10.18601/16578651.n31.08

Proceso de aprendizaje de grupos terroristas: análisis a partir de una lectura estratégica

TERRORIST GROUPS LEARNING PROCESS: ANALYSIS THROUGH A STRATEGIC READING

Carlos Enrique Vargas Villamizar*

* Magíster en Seguridad Internacional, Instituto de Estudios Políticos de París-Sciences Po (Francia). Investigador. Universidad Militar Nueva Granada (Colombia). [carlos.vargas@unimilitar.edu.co]; [https://orcid.org/0000-0003-2401-7918].

Recibido: 28 de enero de 2022 / Modificado: 31 de enero de 2022 / Aceptado: 7 de marzo de 2022

Para citar este artículo:

Vargas Villamizar, C. E. (2022). Proceso de aprendizaje de grupos terroristas: análisis a partir de una lectura estratégica. Opera 31, 139-154. DOI: https://doi.org/10.18601/16578651.n31.08


Resumen

Conocer cómo los grupos terroristas adquieren, retienen, aplican y distribuyen conocimiento es un factor esencial para la aplicación de políticas públicas en seguridad. En el presente artículo se abordarán los procesos de aprendizaje de grupos terroristas e insurgentes a través de la discusión teórica de exponentes de los estudios de seguridad, a fin de ser comparados para ofrecer un marco que pueda satisfacer la realidad estratégica de varios de estos grupos. De igual forma, se realiza un estudio comparado de diferentes teatros de operaciones para evidenciar las características de las curvas de aprendizaje de grupos terroristas desde Daesh, hasta ETA y el IRA. El esfuerzo académico consignado en el presente artículo puede dar luces sobre cómo negar ventajas estratégicas a grupos terroristas e insurgentes mediante la aplicación de políticas públicas que tengan en cuenta tanto sus procesos de aprendizaje como su espectro estratégico.

Palabras clave: terrorismo; insurgencia; aprendizaje; estrategia; Daesh; Estado Islámico.


Abstract

Knowing how terrorist groups acquire, retain, apply, and distribute knowledge is an essential factor for the application of public security policies. This article will address the learning processes of terrorist and insurgent groups through the theoretical discussion of exponents of security studies, with the aim of being compared to provide a framework that can meet the strategic reality of several of these groups. Likewise, a comparative study of different theaters of operations is carried out to evidence the characteristics of the learning curves of terrorist groups from Daesh, ETA and the IRA. The academic effort consigned in this article can shed light on how to deny strategic advantages to terrorist and insurgent groups through the application of public policies that take into account the learning processes and the strategic spectrum of these groups.

Key words: Terrorism; insurgency; learning; strategy; Daesh; Islamic State.


INTRODUCCIÓN

La cuestión del proceso de aprendizaje por parte de terroristas ha suscitado un importante debate tanto en la academia como en las agendas políticas de los países, bajo la suposición de que si los Estados descubren cómo los terroristas adquieren y distribuyen conocimiento, se podrán anticipar acciones armadas y, por lo tanto, afectar el crecimiento y fortalecimiento de estos grupos1. Desde la psicología cognitiva, centrada en la apropiación de nuevos conocimientos, las teorías conductistas, que destacan el refuerzo y la práctica, hasta los teóricos organizacionales que se concentran en los cambios en los procedimientos institucionales, varios campos han aportado a la estructuración de este discurso (Kettle y Mumford, 2016, p. 525). Con el objetivo de ubicar el enfoque de este artículo, se esbozará brevemente el debate, ampliando dichos aportes y añadiendo una perspectiva estratégica.

De hecho, parece haber dos aproximaciones dominantes a estas cuestiones, una desde una perspectiva exclusivamente teórica y otra centrada en las curvas de aprendizaje de distintas organizaciones terroristas a través de la historia y, por lo tanto, basada en una orientación pragmática. Por ejemplo, los artículos de Kettle y Mumford (2016) son representativos de las discusiones que han tenido lugar con respecto a la búsqueda de supremacía entre las definiciones. Estos autores distinguen el aprendizaje en diferentes etapas de identificación, retención, distribución e implementación, y proponen que para frustrar el aprendizaje terrorista es necesario intervenir integralmente en estos procesos (p. 526). Además, rechazan definiciones como la frecuentemente citada por Dolnik (2007), quien delimitó el aprendizaje terrorista como un "acto de introducción de un nuevo método o tecnología, o una mejora de una capacidad ya existente", dado que no estructura el concepto como el resultado de un proceso más amplio de apropiaciones (p. 10). En cambio, llega a una definición aparentemente más operativa, infiriendo que el aprendizaje sobre el terrorismo es "la adquisición de conocimientos para informar las actividades relacionadas con el terrorismo en el futuro" (p. 530). No obstante, sus artículos no logran encajar esta definición en la práctica de analizar los conflictos actuales y materializarse en propuestas de política pública.

En el otro lado del espectro están los enfoques adoptados, por ejemplo, por la corporación RAND con los aportes de Jackson et al. (2005) o Noriyuki Katagiri (2015), los cuales aportaron trabajos de extensión casi enciclopédica, que intentan vincular los análisis de las experiencias de aprendizaje de diferentes grupos terroristas2. Sin embargo, estos estudios no han podido traducir los datos en una teoría o modelo más general sobre el tema en cuestión. Un enfoque bastante innovador es el que actualmente lleva a cabo un grupo de investigación del Instituto Max-Planck en Halle, Alemania, que aborda estos procesos basándose en el trabajo de campo realizado directamente con antiguos miembros de grupos terroristas, abordándolos sobre sus experiencias de combate y, por lo tanto, tratando de identificar estructuras de aprendizaje. El esbozo anterior ha demostrado que hasta ahora ha sido difícil cerrar la brecha entre la teoría y la práctica en este asunto. Teniendo en cuenta las dificultades del discurso actual, este artículo evita enredarse en cuestiones terminológicas al considerar el aprendizaje terrorista como una forma de adaptación que ha permitido la supervivencia de los movimientos.

