TURISMO CULTURAL EN EL CENTRO HISTÓRICO DE BAHÍA BLANCA (ARGENTINA). ANÁLISIS Y PROPUESTAS PARA SU DESARROLLO TURÍSTICO-RECREATIVO

CULTURAL TOURISM IN THE BAHÍA BLANCA'S HISTORIC CENTER (ARGENTINA). ANALYSIS AND PROPOSALS FOR THEIR TOURIST-RECREATIONAL DEVELOPMENT1

Carlos Andrés Pinassi
Becario doctoral del conicet
Docente del Departamento de Geografía y Turismo
Universidad Nacional del Sur Argentina
Estudiante avanzado (tesis en evaluación)
Magister en Gestión en el Patrimonio Arquitectónico y Urbano
Universidad Nacional de Mar del Plata
Licenciado en Turismo
andres.pinassi@uns.edu.ar

Patricia Susana Ercolani
Doctora en Geografía
Universidad de las Islas Baleares-Universidad Nacional del Sur
Licenciada en Geografía
Universidad Nacional del Sur
Investigadora, docente y Vicedecana
Departamento de Geografía y Turismo
Universidad Nacional del Sur Bahía Blanca, Argentina
Directora científica de la Especialización en Turismo Rural y Comunitario
Universidad Nacional del Sur Bahía Blanca, Argentina
ercolani@uns.edu.ar

1El presente trabajo forma parte del Proyecto General de Investigación: "Turismo y desarrollo: nuevos escenarios en la gestión integral de destinos turísticos en el Sudoeste bonaerense. Parte II" (24/G060), que se lleva a cabo en el Departamento de Geografía y Turismo, de la Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca, Argentina).

Fecha de recepción: 25 de abril de 2012. Fecha de modificación: 28 de mayo de 2012. Fecha de aceptación: 07 de junio de 2012.


Resumen

El presente trabajo tiene como objetivo realizar un análisis de los componentes del patrimonio cultural, susceptibles de aprovechamiento turístico-recreativo en el centro histórico bahiense, a la vez de contribuir a su desarrollo a partir de una serie de propuestas, que configuren y consoliden una nueva oferta de actividades y servicios, orientada a visitantes y residentes de la ciudad.

Para ello, se aborda una investigación descriptiva y explicativa, utilizando técnicas de recolección de datos cualitativos, para el desarrollo del relevamiento en el terreno.

En este contexto, se obtiene una caracterización y clasificación, a partir de diferentes parámetros, de los bienes culturales, materiales e inmateriales, albergados en el casco histórico de la ciudad, a fin de dejar planteado un conjunto de lineamientos propositivos, desde el punto de vista del turismo cultural y la recreación, que contribuyan a la dinamización del sector y del centro urbano en su conjunto.

Palabras clave: Cultural Tourism, Cultural Heritage, Historic Center, Bahía Blanca.


Abstract

This paper studies the components of cultural heritage that may used recreational tourist in the Bahía Blanca's historic center, while contributing to the development of proposals that consolidate and configure a new range of activities and services aimed at visitors and residents of the city.

The article offers a descriptive and explanatory analysis, using techniques of qualitative data collection for the development of the survey in the field.

We obtain the characterization and classification based on different parameters of cultural property, tangible or intangible, from the historic center of the city. We propose a set of guidelines from the cultural tourism and recreation point of view in order to contribute to the revitalization of the sector and the city center as a whole.

Keywords: Cultural Tourism, Cultural Heritage, Historic Center, Bahía Blanca.


Introducción

La ciudad de Bahía Blanca, localizada en el sudoeste bonaerense (Argentina), presenta una diversidad de componentes culturales en su espacio urbano, de significancia histórica para la sociedad local. Dicho conjunto se encuentra representado por bienes de carácter material e inmaterial, asociados a su evolución como pueblo.

Su centro histórico representa el núcleo de gestación del territorio local, a partir del cualse organiza la trama urbana. La fortalezaque da origen a la actual ciudad funcionó como punto de avanzada en la "conquista del desierto". Si bien actualmente no quedan vestigios de ella, se han erigido, sobre finales del siglo XIX y principios del XX, representantes arquitectónicos que otorgan un nuevo valor al sector bajo estudio. Hoy en día, gran parte de ellos han sido legitimados como patrimonio cultural, en diferentes ámbitos jurisdiccionales.

En este contexto, dicho conjunto patrimonial representa una fortaleza para el desarrollo del turismo cultural a escala municipal, como actividad revitalizadora del propio sitio histórico y de la ciudad.

Como se manifestó al inicio, el objetivo de la presente investigación es analizar los componentes patrimoniales construidos e inmateriales, asociados al centro histórico de Bahía Blanca, a fin de determinar una caracterización general de la oferta de atractivos turístico-recreativos y, a partir de ello, realizar una serie de propuestas que contribuyan al desarrollo del turismo cultural en el área y la ciudad.

Con base en el fin propuesto, se presentan los aspectos metodológicos y el marco conceptual que da sustento teórico a la investigación desarrollada.

Seguidamente, se describe el área de estudio y se analizan los bienes culturales, susceptibles de uso turístico en el casco histórico.

Desde la investigación, se realiza un aporte al desarrollo turístico cultural del sector, planteando una serie de lineamientos propositivos que tienden a la gestión del espacio urbano como lugar de encuentro e intercambio entre residentes y visitantes. Para ello, se plantea una estrategia de producto y se mencionan los proyectos específicos a llevar a cabo, contribuyentes a la valorización de los componentes patrimoniales y a la dinamización del espacio urbano.

Procedimiento metodológico para abordar la investigación

El presente trabajo se aborda, en primera instancia, a partir de una revisión bibliográfica, relativa al tema general que estructura la investigación: el turismo cultural, como proceso social, analizado en este caso desde la perspectiva de la oferta. A su vez, adquiere relevancia el tratamiento de la vinculación con el patrimonio cultural, como componente base de la actividad, planteándose un apartado donde se analiza su atractividad como recurso turístico-recreativo.

A nivel específico, la consulta de la literatura y registros de archivos, donde se realiza untratamiento particularizado del tema planteado, constituye la segunda instancia de trabajo. Aquí se destaca el Inventario de Patrimonio Arquitectónico y Urbano del Partido de Bahía Blanca (ZINGONI, 1990), al igual que otras publicaciones, donde la información resulta relevante a los fines propuestos (Viñuales y ZINGONI, 1992; Municipalidad de Bahía Blanca, 2005; ZINGONI, 2010).

En una segunda instancia, se aborda el trabajo de campo, conformado por técnicas de recolección de la información de carácter cualitativo. En este caso, la asistencia al área de estudio de forma permanente, constituye parte de la observación directa en el terreno, que ha permitido realizar el relevamiento de atractivos. El mismo se ha estructurado con base en las fichas de inventariado adaptadas a partir de la propuesta por la Organización de Estados Americanos (1978).

