La importancia estratégica de las disputas territoriales del Estado chino en el mar de China Meridional: un enfoque geopolítico desde el realismo neoclásico
The Strategic Importance of the Territorial Disputes of the Chinese State in the South China Sea: A Geopolitical Approach from Nneoclassical Realism
Esteban Vidal Pérez*
* Doctor en Ciencias Políticas, Universidad del País Vasco. Universidad del País Vasco (España). [esteban.vidal@mail.ru]; [https://orcid.org/0000-0002-1877-1669].
Recibido: 31 de octubre de 2023 / Modificado: 6 de febrero de 2024 / Aceptado: 16 de febrero de 2024
Para citar este artículo:
Vidal Pérez, E. (2024). La importancia estratégica de las disputas territoriales del Estado chino en el mar de China Meridional: un enfoque geopolítico desde el realismo neoclásico. Oasis, 40, 179-209.
DOI: https://doi.org/10.18601/16577558.n40.09
RESUMEN
Este artículo analiza la relación entre los factores geopolíticos y la importancia estratégica de las disputas territoriales del Estado chino en el mar de China Meridional. El estudio examina esta relación a través de la influencia de los factores geopolíticos en la configuración de la estrategia nacional china. Para hacerlo recurre al realismo neoclásico abordando las interacciones entre las presiones externas y las variables intervinientes del nivel de la unidad. De esta manera analiza cómo los factores geopolíticos moldearon la percepción de la realidad de los líderes chinos y su impacto en la interpretación de ciertos eventos, como la crisis del estrecho de Taiwán de 1995 y la entrada en vigor de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. El estudio sostiene que estos eventos fueron considerados una amenaza para China y contribuyeron a configurar la estrategia nacional en un sentido marítimo. En consecuencia, China desarrolló su poder naval para controlar el mar de China meridional y establecer su esfera de influencia con el fin de convertirse en potencia regional hegemónica. Todo esto significó el aumento de su presencia y asertividad en la región, lo que demuestra la importancia de sus disputas territoriales en esta área.
Palabras clave: Unclos; estrategia nacional; percepción; poder del Estado; geopolítica.
ABSTRACT
This article analyzes the relationship between geopolitical factors and the strategic significance of the Chinese state's territorial disputes in the South China Sea. The study examines this relationship through the influence of geopolitical factors on the configuration of Chinese national strategy.
To do so, it turns to neoclassical realism, addressing the interactions between external pressures and intervening variables at the unit level. In doing so, it analyzes how geopolitical factors shaped Chinese leaders' perceptions of reality and their impact on their interpretation of certain events, such as the 1995 Taiwan Strait Crisis and the entry into force of the UNCLOS. The study argues that these events were perceived as threats to China and helped shape national strategy in maritime terms. As a result, China developed its naval power to control the South China Sea and establish its sphere of influence in order to become the hegemonic regional power. All of this meant the increase of its presence and assertiveness in the region, which proves the importance of its territorial disputes in this area.
Key words: UNCLOS; national strategy; perception; state power; geopolitics.
INTRODUCCIÓN
El objetivo principal de este artículo es aclarar la relación entre los factores geopolíticos y la importancia estratégica de las disputas territoriales del Estado chino en las aguas del mar de China Meridional, a través del estudio de la estrategia nacional de este país. El marco temporal abarca desde la década de los noventa hasta las primeras décadas del siglo XXI, mientras que el marco geográfico es el mar de China Meridional, lo que incluye tanto sus aguas como sus islas, islotes, atolones y bancos de arena1. Taiwán solo es considerado en relación con la crisis de 1995-1996, por lo que las relaciones de China con esta isla son excluidas del análisis debido a que requerirían una investigación específica.
Las investigaciones que abordan las disputas territoriales que China mantiene en las aguas del sudeste asiático se centran en diferentes aspectos del comportamiento de esta potencia en la región, como puede ser su asertividad (Turcsányi, 2018; Chubb, 2021), su gran estrategia (Danner, 2018; Honghua, 2020; Scobell et al., 2020), las operaciones que desarrolla en la zona gris (Layton, 2021; Chin-Kuei, 2022; Shinji et al., 2022; Yatsuzuka, 2023), las transformaciones de sus fuerzas armadas (García, 2019; Chan, 2020; McDevitt, 2020), o las interacciones entre los diferentes Estados de la región (Fels y Truong-Minh, 2016; Raditio, 2019). Aunque algunas de estas investigaciones tienen en cuenta el papel de los factores geopolíticos en sus análisis, estos se centran en el equilibrio de poder a nivel regional e ignoran los factores geopolíticos internos de China.
En esta investigación se abordan las disputas territoriales que el Estado chino mantiene con sus vecinos en el mar de China Meridional a través de la influencia de los factores geopolíticos en la configuración de su estrategia nacional. Para esto se consideran los factores geopolíticos tanto internos como externos de China, además de los instrumentos que esta potencia utiliza para proyectar su poder en esta región. Así, las preguntas por responder son: ¿qué importancia estratégica tienen para el Estado chino sus disputas territoriales en el mar de China Meridional? ¿Qué factores geopolíticos explican la importancia estratégica de estas disputas?
La hipótesis que da respuesta a las preguntas anteriores es construida a través del marco teórico del realismo neoclásico. La razón de esta elección radica en que se busca poner en relación diferentes variables que se ubican, a su vez, en distintos niveles de análisis. Debido a esto, el realismo neoclásico brinda el sistema conceptual adecuado al tener en cuenta tanto los factores externos como internos que han definido la importancia de las disputas territoriales chinas en las aguas del sudeste asiático. La geopolítica, por su parte, es el instrumento de análisis para abordar en sus propios términos este fenómeno espacial.
La hipótesis por contrastar afirma que la entrada en vigor de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Unclos-United Nations Convention on the Law of the Sea), y la crisis de Taiwán de 1995-1996, constituyeron una serie de presiones externas que fueron interpretadas por los estadistas chinos como una evidencia de la debilidad de China en el ámbito marítimo. Estas presiones fueron interpretadas de este modo en la medida en que operaron a través de las condiciones geopolíticas internas de China, las cuales se derivan de su participación en la economía mundial, sus necesidades energéticas, su ubicación geográfica y la distribución geográfica de su población, mientras que el contexto geopolítico externo, marcado por las disputas territoriales y el equilibrio de poder regional, condicionó la respuesta de China a las presiones sistémicas. De este modo, los líderes chinos adoptaron una estrategia nacional de carácter marítimo en la década de los noventa, la cual comenzó a implementarse a principios del siglo XXI. Como consecuencia de esta decisión las disputas territoriales del Estado chino en las aguas del sudeste asiático alcanzaron una gran importancia estratégica para su interés nacional, hasta el punto de desarrollar diferentes instrumentos con los que ha proyectado su poder sobre esta región. En suma, la hipótesis plantea que los factores geopolíticos influyeron en la percepción de la realidad de los dirigentes chinos en su interpretación de las presiones externas, y con ello en la configuración de la estrategia nacional del Estado chino, lo que hizo que el mar de China Meridional adquiriese una importancia estratégica.
