Reflexiones estudiantiles
Turismo, los orígenes y significados1
Tourism: its Origins And Meanings
Adelaida Ardila
Estudiante de Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras. Universidad Externado de Colombia. Bogotá, Colombia. [maria.ardila04@est.uexternado.edu.co]
1 Fecha de recepción: 15/04/2015 Fecha de modificación: 14/08/2015 Fecha de aceptación: 27/08/2015
Para citar el artículo: Ardila, A. (2015). Turismo, los orígenes y significados, Turismo y Sociedad, XVII, pp. 143-153. DOI: http://dx.doi.org/10.18601/01207555.n17.09
Resumen
Esta investigación analiza los orígenes, los significados y las estructuras del turismo, con el fin de reunir y comparar algunas perspectivas y sus implicaciones desde un punto de vista hermenéutico. El estudio tiene en cuenta los orígenes etimológicos e historiológicos del turismo, haciendo referencia a escuelas como la naturalista y la histórico-evolutiva. Posteriormente, resalta la importancia de conceptos como el loisir y el ocio en la definición del fenómeno turístico, y examina modelos y sistemas turísticos que se han desarrollado con los años, tales como los propuestos por la Organización Mundial del Turismo y Neil Leiper. Luego de tomar en consideración debilidades de algunas de estas percepciones, analiza propuestas que consideran que el turismo es un fenómeno complejo y, como tal, debe estudiarse desde esta perspectiva.
Palabras clave: Turismo, sistemas de turismo, modelos de turismo, complejidad, historia del turismo.
Abstract
This paper analyses the origins, meanings and structures of tourism, to bring together and compare some perspectives and their implication from an hermeneutic perspective. It takes into account the etymological and historic origins of this activity, making reference to schools of though such as the eternist and the historic-evolutionary. Then, highlights the importance of concepts like leisure in the definition of the touristic activity and examines tourism models and systems that have been developed along the years, like those presented by the World Tourism Organization and Leiper. After taking into account the debilities presented by some of theses perceptions, it analyses proposals that consider that tourismis a complex phenomenon and, as one, it must be studied from this perspective.
Keywords: Tourism, tourism systems, tourism models, complexity, tourism history.
El turismo implica un viaje con retorno (Fernández Fúster, 1973). Sea cual sea la etimología que se adopte, la palabra hace referencia a que luego de conocer, luego de que todo esté dicho en un lugar diferente al de residencia, se va a volver a casa. Pero, más allá de esto, ¿qué quiere decir turismo? ¿Qué implica? Elir y volver, el estar en contacto con personas de culturas tal vez diametralmente opuestas a la propia, ver un mundo diferente por días, semanas o meses… ¿Qué hay detrás?
Estos interrogantes plantearon el escenario para este estudio, en el que, por medio del análisis de diferentes fuentes secundarias, se buscó hacer una investigación cualitativa de carácter hermenéutico en la que se examinó el turismo desde perspectivas etimológicas, historiológicas y sistémicas, entre otras.
Los resultados se presentan en cuatro partes: en primer lugar, se trata el aspecto histórico del turismo, esto es, sus raíces etimológicas y las diferentes escuelas historiológicas que buscan explicar la actividad. Luego, se considera el ocio como una parte esencial de este fenómeno, revisando diferentes concepciones que se han desarrollado con los años. Posteriormente, se analizan y comparan diferentes modelos y teorías que buscan explicar el turismo por medio de sistemas y relaciones. Finalmente, se resaltan posturas que buscan tener un acercamiento más integral desde la complejidad.
Objetivos
El objetivo principal de esta investigación fue analizar los orígenes, significados y estructuras del turismo, para reunir y comparar algunas perspectivas y sus implicaciones. Como objetivos específicos para cumplir se definieron los siguientes:
- Describir el turismo desde una perspectiva historiológica y etimológica.
- Examinar las propuestas sistémicas y relacionales del turismo.
- Analizar las implicaciones que tienen las propuestas examinadas.
