Variables que inciden en la violencia en barrios de Bogotá

Variables that impact on violence in Bogota neighborhoods

Olga Marcela Cubides Salazar*

* Máster en Ciencia Política, Universidad de Salamanca (España). marcelacubides@gmail.com
La autora agradece a la Fundación Ideas para la Paz, cuya información fue fundamental para el abordaje del trabajo, el cual contó con el apoyo de Rodolfo Escobedo, investigador del Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia y de la Fundación Ideas para la Paz, quien a través de entrevistas y numerosas conversaciones proporcionó información empírica y bases de datos que permitieran explicar con más profundidad los resultados del estudio.

Recibido: 12 de marzo de 2014 / Modificado: 1 de julio de 2014 / Aceptado: 6 de octubre de 2014.

Para citar este artículo
Cubides Salazar, O. M. (2014). Variables que inciden en la violencia en barrios de Bogotá. OPERA, 15, pp. 85-104.


Resumen

El artículo analiza los factores que más inciden en la violencia homicida en barrios de Bogotá (Colombia), tomando como casos de estudio 51 de ellos, entre los que se encuentran barrios con alto y bajo nivel de violencia. Se aborda la pregunta: ¿Por qué unos barrios tienen mayor manifestación de violencia que otros? Para responder se analizan variables explicativas que la literatura ha expuesto como posibles generadoras de violencia y, utilizando el método comparado y la herramienta del Comparative Qualitive Analysis (QCA), se identifican variables necesarias y suficientes que explicarían la presencia de violencia en los barrios de la ciudad. El trabajo concluye que la variable "expendio de droga" es la condición necesaria para la generación de violencia, pero no es suficiente. A su vez, el estudio muestra que variables comúnmente asociadas a la generación de violencia, como por ejemplo el expendio de licor, no explican altos niveles de violencia, si estos son analizados desde una visión "barrial". El estudio utiliza información de campo proveniente de los numerosos trabajos de investigación de la Fundación Ideas para la Paz.

Palabras clave: violencia, homicidio, Bogotá, políticas públicas de seguridad, barrios, expendio de droga.


Abstract

The study analyzes the factors that impact most on homicidal violence in 51 neighborhoods of Bogota, Colombia, with varying levels of violence The question addressed is, why do some neighborhoods have greater manifestation of violence than others? In order to answer this question, variables that literature has presented as possible generators of violence are analyzed. By using the comparative method, and the Comparative Qualitative Analysis (QCA) tool, necessary and sufficient variables that would explain the presence of high levels of violence in the city neighborhoods are identified. The study concludes that “drug dispensing” as a variable is the necessary condition for generating violence, but it is not enough. At the same time, the study shows that variables commonly associated with the generation of violence, as the retail sale of alcohol, do not explain high levels of violence, if these are analyzed from a neighborhood perspective. The study makes use of data gathered from fieldwork derived from research carried out by the Fundación Ideas Para la Paz.

Key words: Violence, homicide, Bogota, homicide, security policy, neighborhoods, drugs.


Introducción: ¿por qué aumentar el foco?

En la actualidad, el análisis de los fenómenos políticos está moviendo su foco. Cada vez más la observación de los fenómenos desde el nivel nacional es solo un punto de partida, y no uno de llegada. Bajar la escala de observación para evidenciar los verdaderos comportamientos de un fenómeno es cada vez más el reto que afronta la disciplina.

El presente artículo pretende hacer frente a este reto desde el campo de la seguridad ciudadana. Los estudios sobre seguridad ya dieron un primer paso que fue bajar la mirada de la seguridad a las ciudades, para retirar generalidades y exaltar las diferencias de un fenómeno tan complejo como la violencia. Sin embargo, este campo de estudio enfrenta un reto aún mayor. Las ciudades tienen complejidades sociales, territoriales y urbanas de tal nivel que la generalización de las políticas públicas a una ciudad, aunque implica ya un foco, sigue siendo incipiente. Snyder (2001), que estudió el método comparado en lo sub-nacional, menciona como beneficios teóricos y metodológicos de esta mirada que: 1) permite aumentar el número de observaciones, 2) evita problemas de codificación reconociendo la variación territorial que exhiben distintas variables dentro de un mismo Estado, y 3) permite tomar en serio la dimensión territorial de la política, reconociendo las interacciones verticales entre niveles de gobierno y horizontales entre las subunidades componentes de un sistema político, así como la presencia de trayectorias diversas de regiones, producto del carácter territorialmente dispar de los procesos políticos y económicos (Snyder, 2001). La lógica de los argumentos sigue siendo la misma para pasar de la observación de la ciudad al barrio.

