10.18601/16577558.n35.15

La política exterior de India hacia Asia del sur y el océano Índico ante el impacto de la nueva ruta de la seda*

India's foreign policy towards South Asia and the Indian Ocean under the impact of the new silk road

Paola Andrea Baroni**
Tamara Spagnolo***

* El trabajo es parte del proyecto de investigación "Política exterior y vinculaciones comerciales de Argentina con el Sudeste de Asia, China e India (2007-actualidad)", con sede en la Universidad Siglo 21.
** Doctora en relaciones internacionales. Investigadora, Universidad Siglo 21, Córdoba (Argentina). [paolaandreabaroni@gmail.com]; [https://orcid.org/0000-0003-4553-4893].
*** Licenciada en relaciones internacionales. Adscripta de investigación. Universidad Siglo 21, Córdoba (Argentina). [tammi.spagnolo@hotmail.com]; [https://orcid.org/0000-0001-8680-1818].

Recibido: 4 de junio de 2021 / Modificado: 10 de julio de 2021 / Aceptado: 14 de julio de 2021

Para citar este artículo: Baroni, P. A. y Spagnolo, T. (2022). La política exterior de India hacia Asia del Sur y el océano Índico ante el impacto de la Nueva Ruta de la Seda. OASIS, 35, pp. 319-340. DOI: https://doi.org/10.18601/16577558.n35.15


RESUMEN

El siglo XXI implicó para India reformular sus estrategias externas. Uno de los principales desafíos que enfrenta en la región es China debido a la difícil relación política por las disputas territoriales no resueltas, y por las implicancias estratégicas y económicas de la Nueva Ruta de la Seda. India ha puesto el foco en acelerar su crecimiento económico y en la cooperación política con sus vecinos. Sin embargo, las acciones de China en el Sur de Asia y el océano Índico llevan a India a repensar su posición en la región, pero no cuenta con los recursos necesarios para emprender grandes proyectos. Ante el desafío que representa China para el interés nacional indio, el objetivo del trabajo ha sido analizar -a través de conceptos vinculados al análisis de política exterior- las acciones de India hacia su vecindario y sus resultados hasta el momento.

Palabras clave: India, China, interés nacional, zona de influencia, política exterior.


ABSTRACT

The 21st century implied for India a reformulation ofits external strategies. One ofthe main challenges faced in the region is China due to the difficult political relationship as a result of unsolved borders disputes, and the strategic and economic implications of the New Silk Road. India has focused on accelerating its economic growth and on political cooperation with its neighbors. However, China's actions in South Asia and the Indian Ocean have led India to rethink its position in the region, but it does not have the necessary resources to carry out important projects. In the face of the challenge that China represents for India's national interest in the region, the aim of this article has been to analyze -through theoretical concepts linked to foreign policy analysis - India's actions towards its neighborhood and their results until now.

Key words: India; China; national interest; sphere of influence; foreign policy.


INTRODUCCIÓN

En los albores del siglo XXI, se dio el comienzo de un proceso de descentralización global caracterizado por el declive de los Estados Unidos como superpotencia; la multipolaridad en diversas dimensiones del sistema internacional; la constitución de roles preponderantes de las llamadas potencias medias emergentes, y la modificación en la distribución internacional del poder con un desplazamiento del mismo de Occidente a Oriente (Baroni y Dussort, 2017).

Estas características permitieron a China, Rusia, Brasil e India, emprender una lucha para conseguir cada vez mayor influencia en la actual estructura del poder internacional. Entre estas potencias, India ha logrado un importante ascenso en el escenario internacional desde mediados de la década de 1990, favorecido por la liberalización de su economía (Muzalevsky, 2015).

El país surasiático ha desarrollado un estatus de potencia media demostrando cambios importantes como son, además de su crecimiento económico, su capacidad militar, el desarrollo de tecnología, los recursos humanos y el rápido crecimiento del sector servicios (Efstathopoulos, 2011).

A pesar de las críticas hacia India por su pasividad en su rol de potencia emergente, el arribo de Narendra Modi al gobierno en 2014, indica que esto ha cambiado debido a la proactividad de su administración en materia de política exterior. Los diversos viajes oficiales realizados, los acuerdos firmados y la activa participación en los foros multilaterales y en la región, han respondido al objetivo de profundizar y ampliar los compromisos externos para garantizar los intereses nacionales, sobre todo aquellos vinculados a la seguridad, a la protección de las rutas comerciales, a la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico, entre otros (Rodríguez de la Vega, 2017; Sidhu y Godbole, 2015).

El escenario internacional del siglo XXI significó para India reformular sus estrategias diplomáticas, reconociendo la relevancia que implicaba el giro de la política exterior hacia una diplomacia más realista y pragmática (Mohan, 2006). En este sentido, el crecimiento económico tras la apertura, proveyó del peso necesario para la nueva política exterior y generó innumerables oportunidades diplomáticas. Sin embargo, este camino presenta obstáculos ya que enfrenta diferentes desafíos externos, como el ascenso de China en la región, la tensión permanente con Paquistán y la inestabilidad política en Medio Oriente (Rodríguez de la Vega, 2017).

La Nueva Ruta de la Seda de China o Iniciativa de la Franja y la Ruta1 es uno de los grandes retos que India tiene en la actualidad. La Iniciativa, una ambiciosa red de infraestructuras en cinco continentes, se constituye en un plan estratégico con implicancias geopolíticas y económicas para todos sus participantes. Presentada en 2013, el primer objetivo era la región vecina asiática, pero se extendió geográfica y sectorialmente mientras crecía la asertividad china en el exterior. Para China, el plan permitirá ampliar la vías de comunicación hacia el Oeste para así desarrollar sus empobrecidas regiones occidentales; estimulará los sectores industriales; generará nuevos mercados para sus productos, y facilitará la adopción de sus estándares tecnológicos, entre otros efectos2 (Vidal Liy, 2018).

La Iniciativa, que era principalmente terrestre, añadió una dimensión marítima a través de la cual China invierte en infraestructura para vincular el Sudeste de Asia, el Sur de Asia, Medio Oriente y África, y con el objetivo de impulsar la conectividad y el comercio. La construcción de puertos -como el de Djibouti- responde a dos propósitos claros: el económico y el militar (Choudhury y Moorthy, 2018).