Asimismo, el trabajo de campo también se conforma por entrevistas a informantes clave, entre ellos, el personal del área de turismo del municipio local, al igual que residentes de la ciudad. En este último caso, se realizaron un total de 20 entrevistas semiestructuradas, con preguntas de respuestas cerradas y abiertas, a habitantes de Bahía Blanca, comprendidos entre los 50 y 70 años. El cuestionario se estructuró con interrogantes referidos a la valorización del espacio céntrico, como lugar de encuentro y de prácticas recreativas durante su tiempo libre.

El desarrollo de cartografía específica complementa la información presentada.

Turismo cultural y patrimonio

El turismo, de acuerdo con lo establecido por BERTONCELLO (2002:32), es considerado como una práctica social,

    protagonizada por determinados sujetos sociales: los turistas, […] agentes económicos, comunidad de origen y destino, [donde] cada uno de ellos forma parte de una determinada sociedad, en la cual ocupan roles específicos, actúan según intereses y desde lugares de poder diversos.

Dentro de esta amplia actividad, y de las diferentes modalidades asociadas, se destaca el turismo cultural. El mismo, con caracteres y prácticas diferentes a las comprendidas en la actualidad, tiene su origen en el "Grand Tour", desarrollado por los jóvenes aristócratas ingleses entre los siglos XVI y XVII. Este consistía en la realización de un viaje por Europa continental, uniendo diferentes ciudades y teniendo como finalidad la formación personal y profesional (política) de los hijos de la nobleza. Dentro de las actividades principales relacionadas con la cultura, se destacaba la visita a colecciones privadas de arte, debido a la inexistencia de museos para ese entonces (RAMOS LIZANA, 2007:24). Esta experiencia permitía crecer intelectualmente alos jóvenes, contribuyendo a una preparación integral para su futura vida de diplomáticos.

Hoy en día, el concepto de turismo cultural va más allá de la visita a un museo o una colección. El mismo adquiere un carácter complejo, donde aquellos componentes culturales y patrimoniales que funcionan como los generadores del desplazamiento turístico, alcanzan una valoración relevante que condiciona la propia práctica turístico-recreativa.

ICOMOS (Consejo Internacional de Museos y Sitios) destaca en la Carta de Turismo Cultural (1976), que dicha actividad comprende

    aquella forma de turismo que tiene por objeto, entre otros fines, el conocimiento de monumentos y sitios en particular. Ejerce un efecto realmente positivo sobre estos, en cuanto contribuye -para satisfacer sus propios fines- a su mantenimiento y protección. Esta forma de turismo justifica los esfuerzos que tal mantenimiento y salvaguarda exigen de la comunidad humana, debido a los beneficios socioculturales y económicos que comporta para toda la población implicada.

En este caso, el turismo cultural queda expresado como la simple visita a un monumento o sitio con valor cultural o patrimonial asociado. No se mencionan otras motivaciones, sino que deja abierta la posibilidad de su determinación, debido a la falta de especificidad en su definición.

Existen otros autores que realizan un abordaje del tema de forma amplia e integral. VÁZQUEZ (en RAMOS LIZANA, 2007:67), sostiene que el turismo cultural consiste en

    organizar y realizar un viaje con una propuesta de contenido territorial o temático, para llevar a cabo actividades, que permitan experimentar la cultura y las diferentesformas de vida de otras gentes y, como consecuencia, conocer y comprender sus costumbres, tradiciones, entorno físico, ideas intelectuales y lugares históricos,arqueológicos, arquitectónicos o de otra significación cultural.

Siguiendo la misma línea, CAMARERO IZQUIERDO Y GARRIDO SAMANIEGO (2008: 35) establecen que

    el turismo cultural se define como las visitas realizadas por personas externas a una localidad, motivadas total o parcialmente por el interés por la oferta histórica, artística, científica, estilo de vida o patrimonio de una comunidad, oferta regida por un grupo o institución.

A diferencia de la definición planteada por ICOMOS (1976), los autores citados amplían la posibilidad de prácticas y motivaciones que pueden ser las causantes del desplazamiento de los visitantes: desde conocer sitios de interés histórico, a la búsqueda de participación en una determinada comunidad, atraídos por su modo de vida. Se puede decir, entonces,que el turismo cultural tiene como principal recurso base a la cultura de un determinado lugar, manifestada de forma material, a través de su patrimonio construido (iglesias, monumentos, edificios históricos, etc.), e inmaterial, reflejado en los componentes patrimoniales intangibles (festividades típicas, gastronomía, modos de ser y hacer, etc.).

En la literatura consultada, la mayoría de los estudiosos del tema hacen un tratamiento similar del turismo cultural y del patrimonial, considerándolos como sinónimos. Si bien los conceptos se encuentran estrechamente ligados, existe diferencia entre las dos prácticas. Por un lado, el turismo cultural con sus características formales asociadas, descriptas anteriormente, adquiere el carácter de la gran modalidad turística, definida a partir de la motivación de la demanda, mientras que el turismo patrimonial se encuentra más acotado como actividad. En este último, el contacto con los bienes culturales es más profundo, la contextualización auténtica de la manifestación cultural o de la obra profundiza la valorización resultante, la dimensión territorial en este caso adquiere relevancia y mayor significación CAMARERO IZQUIERDO Y GARRIDO SAMANIEGO (2008: 35-36), destacan que

    la diferencia que algunos establecen entre turismo del patrimonio y turismo culturales que el primero se basa en el lugar, en crear un sentido del mismo enraizado en sus especificidades, su gente, sus hechos, historias y tradiciones. El turismo cultural, sin embargo, se relaciona con el mismo tipo de experiencias pero con menor énfasis en el lugar.

ASWORTH (en Chile Ambiente Corporación,2008: 5) destaca que en el turismo patrimonial

    […] el desplazamiento de personas es motivado por el interés especial que suscitan los recursos patrimoniales de un lugar específico. Se tiende a confundir y superponer el turismo patrimonial y el turismo cultural ya que su relación es muy estrecha y en donde los términos se utilizan a menudo de forma sinónima. Sin embargo, turismo cultural abarca un concepto más amplio que turismo patrimonial.

Se puede decir, entonces, que una manifestación de la cultura de un pueblo, que forma parte de su patrimonio inmaterial, tendrá mayor significación si se lleva a cabo en su sitio original de emplazamiento, y no descontextualizada y generada para la simple afluencia de visitantes; o una muestra de esculturas de un artista, será mucho más valorada si la misma se realiza en el propio taller del escultor y no en una sala de exposiciones o un museo temático. Aquí la apreciación de los visitantes resulta diferente, al igual que la propia práctica turística patrimonial, determinando experiencias y vivencias disímiles. Se manifiesta en los casos planteados, el desarrollo de actividades asociadas a un turismo patrimonial, quedado aquella oferta configurativa del turismo cultural, en un marco más genérico y amplio. En la Figura 1 se presenta en forma esquemática lo descripto anteriormente.