El presente artículo tiene el reto de cuestionar la mirada de las causas de la violencia y, por tanto, de las políticas de seguridad, buscando desciudalizar los estudios de seguridad, así como desnacionalizar y desciudalizar sus políticas. Esta mirada, más que una obsesión, busca desmembrar las complejidades y, usando el método comparado, llegar a conclusiones y explicaciones “generalizantes”. En otras palabras, el razonamiento es de probabilidad inductiva y no deductiva como suelen observarse los fenómenos en seguridad ciudadana.

Las políticas de seguridad ciudadana son establecidas, con poca investigación previa, por una visión explicativa que tiene el gestor de política sobre la seguridad. Por ejemplo, si el gestor público considera que la explicación de la inseguridad proviene de una falta de oportunidades sociales de los individuos, y la política se dirige a invertir sobre los sectores más pobres de la ciudad, su razonamiento fue deductivo. El resultado de esto puede ser que ni disminuye la seguridad en las zonas de mayor inversión, ni tampoco en zonas de mayor nivel económico, en donde hubo completo olvido por no ser considerados “causa de la inseguridad”.

La lógica que se propone corresponde a mirar comportamientos de zonas de alta violencia homicida, comparándolas con zonas con bajos niveles de la misma, observando variables que, según la literatura, suelen ser explicativas de la presencia de violencia y así observar cuáles de ellas realmente inciden en los niveles de violencia y cuáles no. Un ejercicio en este nivel cuestiona de inmediato explicaciones comúnmente dadas sobre causas únicas de fenómenos complejos para evidenciar, o que todas las variables explican “una parte” del fenómeno, o que hay unas que explican más que otras.

Metodología y planteamiento del problema

El objetivo del estudio es analizar los factores que más incidencia tuvieron en los barrios más violentos en Bogotá (Colombia) en 2011, respondiendo a la pregunta: ¿Por qué unos barrios tienen mayor manifestación de violencia homicida que otros? Este cuestionamiento surge porque si bien consideramos que la violencia es un fenómeno causal y no puede entregarse a una sola variable la explicación de este, también lo es que hay unas variables que inciden más que otras y, trabajando sobre estas en la definición de políticas, el impacto en la reducción será mayor.

La literatura en materia de seguridad ha mencionado y agrupado causas o factores que inciden en la inseguridad ciudadana. El informe de Desarrollo Humano para Costa Rica (PNUD, 2005, p. 48) resalta la pertinencia de utilizar un enfoque epidemiológico para el estudio de la seguridad ciudadana e identifica cinco tipos de factores asociados: 1) Factores internacionales: redes internacionales de crimen organizado; 2) factores ambientales y urbanísticos: hacinamiento urbano, ausencia y abandono de lugares públicos; 3) factores económicos: pobreza y exclusión social, desigualdad económica, desempleo, estancamiento económico; 4) factores políticos e institucionales: debilidad de las políticas para favorecer la integración y participación social, pérdida de capacidad institucional de entes represivos del Estado; 5) factores sociales y culturales: papel de los medios de comunicación, valores culturales y procesos de socialización, inclinación al uso de armas de fuego, consumo de sustancias psicoactivas, rasgos sociodemográficos. Por su parte, Ariel Ávila se concentra en cinco factores que explican el incremento de la inseguridad en las ciudades, entre los que se encuentran: 1) narcomenudeo, 2) anarquía de rentas o circuitos económicos ilegales, 3) servicios especializados, 4) desmovilización fallida y descentralización de la criminalidad, 5) extorsión micro o a gran escala (Ávila, 2011).

El documento de prevención de la criminalidad del programa Ciudades Más Seguras (CNUAH, Habitat, 2009) agrupa tres causas principales de la violencia: las institucionales, entre estas la principal es la inadecuación del sistema de justicia penal (policía, justicia y cárceles) a la delincuencia urbana y a su crecimiento; las sociales, y las que se derivan del entorno físico y urbano, entre las que están la urbanización incontrolada, la carencia de servicios urbanos, la ausencia del concepto de seguridad en las políticas urbanas, el surgimiento masivo de espacios semipúblicos (mail, estaciones etc.), la promiscuidad y la ilegalidad de barrios trasformados en zonas bajo el control de pequeñas mafias locales. Finalmente, la libertad de portar armas o el tráfico de armas ligeras que surge como consecuencia de guerras civiles o de conflictos en países limítrofes acrecientan los niveles y la gravedad de la delincuencia.

