10.18601/01207555.n22.04

EL CENTRO INTEGRALMENTE PLANEADO (CIP) LITIBÚ (NAYARIT) Y SUS EFECTOS EN LA COMUNIDAD DE HIGUERA BLANCA: PARADOJAS, REACCIONES Y NEGOCIACIONES1

CIP LITIBÚ (NAYARIT) AND ITS EFFECTS ON HIGUERA BLANCA COMMUNITY: PARADOXES, REACTIONS AND NEGOTIATIONS

Martha Marivel Mendoza Ontiveros
Doctora en Ciencias Antropológicas
Universidad Autónoma del Estado de México
México
[marivelmo@hotmail.com]

Rafael Hernández Espinosa
Doctor en Antropología
Universidad Autónoma del Estado de México
México
[rafa_he@hotmail.com]

Maribel Osorio García
Doctora en Ciencias Sociales y Políticas
Universidad Autónoma del Estado de México
México
[maribelosorio2003@gmail.com]

1 Fecha de recepción: 2 de mayo de 2017
Fecha de modificación: 25 de julio de 2017
Fecha de aceptación: 12 de octubre de 2017

Para citar el artículo: Mendoza, M., Hernández, R. y Osorio, M. (2018). El Centro Integralmente Planeado (CIP) Litibú (Nayarit) y sus efectos en la comunidad de Higuera Blanca: paradojas, reacciones y negociaciones. Turismo y Sociedad, XXII, pp. 65-84. DOI: https://DOI:.org/10.18601/01207555.n22.04


Resumen

El modelo de enclave turístico seguido en México desde los años setenta es retomado nuevamente en el CIP Litibú (Nayarit). Este modelo ha mostrado sus desventajas para lograr el bienestar de las comunidades receptoras, sin embargo, es necesario abordar el estudio de los cambios que se producen y superar el paradigma de que las comunidades son entes pasivos que se limitan a recibir impactos del exterior, para así reconocer que tienen capacidad de acción. por ello, la presente investigación plantea el estudio de los efectos del turismo en la comunidad de Higuera blanca desde una perspectiva fenomenológica que desvela la forma en que los pobladores reconstruyen su realidad de una manera dialógica y diacrónica. Así, entonces, se lleva a cabo una investigación cualitativa en la que se demuestra que la población es crítica con el modelo de turismo aplicado a su entorno, ante su marcada falta de inclusión.

Palabras clave: Comunidad, impactos sociales, enclave turístico, centro integralmente planeado, Litibú.


Abstract

The tourism enclave model adopted by the Mexican government since the 1970s, known as Centro Integralmente planeado (CIP), has been replicated in new destinations, Litibú, nayarit, being one of them. This model has proved to be disadvantageous in host community's well-being. In this vein it is necessary to study tourism's associated changes beyond the common paradigm that communities are passive agents that only receive impacts from outside without the capability to act accordingly. From a phenomenological perspective, this study reports on tourism's effects on a community, namely Higuera Blanca, and shows the ways local people reconstruct their reality through dialogic and diachronic manners. Through a qualitative approach, it is demonstrated that local people is critical towards a tourism development model that is characterised by the exclusion of locals.

Keywords: Community, social impacts, tourism enclave, CIP, Litibú.


Introducción

En la década de los setenta, el Gobierno mexicano implementó un modelo de planificación con el objetivo de crear ciudades turísticas desde cero con el programa de los Centros Integralmente planeados (CIP). "Dicho paradigma se basó esencialmente en el turismo de playa y en actividades relacionadas con deportes y esparcimiento marítimo" (Mendoza, Monterrubio y Fernández, 2011, p. 55) debido a las condiciones naturales de México, que constituyen su principal atractivo "para el segmento de mercado internacional que atiende; además de factores como la proximidad a una clientela con un nivel relativamente de alto ingreso que proviene de los Estados Unidos, pero también porque de este país proviene el gran inversionista" (Mendoza, Monterrubio y Fernández, 2011, p. 55).

Una característica más de este modelo mexicano de turismo es la presencia de un Estado fuerte que propició, alentó y sostuvo, en gran parte, las actividades turísticas. No es desconocido que en México se contó con presidentes promotores (Hiernaux, 2000) que, con acciones decididas, impulsaron nuevos destinos [por medio] de programas carreteros y de aeropuertos, créditos, formación de grupos empresariales y una gama más de facilidades. (Mendoza, Monterrubio y Fernández, 2011, p. 55).

Finalmente, el tema regional sigue siendo la base de las políticas turísticas en México, y tres décadas después se retomó el modelo de los CIP para crear nuevos destinos, como el caso del que se ocupa el presente artículo.

El diagnóstico realizado por el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR) justificó el CIP Litubú por considerar que la región se encontraba expulsando mano de obra ante la falta de empleos, por ello subrayó la importancia del turismo como fuente de divisas y trabajo asalariado, al mismo tiempo que se percató de su impacto potencial en el desarrollo económico de la Riviera Nayarit (FONATUR, 2005).

A 10 años de la creación del CIP Litibú, no se ha realizado una evaluación de los efectos producidos por la actividad turística en dicho sitio y se desconoce si se cumplieron los objetivos de sustentabilidad mencionados en su plan maestro, pero, además, se ofrece la oportunidad de conocer si luego de 35 años, y a partir de la experiencia acumulada, se ha logrado corregir o mejorar tal modelo de planificación. Por ello, en este trabajo se presentan los resultados de un estudio exploratorio en Litibú, en la Riviera Nayarit, uno de los CIP creados más recientemente, con el objetivo de identificar el tipo de impactos que se han generado a partir de la percepción de los pobladores locales y con ello evaluar el éxito o no de este modelo de planificación turística luego de cuatro décadas de haberse implementado en México.

