10.18601/16577558.n36.13

¿Hacia una escuela china de relaciones internacionales? Enfoques predominantes y su concepción de la cooperación internacional

TOWARDS A CHINESE SCHOOL OF INTERNATIONAL RELATIONS? PREDOMINANT APPROACHES AND THEIR INTERNATIONAL COOPERATION PERSPECTIVES

Agustina Marchetti*

* Doctoranda en Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario; becaria doctoral Conicet. Docente de Problemática de las RRII, Universidad Nacional de Rosario (Argentina). [agustina.marchetti@fcpolit.unr.edu.ar]; [https://orcid.org/0000-0001-7358-7357].

Recibido: 21 de mayo de 2021 / Modificado: 3 de agosto de 2021 / Aceptado: 4 de agosto de 2021

Para citar este artículo:

Marchetti, A. (2022). ¿Hacia una escuela china de relaciones internacionales? Enfoques predominantes y su concepción de la cooperación internacional. Oasis, 36, 225-242. DOI: https://doi.org/10.18601/16577558.n36.13


RESUMEN

A partir del siglo XX, se empiezan a desarrollar enfoques teóricos no occidentales como alternativa a las teorías tradicionales de las relaciones internacionales. Algunos especialistas empezaron a debatir acerca de la emergencia y consolidación de una "escuela china de relaciones internacionales", basada en su gran mayoría en la propia cultura del gigante asiático. El objetivo del artículo es presentar las principales corrientes de estudios internacionales en China, entre las que se destacan los enfoques reverso, anverso e interactivo. Asimismo, se pretende, en particular, comprender la concepción de cooperación internacional de cada uno de estos enfoques. Se parte de la hipótesis de que la producción y los cambios del eje de los estudios internacionales siguen el ascenso y la posición geográfica de las grandes potencias. En el caso de China han ido in crescendo en paralelo a su protagonismo internacional y al alcance del estatus de gran potencia. El marco teórico propuesto para esta investigación toma como punto de partida las llamadas non western theories, esto es, todas aquellas teorías que no forman parte del mainstream de las teorías de las relaciones internacionales occidentales.

Palabras clave: China; enfoques teóricos no occidentales; escuela china de Relaciones Internacionales; enfoques: reverso, anverso e interactivo.


ABSTRACT

At the beginning of the 21st century, an unprecedented theoretical change in perspective took place, and non-Western theoretical approaches began to be developed as an alternative to traditional theories of International Relations. In this way, some specialists began to debate about the emergence and consolidation of a "Chinese School of International Relations", based mostly on the Asian culture. The aim of this paper is to present the main streams of international studies in China, among which the reverse, obverse and interactive approaches stand out. Likewise, it is particularly intended to understand the conception of international cooperation of each of these approaches. In addition, it is intended to highlight the evolution of international studies in China and departs from the assumption that the production and changes of the axis of international studies follow the rise and geographical position of the great powers. In the Chinese case, they have been growing in parallel with its international prominence and the attainment of great power status. The theoretical framework proposed for this research takes as a starting point the so-called non-western theories, that is, all those theories that are not part of the mainstream of the Western International Relations Theories.

Key words: China; non-western theories; chinese school of international relations; chinese main streams.


INTRODUCCIÓN

Tras la Primera Guerra Mundial, las teorías de las relaciones internacionales tuvieron una fuerte impronta europea, principalmente británica, y luego de la Segunda Guerra Mundial, los académicos estadounidenses adquirieron protagonismo. En efecto, fue en Estados Unidos donde se produjo el nacimiento de las Relaciones Internacionales como disciplina científica (Giaccaglia y Dussort, 2016; González, 2011). A partir de la segunda mitad del siglo XX, se empiezan a desarrollar enfoques teóricos no occidentales como alternativa a las teorías tradicionales de las relaciones internacionales (Acharya, 2011, 2020; Acharya y Buzan 2007, 2010, 2017; Acharya et al., 2021; Del Arenal, 2015; Qin, 2020a).

A principios del siglo XXI, Acharya y Buzan (2007) publicaron un artículo titulado "Why there is no non-Western IR theory?", en el cual hacían hincapié en que, si bien existían modestos intentos de desarrollar teorías alternativas a las occidentales, dichos intentos no resultaban suficientes para conformar teorías asiáticas o teorías globales de las relaciones internacionales. Sin embargo, en 2017, Acharya y Buzan, a diez años de aquella publicación, retomaron la cuestión en el artículo 'Why is there no Non-Western International Relations Theory? Ten years on", en el cual advertían de una gran evolución en la construcción de teorías alternativas a las occidentales. Del mismo modo, destacaban que el gran desafío que se presentaba en esta segunda década del siglo XXI estaba asociado a la idea de poder crear una teoría de las relaciones internacionales global, o Global IR, en la que se lograse un desprendimiento de lo propio de cada país para avanzar hacia una teoría general que pudiera dar respuestas a problemáticas comunes a todos los Estados del globo, independientemente si eran asiáticos u occidentales.

En relación con las teorías chinas de las relaciones internacionales (CIRT, Chinese theories of international relations), amerita hacer un breve recorrido por las tres décadas pasadas en las que comenzaron a desarrollarse de forma acelerada. A partir del periodo de reforma económica y de apertura de la República Popular China (también llamado "socialismo con características chinas"), iniciado en diciembre de 1978 con Deng Xiaoping, los académicos y profesionales chinos de las relaciones internacionales se dedicaban a la interpretación y justificación de la política, del pensamiento estratégico y de las acciones de los líderes nacionales como ejes de análisis, sin dar lugar a la producción de conocimiento . Hasta ese entonces, los académicos chinos apelaban a las principales teorías del mainstream norteamericano -el realismo, el liberalismo y el constructivismo- para explicar los fenómenos chinos. Tal como expresa Qin (2012), la mayoría de los trabajos de investigación eran realizados basándose en teorías importadas. Sin embargo, esta importación de teorías occidentales empezó a generar algunos signos de alarma en la academia china dado que estas, en ciertas ocasiones, no lograban explicar el comportamiento de China ni de otros Estados asiáticos. Fue entonces cuando empezaron a surgir, en el seno de esta academia, nuevas ideas acerca de la creación de una escuela china con producción propia (Qin, 2011; Zhang, Yongjin y Chang Teng-chi, 2016).