Esta literatura ha aportado a los diagnósticos que se vienen realizando en Bogotá, y que terminan reflejándose en acciones de política pública en materia de seguridad ciudadana. Una manera de evidenciar esto es revisando los enfoques planteados por los alcaldes de Bogotá en los últimos veinte años. El Plan de Desarrollo “Formar ciudad” (1995-1997) hacía énfasis en una política de seguridad en los problemas relacionados con la cultura ciudadana y la convivencia entre las personas. Buscó la “socialización de una cultura menos violenta y más abierta a la convivencia” (Ceballos y Martin, 2004, p. 155). En este caso se destacaron medidas como la “Ley zanahoria” (hora límite para venta y consumo de licor) y plan de desarme. El Plan de Desarrollo “Por la Bogotá que queremos” (1998-2000) da continuidad a percepciones respecto a la necesidad de cambio de comportamientos que traía la administración anterior, pero realiza un mayor hincapié en la necesidad de intervenir el espacio público:

    De acuerdo con esta concepción, el componente de convivencia estaría acompañado de una fuerte acción en las áreas de reconocimiento del derecho de los habitantes a un sano esparcimiento y aprovechamiento del espacio público y los escenarios tradicionales, fortaleciendo así los procesos de apropiación de la ciudad y potenciando el buen uso del tiempo libre de los ciudadanos (Ceballos y Martin, 2004, p. 156).

En este sentido, se ve una gran cercanía entre la convivencia y el eje central de la política del exalcalde Peñalosa en la importancia otorgada al espacio público (Ceballos y Martin, 2004, p. 156). El Plan de Desarrollo “Bogotá para vivir todos del mismo lado" (2001-2003) hizo énfasis en políticas relacionadas con la promoción del desarme, la intervención a zonas críticas, el fortalecimiento de solución pacífica de conflictos y continuación de la promoción de la cultura ciudadana (p. 157).

El Plan de Desarrollo "Bogotá sin indiferencia" (2004-2007) hizo énfasis en el eje social, fortaleciendo políticas sociales en zonas de mayor vulnerabilidad al crimen y la pobreza, participación ciudadana, asistencia a víctimas, fortalecimiento institucional (Fescol, 2005, pp. 2-3). Las administraciones posteriores, "Bogotá positiva" (2008-2011) y "Bogotá humana" (2012-2015), continuaron con este énfasis en política social y políticas de fortalecimiento institucional.

A las políticas de seguridad mencionadas suelen antecederle diagnósticos que justifican su implementación. Sin embargo, muchos de estos diagnósticos –como lo plantea Llorente desde la Fundación Ideas para La Paz (2002)– no han tenido investigación suficiente y, por tanto, se han estructurado una serie de "mitos" alrededor de la inseguridad ciudadana. Tres de los principales mitos son: 1) que el mayor número de muertos en los contextos urbanos del país lo produce una violencia cotidiana producto de la intolerancia entre ciudadanos, llamada comúnmente como "violencia impulsiva" (Llorente et al., 2002, p. 348); 2) que la violencia impulsiva escala hacia expresiones más organizadas de la instrumental, incluso las mafias o el paramilitarismo (p. 350); 3) que existen unas "causas objetivas" que explican la violencia en el país (p. 351).

El primer mito suele desencadenar acciones de política como, por ejemplo, la hora zanahoria, el control de consumo de alcohol como fuente principal de la violencia impulsiva, campañas de promoción de la tolerancia y resolución pacífica de conflictos. El segundo mito suele expresarse en la realización de una concentración de acciones dirigidas a reducir la violencia impulsiva, pero no la violencia proveniente de la delincuencia organizada, entendiendo la primera como fuente de la segunda. El tercero desencadena en la intervención social en zonas marginales y altamente afectadas por la seguridad.

Siguiendo los mitos planteados por Llorente et al. (2002), se pretende testear algunos de estos factores comúnmente asociados a la inseguridad, y corroborar si están presentes cuando hay a su vez altos niveles de violencia homicida (tabla 1):

Las variables independientes trabajadas son: 1) expendio de droga, 2) trabajo sexual (prostitución), 3) concentración consumo de alcohol (zonas rosas, concentraciones de expendio de licor), 4) microextorsión, 5) estructuras delincuenciales, 6) contrabando o mercado de autopartes robados, 7) estado físico del barrio, 8) precaria situación social del barrio, 9) pandillas juveniles.