De forma precisa, se pretende dar un panorama que permita responder a la pregunta: ¿cómo aprenden los grupos terroristas y movimientos insurgentes? Al respecto, se propone que los grupos terroristas e insurgentes adquieren nuevos métodos y técnicas a través de procesos de aprendizaje y adaptación del teatro de operaciones, recientemente enmarcados en las técnicas de estrategia indirecta que aprovechan la instrumentalización comunicacional posibilitada por los avances tecnológicos. Este artículo adoptará una metodología centrada en cerrar la brecha entre la teoría y la práctica al observar el aprendizaje terrorista a través de un prisma estratégico, a partir de los trabajos de estrategas militares clásicos como Carl von Clausewitz, André Beaufre y el capitán B. H. Liddell Hart. Dada la complejidad de establecer conclusiones más amplias en los diferentes niveles de análisis, se sugiere dar un paso atrás e intentar identificar cómo los grupos insurgentes han aprendido con el tiempo al nivel estratégico. El objetivo es, primero, rastrear la cultura estratégica de los grupos insurgentes en la actualidad y ponerlos en el contexto de un proceso de aprendizaje que comenzó después de la Segunda Guerra Mundial. En un segundo paso se analizarán los efectos del aprendizaje a nivel operativo; allí, en lugar de desarrollar una teoría del aprendizaje, se propone identificar una cierta evolución que ilustra cómo los grupos han logrado ejercer más presión sobre sus adversarios y, al mismo tiempo, robustecer y aumentar su longevidad en el contexto de conflictos. Se tiene consciencia de que, debido al alcance del documento, este análisis no será exhaustivo, pero es lo suficientemente amplio como para permitir esbozar unas primeras conclusiones operativas que apoyen los esfuerzos de los responsables políticos.

TERRORISMO E INSURGENCIA

Antes de comenzar el análisis, es necesario realizar ciertas aclaraciones terminológicas sobre los conceptos de terrorista e insurgencia. Términos como milicia, grupo terrorista y movimiento de insurgencia han sido difuminados debido a los conflictos multifacéticos que se han experimentado en regiones de Oriente Medio, África y Europa en las últimas décadas. Algunos autores como Louis Richardson (2006) han intentado distinguir entre estos conceptos afirmando que los grupos terroristas se encuentran interesados principalmente en la venganza, midiendo el éxito de sus ataques por la atención que reciben; en cambio, los grupos insurgentes tienen el objetivo de construir su propio Estado, desgastando al enemigo hasta lograr establecer una situación de conflicto convencional (p. 5). Sin embargo, estas diferenciaciones no son lo suficientemente sólidas como para lograr clasificar a organizaciones modernas como Daesh3, el cual tiene el objetivo de establecer un llamado "Estado islámico" basado en la Sharia, aunque ciertamente se han visto involucrados en una variedad de ataques de venganza y están vitalmente interesados en que sus actos reciban atención mediática, como se presentará más adelante. Por tanto, abordaremos la cuestión considerando el terrorismo como un método más que como una ideología: "la aplicación subestatal de la violencia o la amenaza de violencia para sembrar el pánico y provocar un cambio político" (Laqueur, 2004, p. 450). Según esta definición, los Estados también pueden incurrir en tácticas terroristas, como muestra Jenkins (2004) al identificar y categorizar el bombardeo de Dresde al final de la Segunda Guerra Mundial como una acción terrorista (p. 81). Sin embargo, este documento se centrará en los actores no estatales que aplican tácticas terroristas como método y dejará de lado las diferencias en los objetivos de largo plazo. En este sentido, el terrorismo se considera "un medio para conseguir un fin, no un fin en sí mismo" (Jenkins 2004, p. 78), entendiéndose que las tácticas terroristas son el medio para conseguir un fin de naturaleza política. En este sentido, el exsecretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, afirmó en un discurso pronunciado en 2007 que "esperamos que la guerra asimétrica sea el pilar del campo de batalla contemporáneo" (Mazarr, 2008, p. 34), y proyectó así la naturaleza de los conflictos en los próximos años. La cuestión es, sin embargo, qué es lo que ha propiciado dicha evolución y cómo han aprendido las organizaciones terroristas a acosar y frustrar a los ejércitos regulares más poderosos y sembrar el caos en el mundo contemporáneo (Mazarr, 2008).

PROCESOS DE APRENDIZAJE ESTRATÉGICO

Arreguin-Toft (2008) ha demostrado que en el periodo comprendido entre principios del siglo XIX y la Segunda Guerra Mundial, los actores con debilidades materiales ganaron tan solo un tercio de la totalidad de las guerras. Por otro lado, después de 1945, actores con características de virtual desventaja han ganado más de la mitad de los conflictos bélicos (p. 8). Dicho esto, se expondrá brevemente cómo evolucionó este proceso de aprendizaje en el plano estratégico y, a partir de ahí, el aprendizaje en el plano operativo. En su libro Adapting to Win, Noriyuki Katagiri (2015) muestra que antes de la Segunda Guerra Mundial los grupos insurgentes intentaban luchar contra los Estados de forma convencional, y, además, no aprendían de sus derrotas, empleando la misma disposición estratégica en varios conflictos, con el resultado de ser rápidamente derrotados en el teatro de operaciones (p. 11). Este autor, basándose en diferentes conflictos, indica que la duración media de la guerra extrasistémica antes de la Segunda Guerra Mundial era de 2,7 años, y aumentó a 7 años después de 1945. Además, a medida que el periodo de duración de los conflictos se extiende, la tasa de victoria de los grupos insurgentes aumenta (p. 12). Del mismo modo, Beaufre (1998) afirma que antes de 1939, la mayoría de la población se encontraba "cegada por las teorías en blanco y negro del siglo XIX las cuales establecían una distinción tajante entre la paz y la guerra y anulando la existencia de cualquier otra alternativa" (p. 129). Dicha alternativa a la que se refiere este autor es la estrategia indirecta, concepto enmarcado por Liddell Hart (1998) que reconsidera la forma en que se interpretaba a Clausewitz, enfocándose menos en la importancia de los números que componen la fuerza militar. En su lugar, el capitán Liddell estableció una teoría en la que el mayor impacto posible para alcanzar el objetivo político se logrará incurriendo en la menor cantidad de combates mediante el uso de la "estrategia indirecta" (p. 342). Entonces, podría decirse que los grupos insurgentes consiguieron aumentar su longevidad porque se alejaron de un enfoque directo, entendiéndose como "el uso abierto de la fuerza y los recursos materiales para obtener la esencial libertad de acción" (Beaufre, 1998, p. 127). En los conflictos en los que la fuerza material varía significativamente entre los oponentes es dificil "desarmar al enemigo de toda su capacidad militar" bajo el entendimiento clausewitziano. En su lugar, habrá que intentar alcanzar objetivos militares refinados, desencajando al enemigo y "buscando situaciones estratégicamente ventajosas mediante el movimiento constante y la sorpresa" (Liddell, 1998, p. 339).