La metodología empleada para contrastar la hipótesis anterior consiste en un análisis diatópico que combina diferentes conjuntos espaciales y escalas geográficas, lo cual se corresponde, a su vez, con los diferentes niveles de análisis que establece el marco teórico del realismo neoclásico. De esta forma, se tienen en cuenta los factores geopolíticos internos y externos que operan en los diferentes niveles de análisis para, así, esclarecer su influencia en la configuración de la estrategia nacional china y determinar la importancia de las disputas territoriales en el mar de China Meridional. Para llevar a cabo esta tarea se recurre a la bibliografía de los principales autores del realismo neoclásico en lo que respecta al marco teórico. Por otro lado, se utilizan diferentes documentos oficiales, declaraciones de los líderes chinos, monográficos y artículos académicos para analizar las presiones exteriores que recibió el Estado chino, pero también los factores geopolíticos que influyeron en la definición de su interés nacional y en la configuración de su estrategia. Las monografías y los artículos utilizados se basan en su mayor parte en fuentes primarias, fundamentalmente documentos e informes oficiales, además de artículos académicos y noticias en lengua china. Estas fuentes primarias también son utilizadas de forma directa. Todo esto es combinado con diferentes datos estadísticos relativos a la economía china, así como a los distintos instrumentos de coerción que constituyen el poder del Estado chino. Esto último sirve para dilucidar el carácter marítimo de la estrategia china, así como la importancia conferida a las aguas del sudeste asiático mediante el estudio de las fuerzas navales desplegadas en esta región y sus características.
La estructura del artículo es la siguiente: el primer apartado se ocupa de exponer el marco teórico con su correspondiente sistema conceptual y las variables utilizadas. El segundo apartado explica el modo en el que es entendida la geopolítica y los niveles de análisis geográfico aplicados. El tercer apartado analiza las condiciones geopolíticas de China para, a continuación, examinar la interacción de las presiones externas con dichas condiciones y explicar así la configuración de la estrategia del Estado chino y la importancia de las disputas territoriales en el mar de China Meridional.
LA PERCEPCIÓN DE LA REALIDAD, EL PODER DEL ESTADO Y LAS PRESIONES SISTÉMICAS
El realismo neoclásico se caracteriza por asumir el marco conceptual definido por Kenneth Waltz (1959) con los tres niveles de análisis de la primera, segunda y tercera imagen, es decir, los niveles del individuo, del Estado y del sistema internacional. Al igual que Waltz (1979), el realismo neoclásico considera decisivo el nivel del sistema a la hora de explicar el comportamiento de los Estados en la esfera internacional. Sin embargo, las debilidades explicativas del neorrealismo favorecieron el nacimiento del realismo neoclásico (Rose, 1998), cuya particularidad radica en integrar en sus análisis factores que pertenecen a la primera y segunda imagen.
A diferencia del neorrealismo, el realismo neoclásico plantea el estudio de la interacción de los estímulos externos con las variables intervinientes de la primera y segunda imagen. Así, las variables intervinientes en el nivel doméstico filtran las variables sistémicas del entorno internacional. En cualquier caso, las variables del nivel del sistema son las que ocupan un papel dominante en sus análisis. De esta forma, los complejos procesos de la política doméstica operan como correa de transmisión de las fuerzas externas (Schweller, 2004a, p. 164). Debido a sus condiciones internas, los Estados reaccionan de manera diferente ante oportunidades y presiones sistémicas parecidas (Schweller, 2004b). Por esta razón puede decirse que, en última instancia, el comportamiento de los Estados es el resultado de una amalgama de los niveles sistémico, estatal e individual (Schmidt, 2005).
Los análisis del realismo neoclásico incluyen una gran variedad de diferentes variables intervinientes de la primera y segunda imagen (Ripsman et al., 2016, pp. 61-79; Götz, 2021). Así, respecto a la primera imagen cabe señalar que los autores del realismo neoclásico reconocen las críticas de la psicología cognitiva al neorrealismo, motivo por el cual tienen en cuenta la variable de la percepción de la realidad de los estadistas (Jervis, 1976, pp. 28-31; McDermott, 2004, pp. 77-117; Wohlforth, 1993, pp. 2, 26-28; Ripsman et al., 2016, pp. 11, 20-21). Esta variable afecta al modo en el que los líderes de un país interpretan las presiones exteriores en relación con el interés nacional, pero también a la forma en que entienden la distribución de poder a nivel internacional (Friedberg, 1988; Wohlforth, 1993; Taliaferro, 2004).
En esta investigación, la percepción de la realidad es la variable interviniente de la primera imagen. Es analizada a partir del modo en el que las presiones del sistema, en conjunción con las condiciones geopolíticas, generan las ideas que moldean la percepción de la realidad de las élites. Esta variable es utilizada para dilucidar el modo en el que los dirigentes chinos interpretaron las presiones externas que recibió su país. La importancia de esta variable se debe a que influye directamente en la definición del interés nacional chino y, por tanto, en la configuración de su estrategia nacional.
Otra variable considerada es la del poder del Estado. En esta investigación se refiere a los instrumentos de poder que China ha desarrollado para implementar su estrategia de política exterior. Así, cabe destacar primeramente que en el realismo neoclásico esta variable consiste en la capacidad que el Estado tiene para extraer o movilizar los recursos disponibles en su territorio para convertirlos en poder militar. Si bien el poder del Estado lo definen en gran medida los recursos que alberga su sociedad, lo decisivo en última instancia es la cantidad de fuerza armada que es capaz de reunir a través de la movilización y extracción de los recursos presentes en su territorio (Mastanduno et al., 1989; Zakaria, 2000; Taliaferro, 2009). En esta investigación, el poder del Estado chino es identificado con los instrumentos coercitivos con los que despliega su estrategia nacional, lo que se relaciona con las condiciones socioeconómicas, administrativas y geopolíticas que han hecho posible su desarrollo.
En cuanto a las presiones sistémicas es importante destacar que en esta investigación son identificadas con la crisis del estrecho de Taiwán de 1995-1996 y, sobre todo, con la entrada en vigor de la Unclos debido a las repercusiones que tuvo para China, especialmente en sus relaciones de seguridad con los países del sudeste asiático. Así, el artículo analiza las interacciones que estas presiones externas desarrollaron con las variables intervinientes antes mencionadas para definir el interés nacional de este país y, por tanto, explicar la configuración de la estrategia china.