Nueva Delhi desconfía de la creciente presencia marítima china en el océano Índico, el cual considera bajo su esfera de influencia. Pero mientras India se queja, China ha avanzado en sus objetivos. En el norte ha construido un ferrocarril que conecta a Lasa (Tíbet) con el resto del país, con el objetivo de extenderlo hasta Nepal; hacia el este, planea construir caminos y ferrocarriles que la conecten con Bangladesh a través de Myanmar. En este último caso, está construyendo un sistema de doble tubería para gas natural y petróleo. En el oeste, está modernizando la autopista transKarakoram, que conecta la provincia de Xinjiang y los territorios del norte de Paquistán. Además, invertirá en el corredor de Kashgar, que la conectará con el mar Arábigo. En el sur, ha construido nuevos puertos en Sri Lanka y en Paquistán, y está desarrollando diversas infraestructuras a través del litoral marítimo sur (Mohan, 2015a).

Estas acciones llevan a India a repensar sus viejos supuestos respecto del espacio geográfico en el cual se encuentra. Un primer paso ha sido desarrollar diferentes políticas en el contexto de la agenda exterior -como la Act East Policy y Connect Central Asia-, pero esto no es suficiente, y como India no cuenta con los recursos necesarios para encarar múltiples acciones al mismo tiempo, es necesario, plantea Mohan (2015a), que sea más selectiva y asertiva en los proyectos a llevar a cabo.

En este sentido, el gobierno de Modi buscó, además de profundizar las relaciones económico-comerciales y la estabilidad regional a través de las vinculaciones con China, otras opciones como profundizar la cooperación con Japón y Australia y dar apoyo a los Estados Unidos para limitar el crecimiento del poder chino en la región (Rodríguez de la Vega, 2017). Es claro que el gobierno de India está consciente del desafío que China presenta a su rol en el subcontinente y, por lo tanto, ha buscado desarrollar los fundamentos de un acercamiento diferente y más asertivo para que no afecte sus intereses nacionales.

Teniendo en cuenta lo planteado, el objetivo del trabajo ha sido analizar las diferentes acciones de política exterior de India hacia su vecindario -Asia del Sur y el océano Índico- y sus resultados hasta el momento, ante la Iniciativa de China. El análisis se desarrolló mediante una investigación descriptiva y una estrategia metodológica cualitativa a través de la recopilación e interpretación de datos, principalmente, secundarios. Se emplearon la técnica de observación documental y la técnica de análisis de documentos. Además, se utilizó la triangulación de datos con el propósito de contrastar tanto los datos cuantitativos como los cualitativos (Vieytes, 2004).

ABORDAJE CONCEPTUAL

Rocha Valencia y Morales Ruvalcaba (2010) destacan que un Estado es potencia media por sus capacidades materiales -crecimiento económico, capacidad militar, desarrollo e innovación tecnológica- y también por sus capacidades inmateriales. El poder blando se constituye en una herramienta importante para este tipo de Estados ya que les permite ocupar posiciones de mayor relieve en términos de poder político, económico y social. En el caso de India se ha basado en los principios del no alineamiento, la no interferencia en los asuntos internos de otros Estados, la cooperación internacional y la cultura3.

Las potencias medias, a su vez, tienen capacidad para trascender los límites geográficos y proyectar una influencia regional y/o global, lo que les permite participar en la formación de regímenes internacionales y en procesos decisionales dentro de la gobernanza global (Efstathopoulos, 2011).

Esta visión se complementa con el hecho que India, desde su independencia en 1947, ha dividido al mundo en círculos concéntricos para desarrollar su política exterior. Según Mohan (2006) el primer círculo es su vecindario inmediato, Asia del Sur, donde busca primacía y evitar la injerencia de otras potencias como China. El segundo círculo es el que constituye su vecindario extendido, que incluye el Sudeste y Este de Asia, Asia Central, Medio Oriente y el océano Índico, donde ha buscado incrementar su presencia y balancear la influencia de otras potencias. El último círculo incluye el resto del mundo, y allí ha tratado de cumplir un rol de potencia a través de su accionar respecto a la paz y a la seguridad internacionales.

Sin embargo, y a partir del siglo XXI, India plantea el multialineamiento4 como una estrategia para alcanzar sus intereses e ideales en el sistema internacional actual. Según Hall (2016), esto incluye estimular el desarrollo económico, gestionar los principales desafíos de la seguridad nacional, promover sus valores y proyectar su influencia. Esta estrategia pone énfasis en el compromiso con las instituciones regionales multilaterales, el uso de asociaciones estratégicas bilaterales y el hedging normativo. Aunque su desarrollo se produce durante el gobierno de Manmohan Singh (2004-2014), su implementación y extensión toma lugar en el gobierno de Modi, cuando India prometió no tan solo mirar hacia el este, sino también actuar hacia el este, el norte, el oeste y el sur, construyendo relaciones políticas, económicas, financieras y estratégicas con los países de estas regiones.

Los intereses nacionales son los que nutren las decisiones y acciones de política exterior de los Estados. Shashi Tharoor (2012) plantea que los principios que han regulado el accionar externo de India son: el ser la democracia liberal más grande del mundo; su pluralismo religioso, étnico y cultural; la defensa de su soberanía; su objetivo de erradicar la pobreza, y asegurar el crecimiento y desarrollo económico del país. De esta forma, India formula nuevas estrategias en el marco de la política internacional con el objetivo de desarrollar un escenario internacional propicio para sus objetivos (Mohan, 2006; Muzalevsky, 2015).

En este sentido, la política exterior se convierte en una herramienta estatal, y es el resultado del trabajo de compatibilizar las necesidades internas con las posibilidades externas, analizando de forma pragmática los recursos de poder con los que cuenta el Estado (Lafer, 2002). El objetivo primordial de la gestión de Modi fue transformar la política exterior para que ayude a hacer de India una potencia global. A este respecto, y ante la presencia de China en la región, India ha trabajado para fortalecer las vinculaciones regionales, liderando la política económica y de seguridad, los lineamientos de su política exterior (Rao, 2016). A través de diversos acuerdos bilaterales en dichas materias, como así también en áreas de cooperación, India busca proteger sus intereses geoestratégicos regionales.

LOS VÍNCULOS ENTRE INDIA Y CHINA

La relación con China es hoy central dentro de la política exterior india. En palabras de Xie (2019), por un largo período India no ha estado dispuesta a aceptar que China se aproxima a un estatus de superpotencia, detrás de los Estados Unidos; y, por su parte, China es reticente a reconocer que India es otra potencia en ascenso con capacidades nucleares, por lo que esta falta de reconocimiento mutuo genera fricciones y tensiones entre ambos.

