EL DISEÑO REGENERATIVO EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA ATRACTIVIDAD TURÍSTICA
THE REGENERATIVE DESIGN IN THE CONSTRUCTION OF TOURISM ATTRACTIVENESS
Roxana Laura Hruby
Licenciada en Arte de la Universidad Nacional de San Martín,
Argentina
Coordinadora del Centro de Investigación y Desarrollo del Turismo,
Escuela de Economía y Negocios de la Universidad Nacional de San Martín (CIDeTur-EEyN-UNSAM)
Universidad Nacional de San Martín
Argentina
[rhruby@unsam.edu.ar]
Yazmín Betsabé Abraham
Magíster en Desarrollo Territorial de la Universidad Nacional de Quilmes
Centro de Investigación y Desarrollo del Turismo de la Escuela de Economía y Negocios de la Universidad Nacional de San Martín
Argentina
[yabraham@unsam.edu.ar]
Para citar el artículo: Hruby, R. y Abraham, Y. (2025). El diseño regenerativo en la construcción de la atractividad turística. Turismo y sociedad Vol. XXXVI, pp. 277-293. DOI: https://doi.org/10.18601/01207555.n36.11
Fecha de recepción: 30 de noviembre de 2023. Fecha de modificación: 8 de febrero 2024. Fecha de aceptación: 27 de junio de 2024.
Resumen:
Durante el siglo XX, diversas ciencias y disciplinas han atravesado un giro subjetivo debido a los aportes epistémicos de las corrientes filosóficas contemporáneas, que cuestionan la posición del sujeto investigador postulada por el positivismo y el neopositivismo.
El objetivo de este artículo es tensionar la relación Sujeto-Objeto en la construcción de los atractivos que constituyen la experiencia turística, observando de qué manera el Turismo Regenerativo problematiza esta relación. El trabajo presenta un enfoque cualitativo y teórico, de diseño explicativo a través de la contrastación bibliográfica, el estudio de regularidades empíricas y las variables que los constituyen. Este análisis en la abstracción busca elaborar una reflexión crítica y un postulado teórico de la propuesta regenerativa, poniendo en práctica el giro epistémico planteado por algunas de las corrientes filosóficas del S.XX (Salgado González, 2013).
Palabras clave: Atractividad, Sujeto/Objeto, Turismo Regenerativo, Epistemología, Tensión.
Abstract:
Throughout the 20th century, various sciences and disciplines have undergone a subjective shift due to the epistemic contributions of contemporary philosophical movements. These movements challenge the role of the investigative subject as posited by positivism and neo-positivism. The aim of this article is to explore the relationship between subject and object in the formation of the elements that make up the tourist experience. It examines how regenerative tourism complicates this relationship. The study adopts a qualitative and theoretical approach, employing an explanatory design through bibliographic comparisons, analysis of empirical patterns and relevant variables. Through abstract analysis, the study aims to develop a critical reflection and a theoretical proposition regarding regenerative practices, embodying the epistemic shift advocated by certain philosophical trends of the 20th century (Salgado González, 2013)
Keywords: Attractiveness, Subject/Object, Regenerative Tourism, Epistemology, Tension.
1. Introducción
Durante el siglo XX, diversas ciencias y disciplinas han atravesado un giro subjetivo debido a los aportes epistémicos de las corrientes filosóficas contemporáneas, que cuestionan la posición del sujeto investigador postulada por el positivismo y el neopositivismo. En el campo del turismo, recién a principios del siglo XXI, se encuentran trabajos que posicionan este tema en el centro del debate sobre la producción científica (Castañeda et al., 2013), principalmente con el fin de determinar si el turismo debe ser considerado como disciplina científica o no. Sin embargo, Nechar (2011) señala que esta búsqueda de cientificidad empantana las concepciones epistemológicas que le dieron origen. En este sentido, principalmente en Latinoamérica, comenzaron a emerger investigaciones de índole epistémica que postulaban diferentes delimitaciones conceptuales en torno a la definición del turismo propiamente dicha (Campodónico, 2017; Pannosso Netto, 2007; Castañeda et al., 2013; Osorio, 2007; Moscoso, 2019), su modo de abordaje multi, inter y transdisciplinario (Korstanje, 2016) y su delimitación en los estudios turísticos y el campo académico (Comparato, 2022).
Ahora bien, resulta interesante plantear de qué manera esta perspectiva ha modificado la concepción sobre la construcción de los atractivos turísticos a partir de metodologías heredadas del positivismo. Estos abordajes, provenientes de las distintas ciencias y disciplinas que han estudiado el turismo durante décadas desde una visión esencialmente productivista, sostienen este posicionamiento del sujeto distanciado del objeto y del ambiente que lo constituye. Es decir, la ponderación de la atractividad de un destino se construye como mero objeto de consumo, focalizándose en las características que lo conforman más que en la interacción entre los actores que constituyen el campo de desarrollo. De esta manera, se limitan las posibilidades de análisis de las distintas variables que surgen de esta interacción. Ahora bien, en las últimas décadas, el paradigma regenerativo comienza a tensionar este enfoque a partir de una mirada sistémica que problematiza la perspectiva descrita y que es aplicable al turismo. En este sentido, encontramos en la regeneración un cuestionamiento que postula una visión holística, integral y dinámica donde la relación Sujeto-Objeto se modifica. De esta manera, el turismo regenerativo refleja un replanteamiento epistémico del turismo como campo de estudio.
