Editorial

Carlos Alberto Restrepo Rivillas
Director de investigaciones

Las economías actuales enfrentan niveles crecientes de desempleo acompañado de alta competencia en los mercados. En ese contexto, el emprendimiento se ha constituido en una alternativa para generar una mejor dinámica del mercado laboral y para explorar nuevos productos y servicios que puedan competir a nivel global. Sin embargo, aún resta mucho por hacer en las economías en desarrollo si se pretende generar emprendimientos de calidad que permitan generar mejoras estructurales en la competitividad.

Actualmente, el 97% del empleo en economías emergentes es explicado por las PYMES y los emprendedores se han convertido en motores del progreso económico y social (WEF, 2013). En Colombia, el 23,7% de la población entre 18 y 64 años está involucrada en actividades de emprendimiento, aunque la mayor dinámica está en el emprendimiento potencial, naciente y nuevo, mientras que el consolidado sigue estable (GEM, 2014).

Ya sea que se entienda el emprendimiento como la creación de empresas, start ups o como la creación de nuevas unidades de negocios en empresas existentes, spin offs, parte clave de la estratega de generación de una cultura del emprendimiento es la educación en el tema, lo cual implica ver el emprendimiento como una actitud general frente a la vida. Igualmente, demanda estudiar ejemplos de vida de emprendedores que han innovado en sus sectores. El emprendimiento se constituye así en un modo de vida enfocado al desarrollo del espíritu empresarial.

A nivel macro, los estudios sugieren una relación inversa entre el nivel desarrollo y las tasas de emprendimiento (GEM, 2014) ,las cuales suelen estar acompañadas de elevadas tasas de mortalidad de las empresas creadas. Superar el emprendimiento por necesidad con muy poco valor agregado demanda articular las iniciativas de nuevos negocios al sistema nacional de innovación, pensar el emprendimiento desde las regiones, desde las potencialidades reales de la estructura productiva del país en cada lugar del territorio.Entendido de esta manera,el emprendimiento debe estar integrado con dos conceptos muy importantes: la innovación y la internacionalización. Según el Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología, Colombia gasta aproximadamente el 0,17% del PIB en actividades de investigación y desarrollo (I+D) y el 0,47% del PIB en actividades de Ciencia,Tecnología e Innovación (ACTI), por lo cual resulta claro que la inversión y la articulación institucional deben ser una prioridad para generar resultados importantes.

Recientemente, el país ha hecho esfuerzos por crear una institucionalidad para el emprendimiento. La expedición de la Ley 789, en la cual se da vida al Fondo Emprender; la Ley 1014, de fomento a la cultura del emprendimiento; la Ley 1429, de formalización y generación de empleo, así como la promulgación de la política nacional de emprendimiento en 2009; la creación de Innpulsa en 2012 y las Redes Regionales de Emprendimiento en el mismo año, han permito establecer la bases para un política pública articulada con recursos y actores, los cuales buscan promover la cultura del emprendimiento, la financiación y el fortalecimiento institucional a nivel local.

Por lo tanto, pensar el emprendimiento como parte de una estrategia global de desarrollo económico y social plantea desafíos, tanto para la academia y las instituciones de formación en general, como para las entidades encargadas del diseño de políticas públicas y las organizaciones sociales de apoyo al desarrollo empresarial. Se requiere una visión integrada sobre una cultura del emprendimiento en la que se incluyan la innovación y el enfoque internacional de los mercados.


Referencias

World Economic Forum (2013). Entrepreneurial Ecosystems Around the Globe and Company Growth Dynamics. Ginebra, Suiza.

Global Entrepreneurship Research Association (2014). Global Entrepreneurship Monitor. Global Report 2013. Concepción, Chile.