10.18601/16578651.n23.12

Perea Restrepo, C. M. (2016). Vislumbrar la paz. Violencia, poder y tejido social en ciudades latinoamericanas. Bogotá: Penguin Random House Grupo Editorial.

Lenka Sobotová*

* Geógrafa y urbanista con maestría en Geografía y Desarrollo Internacional, Universidad Palacky en Olomouc, República Checa. Docente en la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales, Universidad Externado de Colombia, Bogotá (Colombia). [lenka.sobotova@uexternado.edu.co].

Para citar esta reseña:

Sobotová, L. (2018). [Reseña: Perea Restrepo, C. M. (2016). Vislumbrar la paz. Violencia, poder y tejido social en ciudades latinoamericanas. Bogotá: Penguin Random House Grupo Editorial]. OPERA, 23, 211-216. DOI: https://doi.org/10.18601/16578651.n23.12


El título Vislumbrar la paz. Violencia, poder y tejido social en ciudades latinoamericanas (2016) gravita en torno a una problemática de suprema importancia para la región y el mundo: el fenómeno de violencia urbana y su papel en la búsqueda de la paz en los países latinoamericanos, sobre todo en los más afectados por la violencia relacionada con el crimen organizado y el narcotráfico. En palabras del autor: "La paz en América Latina supone un desafío regional. Numerosas ciudades del continente están azotadas por la guerra, la violencia y la criminalidad […] El propósito del libro es el de contribuir a la difícil tarea de vislumbrar para América Latina una paz estable y duradera" (p. 33).

El libro opta por una aproximación comparativa de la problemática, al estudiar las urbes en Colombia, Brasil, Nicaragua, El Salvador y México, con énfasis en sus especificidades en cuanto a los acontecimientos violentos, sus orígenes e interacción con la ciudadanía y el Estado, según el caso. Asimismo, contribuye a un creciente número de investigaciones de la problemática, un hecho que refleja la urgencia de una comprensión más profunda de los acontecimientos violentos en las urbes de la región y su papel en la paz y la estabilidad regional.

El título hace parte de una larga trayectoria académica del autor sobre la violencia urbana y la construcción de la ciudadanía en las ciudades latinoamericanas, principalmente en Colombia. Carlos Mario Perea es historiador de la Universidad Nacional de Colombia, docente-investigador y director del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) de la Universidad Nacional de Colombia, y obtuvo su doctorado en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México. Entre sus investigaciones se encuentran proyectos enfocados en violencia urbana, juventud, tejido social y poder, construcción de ciudadanía, paz y seguridad ciudadana, particularmente en el entorno urbano de Colombia, México y Brasil, entre otros países de la región. En la obra que se reseña resume su cuestionamiento sobre la urbanización de los conflictos regionales y los desafíos a la paz en Latinoamérica. Dadas las numerosas crisis regionales relacionadas con la paz, Perea (2016) se pregunta ¿dónde está la ciudad? ¿Cómo entender y abordar la creciente urbanización de violencia en las urbes latinoamericanas?

Para responder estas y las demás preguntas que surgen a lo largo de la lectura del libro, el autor propone revisar las tres siguientes categorías planteadas en el Prefacio, y luego desarrolladas en cada capítulo, con el fin de observar y explorar las realidades de diversas ciudades de Latinoamérica:

a. Naturaleza del poder criminal

La primera categoría apunta a analizar cómo operan los agentes criminales urbanos y, en consecuencia, cómo se construye y funciona su dominio de poder. El autor se apoya en la teoría de la hegemonía de Gramsci: "el poder se construye en relación siempre tensa entre fuerza y consenso" (p. 27). La tensión entre los dos se nota a diferentes escalas y en diversos contextos a través de los capítulos, al analizar el poder del agente violento, su origen y sus rasgos. De la tensión y el dictum de los agentes violentos y criminales en las ciudades nacen las distintas formas de dominación territorial, las cuales explora el autor en el libro.