Con base en una investigación cualitativa, se ha buscado estudiar no la realidad en sí misma, sino cómo se construye, es decir, comprenderla desde una perspectiva fenomenológica (Taylor y Bogdan, 1987) para conocer el impacto que genera el turismo en los individuos y sus proyectos de vida, así como develar el significado de las experiencias del turismo en la vida cotidiana a partir del sentido que les dan los sujetos. En esta aproximación se realizaron 20 entrevistas en profundidad a pobladores de Higuera Blanca (Nayarit), además de observación participante y conversaciones informales durante abril de 2016. Se efectuó un muestreo no probabilístico intencionado porque se buscó la representatividad sociocultural al incluir a hombres y mujeres de distintos rangos etáreos, ligados y no ligados directamente al turismo; se llevaron a cabo entrevistas a personas nacidas en Higuera Blanca y a emigrantes. Así mismo, se practicó observación en abril de 2016 tanto en Higuera Blanca, Sayulita y punta de Mita como en otros pueblos turísticos de la Riviera Nayarit, para corroborar algunos comentarios obtenidos durante las entrevistas. posteriormente, se hizo un análisis de contenido para determinar la recurrencia de ideas, palabras y temas.

Los modelos para el estudio de los efectos socioculturales del turismo

El turismo es un complejo entramado de procesos socioeconómicos que van desde la construcción imaginaria de los destinos como lugares de recreo y esparcimiento, hasta las prácticas de implantación neocolonial de la industria turística, pasando por el cambio en las estructuras de la propiedad del suelo y de los recursos locales, la transformación radical de los territorios, de las formas de estratificación social, del mercado y de los modos de trabajo, o de la distribución del ingreso. Complejo entramado que es, a la vez, un campo donde se intercambian distintos tipos de capital y se altera[n] su composición, su distribución y volumen, y una arena político-económica donde dirimen sus diferencias grupos de poder, facciones, partidos e intereses contrapuestos. (Figueroa-Hernández, Mendoza Ontiveros, Pérez-Soto y Godínez-Montoya, 2015, p. 19). (Buades, 2014; Nogués Pedregal, 2009, 2015; Gascón, 2011; Rubí-González y Palafox-Muñoz, 2017; Cañada, Karschat, Jäger, Kamp, De Man, Mangalasseri, Maurer, Monshausen, Plüss, Rutherford y Tremel, 2017).

En efecto, el turismo es un agente de cambios; su manifestación se produce a partir del contacto entre grupos portadores de culturas diferentes. Dichos cambios

están básicamente condicionados por [el] volumen de turistas y la cantidad de población permanente residente; [la] duración de los viajes turísticos y los tipos de relaciones; [la] dispersión de los flujos turísticos y los niveles de penetración en las comunidades; y [las] diferencias socioculturales entre los grupos que interactúan. (González Herrera, 2011, p. 24).

Hay muchas características del turismo como actividad que lo hacen especialmente interesante para los países de rentas bajas y las comunidades desfavorecidas que en ellos habitan (OMT, s. f.). Se insiste en que el turismo genera nuevas opciones de trabajo para la población local, aunque no se profundiza en que el cambio de actividad laboral puede ser traumático por estar asociado con la pérdida de control sobre los medios de producción. El campesino que deja de cultivar para convertirse en un empleado del sector turístico eleva sus ingresos en la nueva actividad, pero será mano de obra barata y no cualificada, por tanto, fácilmente sustituible (Gascón y Ojeda, 2014; Gascón, 2015; Trucchi, 2017; Gascón y Cañada, 2016).

De esta forma, luego de varios años de investigación, muchos académicos han abonado a la descripción de las formas en las que el turismo ha cambiado la vida de los residentes en los destinos turísticos y han prestado especial atención a los impactos negativos, los más evidentes debido al desequilibrio que subyace en las relaciones de poder (Costa Beber y Barreto, 2007; González Herrera e Iglesias Montero, 2009; Coronado, 2008; Fuller, 2009; Vargas-Sánchez, Porras-Bueno y Plaza-Mejía, 2014; Zamani-Farahani y Musa, 2012; Chen y Raab, 2012; Hunter, 2013; Parra-Camacho y Bastías, 2013; Kim, Uysal y Sirgy, 2013; Lee, 2013; Nunkoo, Smith y Ramkissoon, 2013; Hunt y Stronza, 2014; Mendoza Ontiveros y González Sosa, 2014; Monterrubio, Sosa y Josiam, 2014; Rodrigues Marins, Feder Mayer y Fratucci, 2015; Arias-Hidalgo y Méndez-Estrada, 2015; Álvarez Bassi y Ramón Cardona, 2015; Chiarelli Milito, Marques Juniro y Lemuel Alexandre, 2015; Sánchez-Fernández y Ramón Cardona, 2016; Ramón Cardona y Álvarez Bassi, 2016; Alamilla, 2016; Ortiz, Noblecilla, Ruiz, Ordóñez y Crespo, 2017; Aguiar, Piña y Flores, 2017).

La lista de impactos del turismo ha ido aumentando, en algunos casos apuntando hacia lo positivo y en otros hacia lo negativo; sin embargo, las causas que explican el fenómeno son inmediatas: una empresa que se apropia de la tierra o del agua antes que la población local, políticas que favorecen la gentrificación, disputa entre sectores locales por el control de un nuevo recurso y no advertir que el turismo conlleva una reestructuración en la asignación de recursos (Gascón, 2015), por lo que una nueva mirada debiera incorporar los conflictos redistributivos entre sectores económicos y grupos sociales. por otra parte, no hay que soslayar que el turismo es un negocio y que, como tal, no es la solución a los problemas de pobreza o marginación de muchas regiones del planeta (Mendoza Ontiveros, Hernández y Montoya, 2015; Cañada y Gascón, 2007; Korstanje, 2015).

En otro tenor, la tendencia en el análisis de los impactos del turismo debe modificarse y dejar atrás la idea de que este se impone irremediablemente a personas pasivas e impotentes. De hecho, el término "impacto" conlleva la idea de choque o huella profunda sobre un medio inerte (Barreto, 2007), cuando se observan procesos dialógicos. Es necesario modificar el estudio del turismo analizado en sí mismo, aislado de la realidad social y ajeno a las condiciones históricas, para pasar a concebir las sociedades receptoras con capacidad de acción estructurante; es decir, hay que pasar de modelos dialécticos a modelos dialógicos y diacrónicos (Nogués Pedregal, 2008). A partir de esta perspectiva, los residentes locales no son sujetos pasivos que se comportan siguiendo una influencia contra la cual no pueden luchar o que no generan patrones de oposición sistemática. De hecho, se encuentran personas que pueden ajustarse, resistirse, oponerse, amoldase. Los residentes locales pueden ser agentes activos que determinan qué quieren preservar, qué negocian, qué adoptan, qué cambian, esto es, hay que entender el contacto intercultural entre nativos y turistas como procesos y relaciones dinámicos de contradicción y complementariedad muy alejados de las relaciones causa-efecto (Barreto, 2007).

