ECOMUSEO MINEROINDUSTRIAL EN ARGENTINA: PROPUESTA PARA PRESERVAR EL PATRIMONIO Y POTENCIAR EL TURISMO1

ECOMUSEUM OF HERITAGE MINING-INDUSTRIAL IN ARGENTINE: PROPOSAL TO PRESERVE THE HERITAGE AND TO PROMOTE THE TOURISM

Raúl Castronovo
Docente-investigador
Licenciatura en Diagnóstico y Gestión Ambiental.
UNICEN
racas52@hotmail.com

Guillermina Fernández
Docente-investigador
Licenciatura en Diagnóstico y Gestión Ambiental.
UNICEN
guillermina_73@hotmail.com

Aldo Guzmán Ramos
Docente Licenciatura en Turismo
UNICEN
aldo_ramos@hotmail.com

Susana Ricci
Docente-investigadora
Licenciatura en Diagnóstico y Gestión Ambiental.
UNICEN
sur@fch.unicen.edu.ar

Silvia Valenzuela
Docente-investigadora
Licenciatura en Diagnóstico y Gestión Ambiental
UNICEN
sivale62@hotmail.com

Cristina Van Morlegan
Licenciada en Diagnóstico y Gestión Ambiental
crisvanmor@hotmail.com

Sergio Vásquez
Licenciado en Diagnóstico y Gestión Ambiental
sergioadal@yahoo.com.ar

1Fecha de recepción: 23 de julio de 2010. Fecha de modificación: 29 de septiembre de 2010. Fecha de aceptación: 11 de octubre de 2010.


Resumen

El patrimonio minero industrial incluye los elementos tangibles e intangibles que estructuran la actividad a lo largo del tiempo. Es una de las formas en que se puede valorar la identidad y la memoria de los pueblos.

Entre ellas se encuentran los ecomuseos, donde se pone en valor el patrimonio general de una comunidad, incluido el ambiente natural y cultural. Esta es, ante todo, una estrategia integral.

Sierras Bayas es una localidad cuya identidad está construida en el patrimonio minero-industrial. En este pueblo de más de 130 años, el ferrocarril, la industria cementera y la extracción de arcillas y caliza son elementos que se encuentran en la trama territorial actual. Sin embargo, muestran una compleja trama de objetos, edificios y saberes abandonados. El ecomuseo minero-industrial podría dar valor a una propuesta donde el territorio sea "un lugar para conocer al otro".

Palabras clave: patrimonio minero-industrial, turismo cultural, ecomuseos, Argentina.


Abstract

The heritage mining-industrial include the elements tangible and intangible assets. It is a way to give value to the identity and memory of peoples. Among them are the Ecomuseums. These proposals give value to the overall heritage of a community, including the natural and cultural environment. This is, above all, a comprehensive strategy. Sierras Bayas is a city whose identity is built on the heritage mining-industrial.

In this village of more than 130 years, the railway, the cement industry and the extraction of clay and limestone are elements found in the territory. However, the place shows a complex weave of objects, buildings and knowledge abandoned.

The Ecomuseum mining-industrial could give value to a proposal where the territory is "a place to know the other".

Key words: heritage mining-industrial, cultural tourism, ecomuseums, Argentina.


El patrimonio, considerado como todos aquellos elementos que permiten preservar la memoria y la identidad de los pueblos, tiene un valor incalculable en la actualidad, donde la tendencia es hacia la homogenización cultural. Dentro de este podemos encontrar el patrimonio industrial, que incluye básicamente los elementos tangibles e intangibles que de forma interdependiente estructuran la actividad industrial y minera.

Una de las formas más extendidas para la preservación, conservación y puesta en valor de este tipo de patrimonio es a través de ecomuseos, los cuales establecen una fuerte relación entre los objetos y elementos por preservar, el medio natural y la comunidad. Además, estos espacios se convierten en potenciales dinamizadores de la actividad turística, posibilitando el desarrollo o expansión de la misma. Considerando esto, el presente artículo tiene como objetivo presentar una propuesta de realización de un ecomuseo basado en el patrimonio minero-industrial de una localidad de la Provincia de Buenos Aires en la República Argentina.

Patrimonio minero-industrial y turismo cultural

El patrimonio está conformado por todos aquellos elementos y manifestaciones producidas por las sociedades, resultando de un proceso histórico en donde la reproducción de las ideas y del material se constituye en factor que identifica y diferencia ese territorio. En definitiva engloba "todo aquello que sirve de testimonio de una época y puede ser objeto de estudio para comprender el pasado y reforzar la memoria colectiva"1.

Considerando lo expresado, es posible establecer que el patrimonio minero-industrial incluye los inmuebles (zonas de producción, de vivienda, etc.), los muebles (maquinaria, herramienta, archivos, etc.), los modos de vida de los trabajadores y el know how de los procesos productivos asociados a la industria como un verdadero sistema que se integra en un sistema mayor de producción regional. Este tipo de patrimonio "abarca un conjunto de estructuras, piezas y máquinas que han sido utilizadas en muchos casos hasta fechas recientes"2 y en ocasiones permanecen en uso, sufriendo las modificaciones que producen los cambios tecnológicos.

En Estados Unidos, desde finales de los 70, existen iniciativas para valorizar algunas instalaciones industriales: "son muy diversas y casi todas pasan por la musealización"3.

