Génesis, presente y futuro del vínculo Colombia-Turquía: de economías emergentes a aliados estratégicos
FROM EMERGENT ECONOMIES TO STRATEGIC PARTNERS. COLOMBIA AND TURKEY PAST, PRESENT AND FUTURE RELATIONSHIP
Mauricio Jaramillo Jassir*
E. Nur Sezek**
* Doctor en Ciencia Política. Profesor Asociado de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario (Colombia). [mauricio.jaramilloj@urosario.edu.co]; [https://orcid.org0000-0001-6190-1054]
** Estudiante doctoral del doctorado en Estudios Políticos, Universidad Externado de Colombia (Colombia). Magíster en Relaciones Internacionales, Akdeniz University, Türkiye. [nur.sezek1@est.uexternado.edu.co]; [https://orcid.org0000-0003-3399-5721].
Recibido: 13 de junio de 2023 / Modificado: 4 de septiembre de 2023 / Aceptado: 18 de septiembre de 2023
Para citar este artículo:
Jaramillo, M. y Sezek, N. Génesis, presente y futuro del vínculo Colombia-Turquía: de economías emergentes a aliados estratégicos. Oasis, 39, 35-57. DOI: https://doi.org/10.18601/16577558.n39.04
RESUMEN
Turquía se ha proyectado como potencia media a través de un acercamiento al Sur global desde que a principios de la década del 2000 emprendiera una política exterior multifacética y desarrollara relaciones no solo con Europa, sino con el resto del mundo identificando a América Latina como una de sus prioridades. Las relaciones Bogotá-Ankara dan cuenta de una evolución en el accionar externo de ambas naciones y, completada más de una década en la profundización de relaciones políticas, económicas y culturales, es pertinente examinar el nivel de compenetración logrado. El propósito del artículo consiste en observar de qué manera las naciones que hacen parte del Sur global tienen estímulos para nuevos acercamientos que dan cuenta del fortalecimiento de relaciones en la periferia. La hipótesis consiste en que Ankara y Bogotá, al obtener provecho de una estructura que avanza hacia la multipolaridad, se han proyectado como economías emergentes a partir de cambios internos fundamentales. La política exterior no siempre obedece a una estrategia planeada, sino que responde a estímulos externos y a cambios internos, tal ha sido el caso del acercamiento colombo-turco.
El texto se divide en tres partes. Primero, se comparan sus trayectorias en la globalización, en particular desde 2010; segundo, se analiza la evolución de las relaciones comerciales para examinar su impacto en la profundización del vínculo político; finalmente, se ponen en perspectiva los desafíos presentes y futuros de una asociación en ciernes.
Palabras clave: Turquía; Colombia; relaciones bilaterales; cooperación; identidad.
ABSTRACT
Türkiye has projected itself as a middle power through a rapprochement with the Global South since the early 2000s, when it embarked on a multifaceted foreign policy and developed relations not only with Europe, but also with the rest ofthe world, identifying Latin America as one ofits priorities. From this point, Bogotá-Ankara's relations show an evolution in the external actions of both nations, and after more than a decade of deepening political, economic and cultural relations, it is pertinent to examine the level of rapprochement achieved. The purpose of the article is to observe how the nations that are part of the Global South have stimuli for new approaches that account for the strengthening of relations in the periphery. The hypothesis is that Ankara and Bogotá, taking advantage of a structure that is moving towards multipolarity, have projected themselves as emerging economies based on fundamental internal changes. Foreign policy does not always obey a planned strategy, but rather responds to external motivations and internal changes, as has been the case with the Colombian-Turkish rapprochement. The text is divided into three parts. First, it compares their trajectories in globalisation, particularly since 2010; second, it analyses the evolution of trade relations to examine their impact on the deepening of the political link; and finally, it puts into perspective the present and future challenges of a budding partnership.
Key words: Türkiye; Colombia; bilateral relations; cooperation; identity.
INTRODUCCIÓN
El presente artículo aborda uno de los temas más incidentes para las relaciones internacionales en el último tiempo, la proyección de intereses de Estados del denominado Sur global que ven en las asociaciones, alianzas o acercamientos la mejor forma para encarar un sistema internacional donde la perspectiva de una estructura multipolar empieza a asomar de manera cada vez más pronunciada.
Colombia y Turquía son claros ejemplos de Estados que, en el último tiempo, han apostado por una proyección regional, antecedida de cambios internos significativos. La tesis que se pretende poner en evidencia en el presente artículo consta de tres argumentos: 1) el mundo está avanzando hacia una multipolaridad en la que se ofrecen estímulos para que Estados del Sur global se proyecten más allá de sus regiones tradicionales; 2) en determinados casos, la política exterior responde a procesos de reestructuración interna y cambios significativos que han terminado por condicionarla; 3) Colombia y Turquía se definen como Estados y economías emergentes que buscan el ejercicio del liderazgo regional aunque sus relaciones con los vecinos no sean siempre armónicas. Tanto Ankara como Bogotá comparten el hecho de pasar de relaciones cordiales a tensiones frecuentes con Israel, Rusia y Siria, y con Ecuador, Perú y Venezuela, respectivamente. Paradójicamente, su búsqueda de liderazgo regional tiende a generar tensiones con los vecinos.
Para llevar a cabo esta comparación se alude a lo que Arendt Lipjhart denomina la identificación de macrohipótesis con casos de estudio que se contrastan a partir de una serie de variables (1971, p. 685), en este caso, las siguientes: la trayectoria de ambas naciones en política exterior y, más específicamente, contrastando el punto de ruptura o de inflexión que lleva a un cambio drástico en sus relaciones con el mundo; el análisis de la relación entre las partes, cómo ha sido el vínculo entre Colombia y Turquía y, finalmente, la proyección de tres escenarios en los que se puede etiquetar la relación, un estancamiento que no supere mínimos en materia de intercambios y relaciones cordiales en el plano político; una asociación que crezca conforme se proyectan intereses de ambas acciones en regiones no tradicionales; y, una alianza estratégica en la que de manera irreversible avancen hacia una "relación especial".
