10.18601/01207555.n25.10
PERSPECTIVAS TEÓRICAS PARA EL ABORDAJE DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y SU INCORPORACIÓN EN EL CAMPO DE LA INVESTIGACIÓN EN TURISMO1
SOCIAL MOVEMENT'S THEORETICAL PERSPECTIVES AND THEIR INCORPORATION IN THE FIELD OF TOURISM RESEARCH
Gonzalo Matías Cruz
Máster en Gestión Sostenible de Empresas, Productos y Destinos Turísticos por la Universidad Internacional de Andalucía
Docente e investigador en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Nacional de Mar del Plata
Argentina
[gonzalocruz83@hotmail.com]
1 Fecha de recepción: 16 de mayo de 2018
Fecha de modificación: 27 de julio de 2018
Fecha de aceptación: 6 de septiembre de 2018
Para citar el artículo: Cruz, G. M. (2019). Perspectivas teóricas para el abordaje de los movimientos sociales y su incorporación en el campo de la investigación en turismo. Turismo y Sociedad, XXV, pp. 195-216. DOI: https://doi.org/10.18601/01207555.n25.10
Resumen
El presente trabajo explora la literatura producida en el campo de la investigación en turismo que incorpora perspectivas teóricas utilizadas para el abordaje de los movimientos sociales. Esta tarea permite exponer las posibilidades de desarrollo del área en cuestión y presentar instrumentos analíticos novedosos. A partir de una revisión bibliográfica exhaustiva se analizan las publicaciones existentes, teniendo en cuenta objetivos, casos de estudio, unidades de análisis, resultados y, especialmente, marcos teóricos y metodológicos adoptados. Se advierte que, a pesar de la diversidad de propuestas de abordaje, se trata de un ámbito de estudio aún incipiente, cuyo desarrollo exige el examen de nuevos casos a partir de una visión que contemple las especificidades de cada problemática y las oportunidades que las distintas corrientes de pensamiento ofrecen.
Palabras clave: Turismo, movimientos sociales, perspectivas teóricas, revisión bibliográfica.
Abstract
The present work explores the literature produced in the field of tourism research that incorporates theoretical perspectives used to approach social movements. This task permits to expose the development possibilities of the area in question and to present novel analytical tools. Based on an exhaustive bibliographic review, existing publications are analyzed taking into account: objectives, case studies, units of analysis, results, and especially, theoretical and methodological frameworks adopted. It is noted that, despite the diversity of approaches, it is still an incipient area of study whose development requires the examination of new cases based on a vision that considers the specificities of each problem and the opportunities that different perspectives offer.
Keywords: Tourism, social movements, theoretical perspectives, literature review.
Introducción
Las distintas perspectivas para el abordaje de los movimientos sociales han sido incorporadas de diferentes modos en la literatura científica producida en el campo del turismo y poniendo atención a diversas circunstancias. Autores como McGehee (2002), Kousis (2000) y Monterrubio (2017) destacan su aplicación para el análisis de los frentes de resistencia que emergen producto de los impactos negativos del turismo; las posibilidades del turismo alternativo como impulsor del activismo y la participación en movimientos sociales; los efectos negativos producidos por las movilizaciones sociales en los destinos turísticos; y las organizaciones sociales que promueven modelos de desarrollo turístico alternativos.
Las cuestiones señaladas dan cuenta de la influencia que pueden tener los procesos de movilización social sobre el turismo, y viceversa, y dejan en evidencia la relevancia de su tratamiento científico. Esta necesidad de comprender el tema ha provocado la emergencia de una serie de trabajos que analizan diversos casos en todo el mundo. Sin embargo, a pesar de las circunstancias descritas, hasta el momento no se han podido identificar publicaciones que recopilen y examinen en profundidad la producción desarrollada en este ámbito.
Teniendo en cuenta estos planteamientos, el presente artículo trata las investigaciones que componen las cuatro líneas mencionadas. Para ello, además de identificar los distintos casos de estudio, los objetivos, las unidades de análisis y los resultados principales, se hace especial énfasis en las perspectivas teóricas y metodológicas adoptadas. En términos generales, esta tarea contribuye a la comprensión de un ámbito de estudio novedoso y a la exposición de instrumentos y conceptos útiles para abordar las distintas problemáticas emergentes.
Para cumplir con este propósito, se realiza una revisión bibliográfica exhaustiva. En primer lugar, se toman en consideración los autores de mayor relevancia en el campo de los movimientos sociales, como Charles Tilly, Alberto Mellucci, John McCarthy, Mayer Zald, entre otros. En segundo término, se identifica la producción referida al tema en la literatura científica elaborada en el campo turístico, en inglés y español, presente en distintas bases de datos (Nülan, JSTOR, Science Direct, Google Académico, Redalyc). Finalmente, para el análisis de la información se confeccionan matrices de datos.
El texto que se expone a continuación se compone de tres secciones. La primera está destinada a la descripción de las corrientes de pensamiento relevantes en el estudio de los movimientos sociales. La segunda constituye el análisis de las producciones que han incorporado a estas perspectivas en el campo de la investigación en turismo2. Por último, y a modo de cierre, se plantean una serie de reflexiones generales.
1. Corrientes teóricas para el abordaje de los movimientos sociales
Los movimientos sociales han sido abordados por diversas corrientes de pensamiento que pueden ser agrupadas en tres bloques principales: las visiones clásicas, la teoría de la movilización de recursos y la perspectiva de los nuevos movimientos sociales. Los modelos clásicos tuvieron su auge principalmente durante las décadas de los cincuenta y los sesenta del siglo pasado, y pusieron el acento en la naturaleza irracional del comportamiento colectivo3. Los paradigmas posteriores surgieron como marco de análisis para los movimientos que emergieron durante las décadas de los sesenta y los setenta del siglo XX en Estados Unidos y Europa, y adoptaron una postura nueva que consideraba la racionalidad de la acción colectiva.
En referencia a las perspectivas mencionadas, resulta importante destacar dos características generales que estas poseen: en primer lugar, y pesar de las diferencias que pueden existir entre sus postulados, no son excluyentes entre sí, constituyen distintas formas de ver un mismo fenómeno que ponen énfasis en determinadas dimensiones, pero que presentan niveles de análisis complementarios (Canel, 1997). Una visión integral de los movimientos sociales implica considerar estas distintas aproximaciones: "Si unimos entre sí las piezas que pueden encajar (las relaciones entre las distintas partes y entre las partes y el todo) es posible obtener una imagen bastante completa de lo que es un movimiento social" (Rubio García, 2004, p. 4).
En segundo término, como explican Roggeband y Klandermans (2010), estas distintas visiones se nutren de los aportes de disciplinas variadas, entre las cuales se destacan la sociología, las ciencias políticas, la antropología, la psicología social y la historia. Los autores le atribuyen a la psicología social el abordaje del nivel individual, en el que se observan especialmente actitudes, motivaciones e identidades de los miembros de los movimientos sociales. Por otro lado, mientras que el análisis del contexto político constituye materia de estudio de las ciencias políticas, el surgimiento y declive de los movimientos son especialmente abarcados por la sociología y la historia. Especifican también el involucramiento tanto de la antropología como de la sociología en el análisis de los aspectos culturales que afectan y son afectados por los procesos de movilización4.