A mediados de la década de los noventa se alcanzó un consenso general sobre la posibilidad y conveniencia de construir una CIRT. Desde el comienzo del siglo XXI, el debate se centró en cómo hacerlo (Guo, 2001). En este sentido, vale destacar que China aumentó sustancialmente su interacción con el resto del mundo y promovió, en gran medida, el desarrollo de CIRT. Asimismo, se incentivó a los académicos chinos a crear teorías propias, no con el objetivo de reemplazar las occidentales, sino para enriquecer el análisis y el debate en materia de relaciones internacionales.

En el siglo XXI, el mundo entró en un periodo de transición y transformación global, con nuevos problemas, insólitos desafíos y múltiples actores e instituciones que adquirieron nuevos roles. En este sentido, el gobierno de China, que persigue un liderazgo global en el actual orden internacional, cree que debe ser responsable a la hora de proponer nuevas soluciones para los recientes problemas.

Ahora bien, uno de los grandes interrogantes está asociado a la identificación de aquellos principios e intereses con base en los cuales los chinos pretenderán establecer ejes rectores en el nuevo orden. Eduardo Oviedo (2018) sostiene que las normas y los valores confucianos desempeñan un papel importante en el nuevo sistema. En concordancia, Qin (2012, p. 70) plantea que,

… los chinos no se limitaron a ser portadores de un "discurso occidental en el contexto chino", basado simplemente en incorporar la teoría preexistente para explicar el mundo y el encaje que China tiene en él, sino que buscan de manera persistente nuevas ideas sobre las que edificar su propio pensamiento internacional.

A raíz de lo dicho, se parte de la hipótesis que afirma que la producción y los cambios del eje de los estudios internacionales siguen el ascenso y la posición geográfica de las grandes potencias. En el caso de China han ido in crescendo en paralelo a su protagonismo internacional y al alcance del estatus de gran potencia.

Las principales corrientes de estudios internacionales en China, en términos amplios, pueden clasificarse en importadas y tradicionales. Los enfoques importados corresponden a las teorías occidentales que los académicos chinos han extrapolado para estudiar las relaciones internacionales y la política exterior china. Dentro de estas doctrinas occidentales se abre un amplio abanico de teorías que incidieron -y muchas de ellas siguen influyendo- en el diseño de la política del gobierno de China, a saber: la teoría de los tres mundos de Mao1, el marxismo-leninismo desde en el contexto de Guerra Fría2, el realismo clásico y el liberalismo desde la década de los noventa en adelante.

Por otra parte, los enfoques tradicionales, están basados en el amplio y milenario pensamiento chino, caracterizado por diversas escuelas o corrientes, donde sobresale el confucianismo. En efecto, Confucio (551-479 a. C.) fue un reconocido pensador y educador chino durante los últimos tiempos del periodo de los Reinos Combatientes (475-221 a. C.), y también fue el fundador de la escuela filosófica conocida como confucianismo. La esencia de sus enseñanzas radica en la buena conducta en la vida, el buen gobierno del Estado, el respeto a la jerarquía, el cuidado de la tradición, el estudio y la meditación. El buen gobierno, por su parte, está asociado a un gobernante sabio que busca la armonía entre el orden social y el orden natural. Por otro lado, el respeto a la jerarquía tiene que ver más con una máxima para la sociedad y la estratificación de esta. Las máximas virtudes pregonadas son: la tolerancia, la bondad, la benevolencia, el amor al prójimo y el respeto a los mayores y a los antepasados. El confucianismo sostiene que, si el príncipe es virtuoso, los súbditos imitarán su ejemplo, siguiendo el modelo gobernante/súbdito, padre/hijo, marido/mujer, etc. Dicha doctrina3 argumenta que una sociedad próspera solo se conseguirá si se mantienen estas relaciones en plena armonía.

Entre los principales legados de los pensamientos predicados por Confucio, sus discípulos escribieron algunas de sus enseñanzas en esterillas de madera, las cuales fueron rescatadas y se compilaron en un texto llamado Analectas (Chengley, 2006; Cheng, 2003). La doctrina confuciana posee numerosas vertientes de pensamiento, las principales son las de Mencio y Xunzi. En cuanto al debate actual encontramos dos grandes núcleos: el confucianismo político (Jiang, 2013; Ruiping, 2010, 2011), en el cual sobresale Jiang Qing, y el neoconfucianismo moderno, cuyo referente más relevante se asocia al pensamiento de Tu Weiming4.

En este artículo nos enfocamos en el análisis de la doctrina confuciana por su relevante influencia en el desarrollo de distintos aportes teóricos chinos al campo de las relaciones internacionales, entre los que se destacan tres enfoques principales en la disciplina: el reverso, el anverso y el interactivo (Qin, 2013; Yan 2019; Zhao, 2005). Dentro de estas tres vertientes de pensamiento, y considerando el propósito del presente artículo, interesa en particular comprender la concepción de cooperación internacional de cada uno de estos enfoques para, eventualmente, en futuros análisis e investigaciones, poder dilucidar si hay correlación entre esta y la acción externa de China.