Metodología
La metodología utilizada para esta investigación fue cualitativa con un carácter hermenéutico; se basó en el análisis de diferentes textos, para así tener una perspectiva tanto del pasado como del futuro (Odman, 1988, citado en Sandoval, 1996, p. 60) y de esta manera poder comprender el turismo como un todo. Las fuentes fueron, entonces, secundarias y netamente teóricas. A estas seles hizo un análisis documental (Sandoval, 1996) que implicó la clasificación, el análisis y la comparación de la información y las teorías propuestas.
Resultados
El viaje del turismo por el latín, el hebreo, la familia De la Tour…Del aturismo al turismo
En primer lugar, se hace un enfoque más preciso en la etimología. Tal vez la escuela más popular sea la latina, a la que Jiménez (1990)2 hace referencia. En este caso, el turismo llegó a este nombre a partir de una actividad humana (los viajes), para luego pasar a una expresión oral y finalmente a la lengua escrita. Se origina en turn (dar vueltas), palabra de origen inglés que tiene sus primeros registros en el siglo XII. Esta, a su vez, deviene de tornare (girar, redondear) o tornus (torno), que llevan “la idea de giro, de viaje circular, de vuelta al punto de partida” (Fernández Fúster, 1973, p. 21).
Sin embargo, también se ha abogado por otras raíces, aunque con menos fuerza. Haulot (1961, citado en Jiménez, 1990, y Ramírez, 2006) indica que la palabra tur (o tour) se asocia a los viajes desde el Libro de los Números, lo que lleva a concluir que la raíz de turismo es, de hecho, hebrea. Leiper (1983, citado en Jiménez, 1990) y la escuela asociada a él indican cómo el término surge luego de una concesión de transporte a la familia francesa De la Tour durante el siglo XVI.
Más allá del origen de la palabra que se usa hoy en día corrientemente, se puede examinar qué implica y los significados que ha recibido el turismo, una vez superados los asociados a su etimología. Una forma de hacerlo es ver la evolución del hecho social, tal como lo califica Jiménez (1990). En este caso, se encuentran diferentes escuelas y tendencias, que se dividen en dos grupos principales: la histórico-evolutiva y la naturalista, que también se llama eternista.
En la figura 1 se puede observar una comparación entre ambas escuelas, con autores representativos de cada una. Hay que tener en cuenta que las etapas no son definidas ni ocurren simultáneamente en todas partes, dada la complejidad de esta actividad.
De acuerdo con la escuela histórico-evolutiva, el turismo no ha existido a lo largo de la historia de la humanidad, por lo que la época previa a que existiera esta actividad se denomina aturística. El periodo de formación del turismo, cuando aún no se reconocía como tal, pero ya se distinguían sus inicios, se denomina el preturismo. La escuela naturalista, por su parte, indica que esta etapa inició con los primeros desplazamientos humanos, pues toda forma de desplazamiento incorpora el turismo, incluso de forma rudimentaria (Jiménez, 1990).
Según varios autores de la escuela histórico-evolutiva, el periodo del turismo se divide en turismo aristocrático y turismo de masas; sin embargo, la segunda etapa, en la que nos encontramos, no se puede considerar como una socialización de esta actividad. Es, más bien, el efecto que tienen las circunstancias actuales en la sociedad, tales como el modelo de consumo3.
Luego del turismo se encuentra una etapa que implica su socialización, no como fruto del modelo económico, sino desde una perspectiva social (Fourier, 1825, citado en Jiménez, 1990; Lafargue, 1880). Adicionalmente, hay una corriente, encabezada por Molina (2006), quien argumenta que ya hemos salido de la etapa turística y nos encontramos en el pos-turismo, dados los avances tecnológicos y de las TIC, que permiten nuevas percepciones sobre el territorio.
Entonces, el turismo puede tener diferentes orígenes etimológicos; igualmente, hay diversas escuelas historiológicas que buscan identificar la evolución de este hecho social. Sin embargo, todavía no se ha considerado de forma más precisa en qué consiste este hecho. Su origen, según algunos, es el ocio. Otros dicen que es una relación (entre quiénes o qué, varía según el autor), o incluso un sistema.
