Libros
Manuel Alcántara Sáez. El oficio de político. Madrid, Tecnos, 2012
Daniela Lucía Vargas Moreno
Manuel Alcántara Sáez nos entrega en El oficio de político una obra que se nutre de una basta experiencia investigativa, académica y práctica de la ciencia política y de la política. El mayor aporte del libro es "retomar" al ser humano como núcleo de estudio de esta disciplina, sin desconocer las instituciones, pero viéndolas como un marco dentro del cual el hombre se mueve e incluso tiene la posibilidad de moldear. El planteamiento del debate es claro: ¿cuál es el papel que desempeñan quienes se dedican como actividad profesional a la política?, y las páginas siguientes dan los elementos teóricos necesarios para abordarlo. Se nutre de distintas ciencias, visiones y periodos históricos, lo que asegura una mirada integral a la temática elegida.
La revisión histórica de la literatura que se presenta en el primer capítulo es una herramienta acertada a la hora de introducir el tema. Desde la corriente grecorromana hasta autores del Renacimiento como Tomás Moro, Erasmo de Rotterdam o Nicolás de Maquiavelo, tomaron al ser humano como su objeto de estudio desde el antropocentrismo y el humanismo. En este sentido abordaron ampliamente su papel en el escenario político, lo cual fundamenta y valida uno de los objetivos de fondo del libro: reposicionar al hombre como elemento central de la ciencia política.
Las ideas rescatadas en esta sección relativas a la importancia y el mérito que tenía la política para los autores clásicos, enmarcada dentro de los valores morales y sociales que debían guiar la actuación de quien dedicara su vida a esta tarea, abren espacio a la reflexión sobre el deber ser de la misma, y por supuesto de quienes la ejercen, aplicable a la actualidad.
A continuación, el autor discute la posterior inclinación a estudiar el poder a través a las instituciones y la organización del Estado. En medio de ese proceso se desdibujó el papel del ser humano y se asentó un modelo que dio más peso al componente normativo y que predominaría en adelante para el análisis de los temas políticos. En la dedicación exclusiva a estudiar las instituciones y las abstracciones del poder se dejó a un lado a los protagonistas, cuyo desarrollo como seres humanos fue desestimado por los teóricos de la ciencia política.
Se presenta entonces como un paso natural y necesario valerse de otras ciencias que sí se han enfocado en el estudio del hombre tales como la psicología, la biología, la neurología y la genética. Es innegable que tanto las herramientas psicológicas como los factores genéticos juegan un papel importante en el escenario político individual y social. Alcántara concluye que existe un político como individuo pensante y que se mueve en el marco institucional, por ello, para estudiar la política es necesario valerse de múltiples disciplinas que articulen los aspectos humanos con los institucionales.
En el segundo capítulo de esta obra se plantea un objetivo claro: definir quiénes son los políticos a partir de la revisión de tres aspectos: las razones para entrar en política, los mecanismos de entrada a esta arena, y la finalidad del ejercicio político. Se propone entonces una categorización de estos personajes de acuerdo con el tipo de cargo que desempeñan dentro del escenario en cuestión (cargos de elección popular, de libre nombramiento y remoción, puestos de asesoría en el seno de partidos políticos y quienes ocuparon uno de los anteriores cargos en el pasado y continúan ejerciendo influencia en el ámbito político), se considera además a aquellos individuos que por mérito, capacidad o reconocimiento desempeñan un papel en la arena política.
Luego se reflexiona en torno a las razones que motivan a un individuo para que decida dedicarse al ejercicio político, y a lo largo del relato tres elementos cobran una especial fuerza: profesión, vocación y ambición, los cuales se relacionan con los términos de imaginación, compromiso y gozo. Estas dos triadas se conectan y complementan como factores explicativos de las razones por las cuales una persona decide tener una carrera política.
En consonancia con su propuesta de abordar el estudio de los políticos desde diversos enfoques, Alcántara nos habla de las variables institucionales e individuales que inciden en la entrada a la política. De un lado, el sistema de partidos, el sistema electoral, la administración pública y sus normas vigentes o el mercado laboral; y del otro lado la edad, el género, los recursos económicos, el entorno familiar, entre otros.
Finalmente, el autor se refiere a la etapa de retiro de los políticos, quienes para ese momento cuentan con visibilidad pública, experiencia práctica e importantes redes de contactos como capital acumulado a lo largo de su carrera. Este apartado sobre el fin de la carrera política se presenta además como un llamado a prestar mayor atención a esta fase de retiro que ha sido desatendida pero frente a la que se plantean interrogantes diversos y cuya investigación puede ofrecer nuevas respuestas y posibilidades de investigación.
En el capítulo tres el autor delimita aún más su tema de investigación, allí se refiere específicamente a los políticos profesionales y a los elementos definitorios del carácter profesional desde una perspectiva de mínimos: la remuneración y la dedicación, acompañadas de dos elementos anteriormente analizados: la vocación y la ambición. Al inicio del capítulo se contextualiza al lector en el desarrollo histórico de la necesidad de contar con políticos profesionales para el funcionamiento de la democracia representativa y se expone la tensión que existe a la hora de aceptar socialmente a los mismos. Los políticos profesionales han recibido duras críticas desde diferentes esferas de la sociedad; el ciudadano del común, la academia, los literatos, entre otros, han tachado de corrupto al político desacreditando la profesión y poniéndola en los últimos lugares en la escala de valores morales. Esta es una lucha de nunca acabar para los políticos, y es ahí donde la forma en la que se muestre la profesionalización de su tarea juega un papel fundamental.