La diversidad de enfoques y disciplinas implicados dan cuenta de la complejidad del objeto de estudio. Por lo tanto, en la búsqueda de una visualización acabada de los movimientos sociales, resulta imprescindible la consideración de las distintas voces que han procurado su comprensión. Teniendo en cuenta estas apreciaciones preliminares, la descripción que se desarrolla en este apartado intenta reflejar los conceptos principales que componen las posturas en cuestión, procurando, además, exponer los argumentos que sus referentes sostienen.
1.1 Las visiones clásicas
En los enfoques considerados clásicos para el estudio de los movimientos sociales, es posible incluir los trabajos desarrollados en el marco del comportamiento colectivo en sus dos vertientes: la interaccionista de la escuela de Chicago y la estructural funcionalista de Smelser (1962). También se consideran los estudios basados en la teoría de la sociedad de masas y los llevados a cabo bajo la perspectiva de la privación relativa. A pesar de las particularidades de cada enfoque, Cohen (1985) indica que es posible establecer una serie de asunciones comunes:
Estas visiones tienen sus raíces en la psicología de masas, cuya elaboración estuvo a cargo de autores como Le Bon, Tarde y Freud a fines del siglo XIX. En general, conciben el comportamiento de las masas como irracional y contrapuesto al orden social. Son agentes disruptivos que atentan contra la presencia de normas, disciplina, racionalidad, perspectivas futuras o de una cultura desarrollada (Laraña, 1996).
Hoy en día los reclamos de las masas se están volviendo cada vez más claramente definidos y significan nada menos que la determinación de destruir completamente a la sociedad tal como esta existe actualmente, con vistas a hacerla retroceder a ese primitivo comunismo, que fue la condición normal de todos los grupos humanos antes de los albores de la civilización. (Le Bon, [1896] 2004, p. 11).
Le Bon ([1896] 1986) establece que ser parte de una masa implica la pérdida de la conciencia individual, la cual es suplantada por una mente colectiva. Así, la masa genera un único ser que se rige por la "ley de la unidad mental de masas", y sus miembros se transforman en seres irracionales, que hipnotizados actúan a partir de su influencia.
Durante las décadas de los cincuenta y los sesenta del siglo pasado, emergieron enfoques que establecieron cierta continuidad con la psicología de masas, pero que, a su vez, fueron incorporando nuevos elementos que permitieron expandir el conocimiento sobre el tema. Es el caso de la escuela interaccionista de Chicago y del estructural funcionalismo. Según explica Cohen (1985), la primera dominó este campo de estudio hasta principios de la década de los setenta a partir de los estudios de autores como Blumer (1951), Turner y Killian (1957) y Lang y Lang (1961). Las obras de Park y Burguess (1921) y de Park y Reuter (1939), aunque publicados décadas antes, también constituyen aportes centrales para esta corriente de pensamiento.
En general, estos autores ven el comportamiento colectivo como aquel que no es guiado por las normas sociales imperantes y en el que tienen lugar procesos de comunicación rudimentarios. Sin embargo, como explica Laraña (1996), también le otorgan la capacidad de crear nuevas normas y significados con base en una concepción del orden social diferente de la propuesta por Le Bon. Para los interaccionistas, los valores y significados constitutivos de determinadas normas sociales se encuentran en permanente cambio. El orden social ya no se define como una estructura normativa estable y persistente, sino que es considerado un proceso abierto de transformación continua.
En este contexto de constante alteración, los movimientos sociales (concebidos como una forma de comportamiento colectivo) no son vistos como el mero reflejo de las crisis sociales, sino como agentes de cambio (Della Porta y Diani, 2006). Tales movimientos constituyen un proceso de reorganización, del cual emergen nuevas organizaciones e instituciones, precedido por uno de desorganización, asociado con un malestar social generalizado (Park y Reuter, 1939).
Por su parte, desde el estructural funcionalismo, Smelser (1962) busca identificar las condiciones estructurales que hacen posible predecir y explicar la emergencia de las diversas formas de comportamiento colectivo (Morris y Herring, 1984). Si bien, al igual que en el interaccionismo, se reconoce que este es divergente de las normas sociales y no institucionalizado, su relación con el cambio social se concibe de otro modo.
En esta perspectiva se ve el comportamiento colectivo como una reacción ante los cambios sociales, y no como una fuente de conformación de un nuevo orden social. Al respecto, Laraña (1996) indica:
La diferencia entre ambos enfoques es sustantiva: mientras que, para el interaccionista, en las formas elementales de comportamiento colectivo se encuentran las raíces del orden social, para el funcionalista lo que hay en ellas son «perturbaciones psicológicas» de carácter individual como consecuencia de los cambios que se están produciendo en los procesos de modernización. (p. 31).
En este marco, el fenómeno colectivo constituye una respuesta al colapso del sistema social producido como resultado de la simple agregación de individuos atomizados a partir de una creencia generalizada (Melucci, 1980). Esta visualización del comportamiento colectivo como una mera reacción psicológica a las tensiones estructurales acentúa (aunque de manera implícita) su naturaleza irracional, cuestión principal por la cual este enfoque y aquellos insertos en la perspectiva de la sociedad de masas o de la privación relativa han sido criticados (Cohen, 1985).
Finalmente, para concluir con la descripción de las perspectivas clásicas, resulta oportuno hacer referencia a los enfoques de la sociedad de masas y de la privación relativa. En el primer caso, se destacan las obras de Arendt ([1951] 1998) y Kornhauser ([1960] 1998). Estos autores buscan explicar la participación de los individuos en los movimientos totalitaristas a partir de la existencia de una sociedad de masas.
Este tipo de sociedad, diferente de la pluralista, se encuentra caracterizada por la pérdida de lealtad de los individuos con las instituciones democráticas (Gusfield, 1962). Las asociaciones locales e informales de pequeña escala son reemplazadas por una organización burocrática de gran escala de la cual los individuos no se sienten parte. El cambio tecnológico genera sociedades homogéneas, en las que existen escasas posibilidades de pertenencia a grupos sociales distintivos, lo que produce individuos aislados y alienados, fácilmente manipulables por movimientos radicales y antidemocráticos (Rubio García, 2004).
Por su parte, el enfoque de la privación relativa se centra en la relación entre las condiciones sociales, las percepciones de esas condiciones y los comportamientos resultantes de esas percepciones (Morris y Herring, 1984). Gurr (1970) se basa en el sentimiento de agravio al que determinados grupos son sometidos. Esto se produce por la imposibilidad de cumplir sus expectativas laborales o personales, así, el descontento y la frustración impulsan a estas personas a participar en movilizaciones.
Davies (1962) señala que las revoluciones tienen mayores posibilidades de ocurrir en un contexto de crisis luego de un período de bonanza económica y social continuada. El autor determina que este cambio "afecta las mentes de las personas". Las expectativas sobre la satisfacción de sus necesidades basadas en lo vivido en momentos anteriores ya no pueden ser sostenidas, y ello produce ansiedad y frustración. En este marco, la movilización para la modificación del orden social se convierte en una alternativa factible para los que comparten este tipo de sentimientos negativos.