A propósito del ocio y el loisir
El turismo de negocios solo pasó a considerarse como parte del turismo a partir de las definiciones que se desarrollaron a lo largo del siglo XX, en particular la que hizo un comité de expertos en estadística en 1937, que evolucionaría hasta la establecida hoy por la Organización Mundial del Turismo (OMT) (Getino, 2002). Estas facilitan los cálculos y las estadísticas del sector, pues es cierto que un turista de negocios ocupa igualmente un cuarto de hotel, hace uso de la infraestructura e incluso se comporta como un turista regular una vez terminadas sus horas de trabajo. Antes de esto, el turismo era únicamente el que se hacía dentro del tiempo de ocio de las personas, ubicado dentro del tiempo libre (Balestreri, 1999, citado en Getino, 2002). Cabe preguntarse qué quiere decir este término y cuál es su diferencia con el que se emplea también corrientemente: el loisir.
En primer lugar, es necesario establecer una diferencia clara entre el loisir y el ocio, o la necesidad de emplear una u otra palabra, pues aunque algunos autores las asumen como intercambiables, hay otros que consideran que son nociones que se refieren a tiempos o actividades diferentes (Jiménez, 1990). Esta diferencia va únicamente a las implicaciones de la palabra, para evitar malentendidos, debido a que, a pesar de contar con etimologías diferentes, ocio se podría traducir como loisir (u oisiveté) al francés, o leisure al inglés. Loisir, en el sentido que se le ha dado, no existe en español.
En sus inicios, el ocio se relacionaba con el ideal romano del otium, que a su vez era descendiente de la schole griega: tener la posibilidad de no trabajar se consideraba la meta última en varias sociedades antiguas (como los griegos, los romanos y los egipcios). Durante el tiempo que tenían disponible, las personas se dedicaban al cultivo de la mente y el cuerpo, de ahí que cuando se niega el ocio, se está trabajando: son palabras interdependientes, una niega a la otra (negotium, o negocio, que se refiere a negar el ocio) (Getino, 2002).
Sin embargo, ocio es una palabra que ha perdido su significado original y ha llegado a tener implicaciones negativas que la equiparan a no hacer nada. Esto impide una relación con el turismo, que implica una actividad, de donde surge la necesidad de utilizar la palabra loisir4 (Jiménez, 1990). De acuerdo con Dumazedier (1974, citado en Jiménez,1990), esta última se refiere al “conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede entregarse libremente para descansar, divertirse y desarrollar su información o su formación(…) después de haberse liberado de sus obligaciones profesionales, sociales y familiares” (citado en Jiménez, 1990, p. 87).
A la larga, el ocio y el loisir hablan de una manera de utilizar el tiempo libre. Hay varias clasificaciones al respecto: de acuerdo con el tiempo, con la actividad (Dumazedier, 1974, citado en Jiménez, 1990), con la motivación (Neulinger, 1981, citado en M. Leitner y S. Leitner, 2012), o bien, a si es un diferenciador de estatus (Veblen, citado en M. Leitner y S. Leitner, 2012 y Jiménez, 1990).
Pero el tiempo libre, tal como se le conoce hoy en día, sin las implicaciones de las civilizaciones antiguas, es bastante reciente: data de la época de la Revolución Industrial, cuando al recibir una paga por las horas trabajadas, los obreros se encontraban con que tenían tiempo disponible, libre. Con el derecho al trabajo, surgía igualmente el derecho al ocio. Este no se daba anteriormente, cuando las fronteras entre los tiempos de trabajo y descanso no eran nítidas (Getino, 2002). A partir de ahí aparecieron diferentes formas de ocuparlo, entre las que se encuentra el ocio o loisir, que según algunos autores, es manipulado por el capitalismo (Pardo, 1981, citado en Getino, 2002).
Turismo: una relación, ¿entre quiénes?
Hay quienes han tratado el turismo como una relación cuya naturaleza varía según el autor que la propone. Campodónico y Chalar indican que “el turismo es un fenómeno integral y multidimensional resultado de la relación e interrelación de múltiples actores en diversos contextos espacio-temporales”(2013, p. 48). Cabe notar cómo en este caso el turismo se ve únicamente como un hecho humano, sin tener en cuenta las relaciones que se dan con su entorno.
