cuenta lo antes mencionado, pudiera plantearse que la nación asiática puede adentrarse en la categoría de "potencia media en gestación", aun cuando no reproduce relaciones hegemónicas en el sudeste asiático porque no es su política. Además, debe señalarse que ha incrementado su activismo como portavoz de los Estados más pequeños del área ante organismos internacionales. Ello sin mencionar su situación geográfica, el volumen y preparación de su Ejército, así como la capacidad para enfrentarse a otros Estados ante un conflicto bélico. Las transformaciones actuales del sistema internacional conducen a que un grupo de países aumenten su influencia. Vietnam lo hace a través de la cooperación regional con los miembros de la Asean, Japón, India, e incluso mediante vínculos con otros Estados en particular en la región latinoamericana y caribeña, al ser uno de los pocos países asiáticos que ha desarrollado un Foro de Comercio e Inversiones con América Latina y el Caribe, creado en 2012.
Vietnam se encuentra en una fase incipiente como potencia media, al estar centrada en su desarrollo interno para alcanzar el nivel de progreso requerido, teniendo en cuenta que no se han logrado los objetivos en su estrategia de industrialización y modernización. Sin embargo, no debe dejar de reconocerse la influencia mediadora y conciliadora en su entorno más cercano e incluso desde las posiciones que ha asumido en organismos como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), en invitaciones a reuniones del G-20, como organizador de la Apec (2006, 2017), como presidente pro-tempore de la Asean (1998, 2010, 2020), entre otros.
Particularmente el Índice de Poder Asia del Instituto Lowy define a Vietnam como un poder medio. Clasificado en el lugar 12 de 26 países de la región incluyendo a Estados Unidos y Rusia en 2020. Vietnam tuvo los mayores avances en su influencia diplomática (+6 puntos), redes de defensa (+5,4 puntos), capacidad económica (+1,9 puntos) e influencia cultural (+0,4). Vietnam superó a Nueva Zelanda y registró en 2020 la mayor mejora en el poder relativo de cualquier país ganando 1,3 puntos. Tuvo el mejor desempeño en su influencia diplomática, con su reputación fortalecida por el manejo competente de la pandemia. Al analizar esta variable y las capacidades militares (lugar 11 en el ranking regional) es mayor que otros Tigres Asiáticos como Malasia, Indonesia, Filipinas y Tailandia. En relación con la respuesta a la Covid-19 tuvo el tercer lugar por encima de Taiwán y Corea del Sur (Lowy Institute, 2021).
El ascenso de Vietnam, su estabilidad política, su creciente atractivo económico y el aumento de su influencia regional le sitúan en la posición de uno de los últimos Tigres Asiáticos. Lo más interesante en el 2020, fue su proyección no como receptor, sino como donante en la lucha contra la Covid-19. El propósito del artículo es exponer los elementos político-diplomáticos y económicos que determinaron su relevancia en el actual contexto, pese a la compleja situación global de pandemia.
DESEMPEÑO ECONÓMICO DEL PAÍS EN LOS ÚLTIMOS AÑOS Y PROYECCIÓN FUTURA
Son pocos los países que han logrado mantener un crecimiento del PIB por encima del 6% en 10 años. Particularmente Vietnam, ha mantenido una tasa promedio de 6,3%. Incluso en los años de crisis mundial 2008-2009, estuvo creciendo 6,2% y 5,3% respectivamente. Más reciente, en la etapa 2016-2019, el crecimiento promedio fue de 6,8% (gráfico 2) con la excepción del 2020, debido al fuerte impacto global de la Covid-19 y los daños causados por el cambio climático en las provincias centrales del país. A pesar de ser el peor año desde 1986 para Vietnam, el haber logrado una tasa del 2,91% en el 2020, le situó entre las economías que más crecieron en el mundo, incluso por encima de China (2,3%).