LA GEOPOLÍTICA
Entre los autores realistas no hay unanimidad en el modo de entender la geopolítica, sino que, por el contrario, abundan los matices y las divergencias en sus respectivos puntos de vista. Es importante señalar esta cuestión para clarificar la forma en que la geopolítica es utilizada en esta investigación. Así, en primer lugar, destaca la perspectiva de Hans Morgenthau (1963) que la considera una pseudociencia (p. 216), mientras que otros autores, como John Mearsheimer (2014), la integran en sus análisis al tener en cuenta la ubicación geográfica del Estado en la proyección de su poder en determinadas regiones. Este punto de vista es compartido por los autores del realismo neoclásico (Meibauer et al., 2021, pp. 210-213). Por tanto, los autores realistas tienden a concebir la geopolítica en términos sistémicos, mientras que en este estudio es concebida a todas las escalas, tanto en el ámbito internacional como en el doméstico (Giblin, 1985).
También es necesario apuntar que existen notables divergencias entre los especialistas en relación con el objeto, método y fundamentos de la geopolítica (Cairo, 1993, p. 32; Dodds, 2005, pp. 27-34; Criekemans, 2022). Por este motivo es más preciso hablar de geopolíticas en plural al haber diferentes definiciones de este concepto (Mamadouh, 1998), las cuales obedecen a visiones del mundo divergentes (Dodds y Atkinson, 2003). En cualquier caso, la geopolítica se ocupa de estudiar las interacciones entre los fenómenos políticos y el medio geográfico, y cómo esto afecta a la organización del espacio (Kristof, 1960; Lacoste, 1985; Dalby, 2004, p. 234; Soja, 2022).
La geopolítica es entendida aquí en términos estratégicos al tener como fundamento la geografía, que es un saber estratégico (Lacoste, 1979). En este estudio, la atención se centra en las condiciones geopolíticas internas y externas de China en la configuración de su estrategia nacional, y en la relación que esto tiene con sus disputas territoriales en el sudeste asiático. Así, la geopolítica también es entendida como el estudio de las relaciones espaciales exteriores de los Estados en la organización del espacio internacional (East y Moodie, 1956, p. 23). En este sentido, es importante señalar que el espacio es considerado una construcción social que implica, contiene y disimula las relaciones sociales, además de reflejar las relaciones de poder al ser estas el resultado de superestructuras sociales como el Estado. De esta manera, el espacio es ordenado de acuerdo con los requerimientos específicos de estas estructuras (Lefebvre, 2013, pp. 139, 141), y es, también, el resultado de las interacciones que mantienen los Estados en la esfera internacional. La geografía física, entonces, solo desempeña un papel condicionante al limitar las posibles configuraciones del espacio.
En esta investigación, la geopolítica es considerada un conjunto de prácticas imbricadas en la guerra, en la política exterior e interior, y en la diplomacia, que se manifiestan en el modo de organizar el espacio. Estas prácticas las conforman las decisiones de los estadistas en estos ámbitos, y reflejan los códigos geopolíticos imperantes en un determinado país. Estos códigos constituyen una forma particular de razonamiento basado en una serie de presuposiciones político-geográficas sobre la seguridad del Estado o de un grupo de Estados, así como sobre las potenciales amenazas y las posibles respuestas. Las élites estatales desarrollan estos códigos a través de su práctica geopolítica cotidiana en la ordenación del espacio. Así, cada país tiene sus propios códigos geopolíticos que están condicionados tanto por la posición geográfica que ocupa como por su lugar en la estructura de poder internacional, todo lo cual también condiciona las escalas geográficas (local, regional y mundial) en las que opera (Taylor, 1988, pp. 22-23, 1990, p. 13; Cairo, 1993, pp. 40-42; Gaddis, 2005, p. ix; Rae, 2007, pp. 19-20; Flint y Taylor, 2018, pp. 51-52; Flint, 2022, pp. 50-54).
En el caso de China, sus condiciones geopolíticas abarcan, por un lado, factores del nivel de la unidad relativos al desarrollo socioeconómico interno del país y a la posición geográfica que ocupa en relación con su participación en la economía mundial. Estos factores influyen en el alcance geográfico de su interés nacional, lo que repercute directamente en su estrategia nacional y, por tanto, en la organización del espacio, lo que permite aclarar la relevancia de sus disputas territoriales en las aguas del sudeste asiático. Por otro lado, las condiciones del entorno geopolítico más inmediato están relacionadas con las disputas territoriales y el equilibrio de poder regional, pero también con la posición de China en la estructura de poder internacional. La conjunción de factores geopolíticos internos y externos está en el origen de los códigos geopolíticos de la élite dirigente china y, consecuentemente, en el modo en el que interpreta tanto las presiones sistémicas como el poder relativo de su país.
En esta investigación se propone un análisis diatópico que combina distintas escalas y conjuntos espaciales que se superponen (Foucher, 1986, pp. 44-47). Los niveles de análisis utilizados se corresponden con los niveles de conceptualización que el realismo neoclásico establece con las interacciones entre la primera, segunda y tercera imagen. Así son examinadas las interrelaciones que existen entre estos niveles (Lacoste, 1985, p. 48). Los códigos geopolíticos corresponden a un nivel de análisis espacial de gran escala al centrarse en los individuos que conforman la élite china, al mismo tiempo que guardan correspondencia con el nivel de conceptualización de la primera imagen. Su análisis, como se ha indicado, se lleva a cabo en relación con los factores geopolíticos que condicionan la percepción de la realidad, lo que exige, asimismo, el recurso a otras escalas geográficas. Esto es lo que sucede con el nivel de análisis de la pequeña escala al ser el objeto de estudio la estrategia nacional china en el mar de China Meridional, de forma que el conjunto espacial de referencia es tanto el Estado chino como esta región geográfica. Esta escala se combina, a su vez, con el análisis del sistema internacional para examinar el papel de la posición de China en la estructura de poder internacional en la configuración de su estrategia nacional. Estos niveles de análisis espacial se corresponden con los niveles de conceptualización de la segunda y tercera imagen, respectivamente.
LOS FACTORES GEOPOLÍTICOS
Los factores geopolíticos son importantes porque establecen las condiciones que configuran la estrategia nacional de China, y explican en gran medida la relevancia de las disputas territoriales que este país mantiene en las aguas del sudeste asiático. Esto se debe, fundamentalmente, a que los factores geopolíticos contribuyen a definir el interés nacional y, consecuentemente, los objetivos del Estado chino en la esfera internacional. Así, los cambios en las condiciones geopolíticas de China, tanto a nivel interno como externo, han transformado a lo largo de la historia la definición de su interés nacional. Estas condiciones se desenvuelven en dos niveles diferentes, el interno y el externo, que son objeto de estudio en este apartado. Los factores geopolíticos internos incluyen el desarrollo socioeconómico de China, su participación en la economía global, la distribución geográfica de su población y la demanda de hidrocarburos de su industria nacional, todo lo cual se corresponde con el nivel de análisis de la segunda imagen. Por su parte, los factores geopolíticos externos abarcan el equilibrio de poder regional, las disputas territoriales entre los países vecinos del mar de China Meridional, y la posición de China en la estructura de poder internacional en relación con Estados Unidos, lo cual se corresponde con el nivel de análisis de la tercera imagen.