Considerando que la ponderación de atractividad y la delimitación de un atractivo -elementos constitutivos de la experiencia turística- se construyen a partir del posicionamiento desde el cual el sujeto observa y valora, surge como interrogante, ¿cuál es la mirada que determina y construye esta valoración? A fin de repensar teóricamente estos cuestionamientos, el objetivo de este trabajo es tensionar la relación Sujeto-Objeto en la construcción de los atractivos que constituyen la experiencia turística, observando de qué manera la propuesta de Turismo Regenerativo problematiza esta relación y ofrece una alternativa innovadora en el campo del Turismo.
Para este análisis, se recurre a un enfoque cualitativo y teórico, de diseño explicativo a través de la contrastación bibliográfica, el estudio de regularidades empíricas y las variables que los constituyen. Por un lado, se utilizan las herramientas de la hermenéutica a fin de comprender los datos contextuales que componen a las variables en tanto referentes empíricos que permiten visualizar las características enunciadas, a la fenomenología como procedimiento que permite profundizar en la observación y finalmente a las herramientas de la teoría crítica para establecer la tensión conceptual buscada, debido a que desde la crítica es posible cuestionar las "[…] fallas y limitaciones, de superar las exclusiones injustificadas atendiendo así a la distancia, a las disonancias cognitivas entre la pretensión normativa y la realidad fáctica" (Leyva, 2005, p. 101; en Castañeda et al. 2013, p. 335). Este análisis en la abstracción busca elaborar una reflexión crítica y un postulado teórico de la propuesta regenerativa, poniendo en práctica el giro epistémico planteado por algunas de las corrientes filosóficas del s. XX (Salgado González, 2013), a fin de contribuir al campo de conocimiento en Turismo.
2. La objetivación del fenómeno turístico como marco de referencia
Durante décadas, el turismo ha sido entendido como un fenómeno objetivo, medible y cuantificable debido a la preponderancia del enfoque economicista que ha delimitado sus estudios (Castañeda, et al., 2013; Korstanje, 2016; Comparato, 2016). La búsqueda de resultados objetivos y generalizables, características propias del paradigma positivista que ha marcado gran parte de los estudios turísticos desde su génesis, limitó la agenda de investigación únicamente a ese tipo de lectura teórico-práctica de la actividad. Comparato y Moscoso (2014) sostienen que muchos de los aportes del campo han tenido enfoques predominantemente descriptivos, lo cual limita el alcance de los estudios turísticos y su amplitud, presentando un bajo grado de abstracción Consecuentemente, se han establecido ciertas lógicas al momento de observar, planificar y entender el turismo tanto desde la academia como desde las agencias y operadoras que lo ponen en práctica.
Esta crítica al campo disciplinar y los enfoques que sostiene, comienza a evidenciarse a principios del siglo XXI. Con la finalidad de discutir el rol del estudio del turismo dentro de la academia, se debate si éste debiera o no ser considerado ciencia o campo disciplinar (Pannosso Netto, 2007; Castañeda et al., 2013). Según Castillo Nechar (2016), la discusión sobre la cientificidad del conocimiento cooptó completamente el enfoque de la crítica, empantanando las concepciones epistemológicas que le dieron origen. Sin embargo, en los últimos años, la problemática epistémica del turismo se ha instalado paulatinamente en el centro de la discusión disciplinar. Las publicaciones y eventos académicos comenzaron a evidenciar la necesidad de replanteamiento abriendo mesas temáticas acordes, publicando trabajos e incluso solicitando aportes que reflexionaran sobre la actividad con un enfoque teórico, redefiniendo la configuración del saber diferencial del profesional en turismo (Panaia, 2021).
Dentro de la variedad de aportes, resulta importante destacar que todos los autores mencionados utilizan diferentes corrientes filosóficas del siglo XX (como la hermenéutica, la fenomenología y la teoría crítica, entre otras) para profundizar sus cuestionamientos sobre el turismo. En este sentido, se observa que una característica común de las tensiones señaladas recae en la necesidad de recurrir a enfoques que contemplen el giro subjetivista, acoplándose al cambio de perspectiva que muchas otras disciplinas sociales también han adoptado durante las últimas décadas.
Por otra parte y considerando la interrelación que la actividad turística establece con el entorno ambiental y socio cultural de los destinos, es necesario mencionar la indudable relación que desde la Modernidad se instaló entre el sujeto y/con la naturaleza, inicialmente con el fin de estudiarla y comprenderla. Sin embargo, a partir de esta inclinación por el conocimiento también se plantearon nuevos intereses vinculados con la dominación y el control de sus recursos. En este contexto, y de forma constante en los últimos siglos, "se asentaron los cimientos ontológicos que desafectaron al ser humano del mundo que habita" (Monfrinotti Lescura, 2021, s/p). De esta manera, la "objetivación de lo subjetivo" funcionó como mecanismo que instaló los fundamentos de la objetividad en el sujeto moderno que vive la experiencia (Monfrinotti Lescura, 2021, s/p).
