10.18601/16577558.n38.12

Ideas erradas, acciones equivocadas: cómo el contexto internacional impide la generación de desarrollo

Pío García Parra*

Reseña del libro

Garay Vargas, J. L. y Pavajeau Fuentes, J. B. (2021). Ideas erradas, acciones equivocadas: cómo el contexto internacional impide la generación de desarrollo. Universidad Externado de Colombia.

* Doctor en Filosofía, Pontificia Universidad Javeriana (Colombia). Docente-Investigador del Observatorio de Análisis de los Sistemas Internacionales (Oasis), Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales, Universidad Externado de Colombia (Colombia). [pio.garcia@uexternado.edu.co]; [https://orcid.org/0000-0003-1270-5131].

Recibido: 26 de enero de 2023 / Aceptado: 16 de febrero de 2023

Para citar esta reseña:

García Parra, P. (2023). Reseña del libro: Javier Leonardo Garay Vargas y Juan Bautista Pavajeau Fuentes, Ideas erradas, acciones equivocadas: cómo el contexto internacional impide la generación de desarrollo. Universidad Externado de Colombia, 2021. Oasis, 38, 201-205. DOI: https://doi.org/10.18601/16577558.n38.12


En Ideas erradas, acciones equivocadas, los autores recogen y reelaboran la investigación de Garay para su tesis doctoral "Ideas falsas, acciones erróneas: el contexto internacional como obstáculo del desarrollo". El libro es una defensa a ultranza del capitalismo en su versión libertariana, que ha promovido la eliminación de todas las barreras estatales, administrativas y hasta morales a la libre competencia entre los productores primarios, a saber, los individuos y las empresas. La obra está confeccionada de manera exquisita, con profusión de citas y ayudas gráficas para ilustrar el fracaso de las políticas del desarrollo desde los años sesenta del siglo pasado, debido, no tanto a la ausencia de oportunidades o "ventanas de política", sino a las medidas intervencionistas persistentes en los países desarrollados, en los programas de desarrollo que patrocinan a través de las organizaciones multilaterales y en los propios países en desarrollo. Estos últimos no solo replican las "ideas-ideologías erradas", sino que las refuerzan. Es decir, se convierten en agentes activos de su propio subdesarrollo.

Las preguntas nodales se refieren, por lo tanto, a entender el sostenimiento de esas ideas y políticas en el orden internacional, a pesar de ser palpable el hecho de sus resultados nulos en el desarrollo de la mayoría de los países, y cómo se asimilan esas ideas-ideologías en el plano doméstico. Frente a ese núcleo problemático, a modo de hipótesis de trabajo, los autores plantean el efecto contraproducente de las ideas-ideologías imperantes en el orden internacional, por cuanto han impedido la aplicación extensa e intensa del modelo de libre competencia. En consecuencia, los países de menor desarrollo no encuentran incentivos para realizar las reformas económicas que requeriría la propia liberalización de sus estructuras productivas.

Sobre la base teórica de la Escuela Austriaca de Economía y la Escuela de Elección Pública, el hilo argumentativo cubre tres etapas. La primera parte corresponde al segmento conceptual o de la teoría económica liberal, en su versión más radical o libertariana, con el fin de establecer su superioridad frente a las teorías centralistas: aquellas que infunden un papel primordial al Estado (keynesianismo y socialismo). En la segunda parte, los autores analizan en detalle la aplicación de las ideas-ideologías dentro del régimen del liberalismo incrustado o el contexto internacional por parte de las organizaciones multilaterales, intergubernamentales, ONG, movimientos y grupos de presión, y las empresas multinacionales, bajo el propósito de mostrar la ineficacia, de manera especial, de la cooperación internacional. En la tercera parte, Garay y Pavajeau explican la influencia del contexto internacional en las políticas económicas en los países en desarrollo, para evidenciar que su identidad como sujetos pasivos es ampliada a su rol como agentes activos de la perpetuación de la concepción equivocada del desarrollo y sus soluciones erradas.

La base teórica libertariana, muy próxima al anarquismo, permite a los autores ofrecer críticas valiosas a un gran número de lastres en el mundo contemporáneo, entre los cuales sobresalen los costos sociales de la cooperación internacional, la burocracia doméstica e internacional, las políticas asistencialistas paternalistas o las trabas al comercio internacional. En la mayoría de los casos, esos recursos y programas sirven para sostener élites corruptas en los países en desarrollo, perpetuando la negación de los derechos al trabajo y un mejor ingreso para una gran parte de la población. Por el otro lado, sale a relucir la necesidad de la autodeterminación de los países y el papel que tanto en el ámbito internacional como en el nacional o doméstico cumple la sociedad civil.