En este contexto, los académicos chinos de las relaciones internacionales han intentado pensar en el orden mundial, en sus nuevas instituciones y modelos de gobierno, y en el modo en que China y su cultura podrían aportar al ordenamiento mundial de las próximas décadas . Es decir, el gobierno de China, en vistas de su ascenso y consolidación como gran potencia mundial, considera que sus sectores académicos nacionales deben poder contribuir con la teorización sobre las relaciones internacionales, con mayores niveles de participación en la producción académica mundial (Kumar, 2018).

LA FORMULACIÓN DE LAS "TEORÍAS CHINAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES"

En función de los diferentes debates entre enfoques tradicionales e importados, se fueron consolidando diversas perspectivas acerca de las relaciones internacionales entre académicos chinos.

Más allá de las distinciones internas, es importante destacar, en primer lugar, que, tal como plantea Qin Yaqing (2012, p. 70), desde fines de las décadas de los setenta y ochenta, "los chinos no se limitaron a ser portadores de un discurso occidental en el contexto chino", esto es, incorporar la teoría preexistente para explicar el mundo y el rol que China tiene en él, sino que comenzaron a buscar, de manera persistente, nuevas ideas sobre las cuales edificar su propio pensamiento internacional. También sostiene que la principal fuente a la que recurren es a la propia cultura china, desarrollada con base en una civilización de 5.000 años que ha catapultado al país al actual conjunto de grandes potencias.

Si bien hay diversas posturas acerca de la existencia o no de una Escuela china de pensamiento, debe reconocerse que en las últimas décadas se observa un incremento en la producción académica de artículos de teoría de las Relaciones Internacionales por parte de académicos chinos (Qin, 2013). No obstante, podría afirmarse que recién en el siglo XXI empezaron a tomar fuerza las CIRT, como resultado de más de 30 años de trabajo en torno a ellas (Zhang et al., 2016). Básicamente, el desarrollo de las CIRT desde 1978 en adelante se ha enmarcado en tres grandes debates (Qin, 2011).

El primero de ellos se produjo tras la llegada de Deng Xiaoping al poder, y versó sobre la apertura de China al mundo exterior, lo que dividió al marxismo chino entre la línea revolucionaria y la revisionista o pragmática. El eje del debate radicaba en poder dilucidar si habían sido la guerra o la paz las que habían guiado las relaciones internacionales de la época. La base teórica sobre la que China se había posicionado era la teoría leninista, la cual argumentaba que el mundo estaba en una era de guerra y revolución (Mao, 1994). A raíz de ello, el debate residía en la decisión acerca de qué debía hacer China: seguir haciendo foco en la lucha de clases, consecuencia de la revolución proletaria, o convertirse en un Estado-nación normal en el sistema internacional que velase por la paz y el desarrollo. Tras el triunfo de la línea revisionista de Deng en 1978, el gobierno comunista de China estableció el desarrollo económico como la prioridad de la nación. Se trató de un cambio fundamental en los objetivos del Partido Comunista Chino (PCCh), dado que implicaba que China dejaría de tomar la lucha de clases como la tarea más importante y la reemplazaría por el desarrollo de la economía. En consecuencia, la política exterior de China debía apuntar a crear y mantener un ambiente internacional favorable para que fuese capaz de concentrarse en el desarrollo económico nacional (Qin, 2011).

La década de los ochenta, cuando se restablecieron los trabajos académicos en las universidades cerradas durante el maoísmo, puede identificarse como punto de partida de la investigación teórica en estudios internacionales, tras la ya mencionada estrategia nacional de reforma económica y apertura de Deng Xiaoping a partir de 1978. Fue a partir de entonces, como explica Qin (2013), que los estudiosos chinos estaban ávidos de aprender, entender e interpretar este nuevo escenario. A raíz de ello, en las tres décadas posteriores a los inicios de los años ochenta, se multiplicaron las traducciones al chino de los textos clásicos occidentales de relaciones internacionales, así como los manuales basados en las teorías predominantes (provenientes principalmente de Estados Unidos), lo que incentivó y favoreció un desarrollo mayor de las Relaciones Internacionales como disciplina académica (Qin, 2007). En ese entonces, los teóricos chinos estudiaban estas teorías, las introducían en la comunidad académica china y las aplicaban en los análisis de la realidad internacional y de su política exterior.

El segundo debate se inició en la década de los noventa entre realistas y liberales, y estuvo centrado en determinar cuál era el interés nacional de China en el nuevo contexto de pos-Guerra Fría. Hacia mediados de la década de los noventa se alcanzó un consenso general sobre la posibilidad y conveniencia de construir una CIRT.

El tercer debate, hacia fines de la década de los noventa, se concentró en China y su ascenso pacífico. En esta ocasión fue un debate tripartito entre el realismo clásico, el liberalismo y el constructivismo que ya se había posicionado como otro enfoque relevante en China. Los realistas, sobre la base de los escritos de Mearsheimer, creían que era imposible para cualquier país poderoso ascender de forma pacífica (Yan, 2014); por su parte, tanto los liberales como los constructivistas, respaldados por argumentos de autores como Ikenberry o Buzan, apoyaban la idea de ascenso pacífico (Liu, 2012). Mientras que los liberales chinos enfatizaban los beneficios tangibles derivados de instituciones internacionales (Xiaobing y McConaghy, 2018), los constructivistas ahondaron en la identidad de China en esta creciente interacción con la sociedad internacional (Ren, 2020).