El valor de la economía nacional alcanzó en 2019 unos 262 mil millones de dólares, casi 10 veces más que en 1986. Si en ese momento, la agricultura representaba el 40% del PIB en la estructura de la economía, ya en el 2019, solo representó el 13,96 (GSO, 2020). Aun así, Vietnam se ha convertido en uno de los principales exportadores mundiales de pimienta, anacardo, café, arroz, etc., a partir de las transformaciones de la gestión y el apoyo gubernamental que han sido estimulantes para promover la productividad laboral.
Indudablemente la Covid-19 ha impactado severamente sobre la estabilidad económica mundial. En ese sentido, las instituciones financieras internacionales (IFI) vaticinaron a esta nación como una de las pocas con crecimiento. La principal razón ha sido la aplicación de rigurosas medidas de cuarentena nacional y de cierre de fronteras primero desde los inicios de la pandemia. Ello condujo a que en poco tiempo pudiera desarrollar la reactivación de la producción más rápido que otras naciones del área y adecuar algunas exportaciones a la demanda del momento, en particular de productos sanitarios. Otros países, con economías más grandes en el sudeste asiático sufrieron caídas severas como son los casos de Tailandia, Singapur y Malasia.
El rápido y constante crecimiento vietnamita, unido a las políticas gubernamentales implementadas, auguraba un crecimiento para 2020 de casi el 7%. Ello significaba uno de los mayores aumentos del PIB en la región. Posteriormente, con el impacto de la Covid-19, las proyecciones de abril situaban a Vietnam en una situación ventajosa (4%), pero después los pronósticos siguieron a la baja a partir de la agudización de la situación global. No obstante, las perspectivas estuvieron por encima de las de países más desarrollados y los resultados del año lo demostraron.
Además de una excelente respuesta doméstica a la pandemia, el gobierno creó suficiente espacio fiscal para implementar un ambicioso estímulo de gasto público. A finales de 2019, el nivel de la relación deuda pública/PIB era aproximadamente un 7% más bajo que en 2016 y las autoridades habían acumulado enormes reservas de efectivo. En el espíritu de la economía keynesiana, el gobierno puede, por tanto, mejorar tanto la demanda agregada a corto plazo como la oferta agregada a largo plazo gastando más y mejor (Morisset, 2020). Los resultados del 2020, en comparación con otros países, fueron exitosos (gráfico 3).
La industria orientada a la exportación volvió de nuevo a ser el principal motor de crecimiento de la economía de Vietnam. El valor de las exportaciones creció un 7% interanual al cierre del 2020 para alcanzar los 282 650 millones de dólares. Puede decirse que incluso un grupo de productos tuvieron mayores ventas que en relación con el 2019, especialmente las máquinas, equipos, herramientas e instrumentos con un crecimiento de un 48,6%; hierro y acero (25,1%), computadoras, productos eléctricos y componentes (24,1%), madera y productos madereros (16,2%), por citar algunos ejemplos. No obstante, hubo una reducción de las ventas de teléfonos y partes en un 0,4% en comparación con el año anterior. Pese a ello estos últimos fueron los productos de mayor valor de exportación por 51 184 millones de dólares (General Department of Vietnam Customs, 2021). Se mantuvo Estados Unidos como el mayor destino de las exportaciones vietnamitas y el de mayor crecimiento, seguido por China (gráfico 4).
Si bien, Estados Unidos constituye un mercado relevante para las exportaciones, no es así para las importaciones, país con el que Vietnam tiene un gran superávit comercial desde hace varios años. Sin embargo, China constituye su principal socio y también suministrador. Al ser el gigante asiático otra de las economías que más rápido inició la reanimación en 2020 y la cercanía, permitió aumentar las compras vietnamitas (gráfico 5).