Las históricas relaciones con China se caracterizaron por tener una dinámica compleja, marcada por fricciones fronterizas, por el estancamiento de las negociaciones y un creciente déficit comercial. India y China comparten una frontera de más de 3.440 km, cuyos límites han sido motivo de rivalidades desde 1950. El conflicto estalló en 1962, dejando como saldo una India derrotada y la creación de la Línea de Control Real (LAC), que separa a ambos en las zonas donde tienen reclamos territoriales. Dentro de los territorios en disputa se encuentran, al noroeste, el estado indio de Arunachal Pradesh, el más relevante desde el punto de vista geoestratégico por sus recursos naturales y su dimensión y al que China se atribuye la soberanía, llamándolo Tíbet del Sur. Al noreste se encuentra la región de Aksai Chin, ubicada en la frontera noroeste de Cachemira entre China, India y Pakistán y administrada por China, la cual -en términos geoestratégicos- se constituye como nodo central en las comunicaciones regionales gracias a la infraestructura vial que conecta con las regiones más alejadas de China, Tíbet y Xinjiang. A la vez, facilita el rápido desplazamiento de tropas militares a regiones fronterizas sensibles con India y Asia Central (Esteve Moltó, 2008).

La geografía de las regiones en disputa dificulta una clara demarcación de la LAC, dando lugar a zonas grises y a la consecuente escalada del conflicto. En este sentido se destaca la incursión de 18 km de China en los alrededores de la LAC en 2013, seguida del enfrentamiento de Doklam en 2017 ante el intento del gigante de construir una ruta en la triple frontera. Durante los primeros meses del 2020, las fuerzas chinas iniciaron un movimiento desde Depsang hasta adentrarse en la parte india del valle de Galwan, movilizando tropas, equipos y municiones ("China vs. India", 2020; Nayak Dutta y Sen, 2020). El punto álgido en las relaciones se alcanzó en junio de dicho año, cuando las tropas de ambos países se enfrentaron en el valle de Galwan, constituyéndose en el primer incidente con víctimas mortales en 45 años.

Ante esta situación, Nueva Delhi adoptó una postura reactiva basada en sanciones económicas, diplomáticas y militares. En el ámbito económico, se tomaron medidas contra empresas chinas que operan en el país. Dado que uno de los puntos fuertes de India es su gran mercado en materia tecnológica, se prohibieron 220 aplicaciones chinas, entre ellas Tik Tok, WeChaty AliExpress. Otra de las prohibiciones recayó sobre la inversión de empresas estatales chinas en proyectos de infraestructura, al tiempo que se puso en discusión una posible negativa en la participación de Huawei en la red 5G de la India (Pant y Joshi, 2021). En cuanto a las sanciones diplomáticas, el gobierno de Modi concretó el acercamiento militar con Estados Unidos al firmar el Acuerdo Básico de Intercambio y Cooperación, que se suma a otros dos acuerdos firmados anteriormente, el Memorando de Acuerdo de Intercambio Logístico (Lemoa) y el Acuerdo de Compatibilidad y Seguridad de las Comunicaciones (Comcasa). Finalmente, en el ámbito militar, India movilizó sus Fuerzas Armadas hacia los puntos más calientes de la frontera y tomó posiciones estratégicas que le permitieron obtener ventaja de su asimétrico enemigo.

En este sentido se puede afirmar que India tomó una posición más asertiva respecto a China: tener en cuenta otras soluciones respecto a las disputas fronterizas, acelerar la modernización en defensa y actualizar la infraestructura de la frontera. Para Nueva Delhi, el desarrollo de infraestructura es considerada una prioridad estratégica, por ello ha invertido en puentes, caminos, vías férreas, puestos fronterizos, vallas fronterizas, torres móviles y el uso de tecnología a través de los Sistemas Integrados de Gestión Fronteriza (Pachnanda, 2020).

En relación con la frontera con China se destaca el proyecto Carreteras Fronterizas India-China (ICBRS, por sus siglas en inglés), que para marzo de 2021, contaba con 61 rutas construidas, conectadas entre sí y favoreciendo el tránsito a lo largo de 3.205 km (Nag, 2021). Además, el Ministerio de Defensa está planificando 104 carreteras adicionales (unos 6.700 km) a lo largo de la LAC en Ladakh, Himachal Pradesh, Sikkim, Uttarakhand y Arunachal Pradesh ("India-China Border Row", 2021). Por su parte, Pekín ha iniciado la instalación de equipos de vigilancia en toda la LAC en la región de Ladakh, la construcción de tiendas y refugios en el valle de Galwan y Hot Springs, así como también helipuertos y caminos en zonas muy cercanas a la frontera (Snehesh, 2020).

En términos generales, a partir de la llegada de Modi al poder, se buscó basar la relación en el diálogo, aunque sigan existiendo disputas fronterizas y tensiones en otras dimensiones, como la visita del Dalai Lama en el exilio a Tíbet, y la oposición al ingreso de India al Grupo de Suministradores Nucleares, entre otros. Sin embargo, y a diferencia de etapas anteriores, esto no se convirtió en un obstáculo insalvable para las relaciones bilaterales. Un ejemplo claro fue el incremento del comercio entre ambos, convirtiéndose China en uno de los principales socios comerciales de India (Rodríguez de la Vega, 2017).

Para el período 2016-2020, la tasa de crecimiento anual de las exportaciones indias hacia China fue del orden del 20%, alcanzando los 19.008 millones de dólares en 2020, mientras que las importaciones desde el gigante asiático cayeron un 1%, totalizando 58.799 millones al finalizar el período (International Trade Centre, 2021). En cuanto a los rubros, la canasta exportadora se compone de minerales metalíferos, escorias y cenizas, productos químicos orgánicos, hierro y acero, combustibles y aceites minerales, algodón, plásticos y sus manufacturas, entre otros. Como puede notarse, predominan los envíos de materias primas y productos semielaborados.

Respecto a las importaciones, los principales rubros incluyen maquinaria eléctrica y mecánica, reactores nucleares, productos químicos orgánicos, plásticos y sus manufacturas, abono, entre otros. Estos datos dan cuenta de la histórica situación de déficit comercial que, durante el período 2014-2018, se multiplicó por 1.7. Sorpresivamente, en 2019 se redujo en más de 10.000 millones de dólares gracias a un aumento en los envíos de productos como azúcar, arroz, fármacos, uvas, harina y aceite de pescado, harina de colza y tabaco (Dwesar y Kesharwani, 2019), y a una disminución de la importación de artículos electrónicos debido a la devaluación de la rupia durante 2018 (Dhillon, 2019).