No obstante, llegado un cierto momento, empezaron a surgir algunos interrogantes entre los académicos chinos respecto a si era pertinente aplicar teorías exclusivamente occidentales para interpretar de manera general los asuntos mundiales y, en particular, las prácticas no occidentales. Tal como plantea Margueliche, "una pregunta clave antes de encarar cualquier estudio es pensar a China: ¿Desde dónde?" (2018, p. 6). Posteriormente, se comenzó a pensar también en la importancia de la cultura en la construcción de las teorías de las relaciones internacionales (Qin, 2013, p. 28; Yan, 2011, 2014, 2018; Jiang, 2013; Fan, 2011).

Por tanto, en el siglo XXI, el debate se centró en cómo hacerlo (Guo, 2001). En este sentido, vale destacar que China aumentó sustancialmente su interacción con el resto del mundo y promovió en gran medida el desarrollo de CIRT. Asimismo, se incentivó a los académicos chinos a crear teorías propias, no con el objetivo de reemplazar las occidentales, sino para enriquecer el análisis y el debate en materia de relaciones internacionales (Qin, 2011). Este cambio de orientación ha ayudado a avanzar en el desarrollo de las CIRT en China y, al mismo tiempo, establecieron a las teorías de las relaciones internacionales occidentales como un discurso dominante y foráneo.

Asimismo, a inicios de la segunda década del siglo XXI, se observa una nueva ronda de debate focalizado en la cuestión del nuevo orden mundial, que con seguridad tomará fuerza luego de los acontecimientos generados por el covid-19 y, en ese marco, los efectos posibles sobre el (des)orden internacional actual (Acharya, 2020; Tellis, 2020; Yan, 2020; Qin, 2020b).

A decir verdad, las corrientes de pensamiento internacional que más se han extendido en China, en la última década, intentan remontarse a las fuentes de la tradición, la cultura, la filosofía y las prácticas autóctonas para alimentar el plano teórico. Dicho de otro modo, todas reconocen la importancia del sustrato cultural e intentan aplicar, de algún modo, las ideas culturales y filosóficas chinas en teorías contemporáneas de las relaciones internacionales. Sin embargo, a pesar de que todas las CIRT se alimentan de la cultura china, sus formas de reconstrucción teórica son muy diferentes, siendo posible actualmente diferenciar tres perspectivas o enfoques: reverso, anverso e interactivo (Qin, 2012; Staiano y Bogado, 2017).

A los fines de este artículo, a continuación, nos centramos entonces en cada uno de estos enfoques, sus lineamientos principales y, particularmente, en la concepción de cooperación que sostiene cada uno de ellos.

El enfoque reverso de las CIRT y la concepción de cooperación occidental

Sobre la base de los teóricos de la modernización, también llamados "occidentalistas", se erige lo que se conoce como el enfoque reverso de las CIRT. El mismo consiste en una importación directa de Occidente de principios realistas y la utilización de categorías como hegemonía, poder y ciencia.

A finales de la década de 2000, la mayor parte de los trabajos de investigación en China tenía como marco analítico de base a las teorías norteamericanas. Qin (2012, p. 75) argumenta que "por ello es que denominamos a este tipo de investigación 'interpretación analógica reversa', ya que pretende interpretar los asuntos mundiales y el comportamiento internacional chino empleando un esquema teórico y conceptual importado". Para ser más preciso, el autor se remite a una investigación en donde se demuestra que "entre 1987 y 1990 el 45% de los académicos chinos utilizó teorías occidentales en sus análisis, entre 1991-2000 lo hizo el 69%, y entre 2001-2007, el 75%" (Qin, 2007, pp. 318-319). Aquí se destacan quienes intentan interpretar los temas internacionales utilizando las teorías norteamericanas predominantes, y son precursores en el establecimiento de un marco analítico basado en normas estadounidenses de las relaciones internacionales que utilizan después para interpretar las ideas de los pensadores chinos anteriores a la dinastía Qin (antes del 221 a. C.) tales como Guanzi, Lao Tse, Confucio, Mencio, Mozi, Xunzi y Han Feizi (Qin, 2012).

Entre los académicos del enfoque reverso, se destaca Yan Xuetong, quien argumenta fuertemente que no hay necesidad de una escuela china de las relaciones internacionales (Yan, 2011). Uno de los argumentos de Yan es que creyendo en la ciencia y en el método científico para estudiar la política internacional, si no se necesita una escuela china para la física y la química, ¿por qué iba a necesitarse una Escuela china para la teoría de las relaciones internacionales? (Yan y Song, 2001).

A raíz de ello, establece un marco analítico5 conocido como realismo moral, basado en las ciencias sociales estadounidenses que luego aplica al pensamiento de estos maestros e intenta explicar cómo entendían el poder los antiguos pensadores chinos, para luego identificar las estrategias que permitirían la hegemonía en el sistema internacional (Qi, 2017). Yan Xuetong, está convencido de que el realismo y el poder en tanto categoría de análisis, son los ejes del estudio que realiza sobre los antiguos pensadores chinos. Se remite al poder material y al poder moral, y menciona los factores políticos, económicos y militares como los elementos constitutivos del poder. No obstante, destaca que para los pensadores chinos el poder político es el más importante de ellos e, interpretando a Xunzi, afirma que: "el poder político desempeña un papel como fundamento del poder económico y militar y [Xunzi] cree que, independientemente de cuál sea el poder económico y militar, son insignificantes sin el fundamento del poder político" (Yan y Song, 2001, p. 78).