De esta forma, el patrimonio industrial es considerando como "un medio para alcanzar, a través de su necesaria rehabilitación, una dinamización cultural en las áreas afectadas por el cierre y abandono de la actividad productiva"4. Entre las más tempranas, se encuentra la puesta en valor del núcleo manufacturero textil de Lowell, en Massachussets (1977), al que siguieron otras acciones diversas; como las fundiciones de Birmingham en Alabama5.

El viejo continente, aunque un poco más tarde y posiblemente interesado por las realizaciones norteamericanas, comienza a generar proyectos en esta área. Y pese a no ser pioneros, como expresan Ibáñez y Zabala (2003), la iniciativa de recuperación del patrimonio industrial con mayor reconocimiento internacional es el Ironbridge Gorge Museum, ubicado en el valle del río Severn, región que fue el principal centro productor de hierro de Gran Bretaña. En 1959, los propietarios de la fundición de Coalbroodale descubrieron el horno donde, por primera vez, Abraham Darby utilizó coque para fundir el hierro, en 1709. Junto a este horno crearon un pequeño museo en el que expusieron una muestra de los productos elaborados por dicha fundición. En 1968, la recién creada Fundación del Museo del Valle de Ironbridge se hizo cargo de este proyecto de difusión cultural, proponiéndose la recuperación del patrimonio industrial del valle, preservando el emplazamiento y las técnicas de producción. Poco tiempo después, como señalara Puche (1997), se concretó el proyecto de ecomuseo de Blits Hill, en torno a la reconstrucción de un pueblo típico de la época victoriana, con sus pozos de hulla, forjas y ladrilleras. También se transformaron en ecomuseos la fábrica de cerámica de Jack-feld y la de porcelana de Coalport. Además, se restauraron dos caserones de la familia Darby y varias viviendas obreras.

Por otra parte Alemania, desde mediados de los 80, ha promovido la conservación de cuatro grupos de hornos altos del siglo XX: ejemplares aislados de Nuenkirchen y Hatigen y las plantas sider úrgicas de Duisburg-Meide-rich y Völklingen. Este último fue el mayor emporio manufacturero de perfiles metálicos de Alemania y tras su cierre en 1986 se han conservado todos los elementos del sistema productivo, lo cual, a partir de la promoción turística, lo ha convertido en una importante fuente de beneficios económicos.

Otro país del viejo continente que ha generado proyectos en este sentido es Escocia, donde, por ejemplo, se han revalorizado las antiguas industrias del hierro en Dunaskin y Ayrshire, investigando la promoción de la herencia industrial regional para el desarrollo económico.

Como expresa Benito del Pozo, 2002,6 "... aparece la idea del patrimonio industrial como elemento básico de los paisajes industriales y de la cultura del territorio. Se trata de mostrar los vínculos entre los patrimonios industrial y territorial, potenciando los restos materiales de la industrialización en su contexto espacial" y socioeconómico. A partir de los casos mencionados de entre tantos, podemos afirmar que en las últimas décadas ha aumentado considerablemente (tanto por parte de la iniciativa privada como pública) el interés por la preservación y conservación del patrimonio minero-industrial. Así, algunos de estos proyectos se pueden incluir dentro de los movimientos de dinamización territorial, considerando estos recursos:

    ...como una alternativa para un nuevo modelo de desarrollo local que ayude a superar un periodo de recesión económica, demográfica y social, consecuencia de la desaparición o el declive irreversible de las actividades productivas tradicionales, y de su no-sustitución por otras...7.

Incluso se apuesta a la integración entre diferentes unidades socioterritoriales, funcionales a un sistema mucho más competitivo o dinámico que puede ofrecer sinergias positivas. Al respecto es necesario considerar esto, particularmente pensando que no sólo es importante recuperar el patrimonio industrial; también es fundamental incluirlo en el espacio porque, como expresa JACQUES LECOURS (1999):

    Si el territorio es el soporte fundamental de la industrialización, hay que comprender al territorio para comprender la industrialización. En la interpretación y la puesta en valor del patrimonio industrial se debe tener en cuenta a su vez, el contexto espacial y temporal más amplio posible, intentando mostrar luego el contexto global donde han funcionado y funcionan distintas empresas. El sistema industrial es transformador no solo de productos sino de las sociedades que se han involucrado con él, y que desde esa posición han tejido redes sociales.

La conservación de los espacios industriales es fundamental ya que constituyen formas de organización social, integrando la vida económica, social y cultural de los trabajadores, señalando rasgos de la identidad obrera y del personal jerárquico y patronal, y en definitiva la memoria e identidad colectivas.

Por otro lado, esta reconversión y reutilización de elementos vinculados a la minería, en sus diferentes fases, supone evaluar su aptitud para convertirse en recursos turísticos y la capacidad de potenciar tres elementos claves: mejorar su atractividad turística, su capacidad para vincularse al turismo y la accesibilidad que posee tanto espacial como legal y técnica. Considerando los efectos positivos de la incorporación del patrimonio minero-industrial al mercado turístico, este puede:

    - Permitir la preservación, rehabilitación y puesta en uso de gran parte del patrimonio minero-industrial.

    - Recuperar un testimonio del pasado, dado que las actuales condiciones sociales, técnicas, económicas, etc., son muy diferentes a las que regían cuando se desarrolló la actividad.