El enfoque teórico del artículo se apoya en la concepción de política exterior de Robert Putnam que la define como un juego en dos niveles, interno y externo (1988, p. 427). El autor recoge y responde a los avances teóricos de la disciplina de las Relaciones Internacionales dedicados a la dinámica compleja entre lo doméstico e internacional, como ha sido el caso de: 1) James Rosenau pionero de la complejización de la dinámica interna-externa y del enfoque comparativo (1969, p. 41), 2) Karl Deutsch (1957) y Ernst Haas (1958) acerca de la forma en que el proceso de regionalización condiciona la política exterior, 3) Robert Keohane y Joseph Nye quienes acuñaron la noción de la interdependencia completa (en función de vulnerabilidad y sensibilidad) (1977), y 4) Graham Allison y Philip Zelikow que desarrollaron modelos de toma de decisiones en la política exterior poniendo de manifiesto la coexistencia de diversos actores más allá de los formales (1999).
En este texto, la política exterior no se entiende solamente como un proceso de toma de decisiones basado en estrategias para la defensa del interés nacional, sino como una reacción sobre la marcha frente a procesos internos y externos o, en palabras de Rosenau, a "estímulos" (1968, pp. 311-312). En el caso colombo-turco se trata de analizar de qué forma dos Estados que comparten ciertos rasgos, terminan por acercarse en un sistema internacional cambiante marcado desde hace varios años por la aparición de Estados de la periferia que buscan protagonismo sin necesariamente proponer un nuevo orden mundial como solía pensarse. Se trata más bien de aprovechar el evidente debilitamiento de la unipolaridad para la reacomodación de sus intereses.
Para la comprensión de la relación colombo-turca, y para entender sus respectivas proyecciones extrarregionales, se necesita un marco de análisis desde el Sur global que sobrepase las lógicas tradicionales de la teoría hegemónica liberal escrita y construida desde y para el norte industrializado. Por eso es importante entender los factores internos de los Estados latinoamericanos que condicionan su accionar externo y la forma como se conectan con la realidad internacional y se reposicionan de cara a los cambios del último tiempo. Esto mismo aplica para Turquía, pues sin la comprensión de la evolución de la política interna resulta imposible comprender su política exterior. Este texto tiene una suerte de enfoque híbrido en el que se retoman algunos elementos de las teorías tradicionales y hegemónicas, pero incluyendo las nociones de autores del Sur.
Tal como lo plantea Giacalone (2012, p. 335), en el centro de la reflexión latinoamericana ha estado la autonomía como ideal, sobre todo, en los casos de Argentina y Brasil desarrollados por Escudé (2012, p. 530) y Puig (1988), pero menos analizados para casos como el de Colombia. Esta búsqueda de autonomía no ha sido lineal ni constante, entre otras cosas, por las rupturas en el seno de los Estados, como ocurrió de manera fehaciente con los gobiernos militares en el Cono Sur. Aunque Colombia no hubiese entrado en la lógica de gobiernos militares, el conflicto armado interno terminó condicionando su autonomía.
Ahora bien, no toda la periferia tiene las mismas reivindicaciones autonómicas y, en esta cuestión, sobresale la atipicidad del caso turco que se puede identificar como un Estado que reclama cierta preeminencia sobre sus pares, pero preservando un vínculo con el Norte en el que se evidencia un intento por articular las relaciones Norte-Sur, más que sacar provecho de dicho clivaje como han hecho otras potencias emergentes como China o Rusia. Esto es lo que Jaguaribe (1979, pp. 91-92) denominaría autonomía periférica y hegemonía céntrica, e inspirara a Escudé (1988, p. 20) a desarrollar el concepto de autonomía heterodoxa en la que el Estado periférico no confronta directamente a la o a las potencias dominantes, pero reivindica sus intereses nacionales, incluso si estos llegan a chocar con los del hegemón. Colombia y Turquía son el reflejo de Estados que, perteneciendo al Sur global, no tienen reivindicaciones disruptivas frente al sistema y, aunque privilegien sus intereses, su lógica de inserción las lleva a evitar la confrontación con las grandes potencias y a un acomodamiento estratégico.
TURQUÍA Y COLOMBIA, TRAYECTORIAS GLOBALES EN PERSPECTIVA
Desde 2010, tanto Colombia como Turquía han emprendido una política exterior agresiva en términos de acercamiento a lo que podría considerarse sus regiones naturales para corregir un aislamiento del pasado. Ambas buscaron una política de recuperación de liderazgo o incidencia en zonas que, por distintas razones, habían sido de algún modo descuidadas. La tesis central de la siguiente investigación reside en que Colombia y Turquía han apostado por recuperar influencia en lo que consideran su vecindario y, por tanto, pueden ejercer un liderazgo, lo cual ha marcado un punto de inflexión -o incluso de ruptura- respecto de las administraciones anteriores interesadas en la proyección extrarregional.
En el caso de Ankara, desde los albores de la posguerra insistió para convertirse en miembro pleno de la Comunidad Económica Europea (actualmente Unión Europea) y, de algún modo, eso significó un distanciamiento respecto de Asia Central y Medio Oriente, dos regiones en las que buscó renovar su liderazgo tras la dilación indefinida de su ingreso al bloque europeo. Por su parte, desde 2010 Colombia cambió drásticamente de postura respecto de su región y se integró por completo a las dinámicas regionales tratando de liderar algunos temas que iban desde el diálogo político para la superación de crisis, hasta un nuevo enfoque en la lucha contra las drogas. Bogotá abandonó un alineamiento sin condiciones con los Estados Unidos que generó tensiones con sus vecinos, en especial desde la concreción del denominado Plan Colombia que implicaba ayuda militar para reforzar el control del Estado en la lucha contra el narcotráfico -y luego contra la subversión armada-. Posteriormente, con la doctrina de Seguridad Democrática (2002-2010), los impasses con los vecinos se multiplicaron hasta el punto de que se cerraron canales diplomáticos con Estados fronterizos como Venezuela y hasta cierto grado Ecuador. Al igual que Turquía, cambió drásticamente el sentido de su inserción. ¿Cómo y por qué los Estados emprenden esta serie de cambios y de qué manera inciden en su proyección internacional? ¿De qué forma esta transformación incidió en un acercamiento entre Colombia y Turquía?