La variable por explicar es la violencia en los barrios de Bogotá, medida como el número total de homicidios por barrio en 2011, utilizando como fuente la Policía Nacional. Este indicador presenta la bondad de poder ser fácilmente registrado y medido. Sin embargo, es necesario decir que existe conciencia de que la seguridad no se enmarca únicamente en los homicidios, sino que en general otros delitos que atentan contra la vida, como las lesiones, las riñas, el secuestro, así como los que atentan contra el patrimonio, como es el caso de los hurtos, también hacen parte del análisis de la seguridad ciudadana. Buena parte de los estudios de seguridad se han concentrado en el homicidio, lo que ha llevado a que las políticas públicas se concentren de manera exclusiva en disminuir este delito. El mensaje es perverso, “si no te matan, estás seguro”.

Sin duda, esta no es la visión que compartimos. El derecho a la vida, como derecho fundamental, obliga a concentrarnos como prioridad en superar este fenómeno pero no es el único. El desafío para futuras investigaciones es realizar este mismo de análisis con otros delitos, usando las mismas lógica y visión expresadas previamente.

Se utiliza el método comparado a través del análisis de comparaciones causales: Comparative Qualitive Analysis (QCA) para identificar la configuración de variables que inciden en la presencia de altos niveles de violencia en los barrios de Bogotá. Se presenta una Tabla de Verdad en la cual se le asigna un valor de 0 o 1 a 9 variables explicativas (tabla 1), según estén o no presentes en los barrios más violentos (número de homicidios por barrio en 2011). Cada barrio corresponderá a un caso de análisis. Los casos fueron seleccionados según si tienen “alta o baja densidad de homicidios”.

Obtención de los datos

La información que soporta la presencia o ausencia de las variables independientes proviene de un trabajo de campo realizado en el 2010 y 2011 en el marco de la construcción de mapas criminales realizado para una investigación que evalúa el impacto del Plan Nacional de Vigilancia Comunitaria por Cuadrantes, ejercicio llevado a cabo por la Fundación Ideas para la Paz en noviembre y diciembre de 2010 y parte de 2011, y a quien agradezco por poner a disposición la información para ser utilizada en diferentes tipos de análisis. Para esta investigación, la Fundación Ideas para la Paz identificó por cuadrantes y barrios la posible presencia de estructuras criminales y delincuenciales, los espacios en donde tienen lugar tráficos ilegales y, en particular, el expendio de droga al menudeo y, así mismo, se identificó la presencia de zonas en donde hay concentración de trabajo sexual y consumo de licor. Esta información fue corroborada y comentada en entrevistas con el investigador Rodolfo Escobedo que participó en la recolección de la información mencionada1, y cuyos aportes fueron fundamentales para el análisis del presente trabajo.

Análisis comparado cualitativo. Metodología utilizada

Para llegar a las conclusiones se realiza un análisis de configuraciones causales y suficientes utilizando el Qualitative Comparative Analysis (QCA) propuesto por Charles Ragin (2000). Esta forma de análisis que corresponde al método comparado se utiliza por una presunción fundamental de este trabajo: la violencia es considerada como un fenómeno multicausal.

Ello corresponde, al mismo tiempo, a una crítica a algunos de los modelos estadísticos para estudiar fenómenos relacionados con la violencia dado que dichos modelos suelen asignar a una sola variable la explicación total del fenómeno. Esta presunción corresponde a lo planteado por Stathis Kalyvas, al mencionar que la violencia es un tema que “intuitivamente se adapta a la descripción antes que a la teoría, pero esta no se puede reducir ni a un conjunto de valores en una variable dependiente, ni a la identificación de casos, de victimarios y víctimas particulares, y de los hechos inmediatos circundantes” (2001, p. 3). Entender la violencia como proceso permite investigar la secuencia dinámica de decisiones y hechos que se combinan entre sí para producir este tipo de actos (p. 4).

El trabajo sigue esta presuposición teórica de Kalyvas, al buscar entender la violencia como un fenómeno en sí mismo, más allá de un hecho descriptivo que es asociado de manera directa, y muchas veces informalmente, a factores concretos. Un ejemplo de ello es la común relación que se hace entre la cadena de las drogas y la violencia. Al respecto Lucía Dammert (2009) resalta que la afirmación de que el consumo de drogas es el principal disparador de la delincuencia parece no estar corroborada con información empírica que demuestre la causalidad de esta relación. Lo mismo ocurre en el caso de la relación violencia y narcotráfico2.

Países como Perú y Bolivia han tenido históricamente niveles bajos de violencia aun cuando se ubican como los mayores productores de cocaína en el mundo, por encima de países como Colombia y México que ostentan altas tasas de homicidio. Las explicaciones no son objeto de este trabajo, pero sí lo es la necesidad de evidenciar que separar el fenómeno de la violencia y entenderlo por sí mismo es fundamental para su comprensión y para el desarrollo de soluciones y políticas públicas a fin de superarlo.