    - Ampliar la puesta en valor en la realización de aplicaciones prácticas, como: la recuperación y rehabilitación de viviendas o cualquier otro tipo de bien inmueble de carácter tradicional, la creación o revitalización de museos o espacios temáticos, la definición y acondicionamiento de senderos naturales, la creación de centros de interpretación del patrimonio, el acondicionamiento de maquinarias antiguas, etc.

    - Revitalizar o mantener, en parte, los oficios tradicionales relacionados con la explotación de las canteras para la producción de souvenires, los cuales permiten al turista adquirir algo tangible del producto consumido.

    - Dinamizar distintos sectores económicos, potenciando la actuación de grupos empresariales y bancarios en la rehabilitación de bienes inmuebles, muebles, etc. Tiene también un efecto multiplicador sobre el empleo, tanto directo como indirecto. En este sentido, puede significar la formación de profesionales en varios campos, desde la recuperación y revalorización de los recursos potenciales, el inventariado y la conservación y restauración de bienes patrimoniales de carácter cultural, la recuperación o el rescate de costumbres, tradiciones, oficios, manifestaciones festivas, etc., la atención, protección y difusión de este patrimonio, hasta la promoción de productos y destinos turísticos que conforman, en conjunto, nuevas posibilidades de empleo. Por otro lado, la recuperación de oficios puede permitir la reincorporación, aunque sea parcial, de personas de edad avanzada que necesiten trabajar (por distintos motivos) y que encuentren cerrado el mercado laboral actual.

Pero a estos potenciales beneficios se deben agregar los posibles efectos negativos, porque ofrecer el patrimonio minero-industrial como atractivo turístico implica transformar la cultura en una mercancía. Por lo tanto, es fundamental no banalizar el producto ofrecido y a través de técnicas de interpretación lograr que el turista le otorgue significado a lo vivenciado en el lugar.

Esto, no es imposible de lograr, pero es necesario que quienes ofrezcan el servicio turístico tengan el asesoramiento profesional adecuado. Es decir que, además de consultar a expertos en administración de negocios y marketing, también involucren a profesionales de las ciencias sociales que les permitan ofrecer un producto turístico respetuoso del patrimonio. Esto seguramente redundará en las posibilidades de éxito del producto turístico ofrecido.

En una propuesta que incluya la puesta en valor del patrimonio minero con criterios de sustentabilidad, no se debe priorizar la eficiencia económica por encima de la equidad social o el equilibrio ecológico, sino que debe primar el respeto hacia la cultura donde la conservación de los rasgos tradicionales debe estar por encima de las expectativas del turista. De esta forma, aunque a veces las acciones sean mínimas, se garantiza un proyecto que busque no afectar aquello que le permite desarrollar su actividad económica.

En definitiva, la actividad minera como creadora de elementos y manifestaciones espaciales e ideales patrimoniales es potenciadora de la actividad turística de la que puede obtener los recursos para su propia proyección y mantenimiento. Esto supone una revisión de la actividad primaria y de sus fases sucesivas con criterios turísticos comprendidos en un proyecto sustentable. De dicho diagnóstico resultarán las verdaderas aristas de una propuesta.

Por otro lado, y no menos importante aunque no desarrollado en estas líneas, es la necesidad de buscar redes sinérgicas que favorezcan procesos de complementariedad y permitan una redistribución de esfuerzos y, sobre todo, un aprovechamiento de las economías de escala.

Los ecomuseos: características generales

El nacimiento de los ecomuseos podemos situarlo en las ciudades del norte de Francia, Le Creusot y Montçeaules-Mines. En estos lugares la actividad económica había disminuido considerablemente debido a la reconversión industrial de posguerra. La explotación de las minas de carbón y la siderurgia en la región industrial estaban ocasionando desempleo y la consecuente migración de su población hacia otras zonas con mejores expectativas. Esta situación hizo pensar en la idea de recuperar espacios industriales abandonados y crear un museo que preservara la historia de la región y de sus habitantes, involucrando a estos en el nuevo proyecto. Así surgió L'écomusée de la Creusot-Montçeaules-Mines, manejado en forma conjunta por un grupo de especialistas en museos y por los habitantes de la región.

De esta manera el concepto de ecomuseo, introducido por el museólogo francés Hugues de Varine en 1971, quedó definido como un "centro museístico orientado sobre la identidad de un territorio y sustentado en la participación de sus habitantes, que ayuda al crecimiento del bienestar y del desarrollo de la comunidad". Otras definiciones posibles de citar son la del Natural History Committee del icom (International Council of Museums) que define al ecomuseo como "una institución que gestiona, estudia y valora (con finalidades científicas, educativas y en general, culturales) el patrimonio general de una comunidad específica, incluido el ambiente natural y cultural del medio", y la elaborada por la Red Europea de los Ecomuseos, la cual expresa que "un ecomuseo es un proceso dinámico con el cual las comunidades preservan, interpretan, y valorizan su patrimonio para el desarrollo sostenible. Un ecomuseo se funda en un acuerdo con la comunidad".

De estas definiciones podemos extraer tres componentes: el propio museo, el territorio: no sólo la superficie física, sino también los elementos ambientales, culturales y sociales que definen un patrimonio local determinado, y la comunidad con las instituciones locales que son las que tienen el compromiso de ocuparse y desarrollar el futuro del territorio.