b. Producción social del acontecimiento criminal

Según Perea, los grupos insurgentes y la ilegalidad se han estudiado principalmente "desde arriba", es decir, "desde las estrategias que ponen en marcha las grandes mafias y los centros de poder" (p. 29). Sin embargo, el autor propone abordar el crimen y la violencia urbana "desde abajo": captar la forma de producción social del poder criminal en el barrio. Esta categoría busca reconstruir los patrones de la convivencia ciudadana, particularmente en ciertas zonas de la ciudad, en los barrios más expuestos a la presencia de criminalidad y violencia.

c. Tramas simbólicas de la violencia urbana

Con la categoría anterior se relacionan las formas como se componen y producen la criminalidad y la violencia, teniendo en cuenta la simbólica de la "muerte próxima", la desconfianza, el miedo constante o el individualismo, hasta una apatía ante los acontecimientos violentos cercanos y diarios. Dichos símbolos, de construcción social, son claves para el sentido de pertenencia a un lugar o a un grupo en particular, y contribuyen a comprender la cohesión social dentro de un barrio o un cartel. Esa categoría propone analizar la importancia del sentido de la violencia urbana en la vida cotidiana de los habitantes de los barrios.

DESARROLLO DEL LIBRO

Los temas principales del libro se derivan de dichas categorías analíticas, dependiendo de la ciudad y el país en cuestión. El primer capítulo "La muerte próxima. Vida y dominación en Río de Janeiro y Medellín", en el cual se aplican las categorías a estas dos ciudades, busca una aproximación cualitativa a la realidad de la violencia y a la presencia de los actores ilegales en las dos urbes. Se identifican tanto las similitudes como las diferencias entre ellas, mientras se reflexiona sobre el poder criminal, su producción social y su simbólica en la vida cotidiana de los ciudadanos, definiendo como denominador común para ambas ciudades: "la vida con la muerte próxima". El autor caracteriza la tensión entre la fuerza y el consenso en cada una de ellas, y evidencia la forma de "la administración de la violencia como mecanismo de instauración de un orden precedido por el encuadre simbólico de la muerte cercana" (p. 37). Los rasgos similares de las ciudades, requisitos para su comparación, así como la dominación violenta de los actores ilegales se deriva de los bienes materiales y simbólicos que el autor agrega a cuatro tipos: protección, mediación del conflicto, "servicios" comunitarios y celebraciones.

En comparación, el segundo capítulo, una versión resumida de la investigación hecha en El Salvador y Nicaragua bajo la dirección de la CEPAL, subraya en su título un rasgo diferente de la violencia urbana: "Un extremo de nosotros. La paz y la reconstrucción de lo público en El Salvador y Nicaragua". Comparando las evidencias tanto cuantitativas como cualitativas de la violencia en ambos países, golpeados por un conflicto interno en su momento, el autor plantea la pregunta ¿qué mediaciones desatan la violencia salvadoreña y cuáles imponen la tramitación no violenta nicaragüense?1

Teniendo en cuenta las categorías anteriores, la comparación entre los dos países se centra en la forma de dominación territorial violenta y el control ejercido por las pandillas, asociadas a la imagen de un hombre tatuado en el rostro: las maras. En ambos países, se resalta la importancia de la identidad del actor violento. En El Salvador, las pandillas definen su identidad a través de la territorialidad, "declarando que el lugar tiene dueño" (p. 82). Sin embargo, a través del análisis de la posición tanto geográfica como política de los países observados en Centroamérica en cuanto al narcotráfico y sus vínculos con los actores urbanos violentos, se esbozan las primeras diferencias entre ellas. Se enfoca en las manifestaciones de la dominación violenta y sus rasgos en Managua y San Salvador, estudiando la estructura jerárquica (por ejemplo, las maras salvadoreñas comparten la estructura piramidal y rígida con los combos en Medellín), las prácticas criminales (fuentes de financiación y formas de "convivencia" con la población local), y la interacción con el barrio de la mano con el ejercicio del poder local sobre los moradores en cada ciudad.

