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W. Lance Bennett. News: the politics of illusion.
Novena edición. New York, Longman Pearson, 2012

Paula Daniela Reina Martínez

News: the politics of illusion, publicado por primera vez en 1983, es un clásico académico que evoluciona tal como lo hace la relación entre la política y los medios de comunicación. En esta novena edición, el autor hace énfasis en el rol del nuevo sistema de comunicación y sus impactos en el gobierno democrático estadounidense, respondiendo a la pregunta ¿qué tan bien sirven las noticias, producidas por este nuevo sistema, a las necesidades de la democracia?

Explorando esta pregunta el libro analiza, por un lado, cuál es la relación de los actores políticos con las noticias y, por otro, cómo los periodistas y las centrales de noticias reportan las historias. En ambas relaciones tiene en cuenta que los avances tecnológicos y la transformación de los hábitos de consumo de información han forzado diversos e importantes cambios. Finalmente, apoyado en diferentes casos de estudio, llega a la conclusión de que los medios de comunicación no son un constante soporte para los objetivos de la democracia. A pesar de esto, este no es un libro con un enfoque negativo, que encara solamente la imposibilidad de mejorar el sistema de comunicación actual debido a su constante manipulación por la búsqueda del lucro empresarial. Por el contrario, propone una solución para los ciudadanos, políticos y periodistas.

La relación de los actores políticos con las noticias: la política de la ilusión

Para abordar la relación de las noticias con la política el autor inicia exponiendo la desconexión de la ciudadanía con los temas políticos. Sostiene que hay una creciente apatía en el electorado y se basa en las encuestas de opinión para indicar que muchos ciudadanos, quizás la mayoría, viven en un estado de confusión e ignorancia sobre el gobierno y los temas políticos. Es paradójico que, a pesar de la proliferación de fuentes de información, haya un pobre conocimiento de las noticias sobre las decisiones que afectan a la colectividad en la que se vive. Puede que este fenómeno se genere por falta de interés, por la saturación de los medios sobre las mismas temáticas que se abarcan en el ámbito político o porque se tratan historias muy alejadas de la cotidianidad de quien lee la noticia.

Otra razón es la creencia generalizada de que muchas de las noticias publicadas en los diferentes medios tienen un sesgo que favorece, ya ni siquiera a una orientación política, sino al negocio del espectáculo a través del sensacionalismo. Esta desconexión de la ciudadanía con los temas políticos, vista desde la perspectiva del autor, se explica porque la ciudadanía es consciente de que "las noticias son una ilusión". Bennett sostiene que las historias que se encuentran en las noticias son visiones construidas de la realidad. Por esta razón es que el autor recomienda al lector una forma de mirar críticamente las noticias: "analizar el mensaje y en dónde es transmitido, diferenciando cuál es el hecho central y cuáles los accesorios y crear una alternativa de interpretación al mismo".

Con referencia a lo anterior, las noticias también son una ilusión, según Bennett, porque las relaciones con los medios de comunicación recaen sobre profesionales expertos en relaciones públicas, en donde la mayoría de las noticias políticas todavía provienen directamente de los mismos políticos y, aunque esta parecería la fuente más apropiada, lo que esto ha generado es que los actores políticos establezcan a su favor la agenda noticiosa y temática y que puedan manejar la información que se transmite totalmente (como la que da en eventos, entrevistas y notas), parcialmente (como en una conferencia de prensa) y solo en algunos casos particulares, que no tengan control alguno, como en el caso Watergate o en el de las fotos del abuso de un prisionero en Iraq, por ejemplo.

Resulta oportuno mencionar que debido al avance de la tecnología en el campo de la comunicación estratégica (en la metodología empleada para las encuestas, estudios de mercado y los diferentes frentes creados para el manejo de imagen, simbología y mensaje) debería haber una disminución en el costo actual de la campaña política. No obstante, estos costos tienden a elevarse considerablemente, lo cual es un indicador de que las noticias, al ser una parte integral del proceso político, no están cumpliendo su función de conectar al público con el candidato en su competencia por el poder gubernamental.

