10.18601/01207555.n29.02

Artículos de investigación

TURISMO, CAMBIO CLIMÁTICO Y CRISIS GLOBAL

CAMBIO CLIMÁTICO Y COMPETITIVIDAD TURÍSTICA EN LAS REGIONES DE COLOMBIA1

CLIMATE CHANGE AND TOURIST COMPETITIVENESS IN THE REGIONS OF COLOMBIA

Catalina Orjuela Martínez
Docente investigadora del Programa de Administración Turística y Hotelera de la Fundación Universitaria Cafam
Grupo de investigación del Centro de Pensamiento Turístico de Colombia
Colombia
[catalina.orjuela@unicafam.edu.co]

Lizeth Natalia Bernal Gamba
Estudiante de Administración Turística y Hotelera de la Fundación Universitaria Cafam
Semillero de investigación del Centro de Pensamiento Turístico de Colombia
Colombia
[lizeth.bernal@unicafam.edu.co]

Danys Camila Cifuentes Castelblanco
Estudiante de Administración Turística y Hotelera de la Fundación Universitaria Cafam
Semillero de investigación del Centro de Pensamiento Turístico de Colombia
Colombia
[danys.Cifuentes@unicafam.edu.co]

1 Para citar el artículo: Orjuela, C. et al. (2021). Cambio climático y competitividad turística en las regiones de Colombia. Turismo y Sociedad, XXIX, pp. 29-51. DOI: https://doi.org/10.18601/01207555.n29.02

Fecha de recepción: 12 de septiembre de 2020
Fecha de modificación: 16 de diciembre de 2020
Fecha de aceptación: 9 de febrero de 2021


Resumen

La amenaza que supone el cambio climático para los ecosistemas y seres humanos en el planeta ha logrado que se establezcan políticas a nivel mundial para evaluar este fenómeno con el objeto de minimizar sus efectos. Los destinos turísticos ya evidencian parte de esos cambios en los aspectos de calidad y experiencia de los turistas. Paradójicamente, algunos de los efectos han sido producidos por las mismas actividades turísticas, lo que hace necesario comprender la relación entre el turismo y el cambio climático, así como la capacidad de los destinos de identificarlos y mantener las condiciones físicas y climáticas del territorio. Por lo tanto, esta investigación busca analizar, a nivel regional de Colombia, cuál ha sido tanto el impacto del cambio climático en los departamentos como la forma en la que se han implementado estrategias de mitigación que permitan proteger los destinos y, por consiguiente, les posibiliten ser más competitivos frente a otras regiones.

Palabras clave: Cambio climático, estrategias de adaptación y mitigación, competitividad turística.


Abstract

The threat that climate change poses to ecosystems and human beings has led to the establishment of global agreements and policies to evaluate this phenomenon as a means of avoiding or minimizing its negative effects. Some tourist destinations have already experienced part of those changes and the effects they have on the quality of the touristic experience. Paradoxically, some of these effects have been exasperated by the same tourist activities; therefore, it is a priority to understand the relationship between tourism and climate change, and, in this way, the destinations can better identify these and seek to maintain the physical and climatic conditions of the territory. Hence, this research aims both to analyze what has been the impact of climate change in the departments as well as identifying the mitigation strategies that are in place to protect and strengthen these destinations, furthermore, to identify how the foregoing has resulted in making these regions more competitive.

Keywords: Climate change, adaptation and mitigation strategies, tourism competitiveness.


Introducción

Uno de los mayores desafíos del siglo XXI ha sido el fenómeno del cambio climático en el mundo entero, que empieza a generar impactos en actividades humanas como el turismo. Esta es una preocupación que ha llegado a los diferentes destinos turísticos, que deben analizar y revisar cómo adaptarse a los posibles cambios de sus características físicas, geográficas y climáticas. Sin embargo, se plantea que la actividad turística es responsable también, en alguna medida, de estos efectos debido a los recursos que se utilizan en su desarrollo y al desplazamiento que involucra.

En Colombia, la responsabilidad de los gobiernos regionales frente a esta problemática se evidencia en acuerdos nacionales y en los planes de desarrollo departamentales por medio del planteamiento de políticas y estrategias para mitigar los efectos del cambio climático. En este orden de ideas, se espera que los destinos que mejor gestionan sus recursos ambientales y mitigan los impactos sean entonces más competitivos turísticamente, ya que conservan mejor tanto el espacio turístico como sus atractivos y miden su desempeño en este aspecto.

Esta investigación propone un análisis de las acciones que se llevan a cabo en materia de gestión ambiental y del avance en los compromisos establecidos para mitigar los efectos del cambio climático y su relación con el turismo. Con este objetivo, se exponen los resultados de los indicadores del Índice de competitividad turística regional de Colombia (ICTRC) y de las fuentes secundarias disponibles para establecer cómo los departamentos pueden ser más competitivos si presentan mayores avances y resultados en cuanto a su adaptación al cambio climático.

Metodología

Para el desarrollo de esta investigación, se empleó un método mixto, cualitativo y cuantitativo, ya que se realiza análisis de aspectos descriptivos de los departamentos y un análisis comparativo de indicadores del Índice de competitividad turística regional de Colombia (ICTRC). Así pues, se busca conocer, entender e interpretar la relación que existe entre la gestión y la mitigación del cambio climático en las regiones y su competitividad turística como destino.