En estos términos, es importante comprender que en el turismo las interpretaciones construidas acerca de la relación que el ser humano establece con el ambiente son íntegramente culturales, tal como se señala en los Indicadores de Cultura para el Desarrollo1: "los ambientes naturales llevan la huella de miles de años de actividad humana y su apreciación es, sobre todo, una construcción cultural" (UNESCO, 2016, p. 134). A su vez, estos se justifican a partir de la propia condición de subjetividad e interioridad que el individuo fue estableciendo durante la modernidad con el medio que habita. Esta construcción cultural se fue forjando desde una visión fragmentada y mecanicista generando un distanciamiento del mismo con la naturaleza. (Milesi, 2013; Rodríguez y Quintanilla, 2019; Monfrinotti Lescura, 2021).
3. La mirada fragmentada en la construcción de los atractivos turísticos: del sujeto al objeto
Según Navarro (2015), los atractivos pueden entenderse como "representaciones y/o recursos turísticos creados o convertidos (contemplación, interpretación, participación) para facilitar la experiencia turística" (p. 354). Por ello, analizar los procesos sociales que intervienen en la construcción de un destino y de la atractividad turística que él mismo pueda alcanzar, implica reconocer que existe una selección previa que determina este recorte y que en ningún caso resulta objetiva y neutral (Almirón, 2007; Bertoncello y Troncoso, 2008; Arnandis-i-Agramunt, 2019).
Desde el reconocimiento del potencial geográfico, paisajístico, histórico, cultural y/o monumental del sitio/bien identificado, se inicia un complejo proceso que contiene no solo la puesta en valor del elemento, sino también el desarrollo de la infraestructura y servicios, las campañas de marketing y comercialización y finalmente el ingreso del destino y sus atractivos particulares a la cadena de valor que lo instala en el mercado (Machado Chaviano y Hernández Aro, 2007; Navarro, 2015; Saravia y Muro, 2016). Por lo tanto, en la construcción de un producto turístico se plantea inevitablemente una fragmentación, fundamentalmente a partir del enfoque desde el que se inicia este proceso (Ramírez Hernández, 2019; González Ugarte et al., 2019). En estos casos, el destino (lugar, sitio, o bien cultural/natural) es ponderado y valorado como un objeto externo al sujeto. Esta mirada reconoce al elemento como un componente ajeno a disposición para ser utilizado, aprovechado, desarrollado e incluso explotado. En esta ecuación, el ser humano se posiciona siempre por fuera del ambiente analizado y lo observa desde una visión mecanicista que lo separa de su propia naturaleza biológica (Acosta, 2015; Rodríguez y Quintanilla, 2019; Bellato et al., 2022). La relación que se establece ante esta situación puede ser más o menos equilibrada, si el enfoque aplicado es sostenible, o puede desarrollarse bajo el formato extractivista del turismo tradicional, pero en todos los casos ésta siempre se externaliza reproduciendo el posicionamiento ontológico/epistémico postulado por el dualismo naturaleza-cultura desde el S. XIX en adelante (Descola, 2001; Beorlegui, 2011; Descola, 2012; Milesi, 2013; Latour, 2017; Descola, 2017; Rodríguez y Quintanilla, 2019; Mang & Reed, 2019; Monfrinotti Lescura; 2021). Como señalan Vargas Martinez et al.,
En este contexto la orientación está dirigida hacia la productividad, competitividad y comercialización de los llamados destinos turísticos sustentables donde las innovaciones tecnológicas de gestión ambiental constituyen el punto de lanza de los proyectos que en apariencia buscan preservar y conservar la naturaleza, supeditando a un lugar secundario las verdaderas necesidades del entorno con respecto a los sujetos que lo cohabitan (2011, p. 707).
Recién hacia la primera década del s. XXI, se produce una variación paulatina de esta postura frente a la relación Sujeto-Objeto del Turismo y en la construcción de la atractividad, a partir de los cuestionamientos y aportes que se producen en este campo de estudio (Pannosso Netto, 2007; Osorio, 2007; Castillo Nechar y Panosso Netto, 2015). Ya desde inicios del s. XXI, Urry (2001) advierte la creciente tensión que comienza a evidenciarse cuando se incluye la interpretación que el turista hace de aquellos signos y símbolos que se plantean como diferentes a lo que constituye la cotidianeidad de los visitantes. Sin embargo, a pesar de este acercamiento hacia el objeto observado, aún se perpetúa este distanciamiento y desconexión entre el objeto turistificado y el sujeto que lo experimenta. Por ejemplo, una actividad turística vivenciada en un entorno natural como una caminata en medio de una selva, la navegación en un lago, el avistaje de aves o fauna marina en cualquier destino del planeta, o incluso un tour por un área urbana no turistificada, podría proporcionar sensaciones vívidas y una experiencia inmersiva del espacio. Pero en estos casos, la tensión se plantea porque si bien el sujeto que vive la experiencia se relaciona con el entorno desde un extrañamiento -que lo sorprende y regocija-, continúa siendo un observador ajeno al acontecimiento, en tanto visitante temporal de ese lugar. Desde esta perspectiva, se mantiene una mirada antropocéntrica desde la cual la naturaleza es entendida como un objeto que puede ser apreciado, contemplado y/o disfrutado, pero del cual no se es parte. Esto es así, porque desde el momento en que como seres vivos "dejamos de recolectar nuestra agua, dejamos de producir nuestros propios alimentos y energía, nos desarticulamos de la naturaleza y nos convertimos en seres que ignoran cómo ésta opera" (Vega et,al., 2018 citado en Rodríguez y Quintanilla, 2019, p. 6).