Factores geopolíticos internos
Las reformas implementadas durante las décadas de los ochenta y noventa abrieron la economía china al mundo gracias a la adopción de elementos de libre mercado. Estas reformas sentaron las bases para que China desarrollase altas tasas de crecimiento económico en las décadas siguientes. Así, durante las últimas décadas del siglo XX China recibió numerosas inversiones directas que transformaron su base productiva, lo que le permitió convertirse en una potencia manufacturera con una creciente participación en el comercio mundial.
Si bien es cierto que durante los últimos años del siglo XX China aumentó considerablemente su riqueza acumulada, no fue hasta su adhesión a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001 cuando se produjo un punto de inflexión en la posterior evolución de su economía al comenzar a tener acceso a las cadenas globales de valor. Gracias a esto aumentó drásticamente el volumen de sus exportaciones, y con ello también su participación en el comercio mundial con más de un 13% del total (Jorrín, 2021). China pasó de un producto interno bruto (PIB) de 1,33 billones de dólares en 2001 a acumular una riqueza de 4,57 billones en 2008, momento en el que estalló la crisis financiera mundial (Textor, 2022).
La transformación de la base productiva de la economía china estuvo acompañada del crecimiento de su flota mercante y, sobre todo, de su flota pesquera. El sector del transporte marítimo de mercancías pasó de contar con 1.547 buques en 1990 a 5.206 en 2017, además de haberse duplicado la capacidad de carga media (Ghiselli, 2021, p. 83). Mientras que la industria pesquera triplicó su volumen entre 2003 y 2008, hasta el punto de que en 2011 representaba aproximadamente el 10% del PIB (Zhou, 2013). Actualmente, China cuenta con la flota pesquera más grande del mundo, con unos 564.000 barcos, aunque se cree que la cantidad total es mayor (FAO, 2022).
La exportación de una cantidad creciente de bienes estuvo unida a un incremento notable de las importaciones, especialmente de materias primas, para abastecer la pujante industria manufacturera china. Los hidrocarburos destacan de manera especial entre estas importaciones debido al aumento de la demanda energética del tejido industrial chino. Como consecuencia de esto, el mar de China Meridional ha adquirido una especial importancia en términos no solo económicos, sino estratégicos, para el mantenimiento de la estabilidad interna de China y el desarrollo de su economía. No hay que olvidar que el 79% de los hidrocarburos que importa China atraviesan esta región (Office of the Secretary of Defense, 2023, p. 160) (mapa 1).
El desarrollo de la economía ha conllevado la ampliación del alcance geográfico del interés nacional chino al expandirse más allá de sus fronteras y aumentar la influencia tanto sobre sus vecinos como sobre el resto del mundo. La nueva situación, junto a la ubicación geográfica de China, ha aumentado la dependencia de este país de las rutas comerciales marítimas que atraviesan el Índico y el mar de China Meridional, las cuales han adquirido una importancia estratégica para la seguridad nacional y la política exterior chinas. Estas rutas desempeñan un papel crucial para el sostenimiento y desarrollo de la economía china y, por extensión, para su creciente poder militar a fin de proteger sus líneas de abastecimiento y alcanzar en el futuro el estatus de gran potencia.
El crecimiento y desarrollo de la economía china también ha afectado a la distribución geográfica de la sociedad como consecuencia de su urbanización. El desarrollo del tejido industrial impulsó el proceso de urbanización de la sociedad con el desplazamiento de gran parte de la población desde el interior del país a las ciudades industriales y portuarias de la costa (Zhibin y Anjiao, 2018). Actualmente, las provincias costeras concentran la mayor parte de la población, lo que ha dado origen a la línea Heihe-Tengchong que divide diagonalmente el país desde la ciudad de Heihe, en el noreste, hasta Tengchong en el suroeste. La mitad oriental concentra aproximadamente el 95% de la población, que se ubica en las provincias próximas al mar en una extensión que representa el 43% del total del territorio chino, mientras que el 5% restante vive en la mitad occidental que representa el 57% del territorio (mapa 2).
El hecho de que tanto la riqueza económica como la mayor parte de la población se concentren en las provincias costeras supone un riesgo en términos de seguridad. Esto se debe a la exposición que estas zonas tienen a amenazas externas procedentes de las diferentes cadenas de islas que circundan la costa china. Por este motivo, distintos analistas chinos, como Lin Hongyu, Hu Bo, Huang Feilian o Wang Wenhua, entre otros, abogan por el establecimiento de un colchón de seguridad en los mares próximos (Yoshihara y Holmes, 2018, pp. 67-68, 84). Esto hace que el mar de China Meridional juegue un papel importante en términos de seguridad, pues el Estado chino persigue alejar de su costa cualquier posible amenaza procedente de las islas de esta región.
En otro lugar no menos importante están los recursos naturales que alberga el subsuelo marino del mar de China Meridional. Algunos analistas han llegado a afirmar que este mar tiene el potencial para convertirse en un segundo golfo Pérsico (Erickson y Goldstein, 2009), pues se estima que sus reservas de hidrocarburos ascienden a un valor total de no menos de 2,5 billones de dólares (Lieser, 2021). Este es otro factor más que convierte el control de este mar en un asunto de especial relevancia para China debido al crecimiento de su demanda de hidrocarburos durante los últimos años, pues le permitiría reducir su dependencia del petróleo procedente del golfo Pérsico. Todo esto contribuye, al mismo tiempo, a incrementar la presión sobre esta área geográfica disputada (mapa 3).
Factores geopolíticos externos
En este subapartado se analizan las condiciones geopolíticas del mar de China Meridional, y más concretamente las disputas territoriales que China mantiene en esta región con los países vecinos y el equilibrio de poder regional, además de la posición de China en la estructura de poder internacional en relación con Estados Unidos.
En primer lugar, es importante destacar que históricamente China no tuvo interés en las islas y atolones del sudeste asiático. Al menos hasta la Segunda Guerra Mundial (Rowan, 2005). A partir de entonces emergieron diferentes reivindicaciones que se concretaron en sucesivos mapas en los que China reclama sobre el 80% de la superficie del mar del sur (García, 2019, p. 20).
Los principales territorios objeto de disputa, así como las aguas que los circundan, son las islas Paracelso y Spratly, además de diferentes atolones y bancos de arena que se sitúan a lo largo de este mar y en las proximidades de Filipinas.
Así, las islas Spratly son reivindicadas unilateralmente por Brunéi, Filipinas, Malasia, Vietnam, la República Popular China (RCP) y Taiwán. En la medida en que no ha podido alcanzarse ningún acuerdo internacional en el marco de la ONU, estas disputas han implicado choques entre los países litigantes, además de la ocupación y militarización de una parte considerable de estas islas. A esto se suma el fallo favorable a Filipinas de una corte de arbitraje internacional en el que se desestimaban los derechos históricos que China reivindica en su disputa territorial con este país (Graham, 2016). Mientras que la situación de las islas Paracelso es ligeramente diferente al tratarse de un archipiélago disputado por Vietnam, la RCP y Taiwán. Actualmente estas islas están ocupadas por la RCP, aunque parte de ellas pertenecieron en el pasado a Vietnam.