Ankara apostó por equilibrar sus relaciones con el Oriente Medio y Asia Central, desde finales de siglo cuando se formalizó su candidatura a la Unión Europea y pareció volcar sus acciones y centrar sus intereses en la membresía. Desde 1987 había mostrado interés en hacer parte del bloque al que se habían incorporado varios Estados del sur de Europa que transitaron exitosamente hacia la democracia como Grecia (1981), España y Portugal (1986).
Sin embargo, aquello no dio resultado y la candidatura de Turquía terminó tensando en exceso la relación con Europa y como respuesta se produjo un nuevo equilibrio en las relaciones turcas con el mundo. Se trató de la candidatura al bloque que produjo más controversia en la historia europea. Desde 1959 se emprendieron las primeras acciones con miras a la adhesión, en 1987 se hizo expresa la candidatura, pero solo hasta 1999 el Consejo de Europa de Helsinki formalizó el pedido. Ninguna nación esperó tanto para acceder a la membresía (Kefyeke, 2006, p. 5).
Posteriormente, Europa empezó a enfrentar crisis financieras en Chipre, España, Grecia, Italia e Irlanda. Al tiempo que el bloque parecía debilitarse, Turquía fue ganando espacios y margen de maniobra tanto en Europa como en Oriente Medio. En 2015, no solo Europa estaba aparentemente debilitada por desajustes financieros, sino por lo que los medios catalogaron como la "crisis migratoria". Esta coyuntura le permitió a Turquía reposicionarse en escenarios como Irak y Siria, e incluso recuperar prestigio en el mundo musulmán tomando distancia de Israel y acercándose a la causa palestina, un tema del que Ankara había estado al margen.
De igual forma, con los flujos migratorios provenientes del Magreb y del Oriente Medio, el poder de negociación de Ankara con Bruselas se modificó sustancialmente. En esta transformación no solo incidieron factores regionales, sino también internos. El triunfo del Partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP - Adalet ve Kalkinma Partisi), que fue ganando espacios, cambió significativamente la política exterior. Esta formación nació en 2001, entre otras cosas, para responder a la hegemonía de valores occidentales que habían marcado la fundación de la República y que, en el contexto de la posguerra, se profundizaron con el alineamiento estratégico de Turquía con el bloque Oeste. La elección de Recep Tayyip Erdoğan en 2003 sería un hito, pues era la primera vez que un movimiento islámico moderno estuvo en capacidad de prevalecer en el sistema turco. En el orden impuesto a lo largo del siglo XX, la secularidad vigilada celosamente por militares dejó de lado formaciones islámicas. Por eso, tras ocho décadas de conformar "una identidad entre una población altamente diversa, se fueron creando fisuras dentro de la sociedad" (Yilmaz, 2021, p. 5).
El caso turco se puede entender a la luz de la teoría de que la política exterior responde a la lógica de una dinámica con dos niveles o tableros, el interno y el externo. Dicho de otro modo, la diplomacia o política exterior termina reflejando dinámicas internas.
La política en buena parte de las negociaciones internacionales puede ser concebida como un juego a dos niveles. En el nacional, grupos internos defienden sus intereses mediante la presión sobre el gobierno en aras de que este adopte determinadas políticas públicas, mientras que, los políticos o tomadores de decisiones buscan acumular poder bajo coaliciones o alianzas con estos grupos. En el plano internacional, los gobiernos aspiran a maximizar su propia habilidad para manejar la presión interna, al tiempo que minimizan las consecuencias negativas de fenómenos externos. Los gobiernos y tomadores de decisiones no pueden permitirse ignorar ninguna de estas dos dinámicas por más que se reivindiquen como soberanos, pues aun así, están en la lógica de la interdependencia. (Putnam, 1988, p. 434)1
Dicho de otro modo, la transformación interna de Turquía tuvo mucho que ver con su posicionamiento frente a Europa, que terminó redefiniendo su política exterior y condicionando su identidad para renovar sus relaciones con Asia Central y Medio Oriente. En medio de este conjunto de cambios, Ankara empezó a mirar hacia otras regiones del Sur global y a sentirse identificado con algunas de sus reivindicaciones para estimular un acercamiento con América Latina, una zona donde históricamente no ha hecho presencia significativa.
Producto de un desempeño económico y amigable para la inversión extranjera en algunos países de Asia, América Latina y África, el director ejecutivo del Banco HSBC, Michael Geoghegan, acuñó el término Civets para referirse a Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Suráfrica. En la tabla 1 se presenta un extracto del perfil publicado en medios sobre las razones por las cuales ambos Estados contaban con atributos para proyectarse como emergentes (Allen, 20 de noviembre de 2011):
Para el caso de Colombia, se puede identificar una corrección respecto del pasado que la llevó, tal como a Turquía, a encauzar sus intereses de política exterior, por razones vinculadas regionales y por cambios internos.
La política exterior también debe entenderse como una respuesta a estímulos internos e internacionales, tal como la define James Rosenau, y como una forma de reacomodación de los países del denominado tercer mundo según la teoría del realismo subalterno que de acuerdo con Ayoob (1989, p. 69) buscan una gestión entre procesos internos incompletos y la necesidad de inserción regional e internacional. Rosenau define la política exterior en términos de reacción, no siempre como acciones deliberadas, sino como respuesta a estímulos internos o externos (1968, p. 312) a hechos que ocurren en el escenario interno, regional o global. A juzgar por la proyección de intereses colombianos y turcos queda en evidencia una reacomodación de posiciones desde 2000 que tiene que ver con los estímulos internos que, como se ha mencionado, no responde necesa riamente a un proceso planificado, sino a una respuesta a cambios.
El acercamiento colombo-turco debe entenderse como un acto contingente que se fue depurando por la voluntad de los gobiernos y que se ha mantenido porque las dinámicas internacionales empujan a los Estados del llamado Sur global a cooperar. Ayoob considera que estas naciones sufren de una suerte de "esquizofrenia", pues al tiempo que deben insertarse en el sistema internacional, tienen la obligación de completar el proceso inconcluso de Estado-nación. Turquía es un ejemplo claro de inserción en ese sistema internacional pos-Primera Guerra Mundial, que junto a Japón y Rusia fueron de los primeros casos de "intrusos" en dicho sistema, que debieron adaptarse. No obstante, como consecuencia del proceso de descolonización, los Estados advenedizos, nuevos o periféricos se convirtieron en mayoritarios lo que generó una situación sin antecedentes en la política mundial: "Por primera vez en la historia desde la creación del sistema de Estados soberanos, los intrusos superaron en número a los establecidos, que habían compartido cierta similitud civilizacional, religiosa, política-filosófica e incluso un prejuicio racial" (Ayoob, 1989, p. 69).