A fin de alcanzar la adaptabilidad y la supervivencia, la vida dotó de garras, dientes filosos, veneno y otras variadas alternativas biológicamente determinadas, a las diferentes especies animales. En tanto, el ser humano emergió como el único con raciocinio y libertad de elección. Esta capacidad fue y es universal y ubicó al ser humano en una posición de privilegio, al no quedar condicionado únicamente por sus instintos. Éste pudo y puede recurrir a su inteligencia y a su libertad para solventar las necesidades que se plantean en su devenir (García Moreno, 2007). Ahora bien, la paradoja se presenta cuando a la naturaleza se le sigue otorgando solo un valor productivista, porque:
[…] en la pirámide materia-energía, los seres humanos se posicionan en la cúspide y representan a la única especie que depende del mundo vegetal y animal para asegurar su existencia en el planeta; por ende, el valor de vida que tienen los seres humanos en la naturaleza es el más bajo (Rodríguez y Quintanilla, 2019, p.11).
Sin embargo y a pesar de esta evidencia, el ser humano se posicionó en los últimos siglos en un lugar de superioridad con respecto a los demás seres vivos. Desde esta actitud antropocéntrica, se fue distanciando física y emocionalmente de su entorno y en lo que respecta a la actividad turística permitió la delimitación de lo visitable de lo no visitable a partir de esa fragmentación. Del mismo modo, construyó la noción de atractividad de los destinos turísticos desde la separación, tomando una distancia cada vez más mayor de su naturaleza biológica y de la posibilidad de sentir la integración que le es propia.
Por ello, es importante recordar aquellas palabras que Ben Jelloum pronunciara en las Naciones Unidas en 1983, en las cuales se mantiene presente la premisa de que si bien la naturaleza creó diferencias, fue el hombre quien las convirtió en desigualdades. Desigualdades que objetivan lo subjetivo y que en muchos casos dificultan la experiencia plena de los visitantes al momento de interactuar en y con el lugar turístico seleccionado.
4. La transición de la mirada antropocéntrica a la biocéntrica
En los últimos veinte años, el discurso acerca de la tensión naturaleza-cultura se está desplazando paulatinamente desde esta visión antropocéntrica hacia una perspectiva biocéntrica, en la cual la relación del ser humano con su naturaleza biológica está permitiendo recuperar una relación más equilibrada, entre el sujeto y el ambiente que lo contiene. De esta manera, "el ser humano deja de poseer un valor diferenciado y superior frente al resto de la creación" (Milesi, 2013, s/p).
Este cambio de perspectiva surge especialmente desde las Ciencias Biológicas hacia mediados del s. XX, como respuesta a la crisis ambiental, económica y social que la humanidad se encuentra atravesando (Lovelock, 1985, Descola & Pálsson, 2003; Reed, 2006; Lovelock et al., 2009; Pollock, 2015; Günther, y Gutiérrez, 2017; Teruel Avecilla, 2018; Rodríguez y Quintanilla, 2019; Wahl, 2019, 2020; Mang & Reed, 2019; Morseletto, 2020; Briceño Fiebig & Araneda, 2021, Bellato et al., 2022). La misma ha puesto en evidencia la fractura que la especie humana ha generado durante la modernidad con el entorno que habita y en su relación con los demás sistemas vivos del planeta, por ello,
[…] el ser humano necesita hacer un alto en el tipo y ritmo de vida que lleva para regresar al centro, a uno mismo, a su raíz que es propiamente la naturaleza, en la diversidad de sus manifestaciones. Se requiere retornar al origen que somos: un elemento más de un todo, en un sistema planetario llamado Tierra […] (Rodríguez y Quintanilla, 2019, p.18)
Estas consideraciones y voces de alerta se corresponden con las consecuencias evidenciadas en el período reconocido como antropoceno, en tanto modificación y transformación global y sincrónica de los sistemas naturales a partir del accionar humano2. Como tal y considerando la magnitud de los impactos negativos producidos, la noción de regeneración y de culturas regenerativas comienza a ocupar un lugar destacado, proponiendo un replanteamiento hacia nuevos patrones de pensamiento y sistemas de creencias instalados como absolutos desde la Modernidad (Whal, 2019, 2020; Landa Torres et al., 2021; Bellato et al., 2022, Bellato et al., 2023; Hruby, 2024). Sobre la base del diseño co-creado, la noción de sentido de lugar y las tres relaciones (con uno mismo, con el otro y con la naturaleza), el turismo regenerativo está generando una transición desde una mirada desarticulada, fragmentada y mecanicista hacia una que prioriza lo holístico, sistémico e integral en su diseño. Parte de la premisa de que todos los sistemas vivos están interrelacionados, analizando su funcionamiento y los beneficios que esta condición trae aparejado para la vida de todas las especies (Bellato et al., 2023).