El crecimiento económico vietnamita está dado, en gran parte, por su orientación a las exportaciones. Los esfuerzos han conducido a que no solo se eleve el comercio total del país, sino también el superávit comercial (gráfico 6). No obstante, una parte de las importaciones está determinada por un volumen importante de compras en el exterior de materiales e insumos. Entre los desafíos presentes, Vietnam está entre los países más expuestos a la demanda final de Estados Unidos, China y Europa después de Singapur y Taiwán. Particularmente con la nación americana, Vietnam es el segundo más expuesto después de México (United Nations, 2020). Ello le genera desafíos sobre todo en momentos de crisis económica mundial o de tensiones sino-estadounidenses, por citar solo dos amenazas, aunque se abren oportunidades.
Las afectaciones de la Covid-19 continuarán en 2021 y aunque las IFI pronostiquen elevados crecimientos para este año, lo cierto es que los impactos a la estabilidad económica mundial continuarán siendo negativos, a partir de los rebrotes que están ocurriendo. Por tanto, no deben esperarse elevados índices, salvo en economías particulares, entre las que se puede citar a Vietnam. Enero de 2021 definió un nuevo rumbo a seguir por la nación indochina, a partir de la celebración del XIII Congreso del PVC. Este enfatizó el camino al desarrollo, donde el rol de la innovación será cada vez más importante, a partir de una nueva estrategia para el período 2021-2025, 2030 y hacia el 2045.
Ha habido pasos positivos hacia el desarrollo de la economía, incluido el fuerte impulso del gobierno para la economía digital, el aumento de la inversión en I+D y la participación, cada vez más profunda, de las empresas vietnamitas en el sector manufacturero de alta tecnología. Para unirse a las filas de países desarrollados, Vietnam tendrá que hacer la transición de un modelo basado en recursos y mano de obra a uno impulsado por alta tecnología e innovación. Al mismo tiempo tendrá que invertir más en capital humano y mejorar sus IDH (Le Hong, 2021).
Vietnam fue en el 2019, el tercer destino mayor de las IED en el sudeste asiático después de Singapur e Indonesia con un valor de 16 mil millones de dólares e incluso atrajo mayor volumen que Corea del Sur y Taiwán. Tras el conflicto comercial potenciado en el propio año entre Estados Unidos y China, compañías como Intel de Estados Unidos, Nintendo y Kyocera se trasladaron de China a Vietnam (Unctad, 2020). El país emergió como uno de los destinos principales en el sudeste asiático para inversores estadounidenses que buscaban salir de China, al ofrecer varias opciones para entrar al mercado. Una importante razón es que posee formas y opciones de estructura corporativa más comunes para los inversores estadounidenses y europeos.
En 2020, ante una caída de la inversión global derivada de la incertidumbre provocada por el avance del coronavirus, las perspectivas fueron conservadoras. El buen manejo de la Covid y el reimpulso de la economía en el propio período, mientras otras economías estaban enfrentando un aumento de los infestados por la Covid-19, permitieron atraer un monto total de 23,5 mil millones de dólares de IED hasta octubre del propio año, entre capital registrado, adicional y adquisiciones en acciones. Tan solo en capital registrado hubo 2100 nuevos proyectos por valor de 11,7 mil millones de dólares y 907 proyectos por valor de 5,7 de capital adicional. Los mayores inversores en el 2020 fueron Singapur con 7,5 mil millones de dólares (31,9% del total de IED), Corea del Sur con 3,4 mil millones de dólares (14,6%) y China con 2,2 mil millones de dólares (9,2%) (Ministry PIanning and Investment of Vietnam, 2020).
El aporte de la comunidad vietnamita en el exterior y su apoyo a la economía nacional fue relevante. Hasta octubre de 2020, el 6,8% de las inversiones totales en el país, tuvo como origen los vietnamitas de ultramar con un monto de 1,3 mil millones de dólares en IED en 362 proyectos, procedentes de 27 países. Financieramente en apoyo a la Covid-19 realizaron donaciones por valor de 1,5 millones de dólares, así como suministros sanitarios; en tanto, ante las afectaciones por las inundaciones en las provincias centrales apoyaron con 1,4 millones de dólares y mercancías para las familias damnificadas. El envío de remesas a Vietnam por los vietnamitas residentes en el exterior fue en 2020 de 15 mil 700 millones de dólares, una cifra que se redujo por el impacto de la Covid-19, sin embargo, figuró entre los nueve receptores mundiales (Ministry PIanning and Investment of Vietnam, 2021).