El banco Macclesfield constituye una extensa región de arrecifes que se sitúa al sur de las islas Paracelso y que es reclamado totalmente por la RCP, Taiwán y Filipinas, lo que ha sido objeto de choques violentos, especialmente entre la RCP y Filipinas con motivo de la licitación de prospecciones petrolíferas a empresas extranjeras.
Cada país esgrime sus particulares argumentos con los que legitimar las reivindicaciones territoriales sobre los territorios y las aguas del mar de China Meridional. La RCP recurre al argumento de los supuestos derechos de soberanía históricos de más de 2.000 años de antigüedad para arrogarse la posesión de la mayor parte de este mar (mapa 4). Sin embargo, los restantes países no reconocen a la RCP como el mismo Estado de hace 2.000 años, a pesar de que también recurren en algunos casos a argumentos similares en sus reclamaciones territoriales (López, 2021, p. 178).
En cuanto al equilibrio de poder regional, China ha evolucionado desde una posición de manifiesta desventaja respecto a Estados Unidos, en la que sus fuerzas navales únicamente eran capaces de proteger sus costas e islas colindantes para, a finales de la década de los noventa, mejorar sus capacidades militares frente a sus principales rivales regionales. China sigue contando con un ejército de tierra numeroso, pero lo que destaca es el aumento de su gasto en defensa que asciende a 242.400 millones de dólares, lo que representa, en términos relativos, casi la mitad del gasto total en defensa de Asia, y más del doble que el de los cuatro países siguientes juntos (India, Japón, Corea del Sur y Australia). El personal militar activo de la RCP asciende a 2,03 millones, mientras que el de India y Corea del Norte es de 1,46 y 1,28 millones, respectivamente (The International Institute for Strategic Studies, 2023, p. 208). En términos militares, los vecinos de China están muy rezagados y no representan una amenaza real para la RCP a nivel bilateral. De hecho, China ha desarrollado sus capacidades militares hasta el punto de superar las de sus vecinos. Esto queda claro en la reciente renovación naval de su armada y de la guardia costera.
Unido al equilibrio de poder regional está la influencia de Estados Unidos a través de su red de alianzas y asociaciones estratégicas que mantiene con diferentes países en el sudeste asiático. Las capacidades militares de Estados Unidos, y más específicamente las de carácter naval, son superiores a las de China, lo que no ha impedido que esta última haya acelerado la fabricación de barcos de guerra hasta el punto de superar en número a Estados Unidos en 2020 (Department of Defense, 2017, p. 24; Office of the Secretary of Defense, 2020). En cualquier caso, la presencia militar estadounidense en las aguas del mar de China Meridional, y las distintas iniciativas diplomáticas que ha desarrollado en las últimas décadas en el ámbito de defensa (QUAD, QUAD Plus, AUKUS, etc.), han condicionado la estrategia nacional china. De este modo, la estructura de poder internacional influye en la organización del espacio a nivel regional, donde se refleja su impacto en la definición de la estrategia de la política exterior china.
PRESIONES EXTERIORES, CONFIGURACIÓN DE LA ESTRATEGIA NACIONAL CHINA Y PODER DEL ESTADO CHINO
La importancia estratégica del mar de China Meridional tiene relación con las presiones exteriores que el Estado chino percibió en la década de los noventa, y que contribuyeron decisivamente a que su estrategia adoptase una orientación marítima. A continuación son examinadas dichas presiones y analizadas sus interacciones con los factores geopolíticos antes expuestos para, así, aclarar el modo en el que configuraron la estrategia china que definió la importancia de esta región.
En primer lugar, destaca la aprobación de la Unclos en 1982 y su firma por China aquel mismo año, lo que fue un acontecimiento que no estuvo exento de cierta controversia en la medida en que los líderes chinos manifestaron su disconformidad con algunos aspectos de la convención, especialmente en lo tocante al principio de libre navegación. Las consecuencias de la Unclos tardaron en manifestarse en la política china. No fue hasta 1992 cuando Jiang Zemin codificó los derechos e intereses marítimos de China en su informe al XIV Congreso Nacional del Partido Comunista (Cole, 2010, p. 109), lo que sirvió para confirmar la necesidad de desarrollar un poder naval para proteger los intereses de China. Aquel mismo año fue aprobada la ley sobre el territorio marítimo y la zona contigua de la RCP, la cual definió las aguas territoriales chinas de forma expansiva al incluir diferentes áreas disputadas como Taiwán, las islas Senkaku, Paracelso y Spratly, además del atolón Macclesfield. China introdujo así en su legislación nacional las reivindicaciones territoriales que ha mantenido sobre las islas del mar del sur, lo que está en contradicción con algunos artículos de la Unclos (Hyun-Soo, 1994).
Los cambios legislativos introducidos a principios de la década de los noventa sentaron las bases para la posterior adopción de una estrategia nacional marítima. En este sentido, la élite china contribuyó a crear las condiciones precisas no solo a nivel jurídico, sino también ideológico. Así, en 1994, desde instancias tanto académicas como militares, se hizo un llamamiento a crear una conciencia marítima a lo largo de toda la nación china a fin de que la sociedad apoyase el esfuerzo del Estado para desarrollar su propio poder naval (Yin, 1994; Luo, 1994).
Sin embargo, la crisis de 1995-1996 con motivo de las primeras elecciones democráticas en Taiwán fue un punto de inflexión en la definición de la estrategia marítima china y su posterior desarrollo en las décadas siguientes. Aquel año China emprendió acciones hostiles contra Taiwán por medio de diferentes ejercicios militares en las proximidades de la isla, todo ello con la finalidad de intimidar a los taiwaneses para que no apoyasen al presidente Lee Tung-hui debido a su posición favorable a la independencia. La crisis demostró las limitaciones de las capacidades navales chinas, pues estas acciones motivaron una respuesta estadounidense con el envío de dos portaviones con sus correspondientes grupos de combate a las aguas taiwanesas, además de desatar una crisis diplomática. Esto hizo que los dirigentes chinos tomasen conciencia de la necesidad de modernizar su armada al quedar muy clara la desfavorable correlación de fuerzas frente a la flota estadounidense (Cole, 2016, p. 55).
La entrada en vigor de la Unclos en 1994 fue seguida por su posterior ratificación en 1996. Inicialmente, la Unclos fue utilizada por China como cobertura legal para afirmar su soberanía e intereses marítimos en el mar del sur. Sin embargo, China comenzó a ver en esta Convención una amenaza para su integridad territorial al comprobar que también avalaba las reivindicaciones territoriales de otros países (Lu, 1998, pp. 166-173; Chan, 2020, p. 84). En este sentido la Unclos impulsó las rivalidades en el sudeste asiático, al mismo tiempo que fue un punto de inflexión en la evolución de la estrategia nacional china al contribuir a centrar la atención de este país en las disputas marítimas de la región.