Por ello, ante las problemáticas planteadas en diferentes ámbitos productivos, se examinan las estrategias que la naturaleza ha utilizado durante siglos para regenerarse a sí misma y entre las diversidad de acciones se buscan posibles soluciones aplicando la biomimesis como alternativa, a través de la utilización de los biomateriales. A partir del conocimiento emergente, se co-diseña para restaurar y equilibrar la vida de todos los seres vivos (incluyendo al ser humano) en los diferentes ecosistemas que se habitan y desarrollan (Stanford, 2017; Whal, 2019, 2020; Briceño Fiebig & Araneda, 2021; Reyes Rojas y Casasola Guerrero, 2021; Zambrano et al., 2021; Bellato et al., 2022; Cardoso-Hernández et al., 2022; Hruby, 2023).
Es decir, al considerar la biografía evolutiva del planeta, se pueden reconocer los procesos naturales de la vida y de esta forma recuperar la visión holística de integración. En este proceso de replanteamiento de los modos en los que se recupera la conexión, también se recurre a los conocimientos ancestrales de muchas de las culturas indígenas que habitaron el planeta y en muchos casos aún permanecen en sus lugares de origen. Recuperar estos saberes, es conectar con una filosofía de vida propia de muchas comunidades del planeta que sostenían y aún sostienen un principio fundante: el Buen Vivir, un proyecto de vida que unifica la existencia humana y permite dar sentido a todo lo que acontece diariamente (Houtart, 2011; Estermann, 2014; Acosta, 2015; Cubillo-Guevara et al., 2016; Torres Solís y Ramírez Valverde, 2019; Hruby, 2024).
En este sentido, un aspecto que caracteriza al turismo regenerativo es considerar al territorio como espacio constitutivo e indisoluble, porque el ser que lo habita es, en relación directa con el medio que lo circunda. Su producción, su permanencia, su devenir, se entrelaza con su cultura, con su historia, con su lenguaje y determina su condición de vida (Hruby, 2024).
Ahora bien, es necesario comprender que el Buen Vivir no refiere a una idea novedosa o incluso ingenua, implementada por las comunidades indígenas, sino que representa una forma de interpretar la vida mantenida en la memoria social de los grupos y que ha logrado ser conservada a través del tiempo (Santana, 2015; Pilquillman-Vera, 2016). Tampoco se plantea como una mágica solución, ni es la panacea para resolver todos los desequilibrios, inequidades y desigualdades que la sociedad global ha generado y sufrido en los últimos años. Pero si es una opción que comienza a ser considerada como un conjunto de ideas que deben ser escuchadas y comprendidas (Hruby, 2024). Por ejemplo, en la actual localidad de Merlo, provincia de San Luis, habitaban los comechingones. Esta etnia construía sus casas subterráneas en barro con techos de paja brava. Lo interesante es que las aberturas las diseñaban hacia el noreste imitando la manera en la que el hornero construye su nido. De esta forma, la intensidad del agua de las tormentas provenientes del oeste, que en muchos casos inundaban e inundan las zonas planas de esta región, no ingresaba a las casas debido a su disposición y ubicación. Es este, un simple ejemplo, entre muchos, en los cuales la naturaleza brinda soluciones prácticas a problemas que pueden ser resueltos desde la atenta observación de los ritmos de la vida, al tiempo que se permanece en conexión consciente con el funcionamiento de la misma.
Es importante aclarar que si bien en turismo el abordaje vinculado a la sabiduría ancestral de los pueblos originarios ha sido estudiado vastamente bajo el esquema del Turismo Rural Comunitario (TRC)3, los resultados difieren porque el enfoque aplicado por la regeneración no es el mismo.
El turismo regenerativo busca la salud de todo el ecosistema intervenido y recurre a la sabiduría ancestral como una más entre otras posibles herramientas. En tanto, en el turismo rural, la sabiduría y conocimiento de las comunidades son el mecanismo a través del cual las comunidades se dan a conocer, pero el modo de hacerlo aún presenta una inserción asociada a las formas más convencionales de desarrollo de la actividad en el sistema capitalista. Por otra parte, si bien el turismo rural logra la reducción de los impactos ambientales y sociales negativos, no se estructura bajo la lógica sistémica de las tres relaciones que particulariza al TR y que permiten impactar positivamente a todos los componentes vivos del sistema.
Esta perspectiva se fundamenta en la noción de que "la riqueza no consiste en tener y acumular la mayor cantidad de bienes posibles, sino en lograr un equilibrio entre las necesidades fundamentales de la humanidad y los recursos disponibles para satisfacerlas" (De La Cuadra, 2015, p. 8), recordando que es inviable continuar con la extracción de recursos de manera infinita, en un planeta con recursos finitos (Morseletto-Lescura, 2020; Cardozo-Hernández, et al., 2022)
5. Del enfoque biocéntrico al enfoque integral antropo-biocéntrico del turismo regenerativo
Las propuestas con un enfoque antropo-biocéntrico ubican al ser humano como uno más entre todos los demás seres vivos, buscando recuperar la articulación de este con su propia "naturaleza animal". Esta perspectiva de corte fenomenológico incluye la noción de que lo "primordial es comprender que el fenómeno es parte de un todo significativo y no hay posibilidad de analizarlo sin el abordaje holístico en relación con la experiencia de la que forma parte" (Fuster Guillén, 2019, p.36).