Para continuar aproximándose a la relación entre las noticias y la política el libro examina la importancia de la comunicación para gobernar. Una de las paradojas que cuestionan al autor es ¿por qué las noticias se han vuelto esenciales para gobernar incluso cuando han perdido su credibilidad y atracción? Bennett concluye que es imposible gobernar sin medios de comunicación: "la falta de comunicación de su gestión pública haría de su gobierno uno menos legítimo y poco confiable", la gente debe ver que usted es un líder activo y de esta forma es que se logra moldear la opinión pública a su favor. Es importante recordar que las imágenes que acompañan las noticias ofrecen definiciones implícitas de quién participa en la democracia y quién cuenta en ella. Esta construcción de la ciudadanía es crucial para entender las actitudes populares respecto al gobierno y a la política hoy en día, así como el nivel de compromiso ciudadano con la información.

Cómo los Periodistas y las Centrales de Noticias reportan las historias: los sesgos generados por la autoridad Política y el fin de la era del periodismo

Respecto al estado actual del periodismo, el interés del autor por el impacto de las noticias en la democracia lo lleva a examinar la fuente humana de la información. Los sesgos ideológicos del periodista afectan evidentemente la selección, perspectiva y publicación de las mismas que, junto a la crisis económica y a la desconexión cívica de la juventud y sus hábitos de información han derivado en la erosión de los medios de comunicación tradicionales y en la "crisis del periodismo". Una evidencia de lo anterior es que se considera más rentable el sensacionalismo y las noticias ligeras sobre las historias labradas (hard news) que toman más tiempo y dinero para ser producidas y digeridas. Además, se recibe la información "empaquetada" y no se realiza mayor ampliación de su procedencia.

Sin embargo, no solo es el periodista quien sesga la información. Desde una perspectiva más amplia, hay que tener en cuenta que son las diferentes tendencias para reportar las noticias las que oscurecen la imagen de cómo los eventos tomaron lugar: "no son las historias las que crean malentendidos con la información, sino es la forma en la que esas noticias son entregadas".

Una de estas teorías es la de la indexación que, presentada por Bennett, propone que hay una "propensión de las principales organizaciones noticiosas para ajustar los puntos de vista de las historias que se van a publicar, lo más cercano posible a los puntos de vista dominantes de las instituciones políticas, que han demostrado tener el poder suficiente para afectar el resultado de estas situaciones". La indexación, "este curioso sistema de reportaje es considerado como lo más cercano al balance, la equidad y la objetividad" por estas grandes organizaciones informativas y ha generado en los periodistas el dilema de decidir acerca de la publicación de noticias que incluyen versiones de la historia provenientes de las élites, que no son totalmente consistentes con la evidencia disponible (noticias denominadas Truthiness).

Además, ya no solo es claro que existe un sesgo por parte del periodismo, sino que es posible clasificarlos y caracterizar una noticia a partir de ellos. El autor argumenta que el marco de los "cuatro sesgos de las noticias", explicados a continuación, corresponden a las diferentes estructuras en las que cada periodista, de acuerdo con sus antecedentes, enmarca la historia.

El primer sesgo identificado es la personalización, en donde la noticia solo se enfoca en una persona, sus retos, tragedias y triunfos, y se subestiman los contextos social, económico y político en el que se desenvuelve el personaje. Lo que es preocupante de este aspecto es que una vez se logra atraer la atención pública sobre el personaje, finalmente no se transfiere la atención al contexto problemático del que este habla, sino que la noticia se traduce únicamente en beneficios para su imagen.

El segundo sesgo es la dramatización, en donde las noticias ya no reportan hechos sino que se convierten en narrativa. Estas historias dramáticas enfatizan la crisis por encima de las opciones, y los escándalos por encima de los logros e infunden temor en el público, por ejemplo, "en los últimos años han aumentado la cantidad de noticias sobre los niveles de caos (crimen, violencia, accidentes, amenazas a la salud, protestas), mayor cantidad de críticas al gobierno y un tono de cinismo y negatividad entre las columnas de opinión". Lo anterior genera una impresión de descontrol y descontento generalizado en los ciudadanos y hace que sientan la necesidad de una figura o acción al respecto.