El tercer capítulo, un artículo escrito con Andrés Rincón Morera, "Robar, pero no matar. Crimen, homicidio y violencia en Bogotá", acoge el tema estudiado desde otra perspectiva. Manteniendo el enfoque del libro dado por las tres categorías, distingue la experiencia de la ciudad de Bogotá por sus éxitos en la disminución considerable de las tasas de homicidios en la última década. Además, en Bogotá, como argumentan los autores, no existe una estructura piramidal como en Medellín o San Salvador, tampoco existen las bandas traficantes relacionadas con los órdenes de un don como en Río. Lo que caracteriza la violencia y criminalidad urbana en Bogotá es el lema de "robar, pero no matar". En palabras de los autores: "Bogotá es una ciudad donde abunda el crimen, el homicidio desciende y la violencia disemina" (p. 148). La fragmentación marca la caracterización de los actores armados en la ciudad y su estructura criminal. En este sentido, los autores categorizan los actores: bandas de comercio ilegal, bandas de resistencia y especializadas según el tipo de la delincuencia. Por último, hacen el énfasis en la naturaleza del mandato de los actores violentos en la capital.

El cuarto capítulo, "Cocaína y conflicto en Latinoamérica", tiene un objetivo diferente de los anteriores. A través de la comparación de cuatro ciudades como Río de Janeiro, Medellín, Bogotá y Ciudad Juárez, se propone hacer un "testimonio elocuente de la paradoja latinoamericana", marcada por el negocio del narcotráfico, de cocaína en particular. En las cuatro ciudades en cuestión el mercado ilegal de drogas opera de tal manera que ha incidido en la forma de la violencia urbana, su estructura y síntomas, su dominación territorial y el control de los moradores. Dicho esto, se busca analizar el poder criminal a través de tres dimensiones en cada una de las ciudades: su ubicación y el papel en los eslabones de la cadena del negocio, el tipo de ejercicio del poder como mezcla entre la fuerza y el consentimiento (igual a lo observado en los capítulos anteriores), y los patrones de organización del negocio en las ciudades.

El análisis provee una aproximación a la violencia urbana desde una óptica del mercado ilegal de drogas a nivel regional, y hasta global en el caso de la ciudad fronteriza mexicana. Sus conclusiones son más que llamativas y deprimentes, y cierra el capítulo con la pregunta ¿será que en la transformación de la política mundial de la droga está la clave para la resolución de la paradoja latinoamericana? La ciudad tiene un papel importante en la respuesta, tal como lo demuestra el capítulo cinco, "Resituar la ciudad. Conflicto violento, conflicto armado y paz".

El capítulo toma una mirada otra vez distinta, centrada en el rol de las urbes latinoamericanas en los conflictos, y trata de visibilizar la situación urbana a partir de los análisis sobre conflictos violentos y armados en general en la región: "resituar la ciudad, así las cosas, interpela las formas de representación del conflicto" (p. 237). La reflexión es más que pertinente. Es de suma importancia pensar la paz desde y hacia la ciudad en una región cada vez más urbanizada. En este sentido, el capítulo provee un diagnóstico de la urbanización de la violencia en la región, la califica a través de indicadores como homicidios y lesiones personales en las urbes seleccionadas, y aterriza el conflicto armado en las ciudades colombianas. Además, en el caso de Colombia, dibuja un panorama de la incidencia de la violencia desde el nivel regional hasta el local, argumentando para no desconectar las dinámicas regionales y territoriales del comportamiento de la violencia urbana.

El sexto capítulo "La ley del no exceso. Barrios, bandas y maras en México", basado en un artículo escrito al inicio de la crisis mexicana, aporta un diagnóstico de la situación crítica para el país y sus ciudades desde el 2007 en adelante. La violencia está estrechamente vinculada al narcotráfico y su "toma" de campos de influencia en el país, estratégicamente ubicado para el mercado de drogas a nivel mundial. La violencia en el caso mexicano llega hasta un extremo de "operaciones de exterminio" de grupos "indeseables" para la ejecución del negocio.