En este proceso de reacomodación al sistema internacional colombo-turco vale la pena recordar que el principal objetivo de estos Estados del Sur global no es un nuevo orden mundial, como se suele pensar sobre todo desde las teorías realistas. En concreto, Stephen Kranser y Robert Tucker plantean que estos al "llegar tarde" a una estructura en la que el liberalismo global ha marcado la pauta, buscarían una transformación más favorable a sus necesidades (Krasner, 1985). Como producto de lo anterior, Tucker cita el embargo de los Estados de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a Occidente como respuesta a la guerra del Ramadán o Yom Kippur entre algunos árabes e Israel (Tucker, 1976).
Ayoob plantea lo opuesto: en realidad, los Estados tercermundistas o del Sur global son quienes más defienden el orden internacional posterior a Westfalia y al Congreso de Viena basado en el respeto por la soberanía y, más recientemente, en especial desde la posguerra, en la defensa del derecho internacional y el multilateralismo. "El Tercer Mundo ha interiorizado los valores paradigmáticos westfalianos a tal punto que exaspera a Occidente que emprende acciones franqueando el marco de valores del orden westfaliano" (Ayoob, 1995, p. 3).
En este orden de ideas, es relevante entender la forma cómo, a partir de las últimas décadas, Turquía ha defendido una política exterior enmarcada dentro de la idea de "una nueva política exterior para Turquía", desarrollada por el exministro de relaciones exteriores Ahmet Davutoğlu en un artículo publicado en febrero de 2004 en la revista Radikal (Bağci et al., 2013). En el escrito quedó consignada la filosofía de lo que sería la política exterior del AKP en los años venideros, y que consistía en un enfoque de las relaciones internacionales para dejar de privilegiar "la respuesta inmediata a las crisis" por una prevención estructural a partir del diálogo y el multilateralismo, una presencia renovada de Turquía en el mundo, y la adopción de un discurso que se articulara según los principios del poder blando, es decir, a partir de la atracción y no de la imposición (Parlar-Dal y Kurşun, 2017; Özcan, 2012, pp. 60-61).
Cabe recordar que desde 2010, Turquía ha incidido en la estabilización de Irak, donde goza de influencia (especialmente en la región norte); en la lucha contra el terrorismo en Siria, y como interlocutora en la prolongada crisis nuclear con Irán. Se trata de temas en donde Ankara se impone como un actor indispensable del sistema internacional para la superación de impasses, neutralización de amenazas y la proyección de poderes intermedios para la estabilización de algunas zonas que en los últimos años están marcadas por la convulsión o la violencia (Kaya, 2015). En palabras de Davutoğlu, se trataba de proyectarse a partir "de la cooperación y no de la competencia". Para desarrollar esto último se pensó en principios articuladores, un equilibrio entre la seguridad y la democracia, cero problemas con los vecinos y una diplomacia reactiva, proactiva y multidimensional (Davutoğlu, 2010; Aras, 2009, p. 127). Esto último explica el interés por estrechar lazos con regiones como América Latina, donde aparecen temas de común interés que no han sido del todo explorados en el último tiempo y que tienen por objeto lograr unas relaciones internacionales más equilibradas, en donde las relaciones entre los países del Sur global no pasen necesariamente o dependan del Norte industrializado.
En las últimas décadas, tanto Colombia como Turquía han sido fiel reflejo de lo anterior. No han buscado apoyar un nuevo orden mundial, una idea más propia de los "Estados revisionistas" como los denominaba Martin Wight (Bull, 1976, p. 105), sino de defender un orden basado en los principios westfalianos, de los que el sistema internacional se alejó, pero a los que regresa en el último tiempo como producto del desprestigios de las aventuras militares en terceros Estados (tanto las de Occidente en Medio Oriente y Asia Central como en Rusia y Ucrania). De esta manera, hay un papel preponderante para el Sur global en el que existe una motivación para acercarse a regiones no tradicionales, todo en el marco de la proyección internacional.
EVOLUCIÓN DE LAS RELACIONES ENTRE TURQUÍA-COLOMBIA
Relaciones políticas
Las relaciones o, en otras palabras, la profundización del vínculo Turquía y Colombia ha progresado paralelamente conforme al acercamiento del país con la región latinoamericana que es el otro resultado del cambio de la política exterior del país. Sin embargo, el verdadero inicio de las relaciones se remonta a finales del siglo XIX. Estas primeras interacciones entre ambos países se produjeron en el marco de unas relaciones diplomáticas limitadas y comenzaron con la población que emigraba a Colombia con "pasaportes" otomanos desde los territorios del Imperio Otomano (especialmente las actuales Siria, Líbano y Palestina). Durante este periodo se pueden rastrear algunas correspondencias diplomáticas entre los dos países por parte de ciudadanos y, de esta forma, se forjaron las primeras interacciones entre los dos países (Türkiye-Dişişleri Bakanliği Arşivleri, 2023) (trabajo de archivo y traducción de los autores).
Por otra parte, esta interacción, que comenzó a finales del siglo XIX, no pudo desarrollarse del todo por los problemas que ambos países enfrentaban tanto en el plano interno como en el exterior, y a la coyuntura internacional cambiante con el impacto de las guerras mundiales. Turquía, por su parte, ha seguido políticas más prooccidentales y proestadounidenses desde mediados del siglo XX. Bajo dicha lógica, estableció relaciones tanto políticas como económicas con Estados Unidos y los países europeos, potencias tradicionales de aquel periodo. Sin embargo, con la caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría, la política exterior turca empezó a mostrar tendencias diferentes. Con esta transformación en ciernes, las relaciones con regiones distintas de Estados Unidos y Europa han cobrado mayor importancia. América Latina, y, por tanto, Colombia, ha sido una de las regiones donde se han incrementado las relaciones en ese nuevo periodo a partir de 2000.