El ecomuseo es un vehículo para la participación cívica en la proyección y en el desarrollo colectivo. Con este fin, el ecomuseo se sirve de todos los instrumentos y los métodos a su disposición con el propósito de permitir al público comprender, juzgar y gestionar, de forma responsable y libre, los problemas con los que debe enfrentarse. En esencia, el ecomuseo utiliza el lenguaje cotidiano, la realidad de la vida cotidiana y de las situaciones concretas con el fin de alcanzar los cambios deseados.

El ecomuseo es una realidad que debe nacer y crecer por deseo de la comunidad, lo cual implica la no imposición por parte de agentes externos, que solo deben prestar apoyo profesional para organizarlo; por esto es necesaria la conformación de una responsabilidad compartida en todos los niveles de la comunidad para lograr su construcción. La participación de la población que habita el territorio donde se desarrolla el ecomuseo es fundamental para la toma cotidiana de decisiones que articulen y organicen las situaciones conflictivas, inscribiéndose en un proceso participativo de producción de conocimiento. Por esto, organizaciones, instituciones, expertos, etc., deben solo cumplir un papel de apoyo, sin perjudicar el papel protagónico de la comunidad, cumpliendo fundamentalmente tareas de investigación (cultural, ambiental y económica) para monitorear la evolución del ecomuseo y apoyando las necesidades de formación, tanto del personal del ecomuseo, como de los voluntarios y operadores económicos, con el fin de armonizar métodos y lenguajes que permitan compartir el proyecto de forma completa.

Los ecomuseos no solo permiten producir y reproducir la memoria, sino que por su relación con el territorio, se constituyen en un vínculo entre pasado, presente y futuro, revalorizando en el contexto de la globalización las identidades locales.

Las ventajas que pueden considerarse en el desarrollo de ecomuseos relacionados con el patrimonio minero-industrial son las siguientes8:

  1. La musealización del patrimonio industrial recupera un pasado y un paisaje olvidados que sirve de soporte para la identidad de lugares concretos.
  2. Se recupera una estética que muchas veces solo se presenta con el cese de la actividad; es la llamada "estética de la desindustrializacion", que comienza a revalorizarse.
  3. La conservación afecta tanto al contenido como al continente de los museos industriales y aumenta el carácter patrimonial de estos espacios culturales.
  4. Permite un uso público dirigido tanto a los visitantes externos (turistas) como a la comunidad local, debiendo tener esta última un protagonismo especial.
  5. Se pueden incorporar las experiencias personales de los antiguos trabajadores y convertir su memoria y conocimientos en uno de los principales activos de la visita.
  6. Dinamiza económicamente aquellas áreas afectadas por el cierre de industrias y la pérdida de empleos. La recuperación del patrimonio puede ser el único eje de un nuevo desarrollo completamente distinto del tradicional, en el que el turismo y la activación de actividades culturales-sociales se conviertan en los sectores principales.
  7. Estos museos permiten la aplicación de numerosas claves temáticas: arqueológica, técnica, socioeconómica, productiva, etc., y la presentación a las generaciones actuales, a partir de distintas estrategias didácticas, de las técnicas de producción y organización del pasado industrial.

Los ecomuseos representan e intentan preservar y dinamizar principalmente los vínculos entre los actores sociales locales y su territorio. Este objetivo solo puede cumplirse mediante un proceso de participación social que implique un continuo aprendizaje, contando con la ayuda de expertos que solo deben orientar a la comunidad y no intentar imponer sus ideas, pues los ecomuseos son construcciones propias de cada sociedad.

Finalmente, es importante destacar que pueden constituirse en una estrategia válida para aquellos espacios que están sufriendo procesos de degradación y estancamiento, producto de crisis socioeconómicas. Esta es una realidad que, lamentablemente, encontramos en innumerables casos en nuestro continente, por lo cual los ecomuseos pueden contribuir a contrarrestar esta situación, al tiempo que permitirían preservar rasgos de identidad locales y, en definitiva, el patrimonio de ese territorio.

Estudio de caso: Sierras Bayas. Argentina. Localización y descripción del área de estudio

La localidad de Sierras Bayas está situada en el partido de Olavarria a 20 Km. de la ciudad cabecera, en la Provincia de Buenos Aires, República Argentina, a los 35º 57' 00" de latitud Sur y a los 60º 08' 60" de longitud Oeste, a una altitud de 214 m.s.n.m.

El origen del nombre se debe a la coloración de los cerros y lomadas. Bayas proviene de bayos, color con el que se designa al blanco amarillento de los caballos.

Las Sierras Bayas abarcan alrededor de 130 Km2 dispuestos longitudinalmente de N.N.E. a S.S.W. sobre una distancia de 18 Km, con un ancho máximo de 80 Km.

Este núcleo orográfico está comprendido por tres unidades:

  1. Septentrional: formada por los cerros Matilde, Largo, Aguirre y del Diablo.
  2. Central: Representada por Las Tres Lomas
  3. Austral: que corresponde a la Loma Negra y a los cerros Bayo y La Horqueta.

El grupo septentrional es el más notable de los tres por su bien definida forma de anfiteatro, en cuyo interior se aloja la población de Sierras Bayas. Está formada por cuatro cerros: Matilde, Largo, Aguirre y del Diablo, que se disponen en ese orden. Estos cerros tienen una altura homogénea, alcanzando su punto más alto en el Cerro Largo de 310 metros. La comunidad se encuentra enmarcada por estos cerros que la contienen y que su vez son soporte físico, y durante muchos años económico, del asentamiento.