1.2 La teoría de la movilización de recursos
Las movilizaciones masivas producidas durante las décadas de sesenta y los setenta del siglo XX en Estados Unidos y Europa dejaron en evidencia la incapacidad de las posturas clásicas para abordar el tema y provocaron la emergencia de nuevas corrientes de pensamiento. Los movimientos feministas, ecologistas, pacifistas y de derechos humanos no fueron considerados estallidos irracionales de grupos constituidos por individuos agraviados, alienados o desarraigados, por el contrario, se percibieron como expresiones racionales con objetivos concretos, valores e intereses articulados y estrategias racionalmente calculadas (Cohen, 1985).
Bajo esta línea se desarrolló en Estados Unidos la teoría de la movilización de recursos, en cuyo interior se destacan el enfoque empresarial de Mc Carthy y Zald y la perspectiva del proceso político encabezada por Tilly. Mientras que la primera pone el énfasis en la distribución de los recursos y en las características organizacionales de los movimientos sociales, la segunda se centra en el ambiente político e institucional en el cual se desarrollan.
A pesar de las diferencias que pueden existir entre los diferentes autores de la teoría de la movilización de recursos, en general, reconocen los siguientes postulados planteados por Jenkins (1994), Cohen (1985) y Rubio García (2004).
La teoría de la elección racional de Olson ([1965] 2002) jugó un papel central en el desarrollo de la teoría de la movilización de recursos. Según este autor, las decisiones de participación en acciones colectivas involucran cálculos racionales de costos y beneficios. A partir de esta circunstancia, determina que los individuos no estarán dispuestos a contribuir en la búsqueda de beneficios colectivos en organizaciones de gran escala, debido a que los costos son mayores que los beneficios personales (sobre todo si tienen la posibilidad de beneficiarse sin formar parte).
Ahora bien, teniendo en cuenta este planteamiento, ¿cómo sobreviven y tienen éxito los movimientos sociales¿ McCarthy y Zald (1977), desde su modelo empresarial, se centran en la accesibilidad a los recursos y en la organización del grupo como factores principales para que estas circunstancias ocurran. Los agravios derivados de las tensiones estructurales adquieren un papel secundario, y la variable explicativa se encuentra "en la existencia de grupos organizados que pueden apropiarse y movilizar recursos para obtener la acción colectiva" (Retamozo, 2010, p. 6).
En este contexto, McCarthy y Zald definen los movimientos sociales como "un conjunto de opiniones y creencias de una población que representa preferencias orientadas a la modificación de algunos elementos de la estructura social y/o de la distribución de recompensas en una sociedad" (1977, pp. 1.217-1.218). A su vez, entienden que existen organizaciones de movimientos sociales (OMS) formales y complejas cuyos objetivos coinciden con las preferencias de los movimientos sociales (MS); incluyen a todas las OMS con objetivos ligados a una estructura de preferencias determinada, en la industria de los movimientos sociales (IMS). Finalmente, las IMS constituyen el sector de los movimientos sociales (SMS).
Cada OMS contiene objetivos, una serie de cambios preferidos para los cuales trabaja. Ahora bien, los autores explican que, para cumplir con los objetivos establecidos, es necesario que las OMS posean recursos como dinero, instalaciones, tiempo o legitimidad. Así, la magnitud de las actividades orientadas al cumplimiento de los objetivos depende de los recursos controlados por las organizaciones.
Esta relevancia que adquieren la organización y los recursos lleva a McCarthy y Zald (1973) a distinguir entre OMS clásicas y profesionales. Las características principales son sintetizadas por Jenkins (1994). Las organizaciones clásicas poseen liderazgo autóctono, personal voluntario, afiliación extensiva, recursos de los beneficiarios directos y acciones basadas en la participación masiva. Por su parte, las profesionales se caracterizan por contar con liderazgo externo, personal remunerado de tiempo completo, afiliación reducida o inexistente, recursos de las comunidades conscientes y acciones generadas en nombre del grupo receptor de los agravios, sin requerir su participación.
Los autores asocian el auge de los movimientos sociales estadounidenses de las décadas de sesenta y los setenta del siglo XX con la profesionalización de las organizaciones y la presencia de una comunidad consciente, que realizó una gran cantidad de aportes de recursos para que las OMS pudiesen subsistir y adquirir relevancia en el plano nacional. La comunidad consciente a la que se hace alusión está conformada por una clase media con disponibilidad de recursos, comprometida con los asuntos que las OMS promueven, aunque no perciban beneficios directos de su accionar.
Por su parte, el enfoque del proceso político centra su explicación, con respecto a la participación de las personas en los movimientos sociales, en los factores externos. En este caso, los cambios en el ambiente político e institucional son puestos en un primer plano para los análisis, y relegan factores internos como la organización y los recursos. La emergencia o el declive de los movimientos sociales surgen del proceso por el cual un sistema político afronta los desafíos que se le presentan (Van Stekelenburg y Klandermans, 2009).
Esta perspectiva fue particularmente influenciada por la obra de Esinger, "The conditions of protest behavior in American cities", publicada en 1972. En el texto señalado, el autor establece que una configuración particular de variables ambientales determina un contexto político. A su vez, concibe los elementos de ese contexto como componentes de una estructura de oportunidad política. En función de esto, indica que la incidencia de la protesta se encuentra parcialmente relacionada con la naturaleza de la estructura de oportunidad política, a la que define como "el grado en el que los grupos son capaces de acceder al poder y manipular al sistema político" (p. 33).
Al analizar en profundidad el concepto de oportunidad política, McAdam (1996) plantea una serie de dimensiones constitutivas basándose en las aproximaciones de Tarrow (1997), Kriesi (1992), Brockett (1991) y Rucht (1996): a) la apertura o el cierre del sistema político institucionalizado, b) la estabilidad o inestabilidad de ese amplio conjunto de alineaciones de élite que típicamente subyacen a una política, c) la presencia o ausencia de aliados de élite, y la capacidad y propensión del Estado a la represión. Mientras que la primera de las dimensiones refleja la importancia otorgada a la estructura formal del sistema político, la segunda y la tercera se incorporan a las relaciones informales. El último de los puntos expuestos es el único no consensuado, y es solo mencionado por Brockett; McAdam lo incluye por considerar su significancia para moldear el nivel y la naturaleza de las acciones de movilización.
Otro de los conceptos clave del enfoque del proceso político es el de repertorio de acción, desarrollado por Tilly (1977) para hacer referencia a las distintas formas de resistencia adoptadas por los grupos movilizados durante la creación del estado moderno en el siglo XVIII. Tilly observa que estos cambios en la estructura de poder propiciaron nuevas formas de expresión de los reclamos. Se pasó de los disturbios a nuevas tácticas que permiten la obtención de mejores resultados (mítines, peticiones, bloqueos o marchas de protesta). Estas formas más simbólicas están concebidas para abrir canales de comunicación con otros actores políticos, y generan mayor adhesión y simpatía para con los reclamos (Smith y Fetner, 2007).