Además, en un conflicto regular, incluso la superioridad numérica conducirá a una derrota si el grupo insurgente no aplica tácticas de guerrilla, debido a que el mayor nivel de organización de los Estados les permite movilizar sus tropas con más rapidez, lo cual Katagiri (2015) demuestra en el ejemplo de la guerra de Dahomey, entre los rebeldes de este reino y las fuerzas francesas en África Occidental en 1890 (p. 63). A pesar de que las fuerzas dahomeyanas doblaban la fuerza del ejército francés, su incapacidad para aprender y comenzar procesos de state-building concluyó con su derrota (Katagiri, 2015). Inspirándose en Mao, este autor sostiene que la única manera de que un movimiento insurgente resulte victorioso es rezagar la guerra lo suficiente como para poder adaptarse a las secuencias y procesos de state-building, continuando así con la guerra de guerrillas y finalizando en un conflicto convencional (Chailand, 1994, p. 185). Dado que el objetivo político -el Zweck clausewitziano- de las fuerzas dahomeyanas era mucho más elevado que el francés, contraponiendo la independencia, supervivencia y autonomía dahomeyana, ante el simple control de una colonia francesa, la estrategia correcta por seguir hubiera sido sostener y alargar el conflicto por el mayor tiempo posible y construir un Estado en la sombra, mientras se infligían continuamente costes a los franceses, a fin de que la causa política del Estado dominante disminuyera. A partir de este ejemplo podemos afirmar que, a pesar de la larga historia de las tácticas de guerrilla, cada generación debe iniciar un proceso de aprendizaje nuevamente (Beafure, 1998, p. 114).

Por ello, Galula (2010) argumenta que "cuanto más dure el movimiento insurgente, mayores serán sus posibilidades de sobrevivir a sus infantiles enfermedades y consolidar sus raíces" (p. 10). Un ejemplo exitoso de cómo un grupo insurgente aprendió a fortalecer paso a paso sus estructuras es la guerra de Argelia en 1956. Said Ferdi (1981) describe con detalle cómo la insurgencia argelina logró, a través de la coerción y ejecución de atentados, someter a las organizaciones políticas locales bajo su control y, de este modo, incrementar el número de víctimas a tal punto que significara una pérdida y coste insoportable para la opinión pública francesa, obligando así al gobierno central a retirar las tropas (p. 161)4. El proceso de aprendizaje estratégico demostrado es un componente central de todas las actividades de insurgencia (eficaces) experimentadas en la actualidad. Incluso, se pueden observar procesos de aprendizaje y sostenimiento armado en el tiempo, en países de diferentes regiones del mundo, uno de estos ejemplos es el conflicto armado colombiano.

LA PROLIFERACIÓN DE LA ESTRATEGIA INDIRECTA

Después de esbozar la evolución de la estrategia, la pregunta sigue siendo cómo los grupos insurgentes han conseguido adquirir estos conocimientos y mejorar sus planteamientos estratégicos. A este respecto, Katagiri (2015) sigue siendo impreciso, ya que para él las organizaciones han mostrado un rendimiento bastante débil en lo que respecta al aprendizaje, en el entendido de que diferentes grupos han utilizado la misma estrategia ineficaz contra sus adversarios durante décadas (p. 35). El autor sostiene que esto se debe a la disponibilidad y acceso a la tecnología militar que "favorece el uso de una estrategia convencional y de estructuras de fuerza" (Katagiri, 2015). La segunda limitación importante en el aprendizaje de la estrategia es la disponibilidad de tecnología de comunicaciones que permita a los grupos conocer y aprender de las experiencias pasadas de otras organizaciones. La razón por la que la teoría maoísta se extendió por todo el mundo e inspiró revoluciones en América Latina y otros lugares es, precisamente, porque coincidió con las innovaciones en las tecnologías de la comunicación (p. 36). Además, debido a la creciente globalización, más líderes revolucionarios se formaron en Europa y estuvieron expuestos a las teorías de pensadores revolucionarios como Marx y Lenin, lo cual les permitió repensar y restructurar la lucha revolucionaria.

Si bien Katagiri (2015) indica que la secuencia es un importante codeterminante de los movimientos revolucionarios, su análisis se centra principalmente en el concepto de victoria militar. Por otro lado, Beaufre (1998) emplea un concepto que se enfoca en infligir costes políticos al Estado dominante como medio para resolver un conflicto. No obstante, en escenarios más recientes es posible observar la forma en que los grupos no estatales han aprendido a explotar cada vez mejor las "nuevas vulnerabilidades" de los Estados, infligiendo costes políticos que disuaden a los Estados de participar en conflictos de naturaleza insurgente (Laquer, 2004, p. 450).