La atracción de IED ha sido un factor importante y su incorporación a las CGV, y debido a ello, es el octavo país en el mundo con mayor crecimiento en las exportaciones después de Singapur, Hungría, Malasia, Polonia, Reino Unido, República de Corea y Alemania (United Nations, 2020). Es decir, se encuentra por encima de Japón y China, sin embargo, transformar este proceso y avanzar hacia una industria nacional con mayor competitividad e innovación, solo se ha manifestado en algunos sectores particulares como las telecomunicaciones y automotriz, a partir de las inversiones de los grupos Viettel y Vinfast, este último logró diseñar la primera marca de auto vietnamita.
En el propio proceso de confrontación entre Estados Unidos y China, unido al cambio de modelo chino centrado más en el consumo interno que provocó un aumento de los costos laborales, más el impacto negativo de la pandemia que produjo interrupción en cadenas de suministros; reforzó el interés de varias empresas por salir del territorio del gigante asiático. En ese sentido, un conjunto de empresas decidieron relocalizarse en el Sudeste Asiático. Vietnam ha devenido como el principal destino (figura 1). A la vez, ha sido catalogado como uno de los mercados emergentes de mayor potencial elegido por los ejecutivos de la actividad de logística después de la India (16%) y China (15%) con un 9%, al que le sigue posteriormente Brasil (6%) e Indonesia (5%) (Agility, 2020). Ello sin mencionar la reactivación de la economía en tan poco tiempo en medio de la compleja situación, debido a sus efectivas políticas y los largos períodos sin contagios en 2020.
ACTIVISMO DIPLOMÁTICO Y ECONÓMICO INTERNACIONAL. SU RELEVANCIA GEOPOLÍTICA
Como parte de la Renovación (Doi Moi), Vietnam impulsa el desarrollo de una economía de mercado orientada al socialismo. Para ello, como miembro de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en su mayor relacionamiento con el resto del mundo necesita ser reconocido como economía de mercado. Tal reconocimiento contribuye a acelerar el desarrollo económico mediante mayores inversiones y oportunidades comerciales para el país. Hasta enero de 2018, solo 69 naciones le habían reconocido como economía de mercado, una de las razones del despliegue de la diplomacia económica (ANT Consulting, 2018).
Su activismo internacional en los últimos 15 años ha sido parte de la estrategia de la renovación de la política exterior, y su intención de participar en la integración económica internacional, tras un plan de trabajo de conformidad con la estrategia nacional de desarrollo con la visión 2020. En ese sentido, se enfocó en prepararse para la firma de acuerdos de libre comercio, bilaterales y multilaterales, promover la cooperación integral y eficiente con la Asean y los países de Asia-Pacífico. A la vez, se propuso consolidar y desarrollar la cooperación bilateral confiable con socios estratégicos; aprovechar efectivamente las oportunidades, así como minimizar los problemas y los riesgos tras su adhesión a la OMC en 2007.
Para ello, el país implementó su política exterior multidireccional a través de tres mecanismos clave: Asociaciones Estratégicas/Integrales, acuerdos comerciales y multilateralismo. Las Asociaciones Estratégicas/Integrales mejoran la cooperación bilateral en una amplia gama de áreas con socios fundamentales, proporcionando beneficios económicos, políticos y de seguridad. El léxico de política exterior vietnamita incluye varios términos para definir el nivel y la cantidad de mecanismos para implementar sus asociaciones. Son en orden creciente de profundidad: Asociaciones Integrales, Asociaciones Estratégicas, Asociaciones Estratégicas Extensivas, Asociaciones Estratégicas Integrales y Asociaciones Estratégicas Cooperativas Integrales. El contenido de cada asociación varía, siendo las Asociaciones Integrales menos denso en la naturaleza (Chapman, 2017). Incluir la categoría de Amistad Tradicional y Cooperación que solo tiene con países como Laos y Cuba, entre otros.