La localidad de Sierras Bayas no tiene una fecha fundacional, aunque ya figuraba en algunos mapas en 1864. En 1979 y a raíz de la declaración de las canteras existentes en Sierras Bayas como Reserva Fiscal, se genera un movimiento vecinal para indagar y tramitar la fecha fundacional. La provincia de Buenos Aires decreta la fundación el 20 de octubre de 1879, en coincidencia con las primeras mensuras en el área.

Entonces, desde 1979, el área de canteras adquiere el carácter de Reserva Fiscal y los documentos se estructuran en 15 artículos que determinan las formas y características en que se concederán los lotes, su forma de explotación, plazas, tamaño y pago.

La forma de concesión fue la de arrendamiento, organizada así como explica VILLAFAÑE9:

    El dueño de las canteras y caleras, generalmente un inmigrante europeo que había aprendido el oficio en su país de origen, no era propietario de los terrenos que explotaba sino que los arrendaba a la Provincia pagando un canon anual. Trabajaba junto a 15 o 20 obreros, a la par de ellos. La producción era manual y requería en algunas etapas, mucha experiencia y "conocimiento" del mineral por parte del dueño y de algunos de sus trabajadores.

Cabe aclarar que hasta el momento de creación de la Reserva Fiscal, la que a ún contin úa como sistema de organización de las canteras y Según documentación consultada, Sierras Bayas no existía como pueblo.

El comienzo de la actividad minera se relaciona con el "afanzamiento de la población en el área, convirtiéndose la zona en un enclave que aseguraba la expansión territorial y la articulación de un vasto mercado económico promovido por el modelo agroexportador"10, vigente en la Argentina desde las últimas décadas del siglo XIX hasta las primeras del XX.

Entonces, Sierras Bayas tuvo su origen, como asentamiento más o menos organizado, en el agrupamiento de los habitantes, la mayoría inmigrantes, que se fueron concentrando alrededor de pequeñas canteras y caleras a fines del siglo pasado.

Este periodo de organización territorial y productiva surge a partir de la llegada de algunos inmigrantes europeos que comenzaron la explotación de las canteras con características similares a las de sus lugares de origen, pero con menor desarrollo tecnológico. La dinámica espacial se completaba con una red de caminos que conducían los carros con la producción a la región próxima y a la ciudad de Azul, donde se hallaba el ferrocarril. Esta ciudad, conjuntamente con Tandil y Olavarria11, se encuentran en el centro de la provincia de Buenos Aires y se destacan por poseer complejas estructuras de producción y servicios, rodeadas por un conjunto de distritos de características predominantemente rurales. Esos partidos fueron, en el período de madurez del modelo de sustitución de importaciones, a partir de 1930, un importante polo de desarrollo regional.

Los tres partidos citados tienen una estructura productiva relativamente diversificada cuyo perfil adquiere rasgos particulares en razón del peculiar encadenamiento que se ha producido históricamente entre sus actividades productivas y de servicios.

Hacia 1917, se instala en la zona la primera fábrica cementera del país, la Compañía Argentina de Cemento Portland, de capital norteamericano. Esto genera un proceso de reorganización espacial muy particular que estructura el espacio en lógicas de apropiación muy diferentes, que tienen vigencia en la actualidad y que son una parte importante de la identidad espacial de Sierras Bayas. La Compañía se transforma en un núcleo de atracción de mano de obra, tanto para su construcción como para el funcionamiento, lo que gesta un asentamiento organizado jerárquicamente y con los servicios básicos. Lo demuestran el diseño y construcción de una villa para los obreros y otra para los directivos, escuelas de diferentes niveles, iglesia, clubes y las infraestructuras necesarias. La empresa da empleo a aproximadamente 1500 personas como dotación permanente, condiciones éstas que permitieron a la región ser considerada, en otras décadas, como polo de desarrollo y que, respecto a su capacidad productiva, el imaginario social denominó a la ciudad de Olavarría como Capital del cemento y La ciudad del trabajo.

El ciclo de producción continua del cemento, el escaso desarrollo de tecnologías en el transporte y la infraestructura, y el auge económico, acentuaron estos procesos durante décadas, gestando un enclave minero-fabril. El mismo fue paulatinamente dotándose de algunos elementos que ponían el acento en la mejora del ciclo de producción (la incorporación de tecnología), la organización obrera (fortalecimiento de los clubes y los sindicatos) y la distribución del cemento (con la llegada del ferrocarril).

La extensión de las vías significó mucho más que la presencia del ferrocarril y puso de manifesto un proceso de segregación residencial que a ún hoy se hace evidente. Así surgieron Pueblo Abajo y Pueblo Arriba, como se los denominaría localmente. El primero estaba vinculado a los grupos sociales gestados a partir de la fábrica y el segundo eran los barrios donde vivían los primeros pobladores, que incluía casas de piedra, viejos hornos desactivados y las primeras canteras.

Incluso durante mucho tiempo fue diferente la dotación de infraestructura y de servicios, que para los primeros pobladores demandó mucho tiempo en llegar, mientras que en Pueblo Abajo la necesaria organización de la producción continua en la planta implicaba ajustar la vida social y los tiempos de los trabajadores a los ritmos del sistema.