Se trate de turismo cultural o patrimonial, en estas prácticas el patrimonio actúa como el recurso turístico o atractivo base, capaz de generar el desplazamiento hacia un espacio geográfico dado. Dicho conjunto de bienes culturales, ya sean de carácter material o inmaterial, forman parte de una estructura mayor, que conjuntamente con otros componentes, determinan la elección de un lugar, generando la movilidad de los visitantes hacia el mismo. Este conjunto de elementos es denominado producto turístico. VALLS (1996) destaca que

    el producto turístico se presenta como un conglomerado, una amalgama, una constelación de elementos tangibles e intangibles en particular. Entre los elementos tangibles se hallan los bienes, los recursos, la infraestructura y los equipamientos; entre los intangibles se encuentran los servicios, la gestión, la imagen de marca y el precio.

Es decir que los atractivos adquieren la caracterización de ser un elemento integrante más, entre varios, que constituyen un producto turístico que, articulado con otros, conforman la oferta existente en un destino.

En el caso del turismo cultural, el patrimonio de una sociedad se transforma en su recurso principal, configurando, mediante la articulación con el resto de los elementos, un producto turístico cultural. Moreno Delgado (en GUZMÁN VILAR Y GARCÍA VIDAL, 2010:39) entiende al mismo como:

    …el conjunto de componentes tangibles e intangibles basados en los recursos patrimoniales culturales, los cuales resultan accesibles a los viajeros visitantes a través de la armonización de la gestión cultural y turística, siendo generadores de beneficios en forma de experiencias con sentido para un público específico, de manera tal que se garantice la sostenibilidad económica y ambiental de los factores que intervienen en su presentación.

La existencia de los atractivos no es suficiente para los visitantes, sino que el mismo debe ser "acondicionado", tanto en términos físicos, temporales, como económicos, para hacerlo accesible al público objetivo interesado (CONTI Y CRAVERO IGARZA, 2010:13).

BRITO (2008: 26) destaca que un recurso turístico podrá constituirse en un producto turístico cultural, a través de un tratamiento y planificación específica, orientada al consumo, además de encontrarse el atractivo asociado a las ofertas culturales y servicios turísticos disponibles en el mercado.

TRESSERRAS (2006) realiza un aporte a la definición, estableciendo una serie de características formales del proceso de transformación o conversión del patrimonio como recurso a producto turístico. Destaca que este producto cultural debe ser sostenible, atractivo, rentable, participativo (en su desarrollo y comercialización) y formativo, vinculado este último con la capacitación y educación de los prestatarios de los servicios turísticos y la propia población local, acerca del trato con los visitantes.

En este proceso no solo entra en juego el patrimonio como único elemento captador de la atención de los futuros visitantes, sino que para el acceso de los individuos al propio atractivo se hace necesario un conjunto de componentes que determinen y posibiliten la accesibilidad al mismo, para su uso, aprovechamiento y consumo.

En esta configuración y conversión del patrimonio de recurso a producto turístico recreativo intervienen diferentes actores locales, con intereses, formas de actuar, valores y objetivos diferentes, por lo que los procesos de patrimonialización y activación de atractivos turísticos deben ser planificados de manera cuidadosa, en primera instancia, porque se está trabajando con un bien que forma parte de la identidad de la sociedad local; segundo, porque dicho bien lleva asociada una autenticidad (como obra o manifestación) que debe resguardarse para no atentar contra el propio recurso, y tercero, porque la inadecuada gestión en la comercialización del producto cultural puede traer impactos poco beneficiosos tanto para el bien cultural en juego, como para la sociedad receptora, portadora del mismo.

De acuerdo con la lectura que realiza prats (1997: 42), en el proceso de incorporación del patrimonio a un producto turístico cultural, dicho patrimonio puede presentarse de tres formas diferentes, dando lugar a una configuración determinada, tanto de la propia práctica, como del consumo. En primer lugar, "el patrimonio puede constituirse como un recurso turístico per se, capaz de integrar con la oferta hotelera básica, un motivo de compra autónomo […]". El ejemplo típico en este caso lo constituyen como establece el autor, las pirámides y templos de Egipto, las ruinas incas de Machu Pichu, las pirámides mayas, o cualquier otro patrimonio con gran reconocimiento mundial. A su vez, "el patrimonio puede presentarse asociado a un producto turístico integrado (un paquete) […]". Se debe mencionar aquí, a aquellas ciudades que conservan intactas y en adecuado estado de preservación sus estructuras edilicias de gran valor arquitectónico e histórico, como la mayoría de las ciudades europeas, donde a través de diferentes circuitos, que incluyen desde el servicio de alojamiento hasta las excursiones y gastronomía, recorren gran parte del viejo continente bajo la temática cultural. En última instancia, "el patrimonio […] puede constituirse en un valor añadido para destinos turísticos que no tienen el patrimonio como principal atractivo, como motivo de compra básico". Se destacan en este caso, los centros turísticos que presentan su principal producto asociado a un recurso natural, como la playa o la montaña, buscando entonces, a través del turismo patrimonial, captar un nuevo segmento de mercado, diversificando de esta manera su demanda.

Además de precisar la relación entre patrimonio y turismo, se hace necesario también destacar la importancia de la recreación, como otra forma de ocio, comprendida, al igual que la actividad turística, dentro del tiempo librede las personas. Por su acotación temporal, posibilita la utilización del patrimonio cultural por los propios residentes de un determinado lugar, como conjunto de componentes susceptibles de ser aprovechados desde la perspectiva del esparcimiento.

La Real Academia Española (2012) define la recreación como "acción y efecto de recrear", entendiendo por recrear: "divertir, alegrar o deleitar". En segunda instancia, manifiesta que la recreación es "diversión para alivio del trabajo". Aparece reflejada en este caso, la actividad recreativa como liberatoria de presiones laborales, pertenecientes a un tiempo de vida obligado.

BOSCH (2009: 27-28), establece que la recreación

    … implica la ruptura con lo cotidiano, con la rutina, con lo que permite descubrir cosas nuevas que para el hombre significan vivencias, sentimientos e ideas que no experimenta habitualmente. [...] sirve para el descanso de actividades diarias de carácter obligatorias y al mismo tiempo ayuda a desprenderse de las preocupaciones que estas originan.

Por otra parte, ACERENZA (1991: 32) manifiesta que dicha práctica recreativa considera "…cualquier tipo de uso que el hombre haga de su tiempo libre, siempre que este uso se realice con una actividad placentera". Al igual que los conceptos planteados con anterioridad, deja manifestado el carácter de actividad realizada con un carácter hedonístico, en un tiempo restante al obligado. Esta caracterización podría aplicarse también al turismo, ya que se encuentra enmarcado dentro del tiempo libre y se conforma como una actividad de ocio.