Vietnam se encuentra ubicado en una posición geopolítica estratégica en el corazón de la Asean y muy cerca de China. Si bien ha sido punto de competencia en el pasado y presente, no puede desestimarse que lo sea en el futuro. Es un pequeño país, que ha demostrado, a través de la historia, su capacidad para enfrentar a grandes países y salir victorioso. La relación con las potencias es una de sus importantes políticas estratégicas en sus relaciones externas (Luong, 2012).
Ello implica que su política hacia China y Estados Unidos pasa por una triangulación de las relaciones y Hanoi actúa cuidadosamente para evitar choques o estar en el centro del conflicto entre estas dos grandes naciones. La propia estrategia estadounidense busca convertir a este país en socio. En particular para Estados Unidos la Asociación Integral con Vietnam le confirma como un jugador estratégico en la región (Landler, 2017).
La diplomacia económica emprendida por Vietnam le ha permitido una mayor inserción en un grupo de mecanismos internacionales que le ha proporcionado beneficios. La efectividad de su participación ha estado relacionada con el importante rol del gobierno vietnamita. Ello ha permitido, que sin ser uno de los países asiáticos con más acuerdos de libre comercio (TLC), se haya incorporado en proyectos importantes como el Acuerdo Progresivo e Integral de Asociación Transpacífico (CPTPP), el Acuerdo UE-Vietnam y más recientemente a la Asociación Económica Regional Integral (RCEP). Incluso fue el primer país en firmar un TLC con la Unión Económica Euroasiática (UEEA). Llama la atención que Vietnam tiene TLC con la mayoría de las economías más grandes del mundo, excepto con Estados Unidos (figura 2).
Vietnam es particularmente importante dentro de los esquemas de deslocalización industrial que están protagonizando los países más desarrollados de Asia. Los principales inversores en Vietnam han sido en los últimos años Corea del Sur, Singapur, Japón, Taiwán, Hong Kong (RAE), China. Mientras las inversiones de Estados Unidos y países europeos son marginales en relación con las cantidades que invierten en el resto de Asean. Para destacar la mayor fábrica de Samsung, la segunda mayor de Nike y una de las mayores de Intel están en Vietnam. El atractivo del país se ve ampliado por su activismo en la participación de acuerdos comerciales (Asean, UEEA, UE, CPTPP) su estabilidad política y económica y su demografía favorable con una elevada población juvenil. Además, es una plataforma para acceder tanto a Laos como a Cambodia y viceversa. Sobre todo el puerto vietnamita de Da Nang constituye la puerta comercial por vía marítima de Laos.
El país asiático en estos momentos tiene una gran relevancia para varias potencias dado su valor geopolítico. No es casual el reforzamiento de los lazos de Japón con Hanoi, al punto que la primera visita del actual primer ministro, Yoshihide Suga fue a la nación del Sudeste Asiático en 2020 (acercamiento en su proyección de cooperación frente a los conflictos con China), también la del primer viaje del presidente chino, Xi Jinping en su segundo mandato en 2017, aunque también había visitado el país en 2015; en tanto, en cuatro años, dos presidentes estadounidenses realizaron giras oficiales a dicha nación, Barack Obama en 2016 y Donald Trump en 2017 y 2019.
La pandemia ha cambiado la naturaleza de la diplomacia, en especial el estilo algo anticuado que más favorecía la Asean: consultas frecuentes, negociaciones informales y fomento de la confianza a través de reuniones y retiros, ninguno de los cuales es posible dadas las restricciones. Vietnam ha mostrado liderazgo y ha sido engranaje para el desarrollo de importantes eventos no solo como presidente de la Asean y miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU en 2020. Puede señalarse la probada habilidad como sede de importantes foros regionales y reuniones de alto nivel de relevancia global como la Cumbre Estados Unidos-Corea del Norte en 2019. Impresionante fue la temprana respuesta vietnamita al coronavirus. Diplomáticamente, Vietnam ha tenido que tomar en 2020 un rol fundamental. En medio de las complejidades mundiales, con su liderazgo contribuyó a preservar la unidad y solidaridad de la Asean (Huong, 2020).