No obstante, en la organización de la villa existían diferencias jerárquicas tal como ocurría en la estructura fabril. El personal que cubría los mandos superiores, que en algunos casos era extranjero, vivía en un pequeño barrio cerrado, disimulado por frondosas arboledas, con viviendas diferenciadas del resto y clubes privados. Más expuestas se hallaban las casas de los mandos medios (capataces y jefes de sección) de la empresa, que estaban frente a las vías del tren y a unos cientos de metros se iniciaba el barrio obrero, que cubría unas 70 viviendas en tres manzanas.

Las quintas de los alrededores también fueron paulatinamente loteadas y allí se instalaron nuevos barrios para los obreros que no vivían en la villa. El ejemplo es el barrio o Villa Arrieta, denominado así por el loteo de las quintas de su propiedad. Este barrio creció durante las décadas de 1950, 1960 y 1970, ya que el modelo de sustitución de importaciones produjo, entre otras consecuencias, la migración de trabajadores desde áreas rurales o comunidades pequeñas a estos espacios, atraídos por la demanda de empleo, para trabajar en la fábrica y en las otras industrias relacionadas con ella, como la fabricación de explosivos, bolsas y transportes.

Ahora bien, para entender las características actuales que tiene Sierras Bayas, es necesario plantear el giro que dio en la década de 1980. La política económica desplegada con posterioridad al golpe de Estado de marzo de 1976 alteró el proceso de industrialización, deteniendo abruptamente el crecimiento industrial y modificando profundamente las condiciones estructurales del sector y el comportamiento de las firmas líderes. La apertura económica impulsa un acentuado proceso de desindustrialización y reestructuración manufacturera, que alteró el tipo de industrialización y el patrón de acumulación de capital vigente hasta ese momento. La crisis provoca un severo redimensionamiento industrial asociado a la quiebra y cese de actividad de numerosas empresas, así como la fusión, transferencia y absorción, tanto de firmas como de establecimientos. Este proceso involucra, también, a las firmas extranjeras, ya que un conjunto de ellas, líderes en sus respectivos sectores industriales, cesaron sus actividades en el país o fueron transferidas a otros capitales locales o extranjeros (como General Motors y Citroen en la industria automotriz). Los nuevos emprendimientos se dedicaron a producir bienes intermedios (siderurgia, papel, cemento, petroquímica, insumos textiles, etc.) en los cuales, generalmente, los grupos económicos propietarios de los nuevos establecimientos ya controlaban diversas empresas líderes. Esto significa que la estrategia empresarial se basó en consolidar sus posiciones oligopólicas en una amplia gama de bienes industriales intermedios por medio de los recursos estatales transferidos por los regímenes de promoción industrial, como por ejemplo los grupos económicos Loma Negra, Alpargatas, Bagley, Arcor, Acindar, etc.

El cambio en las lógicas de funcionamiento de la "Gran Fábrica", su venta, la incorporación de nueva tecnología y la consiguiente reducción de personal (de 947 a 306 empleados) determinaron un proceso de vaciamiento espacial de Pueblo Abajo, de abandono de ciertos procesos (se les venden las casas a los obreros que quieran comprarlas, desaparece de la comunidad el personal jerárquico y su organización social, entre otros). Así comienza una serie de transformaciones con una fuerte manifestación espacial, que va dando forma a problemas de desempleo, pre-carización del mismo, pérdida de población y estancamiento económico.

El comportamiento, la evolución y la transformación que se han gestado a través del tiempo en el asentamiento, otorgan identidades socioterritoriales que en la actualidad ponen de manifesto una trama compleja. Estas lógicas muchas veces impuestas por agentes externos al sistema (capitales internacionales) se relacionan con adaptaciones particulares que hacen a la cotidianeidad de los habitantes de Sierras Bayas, y dan forma a un uso singular del territorio. La conformación de un enclave minero gestado por un impulso económico puntual y particular, y apoyado en el aprovechamiento de los recursos, pone en evidencia hoy un paisaje identitario capaz de ser revalorizado desde su significado histórico, físico y social. Hoy podemos encontrar muchos símbolos testigos de la identidad, una combinación entre "La Gran Fábrica", vigente y con historias y estructuras revalorizadas desde el pasado (como la Chapería), su vínculo con Pueblo Abajo, su organización espacial y su estado actual. También Pueblo Arriba, con sus edificaciones residenciales, las canteras que quedaron como "dinamitando" la trama urbana, y los hornos caleros, como testimonio de otras formas de hacer la actividad minera más artesanal.

Este es el primer elemento en la conformación de un ecomuseo, donde todos estos procesos y elementos dan forma a un todo organizado, donde conviven viejas estructuras abandonadas con otras nuevas; viejos procesos junto a las técnicas modernas; combinación entre nuevas formas de aprovechamiento y viejas estructuras. Desde allí parte el proyecto de un ecomuseo, desde la propia organización y manifestación espacial, y los actores actuales del territorio y sus vínculos con el resto de la región.

Diagnóstico de sitios para la conformación del ecomuseo

Museo Municipal del sitio "La Calera", Sierras Bayas: Está ubicado en el centro de la localidad de Sierras Bayas; su edificio fue construido en el año 1890 y se encuentra en muy buen estado de conservación. La calera, conocida como "La Libertadora", comenzó a funcionar en 1906. Posee cuatro hornos verticales y un galpón con las bocas de los hornos, que dejaron de producir cal en el año 1984.