Cabe aquí plantear entonces a dicha distinción, mencionada en gran parte de la literatura específica del tiempo libre y el ocio. La divergencia fundamental entre turismo y recreación, como formas de ocio, se encuentra dada por la temporalidad, incluyendo la recreación aquellas actividades realizadas en períodos inferiores a 24 horas, es decir, que no considera la incursión de pernocte en el lugar visitado. En este sentido, afirma BOULLÓN (1990: 91): "la principal diferencia entre turismo y recreación reside en que esta califica al uso del tiempo libre por períodos inferiores a 24 horas".

Asimismo, el autor citado manifiesta el carácter de tipo urbano o en las periferias de las aglomeraciones que estas prácticas recreativas tienen, acotando además la duración promedio del desplazamiento, entre el entorno habitual y el espacio recreativo propiamente dicho, a dos horas de "distancia tiempo" (ídem).

En este contexto, se considera entonces la recreación como la realización de actividades, enmarcadas dentro del tiempo libre de los individuos, que persigan la obtención de un estado placentero y que posibiliten la evasión del que hacer diario. Dichas actividades deben enmarcarse en un contexto temporal no superior a las 24 horas.

Entre las diferentes motivaciones psicológicas para la realización de estos tipos de prácticas recreativas (al igual que las turísticas), resurgen el hastío, la realización de compras, los paseos, las visitas, la práctica de deportes, las razones culturales, entre otras (BOULLÓN, 1990: 100-101). Estas últimas cobran relevancia cuando se piensa en la vinculación con el patrimonio cultural, convirtiéndose el mismo en el atractivo de interés para el desarrollo de la actividad.

A partir de lo planteado en este acápite, se identifican entonces diferentes vinculaciones entre patrimonio, turismo y recreación, desarrollando disímiles formas de consumo, dependiendo de las características del destino. De acuerdo con las estrategias de gestión que se lleven a cabo en el mismo, se podrán configurar productos turísticos culturales, acordes con las necesidades y deseos de los visitantes, tratando estos centros de captar el público deseado, para que el mismo haga una utilización y uso de los componentes patrimoniales que alberga y así obtener a cambio un beneficio económico que, en términos sostenibles, debe ser reinvertido en su mantenimiento y preservación.

La atractividad turística del patrimonio cultural

Para comprender el concepto y las distintas miradas acerca de la construcción de la atractividad turística de un recurso o un destino, se debe definir con anterioridad, qué se entiende por atractivo.

SUNYER et al. (2005:62) consideran como atractivo o recurso turístico2 a "todo elemento material que tiene capacidad, por sí mismo o en combinación con otros, de atraer visitantes a un determinado espacio, y cuando esa visita responde a motivos de turismo, ocio y recreación". Es decir, siguiendo la lectura que realizan los autores citados, "los recursos territoriales constituyen la materia prima de la actividad turística". En este sentido, en relación con el turismo cultural y patrimonial, el propio patrimonio cultural, se transforma en el recurso, susceptible de uso y aprovechamiento por parte de los visitantes.

La Organización Mundial del Turismo (en SANCHO, 1998: 183-184) considera que el patrimonio turístico (entendido en este caso como recurso) "es el conjunto potencial (conocido o desconocido) de los bienes materiales o inmateriales a disposición del hombre y que pueden utilizarse, mediante un proceso de transformación, para satisfacer sus necesidades turísticas". En esta transformación, de recurso a atractivo y posterior conformación en un producto turístico, intervienen los diferentes procesos de patrimonialización o de asignación de valor inducido, considerando además, aquellos posteriores de activación o gestión de atractivos.

En este sentido, existe entonces un elemento cultural que es valorado como tal por sus condiciones. Esta valoración, manifestada por procesos de patrimonialización o activación patrimonial, conlleva a su conversón en recurso cultural, al ser apreciado como tal. Dicha iniciativa de asignación inducida de valor puede ser llevada a cabo por actores locales (vecinos, instituciones, gestores) o por la valorización propia de los turistas, contribuyendo a su activación y a su posterior conversión en atractivo. Es decir, aquel recurso que es valorado por los visitantes y que genera un desplazamiento hacia el destino donde se localiza, se transforma en recurso turístico, a partir de la atractividad generada (Figura 2).

Lo antedicho permite deducir que el conjunto de recursos turísticos de un destino constituye aquellos componentes básicos o complementarios, pero no únicos, capaces de motivar a los individuos y generar un flujo de visitantes desde un área emisora, considerada como el entorno habitual de dichas personas, hacia un espacio receptor o de destino, donde se encuentran los mencionados recursos territoriales. Bajo esta adjetivación, Tavares et al. (2010: 1.074) establecen que "los factores de atractividad de un destino turístico son sus recursos naturales, deportivos y culturales, religiosidad, eventos, características del clima y gastronomía, entre otros"3. Los autores consideran a los atractivos naturales y culturales,como el conjunto de bienes y manifestaciones captadoras de la atención de los visitantes e influyentes en la toma de decisión del viaje.

Además de considerar a los recursos turísticos (oferta original) de un determinado destino, como uno de los atributos principales, intervinientes en el proceso de creación de la atractividad de visitantes hacia dicho espacio turístico, se debe tener en cuenta la oferta turística derivada o complementaria, es decir, el conjunto de prestaciones o servicios que se vinculan en forma directa con la actividad turística y que posibilitan, conjuntamente con la infraestructura de transporte, la accesibilidad a los atractivos y al propio destino. En este sentido, los diferentes tipos de equipamiento turístico -de alojamiento, alimentación, esparcimiento, transporte, entre otros-, adicionado a las instalaciones del sitio, conformarán una planta turística, con un determinado grado de aptitud, para potenciarel desarrollo de dicha actividad en el lugar. En este contexto, la oferta turística complementaria juega un rol fundamental en el proceso de creación de la atractividad turística de un determinado espacio.

Hasta aquí, el análisis y definición de la atractividad se ha establecido únicamente desde un enfoque: el de la oferta. Cabe plantear que dicho concepto debe abordarse también desde una perspectiva no solo centrada en el área receptora, portadora de recursos y productos turísticos, sino en la mirada del visitante, quien desarrolla su residencia en un lugar, distante del destino.

ALMIRÓN, BERTONCELLO y TRONCOSO (2006:107), sostienen que la atractividad turística de un lugar puede definirse desde dos perspectivas: en primera instancia, desde los recursos turísticos o atractivos, entendidos como un conjunto de componentes naturales o culturales, con ciertos atributos particulares en un determinado sitio, que existen previamente a la valoración que los visitantes hagan de dicho espacio; por otro lado, establecen que dicha atractividad es una "construcción social" que va más allá de la mera existencia de atributos en el territorio, y que la misma se forma a partir de la combinación de estos últimos conciertas cuestiones ajenas al espacio soporte de los atractivos. Dichas variables resultan relativas a los propios visitantes y al contexto enel que ellos están inmersos, como pueden serlas modas, gustos, hábitos de consumo, etc.