La presidencia de Vietnam en la Asean en 2020, constituyó en medio de los desafíos una gran oportunidad, que le permitió demostrar su fortaleza como actor regional y su diplomacia digital. La celebración de las 36 y 37 cumbres del bloque y las reuniones paralelas donde se aprobaron más de 80 documentos contribuyeron a resaltar el buen desempeño de Hanoi y el éxito de las reuniones de alto nivel. A la vez, la persistencia, el pragmatismo y la paciencia que caracteriza a Vietnam contribuyeron a la adopción de cinco declaraciones en la Cumbre del Este de Asia, hecho sin precedentes en la historia de la magna cita. Bajo la conducción de Vietnam, se estableció el Grupo de Trabajo del Consejo Coordinador Asean sobre Emergencias de Salud Pública y se convocó a una cumbre virtual especial del mecanismo y también de Asean+3 (China, Japón y la República de Corea) sobre la Covid-19 en abril de 2020.
Vietnam ha demostrado su responsabilidad ante la comunidad internacional al enviar fuerzas de paz para cumplir las misiones de la ONU. Hasta ahora ha enviado unos 200 efectivos a la República Centroafricana y Sudán del Sur para unirse a la lucha contra la pandemia, mientras llevan a cabo su misión de mantenimiento de la paz de la ONU en el país. Está asumiendo ciertos roles de poder intermedio mientras no se ha identificado como tal. Vietnam parece permanecer categóricamente reacio y circunspecto a asumir el estatus de potencia media en sus declaraciones públicas y registros oficiales, como los documentos del Partido en sus congresos nacionales y el Libro Blanco de Defensa (Huynh, 2021).
DESEMPEÑO DE VIETNAM ANTE LA COVID-19
Vietnam ha sido uno de los actores internacionales que mejor se ha desempeñado, no solo en el combate interno frente al coronavirus, sino también en la cooperación internacional. Ello se debe a las condiciones de infraestructuras creadas, incluso en el 2019 se ubicaba entre los cinco principales exportadores de determinados insumos sanitarios que permitieron reforzar su posición ante la Covid-19 en el 2020. Pese a ser una de las últimas economías más dinámicas, y una de las que menos se hace referencia internacional, ha sobresalido por sus capacidades internas.
Una de las razones de su desempeño interno ante la pandemia, más allá de las políticas gubernamentales está relacionado con el gasto dedicado a la salud dentro del PIB. En comparación con los demás Dragones y Tigres Asiáticos, Vietnam destinó el 5,92% de su PIB al sector sanitario solo superado por Corea del Sur (7,56%) en 2018. Tan solo al combate de la pandemia le destinó adicionalmente un 0,2% del PIB (BM, 2020b). Por otro lado, la principal medida de impacto y a su vez simple, fue el cierre inmediato de fronteras.
La relevancia vietnamita en el escenario global, no aumentó tanto por su exitoso enfrentamiento a la Covid, como por su proactividad en la condición de donante al resto del mundo. Vietnam se posicionó en la asistencia internacional, junto a otras economías de la región con gran experiencia como China, Taiwán, Corea del Sur y Japón y despliega una diplomacia sanitaria activa. El apoyo de la nación indochina fue tanto a países desarrollados, entre ellos, Estados Unidos, Reino Unido o Italia como a países subdesarrollados (figura 3). La asistencia involucró a países prioritarios en su política exterior, incluyendo aquellos que han sido rivales, como parte de su política de "ser amigo y socio confiable" bajo el principio de los tres no: no alianza, no bases en el país y no se asociará con una de las partes para oponerse a otra (Ministerio de Defensa de Vietnam, 2019).