El QCA es "un procedimiento de análisis comparado que permite identificar configuraciones causales necesarias y/o suficientes que expliquen la ocurrencia o ausencia de un fenómeno político" (Pérez Liñán, 2010). El método adicionalmente permite evidenciar causalidades a partir de combinaciones de variables. Este modelo, en palabras de Ragin (1989, pp. 11-13), "nos permitirá comparar diferentes condiciones o causas que actúan sobre otra variable, teniendo entonces que cada unidad de análisis puede llegar a convertirse en una combinación que en su conjunto se vuelve interpretable y explicable de procesos y cambios en el objeto de estudio".

Selección de casos

Para seleccionar los casos se utilizó el método de la diferencia (Mill) o Diseño de los casos más similares en el que "se eligen casos positivos y negativos, […] El método permitirá evidenciar que los casos que comparten la variable dependiente deben compartir una característica explicativa común, mientras que los casos negativos deben carecer de este atributo" (Pérez Liñán, 2008). En este sentido, los casos elegidos son aquellos en los que hay "altos niveles de homicidios", entendidos como casos positivos, y casos negativos entendidos como "bajos niveles de homicidios". Estos últimos operan como casos de control puesto que se busca observar si las explicaciones que están presentes en los positivos al mismo tiempo están ausentes en los negativos. Adicionalmente, los casos son similares en la medida en que en todos hay algún nivel de homicidio (tabla 2).

La unidad de análisis estudiada y observada son los barrios de Bogotá (tabla 3). Para elegir los casos, estos fueron ordenados de mayor a menor según el índice de homicidio, dividiéndolos entre "alto nivel de homicidios", y "bajo nivel de homicidios". De ellos se eligieron 51 casos: 40 barrios con un "alto nivel de homicidios" y 11 con "bajo nivel de homicidios". Es de aclarar que la elección de los barrios no corresponde a su ubicación geográfica y territorial, sino a la cantidad de homicidios ocurrida durante el año 2011.

Variable dependiente: la violencia en Bogotá

El comportamiento del homicidio evidenció un crecimiento significativo hasta 1993, año en que inicia un descenso significativo hasta hoy, lo que ha intentado ser explicado por distintas vías.

En este artículo no nos detendremos en abordar explicaciones respecto a las variaciones en el comportamiento del homicidio, pero sí existen dos características comunes y que se mantienen en el tiempo:

    En Bogotá los homicidios presentan un claro patrón de concentración, independientemente que los niveles sean altos o bajos. Este patrón es muy importante porque indica que las altas densidades de violencia homicida están estrechamente asociadas con las estructuras y redes delincuencias y criminales, y dependen mucho menos del comportamiento impulsivo de los ciudadanos (FIP,2013, p. 24)

Otras características suelen mantenerse en el tiempo, las principales son: alto nivel de uso de armas de fuego, y la categoría de homicidios de tipo “instrumental”, después de aquellos de los que no se tiene información sobre la motivación del homicidio cometido (FIP, 2012).

En 2002, Llorente et al. ya habían planteado que este comportamiento de los homicidios se mantendría en el tiempo:

    … más allá de estas comparaciones, el aspecto que quizás resulta más relevante es que claramente en ciertas zonas de la ciudad las tasas de homicidio son críticas. En efecto, los datos desagregados de homicidio entre 1997 y 1999 muestran que un porcentaje no despreciable (16%) de los sectores censales de Bogotá, presenta tasas superiores a 100 homicidios por cien mil habitantes, nivel normalmente asociado con situaciones de guerra. Dentro de esta dimensión se destacan prácticamente todos los sectores de las localidades del centro de la ciudad y algunas zonas de localidades periféricas del sur caracterizadas por altos indicadores de violencia (p. 172)

Si bien a partir del 2008 ha habido una leve tendencia al incremento de los homicidios, posterior a la importante reducción, las características comunes explicadas previamente se mantienen en el tiempo.

Variables independientes

La tabla 4 explica cómo se define cada una de las variables explicativas presentadas, y con qué criterios se determinó que la variable estaba presente o ausente en los casos estudiados.

Teniendo en cuenta las definiciones anteriores, y con la observación del trabajo de campo, se emplea el número "1" cuando la variable está presente conforme la explicación tabla 4, y "0" cuando la variable está ausente. Estas categorizaciones se exponen en tabla 5, que llamaremos la "Tabla de la verdad".