DAESH: APLICACIÓN EFICAZ DE LA ESTRATEGIA INDIRECTA

Aunque Daesh no siguió un ascenso típico maoísta, debido al hecho de su separación con Al Qaeda, como lo señala Katherine Zimmerman (2017), este grupo demostró encontrarse bien versado en el aprendizaje de la estrategia indirecta (p.19). Basándose en Beaufre (1998) se puede identificar un importante proceso de aprendizaje que separa a Daesh de los grupos terroristas que le precedieron cuando se trata de aplicar tácticas de erosión. Según este autor, el primer elemento importante de la táctica de erosión es resistir materialmente, lo que significa asegurar un suministro de dinero y armas con la finalidad de poder sostener a sus tropas. Durante los periodos de consolidación del califato, se podría decir que Daesh logró éxito, no solo por su importante volumen de exportaciones de petróleo, sino también por los saqueos iniciales a bancos en el norte de Iraq, así como por los asaltos a depósitos militares que les suministraron dinero y tecnología armamentística avanzada (Moore, 2017). Además, al igual que Aum Shinrikyo en Japón, se posicionaron como uno de los grupos más eficaces en el saqueo y el secuestro, aunque su principal ventaja haya provenido de la difusión efectiva de la ideología que les permitió la unificación de bases y les posibilitó convertirse en el grupo terrorista mejor financiado del planeta, según el Washington Institute (Zimmermann, 2017, p. 19)5. Sin embargo, aún más importante que la esfera material es el componente psicológico, el cual Beaufre (1998) considera "esencial en la estrategia indirecta" (p. 116). En este sentido, este autor sostiene que toda operación militar debe llevarse a cabo con el fin de lograr el éxito psicológico que, según él, es el único "verdadero éxito" en la estrategia indirecta (p. 117). Así pues, es de vital importancia mantener la moral de las tropas insurgentes para hacerles creer que se está librando una lucha moralmente correcta y que, a pesar de la inferioridad numérica, resultarán vencedores en el conflicto (Zimmermann, 2017).

Parece que nunca antes un grupo insurgente había conseguido utilizar la propaganda y el adoctrinamiento de forma tan eficaz como Daesh; tanto así que algunos académicos se refieren a ella como la "yihad mediática de alta tecnología" (Rose, 2014). Asimismo, los estrategas de redes occidentales discuten constantemente cómo Daesh aprendió a tener tanto éxito en el acceso a las "mentes y los ojos" de millones de personas alrededor del mundo6. En este sentido, la maquinaria propagandística del Daesh era especialmente fuerte en dos frentes: 1) el reclutamiento mediante la difusión de la ideología a través de producciones de alta tecnología, por ejemplo, la serie de videos Mujatweets, y 2) la difusión de propaganda sobre victorias militares y ataques terroristas. Al igual que Aum en Japón, Daesh logró reclutar a expertos en diferentes campos del conocimiento, como en el caso de Baraa Kadek, una periodista siria que se unió en 2013 y creó la llamada agencia de noticias Amaq, la cual incluso involucra el uso de una aplicación móvil (Katz, 2016)7. A diferencia de las organizaciones terroristas anteriores, Daesh ofrecía varias plataformas de fácil acceso para las agencias de noticias a nivel global y, dado que varios de sus mensajes contaban con traducción al inglés, a menudo se transferían directamente a personas de todo el mundo. Según el especialista en información del ejército australiano Jason Logue, "dominaron el concepto de propaganda de los hechos", es decir, la puesta en escena de las victorias militares, "como ningún otro grupo antes" (p. 2). Sin embargo, la pregunta es cuál es el cálculo estratégico detrás de esta maquinaria de propaganda dirigida a sus enemigos. La primera es obvia: consiste en una herramienta de reclutamiento y de refuerzo de la moral dentro de las tropas insurgentes al distraerlas de las derrotas militares, lo cual es un elemento esencial del componente psicológico (Beaufre, 1965, p. 111). Sin embargo, la moral por sí sola y el reclutamiento de nuevos soldados no son suficientes para conseguir una victoria militar, ya que para ello se necesitaría una enorme cantidad de nuevos reclutas de forma constante.

DAESH: LA MANIOBRA EXTERIOR

Clausewitz señaló que cuando la destrucción del enemigo es improbable, dada la desigualdad de fuerzas materiales o morales, se puede recurrir a otras estrategias como, por ejemplo, tratar de "paralizar al enemigo" (1955, p. 143). Dicho esto, este es el prisma a través del cual se analizará la estrategia de Daesh descrita anteriormente. En lugar de tener como objetivo obtener a una victoria militar directa, los medios de comunicación deben considerarse como herramientas diplomáticas que forman parte de una "maniobra exterior" más amplia para alcanzar el objetivo político (Beaufre, 1965, p. 110). Según este autor, la "probabilidad de éxito de una operación depende del éxito de la acción en el plano global" (1965). El cálculo principal de la misma es disuadir y, por tanto, limitar el área de libertad del enemigo mientras se aumenta la propia. Ejemplo de esto es la gran difusión mediática de los atentados terroristas en varios países europeos y la propaganda con la que fueron acompañados, lo que aumentó el impacto de estos y redujo el campo de reacción de los Estados víctimas. La idea era enviar el mensaje de: "podemos atacar a todos en cualquier lugar y en cualquier momento", muy similar al asociado a la disuasión nuclear (excepto por el aspecto de la destrucción mutua asegurada). Entonces, la difusión de imágenes de la Torre Eiffel o el Big Ben en llamas, símbolos supuestamente intocables de Occidente, evocan el recuerdo de la destrucción de las Torres Gemelas y refuerza así esta idea. Además, para lograr este efecto disuasorio Beaufre (1965) indica que se pueden utilizar "desde los procedimientos más sutiles hasta los más brutales" (p. 111). Daesh ha optado por este último y, sobre todo, el llamado a los "combatientes yihadistas" para que utilicen cuchillos y automóviles con el fin de atentar contra Occidente en lugar de dirigirse a Siria a luchar, aporta un elemento de gran interés para el análisis. No hace falta decir que los cuchillos y los carros tienen una serie de ventajas estratégicas, como que requieren menos habilidad y son más difíciles de detectar por las fuerzas estatales, pero aún más importante es que poseen un fuerte efecto emocional. Se crea un entorno de amenaza constante, dado que la gente está rodeada de carros en su cotidianidad, lo que convierte a todos en un atacante potencial; del mismo modo, los cuchillos se asocian a menudo con la rabia y la brutalidad, ya que desencadenan "una experiencia más visceral y gráfica" e infunden más miedo que, por ejemplo, las armas balísticas (Niiler, 2014). Por lo tanto, el efecto combinado de la campaña de propaganda de Daesh se centra en el corazón de los métodos terroristas, entiéndase, el miedo y la publicidad, aunque esta vez con el objetivo implícito de la disuasión.