Ramírez, por su parte, sí tiene en cuenta el entorno al calificar el turismo como la meta final de la relación del hombre con este, “pues en su afán de satisfacer sus necesidades de integración con el universo, el hombre hace uso del ocio y del tiempo libre” (2006, p. 7). Fernández Fúster (1973) lo hace igualmente al indicar que, entre otros, el turismo está conformado por las relaciones que se dan como consecuencia del viaje de unas masas: los turistas.
Darbellay & Stock (2012) llevan esta relación un poco más lejos al decir que se trata de una relación con el mundo, una relación que se da de diferentes maneras, de acuerdo con los autores que se citan posteriormente: Urry (1990, citado en Darbellay & Stock, 2001), quien habla de una mirada definida por la actitud de los turistas, visión criticada por MacCannell (2001, citado en Darbellay & Stock, 2001), quien había apelado por una relación simbólica (1976), y Canales (1999,citado en Campodónico y Chalar, 2013, p.50), para quien “lo cotidiano resulta de un modo de ver la realidad”. El turismo viene a ser la “contracara”.
Es posible ir incluso más allá de la visión, ya un poco más amplia que la tradicional, que proponen los autores anteriores. La forma de considerar el entorno, la Tierra, ha cambiado con el tiempo, hasta tal punto que hay quienes la estiman ahora como un sujeto de derecho (Serres, 2004) o un “ser viviente autónomo al que se debía respetar” (Rozo, 2001, p. 126). Si se incluye de esta manera y se deja de poner al humano como el centro (simbólico o no) del universo, la concepción de turismo como una relación con el entorno cambia radicalmente, pues este deja de comportarse como un escenario que puede o no aportar a la experiencia, y pasa a ser uno de los sujetos involucrados, uno que sufre las consecuencias, uno al que hay que respetar.
Como afirma Serres, hay que “añadir al contrato exclusivamente social el establecimiento de un contrato natural de simbiosis y reciprocidad” (2004, p. 69). De esta manera, se deja de ver a la Tierra de forma utilitarista, como un simple objeto que aprovechar, y se le convierte en un sujeto con el que puede haber lugares comunes y entendimiento, que aporta a y sufre por las consecuencias del turismo.
Finalmente, hay que resaltar cómo todas las relaciones tienden a partir de la perspectiva del turista, sus acciones y los efectos de estas. Adicionalmente, muchas de las relaciones terminan representadas con modelos, que según McKrecher (1998) “son visiones simplificadas de la realidad que se esfuerzan en explicar cómo ciertas características, relaciones oprocesos funcionan” (p. 425)5. Algunos de estos han sido llamados sistemas turísticos.
Clasificar y desclasificar el turismo: diferentes factores, diferentes sistemas
Hay diversos factores que se han asociado al turismo en un esfuerzo por clasificar sus diferentes aspectos y llegar a una mayor comprensión de su significado. Se trata de los siguientes factores: cinético-estático, económico, sociológico y lúdico o motivacional; Jiménez los describe en detalle desde las perspectivas de diferentes teóricos (1990). Sin embargo, el estudio del fenómeno turístico dividido en diferentes factores no da una idea completa y holística de este, incluso da pie a que se prioricen o descuiden aspectos de acuerdo con la entidad o la persona que esté tratando el tema y los intereses que tenga en la materia.
En muchos casos se ha privilegiado uno de los factores, dejando otros de lado a la hora de hablar de esta actividad, según la necesidad de cada caso. Así, por ejemplo, el factor económico ha sido el que más atención ha obtenido, por los potenciales beneficios que esta actividad representa en las cuentas de un país y por la asociación que se da con el desarrollo de tales beneficios (Norval, 1936, Figuerola, 1980 y Heytens, 1978, citados en Jiménez, 1990; Getino, 2002).
Para dar solución a este problema, varios autores (Jafari & Ritchie, 1981, citados en Jiménez, 1990; Kaspar, 1976, citado en Jiménez, 1990; Leiper, 1979, citado en Darbellay & Stock, 2012; Organización Mundial del Turismo, 1998) han indicado que el turismo es, de hecho, un fenómeno sistemático, y han propuesto diferentes modelos para mostrar su funcionamiento y las relaciones entre las diferentes partes, lo que corresponde a una visión moderna de este fenómeno.