En resumen, y siguiendo a Van Stekelenburg y Klandermans (2009), los repertorios son acciones específicas llevadas a cabo por actores colectivos, se desarrollan en períodos de tiempo particulares, se encuentran moldeados por variables estructurales y por el contexto cultural del cual emergen, y su transformación se vincula con alteraciones significativas en las estructuras de poder. En este caso, la adopción de una perspectiva histórica adquiere relevancia por cuanto permite observar las relaciones entre el contexto político y las diferentes formas de manifestación social.
Finalmente, resulta necesario hacer referencia a otro concepto relevante en esta corriente de pensamiento: el de ciclo de protesta. Tarrow (1997), además de considerar las oportunidades políticas generadas por el contexto, hace referencia a la posibilidad de creación de nuevas por parte de los movimientos sociales y al desencadenamiento de ciclos expansivos de reclamos.
Cuando empleo el término «ciclo de protesta», me refiero a una fase de intensificación de los conflictos y [a] la confrontación en el sistema social, que incluye una rápida difusión de la acción colectiva de los sectores más movilizados a los menos movilizados; un ritmo de innovación acelerado en las formas de confrontación; marcos nuevos o transformados para la acción colectiva; una combinación de participación organizada y no organizada; y unas secuencias de interacción intensificada entre disidentes y autoridades que pueden terminar en la reforma, la represión y, a veces, en una revolución. (Tarrow, 1997, p. 263).
El autor explica que la ampliación de oportunidades y la difusión de información con respecto a las debilidades de las autoridades dan lugar a la aparición de nuevos desafíos a los límites del control social. Se incorporan nuevos actores y formas de manifestación social a las que el Estado escucha o reprime. En este contexto, las fuerzas opositoras y las élites encuentran oportunidad para conformar alianzas y posicionar reclamos que antes hubiesen sido desestimados fácilmente.
1.3 Los nuevos movimientos sociales
Según explica Rubio García (2004), esta perspectiva surgida en Europa se ocupa de los aspectos macroestructurales que promueven el surgimiento de la acción colectiva e indaga en los procesos de construcción de identidad colectiva como factor explicativo de la participación individual en las movilizaciones. Los autores de este enfoque estructuran un marco analítico para abordar los nuevos movimientos sociales (NMS) surgidos en los años sesenta y setenta del pasado siglo, distintos de aquellos protagonizados por la clase obrera en el marco del desarrollo industrial.
En un contexto de integración de los mercados globales, de incremento de las tecnologías de comunicación y en el que, desde el punto de vista político, se evidencia la crisis del Estado de Bienestar, emergen NMS con características particulares. González Gil (2006) señala la presencia de formas de organización más flexibles que evidencian el traspaso de estructuras verticales con altos niveles de jerarquización hacia otras con mayor descentralización y mayor autonomía de sus miembros.
La autora también hace eco de la modificación en los repertorios de acción y postula la transición de acciones tradicionales, como la huelga, hacia formas más directas en las que los medios de comunicación adquieren una importancia significativa. Por último, destaca que, en estos casos, la acción colectiva no está dirigida a la toma del poder del Estado, sino a la resignificación de lo político a partir de la construcción de espacios autónomos de sociabilidad fuera de su órbita y control. Finalmente, desde el punto de vista cultural, y con base en la visión de Inglehart (1977), postula la transición de los valores materialistas a posmaterialistas. Se observa que las demandas vinculadas a necesidades fisiológicas, de seguridad física y económica, no predominan. La atención pasa a cuestiones relacionadas con lo simbólico, como la autorrealización, las relaciones sociales o la calidad de vida.
Melucci (1996), discípulo de Touraine y uno de los autores más relevantes de esta perspectiva, advierte la presencia de un nuevo tipo de sociedad en la que los mecanismos de acumulación ya no se alimentan simplemente a partir de la explotación de la fuerza de trabajo; involucra la manipulación de sistemas organizacionales complejos, el control de la información, procesos e instituciones de formación simbólica y la intervención en las relaciones interpersonales.
En su obra Acción colectiva, vida cotidiana y democracia, publicada en 1999, Melucci se refiere a la existencia de una sociedad compleja que involucra tres procesos principales: de diferenciación, de variabilidad y de exceso cultural. El primero de ellos se refiere a la multiplicidad de espacios en los que se desarrolla la experiencia. El segundo proceso hace alusión a la modificación permanente de los tiempos de esas experiencias. Por su parte, el exceso cultural implica la disposición del sistema de una cantidad de posibilidades que rebasan la capacidad efectiva de acción de los actores.
Según el autor, las circunstancias ilustradas por estos tres procesos dan lugar a un estado de incertidumbre permanente que obliga al individuo a tomar decisiones de forma continua. En este marco, la información emerge como un recurso central porque permite hacer frente a la incertidumbre. Esta circunstancia produce conflictos particulares de naturaleza cultural y simbólica distintos de aquellos identificados en las eras industrial y preindustrial.
Estos nuevos conflictos, que coexisten con los anteriores, surgen en torno a las contradicciones asociadas con los requisitos de supervivencia del sistema complejo. Mientras que los procesos de diferenciación requieren de individuos autónomos con capacidad para recibir y producir información, el sistema también necesita que exista cierta integración. Entonces, además de distribuir recursos que fomentan la autonomía, el sistema complejo ejerce su poder por medio de mecanismos de control en el ámbito en el que se configura el sentido de la acción (estructura motivacional-cognoscitiva-afectiva).
Se trata de conflictos cuyo núcleo se centra en los recursos de información, en la manera en que los recursos se producen, se distribuyen para los sujetos y en cómo el poder y el control se ejercen en la sociedad. En esos conflictos, se oponen, por un lado, grupos sociales que reivindican la autonomía de su capacidad de producir el sentido para su actuación, para su identidad, para su proyecto de vida, para sus decisiones, y por el otro, aparatos siempre más neutros, siempre más impersonales, que distribuyen códigos de lenguaje, códigos de la forma de organización del conocimiento que son impuestos a los individuos y a los grupos, que organizan su comportamiento, sus preferencias y su modo de pensar. (Melucci, 1999, p. 48).
Estos grupos que luchan por la reivindicación de su autonomía e identidad constituyen los NMS. Para el autor, la acción colectiva, en general, y la desarrollada por estos actores, en particular, no pueden ser consideradas de antemano como un dato o una unidad. En este sentido, promueve la indagación en la complejidad involucrada en la construcción del "nosotros".
Desde su visión, la acción colectiva es producida por actores colectivos que pueden definirse a sí mismos y a su campo de acción. Este último se encuentra constituido por relaciones con otros actores, disponibilidad de recursos, oportunidades y limitaciones. Esta definición no es construida linealmente, sino que se produce a partir de las relaciones que se desarrollan en el interior de los grupos.
La identidad colectiva es, por lo tanto, un proceso mediante el cual los actores producen las estructuras cognoscitivas comunes que les permiten valorar el ambiente y calcular los costos y beneficios de la acción; las definiciones que formulan son, por un lado, el resultado de las interacciones negociadas y de las relaciones de influencia y, por el otro, el fruto del reconocimiento emocional. (Melucci, 1999, p. 31).
