Editorial

Consolidar un entorno que favorezca la competitividad de las empresas es uno de los desafíos más grandes a los que se enfrenta Colombia en un momento en el que los procesos de integración comercial se han acelerado. Un elemento fundamental del entorno de las empresas tiene que ver con la infraestructura, aspecto en el cual Colombia presenta un gran retraso frente a otros de la región. Según el más reciente Reporte Global de Competitividad, en una muestra de 148 países, Colombia ocupa el puesto 110 en infraestructura de puertos, el 95 en aeropuertos, el 130 en carreteras, el 65 en red eléctrica, y el 89 en infraestructura de ancho de banda para internet. En estas mediciones nos superan países como Chile, Ecuador, México, Uruguay, Bolivia y Perú.

Es difícil pensar que nuestras empresas podrán competir en condiciones medianamente equitativas con los productores de países como Estados Unidos, Corea del Sur y China, mientras las condiciones de infraestructura sigan afectando sus costos y minando sus márgenes de rentabilidad. De nada sirve que el país y las empresas inviertan en procesos de calidad e innovación, y que los gerentes hagan un esfuerzo importante por ajustar sus procesos al interior de las empresas, si las mejoras de productividad son absorbidas por una infraestructura ineficiente y obsoleta.

Naturalmente es un tema que el Estado no puede enfrentar y solucionar por sí solo. Se requiere un sector privado activo, eficiente, transparente y comprometido con el desarrollo del país. En ese sentido, las alianzas público-privadas parecen ser una estrategia inteligente, aunque falta ver cómo se desarrollen en los próximos años, ya que se espera que el número de proyectos gestionados de esta manera sea sustancialmente mayor al actual.

Para enfrentar este desafío, el país se ha embarcado en varias iniciativas con las que se espera enfrentar el difícil reto de ubicar nuestra economía a la vanguardia en la región en todos estos campos, entre las que se destacan: el plan de vías 4G, cuyo costo estiman en $47 billones de pesos; los corredores arteriales de la competitividad y los corredores de mantenimiento, que suman $4 billones; las inversiones en cables submarinos, subasta de espectro y la tecnología de cuarta generación en telecomunicaciones.

A pesar de estos objetivos, temas como las relaciones con comunidades, las licencias ambientales, la disponibilidad fiscal, la corrupción, el lento ajuste institucional del sector, el orden público en algunas regiones, y la gestión financiera pueden ser aspectos que atenten con el desarrollo de estos proyectos y el logro de los objetivos.

El esfuerzo vale la pena, ya que, además de agilizar el transporte de bienes y personas, reducir costos, bajar la accidentalidad, aumentar la conectividad de las empresas y mejorar la posibilidad de hacer negocios en medios virtuales, la mejora de la infraestructura permite mejorar las condiciones de empleo y aliviar la pobreza en las diferentes regiones. Es una apuesta por un mejor país, fortalecido desde la base y preparado para ofrecer a sus empresarios un entorno que les permita desarrollar ventajas competitivas.