Los primeros pasos de estos cambios en la política exterior turca en América Latina se dieron en 1995, con la visita del entonces presidente Süleyman Demirel a la región. Esta visita duró 12 días e incluyó a Argentina, Brasil y Chile. Además del presidente, participaron en la visita diplomáticos y empresarios. Como se ve en la figura 1, fue la primera visita oficial de la República de Turquía a América Latina y, a posteriori, se preparó el "Plan de Acción para América Latina y el Caribe", puesto en marcha en 1998 (Türkiye Cumhuriyeti Dişişleri Bakanliği, 2023a).
Además, la iniciativa de estrechar relaciones, cuyos cimientos se sentaron con la visita de 1995, se siguió profundizando en los años siguientes con el objetivo de política exterior multilateral del AKP, que llegó al poder en 2002. En muy poco tiempo, el nuevo gobierno señaló que reforzaría las relaciones con nuevos socios fuera de sus esferas de influencia tradicionales. Así, en 2006, se revisó y amplió el "Plan de Acción para América Latina y el Caribe", que se había elaborado en 1998. Al mismo tiempo, este año fue declarado de América Latina, y como muestra de la importancia que el nuevo gobierno le concedió a la región, el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Abdullah Gül, realizó una visita a la región en 2006 (Türkiye Cumhuriyeti Dişişleri Bakanliği, 2023a).
Con el impacto de esta visita, las relaciones con la región comenzaron a incrementarse, especialmente en términos políticos, económicos y culturales. En el caso de Colombia, las relaciones se aceleraron en 2010, cuando Turquía abrió su embajada. Al año siguiente, Colombia hizo lo propio en Ankara y el entonces presidente Juan Manuel Santos se desplazó a Turquía. De igual forma, la agencia estatal colombiana ProColombia (antes Proexport) inició sus actividades en Turquía en los mismos años (Archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores, 1997-2017; investigación de los autores en los archivos). Especialmente con la apertura de embajadas y el aumento de las visitas mutuas, las relaciones Ankara-Bogotá empezaron a mejorar lentamente.
Posteriormente, en 2015, Turquía organizó su segunda visita presidencial a la región, que incluyó a Colombia, Cuba y México. Como resultado, Colombia y Turquía firmaron acuerdos en numerosos ámbitos, como la educación, las artes, el comercio, la política y la cultura (Türkiye Cumhuriyeti Cumhurbaşkanliği Ofisi, 2015). Ese mismo año, la Agencia Turca de Cooperación (TIKA), organismo oficial de cooperación de Turquía, inició sus actividades en Bogotá. Desde su inauguración, TIKA ha contribuido a las relaciones entre los dos países llevando a cabo numerosos proyectos activos en Colombia, especialmente en los ámbitos de la educación, la salud y en el ámbito humanitario (Türkiye Cumhuriyeti Dişişleri Bakanliği, 2023b). Además de TIKA, Turkish Airlines (THY), la aerolínea bandera de Turquía, abrió su oficina sudamericana en el país en 2016 e inició vuelos directos entre Estambul y Bogotá.
Tras el lanzamiento de vuelos directos entre ambos países, en 2017 se inauguró en Bogotá la sucursal latinoamericana de la Agencia Anadolu, que operará con el foco puesto en toda América Latina (Türkiye Cumhuriyeti Dişişleri Bakanliği, 2023b). De este modo, Turquía empezó a recibir las noticias sobre la región directamente, y los países de la región, especialmente Colombia, empezaron a acceder a las noticias sobre Turquía en español. Ese mismo año, el entonces ministro de Relaciones Exteriores de Colombia realizó una visita oficial a Ankara, muestra del dinamismo en la relación (Türkiye Cumhuriyeti Dişişleri Bakanliği, 2023b).
Estas relaciones siguen desarrollándose en campos como la educación, la cultura y el deporte. Además del Centro Latinoamericano de Investigación (Lamer) de la Universidad de Ankara, en 2018 se inauguró el Centro de Estudios de Turquía y el Cáucaso en una universidad colombiana con el apoyo de la embajada del país (Carranza-Jiménez, 2019). Además, muchas universidades de Colombia, especialmente la Universidad Externado de Colombia, han firmado acuerdos de intercambio de académicos y de estudiantes con universidades turcas.
En los años siguientes, las relaciones se siguieron robusteciendo. Tanto es así que, en 2022, la Fundación Maarif de Turquía, que opera en el ámbito de la educación, abrió en Bogotá su segunda oficina en América Latina con la participación del entonces ministro de Relaciones Exteriores turco (Türkiye Cumhuriyeti Dişişleri Bakanliği, 2023b). Además, el ministro asistió a varias reuniones en Colombia y fue pionero en la firma de nuevos acuerdos. Ese mismo año, Juan Valdez, una conocida marca colombiana de café, abrió su primera sucursal en Turquía con la participación del entonces ministro de Relaciones Exteriores colombiano (FoodinLife, 2022). De nuevo, antes de finalizar su mandato en 2022, el entonces presidente Iván Duque realizó una visita a Turquía (Aslan, 2022). Tras las visitas mutuas que continuaron en este año, a los acuerdos firmados entre ambos países se añadió un acuerdo de asociación estratégica. En el marco de este acuerdo, ambos países acordaron que las visitas oficiales a nivel presidencial se repetirían cada cierto tiempo, por otra parte, este acuerdo pretende desarrollar las relaciones económicas, culturales y políticas mediante el establecimiento de un mecanismo de consejo de cooperación de alto nivel (Küçük et al., 2022) y aumentar las oportunidades de inversión mutua manteniendo así vivas las relaciones diplomáticas (Türkiye Cumhuriyeti Dişişleri Bakanliği, 2023b).
Relaciones comerciales
Por otra parte, las relaciones económicas entre Turquía y Colombia parecen comportarse al compás de los vínculos políticos y de cooperación. Al igual que las relaciones políticas, los intercambios comerciales han mostrado limitaciones. Este comercio ha cobrado impulso especialmente desde principios de 2000, cuando Turquía empezó a buscar nuevas formas de participación en el sistema internacional y a desarrollar relaciones con nuevos países y regiones. Tras la llegada al poder del AKP en 2002, las relaciones políticas de Turquía comenzaron a transformar también las relaciones comerciales, como se puede ver en la figura 2.
