10.18601/16577558.n37.15
Asia: un continente por descubrir
Pío García*
Reseña del libro
Gélvez, T. y Vaca, M. (2021). Asia: un continente por descubrir. Ecoe Ediciones/Galda Verlag. 336 pp.
* Doctor en Filosofía. Docente-Investigador del Observatorio de Análisis de los Sistemas Internacionales (OASIS), Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales, Universidad Externado de Colombia (Colombia). [pio.garcia@uexternado.edu.co]; [https://orcid.org/0000-0003-1270-5131].
Recibido: 11 de agosto de 2022 / Aceptado: 18 de agosto de 2022
Para citar esta reseña: García, P. (2022). Reseña del libro: Asia: un continente por descubrir (2021). Oasis, 37, pp. 285-287. DOI: https://doi.org/10.18601/16577558.n37.15
De la mano de Tatiana Gélvez y Margarita Vaca, un grupo de investigadoras se han ofrecido de guías del público latinoamericano en su incursión en la Asia inmensa e ignota. Sus orientaciones están plasmadas en el libro Asia: un continente por descubrir. Para facilitar el ejercicio didáctico, cada una tomó un país o región. En sus pautas, Olga Lucía Patiño rompe los mitos sobre India, Valentina Prudnikov expone las fragilidades rusas, Julia Alicia Romero habla de Japón como puntal de la integración regional asiática, Angélica Guerra-Barón expone a Corea de una forma multidisciplinar, María Alejandra Uribe resalta el papel de la educación en el éxito de Singapur, Tatiana Gélvez analiza el auge chino, Raquel León analiza el margen de movimiento de Taiwán, Hong Kong y Macao frente a China; Natalie Gómez y Carol Chan revisan los constructos nacionalistas del Sudeste asiático, Ana María Figueroa explica la relevancia de Asia Central y Margarita Vaca evalúa las contradicciones en Asia Sur.
Desde la perspectiva política, es apreciable la contribución académica por parte de un grupo de mujeres empoderadas, dispuestas a elevar el análisis y la discusión de los estudios regionales. En este caso de un continente cada vez más presente en nuestra vida diaria a través de todo el consumo de bienes industriales e inmateriales. Asia, con Corea, China, Japón o India a la cabeza, forma parte del paisaje cotidiano, desde los celulares, las confecciones, los implementos deportivos, las bicicletas, las motocicletas y los automóviles. En la economía digital, las telecomunicaciones avanzadas dependen en forma creciente de los proveedores asiáticos. Es el caso de la red 5G o Ruta Digital de la Seda que se construye en Brasil, Argentina, México y otros países latinoamericanos.
Y no se diga el impacto del poder blando de las artes marciales, el yoga, el ayurveda o la ola musical y cinematográfica coreana.
En el orden disciplinar y metodológico, las autoras se propusieron dos grandes metas: "rigurosidad académica", por un lado, y realizar un acercamiento multidimensional. De acuerdo con esta última opción, encontramos aproximaciones diversas a los temas sugeridos. Las hay de corte más social e histórico, como lo son los capítulos sobre Rusia, China y Japón. Las hay de tipo sociológico, como los estudios sobre India y Asia Sur. Para esta subregión, se desglosa el índice de felicidad nacional bruta, un indicador social emblemático de Nepal. Las hay de carácter económico, tales como la industrialización de Singapur, sobre la base de las políticas públicas en educación que elevaron la competitividad del país, o de China, donde la gradual inserción internacional proclamada por Deng Xiaoping rindió plenos éxitos. Asia Central y Corea son examinadas desde enfoques más interdisciplinarios.
El libro está dirigido a todos los públicos, pero las autoras han querido privilegiar a los visitantes y a los empresarios interesados en interactuar con clientes asiáticos. En las advertencias a esos usuarios particulares sobresale el examen valeroso de Olga Lucía Patiño para desmitificar el aura romántica de una Incredible India, reforzada por la propaganda oficial, y poner en evidencia, más bien, los remanentes de corrupción, discriminación, violencia e intolerancia, que nadie esperaría encontrar en el país de Gandhi. Angélica Guerra-Barón integra elementos culturales y geopolíticos en su explicación del milagro surcoreano y les llama la atención a los empresarios sobre la necesidad de conocer "la etiqueta de negocios" propia de ese país. Respecto a la capacidad de agencia o autonomía de Hong Kong, Macao y Taiwán, Raquel I. León de la Rosa halla con objetividad las limitaciones fácticas de esas economías, verdaderos apéndices de China.
Una contribución de este porte a los estudios asiáticos desde América Latina y el Caribe debe ser celebrada. La construcción de un sistema internacional poshegemónico se ha convertido en una tarea tortuosa y de elevado costo social, político y ambiental. Con ciertos aliados asiáticos, el orden internacional regentado o manipulado por el G7 y su brazo armado que es hoy por hoy la OTAN, se empecina en disponer quién puede ascender en la jerarquía económica global, quién puede armarse y quién no, qué Estados deben sobrevivir y cuáles Estados deben ser colapsados. Iraq, Libia, Siria son solo algunos de esos Estados fallidos, porque sus dirigentes cometieron la osadía de desafiar en algún momento el ordenamiento estratégico euroestadounidense, convirtiéndose en parias que deben ser perseguidos. En la lista están, por supuesto, Irán, China y Rusia, con la brutal respuesta de este último, para desgracia del pueblo ucraniano.
En medio de tanta pugna y desolación, Asia sigue su curso de transformación e integración. Están los planes continentales, cuyo heraldo son la Franja y la Ruta, y las valiosas experiencias de concertación, cooperación e integración de naturaleza subregional, donde la Asociación del Sudeste Asiático y la Organización de Asia Central marcan la pauta.
Acerca de las ausencias en el libro, es de señalar la omisión de Asia Occidental, el llamado Medio Oriente, quizás la zona más crítica de Asia, demostrado por el número de Estados fallidos recientemente. En adición, hay ciertos errores que pueden ser remediados en una deseable reimpresión del libro o en su versión digital: la extensión total de Asia es de 44,5 millones de km2 y no 17 millones. La población alcanza ya los 4,5 mil millones, y no los "4.575 billones de personas" (p. 2), que aun para la contabilidad en idioma inglés sería una monstruosidad. El viaje de Lord Macartney a China fue en 1793, y no en "1972" (p. 167).