Como indica Osorio, “en sus primeras construcciones teóricas, la Modernidad resalta (…) la capacidad de definir el futuro, la preeminencia de la racionalidad económica y científica” (2010, p. 236), lo que es acorde con la visión lineal y mecanicista que proponen los sistemas turísticos que se verán a continuación.
En contraposición a esta perspectiva se encuentra la posmoderna, que se refleja en “el rechazo radical a la instrumentalización de la razón y la admisión a la apertura, la discontinuidad, la búsqueda del disenso y la inestabilidad como lo verdaderamente humano” (Osorio, 2010, p. 236). Esto implica, además, una separación de las perspectivas que consideran una única verdad o una visión comprehensiva del mundo, y admite la existencia de diferentes versiones y realidades (Cohen, 2005). Esta se refleja en concepciones del turismo menos lineales, que comprenden las dificultades de incluir “todos” los factores en un diseño o sistema mecanicista, y que se verán en el siguiente apartado.
Kaspar (1976, citado en Jiménez, 1990) es uno de estos autores. Él propone una estructura en la que “todas las ciencias humanas se ocupan en igual intensidad de su estudio” (p.159). Se trata de un sistema abierto, en el que se encuentran subsistemas que se refieren, por ejemplo, a las instituciones o a las personas. Es una concepción pluridisciplinaria e integracionista (Jiménez, 1990). Jafari & Ritchie (1981, citados en Jiménez, 1990) están también en esta línea, pues consideran que el turismo está presente en diferentes disciplinas que integran un sistema “y que entregan sus teorías y técnicas al estudio del turismo” (p. 161).
Leiper (1979, citado en Darbellay & Stock, 2012) igualmente propone una visión de sistema turístico en la que se tienen en cuenta cinco elementos: los turistas, la industria turística, la región de origen, la de tránsito y la de llegada. Este modelo ha sido presa de mal entendidos, y en realidad busca mostrar la complejidad de la actividad: el sistema turístico propuesto se repite tantas veces como turistas haya en un lugar, pues las relaciones de cada uno de estos con los diferentes espacios son únicas para cada individuo (Mc-Krecher, 1999).
Organizaciones internacionales también han buscado explicar el turismo como un sistema, indicando que tiene cuatro elementos básicos “interrelacionados entre sí que evolucionan dinámicamente”: la demanda, la oferta, el espacio geográfico y los operadores del mercado (Organización Mundial del Turismo, 1998).
Según Darbellay & Stock (2012), estos sistemas no parecieran cumplir con las características necesarias para poder considerarlas como tales, pues en ese caso deberían ser, por ejemplo, autoorganizados y autónomos. Sin embargo, Leiper (1979, citado en Darbellay & Stock, 2012) dice que sí lo son. Además, cada uno de los sistemas propuestos por diferentes autores y organizaciones incluye partes diferentes: ¿cómo decidir qué hace parte del sistema turístico y qué no? ¿No es acaso una forma reduccionista ver el turismo únicamente como la relación entre los elementos que se hayan elegido para cada modelo particular?
Dos posturas complejas
Lo cierto es que todos estos sistemas, modelos y propuestas no alcanzan a abarcar el turismo como un todo y tienden a ser reduccionistas y mecánicos. Esto se debe a que es un fenómeno complejo, lo que tiene diversas implicaciones. Sin embargo, así como hay varias tendencias en cuanto a cómo representar el turismo enun sistema, la visión de su complejidad es también interpretada de diversas formas.
Se pueden distinguir dos corrientes principales: una que parte del pensamiento complejo y otra que entiende la complejidad como algo mucho más amplio a partir de los sistemas complejos y el caos. Se trata de “dos tradiciones de investigación que, a pesar de compartir una herencia científica común, se han desarrollado históricamente con distintos puntos de contacto y diálogo entre sí” (Aguirre et al., 2013, p. 253).
El pensamiento complejo está más enfocado en “una racionalidad reflexiva que intenta pensar la complejidad del mundo físico, biológico y social, la unidad y la diversidad de los sistemas de pensamiento y de los sistemas sociales” (Aguirre et al., 2013, p. 256), con lo que se limitan a un campo abstracto, enfocado en el pensamiento (García, 2006, citado en Aguirre et al., 2013).