A diferencia de las principales premisas sostenidas por los realistas occidentales, para Yan Xuetong, la moralidad es el centro del poder político, ya que confiere a quien detenta el poder una legitimidad sin la cual la hegemonía no podría alcanzarse y, en caso de alcanzarla, no podría perdurar (Yan, 2014, 2020). Sin embargo, subraya también la importancia del poder material, como ser la fuerza militar, y se remite al Guanzi6 para argumentar que, a fin de mantener un orden internacional estable, son necesarios tanto el poder material como el pensamiento moral. Uno solo no alcanza, dado que la moralidad, aun siendo una condición necesaria para lograr el liderazgo mundial, no es una condición suficiente.

Para este enfoque, la hegemonía se logra principalmente mediante estrategias. A través de la interpretación del clásico chino Estrategias de los reinos combatientes, esta matriz de pensamiento se aplica a la emergencia de China. En su análisis, Yan Xuetong (2011, 2014, 2016, 2020) sostiene que China debería aspirar decididamente al liderazgo mundial y, en este sentido, además de reforzar el poder en su conjunto debería centrarse en el establecimiento de alianzas como medio para lograr la hegemonía. En palabras de Yan: "la formación de una alianza se ha convertido en la principal estrategia utilizada en política internacional para aspirar a lograr la hegemonía" (Yan y Song, 2001, p. 131; Yan, 2011).

Con respecto a la cooperación debe considerarse que, en consonancia con lo planteado, el enfoque reverso trabaja con la noción de cooperación occidental tal como la entienden los institucionalistas liberales. Retomando la noción de cooperación de Axelrod y Keohane (1985), entienden que:

Cooperación no equivale a armonía. La armonía exige una total identidad de intereses, pero la cooperación solo puede tener lugar en situaciones en las que hay una mezcla de intereses conflictivos y complementarios. En esas situaciones, la cooperación tiene lugar cuando los actores ajustan su comportamiento a las preferencias reales o previstas de los demás. (p. 226)

Es decir, se plantea la coordinación de políticas (Keohane, 1984). A raíz de ello, Yan (2013, 2018) sostiene que la cooperación debe darse en torno a intereses conflictivos o intereses comunes haciendo hincapié en la importancia de la confianza mutua como precondición para poder establecer una cooperación estratégica.

En sus relaciones con otras grandes potencias -como sería el caso de Estados Unidos- y la eventual posibilidad de cooperar, Yan propone la implementación de un nuevo concepto: "competencia pacífica", para reemplazar el de "coexistencia pacífica", ya que la competencia es inevitable. Para poder llevarla a cabo propone: "the principle of peaceful competition through preventive cooperation based on conflicting interests" (2013, p. 2). La importancia de ello radica en que el gran desafío de los Estados es aprender a cooperar aun en ausencia de confianza mutua e intereses compartidos.

China, como el principal de los Estados ascendidos, necesita afirmar su credibilidad estratégica internacional -que comprende los elementos de autoridad moral y consentimiento- generando alianzas por medio del diálogo político (Yan, 2016, p. 24, en Domínguez, 2018). Dicho diálogo, además de cooperación para el desarrollo pacífico, incluye también la cooperación en temas de seguridad y defensa con aquellos países vecinos incapaces de sobrevivir autónomamente en virtud de sus limitadas capacidades militares (Wong et al., 2017 en Domínguez, 2018). Estos Estados serán quienes aceptarán voluntariamente la autoridad internacional del nuevo líder en la medida en que este proporcione credibilidad estratégica en el proceso de redistribución del poder internacional, esto es, beneficios económicos y protección o seguridad en el orden alternativo regido por una autoridad moral que sea mejor acogida porque realmente practique lo que predica y lo que predica sea suficiente y también comparativamente atractivo (Yan, 2013, 2014, 2020).

El enfoque anverso y el lugar de la cooperación

El enfoque anverso, por su parte, presenta como uno de sus máximos exponentes a Zhao Tingyang, filósofo contemporáneo, quien retoma la teoría del Tianxia -lo que está bajo el cielo- enraizada en la dinastía Zhou (1046-256 a. C.). Desde esta perspectiva, Zhao argumenta que el Tianxia permitiría pensar en un sistema legítimo y responsable para el conjunto del mundo y no solo para los Estados-nación.

Zhao sostiene que el sistema Tianxia, creado y practicado en aquel tiempo, era el sistema mundial ideal (Qin, 2012). Para alcanzar el liderazgo mundial, China no solo debería alcanzar el desarrollo económico, sino que también debería jugar un rol de importancia en la creación y producción de conocimiento y por ello tiene un gran desafío en dicha tarea (Pintado Lobato, 2018).

Ahora bien, ¿en qué consiste el esquema propuesto por Zhao Tingyang? El filósofo realiza una interpretación del sistema de la dinastía Zhou, que existió hace 3.000 años.

La dinastía anterior a la Zhou fue la Shang, formada por una alianza de numerosas tribus que se prolongó durante siglos. Aquellos tiempos se caracterizaron por el desorden y el caos, considerando esta gran multiplicidad de tribus y su relativa autonomía. Una de ellas, la de los zhou, inició la guerra hasta convertirse finalmente en la tribu dominante. A partir de entonces, su principal objetivo fue cómo crear y mantener el orden intertribal. Los zhou no eran la mayor de las tribus, por lo que pronto notaron que el uso de la fuerza coercitiva no tendría éxito y que debían buscar otra alternativa para mantener la legitimidad, el orden y la paz. Lo hicieron a través del sistema mundial de "lo que está bajo el cielo" o Tianxia7.

En el plano conceptual, el sistema Tianxia se basaba en tres ideas subyacentes. En primer lugar, las soluciones a los problemas de la política mundial dependen de un sistema mundial, universalmente aceptado y no de la fuerza coercitiva. En segundo lugar, dicho sistema está justificado en términos políticos si sus acuerdos institucionales benefician a todos los pueblos de todas las naciones. Por último, en tercer lugar, dicho sistema funciona si genera armonía entre todas las naciones y las civilizaciones (Qin, 2012, 2013; Zhao, 2009).