El Museo de "La Calera" se inauguró el 5 de mayo del 2003. Su propósito es mostrar a los visitantes la forma de trabajar la piedra caliza, tan característica en la zona, hasta su conversión en la legendaria "Cal del Azul". Presenta parte de la maquinaria del proceso productivo de lo que era la calera, y herramientas que fueron usadas por los obreros que alguna vez trabajaron allí. También existe en el lugar una muestra de carruajes antiguos y se realizan presentaciones itinerantes, como por ejemplo de juguetes u otros elementos.

Dentro de las actividades se han realizado ferias artesanales (cerámicas, madera, tejido, etc.), muestras pictóricas de artistas locales y zonales, muestras fotográficas e incluso un Taller de Historia Oral, con profesionales del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, del Departamento de Patrimonio Cultural e Investigación Histórica de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires y de la Universidad Nacional del Centro.

Horno inactivo Calera Victoria:

Ubicado en Pueblo Arriba, perteneció a una de las familias de inmigrantes genoveses, la familia Arata. Desde 1906, estaba en explotación la cantera y la calera, que en 1924 producía diariamente 45 toneladas de cal viva y 10 toneladas de cal hidráulica.

No solo el horno da testimonio del patrimonio que ha sido legado. La casa de la familia fue delegación municipal y actualmente funciona allí una escuela.

En la actualidad, la calera está en ruinas y solo se mantiene uno de los hornos, que esporádicamente se activa, ya que continúa en manos privadas. El horno, de eje vertical, en forma de botella invertida, es una estructura recubierta en ladrillo refractario que posee un plato removedor. Funcionaba para la generación de cal viva que luego era llevada por las vagonetas del ferrocarril hasta los sitios de acopio o molienda.

El horno es una construcción en la cual la piedra caliza es calentada a una temperatura tal que libera el CO2, convirtiendo la piedra en cal viva. El calor es proporcionado por combustibles adecuados (principalmente carbón de piedra o residual) que pueden ser colocados en capas entre la piedra caliza o mezclados con ésta.

La Calera Victoria está abandonada; no obstante, se puede recuperar el proceso productivo del horno y se encuentra dentro de la trama urbana.

Por otro lado, la población la considera un emblema de los viejos procesos industriales, por lo cual en 1999 se organizó el proyecto Resignificaciones públicas '99, dentro del cual se organizó el curso Todo es collage que propuso El Muro de la Memoria, contiguo a la calera. En esta oportunidad, la población de Sierras Bayas fue protagonista, pues llegó hasta el lugar para escribir en el muro aquellas cosas que no quería que se olvidaran. Se empapelaron rocas a las que se les escribía un mensaje; eso dio forma a un muro por acumulación, cuya vida útil dependería del azar y del tiempo. Se escribieron 42 bloques y algunos de ellos quedaron como testigos del día en que se decidió recordar lo que eran y plasmarlo a modo de reafirmación, no de legado. Entre las cosas que surgieron fueron:

    - "La memoria no es lo que recordamos sino lo que elegimos recordar. Somos culpables entonces del olvido".

    - "Un pueblo es el reflejo de toda manifestación de arte, si esto no fuera así este perdería su identidad y sus raíces".

    - "A ún recuerdo el montacargas que funcionaba en esta calera para elevar vagonetas con piedras que alimentaban el horno... el motor del montacargas era a explosión... "

Otro proyecto del mismo programa se denominó Reubicando, en el que un artista local tomó como idea tratar de reutilizar los residuos, construyendo pequeñas estructuras de materiales desechados y ubicándolas en espacios públicos. El objetivo era contribuir a la formación de conciencia en el cuidado y la conservación del ambiente, afirmando con esto que se pueden transformar los desechos en un acto creativo y no en basurales dispersos por el pueblo. El sitio elegido fue una pared del horno de cal de Victoria, en la que a ún hoy se aprecian algunas obras.

Calera Nasif:

La Calera Nasif que desarrolló sus operaciones desde hace unos 60 años hasta la década de los 90, se encuentra en total estado de abandono y posee actualmente restos que permiten recuperar todo el proceso de producción de cal. Cuenta con cinco hornos verticales, con un funcionamiento igual al de la calera Victoria, incluso con sus platos de zarandeo, solo que posee ventiladores para ayudar al proceso de combustión.

La Chapería:

Este emblemático sitio perteneciente a la "Gran Fábrica Cementera" representa la entrada a la planta de cemento. Los antiguos pobladores la llamaban así porque cada obrero tenía una chapa identificatoria que retiraba cuando ingresaba a la planta y dejaba colgada en un tablero cuando salía. Esta era una forma de control para saber en un determinado momento quiénes estaban presentes.

Estos son algunos de los elementos que pueden formar parte de una puesta en valor que se complementa con un patrimonio intangible vinculado a la fábrica y las historias asociadas a ella o a las tradicionales formas de explotación de las rocas calizas y dolomitas. Esta última es tal vez la de mayor singularidad, teniendo en cuenta que Sierras Bayas posee en la actualidad el único yacimiento de explotación de dolomita para trabajo ornamental y que pone en evidencia un proceso en desuso, con trabajo sobre bloques con moderada tecnología. Este proyecto posee además un valor agregado, al igual que en otros sitios, dado por la historia oral de quienes han visto la evolución de la actividad, los cambios en los procesos y en los ciclos económicos, pero impulsado también en algunos de los proyectos que esperan ser dinamizados y que son incubados por actores de la comunidad, como el taller de picapedreros de dolomita, que pretende preservar una forma de trabajo y de vida.