Resultados

Anteriormente fueron presentados los valores asignados a las variables explicativas, según su presencia o ausencia en los casos estudiados (barrios de Bogotá). Es de recordar que los valores asignados corresponden o a una estadística, como es el caso del número de homicidios por barrio, o a observaciones de campo, y que no corresponden a una asignación subjetiva, conforme los criterios presentados en la tabla 5.

El QCA genera tres tipos de soluciones alternativas: solución compleja, solución parsimoniosa y solución intermedia. El presente trabajo utiliza la solución intermedia dado que "propone una explicación alternativa de complejidad intermedia, asumiendo que solo algunas configuraciones sin casos hubiesen producido el resultado de interés" (Pérez Liñán, 2011, p. 10). A partir de este análisis, efectuado con el software desarrollado por Ragin (1987), se obtienen los siguientes resultados (ver tabla 6).

Para facilitar la lectura, lo que la tabla 6 indica es que hay ocho configuraciones causales que podrían explicar el fenómeno3. De estas ocho explicaciones descartaremos la explicación 5 dado que no explica ningún porcentaje de casos, ni tiene niveles válidos de consistencia. Las configuraciones restantes son las siguientes:

Configuración 1 que explica el 27 % de los casos: ~x8*~x6*x1

Configuración 2 que explica el 60 % de los casos: x7*~x6*x1

Configuración 3 que explica el 18 % de los casos: x9*~x6*~x3*x1

Configuración 4 que explica el 39 % de los casos: x9*~x6*x5*x1

Configuración 6 que explica el 0,4 % de los casos: x7*x5*x4*~x3*x1

Configuración 7 que explica el 0,2 % de los casos: x7*x5*~x3*x2*x1

Configuración 8 que explica el 0,2 % de los casos: ~x7*x6*x5*x4*x3*x2*x1

Cuando hay un alto número de variables con un alto número de casos, se encuentran varias configuraciones causales, por lo que es necesario simplificar. La primera simplificación que haremos será identificar condiciones necesarias, esto es, aquellas variables que necesariamente tendrán que estar presentes en todas las configuraciones causales para que se presente el fenómeno estudiado. En nuestro caso, la variable x1 (Expendio de droga) es la condición necesaria para que existan altos niveles de violencia homicida.

Posteriormente se realiza un ejercicio de simplificación en el que se eliminan aquellas variables en las que su presencia aparece como necesaria en unos casos, pero en otros no.

El resultado de la simplificación es: x1*(x2+x4+x5+-x8+x9). Esto significa que hay presencia de altos niveles de homicidio cuando hay expendio de droga (x1) y además hay alguna -no necesariamente todas- de las condiciones siguientes: trabajo sexual (x2) o microextorsión (x4) o estructuras delincuenciales o condición social normal del barrio (-x8) o presencia de pandillas y parches.

Por su parte, los resultados presentan tres condiciones que en definitiva no explican el fenómeno: concentración de zonas de consumo de alcohol (x3), contrabando o mercado de autopartes (x6) y estado físico del barrio (x7).

A estas tres variables que no explican el fenómeno sumaremos una más: la variable “precaria situación social del barrio” que aparece como ausente y como condición para la presencia de violencia. Esto significaría que un barrio con una “situación social normal” es condición de altos niveles de homicidio. Dado que ello implica una generalidad, y nos dice que la “precaria situación social del barrio” no incide en los altos niveles de violencia, lo tomaremos como una variable que no explica el fenómeno.

Con estas consideraciones, el resultado final del cruce de las variables es:

El expendio de droga es condición necesaria, pero no suficiente, para que existan altos niveles de homicidio. Junto con el expendio debe presentarse alguna de las siguientes variables: trabajo sexual o microextorsión o estructuras delincuenciales o presencia de pandillas y parches.

Análisis de los resultados: ¿una olla a presión?

Conforme los resultados presentados, el microtráfico de droga es condición necesaria para que existan altos niveles de violencia, pero se requiere alguna variable adicional para que ocurra el fenómeno, pues esta en sí misma no explica la violencia. Adicional al microtráfico debe haber presencia de trabajo sexual, microextorsión o presencia de estructuras delincuenciales o de pandillas y parches.

La conclusión de las variables puede reflejar lo planteado por Pérez y Ávila en su investigación Mercados de criminalidad en Bogotá (2011, p. 54). Los autores exponen la criminalidad urbana en Bogotá a partir de actividades ilícitas que generan lucro, y en este sentido la violencia es un mecanismo de regulación de las actividades ilegales y no una fuente de recursos económicos en sí misma. Es decir que la violencia se ejerce con el fin de regular el control de las actividades ilícitas de la ciudad, o los “mercados criminales”. Algunos de estos mercados que la investigación de Ávila y Pérez (2011) encontró son: mercados de protección y extorsión, redes de servicios sexuales, narcomenudeo, mercado de armas de fuego, lavado de activos.