A partir de esta última postura, se atribuye la construcción de la atractividad a las sociedades de origen, es decir la determinación de una actitud generadora del desplazamiento, propia de un espacio diferente al receptor, donde verdaderamente se encuentran los recursos. Al respecto, BERTONCELLO (2002: 42-43) manifiesta que:

    …con esto se están cuestionando fuertemente los estudios y prácticas orientados a la búsqueda o detección de atractivos potenciales como meros atributos del lugar: dicho en otros términos, podría decirse queno importa cuan importante, destacado, etc., es un rasgo (natural, histórico, cultural o lo que sea) del lugar de destino, sólo se valorizará como atractivo si logra coincidir con demandas existentes en la sociedad de origen de los turistas.

A su vez, Bustos Cara plantea que

    para superar la dicotomía entre la sociedad de origen del turista y la sociedad de destino[…] debe buscarse en el proceso de producción de valor del atractivo turístico y hacerlo de manera sostenible. Para esto es necesario reconocer que la sociedad de destino produce sus valores y que estos son territorializados los que pueden sustentablemente alimentarlos valores buscados o reconocidos por la sociedad de origen. Los valores desterritorializados, es decir imaginados en el origen, tarde o temprano se desvanecen ante las realidades locales (BUSTOS CARA, 2004: 13-14).

En el proceso de activación de bienes culturales como atractivos turísticos, será necesario entonces compatibilizar ambas miradas: por un lado, analizar y exaltar los atributos particulares de los recursos turísticos y, por otro, tratar de definir las propuestas de gestión a partir de los intereses de los visitantes. Aquí entra en juego el papel que desempeña el marketing turístico, en tratar de identificar las necesidades y deseos de los visitantes para, a partir de ello, diseñar productos concretos que respondan a sus exigencias. Al respecto, puede decirse que

    … los intereses de los potenciales turistas, junto con las condiciones objetivas del lugar, definen un campo de posibilidades de actuación social, que se concreta en distintos lugares. [...] Intereses económicos y políticos, intereses grupales y concepciones de mundo, se articulan en acciones concretas que desembocan en las formas específicas que adquiere el proceso de definición de atractivos en cada lugar y en la elección de los lugares (BERTONCELLO, 2008: 9).

Siguiendo la misma línea de pensamiento puede manifestarse que existen diferentes componentes patrimoniales, con ciertas características que los hacen ser más o menos propensos a convertirse en verdaderos atractivos turísticos. Dependiendo de los valores que la obra o la manifestación cultural albergue, en cuanto a parámetros estéticos, paisajísticos, culturales, históricos, entre otros, será más o menos apto para captar el interés de los potenciales visitantes de un destino turístico. A esto se le debe adicionar la posible declaratoria que posea el bien, otorgando la misma una valoración mayor, cuanto más elevado sea el estatus alcanzado. En este sentido, se entiende que un lugar declarado Patrimonio de la Humanidad representará una mayor apreciación, en términos de atractividad, que otro con declaratoria a nivel nacional, provincial o municipal (ídem: 11). Esta asignación de valor juega un rol fundamental en estos procesos, donde pueden ser las detonantes del desarrollo de la práctica turística en un determinado lugar, asociando a ello formas de consumo, de planificación, ciertos impactos positivos o negativos, entre otras repercusiones que se puedan producir en el espacio soporte de la actividad turístico-recreativa.

El caso del centro histórico de la ciudad de Bahía Blanca

La ciudad de Bahía Blanca se localiza en el partido del mismo nombre, en el Sudoeste de la provincia de Buenos Aires, en la República Argentina (Figura 3). Su población distrital alcanza los 301.572 habitantes (INDEC4: 2010).

La actividad económica de base se conforma por aquella de carácter portuario e industrial, adicionado al rol importante del sector terciario comercial y de servicios. Este último posibilita la concreción de la ciudad como abastecedora de una gran área de influencia, en el sudoeste bonaerense.

El turismo se presenta como una actividad complementaria a las de base, desarrollándose con énfasis aquellas modalidades vinculadas a los congresos y convenciones. Desde la perspectiva de la planificación de las políticas turísticas a nivel municipal, el turismo cultural se presenta en un segundo plano.

Antes de definir el área específica de estudio, el centro histórico de Bahía Blanca, es preciso conceptualizar, de forma breve, qué implica el concepto de centro histórico como tal. Dicho término

    …es aplicado corrientemente a un asentamiento urbano o a una zona específica de una ciudad en la que se encuentra un conjunto importante de monumentos dentro de un tejido urbano coherente y significativo. Los edificios de especial valor, integrados dentro de esa trama homogénea que se ha consolidado a lo largo de varios siglos, o bien en un período determinado de la historia, conforman una unidad urbana en la que se conjugan valores históricos, arquitectónicos, de paisaje urbano, de memoria social (WAISMAN, 1993: 136).

La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), consideran a los Centros Históricos, como

    …todos aquellos asentamientos humanos vivos, fuertemente condicionados por una estructura física proveniente del pasado, reconocibles como representativos de la evolución de un pueblo. Como tales se comprenden tanto asentamientos que se mantienen íntegros, desde aldeas a ciudades, como aquellos que a causa de su crecimiento, constituyen hoy parte o partes de una estructura mayor. Los Centros Históricos, por sí mismos y por el acervo monumental que contienen, representan no solamente un incuestionable valor cultural sino también económico y social (UNESCO y PNUD, 1977).

TELLA Y POTOCKO (2009: 37) establecen que

    …comúnmente se denomina centro histórico al asentamiento urbano originario de una ciudad, de formación anterior a la expansión urbana que consolidó la ciudad que hoy conocemos. Alguna vez fue el todo de la ciudad, luego atravesó múltiples procesos que lo transformaron y que finalmente lo consolidaron como centro histórico, como reservorio de los orígenes de la ciudad.

De acuerdo con los conceptos presentados, cuando se define un centro histórico se habla de un área urbana que coincide con el espacio fundacional que dio origen a un asentamiento, que guarda valores históricos, arquitectónicos y culturales propios de una época, y constituyen un sector a ser preservado de acuerdo a la ponderación de atributos que posee.

Para el estudio de caso que trata la investigación, si bien se identifican diferentes obras y equipamiento urbano de significancia para la sociedad local, el espacio en su conjunto no se integra de manera homogénea, sino que es posible identificar la convivencia de arquitectura moderna, con edificios históricos de finales del siglo XIX y principios del XX, articulados con otras construcciones bajas y en altura, referentes a períodos contemporáneos de creación.

En este contexto, podemos decir que estamos en presencia de un "centro histórico no consolidado". En palabras de WAISMAN (1993:137), estos tipos de espacios

    …poseen monumentos de valor arquitectónico considerable y/o áreas reducidas, corredores o tramos homogéneos de interés arquitectónico o urbanístico, todos ellos inmersos en un tejido débil, que no da pie por sí mismo para intervenciones de conservación a escala considerable. La debilidad del tejido puede provenir ya sea de un desarrollo histórico desigual o poco sostenido,que no hizo posible su consolidación […], o bien de la pérdida de consistencia por causa de violentos procesos de renovación.[…] las obras de carácter religioso y las obras civiles de gran envergadura habrán sido respetadas, en tanto que la arquitectura comercial y doméstica más moderna, sufre renovaciones, transformaciones o simplemente demoliciones.