La orientación marítima de la estrategia china se consolidó en la medida en que el Estado chino proyectó cada vez más su poder sobre los océanos, lo que estuvo unido al desarrollo de los correspondientes instrumentos de poder. Todo esto se constata en la voluntad de los dirigentes chinos de transformar a su país en una potencia marítima. Así, por ejemplo, Jiang Zemin subrayó en 1995 la importancia de la construcción naval y la aceleración de la modernización de la armada, tanto para garantizar la seguridad del país como para completar su unificación (Yoshihara y Holmes, 2018, pp. 109-110). Esto estuvo acompañado del desarrollo de un debate sobre la importancia de que China desarrollase su poder marítimo. Los argumentos utilizados se centraban en la preservación de la integridad territorial, la protección de la economía, especialmente en lo relativo al suministro energético, y los derechos e intereses marítimos de China (Liu, 1999; Feng y Zhang, 2001; Gu, 2004). Todo esto coincidió con un periodo de gran crecimiento económico que condujo a la ampliación geográfica del interés nacional chino. Tanto las exportaciones de manufacturas chinas, como la importación de hidrocarburos, materias primas y alimentos para mantener la economía hicieron que las rutas comerciales que atraviesan el mar de China Meridional adquiriesen una importancia crítica. No sin razón el presidente Hu Jintao llegó a referirse en 2003 al "dilema de Malaca" debido a la importancia estratégica de este estrecho para la seguridad energética y el comercio exterior de China (Lanteigne, 2008).
La participación de China en la economía mundial y el desarrollo de sus capacidades internas cambiaron la percepción de la realidad de los dirigentes chinos, al mismo tiempo que aparecieron una serie de necesidades de seguridad que exigieron la actualización de la estrategia nacional. El nuevo contexto histórico, internacional y económico contribuyó a la adopción del marco estratégico que el almirante Liu Huaqing había esbozado en la década de los ochenta, y que establece como prioridad la búsqueda del control de los mares cercanos, lo que incluye al mar de China Meridional (Liu, 2004). Esto lo justificó mediante la introducción del concepto de cadena de islas con el que hace referencia a una serie de líneas divisorias concéntricas que atraviesan diferentes archipiélagos en el Pacífico occidental (mapa 5). Estas líneas definen el ámbito de acción geográfico de las fuerzas navales chinas y conforman distintas áreas de defensa. De esta forma, el espacio que comprenden estas cadenas de islas constituye colchones de seguridad para impedir que sirvan como bases de ataque sobre el territorio chino, o bien como puntos de estrangulamiento con los que cortar la cadena de abastecimiento de China (Liang, 2011). Así, la primera cadena de islas comprende el mar de China Meridional, lo que convierte a esta región en un espacio cuyo control es prioritario a nivel inmediato como requisito necesario para que, posteriormente, el Estado chino proyecte su poder sobre la zona de la segunda cadena de islas.
Cabe añadir que las cadenas de islas de Liu Huaqing han sido aumentadas como consecuencia de la ampliación geográfica del interés nacional de China, de forma que en la actualidad se habla de hasta cinco cadenas distintas. Si bien la tercera tiene su origen en Dean Achenson al describirla como parte del perímetro de defensa de Estados Unidos en el Pacífico, extendiéndose desde la costa de Alaska hasta Nueva Zelanda a través de Hawái y Tonga (Acheson, 1951; Stavridis, 2019), diferentes publicaciones chinas oficiales la han incorporado a la visión estratégica que China tiene del alcance geográfico de su interés nacional (Erickson y Wuthnow, 2016, pp. 10-11). Las restantes cadenas de islas son ubicadas a lo largo del Índico y reflejan la creciente presencia de China en esta región al ser el lugar de paso de sus principales rutas comerciales de abastecimiento (VornDick, 2018). En última instancia, esta visión geoestratégica de los intereses de China refleja el alcance geopolítico de sus ambiciones en la esfera internacional (mapa 6).
Si bien es cierto que el control de las rutas marítimas comerciales constituye un elemento importante en la definición del interés nacional chino en torno al que se articula su estrategia nacional, no menos ciertas son las implicaciones de largo alcance que tiene el control del mar de China Meridional. Esto es así en lo que respecta a las pretensiones chinas de contar con una esfera de influencia propia para convertirse en la potencia hegemónica en la región. Este planteamiento estratégico no se limita a afirmar la soberanía china sobre las aguas de este mar a través de su control efectivo, sino también a negarle a Estados Unidos el acceso a dicho espacio (Cole, 2003; Mearsheimer, 2014, pp. 368-380; Kaplan, 2017, pp. 279 y siguientes). Por esta razón China persigue desarrollar un poder naval superior al de sus principales rivales en la región, pero también con la capacidad de reducir la influencia de Estados Unidos, y en última instancia impedirle su acceso a este mar. La primera cadena de islas constituye, entonces, un concepto estratégico que delimita geográficamente el área prioritaria sobre la que China despliega su poder, y que considera una suerte de territorio azul sobre el que aspira a ejercer su soberanía de forma exclusiva. De este modo persigue establecer un colchón de seguridad para afirmar su hegemonía regional.
La implementación de esta estrategia impulsó al Estado chino a desarrollar mecanismos jurídicos y administrativos para establecer su jurisdicción en las aguas del mar de China Meridional. De hecho, la principal consecuencia de la entrada en vigor de la Unclos fue la aprobación en 1998 de la ley de la zona económica exclusiva y la plataforma continental mediante la que China formalizó sus derechos jurisdiccionales sobre el mar de China Meridional. Esta medida estuvo acompañada de la creación en 1999 de una agencia destinada a supervisar el cumplimiento de la nueva ley. Esta agencia de vigilancia costera era dependiente de la Administración Oceánica del Estado, y operaba junto a otras agencias dedicadas a la supervisión y vigilancia marítima con competencias en diferentes ámbitos (Goldstein, 2010). Sin embargo, las fuertes disputas interdepartamentales y los problemas de coordinación condujeron a la disolución de estas agencias, las cuales fueron sustituidas en 2013 por la actual Guardia Costera de China que quedó bajo el mando de la Policía Armada Popular (Martinson, 2020).
Las medidas político-administrativas adoptadas por China incluyeron, además de la creación de las agencias encargadas de patrullar las aguas del sudeste asiático, la modernización de la Armada del Ejército Popular de Liberación (AEPL). Todo esto se concretó en la adopción de una defensa activa de sus aguas territoriales más allá de su litoral (Cole, 2003; Nan, 2009; Fravel, 2019), para lo cual el Estado chino asignó unos fondos de 1.600 millones de dólares que se tradujeron en la construcción de diferentes patrulleras. La primera de estas embarcaciones fue entregada en 2004, a la que le siguieron seis más en 2005. El ritmo de puesta en funcionamiento de nuevas embarcaciones de patrullaje ha crecido desde entonces, hasta el punto de haber botado cerca de 160 barcos de estas características entre 2004 y 2020 (McDevitt, 2020, p. 48).