Aunque predomina concebir el turismo como un intercambio simplista que no incorpora al análisis el conjunto de prácticas que surgen a partir de la relación mercantil que se establece entre la población local y los visitantes -sean estos turistas, inmigrantes o residentes extranjeros-, una perspectiva diacrónica debe considerar, en primer lugar, las condiciones macrosociales impuestas: presencia de empresas transnacionales con prácticas neocoloniales y presencia simbólica de aparatos de dominación ideológica que condicionan lo deseable (medios de comunicación, gobiernos, ONG). En segundo lugar, ha de tener en cuenta las posibilidades microsociales: la pluralidad de la sociedad local, la complejidad de los residentes extranjeros y la diversidad de inmigrantes laborales (Nogués pedregal, 2008; Cañada, 2014).

Con esta renovada visión, el turismo, ese conjunto interrelacionado de mecanismos necesarios para transportar, alojar y entretener a personas en un lugar distinto al habitual y en donde ya vive otro grupo humano, no es únicamente una actividad socioeconómica que 'impacta' a las sociedades receptoras, sino que produce individuos que actúan y piensan de una determinada forma.

El turismo y los centros integralmente planeados (CIP)

A mediados del siglo pasado, México inició el impulso al turismo como política de desarrollo. Así surgieron los primeros destinos turísticos masificados de playa, también conocidos como tradicionales, en Acapulco, Mazatlán, Veracruz, puerto Vallarta y Cozumel. Más tarde, con la intención de diversificar la oferta de centros costeros y al mismo tiempo desarrollar regiones de litorales con mayor atraso, el Gobierno federal incursionó en la planeación y la gestión de una nueva generación de destinos conocidos como centros integralmente planeados (CIP).

En México, al igual que en muchos países de América Latina, desde la década de los setenta se impulsó el turismo […] como vía para el desarrollo regional. De Mattos (1986) afirma que, con la decisión de los estados nacionales de intervenir mediante la planificación para enfrentar problemas de disparidades regionales y de integración económico-territorial, de entre otros se adoptó para el turismo el modelo francés de los polos de crecimiento en teoría y práctica, bajo el supuesto de que la gravitación del complejo industrial que conforma un polo de crecimiento habría de provocar un conjunto de efectos positivos […]. (Fonseca, 2009, p. 88).

A diferencia de sus predecesores, estos cip se caracterizarían por estar vinculados a instrumentos y estrategias de fomento tales como planes de ordenamiento del uso de suelo, dotación de infraestructuras y equipamientos urbanos, fomento a la inversión, concesión de subsidios y apoyo a la promoción (Brenner, 2005). Con este modelo fueron creados Cancún, Los Cabos, Ixtapa-Zihuatanejo, Loreto y Bahías de Huatulco, todos bajo el mando y la dirección del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR), y más recientemente Riviera Nayarit y playa Espíritu (FONATUR, 2014).

Para la consecución de sus metas, FONATUR contó con la fuerza del Estado para "legalizar la propiedad de grandes extensiones de playas y tierra para construir los CIP" (Talledos Sánchez, 2012, p. 124) gracias a la figura jurídica de fideicomisos, ante la prohibición constitucional de "enajenar el territorio nacional a favor de extranjeros" (Talledos Sánchez, 2012, p. 124). No obstante, el discurso oficial a principios de este siglo pretende "llevar el 'desarrollo' económico a regiones de alta marginación, influir en los flujos migratorios de estas zonas para las grandes ciudades y crear empleos para la población del lugar y circunvecina" (Talledos Sánchez, 2012, p. 125).

Un CIP en la Rivera Nayarit

La actividad turística en la región sur del estado de Nayarit inició en el periodo comprendido entre 1955 y 1964, con el lanzamiento de puerto Vallarta, la construcción de la carretera federal 200, que une Compostela con el puerto en mención, lo que permitió el arranque de la actividad comercial del Valle de Banderas (Gobierno Municipal de Bahía de Banderas, 2014).

En 1989 se llevó a cabo la expropiación de 4.136 ha a ocho ejidos2 de la costa sur del estado de Nayarit.

Las tierras expropiadas en conjunto pasaron a ser patrimonio del Fideicomiso Bahía de Banderas (FIBBA), creado con el objeto de ejecutar un Programa de Desarrollo Turístico y Habitacional, para que, junto [con] Puerto Vallarta, en Jalisco, se detonara un polo de desarrollo turístico en el Pacífico medio mexicano. (Fonseca, 2009, p. 92) (figura 1).

A partir de ese momento, se dio inicio a la promoción de este lugar, lo que atrajo inversiones en infraestructura y equipamiento turístico. Inicialmente, nuevo Vallarta se convirtió en un sitio

de atracción para turistas, nacionales y extranjeros, y entre 1975 y 1984 se [dio] un incremento sin precedentes de la oferta de alojamiento en grandes y modernas instalaciones hoteleras y se [inició] la infraestructura para los tiempos compartidos; se construye[ron] la marina y el campo de golf. (Gobierno Municipal de Bahía de Banderas, 2014, p. 37).

En 1995 se detectó una disminución de los flujos turísticos hacia Puerto Vallarta y se inició el crecimiento de punta de Mita con la construcción de nueva oferta de alojamiento. "Posteriormente, con el establecimiento de la Riviera Nayarit se vino a fortalecer y cimentar la fama como lugar de esparcimiento y diversión, entre sus principales playas se encuentran Lo de Marcos, San Francisco, sayulita, punta de Mita, nuevo Vallarta, Cruz de Huanacaxtle, Bucerías y el Desarrollo Turístico de Litibú"3 (Gobierno Municipal de bahía de banderas, 2014, p. 37).