En este sentido, se articulan no solo obras correspondientes a distintas épocas, sino que a las mismas y al conjunto patrimonial presente en el área se le asigna una valoración especial, debido a que funcionan como hitos históricos, dentro de una trama moderna, cambiante y, por lo tanto, más frágil. Se puede decir entonces que cumplen una doble función: por un lado, albergan un cúmulo de actividades administrativas, económicas y comerciales, características de cualquier centro urbano como nodo de transacción e intercambio cotidiano; mientras que por el otro, funcionan como soporte aglutinador de componentes patrimoniales, hacedores y contenedores de la memoria colectiva e identidad del pueblo portador (TELLA Y POTOCKO, 2009: 37).

Una vez presentada la implicancia del término, es preciso definir el espacio objeto de estudio.

El centro histórico de la ciudad de Bahía Blanca se localiza y coincide con el centro administrativo y comercial de la ciudad. De acuerdo con la delimitación establecida en el Inventario de Patrimonio Arquitectónico y Urbano Municipal, el mismo comprende una extensión de unas 15 cuadrículas de diferentes dimensiones. Dicho espacio se delimita por las calles BELGRANO-DONADO, BROWN-VIEYTES, RONDEAU-RODRÍGUEZ y MITRE-SOLER (Figura 4).

El sitio se caracteriza, además, por la localización en su interior de la Plaza Rivadavia. Esta conforma uno de los principales espacios verdes públicos de la ciudad. Por su valor histórico albergado, se encuentra declarada "Lugar Histórico Nacional" (Decreto n.° 1020/ 2004).

Asimismo, se destacan un número importante de edificios con declaratoria patrimonial a diferentes escalas (municipal, provincial y nacional), que constituyen parte de la oferta de bienes culturales, susceptibles de aprovechamiento y uso turístico-recreativo. Entre los más representativos, se pueden destacar Palacio Municipal, Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia, ex Banco de la Provincia de Buenos Aires, Bolsa de Comercio, Edificio de la Aduana, Catedral Nuestra Señora de la Merced, entre otros de gran valor.

La mayoría de ellos han sido construidos sobre finales del siglo XIX y principios del XX, no quedando obras representativas del período de fundación (1828).

Además de la Plaza Rivadavia, se destaca el antiguo solar que ocupaba la "Fortaleza Protectora Argentina", fuerte de avanzada en la conquista de la soberanía sobre el territorio nacional. La misma fue desestructurada, tras varios años de tratativas, no quedando vestigios de ella en la actualidad. Dicho espacio, que actualmente ocupa cuatro cuadrículas en la trama urbana dentro del centro histórico, se encuentra también declarado: "Lugar Histórico Nacional".

Recursos turístico- recreativos en el centro histórico

A partir del relevamiento realizado en el centro histórico, se han identificado un total de 53 recursos susceptibles de aprovechamiento turístico y recreativo5, debido a los atributos y valores albergados en cada uno de ellos, que posibilitan una potencial configuración como atractores de visitantes. Para la catalogación de los mismos, se ha utilizado como herramienta de clasificación, la metodología de inventario turístico propuesta por el Centro Interamericano de Capacitación Turística (CICATUR) de la Organización de Estados Americanos. Este procedimiento distingue 5 categorías de atractivos o recursos turísticos. En el Cuadro 1, que se presenta a continuación, se menciona cada una de ellas, con su descripción correspondiente.

Para el caso de análisis, del total de recursos, un 84% (45 bienes) corresponden a la categoría museos y manifestaciones culturales, mientras que el porcentaje restante se concentra en los grupos realizaciones técnicas, científicas o artísticas contemporáneas (8%), folklore (4%) y acontecimientos programados (4%). (Cuadro 2).

Dentro del grupo de mayor representatividad, los tipos y subtipos que predominan en forma notoria son obras de arte y técnica y arquitectura, respectivamente, siendo el tipo lugares históricos el de menos notoriedad. Para el caso del subtipo arquitectura, se hallaron un total de 43 edificios emblemáticos, que albergan como componentes principales su valor histórico, cultural y caracteres arquitectónicos. Se identificó solo un lugar histórico, que corresponde a la Plaza Rivadavia, espacio público de ocio en el centro del área de estudio6.

La categoría de realizaciones técnicas, científicas o artísticas contemporáneas se distribuye es 4 intervenciones urbanas actuales, que complementan la oferta existente de patrimonio cultural construido. Lo mismo sucede con el resto de las clasificaciones: folklore y acontecimientos programados, denotando una escasa oferta de este tipo de atractivos y manifestaciones culturales, dentro del propio centro histórico. Cabe aclararse, respecto a la última categoría mencionada, que se han identificado los eventos, de acuerdo con su desarrollo reiterado de forma anual. Asimismo, existen otras actividades menores, como exposiciones pictóricas, muestras fotográficas, seminarios, etc., que a los fines de la investigación no alcanzaron a determinar cierta relevancia para ser incluidos dentro del catálogo. De todos modos, esto debe tenerse en cuenta, debido a que si bien no son relevantes dentro del calendario anual, como sí lo pueden ser los considerados en el relevamiento, contribuyen a la conformación de una oferta cultural secundaria.

Para la determinación de la jerarquía de los atractivos, se ha utilizado la escala estipulada por Leno Cerro (1993), adaptada a partir de la desarrollada por la Organización de Estados Americanos (1978). Dicha jerarquía representa una puntuación efectuada de 1 a 5 (Cuadro 3), en función del tipo de demanda que atraen o pueden atraer los recursos turísticos presentes en el centro histórico. Se puede agregar que las características propias de los mismos juegan un rol fundamental en la ponderación de dicho valor. Por ejemplo, para el caso de los componentes patrimoniales que cuenten con declaratoria a nivel nacional, se le asigna mayor valor que los que tengan una a nivel municipal, y del mismo modo para los que no albergan ninguna.

A partir de lo expuesto, se puede manifestar que la mayoría de los bienes culturales (56%) fue registrado bajo la jerarquía 1 (Cuadro 4), denotando la definición de ser en su mayoría atractivos poco significativos como para ser considerados al nivel de las jerarquías restantes, pero que juegan un papel complementario, diversificando y potenciando el resto de los recursos. En segunda instancia, un 29% de los recursos turísticos relevados, se corresponden con la jerarquía 3, denotando atractivos con algún rasgo llamativo, capaz de interesar a visitantes de larga distancia que hubiesen llegado a la ciudad por otras motivaciones turísticas. Por último, un 15% representa a la jerarquía 2, albergando un cierto interés, capaz de motivar corrientes turísticas regionales o locales. Asimismo, no se registran bienes con jerarquías 4 y 5, es decir, atractivos excepcionales capaces de motivar una corriente de turistas nacionales o internacionales, únicamente para visitarlos como estímulo principal del desplazamiento.