Las exportaciones y la diversidad de productos de Turquía a Colombia eran casi inexistentes hasta la llegada del AKP. Como puede verse en la figura 2, las exportaciones de Turquía a Colombia eran inferiores a diez millones de dólares en 2002, sin embargo, el volumen empezó a aumentar a partir de ese año. En 2003, en solo un año, esta cantidad pasó de aproximadamente 8 millones a 16 millones de dólares. Este rápido incremento de las exportaciones continuó hasta 2009. De hecho, en 2008, las exportaciones de Turquía a Colombia alcanzaron aproximadamente 71 millones de dólares, no obstante, las exportaciones disminuyeron a 36 millones de dólares en 2009; una de las principales razones fue la crisis económica de 2008, que empezó a afectar profundamente a la economía turca a partir del último trimestre de 2008. En 2009, la crisis económica, cuyos efectos se dejaron sentir profundamente, afectó las exportaciones de Turquía no solo a Colombia, sino a todo el mundo, y el déficit de exportación del país se acentuó en 2009 (Afşar y Erkoç, 2018).
En la medida en que los efectos de la crisis económica de 2008 se superaron rápidamente, las exportaciones de Turquía a Colombia se recuperaron a partir de 2010. En efecto, las exportaciones que llegaron a los 36 millones de dólares en 2009, aumentaron a 52 en 2010 y casi que se duplicaron a 110 millones en 2011. Posteriormente, las exportaciones siguieron aumentando hasta la pandemia de covid-19 de 2020. Las exportaciones, que aumentaron hasta 255 millones de dólares en 2019, disminuyeron hasta 216 millones de dólares en 2020 como consecuencia de la pandemia. Sin embargo, el impacto se superó rápidamente y las exportaciones aumentaron a 420 millones de dólares en 2021. Esta cantidad fue la más alta de las exportaciones de Turquía a Colombia, con un aumento del 94% en comparación con el año anterior. Sin embargo, volvió a contraerse en 2022 a aproximadamente 320 millones de dólares.
Como se aprecia en la tabla 2, en 2022 los productos exportados por Turquía a Colombia varían. La primera partida de exportación son las barras y perfiles de hierro o acero sin alear con un 7,3%. La segunda partida son los ángulos, perfiles de hierro o acero sin alear con un 5,7%, mientras que el tercer producto son los remolcadores y empujadores. Como se observa en la tabla 1, los cinco primeros productos exportados por Turquía a Colombia consisten generalmente en hierro, acero y derivados, así como productos como conductores eléctricos, que representan aproximadamente el 24% del total de las partidas de exportación. Sin embargo, otros artículos de exportación representaron el 76% de las exportaciones totales con aproximadamente 248 millones de dólares para 2022. Como puede deducirse de aquí, la mayor parte de las exportaciones de Turquía a Colombia está compuesta por diversos productos que corresponden al 76% del total. Estos productos consisten generalmente en artículos de cobre, productos de hierro de diversas secciones, joyería, maquinaria y dispositivos mecánicos. De lo anterior se puede concluir que los productos que Turquía exporta a Colombia se distribuyen en diferentes tipos y son diversos.
Las importaciones de Turquía desde Colombia muestran un panorama diferente al de sus exportaciones. Como se observa en la figura 3, las importaciones han sido mayores desde principios de la década de 2000. De hecho, en 2003, cuando las exportaciones rondaban los 15 o 16 millones de dólares estadounidenses, las importaciones desde Colombia fueron de 75 millones de dólares. Además de ser superiores a las exportaciones, como puede verse, las importaciones de Turquía han aumentado rápidamente a lo largo de los años. No obstante, aunque hubo un ligero descenso de 2009 a 2010, empezaron a aumentar de nuevo después de 2010. En los años siguientes, las tasas de importación siguieron en general un curso similar aunque a veces se produjeron aumentos o disminuciones rápidos. Sin embargo, en 2017 y 2018, las importaciones de Turquía casi que se duplicaron en comparación con los años anteriores. Este súbito incremento se debió a un aumento de las importaciones de carbón, sus derivados, oro y café, que representan los principales productos en las importaciones del periodo en mención. Este nivel volvió a niveles más normales en el año siguiente, 2019. No obstante, las importaciones de 2019 seguían siendo considerablemente más elevadas que, por ejemplo, las de 2016, antes de este incremento. Aunque se produjo un descenso de las importaciones en 2020 debido a la pandemia, este se recuperó rápidamente a partir de 2021 y alcanzó casi los 1,7 mil millones de dólares. En 2022, este aumento continuó y las importaciones aumentaron a casi 2,5 mil millones de dólares.
En 2002, los productos importados por Turquía desde Colombia eran menos diversos que aquellos de exportación. Como puede verse en la tabla 3, la principal partida de importación fue el carbón; briquetas, óvalos y combustibles sólidos similares fabricados a partir del carbón, con un 85,8%. El coque y semicoque de hulla, lignito o turba, que también incluye los derivados del carbón, seguido del coque y semicoque de hulla, lignito o turba, con un 1,2%, ocupó el segundo lugar en las partidas de importación. Por su parte, la categoría de "otros productos" solo representó el 11,9% de las importaciones totales. Como se aprecia en la tabla, la diversidad de productos en las importaciones es bastante limitada y el principal producto importado por Ankara desde Bogotá es el carbón y sus derivados.
Por otro lado, cuando se analiza la balanza comercial entre ambos países, se observa que existe un saldo a favor de Colombia (figura 4). En este caso, se puede decir que las exportaciones de Turquía a Colombia son considerablemente inferiores a sus importaciones. De hecho, mientras que en 2015 el saldo comercial fue de aproximadamente 615.000 dólares frente a Turquía, en 2019 este valor alcanzó aproximadamente los 1,2 mil millones de dólares. Finalmente, este valor aumentó aún más en 2022 a aproximadamente 2 mil millones de dólares.