La profesionalización debe ser sinónimo de organización y buenos resultados. Es cierto, como se menciona en el capítulo, que ha sido un proceso complejo, pues ni la misma clase política tiene una percepción uniforme de su quehacer y del ideal al que se debe llegar. Es natural que el líder sea juzgado más duramente, pero de alguna forma se debe reivindicar el ejercicio político, y la formación de profesionales de la política es parte de la respuesta. Como bien lo menciona el capítulo, la posibilidad de desarrollar los conocimientos y las habilidades antes y durante la trayectoria política es fundamental, promueve la socialización en el marco de espacios académicos y técnicos que nutren la discusión política y da legitimidad a quienes muestran su preparación, capacidad e interés en hacer mejor su tarea.
Este capítulo retoma interesantes debates históricos aún vigentes. Por ejemplo, en cuanto a la escasa retribución y el reconocimiento (negativo) que pueden alejar a "los mejores" de la política; o el personalismo y los liderazgos antipolíticos que criticaron el desempeño de los políticos profesionales pero compitieron con ellos en el mismo espacio, especialmente en América Latina.
Bajo el título "La rendición de cuentas y la calidad de los políticos", el cuarto capítulo enmarca todo lo anterior dentro del escenario real en el que se desarrolla la labor del político. Se presenta el problema sistémico entre democracia y profesionalización, reto constante que, al no ser manejado y resuelto adecuadamente, ha fomentado el descrédito de los políticos y ha llevado a que se cuestione la profesionalización en sí misma, cuando lo que debería pensarse es en qué forma se está llevando a cabo. Siendo un proceso deseable, se llega a ver como una barrera más entre la clase política y la sociedad.
En este sentido deben considerarse iniciativas que contribuyan a la tarea de acercar la política y sus representantes al ciudadano común y devolver legitimidad a la labor de representación, y que apunten a la transparencia en la rendición de cuentas que puede mejorar la percepción que se tiene de los políticos. Lo relativo a estos procesos es analizado en el capítulo, tanto en la escena electoral como en lo referente a los medios de comunicación. Es importante observar el hecho de que la verdadera deliberación política en el marco de instituciones democráticas ha cedido peso y terreno a los debates mediáticos. El creciente poder de los medios ha transformado la forma de hacer política, tanto la sociedad como los mismos representantes le han otorgado a los medios de comunicación un papel preponderante en el contexto político.
En su tercera sección, el capítulo se refiere a los atributos del político de calidad desde dos miradas: la demanda social y la visión de quienes desempeñan este oficio. Si bien las respuestas de la sociedad varían en función de los rasgos identitarios, culturales y contextuales de cada país, se destacan la moral, la honestidad, la experiencia y sus habilidades de comunicación y relacionamiento con el entorno. No obstante, puede decirse que en la práctica se ha demandado un individuo que satisfaga las necesidades a corto plazo, se ha premiado el carisma, el poder de convencimiento y la tendencia "antipolítica", por encima de la honradez o la eficiencia. La discusión sobre la calidad de los políticos adquiere una especial trascendencia si se tiene en cuenta que, como señala el autor, el éxito de una actividad se vincula con su material humano, ahí podría estar la clave del buen ejercicio político.
El último capítulo de esta obra analiza la carrera política en un espacio geográfico determinado: América Latina. Primero, se consideran las condiciones y los mecanismos de entrada al ejercicio político y, luego, se aborda el desempeño de la profesión a través de dieciocho perfiles de personajes de esta región que evidencian las distintas formas de hacer política, así como los elementos recurrentes que permiten definir un tipo de trayectoria específica del político latinoamericano.
En el estudio del escenario latinoamericano se ve el rol primordial de los partidos políticos y de las reglas de juego; en el caso boliviano, por ejemplo, la participación en política estuvo limitada a la pertenencia a un partido o movimiento reconocido. En países como Chile y Colombia (en distintos momentos históricos), la unificación y la dispersión de propuestas políticas, respectivamente, reordenaron el panorama y establecieron pautas diversas para la dinámica política.
En cuanto a los casos de estudio seleccionados puede verse claramente la importancia de la incidencia familiar, la vocación de fundar proyectos políticos siempre inspirados en modificar lo existente por inconformidad, pero también porque se ajustan mejor a la ambición personal; la persecución que vivieron todos los personajes en algún momento de su vida, y el hecho de que todos crecieron o vivieron en situaciones de crisis política que originaron nuevos escenarios en los que estos actores participaron, ya sea contribuyendo a su establecimiento o adaptándose a los mismos. De igual forma, todos mantuvieron importantes lazos con otros líderes y figuras políticas significativas. Estas conclusiones son un aporte muy valioso del libro para futuros análisis.
El epílogo se vale de un ingrediente adicional para aproximarse a la historia y a la política: la literatura. Esta es una visión especialísima del poder, de las luchas, de la realidad de los momentos en los que se escribió, del pasado, del porvenir. Es notable el uso de elementos comunes de la literatura y la política, como las estrategias discursivas, el simbolismo y los atributos de la profesión, y resulta fascinante la relación entre escritores y política en Iberoamérica. Los literatos pudieron expresar sus opiniones, apoyar u oponerse a un régimen o a una tendencia política, aún corriendo significativos riesgos de seguridad en los casos más graves de autoritarismo, pero también lograron hacerlo sin ser tan duramente juzgados por la sociedad -como los políticos- por respeto a su actividad fuera de la política.
Esta es una obra que, de manera novedosa, combina distintos enfoques y disciplinas de estudio para abordar una temática sustancial pero desatendida durante un largo periodo por los estudiosos de la ciencia política. Pero sobre todo, es un libro en donde se plantean interesantes debates en torno a la labor del político profesional en el escenario actual, y entrega al lector diversas herramientas para entenderlos y afrontarlos desde su papel como actor político y social.