Uno de los valores básicos de este sistema es el de la armonía o, como plantea Zhao, uno de los principales objetivos del sistema mundial es: "to create harmony between all nations and peoples" (2009, p. 14). Además, explica que la armonía fue lo que consiguió mantener la paz durante cientos de años y que el propio Confucio la denominó Wangdao (camino del rey o camino real) en contraposición al Badao (camino del dictador).

Si se considera que la sociedad china tradicional tenía a la familia como unidad básica y más importante,

Confucio sostuvo que una política justa y un buen gobierno deberían basarse en el vínculo familiar. El tipo de familia ideal es un espacio vital donde el cálculo del interés propio es mínimo y donde el ambiente es absolutamente armonioso y, por lo tanto, favorece el desarrollo incondicional de la cooperación, el cuidado y la responsabilidad entre los miembros. (Zhao, 2005, pp. 66-67)

Esta idea debería extrapolarse al mundo, ya que los principios utilizados en el seno de una familia son los que deberían extenderse a todos los colectivos sociales, incluyendo el Estado y el mundo en su conjunto o, según el pensamiento chino tradicional, los mismos principios se pueden aplicar a escala universal. Dicho de otro modo, el confucianismo insiste en que los Estados y "todo lo que está bajo el cielo" se desarrollaría mejor proyectando el modelo de la familia, heredando el gen armonioso del vínculo familiar, para maximizar las posibilidades de paz y cooperación universal (Qin, 2013).

Por consiguiente, Zhao plantea que el mundo actual es un "no mundo" ya que las instituciones existentes han sido creadas por los Estados y para los Estados, sobre la base de sus propios intereses y, por lo tanto, no son capaces de superar los límites del Estado-nación. En este sentido, no es inclusivo y, en consecuencia, todavía no existe un mundo que "abrigue a todos". Aun cuando la globalización ha tomado una escala mundial, en el plano institucional y filosófico, no se responsabiliza de todos sus integrantes.

Lo que propone Zhao (2005, 2009) es hacer una "renovación" del original sistema Tianxia, para poder encontrar una solución al mundo de desorden y caos reinante en el siglo XXI. Propone convertir el "no mundo" en un verdadero mundo. Es decir, convertir el mundo en un sistema Tianxia debe ser el punto de partida de cualquier solución a los problemas globales que nos acechan en el presente siglo. Esta meta se lograría a partir del establecimiento de una visión que anteponga "al mundo" en su conjunto a lo local, y los elementos globales o comunes a los intereses locales. Todo basado en el principio de familia, donde la hostilidad deja paso a la hospitalidad, donde prevalece la armonía y donde nadie hace enemigos.

En este enfoque, la concepción de cooperación se establece también sobre el principio de vínculo familiar confuciano, con rasgos jerárquicos. La cooperación entre los miembros de una familia es prácticamente inherente a la condición de familia. En consonancia, también está directamente relacionada con la idea de armonía, aunque no significan lo mismo.

En palabras de Zhao (2009, p. 14): "Harmony just happens to be the best form of cooperation", pero destaca que no son lo mismo. Por cierto, remarca una pequeña, pero no menos importante, diferencia entre cooperación y armonía. El principio de cooperación podría verse como live and let live, mientras que la armonía es un principio más fuerte que significa live-if-let live and improve-if-let-improve. En otras palabras, la estrategia de armonía significa más que una mera cooperación.

El enfoque interactivo y la "teoría de la relacionalidad"

Por último, nos referiremos al tercer enfoque de las CIRT, el cual se conoce como interactivo (Qin, 2012, 2013, 2020). El mismo pretende articular teorías occidentales con pensamientos culturales chinos formulando la Teoría de la Relacionalidad, a partir de la cual se pretende analizar el sistema internacional, entendido como un mundo de relaciones dinámicas (Qin, 2012, 2013).

Es interesante destacar que la teoría núcleo de este enfoque se constituye en respuesta, si se quiere, a la "racionalidad" utilizada como base en diversas teorías occidentales. La racionalidad es, en efecto, un concepto crucial, arraigado en sociedades y prácticas occidentales. Qin Yaqing (2012, 2014, 2020), como uno de los principales promotores de este enfoque, argumenta que al aceptar que la cultura tiene importancia, se pueden encontrar otros conceptos significativos que han nutrido diferentes culturas, historias y prácticas.

La relacionalidad es un concepto tan crucial para la cultura china como lo es la racionalidad para Occidente. La Teoría de la Relacionalidad consta de tres componentes principales: proceso en términos de relaciones, la metarrelación y la gobernanza relacional (Qin, 2013, 2020).

En primer lugar, al hablar de proceso se aclara que estos son entendidos como relaciones en movimiento, o como un complejo de relaciones interconectadas y dinámicas que toman forma en las prácticas sociales (Qin, 2012). En este sentido, se recurre a una analogía que explica que el "proceso" es el flujo del agua, en constante movimiento y cambio en función del terreno. Por otra parte, destacan que el enfoque de "entidad" se asemeja a una roca, firme e inalterable. Ahora bien, cuando se encuentran dos corrientes de agua, se fusionan formando una sola; cuando dos rocas se encuentran, chocan. Es por ello que se dice que la cultura china es una cultura "agua" (Qin, 2013).

Los teóricos de este enfoque argumentan que no tiene sentido, entonces, que la teoría de las relaciones internacionales no disponga de una teoría sistemática sobre las relaciones. Las teorías basadas en la racionalidad tienden a centrarse en los actores individuales y a tratarlos como entidades separadas, y lo que aquí se busca es centrarse en las relaciones.