En este sentido, Hill-Landolt, director de Visión 2050, señala: "a diferencia de las máquinas, todos los seres vivos tienen la capacidad única de reparar, corresponder, crecer, adaptarse y prosperar" (2021, p. 35). Estas ideas están asociadas a la capacidad humana para cambiar la forma de percibir el mundo habitado y las formas de trabajar y de vivir en él. Desde esta perspectiva antropo-biocéntrica, el ser y sentir(se) parte, posibilita reformular su manera de estar en el mundo y promover las condiciones para generar impactos positivos en aquellos sitios, grupos, empresas donde el ser humano deterioró su propio ecosistema y por ende sus posibilidades de desarrollo futuro.
El cambio en la manera de diseñar y de gestionar que propone este paradigma inevitablemente impacta en la forma como se selecciona y se construyen los productos turísticos. Desde este enfoque, el atractivo deja de ser un bien o sitio recortado, es decir un objeto de consumo, para presentarse como parte del sistema vivo inmerso en el contexto en el cual se desarrolla. Esta nueva percepción posiciona al lugar y a sus habitantes dentro del sistema vivo del que es parte, buscando que los visitantes entren en ese flujo natural que el contexto propone. A partir de este cambio en la interrelación con el sujeto, se deshace la objetivación e inevitablemente se induce a la subjetivación de las experiencias. Porque, como señala Araneda,
Cuando el observador puede ampliar y profundizar su mirada en las dimensiones, sensaciones y relaciones (muchas veces invisible a los ojos, pero no a los sentidos anímicos, imaginativos e intuitivos) de lo que está observando, se hace posible diseñar algo integrador, con pertenencia y acorde al lugar en sí mismo (2019, s/p).
Por esta razón, el turismo regenerativo es contextualmente dependiente y por ello la noción de co-diseño adquiere una importancia fundamental. El proyecto turístico es el lugar, en vez de un lugar, el lugar que por ser tan único y particular se autodefine por las características que le son propias. Desde este enfoque se trata de interpretar los ritmos, el flujo y las interacciones vivas en ese entramado de sentidos y múltiples significaciones, co-diseñando procesos y experiencias que resuenenjuntas dentro del sistema vivo del cual ese potencial destino es parte.
También, es importante tener en cuenta, que esta condición descrita prioriza la cooperación y el entrelazamiento por sobre la idea de separación y competitividad, provocando la relación sujeto-sujeto entre locales, lugar y visitantes como parte del proceso natural dentro del sistema. Por ello, este enfoque resalta la idea de las tres relaciones, la primera es la que se alcanza con uno mismo como ser individual. A partir de ese equilibrio, se trabaja en la relación con los demás y finalmente se desarrollan estrategias para recuperar la vinculación con la naturaleza -condición natural en el ser humano- a fin de trascender el individualismo y propiciar la inteligencia colectiva y colaborativa que permite mantener en el tiempo, las interrelaciones propuestas. Según Lovelock (1979), el planeta se comporta como lo hacen los demás seres vivos, es decir se autorregula para mantener condiciones favorables para la vida. En sus palabras,
La Tierra es un ser vivo. En cualquier ser vivo, cada una de sus células, tejidos y sistemas son igualmente importantes y necesarios para la existencia de ese ser. De la misma forma, todas y cada una de las especies que habitamos el planeta Tierra estamos unidos por fuertes lazos y somos imprescindibles para Gaia (s/p).
6. Resultados parciales
Si bien el turismo como industria y como fenómeno social se desarrolló bajo el enfoque antropocéntrico -y en sus formas más convencionales aún refleja esta visión- la perspectiva regenerativa comienza a evidenciarse en la actividad a escala global y a replantear las bases tradicionales en las formas de entender y practicar el turismo. El Plan Estratégico de Turismo Regenerativo en Hawaii (Destination Management Action Plans 2020-2025), las propuestas de ocio no contaminantes de Nueva Zelanda, el Lodge "Playa Viva" en México, el plan estatal para liberar fiordos de emisiones contaminantes en Noruega, las experiencias comunitarias de Ek Balam, en el estado de Yucatán. México y la Escuela Bosque en Colombia son algunos de estos ejemplos a nivel internacional (Wellness Magazine, 23/4/21).
En Argentina no se cuenta aún con proyectos regenerativos en pleno funcionamiento, aunque existen algunos casos que ejemplifican la voluntad de cambio en la manera de llevar adelante la actividad. La reserva Natural Margay en las cercanías del Soberbio, provincia de Misiones; la bodega Alpamante en Luján de Cuyo, provincia de Mendoza; o la Chakra Raíz en la Uribelarrea, provincia de Buenos Aires, son algunos emprendimientos que ponen en evidencia acciones claramente orientadas a este fin.