Para el Gobierno Municipal de Bahía de Banderas (2014), según el Plan de Desarrollo Municipal 2014-2017, de manera particular,

el turismo es un sector estratégico y con un gran potencial de desarrollo, ya que representa el 9 % del producto interno bruto y genera cerca de 80.000 empleos, cifras que aumentan año con año; derivado de la intensa promoción que se le ha dado en el mundo a la marca Vallarta-Nayarit, se han invertido más de 250 millones de pesos en comunidades turísticas y se han gestionado más de 450 millones de pesos en promoción4. (pp. 37-38).

Los mercados principales del municipio son México (58 %), Estados Unidos (23 %) y Canadá (18 %), los cuales dejan una derrama económica anual de $1.417.102.400,44 (Gobierno Municipal de Bahía de Banderas, 2014, p. 38).

Particularmente, en 2005 FONATUR anunció el lanzamiento del CIP Riviera Nayarit, que comprendía El Capomo y Litibú. Este último se localiza geográficamente en las costas del Pacífico mexicano, en el municipio de Bahía de Banderas, al sur del estado de Nayarit. El proyecto Litibú abarca una superficie de 167,50 ha, con 4.182 unidades de alojamiento, hoteles orientados a turismo exclusivo y de alto gasto, una inversión pública de 749,00 millones de pesos, inversión privada de 397,00 millones de dólares, y se calculaba una afluencia de 750.000 turistas al año, para una derrama económica de 80.000 millones de dólares y la creación de 200 empleos directos (FONATUR, 2010a).

Cuatro años luego de su arranque, organizaciones como Alianza de la Costa Verde, en su blog Riviera Nayarit (2009), y Greenpeace México (2009) calificaban al CIP Litibú como un fracaso en gran medida porque, según ellos, FONATUR malbarató los terrenos a dos desarrolladoras españolas que no habían empezado a construir, y proclamaron en ese momento que el desarrollo lucía en ruinas. Así mismo, denunciaron una serie de efectos por no elaborar una política de desarrollo y una estrategia correspondiente para evitar los desequilibrios y la disfuncionalidad social de este macroproyecto, y por no haber involucrado a la comunidad local durante los cuatro años de planeación y realización del proyecto (Greenpeace México, 2009).

No obstante, en 2010 FONATUR informó que, para fortalecer la inversión en el municipio de Bahía de Banderas (Nayarit), el Gobierno federal, por medio del Fondo, invirtió 42,04 millones de pesos en la construcción de obras y mantenimiento en el proyecto Litibú5 (FONATUR, 2010a). Así mismo, FONATUR se comprometió a garantizar la calidad de Riviera Nayarit por medio del mantenimiento turístico del desarrollo Litibú (barrido, deshierbe, bacheo, reparación de banquetas y de guarniciones, señalamiento vertical, cuidado de áreas verdes y alumbrado público). De igual manera, en 2010 FONATUR invirtió en el mantenimiento tanto de la planta de tratamiento de aguas residuales como de la planta desalinizadora (FONATUR, 2010a).

Los objetivos del CIP Litibú fueron

atraer nichos de mercado turístico: residencial unifamiliar condominial, turístico hotelero, de golf, comercial y de entretenimiento en el segmento de sol y playa, todos con nivel de excelencia, alto gasto y de carácter nacional e internacional […]; construir una oferta turística de baja densidad (entre 15 y 25 cuartos/ha) y del menor impacto ecológico posible; inducir un desarrollo turístico y urbano, planificado, armónico y sustentable. (Fonseca, 2009, pp. 98-99).

Además, se establecieron como otros objetivos la conservación de áreas naturales inmediatas y necesarias para preservar su entorno y paisaje, así como la determinación "de áreas de reserva para el crecimiento urbano previsto a corto, mediano y largo plazo de los nuevos asentamientos de la población migrante que se incorpore a la zona por razones de empleo" (Fonseca, 2009, p. 99).

Como lo expresan De la Tejera Segura y López Córdova (2009, p. 64), "para el Gobierno de Nayarit, el turismo responsable se convierte en un reto y significa un fuerte compromiso"; además, para las empresas turísticas que operan en Riviera Nayarit implica "no caer en los mismos errores que han cometido los demás polos turísticos del resto del país" (p. 64), sino, por el contrario,

el involucramiento de las comunidades locales, que se encuentran próximas a las instalaciones y atracciones turísticas, [por medio] de enlaces económicos significativos (tales como el abastecimiento de productos agrícolas, una animación más sociocultural que charlatana, etc.). Implica la responsabilidad de respetar, invertir, desarrollar las culturas locales, protegerlas de la sobrecomercialización y la sobreexplotación. También implica un compromiso de las comunidades locales en relación [con] su participación activa en la industria turística, la práctica del desarrollo sostenible y la garantía de protección y seguridad de los visitantes.

Estos son algunos de los retos clave para el desarrollo del turismo responsable en Riviera Nayarit:

El CIP Litibú y la comunidad de Higuera Blanca

En un marco de referencia local, Litubú colinda con la comunidad de Higuera Blanca, en la que se apoya en cuanto a servicios urbanos e infraestructura. Para este poblado se anunciaron diversas obras sociales que incluyeron "pavimentación de vialidades, dotación de agua potable, construcción de drenaje sanitario [y] de aulas escolares, además de la construcción y ampliación de su clínica de salud" (FONATUR, 2010b).

Higuera Blanca es una pequeña comunidad rural que en los últimos años ha experimentado cambios demográficos y socioeconómicos importantes, atribuibles en gran medida al impulso y a la expansión de la actividad turística en la región. En términos demográficos, por ejemplo, la comunidad comenzó a tener tasas de crecimiento por encima del 6,72 % a partir del año 2000, revirtiéndose la tendencia negativa que había presentado entre 1980 y 1995 (INEGI, 2000). En el censo de 2010 se reportó que la población total era de 1.360 habitantes, el doble de los que tenía en 2000.

Estos aspectos demográficos están relacionados, por un lado, con el declive de la agricultura y con el impulso de la inversión en la infraestructura turística, que conllevaron procesos migratorios sucesivos de expulsión y atracción, respectivamente. La actividad económica tradicional en Higuera Blanca es la agricultura, la cual ha ido desplazándose de manera paulatina por empleos y actividades comerciales relacionados con el turismo tanto en el complejo Litibú como en otros destinos cercanos. Aunado a los empleos generados por el CIP Litibú, sobre todo en las etapas de construcción del complejo turístico, algunos residentes en este lugar también han sido empleados en actividades de limpieza y mantenimiento por residentes extranjeros que se asentaron desde hace varios años en el perímetro de la localidad, al pie de la playa.