Asimismo, la perspectiva analítica a partir del constructivismo hace un aporte de singular importancia a la tarea de desmitificar entidades y conceptos cosificados. En efecto, Ideas erradas, acciones equivocadas asume el valor económico, el Estado y las instituciones como configuraciones que resultan de un acuerdo intersubjetivo. De ese modo, despojadas de su sustancialidad, el examen epistemológico de tales categorías ubica su ontología en un horizonte dinámico, que da cuenta de su historicidad, si bien exponer tal trasfondo no hace parte de los objetivos del libro.

Los conceptos de "dependencia del sendero", "ventanas de política" o "empresarios del cambio" tienen una fuerza heurística enorme. Sobre ellos reposa la composición del diagnóstico del desarrollo y las alternativas posibles. En cambio, el concepto de "catalaxia", tomado de la Escuela Austriaca e introducido en la primera sección del libro, no recibe atención posterior.

No obstante el apreciable aporte en la reivindicación del poder de la iniciativa privada y la necesidad de sustitución de las élites parasitarias, Ideas erradas, acciones equivocadas comporta planteamientos discutibles. Son ellos de índole conceptual, metodológica y normativa. En primer lugar, en cuanto a la perspectiva teórica, esta es unidimensional, como dijera Marcuse. Su idea de la sociedad depende de la capacidad de los individuos para producir -generar riqueza-, sin establecer un balance con las dimensiones del conocimiento y de los valores que componen el espectro de proyección de las personas. Estas son solo eso: individuos motivados por la producción -y la acumulación- de la riqueza, sin importar el costo social, los daños colaterales o el impacto ambiental. El celo por preservar la libertad individual echa por la borda el hecho de la mutua dependencia de los seres humanos y cómo la sociedad es una red ilimitada de cooperación. Hay que reconocer, empero, que algo se matiza la apología de la pura competencia con los estudios tomados de Elinor Ostrom sobre el papel de la cooperación en las organizaciones comunitarias, mencionados en la tercera parte del libro.

Lo que se dice de los individuos es equiparable a la libertad de acción demandada para las empresas, en especial las multinacionales, las cuales, desde el enfoque de los autores, no deben ser constreñidas en su función de generar riqueza. La sola creación de riqueza es su legitimación. Se trata, por lo tanto, de una concepción economicista, favorecedora de un ordenamiento social plutocrático, porque el sistema internacional ha llegado a ser eso, precisamente: una dictadura financiera. Es claro que, en todo el mundo, la gente se empeña en sobrevivir en un orden jerarquizado por el poder del capital que se recrea a sí mismo por los innumerables medios de la especulación. El orden financiarizado (Aglietta, 1999) ha puesto a su servicio, salvo pocos países -entre ellos China-, el establecimiento político, las instituciones y las cosmovisiones al servicio del drenaje continuo de la riqueza producida por la sociedad. El "efecto goteo" en la realidad no opera desde arriba hacia abajo, sino al contrario, desde abajo, para nutrir el poder de los superricos (Deaton, 2013).

En segundo lugar, romper con la unidimensionalidad implica salir del subjetivismo metodológico para poder entender la dinámica social -incluida la producción- como lo que es: un intercambio, en el que juegan tanto la competencia como la cooperación, junto con las reglas que median las relaciones. Al respecto, el libro presenta las reglas y hasta las distingue de las normas, pero elimina a los administradores de estas. Es decir, las deja a merced del más fuerte, a tono con el fondo ideológico de un subjetivismo que hace eco del darwinismo social, en un mercado que premia a los más osados. En este sentido, la vigencia social del mercado no manifiesta necesariamente su validez moral (Habermas, 1985), la cual depende de las reglas construidas por la sociedad bajo el imperativo de su potencial universalidad.

Por cierto, el concepto de complejidad social en Ideas erradas, acciones equivocadas es muy pobre y obsoleto. Está atado a la clasificación de las instituciones sociales de la época de Adam Smith, con sus variables económicas, políticas y sociales. Eso está muy lejos de la Teoría de la Organización Humana que distingue catorce subsistemas sociales: parentesco, salud, manutención, asociación, recreación, comunicación y transporte, educación, patrimonial, producción, religioso, seguridad, político-administrativo, jurídico y precedencia. Por lo general, un individuo aporta a la sociedad a través de un canal y recibe las aportaciones de los demás a través de trece canales diferentes (de Gregori y Volpato, 2002). Esto es solo una observación al libro y no debe ser tomada como reproche personal, ya que se trata de una simplificación generalizada en las ciencias sociales.