Vinculado a la jerarquía, se encuentra el nivel de declaratoria patrimonial, representando un 53% aquellos atractivos con declaratoria local, un 25% aquellos sin designación alguna, 13% a escala nacional y 9% de tipo provincial (Cuadro 5). Se puede decir, entonces, que la mayor proporción de atractivos con declaratoria local y sin declaratoria, constituyen bienes de jerarquía 1, aquellos con designación provincial conforman los de categoría 2 y, por último, los de declaratoria nacional, se corresponden con los de jerarquía 3.

En relación con la distribución espacial de los componentes patrimoniales construidos, la mayoría se emplaza en el sector centro-oeste del casco histórico, dentro del área fundacional, lugar que ocupaba la Fortaleza Protectora Argentina. Por el contrario, se registra un menor número de bienes, en el extremo oriental del área urbana (Figura 5).

Como se mencionó al comienzo, la mayoría de las edificaciones se desarrollaron hacia finales del siglo XIX y durante las primeras décadas del XX, identificándose gran cantidad de edificios construidos en los años próximos al centenario de la ciudad, 1928.

Con respecto al uso, gran parte ellos se aboca a la función comercial, al igual que son notorios aquellos edificios en los que se desarrollan funciones públicas, como el Palacio Municipal, Honorable Concejo Deliberante, ex Banco de la Provincia de Buenos Aires, Rectorado de la Universidad Nacional del Sur, entre otros. También resulta representativo el residencial.

Respecto al aprovechamiento turístico y recreativo que se hace de los mismos, deacuerdo con la oferta planeada y diseñada por la Dirección General de Asuntos Turísticos e Internacionales de la Municipalidad de Bahía Blanca (2011), dentro del centro histórico, se destaca un circuito que se desarrolla íntegramente dentro de él, y otro que lo hace enforma parcial, visitando solo algunos de sus edificios. El primero de ellos, denominado "el camino de la historia", incluye 14 construcciones, emplazadas principalmente en el área fundacional, la Plaza Rivadavia y las calles que la rodean. Entre ellos se destacan el Palacio Municipal, la Iglesia Nuestra Señora de la Merced, el ex Diario La Nueva Provincia, el actual edificio del Honorable concejo Deliberante, el Banco Nación, la sede de la Aduana, el ex Banco Hipotecario Nacional, el Club Argentino, el Palacio de Tribunales, la Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia, la Escuela n.º 2 "Gobernador Valentín Vergara", el Edificio de Correos y telégrafos y la Bolsa de Comercio.

El segundo circuito mencionado, llamado "el camino de los hoteles", se compone de 8 hoteles históricos y contemporáneos: Hotel de Londres, Hotel Muñiz, Hotel Italia, Hotel Sudamericano, Hotel Austral, Gran Hotel del Sur, Hotel Land Plaza y Hotel Argos. Del total, 6 se emplazan dentro del área histórica. Solo se encuentran funcionando como tal 2 de ellos, el Muñiz y el Austral. Tanto el de Londres (inexistente), el Sudamericano y el Italia, han cerrado sus puertas en diferentes períodos del siglo XX y XXI, respectivamente.

Propuestas turístico-recreativas para el centro histórico

A partir del análisis realizado, se presentan acontinuación una serie de lineamientos pro-positivos, que tienen como objetivo contribuir al desarrollo turístico-recreativo del centro histórico de la ciudad de Bahía Blanca.

Para ello, se ha establecido una estrategia general de producto, a partir de la cual se desarrolla cada uno de los proyectos propuestos. La misma se centra en la creación de nuevos productos-mercado de carácter cultural, mediante los cuales se satisfagan las necesidades de entretenimiento, esparcimiento, aprendizaje y diversión. Asimismo, se considera importante la mejora de las actividades y servicios existentes, que contribuyan a un mayor y mejor uso del centro histórico, como soporte aglutinador del patrimonio cultural local. Las estrategias y acciones de fortalecimiento de productos deben llevarse a cabo enmarcadas en un contexto de desarrollo sustentable, que favorezca a la utilización racional y adecuada de los bienes culturales existentes en el área.

En este marco, se establecen un total de ocho proyectos específicos, que tienden a la revitalización del casco histórico.

El Proyecto n.º 1, denominado Creación y fortalecimiento de circuitos turísticos de carácter cultural, prevé la consolidación de los circuitos turísticos existentes en el área céntrica, además del diseño de otros nuevos en el sector. Entre estos últimos se destacan:

Para la concreción de algunos de los circuitos turísticos, es necesario que el organismo oficial de turismo a escala local establezca convenios con determinados edificios patrimoniales, logrando la obtención de permisos especiales para que los visitantes puedan acceder a los mismos. Esto contribuye a una mayor apreciación de los bienes durante el recorrido y a una apertura del patrimonio hacia los propios residentes locales.

El Proyecto n.º 2, denominado Fomento del Teatro Comunitario, tiene como objetivo fomentar e incentivar el desarrollo del teatro comunitario, utilizando como escenario el centro histórico de la ciudad. Este tipo de manifestaciones culturales se caracterizan por la participación voluntaria de los ciudadanos, en obras de carácter representativo para la sociedad (en su mayoría obras de época). Se plantea como escenografía el propio espacio urbano, actuando e interactuando los participantes con los componentes patrimoniales construidos.

El Proyecto n.º 3, Fortalecimiento y creación de acontecimientos programados, tiene como fin consolidar los eventos y festividades que se desarrollan en el centro histórico, como el "Encuentro Nacional de Artesanos", la Feria de Artesanos, el "Gran Corso Céntrico" y la misa y procesión del "Día de Ntra. Sra. de la Merced". Además, pretende desarrollar nuevas fiestas, algunas de ellas arraigadas en el patrimonio local y otras, con objetivos netamente turísticos, intentando así otorgar dinamismo al área y captar flujos de visitantes. Se destacan entre ellas:

El Proyecto n.º 4, llamado Paseos turísticos guiados, consiste en desarrollar y consolidar una oferta regular de paseos turísticos guiados. Para ello, se definirán puntos de partida y horarios establecidos de forma diaria, para el comienzo y fin de los recorridos. Dependiendo del itinerario, del público objetivo y época del año, se fijarán las diferentes frecuencias diarias. Se prevé, además, incorporar paseos guiados nocturnos durante la temporada estival.

El Proyecto n.º 5, Fortalecimiento y creación de espacios para el esparcimiento de niños y adolescentes, tiene como objetivo redefinir y reacondicionar el área de juegos infantiles que se localiza en el sector Norte de la Plaza Rivadavia, a la vez de crear un anfiteatro de reducidas dimensiones en el espacio verde, sobre calle Zelarrayán. Será construido de la mejor manera posible, logrando el menor impacto en los valores estéticos e históricos de la Plaza Rivadavia.