Por último, para dejar en claro la distinción entre cualquier tipo de acción colectiva y la desarrollada por movimientos sociales, plantea tres dimensiones constitutivas: solidaridad, conflicto y ruptura de los límites de compatibilidad del sistema. La solidaridad involucra la posibilidad de que exista un reconocimiento de los actores y externo a ellos como parte de una unidad social. Por su parte, el conflicto implica la existencia de un adversario en la disputa sobre determinada cuestión. Finalmente, romper con los límites del sistema conlleva sobrepasar el rango de variación que un sistema puede tolerar, busca modificar el orden en el que los elementos se sitúan.
2. La incorporación de las perspectivas de abordaje de los movimientos sociales en la literatura científica en el campo del turismo
2.1 Consideraciones metodológicas
Los artículos seleccionados para llevar a cabo el presente análisis aplican conceptos, dimensiones o metodologías concebidos en el marco de las diferentes perspectivas para el análisis de los movimientos sociales. Se realizó una búsqueda bibliográfica exhaustiva (en inglés y español) en las principales bases de datos: Science Direct, JSTOR, Google Académico, Redalyc y Nülan.
Esta tarea fue realizada combinando la palabra clave "turismo" con movimientos sociales, acción colectiva, protesta y conflicto social. Resulta relevante destacar que se consideraron artículos científicos, tesis e informes de investigación.
Se identificaron 10 publicaciones con las características requeridas para cumplimentar el objetivo propuesto. El bajo número de estudios llevados a cabo se debe a la novedad del tema en el campo turístico. Esta circunstancia permitió realizar una observación profunda y detallada de los marcos conceptuales adoptados, los objetivos, los casos de estudio, los métodos, las unidades de análisis y los resultados de cada uno.
Finalmente, para el análisis de la información se confeccionan matrices de datos a partir de las cuales se identificaron similitudes y diferencias que permitieron clasificar los textos en los siguientes grupos5:
Los autores ubicados en el primer grupo parten de los efectos negativos que el turismo genera y se centran en las acciones de movilización originadas por los residentes en las áreas de desarrollo turístico. Un segundo segmento concibe el turismo como impulsor del activismo, o la participación en movimientos sociales. El tercer conjunto de autores se enfoca en los impactos que los movimientos sociales de diversa naturaleza producen en el normal funcionamiento del turismo. En cuarto lugar, es posible advertir producciones que se centran en las acciones de diferentes organizaciones para promover el turismo alternativo como opción al turismo masivo o a otras actividades de explotación con consecuencias potencialmente negativas para un determinado territorio y sus habitantes.
2.2 Los frentes de resistencia originados como producto de los impactos negativos del turismo
Desde este enfoque se consideran los impactos que el turismo produce sobre los territorios donde se desarrolla, y estudia específicamente a los grupos que emergen en respuesta. Si bien el turismo no es concebido como un fenómeno eminentemente negativo, se destaca la capacidad que tiene para acentuar procesos de degradación ambiental, inequidad social o dependencia económica.
En esta línea de pensamiento se halla el trabajo publicado por María Kousis en el año 2009. En el texto se busca introducir en la sociología del turismo una perspectiva de movimientos sociales ambientales. La autora presenta un estudio que realizó sobre movilizaciones producidas a nivel local en Grecia, Portugal y España desde mediados de la década de los setenta hasta mediados de la década de los noventa del siglo pasado. La autora se centra en los grupos y en las organizaciones ambientalistas movilizados en oposición al desarrollo del turismo, y en los grupos desafiados, compuestos por emprendedores turísticos y gobiernos locales. Se examinan específicamente sus acciones y visiones sobre el turismo sostenible y el impacto del turismo sobre el territorio.
Para llevar a cabo la investigación, se utilizó el método de análisis de eventos de protesta (AEP), asociado principalmente con el enfoque del proceso político. Según Hutter (2014), es un análisis cuantitativo de contenido que permite abordar los eventos de protesta en diferentes áreas geográficas y momentos. Las fuentes de datos suelen ser artículos presentes en periódicos, reportes policiales e información provista por nuevos medios de prensa digital.
En este caso, Kousis recopila información encontrada en diversos periódicos con respecto al lugar y al momento en el que se desarrollaron las movilizaciones, los grupos desafiantes, los repertorios de acción, los reclamos, las proposiciones de resolución, los grupos desafiados y sus respuestas para resolver el conflicto.
A propósito de la vinculación del AEP con el enfoque del proceso político, Fillieule y Jiménez (2003) destacan su utilidad para el análisis de los repertorios de acción, los ciclos de protesta y las estructuras de oportunidades políticas. Los autores indican que la consideración de la dimensión temporal implica que los movimientos sociales trascienden las organizaciones que circunstancialmente se encuentran involucradas en su desarrollo, y que no existen aislados de otros movimientos contemporáneos (en el plano nacional o internacional). Así, desde esta visión, se concibe el análisis de las movilizaciones en términos de proceso.
En el marco de este trabajo, Kousis determina que el estudio de las acciones contenciosas en áreas turísticas permite conocer cuestiones relevantes con respecto a las dinámicas de poder en torno a la utilización de los recursos locales y sus impactos, y destaca a modo conclusivo una serie hallazgos al respecto:
La caída de las dictaduras en los países en cuestión y las oportunidades políticas que se crearon en los años setenta y ochenta del siglo XX facilitaron la emergencia de acciones contenciosas. Los grupos locales que llevaban a cabo las movilizaciones no estaban ligados a partidos políticos ni a organizaciones de movimientos sociales de gran escala. Se trata de agrupaciones de residentes que utilizaban estructuras barriales, como asociaciones vecinales o clubes sociales, para demandar acciones de reglamentación, regulación y planificación del turismo.
Para los activistas, las disrupciones en los ecosistemas eran responsabilidad de los intereses empresariales y estatales. Los actores económicos y gubernamentales no aceptaron las propuestas de mayores posibilidades para mejorar las condiciones ambientales debido a los perjuicios económicos que esto presuponía para el sector privado. En algunos casos se aceptaron las propuestas con el menor costo posible.
Los grupos de resistencia no reclamaban por un tipo ideal de desarrollo sostenible, pero sí por uno que considerara la preservación ambiental. Los grupos desafiados tenían visiones distintas sobre el impacto ambiental ocasionado por el turismo: mientras que los empresarios lo negaron o lo redujeron al mínimo en su discurso; por su parte, los actores gubernamentales se mostraron más conscientes y abiertos a la negociación.
Por su parte, Vianello (2016) analiza el frente de resistencia formado en Venecia en el año 2012 como respuesta a los efectos negativos producidos por el tráfico de líneas de cruceros en el área. También se ocupa de los resultados alcanzados por este grupo en cuanto a la modificación de la legislación destinada a regular el acceso a estas embarcaciones. La estrategia metodológica adoptada es cualitativa e incluye la realización de entrevistas no estructuradas y la revisión de artículos periodísticos y documentos oficiales con respecto al tema.