A nivel global, India sigue siendo líder en la importación de manufacturas (Dwesar y Kesharwani, 2019). No obstante, el gobierno reconoce la importancia de desarrollar el sector manufacturero para impulsar y sostener el crecimiento económico (Ministry of Commerce and Industry of India, 2015). En este sentido, Modi lanzó la iniciativa Make in India en 2014, cuyo objetivo principal es aumentar la participación del sector hasta en un 25% del PIB para el 2025 (Singh y Jaiswal, 2018). Gracias a las políticas e incentivos que alcanzan a más de 25 sectores, es destacable la apertura de sectores clave como ferrocarriles, defensa, seguros y dispositivos médicos, a niveles elevados de Inversión Extranjera Directa (IED) (Make in India, 2021).

LA INICIATIVA DE LA FRANJA Y LA RUTA

India es consciente del desafío que China representa a su primacía en el subcontinente, y como no puede impedir que sus vecinos amplíen sus vinculaciones con ella, el foco ha sido puesto en acelerar su crecimiento económico y la cooperación política con sus vecinos para así potenciar las ventajas naturales que posee en la región (Mohan, 2015b).

Sin embargo, la resistencia de la élite política india hacia proyectos de conectividad, sobre todo terrestre, junto a Pekín es profunda y está vinculada a la difícil relación política y a las disputas territoriales no resueltas. Por otro lado, los cambios que la Iniciativa promueve en el equilibrio de poder, sobre todo en el regional, le permiten a China alcanzar un mayor peso geopolítico y fortalecer su posición en Asia-Pacífico (Parra Pérez, 2018). En efecto, la Iniciativa es un modelo disruptivo de cooperación internacional y la plataforma con mayor alcance. Compuesta por la 'Franja' y la 'Ruta', la primera tiene como objetivo unir a China con Europa a través de Asia Central y Rusia, al Medio Oriente a través de Asia Central, y al sudeste de Asia, el sur de Asia y el océano Índico (Alon, Zhang y Lattemann, 2018).

Se delinearon seis corredores económicos5 en los que se desarrollarán ferrocarriles transfronterizos de alta velocidad, oleoductos y gasoductos transfronterizos, y redes de telecomunicaciones y electricidad transfronterizas (Merics, 2018). Por su parte, la Ruta se diseñó para conectar a China con Europa a través del mar de China Meridional y el océano Índico; y con el Pacífico sur a través del mar de China Meridional (Alon, et al., 2018). Cuatro años después de su lanzamiento, en 2017, Pekín publicó el primer documento en el que describe su plan de cooperación marítima para la Nueva Ruta de la Seda, introduciendo un nuevo paso económico a través del Ártico hacia Europa y afirmando su intención de expandirla en América Latina (Merics, 2018).

Ante este escenario, el aumento de la influencia china en el subcontinente incrementó la insatisfacción de India llevándola a reacciones de naturaleza más agresiva ya que se siente amenazada en su tradicional esfera de influencia (Xie, 2019). Como potencia emergente, India busca proteger y expandir su influencia en la región del Sur de Asia, el océano Índico y el Sudeste de Asia. Es sensible a la presencia de grandes poderes en su región, y para proteger sus intereses, ha buscado primacía y veto respecto a las acciones de potencias externas. En el vecindario extendido, India ha buscado balancear la influencia de otras potencias y prevenir que socaven sus intereses (Chandra, 2018).

Sin embargo, se observa que algunos Estados pequeños vecinos de India han buscado el apoyo de China para neutralizar el predominio indio. En dichos Estados, China ha desarrollado diferentes infraestructuras e instalado tecnología de punta. Por otro lado, la cada vez mayor presencia y vínculos de India en la región del Sudeste asiático y en el Asia-Pacífico desafía, hasta cierto punto, la percepción china de que dichas regiones son su esfera de influencia exclusiva (Chandra, 2018).

CHINA EN ASIA DEL SUR: LA POLÍTICA EXTERIOR DE INDIA

La histórica construcción territorial de India y la búsqueda de sus intereses geográficos, llevó a que la base de la política regional incluyera nociones como la de unidad geopolítica del subcontinente, el reclamo por intereses de seguridad (desde Adén hasta el estrecho de Malaca y más allá), y una oposición a la intromisión de otras potencias en y alrededor del subcontinente (Malone, Mohan y Raghavan, 2015).

India ha entendido que no puede ser un testigo silencioso y pasivo ante el incremento de la presencia china en la región, y aunque sus recursos no pueden compararse, ve la activa participación y compromiso con sus vecinos como una forma de impedir la probable hegemonía china. Se ve a sí misma como un contra balance ideológico de la narrativa de desarrollo y de la visión del mundo que difunde China (Purushothaman y Unnikrishnan, 2019).

Previo a la Iniciativa, India ha buscado estrechar y profundizar los vínculos con los Estados de la región. La nueva lógica de la globalización y el objetivo de lograr un crecimiento económico sostenido y de abastecer con los recursos necesarios dicho crecimiento, llevó a India a aprender e incorporar el regionalismo en sus vinculaciones con Asia (Mohan, 2015b).

En la década del noventa, lanza la Look East Policy (re-denominada por Modi como Act East Policy) con el objetivo puesto en la región del Sudeste asiático y comienza a vincularse a través de otras asociaciones, promoviendo el establecimiento -o su participación- de nuevas iniciativas regionales y sub-regionales como la Asociación Regional para la Cooperación de los Países Ribereños del Océano Índico6 (Iorarc, por sus siglas en inglés) y la Iniciativa de la Bahía de Bengala para la Cooperación Multisectorial Científica, Técnica y Económica7 (Bimstec, por sus siglas en inglés), ambas fundadas en 1997; o el Grupo de Cooperación Mekong-Ganges8 establecido en 2000 para ampliar las relaciones económicas y sociales, entre otras (Baroni y Dussort, 2017).

Por otra parte, y en el siglo XXI, la necesidad de diversificar las fuentes de energía y los socios económico-comerciales, llevaron a India a revitalizar sus relaciones con los países de Asia Central (Connect Central Asia Policy); Medio Oriente y la cooperación regional con África (Look West Policy), mirando también al Sur con la Look South Policy, la cual se enfoca en la región del océano Índico (Mohan, 2015b).