Impacto en el vínculo político
Hasta ahora, se ha observado que las relaciones comerciales y políticas entre Turquía y Colombia se han desarrollado aceleradamente. Durante la Guerra Fría fueron limitadas pero desde 2002 empezó una profundización producto de la política exterior del AKP que contempló un acercamiento a nuevas regiones. Especialmente en 2006, con el efecto de las visitas de Turquía a América Latina, las relaciones comerciales empezaron a cobrar más impulso. El desarrollo de las relaciones comerciales también incrementó las relaciones diplomáticas y allanó el camino para la apertura de embajadas de los dos países (Archivos de Ministerio de Relaciones Exteriores, 1997-2017; investigación de los autores en los archivos). Sin embargo, a medida que se desarrollaban las relaciones comerciales, también aumentaban los lazos políticos. Como puede verse, estos dos tipos de relaciones terminan por imbricarse, con lo cual es difícil determinar cuál se sobrepone, si lo político o lo comercial. Por ahora se puede concluir que la relación Ankara-Bogotá parece empezar a tener una dinámica en la que tanto el diálogo político como los intercambios son relevantes.
DESAFÍOS PRESENTES Y FUTUROS DE UNA ASOCIACIÓN EN CIERNES
Colombia y Turquía enfrentan serias limitaciones porque aun con los avances logrados en el último tiempo, sigue habiendo una distancia entre ambas naciones difícil de franquear, tal como le ha sucedido a Colombia con socios no tradicionales a los que se ha acercado con propósitos estratégicos, y con los cuales no ha podido consolidar el diálogo político ni conseguir un aumento representativo de los intercambios. Tal ha sido el caso de Corea del Sur, con quien sostiene una relación especial forjada desde la guerra y que, más allá de un tratado de libre comercio (TLC) y la eliminación del visado no parece haberse capitalizado del todo. Es decir, a pesar de que existe un vínculo político profundo surgido desde el apoyo de Colombia en la confrontación armada de comienzos de los años cincuenta (contra la actual República Popular Democrática de Corea), esto no se ha traducido en una relación comercial dinámica o profunda y los intercambios bilaterales están lejos de ser representativos.
La relación Ankara-Bogotá podría tener tres escenarios de cara al futuro. El estancamiento de la relación actual, una asociación o cercanía con algunos picos de intercambios y cooperación dependiendo de la coyuntura, y una relación especial. En el escenario de estancamiento, los niveles de comercio se mantendrían en los márgenes actuales, sin grandes modificaciones, y el diálogo político no avanzaría más allá de las cordialidades diplomáticas, y ni Turquía ni Colombia estarían en capacidad de privilegiar este acercamiento por sobreponer su relación con otras zonas. En el primer caso, podría deberse a la búsqueda de influencia en el Cáucaso, Medio Oriente y renovar su influencia en Europa en especial en el contexto de la guerra en Ucrania. La reelección de Erdoğan para un tercer mandato en mayo de 2023 abre la posibilidad para que Turquía busque un liderazgo en temas internacionales acuciosos, en donde podría desempeñar un papel de alguna relevancia. Vale recordar su papel en la guerra contra el terrorismo en Siria, en la guerra entre Armenia y Azerbaiyán -aunque claramente alineando su postura con Bakú-, en la estabilización iraquí y una mediación en la guerra en Ucrania. En esta ecuación América Latina y, más concretamente Colombia, podría perder el atractivo.
Colombia, por su parte, podría centrar sus intereses en la región latinoamericana y en sus socios tradicionales -Estados Unidos y Europa-, y "enfriar" en el corto y mediano plazo sus relaciones con el Sur global. Esto podría explicarse además por la necesidad de los gobiernos de centrarse en temas internos por la urgencia de abordar temas inaplazables, sobre todo aquellos ligados a la paz, en donde en el último tiempo se han visto las principales vicisitudes para las administraciones colombianas de distinto color político. También es importante recordar que la política exterior no es un campo que sea electoralmente rentable. Por ende, no todos los gobiernos ven en la relación con Ankara un tema de suficiente peso. Durante el mandato de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), en nombre de la austeridad, el gobierno clausuró 14 embajadas -una de ellas precisamente en Medio Oriente, Irán- y 10 consulados. No deja de ser significativo que una de las propuestas de campaña de Rodolfo Hernández, candidato que llegó a la segunda vuelta en las elecciones de 2022, haya sido el cierre de 27 embajadas, entre ellas la de Turquía (Holguín, 6 de junio de 2022).
Este escenario guardaría similitud con la relación que actualmente mantiene Colombia con Corea, que a pesar de tener una raíz histórica por el apoyo en la guerra en 1951, no ha podido concretarse en mayores resultados más allá de un TLC que, a juzgar por las cifras parece suboptimizado con intercambios con exportaciones que apenas superan los 676 millones de dólares (Legis, 1.o de octubre de 2021) en contraste con los flujos a China que, sin TLC, superan los 2.500 millones (Rodríguez, 27 de febrero de 2023), es decir, casi cuatro veces más.
El segundo escenario consistiría en una asociación en la que por compatibilidad en cuanto a seguridad, intercambios y proyección global se profundizaría el vínculo, aunque no de una manera constante. Esto quiere decir que aunque Ankara y Bogotá puedan sacar provecho, por ejemplo, de procesos de paz que han derivado en retos en materia de seguridad, o de un comercio que no ha dejado de crecer desde 2012, y un atractivo internacional que los asocia en siglas como los Civets (aunque actualmente no tenga significada, no se puede descartar el surgimiento de nuevos acrónimos con la misma lógica) o en otros foros, las coyunturas internas pueden ralentizar la asociación. Esto es básicamente lo que le ha sucedido a los gobiernos colombianos con Israel. En la década de los noventa era una asociación con visos de profundización futura, pero en el último tiempo, los intercambios han caído drásticamente a pesar incluso haber firmado y ratificado un TLC (Legis, 24 de mayo de 2002). Esta relación tan promisoria hace unos años parecería haber entrado en un ciclo de intermitencia. A Colombia le ha costado en el último tiempo mantener asociaciones estratégicas en el largo plazo por carecer de una política de Estado y una política exterior afectada por los cambios drásticos de gobiernos.