China ha fortalecido las capacidades de su Guardia Costera, cuyas embarcaciones son capaces de superar a los buques de los países rivales (Yoshihara y Holmes, 2018, p. 173). En la actualidad cuenta con más de 1.200 barcos, es decir, más que el total de las guardias costeras de todos sus países vecinos (Erickson, 2023). A esto se suma la existencia de una milicia marítima que constituye en gran medida una fuerza auxiliar de la Guardia Costera y una fuerza de reserva para la armada (Kennedy y Erickson, 2017). Se trata de una fuerza de barcos pesqueros privados apoyada por el gobierno y a las órdenes de la Comisión Militar Central. Aunque la milicia no está armada, sus embarcaciones disponen de diferentes instrumentos para ejecutar acciones coercitivas contra los barcos civiles y estatales de otros países. De esta forma China ha conseguido convertir al conjunto de su flota pesquera en un potencial instrumento de su poder marítimo.
El otro instrumento de poder del Estado chino es la Armada del Ejército Popular de Liberación (AEPL). Esta fuerza militar ha sido modernizada en los últimos años, lo que ha significado una mejora tecnológica sustancial que la ha puesto por encima de las armadas de los países vecinos, y ha reducido la brecha que mantiene con la armada de Estados Unidos (McDevitt, 2020, pp. 45-46). El ámbito geográfico de actuación de la AEPL ha sido ampliado en consonancia con sus nuevas capacidades, de tal modo que ya no se circunscribe a la defensa costera, sino que se proyecta en alta mar, tal y como sucede con las aguas del sudeste asiático (Nan, 2014, pp. 262-263). Esto ha permitido que la AEPL desempeñe labores dirigidas a hacer efectiva la soberanía china en esta región.
El desarrollo de diferentes instrumentos con los que el Estado chino ha proyectado su poder sobre el mar de China Meridional se ha concretado, a su vez, en el aumento de la actividad en estas aguas mediante operaciones de patrullaje, reconocimiento, escolta, etc. La creciente asertividad china en esta región durante los últimos años ha ido en consonancia con el aumento del poder del Estado chino. La asertividad, entendida como declaraciones y comportamientos que refuerzan la posición del Estado chino en sus disputas territoriales2, comenzó a ser muy evidente a partir de 2007. A partir de ese año se produjo un salto cualitativo en el tipo de declaraciones y acciones asertivas de China en esa región, pero también en el número de estos eventos (Chubb, 2021, pp. 84, 93).
Entre 2007 y 2015, la media de eventos asertivos protagonizados por China en el mar del sur fue superior a 5 cada año, lo que contrasta con una media de 2,3 eventos en los 8 años anteriores a 2007 (Chubb, 2021, p. 93). Esta tendencia, que se ha mantenido a lo largo del tiempo, coincide con el crecimiento del poder naval chino, principalmente de los efectivos de su Guardia Costera y de la AEPL. Asimismo, coincide con el incremento generalizado de la presencia de la armada tanto en estas aguas como en el mar de China Oriental y en el Mar Amarillo en defensa de los derechos e intereses marítimos del Estado chino. Esto supuso el despliegue de las fuerzas de la AEPL en más de 4.600 patrullas marítimas desde 2012, además de haber desarrollado 72.000 operaciones dirigidas a proteger la jurisdicción china sobre las aguas de estos mares (The State Council Information Office of the People's Republic of China, 2019, pp. 11-12).
La importancia de un territorio disputado es una variable decisiva a la hora de determinar la cooperación o la escalada de tensiones. Cuanto mayor es el valor de un territorio disputado, mayor es la probabilidad de que un Estado, como China, esté dispuesto a alterar el statu quo y a amenazar con el uso de la fuerza. Esto se debe a que tiene más que perder en caso de un acuerdo desfavorable (Fravel, 2008, p. 38). El hecho de que China haya proyectado su poder sobre las aguas del sudeste asiático con una frecuencia cada vez mayor desde 2007 responde a la importancia de los territorios ubicados en esta región y en sus aguas colindantes. Esta importancia está conferida por las condiciones geopolíticas subyacentes, lo que se refleja en la estrategia nacional y en el desarrollo de los correspondientes instrumentos de poder para fortalecer la posición china en las disputas territoriales con los países vecinos.
El valor estratégico del mar de China Meridional para la RCP posee dos dimensiones interrelacionadas pero convergentes, ambas orientadas hacia el objetivo último de alcanzar la hegemonía regional, un paso esencial para establecerse como una gran potencia. Así, para lograr este objetivo último la RCP prioriza el control de este mar. Por un lado, busca reafirmar su soberanía sobre las islas disputadas en esta región (Saunders, 2020) y, por otro, aspira a restringir el acceso de Estados Unidos sin entrar en una guerra abierta con esta potencia, como tampoco con el resto de sus vecinos. China pretende conseguir de manera paulatina y gradual la alteración del statu quo en la región con la menor resistencia posible a través de su creciente presencia militar. Todo esto se combina con acciones diplomáticas dirigidas a socavar las alianzas regionales de Estados Unidos y a expandir su propio círculo de amigos que respalden su posición en los foros internacionales (Khan, 2018, pp. 219-220; Ekman, 2022).
En suma, las condiciones geopolíticas de China han conferido a las disputas territoriales del mar de China Meridional una importancia especial, lo que se ha concretado tanto en la percepción de los líderes chinos como en la estrategia nacional de este país. De esta forma, China ha desarrollado los correspondientes instrumentos de poder para implementar esta estrategia, todo lo cual tiene como objetivo afirmar su soberanía sobre las aguas y los territorios insulares de este mar, y fortalecer su posición con el propósito de establecer su propia esfera de influencia para convertirse en la potencia regional hegemónica.
CONCLUSIONES
La importancia estratégica del mar de China Meridional para el Estado chino y, por tanto, las disputas territoriales que mantiene en esta región con los países ribereños, se explica en gran parte por la influencia de diferentes factores geopolíticos subyacentes.
Esto es lo que ocurre con las rutas comerciales chinas que atraviesan estas aguas como consecuencia de la ubicación geográfica del país, la existencia de importantes recursos energéticos en el subsuelo marino y la distribución geográfica de la población china al concentrarse en las megalópolis costeras. Estas circunstancias han afectado la percepción geográfica de la élite gobernante china que ha constatado la ampliación geográfica del interés nacional.