La mirada india respecto a los diferentes proyectos de conectividad vinculados a China y otros países, es a través del prisma de los intereses geoestratégicos y de seguridad, jugando muchas veces los intereses económicos un segundo lugar. En este sentido, India necesita una periferia pacífica para tener un crecimiento económico sostenido (Purushothaman y Unnikrishnan, 2019).

Para este trabajo se han seleccionado -teniendo en cuenta el impacto de la Iniciativa- las dos áreas consideradas prioritarias para India: la constituida por sus vecinos de Asia del Sur y la del océano Índico.

EL PRIMER CÍRCULO: ASIA DEL SUR

Asia del Sur incluye países física y culturalmente contiguos y afines, aunque constituye la región con menor integración política y económica. Históricamente, India ha mirado hacia el Norte9, y se aisló -políticamente- del resto del continente. También se observa que, luego del dominio británico, la conectividad en la región se deterioró, desconectándose de sus vecinos regionales (Cohen, 2015).

Asia del Sur tiene a India como su centro neurálgico, siendo el principal actor geopolítico. La relación con sus vecinos inmediatos no ha sido fácil ni libre de obstáculos. Con la mayoría de ellos (Paquistán, Afganistán, Bangladesh, Sri Lanka, Maldivas, Bután, Myanmar y Nepal) ha tenido conflictos armados y tensiones de diversa intensidad, no solo por las acciones de los Estados sino también por el involucramiento de actores como las guerrillas que operan en Bangladesh y Myanmar, y que afectan el Noreste del país (Rodríguez de la Vega, 2017). Además, la proyección de India como potencia regional fue percibida, en un principio, como una amenaza, creando inseguridades en los Estados más pequeños debido a la disparidad, no solo en tamaño, sino también en poder (Sibal, 2017).

El impacto de esto se contempla en la principal organización regional, la Asociación para la Cooperación Regional en Asia del Sur (Saarc, por sus siglas en inglés)10, donde la interdependencia regional es muy baja, sobre todo económica y política, y se ha observado una falta de impulso y dinamismo por parte de India debido a esta serie de tensiones y conflictos entre sus miembros.

El primer ministro Modi ha desarrollado una política exterior más proactiva y asertiva, dando impulso a nuevas estrategias. En el caso de Asia del Sur, la nueva política se ha denominado Neighbourhood First, o el Vecindario Primero, buscando desarrollar la conectividad a través del desarrollo de infraestructura entre los Estados y potenciando las comunicaciones con otras regiones (Rodríguez de la Vega, 2017).

LOS PRINCIPALES DESAFÍOS DE INDIA

El principal foco está puesto en la relación con Paquistán ya que desafía el poder regional de India apoyando, por ejemplo, a grupos terroristas que operan en India, y a través del conflicto en Cachemira (Sibal, 2017). Luego de las crisis de 1986-7 y 2001-2 -que supusieron breves enfrentamientos armados e incursiones militares a través de la frontera-, tanto India como Paquistán avanzaron lentamente hacia un compromiso que pusiera fin a las tensiones, aunque en realidad se limitaron en sus acciones más que cooperar para evitar la guerra. No obstante, el poder nuclear de ambos y las consecuencias que pudiera generar una confrontación en esta dimensión, obligó a ambos a avanzar a nivel político en las negociaciones (Rodríguez de la Vega, 2017).

Uno de los aspectos que obstaculiza una solución es la dificultad que enfrenta el Estado paquistaní en su evolución hacia una democracia consolidada en el tiempo, ya que ha sido constantemente interrumpida por la intervención militar y por divisiones étnicas y sectarias. En este contexto, las fuerzas armadas buscan proteger no solo las fronteras territoriales de Paquistán sino también las ideológicas: resistir el crecimiento de India es una condición necesaria para la supervivencia del Paquistán Islámico. De esta forma, sucesivos gobiernos carecieron de la voluntad de poner fin al conflicto ya que las fuerzas militares retienen mucho poder y diversos grupos militantes -como Jammat-ud-Dawa- se han movilizado rápidamente contra un acuerdo con India (Basrur, 2015).

Ante esta situación, el gobierno indio pareció no tener otra política más que continuar con la vieja combinación de amenazas y voluntad por negociar. Los esfuerzos para presionar a Paquistán a través de los Estados Unidos fueron ineficaces ya que Washington tenía su propia agenda respecto a la eliminación de los talibanes y Al-Qaeda en dicho país, y no quería ninguna distracción respecto a este objetivo (Basrur, 2015).

El primer ministro Modi tuvo un acercamiento a Paquistán, pero el resurgimiento de las tensiones en la frontera y la vinculación de Islamabad con los grupos separatistas de Cachemira, lo impulsaron a suspender las negociaciones en agosto de 2014. No obstante, el gobierno reconoció los problemas que generaba la falta de diálogo y levantó las suspensiones de contactos políticos en febrero de 2015. Además, el nuevo acercamiento se enfocaba en una cooperación económica integral, sobre todo a nivel comercial, lo que favorecería las negociaciones (Mohan, 2015a).

El ataque terrorista al campamento militar indio en Uri (Cachemira) en 2016, volvió a tensar las relaciones e India, junto a otros países miembros, decidieron no participar en la cumbre de Saarc en Islamabad. La situación empeoró en 2019, con otro ataque terrorista en Pulwama. Esto llevó a India a intentar aislar a Paquistán en la Saarc a través de una suspensión, pero no consiguió el apoyo necesario. Además, respondió con un bombardeo a un campo de entrenamiento terrorista en Paquistán -al cual este país respondió atacando instalaciones militares indias- y elevó los aranceles comerciales a Paquistán en un 200% (Ranjan Mishra y Roche, 2019).

A esto se suma que el principal proyecto de la Iniciativa en Paquistán es el Corredor Económico China-Paquistán. Anunciado en 2015, es de gran escala ya que el principal eje de inversiones está en centrales de energía y diversas infraestructuras industriales, como carreteras y ferrocarriles. Una de las primeras objeciones es que pasa por la zona paquistaní ocupada de Cachemira, área en disputa sobre la cual India reclama su soberanía. Por esta razón India boicoteó la Cumbre sobre la Nueva Ruta de la Seda llevada a cabo en mayo de 2017 en Pekín (Xie, 2019).