La fragmentación es el tercer sesgo y en donde las noticias se publican aisladas de otras que podrían dar un mayor contexto y una mejor perspectiva de la situación. Se encapsulan en pequeñas noticias dramáticas que hacen difícil ver las conexiones, causas y consecuencias de una sola situación. Finalmente se encuentra el sesgo del orden-caos en donde voces autoritarias se roban el centro de atención para interpretar la intimidación u organizar los hechos que amenazan el orden de la vida social subrayando quién está a cargo para restablecer el orden y abanderar una temática a su favor.

Las funciones de los medios de comunicación

Lance Bennett es un crítico de la actuación de los medios de comunicación que, pensando en cuáles son las razones por las que las personas ven noticias (curiosidad, vigilancia del actuar público, entretenimiento, escape, desarrollo social y psicológico, aprender comportamientos), y en respuesta a la crisis expuesta, considera que los periodistas deben cumplir con una serie de funciones para sobrevivir.

La primera es la de educar a su audiencia, la de consolidar una mejor ciudadanía. A partir de ese nivel de formación que imparten, el autor evalúa la calidad de las noticias. Resalta que las centrales de noticias podrían limitarse a entregar noticias sobre los temas que el público opina que son de su mayor interés, que son las de entretenimiento, si estas afectaran directa o indirectamente las decisiones del gobierno y la vida de las personas. Lastimosamente, también resalta que las noticias educativas no son atrayentes (por tanto lucrativas) debido a la forma en la que son presentadas al público, refiriéndose, por ejemplo, a las noticias que explican detalladamente una política pública.

Otra de las funciones que Bennett considera que sostienen los medios de comunicación es la de supervisión de los actores políticos. Si estos se extralimitan o no cumplen con sus funciones deben ser las noticias las que permitan que la ciudadanía castigue o premie al funcionario público con su voto. Sin embargo, ¿cómo se podría asegurar que son los medios de comunicación los indicados para ejercer esta vigilancia? Para esto deberían ser más objetivos y honestos que los mismos políticos. Además, ¿pueden los periodistas, que no han sido elegidos por voto popular, ser la voz de la opinión pública? La tecnología pareciera que ha permitido un control ciudadano sobre el gobierno y los medios, pero esto es contrarrestado por la baja cantidad de información e interés que se tiene sobre la mayoría de problemas y controversias producidas por la política.

Respecto a lo anterior, los periodistas también se entenderían como los vigilantes de una puerta (Gatekeeper) que "dejan pasar" o publican solo la información de acuerdo con su verdadera importancia, distinguiendo quién y qué mensaje llega al público. Es importante reconocer el impacto del poder y su influencia en la pérdida de este proceso de vigilancia por parte del periodista. Ya no es él quien decide el contenido de las noticias gubernamentales. Ahora son los líderes los que establecen o restablecen ese orden respondiendo a una lógica de democracia sin ciudadanos: los ciudadanos solo se encuentran consumiendo la información que los políticos crean para ellos.

A manera de conclusión, Bennet considera que el sistema de comunicación actual no apoya los objetivos de la democracia. El pensamiento común de que la prensa es parte de los derechos de libertad distrae del hecho de que está basada en intereses privados que afectan su efectividad para comprometer al ciudadano con la vida política y para generar el debate y la contraposición de opiniones necesaria para el funcionamiento democrático de una sociedad. Lo anterior teniendo en cuenta que actualmente los individuos se dirigen a la fuente directa de la noticia a través de las redes sociales y, por ahora, el ciudadano solo se informa de los problemas y las perspectivas que se ajustan a su estilo de vida y creencias.

El rol actual del periodista, de los editores y productores en general, de las cadenas de noticias, no colabora con la reconexión de la ciudadanía con el ámbito político. Es por esta razón que el autor finaliza el libro incentivando la responsabilidad social empresarial en este negocio. Considera que para que la prensa tenga un futuro se deben examinar los debates orientados a un periodismo cívico y el reciente desarrollo de los movimientos ciudadanos en busca de una reforma del manejo de los medios de comunicación. Ambos son un interesante adelanto para contrarrestar la "democracia sin ciudadanos" en la que actualmente se vive. Tal vez esa sea la respuesta a la pregunta de ¿cómo curar el negocio roto del modelo de prensa estadounidense?.