La reserva Natural Margay se encuentra ubicada en uno de los últimos remanentes preservados de la selva paranaense y forma parte del Plan Nacional de Restauración de Bosques Nativos, cuyo objetivo es regenerar la selva degradada y restablecer las funciones naturales del ecosistema. Esta área debe ser restaurada debido a las distintas actividades extractivistas practicadas durante años en la región, tales como la tala indiscriminada, la degradación del suelo fértil, la contaminación de los ríos, la expansión de la agricultura, el uso de agroquímicos, la urbanización y el turismo de exotización vinculado a los recursos naturales y culturales de la región, entre otros (Guardamagna y Criado, 2023). Dentro de esta área de conservación de administración privada, se encuentra el ex Ecolodge "Don Enrique" a orillas del arroyo Paraíso. El mismo se ha diseñado tomando en cuenta la biodiversidad propia del lugar, el conocimiento de las comunidades guaraníes y las actividades de los agricultores aledaños. Si bien su capacidad de carga es limitada (cuenta sólo con la posibilidad de recibir 30 visitas simultáneas), esta limitación logra re-alentar el ritmo de los visitantes, permitiendo conectar con el sentido del lugar (sense of place). De esta manera se promueve el equilibrio entre la conservación de la biodiversidad, el mantenimiento de la productividad y la capacidad de regeneración natural del territorio (Guardamagna y Criado, 2020).
Entre las acciones implementadas en el ecolodge, se destaca la participación de sus administradores en la campaña Millón de Árboles, que no solo se conoce por su objetivo de combatir el cambio climático a través de la siembra de especies autóctonas en todo el país, sino que busca -a partir de esta acción consciente- reconectar a los seres humanos con su propia naturaleza. Por otra parte, han desarrollado una huerta y una chacra experimental que impulsa la práctica de una agricultura orgánica y regenerativa, aumentando la capacidad de retención del agua y potenciando la biodiversidad del suelo. La energía se produce a través de fuentes renovables, contando con sistemas fotovoltaicos y solares térmicos y se reutilizan los residuos forestales para calentar el agua y calefaccionar. Se promueve el enfoque responsable en el uso de los recursos utilizando materiales biodegradables y compostables en vez de plásticos. Se fomentan los encuentros culturales entre visitantes y comunidades locales, con el fin de desarrollar un grado de consciencia y de respeto por todas las formas de vida existentes en el lugar. También, con la finalidad de generar un impacto positivo, se brinda asistencia a los huéspedes para desarrollar las técnicas de reciclaje y compensar la huella de carbono producida durante su estadía (Reserva Margay, 2023)
En cuanto al caso de Alpamanta, es este un viñedo y bodega cuyo nombre significa "amor por la tierra" en lengua huarpe, ubicado en Luján de Cuyo, provincia de Mendoza. Fundada en 2005, Alpamanta es una bodega biodinámica que opera bajo los principios de regeneración, haciendo un uso consciente y responsable de los recursos. Sus prácticas incluyen el aprovechamiento de la luz natural mediante techos verdes y muros que ahorran energía, la utilización de paneles solares y el reciclaje de residuos. Además, emplean un sistema ecológico de riego por goteo, mantienen huertas orgánicas y composteras, y plantan sus viñas en suelos vírgenes y naturales. Estos principios sustentables aplicados en el desarrollo de su infraestructura les permiten avanzar en otras acciones con un enfoque regenerativo. Por ejemplo, en su proceso de elaboración del vino, Alpamanta opta por la baja cantidad de sulfitos, utiliza levaduras nativas y realiza una mínima filtración. En cuanto al cuidado de la tierra se destaca el uso de fertilizantes naturales, como plantas, insectos y diversos microorganismos presentes en el suelo, permitiendo que las raíces de sus cultivos mantengan la humedad, actuando como esponjas que retienen el agua de manera natural. De esta manera, contribuyen a la regeneración de la tierra cultivada y evitan el uso de agroquímicos y pesticidas. Según la consultora internacional Hope, "por cada 1% de materia orgánica aumentada, el suelo retiene hasta 160.000 litros de agua más por hectárea", favoreciendo el desarrollo y la mejor calidad de sus cultivos. Además, Alpamanta recurre a la sabiduría ancestral, respetando un calendario biodinámico basado en las fases lunares para determinar los momentos y fechas de trabajo en el viñedo, y lleva a cabo un tratamiento consciente de los efluentes para reutilizar el agua en el regadío de la finca. Estos procesos mencionados ponen en acción consciente la relación con la naturaleza. Es decir, estas estrategias permiten dejar de tomar de la tierra como si esta fuese una dispensadora de recursos sin fin, vivificando el proceso y aplicando el principio de reciprocidad propio de la regeneración.
Recientemente, han abierto sus puertas al turismo, ofreciendo a los visitantes la oportunidad de sumergirse en el ecosistema que han creado. Durante el recorrido por la finca, se explican los principios de la biodinámica como una práctica que responde de manera consciente, participativa y responsable a las necesidades del suelo, retomando conocimientos ancestrales y generando soluciones dinámicas y vivas. Esta forma de producción contribuye a fortalecer la vitalidad ecológica, económica y social de la comunidad y el entorno (Hruby, 2024).