Conclusiones

A partir de lo analizado en la localidad de Sierras Bayas, se puede pensar en el potencial que tiene para el desarrollo de un ecomuseo que despierte elementos, áreas y procesos dormidos. Existen los recursos, pero es necesaria la generación de una red de proyectos que valoricen el patrimonio minero-industrial en su conjunto y su adecuación en espacios donde conviven m últiples etapas en la evolución de una comunidad, y de lógicas diferenciales que articulen distintos productos, desde la reactivación de ciertos procesos minero-industriales abandonados o en proceso de abandono, hasta el uso de los espacios, privados y municipales, para el desarrollo de actividades socioculturales vinculadas a la población local y a los turistas.

Este diagnóstico se fundamenta en los recursos, aunque requiere ser complementado con una identificación y análisis de los actores que pueden poner en funcionamiento el ecomuseo. Es necesario continuar el trabajo donde se analice la densidad que tiene este tejido de actores y qué capacidades tendrán que poner a funcionar para llevar adelante una maquinaria artesanal mancomunada, como un horno que hace combustión, ayudados por la identidad, no individual, sino colectiva, y que solo funciona con una producción continua.

Por otro lado, la puesta en valor del patrimonio local como recurso turístico es un reto que debe ser controlado, planificado y gestionado de forma articulada entre el sector público y privado para que pueda inscribirse en el marco del desarrollo sustentable.

El turismo potencia el desarrollo de las ramas de actividad que cubren directamente las necesidades de consumo de los visitantes (hotelería, gastronomía, comercio y servicios de ocio y recreación), pero también impulsa el desarrollo de otros sectores; aquí está la oportunidad. El turismo, debidamente planificado, puede incrementar directamente la renta de la población local, mediante salarios o beneficios empresariales.

Existe un patrimonio minero-industrial que puede ser puesto en valor, estimulando inclusive dinámicas culturales y asociaciones con otros procesos extractivos mineros, y paisajes culturales de la minería. Aquí están las mayores fortalezas.

La revalorización y utilización turística del patrimonio cultural requiere la integración a un proyecto cultural donde la oferta, en función de los intereses de las comunidades locales, prime sobre la demanda y a su vez actúe de forma armónica.

Los puntos básicos de esta política deben ser la adecuada preservación, presentación y difusión del patrimonio minero-industrial, a partir del ecomuseo, y el entendimiento del turismo como una nueva forma de práctica cultural que debe sustentarse en el hecho de que todas las comunidades e individuos tienen que asumir que el patrimonio cultural es un bien colectivo y, como tal, debe estar abierto al uso respetuoso de otros grupos sociales.

Finalmente, las posibilidades para desarrollar el turismo aprovechando el patrimonio minero-industrial, tropiezan con una serie de limitaciones u obstáculos para este plan. El primero que debe ser considerado por su importancia para el desarrollo de la propuesta es la desvinculación de determinados sectores de la población local en la gestión y valorización del patrimonio, lo cual implica profundizar la generación de programas especiales, como el desarrollado sobre el muro de la memoria, para integrar a la sociedad y que esta asuma el protagonismo en el desarrollo del ecomuseo. Entre las estrategias que pueden implementarse, están los talleres de historia oral que se constituyen en instrumentos para recabar parte de la información no escrita y, además, permite que la sociedad reflexione sobre su relación con el espacio local, redescubriendo valores. Por otra parte, la inclusión de la población en los estudios y en la difusión de los valores técnicos, económicos y socioculturales de la actividad minero-industrial, posibilitaría la puesta en valor del patrimonio local, alcanzando así la revalorización social y territorial de los recursos patrimoniales legados de décadas de desarrollo minero y del industrial asociado a la extracción de la piedra. Esto se enlaza con el continuo proceso de aprendizaje que propone un ecomuseo.

Por otro lado, la ausencia de planes y diseños turísticos en los que el patrimonio se articula en un plan de desarrollo sustentable, y la carencia de profesionales en turismo cultural, son uno de los elementos de mayor debilidad encontrados. Por esta razón, las autoridades municipales, junto al gobierno provincial y al sector privado, deben generar los espacios de discusión para solucionar estas dificultades y buscar el camino hacia un desarrollo sustentable del turismo cultural, revalorizando el patrimonio cultural en general y el patrimonio minero-industrial en particular, posibilitando el desarrollo económico de la comunidad.

Finalmente, es posible plantear que son transformaciones espaciales del pasado que se manifestan actualmente como estructuras y funciones que esperan ser interpretadas en un tiempo y un espacio presente, y protegidas para ser testimonios en un futuro.


Pie de página

1 Pardo Abad, 2004, p. 9.
2 Ibíd, p. 9.
3 Ibíd., p. 15.
4 Ibíd., p. 10.
5 Capel, H., 1996.
6 Pardo, ob. cit., p. 10.
7 Llurdes i Coit, 1995, p. 12.
8 Pardo, ob. cit., p. 16.
9 Villafañe, 2000.
10 Paz, C. 2002, p. 56.
11 A este sistema de ciudades -Tandil, Olavarria, Azul- se le denomina TOA.


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