Por otro lado, los sistemas complejos y el caos no se limitan al pensamiento humano y se enfocan, por ejemplo, en la complejidad inherente a todo lo que se encuentra en el universo, a la no-linealidad y a la imposibilidad de reducir o ver de forma mecanicista el mundo. A pesar de que Aguirre et al. (2013) explican que este enfoque es meramente técnico-metodológico se han buscado aplicaciones en las ciencias sociales (Maldonado, 2011).
A continuación se relacionarán estas posturas con el turismo.
Complejidad desde el pensamiento y los turistas
La perspectiva del pensamiento complejo parte de la idea de que el turismo, por ser un fenómeno humano, no se puede tratar de una forma lineal (Campodónico y Chalar, 2013; Urdaneta, 2010). De hecho, Campo dónico y Chalar (2013) arguyen que el turismo es una actividad o acción social, y que todas estas son complejas (p. 49). Estos autores parten de tres principios rectores del paradigma del pensamiento complejo (Morin, 2001, citado en Campodónico y Chalar, 2013): el hologramático, el dialógico y el de recursividad. Los explican por medio del turista, de la siguiente manera:
Sin embargo, estos autores también se refierena lo que llaman la realidad turística, indicando que esta es interpretada por individuos, se da por las relaciones en diferentes espacios y se construye por medio de la interacción. No obstante, es como si el turista estuviera en un universo abstracto, como si diera lo mismo si se encontrara en la playa, en un desierto o en un páramo, como si no se tuviera en cuenta el ambiente ni a ningún tipo de institución. De igual manera, la comunidad solamente sería importante en cuanto a las interacciones que establece con los turistas, las cuales le permiten construir la realidad turística.
Claramente, esta visión de complejidad parte desde el turista y es justificada por algunos autores, para quienes sin el turista no existe el turismo (Campodónico y Chalar, 2013; Urdaneta, 2010, quien indica que “el turista como sujeto genera el turismo”, p. 59). ¿Es esto acertado? No la posibilidad de la existencia del turismo sin el turista, sino ver el turismo únicamente desde la complejidad de quien viaja. ¿No faltan aspectos, relaciones...?
Urdaneta (2010) no se queda en esta postura, a pesar de partir desde el pensamiento complejo y centrarse principalmente en los turistas y la ruptura con la cotidianidad. Urdaneta tiene en cuenta también a la comunidad receptora, la relación con esta y los efectos subsiguientes (entre los que menciona los ambientales y los socioculturales). Sin embargo, su propuesta se limita hasta ese punto.
Otros autores han buscado solventar esta falencia. Entienden que este turista forma parte de algo más grande y más complejo: el pensamiento y las relaciones humanas, de las que nada se puede excluir (Darbellay & Stock, 2012; McDonald, 2009; McKrecher, 1999). El mundo entero es un sistema complejo, y el turismo es solo una parte de él.
El mundo entero es complejo y caótico (y el turismo forma parte de él)
Un acercamiento a la complejidad del turismo se da desde la teoría del caos. McKrecher (1999) hace referencia a que este es un primo o un compañero de la complejidad. Explica cómo el turismo es un sistema que es inherentemente no lineal, complejo, en oposición a la concepción de máquina que se le atribuye generalmente, basada en una lógica newtoniana.
De acuerdo con la teoría del caos, el turismo es difícil de predecir, no es determinístico ni probabilístico: al contrario, se trata de un sistema dinámico, abierto. En él, el orden surge de forma espontánea. En los periodos de inestabilidad, esenciales para el cambio, la adaptación lleva a la autoorganización, y un cambio pequeño al inicio se magnifica y tiene repercusiones de gran alcance más adelante. Por sus características, se hace una analogía con los sistemas vivos (McKrecher, 1999).
A pesar de estas relaciones y de esta forma de explicar el turismo, en el momento de ilustrarlo más concretamente, el autor limita su modelo, basado en el caos, al viajero; las comunicaciones (y su efectividad) con el destino; las empresas turísticas; las agencias públicas y privadas que influencian la actividad; las externalidades turísticas (como la competencia) y no turísticas (por ejemplo, factores económicos o desastres naturales); los outputs, sean estos deseados o no; y finalmente, los provocadores, que pueden poner el sistema al borde del caos (McKrecher,1999).