Dicho esto, el segundo componente es la metarrelación, que equivale a la relación yin-yang en la dialéctica china. Se trata de la "relación de relaciones" y representa la naturaleza esencial de todas ellas, incluidas aquellas entre seres humanos, grupos sociales y Estados-nación, como así también las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza (Qin, 2011). Esta teoría tiene similitudes con la dialéctica hegeliana (la existencia de dos polos), pero se diferencia al establecer la hipótesis de que las relaciones entre los dos polos no son conflictivas, sino que pueden evolucionar juntas para formar una síntesis armoniosa, que contenga elementos de cada uno de los dos polos y que no pueda reducirse a ninguno de ellos (Qin, 2012).

En este sentido, la relacionalidad hace hincapié en la conectividad de todas las cosas del universo y en la complejidad de las relaciones entre diversos actores de este. Su relevancia para el estudio de las relaciones internacionales es que nos permite una comprensión fundamental de la cooperación y el conflicto entre actores.

De esta manera, para la dialéctica china, el conflicto es un eslabón hacia la armonía como forma suprema de vida (Qin, 2012, 2013, 2020). En palabras de Qin (2012, p. 84):

… la dialéctica china abre la puerta a un "enfoque de proceso", que relaciona diferentes aspectos en curso, los cuales evolucionan hacia la armonía combinando lo opuesto hasta que el conflicto queda sofocado. No se trata, de opuestos enfrentados sino de opuestos armoniosos. No se trata de tesis y antítesis, sino de "cotesis", o de yin y yang, que crean nuevas síntesis a lo largo del proceso de armonización.

El tercer componente de la teoría de la relacionalidad aquí abordada es la gobernanza relacional, que hace hincapié en la gestión de relaciones entre actores individuales para llegar al orden. Esta mirada diferencia a la gobernanza relacional de la teoría de la racionalidad, la cual pretende ofrecer una concepción de gobernanza alternativa a la occidental, en la que el foco está puesto principalmente en reglas, regímenes e instituciones internacionales.

La gobernanza relacional, en cambio, incorpora a la dimensión cultural en su perspectiva y es definida como

… un proceso consistente en negociar acuerdos sociopolíticos que gestionan relaciones complejas en una comunidad, a fin de generar orden, de manera que los miembros se comporten de un modo recíproco y cooperativo, sobre la base de la confianza mutua, que se desarrolla a partir de un entendimiento compartido de normas sociales y moralidad humana. (Qin, 2012, p. 85)

Es interesante destacar cuatro aspectos de la definición de gobernanza relacional. Primero, que enfatiza la negociación, como estrategia para la distribución de responsabilidades, ya que a través de la negociación se debe decidir quién debería hacer qué y en qué medida. Segundo, se entiende a la gobernanza también en términos de proceso, es decir, se destaca su naturaleza dinámica, lo que implica la necesidad de coordinación y consulta constantes. Tercero, la gobernanza no se trata de actores individuales, sino de las relaciones entre ellos con el objetivo de alcanzar una armonización de las relaciones. Por último, la gobernanza relacional necesita de la confianza como pilar sobre el que apoyarse. Una sociedad internacional bien gobernada debe ser una sociedad fiduciaria que, a su vez, se sustenta en la moralidad humana (Tu, 2001, 2003).

Ahora bien, de los postulados presentados se desprende la importancia otorgada a la noción de cooperación en este enfoque. El enfoque interactivo considera que es justamente a través de la cooperación, la coordinación y la negociación que se alcanzará la armonía.

Además, desde esta perspectiva, la relacionalidad es determinante para la cooperación. Qin (2018, p. 300) define a la cooperación como un acto altruista que hace que uno pague un costo para que alguien reciba un beneficio. Ante el siguiente interrogante ¿por qué una persona debería ayudar a otra que es un competidor potencial en la lucha por la supervivencia? Qin (2018) argumenta que no solo es importante pensar en la interacción estratégica entre actores, sino también en la relación entre los mismos y el mundo en el que interactúan.

Los autores que trabajan desde este enfoque proponen la siguiente reflexión: "Si el mundo social es uno de convivencia, si la identidad de uno está determinada por las relaciones, y si el interés propio es al mismo tiempo un interés compartido con otros, entonces las relaciones son un factor clave en el estudio de la cooperación".

Y de ello deriva la siguiente conclusión: "la relación promueve la cooperación y consecuentemente cuanto más íntimamente se relacionen los actores, más cooperarán unos con otros" (Qin, 2018, p. 300).

Finalmente, se destaca tanto la relación entre actores como el nivel de intensidad de esta. Es decir, la cooperación depende no solo de si los actores están relacionados o no sino, también, de cuán íntimamente están relacionados. La perspectiva propuesta por el enfoque interactivo nos acerca un poco a la comprensión de las acciones del gobierno de China en materia de cooperación y de su discurso, en donde el beneficio mutuo, la ayuda, la armonía y la noción de win win aparecen como una constante.

REFLEXIONES FINALES

A lo largo de este artículo se describió el debate en torno a la existencia o no de una escuela china de las relaciones internacionales, a partir de los diversos debates que se dieron desde las últimas décadas del siglo XX.

A partir de la década de los noventa se observó una ola de estudios de académicos chinos, con raíces en el realismo clásico occidental8, conductistas, sistémicos y, también, de múltiples trabajos arraigados en conceptos liberales de las relaciones internacionales, en su mayoría de origen norteamericano. Ya en el siglo XXI, y siguiendo esta misma línea, se produjo la incorporación de conceptos como soft power en diversos análisis de la política exterior de China por parte de académicos chinos. Sin embargo, esta noción teórica recién se incorporó al discurso oficial gubernamental en el siglo XXI durante la presidencia de Hu Jintao.