Los visitantes también pueden disfrutar de la granja ecológica y la bio-laguna, y finalizar el recorrido con una degustación de los vinos de Alpamanta en un entorno natural. Este modelo de producción refleja su compromiso con los principios regenerativos y el cuidado del ambiente, posicionándose como un ejemplo destacado de una bodega que integra la innovación, la responsabilidad y el respeto por la naturaleza en su actividad vitivinícola (Hruby, 2024)
En tanto, la Chakra Raíz (Uribelarrea, provincia de Buenos Aires) se destaca por el acercamiento a los animales desde una visión respetuosa de su entorno y sus actividades diarias. Por esta razón, tienen una cantidad limitada de visitas por día, a fin de evitar que los diferentes animales modifiquen sus hábitos cotidianos. Al mismo tiempo, no permiten a los visitantes permanecer más de dos horas dentro del establecimiento, evitando así la saturación del sitio y respetando el ritmo del lugar. Dentro de este espacio, cada uno de los seres vivos es un sujeto, con nombre y personalidad, que debe ser respetado. Este mensaje es transmitido por las personas que guían, tanto su dueña como los diferentes adolescentes que hacen prácticas agropecuarias del secundario en la chakra como campo padrino. La visita finaliza en la huerta orgánica de la misma, donde se informa acerca del uso de hierbas medicinales dentro de la localidad e incluso se incentiva a consumir productos locales, preparados por familias campesinas cercanas.
Si bien estas acciones sustentables aún no logran la sinergia sistémica de la regeneración, son acciones encaminadas hacia ese propósito. Estos proyectos, aún incipientes, se destacan debido a que en su manera de diseñar y ejecutar los roles y las prácticas asociadas al turismo se puede observar el implícito reconocimiento a todas las formas de vida y a la naturaleza como sujeto de derecho, buscando equilibrar las maneras de,
[…] tomar algo del mundo y dar algo al mundo […] De esta forma el viaje va concibiendo un ritmo, un latido que permite el movimiento de polaridades complementarias, siendo esta la respiración que vivifica el viaje. (Araneda, 2019, s/p)
Los referentes empíricos descritos precedentemente permiten dar cuenta del posicionamiento que ocupan los diferentes actores en relación al co-diseño del destino y de sus atractivos turísticos. Es destacable la interacción lograda entre todos los elementos vivos del sistema, la cual propicia la relación sujeto-sujeto de manera más estrecha y vivificante entre estos actores, los potenciales visitantes y la naturaleza que los contiene.
7. Consideraciones finales
Por lo expuesto, queda en evidencia que los modelos tradicionales en turismo están en constante tensión. Las nuevas miradas promueven una transformación en el paradigma dominante, modificando la relación Sujeto-Objeto instalada e induciendo a la reflexión de los estudios del turismo, en tanto "disciplina pensante" (Castañeda, et al., 2013, p. 335). Este cambio de perspectiva sobre el sujeto y su relación con el entorno trae aparejado un cambio significativo en el proceso de construcción de los atractivos turísticos.
Dejar de considerar a la Naturaleza como objeto de explotación significa recuperar su condición ontológica de "Sujeto de Derecho". Por lo tanto, el proceso convencional de recorte y puesta en valor de un bien natural/cultural (que ya no busca únicamente la satisfacción de la demanda y el beneficio de la renta económica) se modifica y se adecúa a la relación que promueve el turismo regenerativo.
Lo interesante es que son estas acciones regenerativas plasmadas en la práctica las que conducen a la reflexión, especialmente cuando el ser humano se reconoce integrado y como parte del sistema vivo. Este cambio en la percepción y en la forma de interactuar con el entorno fomenta la inteligencia colectiva y colaborativa, promoviendo la cooperación entre todos los componentes del sistema y facilitando el reconocimiento de sus resultados.
Es decir, a partir de una observación fenomenológica de las acciones aplicadas y de sus resultados, se puede inferir una reflexión teórica de la práctica mucho más profunda y compleja, en tanto componente esencial del mundo socio-ambiental al que representan.
En términos ontológicos y epistémicos, el cuestionamiento de la posición del sujeto en relación a su entorno desde la perspectiva regenerativa nos remite, al necesario -y ya ineludible- giro subjetivista del análisis de la actividad. Esta transformación está modificando inevitablemente el enfoque desarrollado hasta el momento por el campo del Turismo, abriendo una nueva posibilidad para la delimitación de su estudio científico. Porque, y siguiendo a Kaplan y Davidoff, "el mayor cambio que queremos ver en el mundo es, como vemos el mundo" (2016, p. 12).
Notas
1 Herramienta que permite evidenciar el rol de la cultura en el desarrollo sostenible de las comunidades. Para mayor información sobre los Indicadores de Cultura para el Desarrollo, consultar: https://unesdoc.unesco.org/query?q=Organizacion:%20%22UNESCO.%20Director-General,%202009-2017%20(Bokova,%20I.G.)%22&sf=sf:*
2 Para ampliar la temática sobre el antropoceno, se sugiere consultar: Zamora et al. (2016), Treschler (2017), Foster (2018 y 2020).
3 Para un abordaje del TRC, se recomienda consultar: Cañada (2015), Cabanilla (2018), Hruby et al. (2019), Navas-Ríos (2019), Attanasio et al. (2022), Gustavino y Perez Winter (2022), Pérez Winter y Mancini (2022).
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