Finalmente, se podría pensar en una relación especial entendida como un vínculo excepcional en el que Ankara y Bogotá sigan profundizando los lazos y aumenten considerablemente el comercio y el diálogo político. Esto solamente podría ser posible en la medida en que los gobiernos colombianos apuesten por lo que en lenguaje de doctrinas de política exterior se entiende como respice similia, que consiste en un acercamiento a sus pares. Turquía podría ser vista como un modelo en materia migratoria a partir de la experiencia del gobierno de Erdoğan, con la coyuntura migratoria de 2015. Esto podría surgir si Colombia se consolida como el líder y vocero regional de la gestión migratoria, y así como llegó a depender en extremo en materia de doctrina militar de Estados Unidos, podría tener una relación mucho más equilibrada con Ankara a propósito del rol geopolítico que esta juega en medio de Europa, Asia Central y Medio Oriente. Como decía el ministro de Relaciones Exteriores turco de paso por Colombia en abril de 2022:
Turquía y Colombia gozan de posiciones estratégicas en sus respectivas regiones, con entornos políticas estables y economías crecientes. Además, tienen enfoques similares frente a los desafíos como la crisis de refugiados. […] aumentar nuestra cooperación en temas globales generará una sinergia que contribuirá al objetivo de establecer un orden mundial más igual, más justo y estable. (Çavuşoğlu, 26 de abril de 2022)
Detrás de este testimonio se observa un optimismo que, aunque no permita concluir si es del todo viable un acercamiento de estas características, resulta innegable que la relevancia del tema migratorio seguirá en aumento tanto en el corto como en el mediano plazo en la agenda de la política exterior colombiana. Y es muy posible que termine convirtiéndose en un asunto de Estado.
APUNTES FINALES
En este estudio, las relaciones entre Colombia y Turquía se analizan con un enfoque diferente basado en el objetivo de observar de qué manera las naciones que hacen parte del Sur global tienen estímulos para nuevos acercamientos que dan cuenta del fortalecimiento de relaciones en la periferia. Para ello, en primer lugar, se analiza cómo Bogotá y Ankara se posicionan en el nuevo sistema internacional multipolar y el impacto de este reacomodamiento en sus relaciones. Siguiendo esta lógica, mediante una comparación se analizan variables económicas y políticas, los dos factores principales en la profundización de las relaciones entre ambos países, y las subsecuentes categorías (cultura, diplomacia, educación y flujos comerciales, etc.).
Dado que ambos países representan economías emergentes, aspiran al liderazgo regional y buscan tener voz en el sistema internacional y contribuir en la gobernanza global, en la comparación se hace hincapié en los factores económicos y políticos, así como en su posible posicionamiento futuro a través de la relación binacional. En el estudio se ha constatado que la participación de Turquía en dinámicas tanto regionales como internacionales es superior a la de Colombia. Esto también ha llevado a pensar que la búsqueda de Turquía de una posición en la gobernanza global es más efectiva que la de Colombia. De igual forma, se pudo constatar un comportamiento más asertivo de Ankara en la relación binacional, pues parece haber mayor constancia en las acciones conducentes a su fortalecimiento, los cambios de gobierno en la segunda han hecho mella en su proyección. Como consecuencia, especialmente en las relaciones políticas, se puede observar que Ankara ha sido más activa que Bogotá y, en general, ha sido la parte que ha dado pasos importantes para allanar el camino para el desarrollo de las relaciones.
Sin embargo, para llevar a cabo este análisis y comparación, el estudio analiza primero teóricamente la estructura de los países que forman parte del Sur Global y que buscan cada vez más tener voz en el sistema internacional y, por supuesto, en la gobernanza global. En este sentido, se tienen en cuenta como punto de partida teórico tanto las concepciones tradicionales de las relaciones internacionales como las perspectivas del Sur global.
Por otro lado, buena parte de la literatura sobre la política exterior se basa en cálculos racionales y en la idea de que la diplomacia obedece a un proceso planeado y planificado a fin de alcanzar una serie de objetivos para defender el interés nacional. Si bien abundan las teorías que han puesto en tela de juicio la validez del término "interés nacional", bien sea desde los enfoques liberales o burocráticos, la incidencia de las teorías que presuponen la racionalidad en torno a los intereses parece todavía preservar una hegemonía.
Este artículo buscó llenar dos vacíos. Uno sobre la literatura de la política exterior de Estados del Sur global que tienen una ambición de liderazgo (no necesariamente como potencias) y sobre la relación colombo-turca que empieza a perfilarse, pero que no necesariamente es analizada a profundidad en la literatura de ambos Estados. Para el caso colombiano, buena parte de la producción científica se enfoca en las relaciones con América Latina y Estados Unidos a partir del narcotráfico y del conflicto como de forma lógica ha sido el caso de las obras a las que se podría considerar como fundamentales de la política exterior (Ramírez y Restrepo, 1997; Ardila et al, 2002; Tickner, 2007; Borda 2007; Cardona y Tokatlian 1991; Drekonja 1983). Además, un sector representativo de dicha literatura suele abordar directa o indirectamente el aparente dilema entre la subordinación o autonomía frente a Washington.
Aun así, en el último tiempo los textos dedicados a regiones no tradicionales como el Medio Oriente o el África Subsahariana empiezan a aparecer con más frecuencia, pero sin ser representativos. De forma más reciente, en la literatura colombiana se pueden identificar textos que analizan la viabilidad de un eventual TLC (Gómez-Abella et al, 2013, p. 159); la forma como el acercamiento a Turquía significa para Colombia un nuevo equilibrio en su política exterior, aunque sin ahondar en el caso turco, sino desde una óptica general (Palacio, 2013); y textos que comparan la ambición por una "neutralidad activa" (Guerrero y Jaramillo, 2015, p. 197).
A pesar del surgimiento muy tímido de esta literatura, no parece suficientemente voluminosa en comparación con las aspiraciones colombo-turcas, en buena medida porque los temas de la política exterior colombiana más evocados siguen estando condicionados por las variables de conflicto y narcotráfico. Este artículo es una invitación a asomarse a las nuevas formas de relacionamiento en el Sur global en un mundo en el que la multipolaridad parece irremediable.
NOTA
1 Traducción libre de los autores, en el original: "The politics of many international negotiations can usefully be conceived as a two-level game. At the national level, domestic groups pursue their interests by pressuring the government to adopt favorable policies, and politicians seek power by constructing coalitions among those groups. At the international level, national governments seek to maximize their own ability to satisfy domestic pressures, while minimizing the adverse consequences of foreign developments. Neither of the two games can be ignored by central decision-makers, so long as their countries remain interdependent, yet sovereign".
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