Sin embargo, el moldeamiento de la estrategia nacional china no se explica únicamente a partir de los factores geopolíticos internos, sino que también existen factores geopolíticos externos que la han condicionado. Esto es lo que sucede en relación con el equilibrio de poder en la región, lo cual está unido a las propias disputas territoriales de los países del mar de China Meridional. La presencia militar estadounidense, así como las alianzas y asociaciones que Estados Unidos mantiene con países de la región, han influido en la importancia que China ha asignado al mar de China Meridional. Esto está ligado, asimismo, a sus pretensiones de dotarse de una esfera de influencia propia y ostentar la hegemonía regional.
Si los factores geopolíticos analizados han establecido las condiciones para la definición de la importancia estratégica del mar de China Meridional, las presiones exteriores han jugado el papel de catalizadores. En este sentido destacan dos acontecimientos fundamentales. Por un lado, la entrada en vigor de la Unclos que fue percibida por los líderes chinos como una amenaza para sus reivindicaciones territoriales en el mar del sur, y, por otro, la crisis de Taiwán en 1995 que constató la debilidad china en el mar. Estas presiones sistémicas interactuaron con las condiciones geopolíticas señaladas, lo que condujo a los estadistas chinos a interpretar que el mejor curso de acción a nivel estratégico era fortalecer el poder de China en el mar. Este planteamiento llevó al desarrollo de una estrategia marítima para hacer valer la soberanía china sobre las aguas y los territorios insulares del sudeste asiático.
Los factores geopolíticos contribuyeron a definir el interés nacional chino en un complejo entorno de seguridad. De esta forma, la estrategia nacional se reorientó para proteger las rutas marítimas por las que transita el comercio internacional de China, pero también para afirmar los intereses y derechos marítimos chinos de cara a explotar los recursos que alberga el mar del sur. Cabe sumar una razón de seguridad como es la concentración de la población y del tejido productivo en las regiones costeras, lo que hace que estén expuestas a posibles ataques exteriores procedentes de la primera cadena de islas. En este sentido, la adopción del marco conceptual del almirante Liu Huaqing resulta relevante, tanto porque se ajusta a las condiciones geopolíticas de China como por los objetivos que establece a largo plazo. Esto es lo que ocurre en relación con el establecimiento de una esfera de influencia propia que opere como un colchón de seguridad en el espacio que abarca la primera cadena de islas, y que incluye el mar del sur.
La importancia estratégica del mar de China Meridional radica en que su control obedece a una serie de objetivos interrelacionados que afectan al interés nacional del Estado chino y, particularmente, a su seguridad. Esto ha hecho que las disputas territoriales en esta región desempeñen un papel fundamental en la política exterior china. Así, la asertividad de China está dirigida a fortalecer su posición en esta zona para establecer un control efectivo de la misma. La RCP ha desarrollado para esto una serie de instrumentos de poder y mejorado sus capacidades coercitivas. Esto es lo ocurrido con la creación de la Guardia Costera, la modernización de la AEPL y la presencia de la milicia marítima. El Estado chino se ha dotado así de un poder naval con el que aspira a imponerse en los conflictos territoriales de esta región, pero también con el que pretende reducir la influencia de Estados Unidos, lo que tiene como objetivo último denegarle el acceso a este mar.
A partir de los resultados presentados a lo largo de este artículo puede inferirse, por tanto, que las presiones sistémicas representadas por la entrada en vigor de la Unclos y la crisis del estrecho de Taiwán en 1995-1996 operaron a través de factores pertenecientes a la segunda y primera imagen, y que estos condicionaron la respuesta de los líderes chinos. En este sentido, el marco teórico del realismo neoclásico explica el impacto de las presiones externas en las transformaciones que operaron al nivel de la unidad, concretamente en las variables del poder del Estado y de la percepción de la realidad de la élite dirigente china. Los dirigentes chinos llegaron a la conclusión de que su país era débil en el ámbito marítimo, para lo que tuvieron en cuenta las condiciones geopolíticas internas y externas. Como consecuencia de esta evaluación, las aguas del sudeste asiático alcanzaron una gran importancia estratégica para el interés nacional de China. Todo esto condujo a la adopción de una serie de decisiones estratégicas dirigidas a convertir a la RCP en una potencia marítima y, de este modo, proyectar su poder sobre el mar de China Meridional en el que ha aumentado su presencia en las últimas décadas con la finalidad de crear su propia esfera de influencia y conseguir el estatus de potencia regional.
La geopolítica brinda la perspectiva espacial que refleja la importancia estratégica de las disputas territoriales en las aguas del sudeste asiático, además de las implicaciones que tiene para la seguridad de la RCP, lo que se tradujo en el desarrollo de los medios coercitivos a través de los que China adoptó una política asertiva en esta región. De esta forma queda confirmada la hipótesis presentada al inicio de este estudio según la cual los factores geopolíticos influyeron en la percepción de la realidad de los dirigentes chinos en su interpretación de las presiones externas, y con ello en la configuración de la estrategia nacional del Estado chino, lo que hizo que el mar de China Meridional adquiriese una importancia estratégica de primer orden.
Al mismo tiempo que China busca establecer su propia esfera de influencia en el Extremo Oriente, y constituirse así en la potencia regional hegemónica, plantea el cuestionamiento del principio de territorialidad sobre el que se basa el sistema de Estados westfaliano. Esto se combina con su política exterior marítima que rechaza el principio de libre navegación, y cuya legislación nacional contradice el derecho internacional del mar, tal y como sucede con la Unclos (Nong, 2020). En última instancia China plantea un desafío revisionista al actual sistema westfaliano al reintroducir la visión de un mundo jerárquico inspirado en el sistema de Tianxia, en el que ocuparía un lugar central y privilegiado (Ban, 2017; Roth, 2023). Las pretensiones chinas de alinear el actual sistema con sus particulares intereses, unido al desarrollo de sus capacidades navales, hace presagiar el aumento de las tensiones internacionales que previsiblemente tendrán en el mar de China Meridional su epicentro debido a la manifiesta importancia estratégica que alberga.
NOTAS
1 Esta región geográfica ha recibido diferentes nombres a lo largo de la historia. Su actual denominación internacional se origina en los navegantes portugueses que la llamaron "Mare da China" al ver en este mar una ruta de acceso a este país. Posteriormente, cuando fue necesario diferenciar entre los distintos mares de China, establecieron la distinción entre el mar de China Meridional, el mar de China Oriental y el Mar Amarillo. Los chinos, por el contrario, nunca llamaron Mar de China a las aguas circundantes, por el contrario, el mar de China Meridional siempre fue, y continúa siendo, el mar del sur (SIMBOLOS, Nanfang Hai, o también SIMBOLOS, Nan Hai) (Tønnesson, 2005, pp. 204-205; Chun-shu, 2010, pp. 263-264).
2 La posición del Estado la definen tres elementos distintos: su presencia administrativa en el área disputada, la capacidad para garantizar el interés nacional mediante el uso de la fuerza militar, y la capacidad para sustentar la reclamación en el derecho internacional (Chubb, 2021, p. 85).
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