En comparación con las estructuras de los combos en Medellín, las maras en Centroamérica y los actores violentos en las favelas de Río, surge la inquietud de cómo calificar las pandillas en las ciudades mexicanas. El autor, apoyándose en los testimonios de los involucrados, como a lo largo de todo el libro, trata de definir la visión mexicana de los agentes violentos. En primer lugar, caracteriza la ruptura con lo instituido en términos de la falta de acceso a educación y empleo estable. En segundo lugar, resalta el rasgo de la protesta y la transgresión de la juventud vulnerable cuando "la protección viene a ser un operador de sentido del vínculo al grupo" (p. 296). Por último, se toma en cuenta el papel del miedo y el respeto, una mezcla esencial para el funcionamiento de las pandillas. Esta visión se aplica luego a los casos regionales en el país, caracterizando sus diferencias y particularidades.

Barranquilla, una ciudad tradicionalmente percibida como relativamente segura comparada con el promedio nacional colombiano, es la ciudad estudiada en el séptimo capítulo, "Violencia y tejido social. El caso de Barranquilla". El escrito recorre desde el análisis de la tendencia de la violencia en la ciudad a través de los años, hasta el diagnóstico de la institucionalidad vinculada a la seguridad ciudadana y el control de los actores violentos y la criminalidad, tanto del Estado como de la sociedad civil, tomando en cuenta las protestas sociales, por ejemplo. Una particularidad que distingue el capítulo de los demás (salvo el caso salvadoreño) es el estudio de las pertenencias políticas y el papel de los partidos políticos.

El último capítulo, "Tejido social y conflicto en Ciudad de México y Bogotá", vuelve a ilustrar el hilo central del libro: la configuración del tejido social en sectores urbanos afectados por la presencia y la dominación territorial de los actores violentos. A través del estudio de las dos ciudades, ahora desde una visión local, pone en perspectiva los resultados de la investigación hecha en ambas urbes y sus determinadas localidades. Sus observaciones se centran en los vínculos con diferentes esferas públicas y comunitarias, tomando como referencias los siguientes ámbitos de interacción de los actores territoriales: la tradición, las celebraciones públicas, lo "patriótico", y otro tipo de tradiciones. Como en los casos de Barranquilla y Bogotá en los capítulos anteriores, se destaca el papel del Estado, visto desde dos vertientes: Estado vertical (instituciones de diferente orden a nivel jerárquico) y Estado horizontal (procesos de participación democrática como movimientos sociales y programas estatales).

En el libro en estudio, el autor no solamente describe los acontecimientos; trata de revelar la compleja realidad de interacción social entre los actores violentos, el Estado y los ciudadanos a una escala micro -el barrio-, para luego aplicar las lentes al conjunto de la ciudad. Su aporte se materializa en el esfuerzo por entender y captar los significados y los símbolos intangibles en cuanto a una dominación violenta o una presencia de actores armados en la vida cotidiana de los habitantes en las ciudades latinoamericanas. Más allá de la contribución a los estudios de la violencia urbana en los diferentes países y sus urbes, y en parte de la región, su reflexión ofrece tanto la inspiración conceptual como analítica para investigaciones afines. A fin de responder a las preguntas de cómo se conforma y cómo evoluciona un tejido social y una identidad colectiva en zonas complejas, expuestas a los acontecimientos violentos con una alta tasa de delincuencia y criminalidad, el autor demuestra un camino posible para la comprensión de la realidad cotidiana como el proceso de una constante interacción social de actores involucrados en ello.


NOTA

1 Es importante notar que el escrito analiza el caso nicaragüense principalmente hasta el año 2014, sin tomar en cuenta los acontecimientos violentos recientes; una de las razones del tono positivo del estudio de caso en comparación con el caso salvadoreño.