Se parte de la identificación de un cambio en la naturaleza de los movimientos sociales y las tácticas de confrontación. Con base en la visión de Daher (2002), se advierte la transición de movimientos fuertemente estructurados, con un cuerpo colectivamente identificable, a otros concebidos como un conjunto de prácticas más complejas y fluidas, que van más allá de la identidad colectiva. Se explica que, durante la década de los setenta del siglo pasado, la identidad colectiva era un elemento central vinculado con la exhibición de un determinado estilo de vida, y que a partir de los años ochenta diversos movimientos italianos adoptaron una postura basada en la negociación para la obtención de resultados, disolvieron su identidad colectiva con la incorporación de formas más volátiles de participación y con la restricción, en menor medida, del acceso a nuevos participantes.
Teniendo en cuenta las circunstancias expuestas, se pretende identificar las características del movimiento asociables con un estilo tradicional arraigado a la identidad o a uno más innovador, que incorpora nuevas tácticas y estrategias. El autor explica que, en este caso, conviven dos organizaciones de naturaleza y tácticas disímiles, pero que cooperan en función de un objetivo común. Mientras que una adopta formas innovadoras para el desarrollo de la tarea, como la ejecución de técnicas de cabildeo, la otra se vuelca a métodos más tradicionales, como las manifestaciones en el espacio público.
Como puede observarse, en este artículo se desarrolla una perspectiva basada principalmente en el concepto de identidad colectiva, y se lo vincula con las formas de participación, la organización y las tácticas del movimiento. Se trata de una visión que, si bien abarca diversos aspectos para el análisis, le otorga una relevancia significativa a la cuestión identitaria, característica observable en los enfoques de los NMS.
Vianello concibe las tácticas no solo como acciones destinadas a la confortación, sino como espacios de construcción identitaria. Al respecto, Svampa (2009) explica que esta visión más comprensiva de los repertorios de acción implica la consideración de aspectos simbólicos y culturales a la hora de realizar el análisis. La autora se refiere a los cortes de ruta o a los piquetes realizados en Argentina como experiencias de autoafirmación de la identidad.
Además de tratar aspectos relacionados con el propio movimiento, Vianello hace referencia a los resultados obtenidos y a sus perspectivas futuras. Explica que, luego de los esfuerzos de movilización, se logró incidir en la legislación destinada a regular el tráfico de grandes embarcaciones en el área, pero sin lograr un viraje radical en las políticas públicas.
Para finalizar, Vianello señala algunas cuestiones referidas al futuro de la resistencia: la búsqueda de una modificación de las políticas con respecto al ordenamiento urbano de la ciudad, la incorporación de argumentos científicos para respaldar las acciones y el foco en el espacio como eje aglutinador de la identidad colectiva.
El último estudio que compone este grupo es el elaborado por Zizumbo-Villarreal, Pérez-Ramírez y Quintanilla (2009), quienes se ocupan de las movilizaciones producidas en el entorno rural de México en oposición al desarrollo turístico. El trabajo parte de la consideración del turismo como mecanismo de consolidación del capitalismo y la expansión del mercado. En este contexto, los autores explican que las comunidades rurales receptoras resultan frecuentemente perjudicadas por los impactos negativos que las actividades turísticas generan. Así, desde esta visión, la investigación busca comprender la importancia de la acción colectiva como estrategia para la defensa de las características socioculturales y los recursos de estos espacios.
Para cumplir con este objetivo, se analizan tres casos con base en la teoría de los NMS, y se toma al pensamiento de Melucci como referencia principal. La idea de la generación del "nosotros" aparece como eje del estudio. Los autores abordan la construcción social de la movilización considerando el sentido que esta tiene para el actor, las posibilidades y los límites de las acciones, y el ambiente en donde se desarrollan.
Se describen los casos de tres comunidades pertenecientes al Parque Nacional Nevado de Toluca, Atlapulco y San Cristóbal. Se explica cómo, a partir del desarrollo de acciones colectivas, se ha logrado poner freno a las iniciativas exógenas para la explotación del territorio. Aquí, la defensa del territorio aparece como el eje aglutinador para la participación de los reclamos y elemento central para la construcción identitaria. Los resultados dejan en evidencia la relevancia de la organización en el nivel local para hacer frente a las presiones exógenas.
2.3 El turismo como impulsor del activismo y la participación en movimientos sociales
La corriente que analiza el turismo como agente con capacidad para promover la participación en movimientos sociales da cuenta de los beneficios que genera la participación en programas de turismo responsable. Se encuentra representada fundamentalmente por los trabajos desarrollados por Nancy Gard McGehee (1999, 2002, 2012) y McGehee y Almeida (2005).
Si bien cada estudio posee sus particularidades, en general, McGehee analiza el involucramiento en movimientos sociales de individuos con experiencias de turismo voluntario generadas por distintas organizaciones: Earthwach, Mobility International, World Pulse y American Jewish World Service. Por medio de metodologías cuantitativas y cualitativas mide la influencia de las redes informales, la autoeficacia y la concientización en la participación en movimientos sociales y en el apoyo al activismo. Estas variables remiten a dos corrientes teóricas de los movimientos sociales: mientras que el tratamiento de las redes se encuentra asociado con la teoría de la movilización de recursos, la autoeficacia y la concientización son propias de las perspectivas de origen psicosocial.
En concordancia con Tilly (1978), se plantea aquí la relevancia de los lazos sociales que se construyen en redes informales para la participación en las movilizaciones. Los individuos tienden a identificarse con determinadas causas que son apoyadas por su entorno social. En este caso, el turismo voluntario es visto como generador de experiencias que establecen vínculos por medio de los cuales se distribuye información que puede incentivar el involucramiento en acciones colectivas.
Por otra parte, la autoeficacia es definida como el sentido de control de los individuos sobre lo que sucede (McGehee, 1999). A medida que este sentimiento crece, aumenta la confianza de las personas para incorporarse a procesos de cambio social. La concientización es el segundo concepto proveniente de los enfoques psicosociales que la autora utiliza, y lo conceptualiza a partir de lo planteado por Muller (1992). Para este autor, la toma de conciencia involucra un proceso de identificación individual con las luchas sociales y constituye un elemento clave para el desarrollo del activismo.
Para analizar estos conceptos, en los distintos trabajos se utilizan fuentes de información primarias derivadas de encuestas o focus groups. Los resultados le permiten a McGehee confirmar que las redes informales, los sentimientos de autoeficiencia y la concientización que se generan en los programas de turismo voluntario influyen en la participación de los turistas en movimientos sociales y en su predisposición a apoyar el cambio social.
2.4 Los efectos negativos producidos por las movilizaciones sociales en los destinos turísticos
En este caso, los procesos sociales de lucha son vistos como perjudiciales para el normal funcionamiento del turismo. El turismo es considerado como una fuente de ingresos para las poblaciones locales, sin embargo, esta producción de riqueza puede verse afectada por elementos externos, y generarse una crisis económica y social en el territorio anfitrión. Resulta relevante tener en cuenta que los movimientos sociales responsables por las crisis turísticas no emergen necesariamente como producto de las problemáticas causadas por el turismo (como sucedía en el primer grupo de textos analizados), se trata de luchas de cualquier naturaleza que de algún modo modifican el normal funcionamiento de las actividades turísticas.