Los resultados del presente artículo mostraron que las variables que están presentes en los barrios en los cuales hay altos niveles de homicidio coinciden con aquellas que Ávila y Pérez (2011) llaman “mercados criminales”, por lo que pueden ayudar a explicar el fenómeno estudiado. Por esta vía podemos decir que el ejercicio de la violencia en estos barrios estaría ocurriendo como forma de control y regulación del negocio del narcomenudeo o microtráfico de droga, que se presenta como condición necesaria y, adicionalmente, que las demás variables que dan suficiencia estarían altamente interrelacionadas.

Las estructuras delincuenciales, como lo muestran Ávila y Pérez, operan como formas de protección de los mercados y las rentas ilegales. La extorsión, que también se encontró relevante para explicar los homicidios en alto nivel en Bogotá, tiene relación con este mercado de la protección: “Sectores donde hay negocios informales susceptibles a pagar rentas por protección, buscan protección de ‘ladrones’, ‘ollas problemáticas’, muchas veces antiguas estructuras criminales que operaban en el sector” (2011). Es decir que las mismas estructuras delincuenciales ejercen la extorsión a solicitud de protección de negocios informales en las zonas de control, o también como fuente de financiación de estos grupos ilegales.

Igual lo habría planteado Diego Gambetta (1996) para el caso de las mafias italianas. Gambetta mostró que los modos de “protección privada” de tierra o negocios en Italia no necesariamente operan como una empresa ilegal, aun cuando reciben rentas de esta. Lo anterior explica por qué a la condición necesaria del mercado ilegal de drogas se suma la presencia de estructuras que son las que ejercen la violencia como forma de protección y control, mas no lo es el mercado ilegal en sí mismo.

Para Kalyvas (2001), en sus explicaciones de la violencia, está es mayormente ejercida cuando se trata de una zona de disputa por dos o más grupos ilegales, por lo que la intensidad de la violencia aumentará con la intensidad de la disputa.

En entrevista con Rodolfo Escobedo, investigador de crimen urbano en Bogotá, explica cómo los grupos de menores y jóvenes que se reúnen alrededor de pandillas y parches suelen tener una alta relación con la distribución del mercado de droga, o como red cooptada por las estructuras criminales, por ejemplo, para avisar de la presencia de fuerza pública -los llamados “campaneros”- o de otros grupos que pretendan el control de los negocios.

La violencia, entonces, opera aquí no como fruto directo de la venta de droga, sino de la necesidad de control y protección del negocio ilegal, internamente, con otros grupos, con la fuerza pública o con los mismos clientes, con quienes mantienen acuerdos por la vía de la violencia. Ello genera adicionalmente un importante mercado de armas, en el que las ollas juegan un papel primordial como escondite, alquiler o lugar de encuentro de sicarios.

Finalmente, Ávila y Pérez mostraron en su investigación cómo las llamadas “ollas” no solo operan como lugar de venta de droga sino que ofrecen otra serie de servicios a sus clientes (2011, pp. 99 y 91). Adicional a la protección mencionada previamente, también ofrecen servicios sexuales, convirtiéndose en lugares de encuentro e incluso sitios en los que se puede realizar todo tipo de transacciones ilegales. Esto se refleja también en las conclusiones de este trabajo, en el que la presencia de trabajo sexual está asociada a altos niveles de violencia en barrios de Bogotá.

Como se mencionó, el método trabajado permite observar configuraciones causales. Ninguna de las variables presentadas explica por sí sola o de manera individual el fenómeno. Podríamos encontrar barrios de la ciudad en los que hay trabajo sexual y bajos niveles de violencia. La droga en sí misma no causaría violencia; sin embargo, el alto nivel de rentas ilegales que produce genera a su alrededor grupos y acciones que ejercen violencia como forma de regulación y control de estas actividades económicas ilegales.

Veamos ahora las variables que no explican el fenómeno: 1) Zonas de expendio de licor, 2) contrabando y mercado de autopartes robadas, 3) situación física y situación social del barrio. Las tres variables mencionadas, pero principalmente la primera y la tercera, han sido fuertes e importantes en los diagnósticos de inseguridad de Bogotá, pero adicionalmente han marcado definiciones de política pública, como se mostró en la primera parte de este trabajo.