Uno de los puntos centrales del Corredor es el puerto de Gwadar. El principal objetivo del puerto para China es que sea una alternativa de comunicación al estrecho de Malaca, como así también acceder a un nuevo mercado para los productos chinos. Paquistán le ha otorgado a China la concesión por 40 años en la administración del puerto, por lo que India se encuentra preocupada ya que esta localización le da acceso directo al mar Arábigo y al océano Índico (Purushothaman y Unnikrishnan, 2019).

Otro aspecto relevante radica en la profundidad del puerto, lo que le posibilita albergar submarinos y portaaviones. Esto, sumado a la cada vez más prominente actividad militar del Ejército Popular de Liberación en la zona, lo convierte en un factor de alerta para la seguridad india (Cai, 2017). A su vez, este puerto estará unido a la ciudad china de Kashgar (Xinjiang) que se conectará con los recursos energéticos de la región. Sin embargo, el desafío central para la viabilidad del proyecto es la amenaza del terrorismo, lo cual genera la ayuda militar china a Paquistán (Parra Pérez, 2018).

Es decir, a India le preocupa la cada vez más estrecha vinculación entre Pekín e Islamabad.

Por otro lado, China decidió extender el Corredor a otros países, como Afganistán, para impulsar el desarrollo económico y la conectividad regional. En este sentido, comenzaron las negociaciones con dicho país ya que utiliza los puertos paquistaníes de Gwadar y Karachi para sus exportaciones e importaciones (The Economic Times, 224/05/2021).

Como los vínculos con Paquistán son inestables y conflictivos, India no ha encontrado la forma de balancear la intervención china. Sin embargo, y debido a la pandemia, India reactivó el Saarc -a lo cual se opuso Paquistán y no participó de la reunión convocada unilateralmente por India- en marzo de 2020, para discutir la coordinación de acciones y estrategias para combatir el avance del Covid-19 (Roche, 2020). En este sentido, India proveyó ayuda médica - medicamentos y vacunas- a varios de los países miembros, buscando liderar a nivel regional la lucha contra la pandemia y de esta forma anular a Paquistán y morigerar la influencia china.

Ante la situación descripta en la región, la política de India en Asia del Sur requiere ser reforzada. En los últimos años, India ha implementado una estrategia de desarrollo de infraestructura que la conecte con los países de la región así como también ha desarrollado una política de inversiones y acuerdos de comercio.

En 2015, el gobierno firmó el Acuerdo sobre Vehículos entre Bangladesh, Bután, y Nepal (BBIN, por sus siglas en inglés), aportando más de mil millones de dólares para la construcción y desarrollo de caminos y carreteras que unieran a los Estados parte para así reducir tiempo y costos en el transporte de productos como también para desarrollar las regiones indias del Noreste. En este sentido, India necesita fortalecer su posición a lo largo de la LAC para asegurar que China no cambie la situación a su favor. Otro proyecto similar, es el Proyecto Multimodal de Kaladan, cuyo objetivo es vincular por vía marítima y terrestre Calcuta con Myanmar (Purushothaman y Unnikrishnan, 2019).

Por su parte, Bangladesh firmó su participación en la Iniciativa y es miembro del Corredor Económico Bangladesh-China-India-Myanmar, como también de la Ruta de la Seda Marítima. A pesar que India y Bangladesh tienen vínculos estrechos, existen varios temas que tensan la relación, como la escasez de agua y el uso de ríos compartidos; la controversial Acta de Enmienda de Ciudadanía de India; los enfrentamientos en la frontera por cuestiones religiosas y la falta de cumplimiento en la entrega de vacunas, entre otros. China aprovechó esta situación y ofreció a Bangladesh mil millones de dólares para un proyecto de irrigación sobre el río Teesta (DW, 05/02/2021).

Por otro lado, en la inauguración de su segundo mandato, en 2019, Modi buscó reafirmar su interés en la región invitando a la ceremonia de toma de posición a los líderes de los países miembros del Bimstec. De esta forma, marcó la importancia dada a dichos países ya que constituyen el 21% de la población mundial y cuentan con un PBI combinado que supera los 2 mil millones de dólares. Por la Bahía de Bengala cruza cada año una cuarta parte de los productos del mundo, por lo tanto, el gobierno de India no puede permitir una fuerte influencia china en la misma (Asia InfoNews, 15/07/2019).

De lo expuesto se observa que las acciones de India hacia la región son insuficientes si quiere proteger sus intereses geoestratégicos. Las inestables relaciones de India con sus vecinos pueden llevar a estos a acercarse más, principalmente a nivel económico, a China. En este sentido, los recursos de poder con los que cuenta el subcontinente se muestran exiguos ante el desafío que presenta China.

EL SEGUNDO CÍRCULO: EL VECINDARIO EXTENDIDO

A partir de su proceso de reformas (1990), India se embarcó en un esfuerzo por establecer áreas de influencia en una zona continental más amplia. Ha buscado promover sus intereses geoestratégicos y geoeconómicos vinculados al comercio, la energía, y a temas militares y de seguridad (Rodríguez de la Vega, 2017).

Se pueden identificar tres factores que han llevado al diseño de diversas políticas de India hacia el vecindario extendido. Por un lado, el colapso de la Unión Soviética que creó un vacío económico y de poder, ya que era su principal socio comercial y estratégico. En segundo lugar, la apertura de China durante la década de 1980 y su activa política exterior hacia la región asiática, provocó en India la necesidad de acercarse y participar más activamente en la región -sobre todo en el SEA- para evitar caer en un rol subordinado a nivel político y económico. Por último, el deseo de India de desarrollar y estabilizar sus estados del noreste, los cuales estaban en medio de un período de insurgencia (Rajendram, 2014).

De las diversas políticas desarrolladas para el vecindario extendido, se ha seleccionado la dirigida hacia el océano Índico porque es una región clave para los intereses nacionales de India, ante la presencia asertiva de China.

LOOK SOUTH POLICY

El área del océano Índico es el Mare Nostrum de India, el escenario natural de su geopolítica. Por este océano se trasladan más de dos tercios de los cargamentos de petróleo, un tercio de la carga a granel y la mitad del tráfico de contenedores a nivel mundial. Esto marca su valor estratégico y la potencialidad de convertirse en la fuente más importante del crecimiento global en los próximos años.

India y China han ido potenciando sus fuerzas disuasivas navales como parte de sus respectivas estrategias marítimas en la región del océano Índico, mientras los Estados Unidos continúa siendo un poder marítimo dominante. Esto ha generado una interacción triangular de competencia marítima, rivalidad y cooperación (Choudhury y Moorthy, 2018).