En esta línea de trabajo es posible ubicar el estudio realizado por Monterrubio (2017), en el cual se analizan la naturaleza y los resultados de los movimientos sociales y su impacto en el desarrollo turístico de Oxaca (México) durante 2016. Con este fin, el autor, al igual que Kousis (2000), utiliza el método de análisis de eventos de protesta. Las fuentes de información son artículos periodísticos de uno de los principales periódicos de la región.
Como ya se ha establecido previamente en el análisis del artículo de Kousis (2000), el método de análisis de eventos de protesta se encuentra fundamentalmente emparentado con el enfoque del proceso político. En esta oportunidad, Monterrubio presenta los repertorios de acción implementados por la Coordinación Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y los efectos causados sobre el turismo en Oxaca.
El impacto negativo que los reclamos generan es medido, desde el punto de vista económico, a partir de la reducción en la ocupación hotelera, el número de visitantes o el nivel de ventas de los comercios. Desde una perspectiva social, se tienen en cuenta la disminución de frecuencias en el transporte público, los días de clases perdidos por los alumnos o la suspensión de eventos deportivos. También se mencionan los anuncios realizados por el Gobierno de Estados Unidos desaconsejando los traslados de sus ciudadanos al destino en cuestión y los desmanes producidos por revueltas violentas en los hoteles de la ciudad.
Los resultados de la investigación permiten al autor afirmar que los movimientos sociales pueden actuar como catalizadores de una crisis para el turismo. Cuatro aspectos de los movimientos sociales pueden definir el tipo y la magnitud de las crisis: el efecto multiplicador, la recurrencia, la incertidumbre y la inseguridad. Con base en el caso analizado, el autor pudo demostrar que la movilización por parte de los maestros produjo la aparición de nuevos reclamos de otras organizaciones o movimientos, que los lugares elegidos para las demostraciones públicas de descontento se repitieron y que la violencia generada en las manifestaciones causó temores y menor predisposición a la visita de estos sitios.
2.5 Las organizaciones sociales como promotoras de modelos de desarrollo turístico alternativos
En este caso, los estudios hacen hincapié en la capacidad de organizaciones de distinta procedencia e índole para promover modelos de desarrollo turístico sustentables. Estos modelos aparecen como una alternativa viable para que pequeñas comunidades puedan desarrollarse sin incurrir en los costos ambientales y sociales que presuponen otras actividades, como las extractivas o el propio turismo de masas.
Vale mencionar aquí el trabajo realizado por McGehee, Kline y Knollenberg (2014), quienes abordan las acciones desarrolladas por la organización sin fines de lucro "Hand Made in America" para el fomento de modelos de desarrollo turístico basados en la conservación de los recursos naturales y la equidad social.
Se estudia específicamente el caso de la región occidental de Carolina del Norte, en Estados Unidos, territorio en el cual la visión hegemónica con respecto al desarrollo económico se centra en las actividades de extracción, como la minería y la silvicultura, que generan impactos negativos en la salud y el bienestar de los habitantes, desempleo y deterioro ambiental. En este contexto, los autores buscan ilustrar cómo una organización sin fines de lucro, utilizando un proceso similar al de los movimientos sociales, introduce conocimientos sobre posibilidades y oportunidades de desarrollo económico alternativo basadas en el desarrollo del turismo.
A partir de entrevistas y focus groups se intenta comprobar si esta organización genera procesos destinados a la concientización de las comunidades, al desarrollo de redes destinadas a movilizar recursos y a la mejora de la autoeficacia (procesos identificados como propios de los movimientos sociales en los trabajos previos de McGeehe). Estas tres categorías, como se apuntó en detalle previamente, son concebidas en la teoría de la movilización de recursos y en las teorías psicosociales que abordan a los movimientos sociales. Se puede observar, desde el punto de vista teórico, una aproximación similar al resto de los trabajos de McGehee.
Los resultados de la investigación determinan que Hand Made promueve el cambio económico y social en los modelos de desarrollo turístico de un modo similar al de los movimientos sociales, y a partir de la creación de procesos de concientización, desarrollo de redes y el fortalecimiento de la autoeficacia de los participantes.
El último documento incluido en este grupo es el realizado por Estrada (2013). Este autor analiza las acciones llevados a cabo por dos organizaciones sociales en el corredor ecológico del noreste y el centro montañoso de Puerto Rico (Casa Pueblo y Sierra Club). Mientras que la primera es de origen local y se enfoca principalmente en la lucha contra la minería a cielo abierto, la segunda procede de Estados Unidos y se orienta a la preservación ambiental de modo más general.
En el estudio se describen las intervenciones llevadas a cabo desde estos dos frentes para frenar el avance de actividades económicas con impactos negativos y fomentar el turismo sustentable como alternativa viable para el desarrollo de las comunidades locales. La metodología no se encuentra especificada en el artículo, pero a partir de la lectura puede interpretarse que el autor realiza una revisión de documentos relacionados con el tema.
El sustento teórico del trabajo está constituido por los marcos interpretativos propuestos por McGehee (2002). En este caso, Estrada hace referencia a los procesos de conformación de redes para movilizar recursos. Concluye que las dos organizaciones involucradas han generado entramados sociales que les han permitido tener éxito en el desarrollo de sus acciones.
3. Conclusiones
El presente trabajo se propuso analizar la producción desarrollada en el campo de investigación en turismo que incorpora las perspectivas teóricas para el abordaje de los movimientos sociales. Los textos fueron agrupados en cuatro categorías principales: los frentes de resistencia originados como producto de los impactos negativos del turismo; el turismo como impulsor del activismo y la participación en movimientos sociales; los efectos negativos producidos por los procesos de lucha en los destinos turísticos; y las organizaciones sociales como promotoras de modelos de desarrollo turístico alternativos.
Al abordar cada grupo, fue posible observar que la mayoría considera que el turismo tiene capacidad para contribuir al desarrollo de los territorios receptores o para promover causas de alcance global. A pesar de esto, vale aclarar que los trabajos ubicados en el primer y el cuarto grupo enfatizan en los impactos ambientales y sociales negativos derivados de modelos en los que se excluye la visión de los residentes en los procesos de planificación y gestión.
Por otro lado, las protestas, manifestaciones y otras expresiones sociales de descontento son vistas, en general, como fenómenos que pueden contribuir al establecimiento de condiciones más justas en los territorios donde el turismo adquiere protagonismo como fuente de ingresos. En el trabajo de Monterrubio adquieren cierta connotación negativa, dado que son consideradas perjudiciales para el desarrollo turístico.
En cuanto a los objetivos de los trabajos, en general se orientan a dilucidar cuestiones referidas a los grupos, su organización, sus propósitos, la identidad y características de sus participantes, sus repertorios de acción y los impactos que generan en el plano político, económico y social. Desde el punto de vista geográfico, los casos de estudio comprenden, en su mayoría, localidades de América del Norte o Europa; no fue posible encontrar producciones que centren su atención en regiones de América del Sur.
En las publicaciones analizadas se utilizan conceptos y métodos concebidos en los enfoques psicosociales, la teoría de la movilización de recursos y la perspectiva de los nuevos movimientos sociales. Las referencias a la dimensión psicológica de los individuos que participan en movimientos sociales están presentes exclusivamente en las publicaciones que corresponden al tercer y al cuarto grupo, a partir del análisis de los conceptos de autoeficacia y concientización.