El Proyecto n.º 6, denominado Paseando en el tren cultural infantil, propone la instalación de un "tren cultural infantil" (vehículo ómnibus adaptado), que recorra las principales calles del centro histórico y las avenidas más representativas de la ciudad. Tendrá como punto de partida el Palacio Municipal y, dependiendo el día de la semana, realizará recorridos temáticos, con paradas en determinados edificios. Además de contar historias, adaptadas a un público infantil, acerca de las obras patrimoniales construidas y la historia local, se realizarán actividades culturales.

El Proyecto n.º 7, Asignación de usos a edificios históricos, tiene como objetivo refuncionalizar los edificios históricos inutilizados dentro del centro histórico. Durante el análisis se identificaron como tales: al Antiguo Hotel Sudamericano (Av. Colón y Brown), el edificio del ex Banco Hipotecario Nacional (Av. Colón y Vicente López), el ex Hotel Italia (Donado y Brown) y la "Casa Catalana" (Rondeau 51). En este último caso, cabe destacarse que si bien en la casa funciona un comercio de material de revestimiento, en la entrevista realizada al dueño de la propiedad, manifestó el deseo de cambiar de función o desafectarla del inventario local y provincial, a fin de realizar una actividad más rentable. A partir de ello, se propone una refuncionalización, acorde con los principios patrimoniales.

En el contexto de peatonalización del área céntrica, que desarrolla el actual gobierno municipal, se plantea el Proyecto n.° 8, Peatonalización programada del centro histórico, que prevé la peatonalización programada y ocasional de gran parte del centro histórico. En este sentido, se programará una vez al mes, un sábado o feriado, la peatonalización del sector, ofreciendo puestos de artesanos, concursos de vidrieras con temáticas particulares, espectáculos callejeros, paseos guiados, entre otras actividades. Las pruebas pilotos desarrolladas para la semi-peatonalización de calle Alsina, dan muestra de la respuesta favorable de la población.

Para finalizar este apartado, se debe dejar sentado que dichas propuestas, deben ser complementadas con estrategias de comunicación y distribución de los productos y servicios programados, conjuntamente con aquellas iniciativas tendientes a la preservación de los atributos y autenticidad del patrimonio local, a fin de asegurarse un desarrollo articulado entre los distintos actores intervinientes y obtener así los mayores beneficios posibles, no solo económicos si no también sociales y culturales.

Conclusiones

En la actualidad, el turismo se visualiza como una actividad en crecimiento, dinamizadora de espacios locales. Como proceso social complejo, lleva aparejado gran cantidad de impactos socio culturales, ambientales y económicos, pudiendo reflejarse estos, de forma positiva o negativa, en el espacio turístico, soporte y elemento participante en el desarrollo de dicha actividad.

El turismo cultural, como modalidad turística definida a partir de la motivación de la demanda, no escapa a dicha caracterización. El mismo se identifica a partir de los movimientos de las personas que tienen como fin conocer otras culturas, diferentes a la del entorno habitual, visitar sitios históricos, obras arquitectónicas, reliquias arqueológicas y participar, de forma activa o pasiva, en diferentes manifestaciones culturales, que forman parte del patrimonio cultural inmaterial de una sociedad.

En este contexto, la ciudad de Bahía Blanca, más precisamente su centro histórico, alberga un potencial significativo para su aprovechamiento desde la perspectiva del turismo cultural.

Como se ha establecido, presenta un número importante de obras arquitectónicas, representativas y con derivaciones tardías a escala local de un Movimiento Historicista, en su mayoría edificios de carácter ecléctico, y aquellos correspondientes a los Movimientosde Vanguardia, como el Art Nouveau y Art Decó. Esta adjetivación otorga diversidad para el diseño y práctica de actividades turísticas culturales.

Dicha arquitectura aparece articulada en la trama urbana, con construcciones y equipamiento urbano contemporáneo. Esto determina la configuración de un "centro histórico no consolidado" (WAISMAN, 1993: 137), en el que conviven obras históricas con aquellas actuales, en un mismo espacio urbano. A su vez, se identifican edificaciones en altura, algunas de ellas de significancia cultural para la población local, mientras que otras reflejan los preceptos de las nuevas tendencias y materiales de la construcción.

Otro de los caracteres a destacar, y que influye también en la conformación de una nueva oferta turístico-recreativa, es la declaratoria patrimonial en distintos niveles jurisdiccionales. Si bien el centro histórico, en comparación con otras ciudades, es de reducidas dimensiones, presenta en su totalidad 40 bienes construidos, con legitimación y reconocimiento como patrimonio cultural.

En relación con la jerarquía de los atractivos, de acuerdo con el análisis realizado, la mayor representatividad la adquieren aquellos de consumo complementario, dentro de la motivación del viaje. Es decir que dichos recursos pueden configurar o formar parte, de acuerdo con sus atributos, de una oferta de consumo complementario, a otras actividades o productos turísticos dentro de la ciudad.

Una debilidad notoria puede asociarse a la escasa oferta de acontecimientos programados, vinculada con parte de las manifestaciones culturales de carácter inmaterial que alberga la ciudad. En este contexto, no se aprovecha desde el punto de vista del turismo y la recreación, al centro histórico como espacio de encuentro y de desarrollo de potenciales eventos que capten la atención de visitantes y residentes.

En líneas generales, se puede establecer que el casco histórico de Bahía Blanca alberga gran potencial para la concreción de actividades turísticas y recreativas; resultado de ello, son las propuestas que se han planteado para su desarrollo dentro de dicha área urbana y en complemento con el resto de la ciudad. En este sentido, se hace necesario que las mismas sean desarrolladas de forma específica y detallada, en articulación entre el sector público y privado y la comunidad local, a fin de establecer un desarrollo coordinado y armónico entre los distintos actores intervinientes y lograr así la sostenibilidad y eficiencia de los lineamientos propuestos en el tiempo.


Pie de página

2 Los autores de esta publicación consideran al concepto de atractivo como sinónimo de recurso turístico.
3 Los autores realizan una interpretación de lo planteado por Beerli y Martín (2004) y Mondéjar y Vargas (2009).
4 Instituto Nacional de Estadística y Censos.
5 Para cada uno de ellos, se confeccionó una ficha de relevamiento, manifestando sus principales características técnicas, históricas, culturales, entre otros valores asociados. Se presenta en anexo un modelo de la misma.
6 No se identifica en este apartado al área fundacional como lugar histórico, a pesar de su declaratoria, debido a que se ha relevado individualmente cada uno de los bienes que se encuentran en ella. A los mismos, se les ha asignado en su mayoría una jerarquía 3, debido a su emplazamiento dentro del casco fundacional.


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Anexo: modelo de ficha de relevamiento de recursos turístico- recreativos