Debido a la importancia de la región para el comercio internacional, China ha desarrollado la estrategia del 'collar de perlas', que incluye la construcción de puertos estratégicos en el Índico que albergan algunas de las infraestructuras más importantes de la Ruta Marítima de la Seda ya sea en pequeñas islas o en otros Estados a través de acuerdos (Parra Pérez, 2018). Entre los puertos, se destacan el de Djibouti en el mar Arábigo; Gwadar en Pakistán; Hambantota, en Sri Lanka y Kyaukphu, en Myanmar. De acuerdo con Choudhury y Moorthy (2018), China busca posicionarse en la región para proyectar su poder y controlar las vías de comunicación marítima, especialmente durante conflictos. De esta forma, las 'perlas' podrían actuar como bases estratégicas y su poder blando puede justificar su presencia allí.

En el caso de Sri Lanka, la inversión china en el puerto de Hambantota se convierte en un obstáculo para India, ya que se constituye en un enclave estratégico chino muy cerca de sus fronteras. En este país ni la influencia ni la ayuda de los Estados Unidos son importantes, por lo cual es una pieza esencial en la Ruta. Los altos intereses de los préstamos genera una dependencia con China y Sri Lanka, debido a la trampa de la deuda y la imposibilidad de pago, decidió conceder la gestión del puerto a manos chinas por 99 años (Parra Pérez, 2018).

Entonces, para contener a China y asegurar sus intereses, el gobierno indio ha desarrollado el denominado 'triángulo de Varuna' con el objetivo de reforzar a las islas Seychelles, Mauricio y Madagascar a través de una diplomacia naval y la realización de inversiones estratégicas a largo plazo (Rodríguez de la Vega, 2017).

Otro evento es el resurgimiento de la Quad (por sus siglas en inglés) o la alianza del cuadrilátero, entre India, Japón, Australia y los Estados Unidos para promover iniciativas de infraestructuras a nivel regional alternativas a la Iniciativa. El creciente poder naval chino se ha convertido en un tema preocupante tanto para India como para los Estados Unidos. De esta forma, esta alianza puede ayudar a reducir la influencia china en la región y permite a India contar con apoyo estratégico para contrarrestar la red de puertos financiados por China (Parra Pérez, 2018). Según Pillai Rajagpalan (2019), esto ha llevado a Nueva Delhi a incrementar sus compromisos de seguridad con Washington a través de ejercicios navales conjuntos llevados a cabo, además, junto a Japón, Australia y Filipinas en el mar de la China Meridional. En este sentido, los ejercicios navales de Malabar entre India y los Estados Unidos -creados en 1992- han surgido como plataforma de colaboración. En 2015 Japón fue incluido como socio permanente, y también ha participado del mismo Singapur. Esta plataforma multilateral favorece una amplia cooperación regional en el Índico-Pacífico (Choudhury y Moorthy, 2018).

Por otro lado, India ha cofinanciado con Irán el desarrollo del puerto de Chahbahar, para así poder abastecerse de petróleo. También se asegura una vía de acceso hacia Asia Central y Afganistán, sin pasar por Paquistán (Parra Pérez, 2018). Este proyecto le ha generado tensiones con los Estados Unidos y, por lo tanto, debió retrasar sus inversiones. Sin embargo, espera comenzar con las plenas operaciones del puerto para fines de mayo de 2021. Durante la pandemia, el puerto se convirtió en el centro de distribución regional de la ayuda humanitaria provista por India (Khumar y Verma, 2021).

También el gobierno de Modi le ha dado prioridad a la región realizando visitas de Estado a las islas Seychelles y Mauricio -e invitándolas a participar de los acuerdos de cooperación sobre seguridad y defensa marítima que ya posee con las Maldivas y Sri Lanka desde 2015- y a varios Estados de África del Este con costa en el Índico.

La visión de Modi respecto a India en la región del océano Índico se hizo patente cuando planteó la iniciativa Sagar (Security and Growth for All in the Region) en 2015, con el objetivo de resguardar los intereses marítimos de los territorios litorales y de las islas. Busca promover la cooperación entre los Estados y crear un ambiente de paz y estabilidad a través de la cooperación marítima, la seguridad naval junto con el desarrollo económico. A su vez, Sagar fortalece el rol de Iorarc como facilitador del comercio y del manejo de la pesca (Kanodia, 2020).

Desde octubre de 2017, India ha implementado el Plan de Despliegue Basado en Misión, que tiene como objetivo mantener una vigilancia constante sobre el océano Índico gracias al despliegue de 15 buques de guerra en diferentes áreas. Las misiones incluyen la lucha contra la piratería en el golfo de Adén, vigilancia de rutina y la respuesta inmediata a las emergencias, bajo el rol de proveedor de seguridad de la región (Basrur, Mukherjee y Paul, 2019).

Estas definiciones y acciones se complementan con el Proyecto Mausam (2014), que se ha constituido en la principal acción de poder blando de India en la zona. Esta iniciativa visualiza a India en el centro del océano Índico, extendiéndose desde África hasta el Sudeste de Asia. Con ella se busca promover los vínculos regionales culturales y regresar a India a su rol de centro del comercio en el Índico (Purushothaman y Unnikrishnan, 2019). El proyecto ha sido interpretado como una alternativa a la presencia de China, pero carece del alcance institucional y persona-a-persona necesario para que funcione. Como una estrategia de poder blando vinculada a los intereses geoestratégicos en la región, India debe elegir socios que tengan un interés genuino en la historia y cultura del mundo del océano Índico. Además, debe tener una clara estrategia para desarrollar contactos culturales a largo plazo en el litoral del océano Índico (Bhalla, 2020).

De lo descrito se desprenden las intenciones de India de contener el avance de China sobre su zona de influencia y, a la vez, busca contribuir a su desarrollo a través de vinculaciones que permitan abrir mercados para los productos e inversiones indias y que contribuyan a su seguridad. Pero su liderazgo es cuestionado por el escaso o lento avance de muchos de estos proyectos.

CONSIDERACIONES FINALES

De lo planteado se puede concluir que la Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda se constituye en un desafío para India y sus intereses nacionales. La falta de recursos -tanto humanos como financieros- y capacidades para competir con China, llevan a India a buscar otras estrategias que le permitan proteger y expandir su zona de influencia. Esto supone cambios importantes, no solo en sus acciones, sino también en sus definiciones: es necesario reordenar las prioridades y asegurar el vecindario.