La teoría de la movilización de recursos fue incorporada en las producciones de los cuatro grupos. El análisis de eventos de protesta, concebido en el enfoque del proceso político, aparece como un instrumento útil para abordar las diferentes expresiones de descontento identificando los repertorios de acción de los grupos desafiantes, el lugar y el momento de cada situación conflictiva. La oportunidad política, la organización y la conformación de redes constituyen otras nociones que los diversos autores han tenido en cuenta para el desarrollo de sus trabajos.
Finalmente, la perspectiva de los nuevos movimientos sociales ha sido incluida solo por el grupo de investigadores que estudian los procesos de lucha en oposición al desarrollo del turismo. El concepto de identidad colectiva ha sido especialmente considerado para realizar análisis de los aspectos simbólicos y culturales de los grupos actuantes.
Desde el punto de vista metodológico, aquellos estudios en los que se utilizó el análisis de eventos de protesta adoptaron estrategias primordialmente cuantitativas que incluyeron análisis de contenido de artículos periodísticos. En segundo término, en los que se partió de la perspectiva de los nuevos movimientos sociales se recurrió a métodos cualitativos a partir del análisis de entrevistas a los actores protagonistas y la revisión de documentación pertinente. En las publicaciones que adoptaron enfoques psicosociales en combinación con la teoría de la movilización de recursos, se observó la presencia de estrategias tanto cuantitativas como cualitativas; mientras que las primeras estuvieron basadas en la realización y el análisis de encuestas, las segundas incorporaron el examen de información proveniente de focus groups y entrevistas.
Los distintos estudios proponen como unidades de análisis los movimientos sociales, las organizaciones sociales, los frentes de resistencia, las protestas, los activistas y otras formas de acción colectiva contenciosa. Se alude a grupos con magnitudes diversas, cuya acción puede darse en los planos internacional, nacional, regional o local. Esta apertura del espectro de estudio puede favorecer la inclusión de una mayor cantidad de casos y modos de expresión social.
Más allá de los aportes particulares que han podido observarse a lo largo de la exposición precedente, resulta oportuno hacer referencia a algunas cuestiones principales que atraviesan las obras y que dan cuenta de su contribución en el campo de la investigación en turismo.
La primera de ellas tiene que ver con el planteamiento de problemáticas en las que los movimientos sociales adquieren un rol central. Esta circunstancia es la que permite diferenciar estas publicaciones de otras que, si bien hacen alusión a la conflictividad social asociada con los procesos de desarrollo turístico, no proponen un tratamiento específico de los grupos movilizados.
En segundo término, se destaca la adopción general de puntos de vista que incluyen la consideración de la capacidad de determinados actores para movilizarse en busca de la modificación de situaciones consideradas injustas por medio de acciones, que, como determina Melucci (1999), involucran una ruptura de los límites de compatibilidad del sistema.
Por último, vale la pena hacer referencia al posicionamiento crítico de los distintos autores con respecto al turismo, al concebirlo como un fenómeno cuya gestión y desarrollo no puede establecerse al margen de las poblaciones receptoras. Esta tercera consideración, que se deriva de las anteriores, según indica Castillo Néchar (2011), es necesaria en el proceso de construcción de conocimiento en el ámbito del turismo. En este sentido, el autor señala la importancia de propiciar una actitud reflexiva y de enjuiciamiento "orientada a transformar la realidad y no a mantener su equilibrio" (p. 535).
Para finalizar, resulta pertinente precisar algunas reflexiones referidas a las posibilidades de desarrollo de este incipiente ámbito de estudio. Como se ha podido observar en el primer apartado del trabajo, las distintas perspectivas de abordaje emergen como consecuencia de una búsqueda por comprender los fenómenos sociales que se suscitan a lo largo del tiempo. En este sentido, la producción de conocimiento y el establecimiento de líneas de trabajo exigen una mirada de las diversas realidades territoriales.
En la actualidad es posible observar conflictos sociales que guardan relación con los procesos de desarrollo turístico y que por su magnitud y significancia merecen ser abordados. En determinadas ciudades europeas, la afluencia desmedida de visitantes ha provocado la emergencia de protestas y movimientos que denuncian una diversidad de impactos naturales y sociales provocados por el turismo. Medios periodísticos internacionales han difundido, entre otros, los casos de Barcelona, Venecia, Ibiza, Roma, Mallorca, San Sebastián y Dubrovnik.
En América Latina, como ha quedado en evidencia en el trabajo de Zizumbo et al. (2009), referido al caso mexicano, la expansión del turismo hacia zonas rurales se ha producido, en ocasiones, por medio del despojo de tierras y al margen de los intereses de las poblaciones locales, lo que ha dado lugar a procesos de resistencia campesina en torno a la defensa del territorio y sus recursos.
Estos son apenas dos ejemplos en los que se advierten problemáticas que, a pesar de tener elementos comunes, merecen un tratamiento que contemple sus especificidades. En este marco, la continuidad en el desarrollo de esta área de investigación exige, por un lado, la exploración de nuevos casos teniendo en cuenta las circunstancias inherentes a cada suceso y sus particularidades, y, por otro, la adopción de una visión integral que contemple las aptitudes y los alcances de los distintos conceptos, categorías y metodologías presentes en los paradigmas teóricos principales y sus posibilidades de complementación.
Notas
2 Resulta oportuno aclarar que la conflictividad social puede estar contemplada en las producciones sobre turismo a partir de diferentes tipos de abordajes y con diversos marcos conceptuales. Tal es el caso de algunos trabajos que se refieren a la inserción en el turismo de determinadas comunidades que atraviesan procesos de reivindicación identitaria, como puede observarse, por ejemplo, en los trabajos de Comaroff y Comaroff (2009), Freire-Medeiros (2014) o Korstanje y George (2012). Sin embargo, en este caso, con el fin de cumplimentar el objetivo propuesto, se consideran exclusivamente los estudios que se desarrollaron teniendo en cuenta las perspectivas teóricas a las que en este artículo se hace alusión, considerando su significancia para las ciencias sociales y la centralidad que otorgan a los movimientos sociales como eje constitutivo de los análisis.
3 Como se observará más adelante, esta afirmación le cabe fundamentalmente a los postulados del estructural funcionalismo o de los enfoques de sociedad de masas y de privación relativa. La propuesta de la escuela interaccionista de Chicago no acentúa esta característica.
4 Roggeband y Klandermans (2010) dedican una obra completa al análisis de las contribuciones de cada una de estas disciplinas. En este caso, se exponen algunos ejemplos en los que pueden observarse, de modo general, las incumbencias de cada una de ellas.
5 Estos cuatro grupos ofrecen una guía general para ordenar y clasificar las producciones teniendo en cuenta su enfoque principal. Esta circunstancia no impide que un trabajo pueda situarse en más de una categoría. En este caso, cada obra se ubica en alguno de estos ejes, considerando la visión que prevalece y que actúa como punto de partida para los análisis correspondientes.
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