La dimensión normativa, en tercer lugar, es fundamental, porque la única forma de detener un sistema productivo puesto al servicio de la acumulación y la especulación es el establecimiento de topes al despojo del trabajo y los recursos por medio de decisiones políticas efectivas. Al decir de una nueva celebridad, la economía puesta al servicio de la sociedad, y no al revés (Mazzucato, 2021). Sin duda, el mundo ha llegado a generar más riqueza que nunca, pero los ejércitos de desposeídos siguen creciendo, mientras la concentración del poder económico llega a niveles abismales. Una sociedad bien organizada, como pedía Rawls (1971), tendría que poner límites a la acumulación y establecer las bases mínimas de equidad, porque el mercado eficiente en boga es el que le lleva el pan al que mejor paga, no al que tenga hambre (Escalante, 2019, p. 66).

Es claro que el drama del mundo contemporáneo no es encontrar la fórmula de generar riqueza. Se sabe, por ejemplo, que una tercera parte de la comida se pierde en la poscosecha o es necesario echarla al mar para impedir la caída de su cotización en la bolsa. El problema no es de la generación de riqueza, sino de su distribución, según el acuerdo normativo logrado por la participación efectiva de los miembros de la sociedad en sus diferentes esferas subnacionales, nacionales y a nivel internacional. Para decirlo de manera más cruda, el gran desafío de la humanidad es llegar a liberarse de la dictadura que le impone la ambición desmedida del 1 %, financiada por el 99 % restante.

En Ideas erradas no hay un orden de valores como tal. Los países pobres, además de sufrir el acoso constante o las exigencias del poder económico global, según las reglas de juego que dictan, sobre todo, Estados Unidos y sus aliados en el G7 y la OTAN, tienen que autovictimizarse, por ser ellos los principales causantes de su desdicha, al echarle la culpa de su desgracia a los poderosos -o al gran poderoso-. Dichos países están atrapados en el perverso "muro de los lamentos".

Es curioso que Ideas erradas también sufre del mismo síndrome. Su crítica al "muro de los lamentos" conduce a sus propias jeremiadas, lo cual quiere decir que sus autores deploran que por décadas el mundo siga sin generar riqueza y extender el desarrollo, porque los países no quieren hacer las reformas económicas liberales. Sus teóricos seguirían "predicando en el desierto", lo cual no es cierto, porque las desregulaciones, privatizaciones del sector público y la alfombra roja para las empresas multinacionales fueron implantadas a sangre y fuego desde hace más de medio siglo, y no solo por Pinochet.

Pero un esfuerzo analítico tan riguroso no podría dejar de advertir y poner en el foco de la reflexión a los actores en escena. De hecho, tanto las élites de los países subdesarrollados como las de los países centrales y la burocracia multilateral abrevan en la misma fuente del liberalismo económico. Ello lleva a identificar el papel de numerosos gobiernos en la expoliación de sus propios países, con el fin de emular el patrón de consumo de las élites en los países ricos. De ahí el papel de los movimientos sociales domésticos e internacionales en denunciar y actuar contra todas las formas de injusticia y violencia, incluida la violencia económica.

De allí surge el papel del actor más importante frente al caos al que ha ingresado la humanidad. Las comunidades locales apropiándose de su destino y construyendo valores universalizables, por aquella dialéctica local-universal. En Ideas erradas, acciones equivocadas se mencionan las comunidades epistémicas, de gran valía; pero la comunidad local como tal solo viene a colación una sola vez. Es lógica su neutralización por efecto del subjetivismo metodológico; sin embargo, la alternativa de un mundo que pueda superar el actual curso entrópico no puede provenir sino de esas comunidades organizadas en defensa de su patrimonio material e inmaterial. Son ellas las protagonistas de los movimientos que pongan las instituciones, el Estado y el capital al servicio de la gente y no al revés.

Para quien desee ahondar en la polémica de desarrollo social desde el enfoque de la economía institucional en la vertiente libertariana, Ideas erradas, acciones equivocadas ofrece una argumentación densa y fina. Es un libro digno de ser estudiado y debatido.


REFERENCIAS

Aglietta, M. (1999). A Theory of Capitalist Regulation: The US Experience. Verso.

Deaton, A. (2013). The Great Escape: Health, Wealth, and the Origin of Inequality. Princeton University Press.

de Gregori, W. y Volpato, E. (2002). Capital intelectual. Administración sistémica. Manual de juegos de cooperación y competencia. McGraw Hill.

Escalante, F. (2019). El neoliberalismo. El Colegio de México.

Habermas, J. (1985). Conciencia moral y acción comunicativa. Península.

Mazzucato, M. (2021). Mission Economy. A moonshot guide to changing capitalism. Penguin Random House.

Rawls, J. (1971). A Theory of Justice. Harvard University Press.