En los niveles más fundamentales esto ha logrado funcionar ya que ha creado división social. Por ejemplo, la inteligencia alemana (Verfassungsschutz)8 considera que los atentados terroristas son un factor central en el incremento del 13% en los delitos motivados por la derecha política y de la duplicación de los atentados en contra de los refugiados cada año desde 2014. Además, el 30% de los delitos posteriores fueron cometidos por personas que nunca antes habían delinquido y, en respuesta a esto, también se experimentó un aumento en la violencia proveniente de la extrema izquierda9. Sin embargo, este miedo no solo se dirigió a la gente, sino predominantemente al nivel político. Los atentados terroristas en Europa limitaron el espacio de actuación de los políticos y, aparte de los recurrentes estados de emergencia y los fuertes discursos contra el terrorismo, los responsables políticos parecían incapaces de contrarrestar la amenaza. Al mismo tiempo, los continuos recordatorios de la brutalidad de Daesh y su proyección de escalamiento, intercedidos por las campañas de propaganda, disuadieron a los países de enviar fuerzas terrestres a Siria. Daesh logró que el precio político para detenerlos pareciera extremadamente costoso. La idea de videos de decapitaciones de soldados de la OTAN en redes sociales habría sido demasiado difícil de soportar para el público occidental y los responsables políticos por igual. En términos de Clausewitz (1955), se puede inferir que esta estrategia de disuasión fue lo suficientemente exitosa como para obligar a Occidente a hacer la voluntad de Daesh (p. 143). En este caso, los Estados se encontraron en la posición de verse "desarmados" de sus capacidades políticas (Clausewitz, 1955). De este modo, Daesh pudo aumentar su influencia en el campo de batalla y continuar su cruzada mientras se incrementaba la moral de sus tropas con cada nueva conquista. Por otro lado, la OTAN y los países europeos se vieron limitados en participar en tácticas de combate que limitaran al mínimo los riesgos políticos, a saber, las operaciones aéreas.

APRENDER A EXPLOTAR LAS NUEVAS VULNERABILIDADES

Laquer (2004) habla de una "nueva vulnerabilidad" de los Estados occidentales que, en el plano material, es resultado del progreso técnico que ha permitido la construcción de "megaciudades de alta tecnología" que presentan mayores inseguridades (p. 451). Además, los grupos terroristas han aprendido a aprovechar los principios y la ideología occidentales para el beneficio de su causa. Por ejemplo, la libertad de culto les sirve para ocultar células terroristas en mezquitas. De hecho, la coalición contra ISIS aplicó la misma lógica durante la batalla de Kobane, en la que un grupo de mujeres kurdas resistió a las fuerzas del Daesh durante su periodo de mayor fortaleza. Debido al hecho de que los islamistas creen que a los yihadistas se les niega el acceso al paraíso si los mata una mujer, tuvieron que avanzar mucho más despacio, lo que les ocasionó sufrir muchas pérdidas. Sin embargo, más importante parece ser la disposición psicológica de los Estados actuales, resultado de las experiencias del colonialismo -en Vietnam por ejemplo, y, sobre todo, las Guerras del Golfo-, que no condujeron a "victorias decisivas" ni a periodos de paz duraderos, sino que tuvieron un alto precio político y, por tanto, disminuyeron el capital político para participar en conflictos intervencionistas (Blainey, 1988, p. 3). Hoy en día, a Occidente le interesa predominantemente mantener el riesgo de pérdidas militares lo más reducido posible, lo que se traduce en la disminución de las "defensas puntuales" dentro de las zonas de conflicto como medio eficaz para reducir la expansión terrorista (Luttwak, 1987, p. 201). Los terroristas han aprendido a explotar esta circunstancia, es decir, escalando a una lucha ilimitada, dado que cuanto mayor sea el nivel de escalada y brutalidad, mayores serán los costes políticos que puedan infligir. Como sostiene Laquer (2004), hace cien años los terroristas evitaban los atentados que dañaban a los miembros inocentes de la familia de un objetivo, mientras que ahora parece no haber límites porque los grupos han aprendido que "el asesinato indiscriminado sirve al objetivo político" (p. 452). Si esta tendencia continúa, es acertado proyectar que Occidente pronto habrá sobrepasado su "punto de culminación de la victoria", aunque en una dimensión temporal, no espacial, lo que se traduce en que con el tiempo el número de aparentes victorias militares se logrará con costes políticos tan elevados, que es imposible una terminación de la guerra con un resultado positivo en relación con los objetivos de esta (Clausewitz, 1955, p. 570). En consecuencia, Occidente podría encontrarse más allá de sus capacidades políticas para continuar en el conflicto y tendría que retirar su actividad militar, lo que significa que gradualmente el territorio caería en manos de grupos terroristas locales (Kirchbach, 1989, p. 8).

A los responsables políticos les convendría considerar la campaña de propaganda junto con los atentados terroristas en el contexto de una maniobra exterior aprendida. Parece evidente que estas campañas no pueden ser entendidas simplemente como violencia ciega contra los llamados "infieles", sin un previo cálculo estratégico. Si damos crédito a Beaufre (1998), quien apunta a que la raíz de muchas derrotas es el resultado de acciones que tuvieron lugar fuera del teatro de operaciones, es decir, el éxito de la maniobra exterior, tenemos que prestar mucha más atención al cálculo estratégico que hay detrás de la actividad de Daesh fuera de los campos de batalla (p. 122.). La experiencia con Daesh demuestra que ha existido un proceso de aprendizaje en el plano estratégico cuando se trata de forzar su voluntad sobre otros Estados, negándoles "la probabilidad de victoria" mediante la aflicción continua de costes políticos (Clausewitz, 1955, p. 161). Sin embargo, estos grupos siguen siendo inferiores en cuanto a capacidades militares y, por lo tanto, necesitan encontrar formas de sobrevivir durante los combates diarios de campaña. Por esto, en el último apartado se examinará cómo las tropas insurgentes han aprendido a sortear la inferioridad militar en la guerra irregular.