Aunque India ha desarrollado diferentes acciones hacia su zona de influencia y ha diseñado políticas específicas para ella, esto no es suficiente.

En este sentido, la visión sobre la conectividad parece estar guiada más por consideraciones de sensibilidad geoestratégicas que económicas. Cada proyecto es evaluado en términos de cuánto pueden contribuir al desarrollo de India sin considerar los intereses centrales del país. Esto explica, en parte, la oposición de India a participar de la Iniciativa y su apoyo a proyectos como Bimstec. Para India, la Iniciativa es un proyecto con el objetivo de incrementar el poder y la influencia geopolítica de China y, por lo tanto, no contribuirá en el mismo. Sin embargo, el país surasiático necesita tener una visión más audaz respecto a la conectividad en las regiones fronterizas y a través de sus fronteras.

India fue uno de los primeros gobiernos en resaltar los defectos de la Iniciativa al indicar fallas en temas de transparencia, protección ambiental, viabilidad económica y transferencia tecnológica, entre otras. Sin embargo, el problema de India ha sido la poca acción luego del discurso. Las acciones llevadas a cabo en la región están guiadas por los principios antes descriptos y reflejan las limitaciones del país surasiático. Las políticas diseñadas tienen serias deficiencias: se prometen proyectos que se realizan con gran demora o no han llegado, hasta ahora, a concretarse. New Delhi no ha sabido identificar, iniciar e implementar, por ejemplo, un abordaje coherente respecto a la conectividad en la región.

En este aspecto, existían planes para construir un puerto en Sri Lanka y un gasoducto en Myanmar, ambos analizados y discutidos, pero hubo demoras y no se realizaron o fueron rechazados. En ambos casos China tomó ventaja de la oportunidad, concretando ambos. China ha logrado el apoyo a la Iniciativa de 6 vecinos de India: Paquistán, Sri Lanka, Bangladesh, Nepal, Myanmar y Afganistán.

Vinculado a lo anterior, India debe tomar ventaja del fenómeno de la 'trampa de la deuda' que viven varios de sus vecinos, para otorgar préstamos o una combinación de préstamos y subvenciones y así ejecutar proyectos de conectividad en Asia del Sur y el océano Índico. Pero para lograrlo, debe mejorar en cuanto a los tiempos y procesos (burocracia) para otorgarlos al igual que los recursos a destinar.

Por otro lado, India debe sumar sus ventajas competitivas -por ejemplo en el sector de las tecnologías de la información y comunicación- para estimular el desarrollo económico de los países involucrados a través del fortalecimiento del capital humano. De esta forma, y con su experiencia, puede lograr una presencia y una influencia más fuerte en la región.

Lo planteado muestra, en primer lugar, la incapacidad india para ofrecer una ayuda consistente a sus vecinos más pequeños. En segundo lugar, que estos Estados dan la bienvenida a la presencia de otra potencia emergente y están dispuestos a acomodarse en la dinámica de la competencia regional de poder. Por último, indica la falta de un compromiso estratégico de India con la región, aunque la política Neighborhood First, es un primer paso.

En síntesis, el principal imperativo para la política exterior india es mayor coherencia en su ejecución y vincularse estrechamente con otros Estados, no para construir una coalición opositora a China, sino para entender las perspectivas de distintos países y, de esta forma, mejorar las respuestas de India.


NOTAS

1 A partir de aquí se denominará la Iniciativa.
2 Uno de los desafíos de China es el cambio de gobierno en varios de los países involucrados, lo que ha llevado a una revisión y/o cancelación de algunos acuerdos. Esto se explica por la "trampa de la deuda", ya que son inversiones que hipotecan al país con el pago de los préstamos chinos. Aunque esta situación no altera el desarrollo de la Iniciativa, sí la retrasa (por ejemplo, Malasia, Sri Lanka y Laos) (Parra Pérez, 2018).
3 El gobierno de Modi busca acentuar la dimensión cultural del poder blando en la redefinición de la política exterior india. Así, el Yoga, la medicina Ayurveda, la diáspora india y la religión (Hinduismo) adquirieron un lugar predominante en la agenda externa.
4 El alineamiento ya no es entendido en términos ideológicos puros, como en la guerra fría, sino en su rol de potencia emergente/media.
5 Los corredores económicos (CE) de la Franja son: CE China-India, CE China-Sudeste asiático, CE China-Mongolia-Rusia, CE China-Pakistán, CE China-Asia Central-Oriente Medio y el puente intercontinental de Eurasia.
6 Plataforma para la cooperación económica y técnica regional (sin la participación china), que incluye las periferias estratégicas de India (Sur, Este y Norte) y tres importantes subregiones: el Himalaya, la bahía de Bengala y el Mekong.
En la actualidad reúne a 19 países: Australia, Bangladesh, India, Indonesia, Irán, Kenia, Malasia, Madagascar, Mauritania, Mozambique, Omán, Seychelles, Singapur, Sudáfrica, Sri Lanka, Tanzania, Tailandia, Emiratos Árabes Unidos y Yemen. Asimismo posee cinco socios de diálogo: China, Egipto, Francia, Japón, Gran Bretaña y tres observadores, Indian Ocean Research Group (Iorg), Indian Ocean Tourism Organisation (Ioto) y Omán. Extraído de http://www.iora.net/
7 Los países miembros son Myanmar, Bangladesh, India, Sri Lanka, Tailandia, Bután y Nepal. Extraído de http://www.bimstec.org/
8 Está constituido por India y cinco estados de la Asean lindantes con dichos ríos: Camboya, Laos, Myanmar, Tailandia y Vietnam. El objetivo es conectar a India con estos países para desarrollar el turismo, la cultura y la educación, además de desarrollar el transporte y las comunicaciones.
9 La ubicación geográfica de Nueva Delhi permite observar este hecho que responde, principalmente a las históricas invasiones provenientes del Norte.
10 Creada en 1985 y conformada por Afganistán, Bangladesh, Bután, India, Maldivas, Nepal, Paquistán y Sri Lanka. Los objetivos son promover el bienestar de sus poblaciones y mejorar su calidad de vida; acelerar el crecimiento económico y el progreso social; promover la colaboración activa y la asistencia mutua en diferentes ámbitos, entre otros. Extraído de https://www.saarc-sec.org/


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