Para algunos, la comunidad de Higuera Blanca ha corrido con mejor suerte que las otras comunidades del entorno por su colindancia con este desarrollo específico; "su inclusión quedó en los esquemas de concertación que el FONATUR estableció con el municipio de Bahía de Banderas para el mejoramiento urbano y sin afectación directa del espacio comunal" (Fonseca, 2009, p. 99). Ello ha contribuido, por ejemplo, a que tanto el nivel de ingresos promedio como las condiciones de infraestructura urbana se hayan visto modificados y que recientemente la Secretaría de Desarrollo Social clasificara a esta población con un grado de marginación medio y un grado de rezago social muy bajo (SEDESOL, 2010).

No obstante, la percepción de otros actores no es del todo optimista. La ONG Alianza de la Costa Verde, en su blog Riviera Nayarit (2009), por ejemplo, señala que, si bien los habitantes de Higuera Blanca

[…] reconocen que el avance de las obras concertadas está resolviendo añejas carencias en materia de servicios urbanos, […] se muestran inconformes porque la convocatoria a las reuniones de concertaciones no fue abierta y transparente, […] que, aunque es favorable, lo que se obtuvo también es limitado, [pues] ellos quieren participar del turismo más que como simples trabajadores de la construcción. (Fonseca, 2009, p. 100).

"Los habitantes de Higuera Blanca y otras poblaciones aledañas no han recibido la capacitación requerida para servir en el sector turismo" (Greenpeace México, 2009). "Los jóvenes que viven en el lugar todavía están en espera de la 'Escuela para Turismo' que les prometió el entonces director de FONATUR" (Rivera Nayarit, 2011). Inclusive para otras actividades menos cualificadas, como la construcción del hotel Iberostar, se trajeron brigadas de mano de obra barata de Chiapas y Michoacán y que, según denuncia Greenpeace México (2009), fueron albergadas bajo condiciones infrahumanas en un campamento a la entrada de Higuera Blanca, apenas a quinientos metros del CIP Litibú.

Tanto Greenpeace México como Alianza de la Costa Verde, ambas ONG ambientalistas, han planteado que en los últimos años se han incrementado los problemas sociales en la región y que la calidad de vida ha empeorado de manera significativa. La población se ha duplicado, pues llegó gente de toda la república en búsqueda de empleo y mejores condiciones de vida, y con ello aumentaron la criminalidad, la circulación de drogas y la prostitución.

Antes toda la gente se conocía, podías dejar tu casa abierta y no pasaba nada, los niños podían jugar hasta tarde sin ninguna amenaza; hoy ya no, y menos las niñas, porque luego las embarazan… ellas por tontas. Aparte, el pueblo se ve sucio porque los fines de semana se la pasan ebrios, se quedan dormidos en la calle, ¡uy!, qué mala imagen dan, se pelean enfrente de tu casa, la policía siempre en "vigilia", pero nunca llegan cuando se les necesita, aparte los monitos de las dichosas "tienditas" les dan su paga y todo arreglado; yo creo que la ambición de las autoridades y figuras de poder ha ocasionado este descuido. Digamos que hay ventajas y desventajas, como en todas las partes donde hay cambios; se acabó el pueblito tranquilo, ahora ya es parte de un desarrollo turístico para clientes potenciales. (Riviera Nayarit, 2010).

El turismo trajo como consecuencia el incremento de cuartos para rentar y fondas modestas en Higuera Blanca. Un impacto de la urbanización que reportan las ONG ambientalistas es la basura; aunque hay recolección de ella tres veces por semana, existe gente que todavía arroja sus desechos en el río y mucha más en la calle. Por ello, la ONG PEACE Punta Mita ha implementado el Programa "Food for Work", que estimula a mujeres voluntarias a limpiar las calles a cambio de despensas6. Por otro lado, dada la manifestación de generar más áreas urbanizables, surgió una fuerte especulación del suelo.

A la luz de esta somera descripción sobre las condiciones en las que se ha visto inmersa la región en general, y la localidad de Higuera Blanca en particular, se plantea la necesidad de explorar en mayor profundidad los procesos socioculturales que van aparejados a las transformaciones políticas, económicas y geográficas impulsadas por el desarrollo turístico. Ello obliga a realizar un examen de las transformaciones en la vida cotidiana de los habitantes con un método que no solo identifique y cuantifique las percepciones de dichas transformaciones, sino que explore esencialmente las experiencias, los sentidos y las acciones, por ejemplo, en la forma como se aprovechan los beneficios y/o se enfrentan las problemáticas, con el fin de comprender la relevancia de esos mismos procesos para los habitantes de Higuera Blanca. En esta última parte del texto se presentan algunos elementos de análisis que buscan contribuir a la reflexión desde esa inquietud de profundización.

Los beneficios

Para los habitantes de Higuera Blanca, el turismo empezó a tomar otro sentido cuando comenzó a levantarse este complejo, pues anteriormente tenían una idea vaga desde lo que observaban cuando visitaban otras ciudades y localidades turísticas cercanas. Con la edificación de Litibú, se dio paso a una serie de transformaciones del paisaje que incluyeron la construcción de carreteras, el desmonte de terrenos y la edificación de hoteles, condominios, campos de golf y demás infraestructura dentro del polígono. Esta modificación, que también incluyó el mejoramiento de las instalaciones urbanas de la comunidad (pavimentación, arreglo de la plaza, el arco de la entrada, etc.), ha contribuido a generar en algunos de los habitantes una percepción del turismo como algo benéfico.

Era un pueblito olvidado […] sin calles, sin nada, de pura terracería. Ahorita, ya como sea, el pueblo pues está mejor… el empedrado es parte también del proyecto ese. (Juez del lugar, 2016).

Varios habitantes reconocen que su comunidad ha recibido algunos beneficios del desarrollo turístico, específicamente de los apoyos a los que se comprometieron los responsables del proyecto Litibú, el Gobierno municipal y el FONATUR. Es decir, se hace énfasis principalmente en los aspectos de la infraestructura y la imagen urbana.