Este modelo del turismo a partir del caos es más comprensivo que la versión desde el pensamiento complejo, pero igualmente deja elementos por fuera, tales como la comunidad y el ambiente. Carley & Christie (2000, citados en McDonald, 2009, p. 455. Traducción de la autora), indican que “las visiones reduccionistas del mundo separan a la naturaleza de los humanos, viéndola como un objeto impersonal, y también separan los hechos de los valores asociados con la naturaleza”.
Podría retomarse entonces la visión de Serres (2004), de tratar a la Tierra como un sujeto, no como un objeto. Sin embargo, a pesar de incluir más aspectos, no es tan evidente llegar a inventariarlos todos, con las consecuentes influencias que cada uno implica. Hay que recordar el efecto mariposa, también llamado dependencia sensitiva de las condiciones iniciales, que considera todas las perturbaciones que existan y los efectos que van multiplicándose y evitan conocer el resultado definitorio entre todos los posibles (Gleick, 1988).
Otra postura indica que el turismo tiene una complejidad diferente (Darbellay & Stock,2012). Esta se da por múltiples factores, como la heterogeneidad de actores; la cantidad de lugares, con sus respectivas “domesticaciones” y las relaciones que se dan más allá de estos; la globalización, al ser el turismo objeto y generador de esta; la gobernanza; la variedad de prácticas y actividades que incluye; y la civilización, por las relaciones con el otroy la alteridad, no solo reconociéndola, sino identificándose con ella.
Al tener en cuenta todo lo anterior, no se puede considerar el turismo como autónomo de otros temas. De hecho, está presente en todos los constituyentes sociales (por ejemplo, la naturaleza, los imaginarios, el transporte, entre otros) y los configura de cierta manera. Mauss (1960, citado en Darbellay & Stock, 2012) lo considera un fait social total, es decir, un hecho social total. Esto se puede ver, además, cuando se tienen en cuenta algunos aspectos de la complejidad (Morin, 1999, adaptados al turismo por Darbellay & Stock, 2012). En turismo, estos implican una disyuntiva entre el conocimiento fragmentado -dividido en disciplinas- y los problemas transversales y transdisciplinarios que forman parte de las realidades globales y multidimensionales; y un conocimiento poco adecuado, pues enseña a dividir en disciplinas, como si estas no estuvieran articuladas.
Conclusiones
El turismo puede ser estudiado desde diferentes ópticas. Sin embargo, aunque algunas de estas explican el origen como tal de este fenómeno o de la palabra que lo describe, no alcanzan a abarcar la complejidad del acto que hay detrás de él. Igualmente, los sistemas y modelos diseñados por diferentes autores, mencionados en los apartes anteriores, tampoco pueden considerarse completos, pues dejan parte de la realidad por fuera de la explicación. Así, no puede considerarse que uno de ellos resalte sobre los demás. Sin embargo, las aproximaciones desde la complejidad, en particular desde las ciencias de la complejidad, permiten tener una perspectiva más amplia, que comprende la interconexión entre cada una de las partes, que a su vez tienen límites difusos. Hay que aclarar, no obstante, que las aproximaciones desde la complejidad tampoco pueden considerarse omniscientes, puesto que la ausencia de completitud es una de las características de esta visión (Morin, 1998).
Como reflexión final, sería interesante plantear nuevas preguntas. Si se considera lo parciales que son estos modelos, ¿puede ser igualmente parcial su aplicación? ¿De dónde surgieron? ¿Por qué fueron moldeados con la forma que tienen actualmente? Una investigación de los significados del turismo no podría estar completa sin considerar este aspecto, que es tan actual en un momento en que se le considera una actividad sujeto de la planificación y que puede conducir al desarrollo (Departamento Nacional de Planeación, 2010; OMT, 2005). Si muchos de estos se utilizan a la hora de planificar el turismo, ¿bajo qué teorías o con qué objetivos se han hecho?
Notas
2 A partir de Fernández Fúster (1967), Boyer (1962), Herrerías (1969) y Blanco (1980).Referencias
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