Diremos primero que lo que ello nos dice es que estas variables no explican la alta violencia homicida en barrios de Bogotá, lo cual no significa que no pueda explicar otros aspectos de la inseguridad en Bogotá, por ejemplo, los problemas de convivencia, la violencia intrafamiliar o las lesiones personales, que no son objeto de la presente investigación.

Por ello es necesario diferenciar claramente qué acciones de política pública pueden impactar de manera real, en qué tipos de delito. Políticas de control de consumo de alcohol seguramente no tendrán ningún impacto en la reducción profunda del homicidio. Sin embargo, sí podrían impactar en las riñas, pero este sería tema de otras investigaciones.

Resulta interesante, y corresponde a futuros análisis, el que el contrabando y el mercado de autopartes robadas no se presente como una de las variables adicionales presentes. Ello puede explicarse porque, o es un negocio controlado y que no está en disputa, o que las rentas de este no participan con las rentas del negocio de la droga, o que la concentración y ubicación de estos lugares es alta, por lo que la mirada por barrio de este tipo de delito no es válida, y no podríamos observar una especie de “microcontrabando” o “microtráfico de partes robadas”, sino que es necesario observarlo como fenómeno amplio y complejo, que se maneja en la ciudad en general. Adicionalmente, el tema de las autopartes ha tenido una serie de legislaciones que han impactado en la reducción del hurto de automóviles de manera significativa en los últimos años.

Consideraciones finales

Lo presentado en el trabajo es un aporte que debe ser investigado con mayor profundidad. Como se mencionó, los homicidios en Bogotá vienen con una tendencia al descenso desde 1993, con algunos incrementos leves en pocos periodos de tiempo. Sin embargo, aunque en la generalidad de la ciudad se redujeron los homicidios, llama la atención que si se realiza una línea en el tiempo, muchos de los barrios analizados se mantienen como los más violentos. Esto se destaca, por ejemplo, en barrios como El Rincón o María Paz.

Ello no haría más que reforzar la hipótesis planteada en el presente trabajo respecto a observar focos de violencia con mayor nivel de homicidios para aplicar acciones concretas, sin olvidar el conjunto de la ciudad y las demás prácticas y políticas que deban establecerse para reducir todos los tipos de violencia. La observación ha dado indicios de que es difícil erradicar las ollas, y que al ser un negocio de altas rentas se traslada y transforma rápidamente.

La violencia como fenómeno complejo implica soluciones complejas. Para reducir los porcentajes es necesario atacar las causas principales, sin olvidar las otras causas menores que también pueden ayudar a explicar el fenómeno o los riesgos de que este ocurra. Dejar de entender la seguridad con explicaciones aisladas es uno de los retos de los gestores de política. Si después del análisis presentado se preguntara cuáles son las políticas más efectivas, responderíamos: todas. Toda vida debe ser salvada. Sin embargo, la intervención estratégica apoyada en investigaciones y diagnósticos aporta en no despilfarrar recursos públicos, evitar desvío de dineros y ser más efectivos en el control del crimen.


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1 Las entrevistas con este experto en la materia se realizaron los días 13 de agosto y 10 de septiembre en la ciudad de Bogotá. Así mismo, la información fue utilizada para los estudios: de Focos de homicidios y nichos de la delincuencia y la criminalidad en Bogotá: Una una mirada de largo plazo (FIP, 2010) y Cuatro décadas de homicidio en Bogotá: Una una sucesión de hegemonías criminales (FIP, 2011). El propósito de los estudios es relacionar focos de homicidios, es decir, espacios de la ciudad en donde reiteradamente se presentan altas densidades de homicidios, con el accionar de estructuras y redes delincuenciales y criminales.
2 Esto lo desarrollo en mi tesis de maestría: “La violencia del narcotráfico en los países de mayor producción de coca: los casos de Perú y Colombia”.
3 La columna "raw coverage" indica el porcentaje de casos positivos que la configuración explica. Así por ejemplo, la configuración n.° 1 explica el 20% de los casos (0,279070), mientras que la configuración n.° 2 explica el 60% de los casos (0,604651). La cuarta columna, referida a la categoría "unique coverage", es poco utilizada y se refiere a los casos positivos explicados exclusivamente por cada una de las configuraciones, esto es, que no pueden ser explicados por otra configuración. Y, finalmente, la quinta columna denominada "consistency" indica el grado de consistencia para cada configuración causal simplificada. El valor de 1,00 indica que todos los casos que presentan la configuración mencionada muestran también el resultado de interés.


Referencias

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