El segundo de los elementos considerados como aspectos positivos tiene que ver con los ingresos económicos, pues se reconoce que el turismo es una fuente de empleo y que algunos de los habitantes han conseguido trabajo en el CIP, lo cual ha significado beneficios económicos para sus familias e incluso un cambio en la forma de vida. Un aspecto podría ser, por ejemplo, que algunos de los habitantes han tenido la posibilidad de comprarse un automóvil, con lo cual, además del mejoramiento de los caminos y las nuevas carreteras, tienen la posibilidad de acceder a otro tipo de artículos de consumo en ciudades cercanas. Este hecho también hizo que, además de mayor variedad de productos, puedan liberarse de tener que comprar en las tiendas de la comunidad, que antes vendían al precio que querían.

Por su parte, la perspectiva oficialista de este proyecto sostiene que los compromisos asumidos con la comunidad se han cumplido y que la evaluación es positiva. Los entrevistados aseguran que Higuera Blanca ha tenido ya suficientes apoyos en infraestructura y mejoramiento de equipamiento urbano, y que a esto se suma el hecho de que la comunidad tiene prioridad para ocupar los empleos que se van creando en el lugar. Sin embargo, si se observa con mayor profundidad, es posible percatarse de que existen varios aspectos en los que una evaluación del complejo desde la perspectiva de los habitantes también contiene otros matices menos optimistas.

Exclusividad, prestigio y exclusión

El CIP Litibú posee algunos aspectos representativos importantes a partir de los cuales es identificado y definido por la gente de la región y de Higuera Blanca. El complejo, por ejemplo, es comúnmente conocido por los habitantes de Higuera Blanca como "FONATUR", pues a los costados de su entrada principal se hallan incrustados en letras metálicas de gran tamaño tanto el nombre del complejo (Litibú) como las siglas y el emblema de este organismo gubernamental. Otro aspecto que resulta característico e interesante es su gran extensión y su monumentalidad, pues a sus alrededores solo el CIP Punta Mita es de las mismas dimensiones. También es particular el hecho de que el perímetro del complejo se encuentra delimitado por un muro. De tal suerte, para los habitantes de la comunidad, la imagen del desarrollo "FONATUR" (Litibú) está definida en parte por estos tres elementos, pues de alguna manera están relacionados con sus experiencias y sus relaciones con el lugar.

En una conversación informal con el personal de vigilancia que se encuentra en el acceso al CIP, argumentaron que la barda y la restricción del paso se deben a que adentro se juega golf, y que una pelota puede golpear a las personas. Pero también adujeron que la gente puede creer que eso es un parque, y no lo es, es decir, es un espacio exclusivo y no hay acceso para gente de la comunidad. Así, su labor es controlar el ingreso al CIP y admitir únicamente a los turistas hospedados dentro.

Estas mismas entrevistas y conversaciones informales dejan ver, por ejemplo, que actualmente solo una pequeña parte de la población trabaja en el CIP, por lo cual esos empleos no representan un beneficio generalizado para los habitantes, sino solo para algunas personas de la comunidad, quienes son jardineros y personal de limpieza. Como se comentó antes, la mayor parte de los empleos en el CIP se generaron en la etapa de su construcción, sin embargo, muchos de ellos fueron para los trabajadores externos traídos de Chiapas, principalmente. Por otro lado, los empleos que tienen los habitantes de Higuera Blanca son de baja cualificación, lo cual no repercute en remuneraciones significativas; para ellos es difícil acceder a puestos de mayor jerarquía, pues el nivel de educación y especialización en áreas de operación de los servicios turísticos es nulo. De manera particular, el empleo para las mujeres requiere que estas sean jóvenes y físicamente atractivas, sobre todo cuando su trabajo requiere estar en contacto con los turistas.

Es interesante cómo esta situación de impotencia, en la que no se puede acceder a los empleos en el CIP ni participar más directamente de los beneficios productivos del turismo, se asocia con un nivel de corrupción en torno al manejo de los destinos turísticos, como se expresa, por ejemplo, en el siguiente testimonio:

El turismo viene y deja dinero, que no se reparte es otra cosa… El turismo siempre va a ser bueno aquí y en Roma, el problema es cómo lo maneja uno… y uno no lo maneja porque hay un gobierno corrupto. (Juan, 2016).

De igual manera, dado que el muro impide el paso libre al interior del CIP a las personas que no cuentan con ninguna relación laboral o de clientela, la mayor parte de los habitantes tienen una idea vaga de su interior. El grueso de los habitantes de la comunidad solo conoce el CIP desde el exterior o de forma indirecta por lo que cuentan los conocidos que trabajan adentro haciendo limpieza o manteniendo los jardines y campos de golf. Tanto lo que se observa desde afuera (la enorme puerta, el muro, enormes hoteles) como lo que se escucha hablar genera una idea del lugar como un espacio moderno, de servicios hoteleros y restaurantes de alta calidad. En ese sentido, se ha cumplido el propósito del FONATUR de proyectar una imagen de un destino turístico de exclusividad y de alto gasto7, pues, en palabras de los habitantes, ese es un lugar para turistas extranjeros y para mexicanos muy ricos, por lo tanto, un lugar donde no tienen cabida los mexicanos pobres como ellos. En las entrevistas fue reiterada la idea de que al CIP "solo entran los que trabajan ahí", refiriéndose a los residentes en la zona.

Desde la perspectiva de los residentes locales, se rememoran "los tiempos de antes, cuando había palapas8 y podía acamparse en la playa, pero ya no se les permite, pues ahora hay grandes hoteles" (Antonio, 2016). Es importante señalar que el informante no se refiere a los hoteles como un impedimento en sí mismo para que puedan acampar, sino a la privatización de las playas por parte de los administradores de estos complejos exclusivos. En varias entrevistas, los informantes hicieron reiteradamente referencia a un video en el que se documentó que algunos excursionistas de la región fueron impedidos por soldados a pasar por las playas que están frente al hotel Four Seasons, en el CIP Punta Mita, mientras que, en ese mismo momento, a algunas personas extranjeras hospedadas en ese lugar les permitían el paso libre9. Ese es el tipo de turismo que se está desarrollando ahora, señalan.