EL APRENDIZAJE OPERATIVO

Cuanto más dura un conflicto, más se adaptan los adversarios a las estrategias y tácticas del contrario, además, cuanto mayor es la voluntad política, más cortos son los periodos de inactividad y más fuerte es la presión adaptativa para aprender (Clausewitz, 1955, p. 85). El conocimiento operativo se adquiere de diferentes maneras y cada uno de los grupos utiliza el tipo de aprendizaje que mejor se adapta al entorno táctico en el cual se desenvuelve su accionar (Forest, 2006, p. 62). En este apartado se analizarán las especificidades de esos procesos de aprendizaje y se expondrán ejemplos contrastados.

La principal forma de aprendizaje por parte de los insurgentes es a través del método de ensayo y error. Así, las lecciones positivas suelen tener el impacto de reforzar las creencias o los comportamientos existentes, mientras que las lecciones negativas suelen crear cambios, a través de la adaptación, la evolución o la innovación (Kettle y Mumford, 2016, p. 533). Como ejemplo, se puede observar la táctica de la guerra soviética-afgana que fue imitada casi en su totalidad en la guerra de Afganistán de 2001 contra Estados Unidos y las fuerzas de la coalición. La estrategia consistía en que los talibanes combatían principalmente en las zonas rurales y, sobre todo, en las montañas, donde las fuerzas mecanizadas del enemigo no podían llegar. Además, construyeron túneles a través de las montañas que no solo ofrecían protección contra los ataques aéreos, sino que también les servían de refugio para las operaciones especiales destinadas a abatir a los líderes terroristas. La geografía del escenario del conflicto, por ejemplo, la existencia del hinterland y su entorno desempeñan un papel esencial en el proceso de aprendizaje de los insurgentes y grupos terroristas que buscan el establecimiento de un Estado bajo los conceptos más clásicos de la geopolítica. Un ejemplo contrastado es el caso de Sendero Luminoso, un grupo insurgente peruano que se esforzó por reclutar a indígenas, ya que se adaptan mejor al entorno de los Andes, una estrategia practicada eficazmente también por los franceses durante su asedio en Madagascar. La lógica de ensayo y error motiva la innovación, ya que cuando los grupos están expuestos a nuevas tecnologías de armamento se ven obligados a idear tácticas operativas innovadoras. Como muestran Jackson et al. (2005), es difícil trazar una línea clara entre el aprendizaje como resultado de experiencias pasadas y los experimentos o "pruebas piloto" que se inspiran simplemente en la disponibilidad de nuevas tecnologías (p. 193). El empleo innovador de equipos de doble propósito fue observado durante las batallas de Mosul y Raqqa, en las que los combatientes del Daesh utilizaron drones comerciales como artefactos explosivos y lanzadores de granadas. Para ello, el Daesh cargó drones fotográficos con explosivos, ubicándolos sobre las posiciones enemigas con la ventaja de ser operados a distancia. Estas acciones evolucionaron hasta convertirse en la "táctica de los dos golpes" en la que primero se lanza una granada a un lugar para obligar a la infantería enemiga a cambiar de posición hacia donde se dirigirá una segunda acción. La "táctica de los dos golpes" se practicó por primera vez con los atentados suicidas con carros en las ciudades, en los que se conducía un vehículo cargado con una bomba hacia una multitud y se activaban las bombas en la ruta de escape. La tecnología de los drones ya no requiere la pérdida de tropas y aumenta su nivel de movilidad (Gibbons-Neff, 2017). Este know-how en tecnología de drones supera incluso al de las fuerzas anti-ISIS, como señaló Joachim Berkle en una conferencia en SciencesPo sobre el futuro de la Seguridad Nacional10.

El ensayo y error es una lógica que no solo practican los grupos insurgentes, sino casi todas las organizaciones de naturaleza militar, las cuales suelen realizar ejercicios de aprendizaje tras las operaciones como medio para evitar errores y maximizar la eficacia de la acción en el futuro. En el pasado, la educación institucionalizada de la insurgencia fue un fenómeno inusual, sin embargo, se ha observado cómo el grupo terrorista de origen islámico Daesh ha incursionado en las escuelas, introduciendo desde uniformes para niños hasta libros de matemáticas que basan sus ejercicios en contextos militares con el objetivo de radicalizar y entrenar a los yihadistas desde una temprana edad (Molloy, 2017). Además, los grupos recopilan sus experiencias e ideología en libros de texto que se distribuyen entre sus tropas como, por ejemplo, Al-Qaeda con libros como Bajo el paraguas del Corán y Señales a lo largo del camino (Forest, 2006, p. 5). Estos libros engloban conocimientos tanto motivacionales como operativos para los nuevos reclutas de los movimientos extremistas (Forest, 2006)11. Dicho esto, es importante señalar que los seres humanos aprenden mejor de sus propias experiencias que cuando son enseñados por otros (Katagiri, 2015). Sin embargo, el intercambio de conocimientos operativos entre organizaciones es un fenómeno cada vez más frecuente, ya que facilita la puesta en práctica de innovaciones en materia de tácticas y equipos que ya han sido probados en otros escenarios bélicos. En 2001, tres presuntos miembros del Ejército Republicano Irlandés (IRA) fueron detenidos en Bogotá por haber entrenado a la guerrilla de las FARC en tácticas de terrorismo urbano. Esto revela cómo dos grupos terroristas, profundamente diferentes en su "motivación, antecedentes y objetivos finales", fueron capaces de proporcionar plataformas de aprendizaje para ser aplicadas por otros (Forest, 2006, p. 17). El intercambio de conocimientos dispersos aumenta exponencialmente el impacto en las estructuras del enemigo convencional y la difusión de estrategias de un teatro de operaciones a otro (Forest, 2006, p. 25). Hoy en día, los avances en los medios de comunicación y la tecnología facilitan la proliferación de este conocimiento haciéndolo accesible en todo el mundo en un espacio de tiempo reducido. Esto ha propiciado el adoctrinamiento de "lobos solitarios" y el aumento de los atentados terroristas llevados a cabo por individuos sin "pertenencia física a ninguna organización", como los experimentados en Orlando, Niza, San Bernardino y Berlín (Forest, 2006). En este sentido, se han publicado pruebas procedentes de una investigación del gobierno alemán, que apuntan a que Anis Amri recibió instrucciones directas de Siria sobre cómo llevar a cabo el atentado en el mercado navideño de Berlín12. Como lo sostiene Forest (2006), los enfoques de aprendizaje compartidos en internet son una ventaja para los insurgentes, ya que reducen los costos económicos, permiten un mayor alcance y son difíciles de detectar (p. 17).