Por otra parte, tal como se detalló a lo largo del artículo, los enfoques con raíces occidentales tuvieron como contracara los enfoques tradicionales entre los cuales sobresale el confucianismo. Ahora bien, dentro del confucianismo existen diversas corrientes, entre las cuales las más relevantes son: el confucianismo tradicional y el neoconfucianismo moderno. Sobre estas bases es que luego se formulan los enfoques abordados en el presente artículo.

Es evidente que el crecimiento de China a nivel internacional estimuló el desarrollo de los estudios teóricos en relaciones internacionales en este país. Sus trabajos y la consolidación de visiones propias han proliferado en las últimas décadas, al compás del mayor protagonismo de China en el sistema internacional. Pensar en convertirse en una gran potencia que disputa el liderazgo global con Estados Unidos, sin tener una estrategia que pretenda fortalecer la producción de conocimiento, como área clave en este proceso, no es propio de un país como China, que se caracteriza por una planificación estricta y ordenada de cada una de las tantas dimensiones que implican a una gran potencia.

En la segunda década del siglo XXI se ha avanzado enormemente en la discusión acerca de la existencia o no de una escuela china de relaciones internacionales, y en la consolidación de las Non western Theories y la existencia de una Global IR Theory. El análisis de las diversas vertientes que actualmente caracterizan a las CIRT, esto es, los enfoques reverso, anverso e interactivo, permiten demostrar que en el crecimiento de China, dimensiones más tangibles como la económica, la militar o la tecnológica, también están acompañadas de un avance sólido en la producción de conocimiento, que permita consolidar una visión de mundo propia. El caso de la cooperación internacional y de las diversas formas en que cada uno de estos enfoques la conciben, nos permite comprender de qué manera China entiende la cooperación internacional y cómo la lleva adelante en su accionar exterior.

Asimismo, es de vital importancia, para cualquier análisis de la política exterior china en el mundo, recuperar conceptos claves que se vienen consolidando desde los años cincuenta del siglo pasado. Estos son principal -pero no únicamente- los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica, los Ocho Principios de Zhou Enlai sobre Ayuda Económica y Asistencia Técnica, la noción de cooperación win-win, el beneficio mutuo, la diplomacia omnidireccional, la Comunidad de Destino de la Humanidad, la Belt and Road Initiative (BRI) y, por último, el Sueño Chino.

En síntesis, luego de hacer un recorrido por las últimas décadas en la producción de conocimiento en la RPCh podría afirmarse que, aun si están en una fase de transición, nos encontramos en un camino que conduce a la formación de una Escuela china de relaciones internacionales. Este fenómeno, sin dudas, ha ido in crescendo en paralelo con el protagonismo internacional y el alcance del estatus de gran potencia del país asiático.


NOTAS

1 La "Teoría de los tres mundos" aseguraba que el sistema internacional estaba dividido en tres: "A mi juicio, los EE. UU. y la Unión Soviética constituyen el primer mundo; fuerzas intermedias como Japón, Europa y Canadá integran el segundo mundo, y nosotros formamos parte del tercero […] El tercer mundo comprende una gran población. Toda Asia, excepto el Japón, pertenece al tercer mundo; África entera pertenece también a este, e igualmente América Latina" (Mao, 1974). Para mayor detalle sobre la teoría de los tres mundos ver: He (2010, pp. 14-21).
2 El marxismo-leninismo aún hoy sigue incidiendo decisivamente. Desde la estructura de poder hasta los distintos aditamentos que hicieron los líderes chinos a esa doctrina.
3 Por doctrina se entiende a un conjunto de ideas, enseñanzas o principios básicos defendidos por un movimiento religioso, ideológico, político, etc.
4 Tu Weiming nació en 1940 en Kunming, provincia de Yunnan, China. Es un destacado académico chino, una figura representativa del neoconfucianismo contemporáneo y un practicante crucial en la investigación y transmisión de la cultura confuciana. Durante más de 50 años, el profesor Weiming se ha dedicado a la interpretación de los clásicos confucianos, a la evaluación del confucianismo desde una perspectiva de la diversidad cultural en el mundo y al renacimiento de la cultura china mediante una transformación creativa de la antigua tradición. No obstante, vale aclarar que desde la década de los sesenta Tu Weiming vive en los EE. UU. con lo cual no representa, en sentido estricto, una escuela de pensamiento chino desde el punto de vista formal o institucional.
5 Debemos distinguir dos dimensiones de dicho marco analítico que son las que nos remiten a las categorías occidentales: en primer lugar, la dicotomía filosófica occidental entre materialismo e idealismo, en la que se identifican tres categorías: a) el determinismo conceptual (idealista), b) el determinismo material y c) el dualismo. En segundo lugar, a los niveles analíticos, distinguiendo tres niveles de análisis: el sistema, el Estado y el individuo (Qin, 2012).
6 El Guanzi es un antiguo texto político y filosófico chino que se atribuye tradicionalmente al filósofo y estadista del siglo VII a. C. Guan Zhong, quien se desempeñó como primer ministro del duque Huan de Qi.
7 Para más información acerca de la conformación del sistema Tianxia de la dinastía Zhou, ver "A Political World Philosophy in terms of All-under-heaven (Tian-xia)" de Zhang (2009), en el cual realiza un análisis pormenorizado del sistema en sus orígenes para luego presentar una adaptación de este para el sistema internacional actual.
8 Es lo que Staiano y Bordazar (2017, p. 140) nos presentan como realismo con características chinas.


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