[…] llegas y de ahí para allá empieza lo privado. Antes podías entrar, ahora se ponen soldados en la playa y no te dejan pasar. Pero los güeros10 sí están ahí pasando… ese es el turismo de aquí, un favoritismo. (Juan, 2016).

Finalmente, otro aspecto que es sugestivo señalar es que, dadas estas características, existe una nula interacción de los turistas del CIP con la población de la comunidad de Higuera Blanca. Los turistas que acuden a él "solo ocasionalmente interactúan con las comunidades locales" (Fonseca, 2009, p. 90). Como señaló un entrevistado, "no más vienen, toman fotos en sus motos, caminan en motos y todo eso, como siempre en todos los pueblos así vienen […] pero contacto así mucho no, no hay" (Juez, 2016),

Ante las características anteriores, es claro que el CIP Litibú está diseñado desde un modelo clásico de turismo de masas, lo que se ha denominado turismo de enclave, pues está dirigido a un tipo de turista que no está interesado en los aspectos culturales de la región, sino únicamente en el paisaje, un clima agradable y en su comodidad personal. Como señalaba Emanuel de Kadt (1979) a propósito de los turistas de masas en la década de los setenta, ellos quieren estar solos en un entorno muy similar al suyo. Por ello los centros recreativos llegaron a ser enclaves que aíslan al turista del anfitrión y convierten el espacio recreativo en una extensión de los países o ámbitos de residencia.

El CIP Litibú, en su oferta de destino exclusivo, de confort y de seguridad, promete a sus clientes una desvinculación con el territorio donde está inserto, por eso tiene una estructura de enclave, es un espacio fortificado y aislado de su entorno social. El muro cumple la función no solo material, sino principalmente simbólica, de separar y segregar realidades diferentes, y como tal impide mirar mutuamente los abismos socioeconómicos y culturales. De tal suerte, puede sostenerse que este modelo de desarrollo turístico se basa en la relación de exclusividad/exclusión social, que reproduce las relaciones de clasismo y segregación espacial que los habitantes de Higuera Blanca conciben como una muestra de opulencia ofensiva e injusta por parte de los sectores privilegiados.

Paradojas, reacciones y negociaciones

A pesar de lo anterior, los residentes en Higuera Blanca están lejos de ser actores pasivos ante esta realidad, pues sus actitudes y sus formas de ver la situación lo hacen evidente. En primer lugar, es claro que ellos no aceptan en su totalidad el discurso de los desarrolladores y promotores del CIP, según el cual ya han sido suficientemente beneficiados y que en el futuro habrá beneficios generalizados para todos los habitantes, según la teoría del goteo. Los habitantes de Higuera Blanca, como se ha mostrado, son críticos con este modelo de turismo y con el turismo en general. En particular, exaltan la sensación de exclusión que les genera ese modelo de turismo exclusivo y excluyente que ha sido implantado en su entorno.

En segundo lugar, aunque ellos han expresado querer participar abiertamente en los beneficios del turismo en el CIP, también han mencionado que prefieren tomar distancia del turismo en otro sentido, en el de permanecer como un pueblo no turístico, pues ello les permitirá librarse de la invasión masiva de turistas. El argumento principal es que no les gustaría perder la tranquilidad de la comunidad. En las entrevistas constantemente se hicieron referencias a las condiciones, poco deseables desde su perspectiva, de otras localidades turísticas como Punta de Mita o Sayulita. Esta última, por ejemplo, es vista como una comunidad que ha sido invadida por el turismo, que ha afectado la tranquilidad de los residentes, pues los actores extraños no son solo los turistas, sino también gente que llega buscando cualquier tipo de trabajo. Ellos no quieren verse reflejados ahí:

A la mayoría de los turistas les gusta mucho Sayulita, allá sí hay muchísimos, y yo creo que sí les afecta, porque hay demasiados. Aquí casi no, aquí no ves todo así… tráfico, lleno de gente. (Irma, 2016).

En ese sentido, los habitantes de Higuera Blanca tienen dos modelos de turismo como referencia: el turismo de exclusividad presente en Punta de Mita y Litibú, y otro más democrático, pero no más atractivo, como el de Sayulita, lugar que, dicen, "huele a marihuana" en temporada alta.

Puede señalarse, entonces, que existe cierta ambivalencia en la actitud que los habitantes tienen hacia el CIP, pues, por un lado, hay indignación por lo que representa en términos de exclusión social, pero, por el otro, se cree que ello puede ayudar a impedir la interrupción de su valiosa tranquilidad.

De tal suerte, habría que plantear esa reacción como una muestra de que estas personas, como en general las que residen en destinos turísticos, no son sujetos pasivos. Esta actitud es muestra de la capacidad de las personas de resignificar la realidad para actuar en consecuencia; es un mecanismo de defensa que ante la sensación de impotencia y vulnerabilidad deviene en estrategia de explicación y confrontación de su realidad y posición de desventaja. Mediante ello podría vislumbrarse una conciencia de sí mismos no como una comunidad agraviada, sino como una comunidad dignificada que no desea experimentar otro tipo de consecuencias negativas del desarrollo turístico, además de las que ya conoce. La opinión de los habitantes de Higuera Blanca que resume su relación con el CIP podría quizá expresarse de esta manera: si quienes administran el turismo no nos permiten participar de sus beneficios, entonces mantengámonos alejados de los efectos adversos a nuestra comunidad; conservemos una postura digna, en la que no hay beneficios directos, pero tampoco habrá más efectos no deseados.

Comentarios finales

En la fase del estudio exploratorio se identificó que el turismo ha generado algunos empleos en la comunidad de estudio, aunque estos sean precarios, porque corresponden a los más bajos en la jerarquía laboral. También se registró un proceso de inmigración, de manera directa e indirecta, y el encarecimiento del costo de la vida, principalmente del precio de la tierra. Gracias al CIP, las vías de comunicación han mejorado; se urbanizó el "rancho"11. A pesar de que en la manifestación de impacto ambiental de FONATUR (2005) solo se menciona el beneficio económico por medio de la creación de empleos, estos nuevos trabajos han desencadenado una serie de cambios en la estructura social y en el estilo de vida de la que era la población rural de Higuera Blanca. Como se trata de un enclave turístico separado de la comunidad, delimitado por una barda que rodea el polígono del CIP, hasta este momento no se reconocen impactos sociales o culturales significativos. Sin embargo, la importancia de los procesos perceptivos y significativos de la comunidad en torno al CIP se hace patente en sus testimonios. De ello se vislumbran dos aspectos de interés necesarios para continuar la labor reflexiva y crítica sobre el fenómeno turístico en México: por un lado, el aspecto académico y la necesidad de repensar los conceptos y modelos de estudio ante las realidades emergentes y, por el otro, el aspecto social, que remite a la revisión y evaluación de las políticas turísticas.