Además, hoy en día la cobertura informativa a nivel global facilita la transferencia de conocimientos motivacionales y operativos ampliando su alcance e impacto (Jenkins, 2004, p. 78). Esto inspira la reproducción de acciones terroristas exitosas incluso sin presentar las características particulares de cada teatro de operaciones. Un ejemplo lo proporciona el asesinato del presidente del Gobierno español Luis Carrero Blanco en 1973 por parte de ETA, mediante una compleja operación que implicó la detonación de explosivos colocados en un túnel construido por los terroristas bajo una calle que el presidente solía recorrer. Un año después, esta acción fue narrada en el libro Operación Ogro: cómo y por qué asesinamos a Carrero Blanco. Según el FBI (2006), este acto terrorista al parecer se intentó replicar en Nueva York en 2006, en una acción donde presuntos terroristas de Al-Qaeda planeaban instalar explosivos en los túneles del sistema de transporte de Nueva York (p. 2). No se conoce ninguna relación entre Al-Qaeda y ETA para la ejecución del segundo complot terrorista, sin embargo, los miembros de Al-Qaeda se inspiraron en ETA para poner en práctica su plan en un entorno completamente diferente. Más revelador aún es el hecho de que, tras los "exitosos" atentados del 11-S, el mundo haya visto un aumento de los atentados suicidas, pasando de 16 entre 1991 y 2000 a 180 en los 5 años posteriores (Atran, 2006, p. 128). Parece difícil que se pueda intervenir simplemente en este particular proceso de aprendizaje realizando una suerte de "análisis de tráfico de conocimientos", ya que los estímulos y las respuestas son ciertamente dispersos y diversos.

CONSEJOS POLÍTICOS Y PERSPECTIVAS

Este documento ha mostrado que los movimientos terroristas e insurgentes han pasado por un proceso de aprendizaje estratégico que ha ocasionado que los esfuerzos antiterroristas de las fuerzas estatales sean insuficientes. Los grupos parecen haber comprendido y asimilado las debilidades de los Estados, es decir, el capital político del que se dispone para incursionar en estos conflictos. De igual forma, parece que los recientes avances tecnológicos han beneficiado especialmente a los grupos terroristas, ya que han mejorado su capacidad de comunicación dentro del grupo, su interconexión con otras organizaciones y han llevado a la innovación en nuevos métodos operativos probados en el campo de batalla. Podría decirse que si los responsables políticos quieren adelantarse a las curvas de aprendizaje de estos grupos deben adoptar enfoques que contemplen las estrategias insurgentes desde los ojos de las organizaciones. El exitoso proceso de aprendizaje de los terroristas y sus enfoques puede explicarse mediante el uso de la literatura estratégica clásica y, especialmente, el concepto de la maniobra exterior en la estrategia indirecta desarrollados por Beaufre (1998) y Liddell Hart (1998), que representan un marco teórico esencial para comprender el cálculo estratégico de grupos terroristas como Daesh. Entonces, se puede afirmar que el discurso del aprendizaje terrorista se beneficiaría de la adición de una perspectiva estratégica con la finalidad de anticipar futuros ataques terroristas.

De igual forma, es importante observar cómo tácticas insurgentes y terroristas son replicadas en diferentes teatros de operaciones. En este sentido, se debe indagar sobre posibles implicaciones en Colombia y México de las operaciones realizadas por grupos terroristas de origen islámico en Oriente Medio y el Norte de África. Se debe analizar con preocupación la similitud de tácticas utilizadas para difundir terror, principalmente mediante la tortura y el asesinato de rehenes y prisioneros de grupos adversarios. Actualmente, podemos presenciar cómo dichas acciones se hacen públicas y masivas a través del uso de redes sociales ampliamente accesibles para cualquier ciudadano. Esto incrementa el impacto estratégico de cualquier acción realizada por estos grupos, lo que aumenta la vulnerabilidad de los Estados. Dicho esto, sería pertinente realizar un análisis comparativo de tácticas y estrategias llevadas a cabo en el Medio Oriente y América Latina.


NOTAS

1 Ver aportes de la conferencia de la Academia Británica sobre aprendizaje de terroristas, llevada a cabo en junio de 2015.
2 Katagari (2015) desarrolló una teoría de aproximaciones secuenciales fundamentadas en las tradiciones maoístas, sin embargo, hace pocas referencias a las especificidades de los procesos de aprendizaje de grupos terroristas.
3 Este escrito propone utilizar el apelativo "Daesh" para el grupo terrorista de origen islámico, conocido en español como "Estado Islámico", para efectos de convergencia con otros artículos académicos e idiomas.
4 El contexto geopolítico que contribuyó a la derrota francesa sobrepasa el marco de este artículo. Para mayor información ver Katagiri (2015) y Said (1981).
5 Para un contexto más detallado de las finanzas de Daesh, ver Bauer (2018).
6 Ver la discusión en Koerner (2016).
7 Existe evidencia de que Aum reclutó un experto soviético para el experimento con Sarín (Parachini, 2005, p. 34).
8 Oficina Federal para la Protección de la Constitución.
9 Ver Oficina de Estadística Criminal de la Policía de Alemania (s. f.).
10 Joachim Bertele, director general de la Política Exterior, Seguridad y Desarrollo de la Cancillería alemana, el 22 de noviembre de 2017.
11 Otro ejemplo de gran importancia es el Libro Verde de Euskadi Ta Askatasuna (ETA), el cual contiene información táctica, adoctrinamiento histórico y recomendaciones de estilos de vida.
12 Ver la Directiva del Parlamento Estatal de Westfalia del Norte del Rinn: https://www.landtag.nrw.de/portal/WWW/dokumentenarchiv/Dokument/MMV16-4937.pdf


REFERENCIAS

Abrahms, M. (2018). Rules for rebels: The science of victory in militant history. Oxford University Press.

Art, R. y Waltz, K. (2004). The Use of Force. Rowman & Amp. Littlefield.

Arreguín-Toft, I. (2008). How the weak win wars: a theory of asymmetric conflict. Cambridge University Press.