Vietnam se ubicó en el 2019 como el segundo principal exportador mundial de vestidos de protección y el quinto de mascarillas (gráfico 7). Con el avance de la Covid-19 en el 2020 la nación asiática logró desplegar su propia tecnología que le permitió desarrollar los kits de prueba con una elevada calidad. En ese sentido, pudo emprender acciones de apoyo a otras naciones entre ellas Estados Unidos, Alemania, Ucrania, Cuba, etc.
Vietnam fue uno de los primeros países en tomar medidas y ser uno de los más exitosos en el enfrentamiento de la pandemia. No obstante, el segundo trimestre tuvo severas afectaciones que le condujeron a tener la mayor caída del PBI desde 1986 (0,4%). Pese al rebrote que hubo en el mes de julio, estableció medidas estrictas para emprender la recuperación económica inmediata mediante la reactivación de la producción nacional y las actividades comerciales. El cierre de fronteras indudablemente impactó sobre el comercio y las empresas, especialmente las pequeñas y medianas empresas (Pymes) cuya intervención del Estado fue importante para impedir un acelerado crecimiento de la deuda y una caída de la inversión. En ese sentido, el desembolso de la inversión pública contribuyó a mantener el avance del desarrollo de infraestructura lo que podría contribuir a un crecimiento de al menos 0,4% en el PIB (GSO, 2020). Por ello, se promovió la inversión pública en grandes proyectos de construcción como el Metro de Hanoi, o las autopistas en construcción, así como otros programas en Hanoi, ciudad Ho Chi Minh y Quan Ninh.
Lo positivo de la nación asiática fue su rápida respuesta mediante el cierre de fronteras, en particular con China desde sus inicios y luego con países europeos. Lanzaron una amplia campaña nacional de información con atractivos mensajes e incluso una de las canciones vietnamitas se volvió viral en las redes sociales a nivel mundial. Cuando apenas el país llegaba a tener sus primeros enfermos comenzó a poner en confinamiento todos los territorios con más de 10 mil habitantes que estaban cerca de la capital. A partir de marzo, estableció cuarentena obligatoria de 14 días para todo el que entrara al país en centros de aislamientos. Cualquier pasajero que llegara a los principales aeropuertos debía someterse al control médico. La movilización nacional y el cierre de negocios permitieron no expandir la pandemia.
Si bien la Covid-19 afectó una serie de indicadores macroeconómicos en Vietnam, hay que destacar las acciones gubernamentales para impedir impactos mayores. La tasa de desempleo se situó en 2,50% en septiembre de 2020, luego de que en junio del propio año tocara el punto más alto 2,7% (Ceic, 2021). El gobierno vietnamita emitió el Decreto 41, en abril, extendiendo los plazos de pagos de impuestos y tarifas de alquiler de tierras. La mayoría de los sectores se extendió por cinco meses, mientras a los individuos y hogares los plazos de los impuestos se extendieron hasta el cierre del año. Por otro lado, el primer ministro emitió la Directiva 11/2020 sobre medidas para ayudar a las empresas afectadas. En lo financiero se redujeron las tasas de interés por parte del Banco Estatal (Central) entre 0,5 y 1% y ordenó a los bancos comerciales hacer lo mismo. Se aplicó en las zonas de mayores problemas económicos el sistema del cajero automático de arroz gratis para las personas más desfavorecidas (Falak, 2020).