En cuanto al primer punto, se puede decir que los modelos teóricos para el análisis de los aspectos socioculturales del turismo se han mostrado simplistas y deterministas (aculturación, efecto, demostración, etc.), encasillan a las comunidades en una idea de sujetos pasivos ante los "impactos" del turismo y descartan su capacidad de agencia y sus posibilidades de negociación. Por lo anterior, es necesario avanzar hacia modelos dialógicos que permitan profundizar en estos aspectos poco explorados, develando significados de esas relaciones.

En lo referente al segundo punto, resulta evidente que, luego de casi media década, la política turística y el modelo de planeación mexicanos apenas han sufrido cambios. Ya en este siglo el modelo de sol y playa sigue siendo el principal producto turístico. Las características de este CIP (oferta estratificada, segregación espacial) son coherentes con la sociedad de consumo contemporánea y sus tensiones paradójicas: la exclusividad en la oferta y, por ende, la exclusión social de los habitantes se mantienen física y simbólicamente. El éxito empresarial sigue siendo el criterio que se pretende alcanzar a toda costa, a veces acompañado de una débil responsabilidad social.

Los modelos de turismo de exclusividad impulsados por la política del Estado mexicano siguen reproduciendo los principios del turismo de masas: relaciones centro-periferia, de dependencia, colonialistas. Los muros simbolizan la perspectiva más intolerante en las relaciones interculturales, ejemplos de ello son los muros entre las naciones. Estos modelos de desarrollo turístico adoptan una visión muy limitada sobre la noción de sustentabilidad, pues se concentran en aspectos ambientales y económicos, olvidándose siempre del ámbito social y cultural.

En el modelo de los Centros Integralmente Planeados, en general, y en Litibú, en particular, la metáfora teatral de escenario-bastidores (front stage/backstage) puede describir la relación entre la presentación pública ante los turistas y lo que se quiere ocultar o proteger. De este modo, a los ojos del turista con alto poder adquisitivo se quiere presentar la imagen de un país moderno y cosmopolita, y ocultar, por otra parte, el país pobre y atrasado. Los muros reales o simbólicos tratan de disimular las grandes diferencias entre turistas extranjeros y trabajadores nacionales en términos de consumo y poder adquisitivo.

Así mismo, se observó que, con planeación o sin ella, con la mayoría de los destinos turísticos mexicanos surgen las "ciudades gemelas", en las que se combinan pobreza, prostitución y demás tras bastidores, situación que trata de esconderse detrás de los discursos desarrollistas.


Notas

2 Sistema de distribución y posesión de la tierra que se institucionalizó después de la Revolución mexicana y que consiste en otorgar un terreno a un grupo de personas para su explotación.
3 En cuanto a vivienda se refiere, cabe mencionar que para 2002 Bahía de Banderas contaba con 10.511 viviendas, mientras que para 2005 se tuvo un incremento de 99,95 %, con un total de 21.017 viviendas, muy por encima del crecimiento a nivel estatal, que equivale al 20,63 % en relación con el periodo en mención (Gobierno Municipal de Bahía de Banderas, 2014). Para ese momento ya se manifestaba la necesidad de seguir contando con áreas urbanizables, pues las existentes eran y siguen siendo limitadas, lo que produjo en los últimos años una fuerte especulación del suelo, elevando su valor en la zona turística del Pacífico y llegando a alcanzar precios entre los 1.200 y los 3.000 pesos por metro cuadrado.
4 Durante el primer trimestre de 2014, se estimó que hubo una derrama económica de más de 1.000 millones de dólares en Nayarit, lo que representa un aumento del 27 % en comparación con 2013. Además, en Riviera Nayarit se registró una ocupación hotelera de casi el 72 % (Gobierno Municipal de Bahía de Banderas, 2014).
De acuerdo con la Oficina de Visitantes y Convenciones de Riviera Nayarit (Gobierno Municipal de Bahía de Banderas, 2014), el municipio de Bahía de Banderas "arrojó la cifra más significativa por la derrama económica del 2013, la cual fue de USD 1.684.626.492,2, suma que consideró todos los gastos que realizaron los visitantes […]. En cuanto al gasto promedio por persona, de acuerdo con la misma fuente, los visitantes internacionales erogan hasta 19.379,10 pesos y los nacionales 6.676,03 pesos por visita al destino; así mismo, fueron construidos alrededor de 600 cuartos nuevos" (p. 38), en los cuales están consideradas nuevas construcciones y ampliaciones de proyectos: Puerta Bahía, "Puerto di Mare", "Sayulita Preserve", "B Vallarta", Desarrollo La Vida, Condominio Azul, El Bolongo y Punta Sayulita.
5 Además, anunciaron que el desarrollo turístico Litibú constaba de una infraestructura de alta calidad, la cual se anunciaba operar al 100 % y contar con "una red eléctrica de media tensión; red de alumbrado público; red de distribución de agua potable; de drenaje sanitario y pluvial; construcción de vialidades de concreto estampado; sistema de canalización telefónica; un campo de golf de primer nivel" (FONATUR, 2010b).
6 Provisión de comestibles.
7 http://www.fonatur.gob.mx/gobmx/transparencia/LibrosBlancos/4%20CIP%20Nayarit.pdf.
8 Construcción rústica y abierta hecha con palos o troncos y con techo de palma, común en los lugares muy calurosos.
9 https://youtu.be/u3tj5li6Sc0.
10 Persona rubia o de piel blanca.
11 Vivienda humilde hecha con materiales de desecho o de mala calidad, que carece de las condiciones mínimas de habitabilidad y que es característica de las zonas suburbiales no urbanizadas.


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