Atran, S. (2006). The moral logic and growth of suicide terrorism. The Washington Quarterly, 29(2), 127-147. doi:10.1162/016366006776026239

Beaufre, A. (1998). Introduction à la stratégie. Hachette-Pluriel.

Bauer, K. (2018). Survey of Terrorist Groups and Their Means of Financing. The Washington Institute for Near East Policy. https://www.washingtoninstitute.org/media/1321

Beaufre, A. (1965). An Introduction to Strategy: With Particular Reference to Problems of Defense, Politics, Economics, and Diplomacy in the Nuclear Age. Praeger.

Blainey, G. (1988). Causes of War. Free Press

Chaliand, G. (1994). Stratégies de la guérilla. Payot.

Chaliand, G. (2003). Les stratégies du terrorismo. Desclée de Brouwer.

Criminal statistics of the Federal Criminal Police Office (Bundeskriminalamt). https://www.bka.de/DE/AktuelleInformationen/StatistikenLagebilder/PolizeilicheKriminalstatistik/pks_node.html

Clausewitz, C. V. (1955). De la guerre. Edition de Minuit.

Dolnik, A. (2007). Understanding Terrorist Innovation: Technology, Tactics and Global Trends. Abingdon: Routledge.

Galula, D. (2010). Counterinsurgency warfare: theory and practice. Pentagon Press.

George, S. (2005). Connectivism: A learning theory for the digital age. International Journal of Instructional Technology and Distance Learning, 2(1).

Federal Bureau of Investigation (FBI) (2006). Press release: Lebanese-US government cooperate and disrupt plan to NY-NJ transportation system. FBI National Press Office. https://web.archive.org/web/20161226165747/https://www2.fbi.gov/pressrel/pressrel06/transportation_threat070706.htm

Ferdi, S. (1981). Les débuts de la guerre d'Algérie. Stratégie de la guérilla-anthologie historique de la longue marche à nos jours (pp. 119-125). SEUIL.

Forest, J. (2006). Teaching terror: Strategic and tactical learning in the terrorist world. Rowman and Litt-lefield Publishers.

Gartenstein-Ross, D. (2017). The Manchester attack shows how terrorist learn. The Atlantic. https://www.theatlantic.com/international/archive/2017/05/manchester-terrorism-isis-attack-al-qaeda/527748/

Gibbons-Neff, T. (2017). ISIS drones are attacking U.S. troops and disrupting airstrikes in Raqqa. The Washington Post. https://www.washington-post.com/news/checkpoint/wp/2017/06/14/isis-drones-are-attacking-u-s-troops-and-disrupting-airstrikes-in-raqqa-officials-say/?utm_term=.d8b3cdd8c9b3

Hoffman, B. (2006). Inside terrorism. Columbia University Press.

Koerner, B. I. (2016). Why ISIS is winning the social media war. Wired. https://www.wired.com/2016/03/isis-winning-social-media-war-heres-beat/

Laqueur, W. (2004). The changing face of terror. The Use of Force, 6, 454.

Jackson, B. et al. (2005). Organizational Learning in terrorist groups andits implications for combating terrorism. Infrastructure, Safety and Environment, RAND Corporation.

Jackson, B. A., Baker, J. C. y Cragin, K. (2005). Aptitude for Destruction: Case studies of organizational learning in five terrorist groups (vol. 2). RAND Corporation.

Jenkins, B. M. (2004). International terrorism. En R. Art. y K. Waltz (ed.). The use of force: military power and international politics. Rowman & Littlefield Publishing Group Inc.

Katagiri, N. (2015). Adapting to win: how insurgents fight and defeat foreign states in war. University of Pennsylvania Press.

Katz, R. (2016). ISIS's Mobile App Developers Are in Crisis Mode. VICE. https://www.vice.com/en/article/qkj34q/isis-mobile-app-developers-are-in-crisis-mode

Kettle, L. y Mumford, A. (2016). Terrorist learning: A new analytical framework. Studies in Conflict and Terrorism, 40(7), 523-538.

Kirchbach, H. P. (1989). Clausewitz and the culmination point of victory. U.S. Army War College.

Liddell Hart, B. (1998). Stratégie. Perrin.

Luttwak, E. N. (1987). The Logic of War and Peace. Belknap.

Mazarr, M. J. (2008). The folly of 'asymmetric war'. The Washington Quarterly, 31(3), 33-53. doi:10.1162/wash.2008.31.3.33

Molloy, M. (2017). Islamic State textbooks featuring guns and tanks 'used to teach children maths' in school. The Telegraph. http://www.telegraph.co.uk/news/2017/02/16/isis-textbooks-featuring-guns-tanks-used-teach-children-maths/

Moore, P. (2017). International Terrorism. En D. Reveron et al. (Eds.), The Oxford Handbook of U.S. National Security. Oxford University Press. DOI: 10.1093/oxfordhb/9780190680015.013.27

Mumford, A. (2015). How terrorist groups 'learn': Innovation and adaptation in political violence. British Academy Review, 26. https://www.britac.ac.uk/sites/default/files/BAR26-08-Mumford.pdf

Murray, W. M. y Bernstein, A. (2009). The making of strategy: rulers, states, and war. Cambridge University Press.

Niiler, E. (2014). Knife vs. Gun: What a Weapon Reveals. https://www.seeker.com/knife-vs-gun-what-a-weapon-reveals-1768455243.html

Oficina de Estadística Criminal de la Policía de Alemania (s. f.). www.bka.de/DE/AktuelleInformationen/StatistikenLagebilder/PolizeilicheKriminalstatistik/pks_node.html

Parachini, J. (2005). Aum Shinrikyo. En B. Jackson. Aptitude for Destruction. Volume 2: Case Studies of Organizational Learning in Five Terrorist Groups. RAND Corporation.

Richardson, L. (2006). Roots of Terrorism. Campus Press.

Rose, S. (2014). The Isis propaganda war: a hi-tech media jihad. The Guardian. https://www.theguardian.com/world/2014/oct/07/isis-media-machine-propaganda-war

Zimmerman, K. (2017). America's Real Enemy. Critical Threats. American Enterprise Institute.