Por otro lado, se realizó un estudio por una entidad de Singapur en el que se analizaron 23 países y se realizaron entrevistas a 12 500 personas que permitió elaborar un Índice Global de Crisis. En este, Vietnam constituyó el segundo país más exitoso al evaluarse de manera general. Al analizar el grado de enojo y frustración con el avance de la pandemia, la nación indochina mostró el índice más bajo. En tanto, en relación con mantener al público informado con noticias actualizadas ocupó la tercera posición con 94% del voto favorable y el segundo en cuanto a la proyección y respuesta de los líderes, así como de la actuación de la comunidad local, ambos después de China (Toluna, 2020)
El sector del turismo fue severamente impactado, al no lograr en el año la meta de recibir 20 millones de turistas extranjeros. La estrategia desarrollada por el país condujo a que al menos en los seis primeros meses del año el país recibiera 3,7 millones de visitantes foráneos. Esta fue la cifra más baja desde 2015 (gráfico 8). Vietnam cada vez se está ubicando más como un destino regional importante, a pesar de la competencia de sus vecinos Tailandia, Indonesia y Singapur.
Aunque se venía pronosticando un crecimiento de la economía digital en Vietnam y las oportunidades, a partir de los ingresos que podría obtener, la Covid-19 aceleró todos los procesos vinculados a este sector. En especial esta nación concibe que será una donde más crecerán los beneficios, a partir de una expansión del comercio electrónico, el turismo online, las comunicaciones y lo procesos de incursión en taxi. Si bien fue la cuarta economía en el 2019 que obtuvo mayores beneficios en el sudeste asiático con 12 mil millones de dólares, después de Indonesia, Tailandia y Singapur; para el 2025 se prevé que sea la tercera (gráfico 9).
En resumen, algunos de los fundamentos políticos y económicos que determinaron la relevancia de Vietnam en el 2020 fueron:
A ello debe añadirse que, a partir del avance de la Covid-19 y su persistencia, el gobierno vietnamita asumió el enfoque de la inteligencia artificial (IA) desde un ángulo más amplio en el marco de la gestión del Estado, formulación de políticas y marcos legales, recursos humanos, infraestructuras y base de datos. La pandemia contribuyó a un impulso de la transformación digital nacional, la que avanzó en 2020 a un ritmo jamás visto en el país. Ello permitió la implementación exitosa del aprendizaje a distancia en solo un mes en centros educativos y la celebración de reuniones en línea por parte de las instituciones estatales. A la vez, incidió positivamente sobre el despliegue de la diplomacia digital en momentos que presidió el bloque Asean y las diversas reuniones paralelas.
CONCLUSIONES
Vietnam con su dinamismo económico y resiliencia ha mostrado ser el último de los Tigres Asiáticos. Particularmente en el 2020 demostró su gran resistencia al ser de las pocas naciones en el mundo que tuvieron crecimiento del PIB (2,91%). A la vez en el año logró transformarse en la cuarta economía más grande del sudeste asiático y ya compite en ciertos indicadores con algunos de los Tigres Asiáticos. Aun cuando el Partido y gobierno vietnamitas no se planteen convertirse en un poder medio, lo cierto es que la nación asiática es una potencia media incipiente que devendrá en actor relevante en la mitad del siglo XXI, de seguir el rumbo previsto.
El dinamismo de la economía en el 2020, bajo la nueva normalidad, permitió aumentar su relevancia en la red productiva y la cadena de suministros globales al no detenerse ese proceso mientras otros nodos si lo hicieron. El 2020 fue un año dinamizador para la imagen de Vietnam en el escenario no solo asiático, sino también global a partir de su rápida respuesta ante la Covid-19, pero también en su despliegue como cooperante internacional elevando el rol de la diplomacia sanitaria. Por otro lado, la presidencia Asean le generó una oportunidad para mostrar su liderazgo más allá de los eventos planificados desde períodos anteriores y poder ejecutar una diplomacia digital eficiente. No son pocos los retos que debe enfrentar la economía vietnamita, especialmente en el sector financiero, pero los resultados del 2020 ofrecen lecciones incluso a economías avanzadas.
Notas
1 Región Administrativa Especial (RAE) de China.
2 Parte del principio de una sola China, independientemente de que 15 países le reconocen como país.
3 Disponible en http://lat.wsj.com/articles/SB10001424052702303807404577434763005770368
4 Tal práctica significó un proceso de especialización productiva y de redespliegue industrial en Asia.
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