El alcance es exploratorio, debido a que esta temática no ha sido considerada ampliamente en el contexto turístico y son limitadas las ideas o guías que abarcan dicho fenómeno. Al respecto, Hernández et al. exponen que el alcance exploratorio tiene como objetivo "examinar un tema o problema de investigación poco estudiado, del cual se tienen muchas dudas o [que] no se ha abordado antes" (2014, p. 91). De igual forma es de tipo descriptivo, ya que al momento de desarrollar la investigación se pudieron tomar en consideración diferentes características de los departamentos analizados, para así tener una mejor apreciación de estos. Como expresan Hernández et al. (2014, p. 92), "con los estudios descriptivos se busca especificar las propiedades, las características y los perfiles de personas, grupos, comunidades, procesos, objetos o cualquier otro fenómeno que se someta a un análisis"; para este caso, se tuvieron en cuenta diferentes aspectos ambientales analizados en la medición, enfocados en el cambio climático y el turismo.

Inicialmente, se llevó a cabo una revisión de la literatura que permitió establecer tanto el alcance de la investigación como el marco teórico y contextual que se aborda para guiar el desarrollo del trabajo. Luego se seleccionaron los departamentos con mejor desempeño en gestión de sus recursos ambientales según el ICTRC de 2019 (Centro de Pensamiento Turístico de Colombia [CPTUR], 2019), con el fin de analizar con mayor detenimiento las estrategias y acciones implementadas.

Para realizar dicha comparación, se seleccionaron tres departamentos de cada uno de los tres grupos de referencia establecidos en las consideraciones metodológicas de la medición del ICTRC (CPTUR, 2019), para lo cual se evaluaron la posición obtenida en el ranking y los siguientes indicadores del criterio ambiental (ver tabla 1).

Como resultado se obtuvieron los indicadores expuestos en la tabla 2. Se resaltan los mejores puntajes de cada grupo en cada indicador.

Por tanto, para el primer grupo fue seleccionado el Valle del Cauca, que ocupó el tercer lugar en el ICTRC de 2019 y cuyo desempeño sobresale en 6 de las 8 variables analizadas. En el segundo grupo de referencia fue elegido Tolima, con el puesto 14 en el ranking, y que lidera su grupo con un buen desempeño en 6 variables. Por último, está Quindío, que ocupó el sexto lugar en el ranking y se destaca en 5 variables en su grupo de referencia.

Posteriormente, se analizaron dos perspectivas de la relación entre el turismo y el cambio climático. Según Olcina (2012), la doble vía se presenta cuando el cambio climático afecta el turismo y cuando al desarrollar la actividad turística se causan efectos de cambio climático, marco en el cual se realizó el análisis en esta investigación.

En la tabla 3 se relacionan los elementos que se abordaron para el análisis de los departamentos seleccionados teniendo en cuenta las fuentes secundarias disponibles.

Revisión de la literatura

Cambio climático

El mundo entero se encuentra en este momento en una condición climática que nunca había experimentado, pues se ha puesto en peligro la supervivencia de las especies que lo habitan. Desde la Revolución Industrial, en el siglo XVIII, la concentración de CO2 y otros gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera ha aumentado de manera exponencial los efectos climáticos en el planeta (Schoijet, 2008), condiciones generadas por el incremento de la población de los seres humanos y el uso masivo de combustibles fósiles en su carrera hacia el progreso y crecimiento. Aunque este modelo de desarrollo siempre tuvo detractores, solo hasta finales del siglo XX los estudios científicos desarrollados por décadas lograron demostrar su relación con los cambios del medio ambiente (Forrester, 1972; Malthus, 1798; Rowlands y Molina, 1970; Smith, 1872; Wagner, 1923; citados por Schoijet, 2008), lo que finalmente generalizó la preocupación ambiental en 1972, como se evidenció en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente.

Posteriormente, y como resultado de esta nueva conciencia, en 1988 se creó el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por su sigla en inglés) con el fin de evaluar y medir las variaciones que se presentan con el paso del tiempo. Las Naciones Unidas y la Organización Meteorológica Mundial fundaron este órgano para el fácil acceso a la información sobre las posibles repercusiones que el cambio climático genere. Los datos proporcionados por científicos y diferentes actores involucrados en el grupo son entregados por medio de informes a los diferentes entes competentes encargados de tomar decisiones para mejorar la calidad del medio ambiente (IPCC, s. f.).

Por su parte, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático fue adoptada por los países miembros de la ONU en 1992, y en ella se estableció una definición global:

Cambio climático se entiende como un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables. (ONU, 1992, p. 3).

Esto conlleva diferentes modificaciones en cada uno de los territorios en aspectos tales como el clima, los suelos y las fuentes hídricas, modificaciones que ponen en riesgo la existencia de diversos ecosistemas, como los páramos, los bosques, las selvas, los arrecifes coralinos, entre otros.

Por tal razón, la Convención estipuló los compromisos que cada uno de los países miembros debe cumplir a cabalidad con el fin de contribuir favorablemente con los objetivos pactados. Estos compromisos incluyen proponer e implementar diferentes programas orientados a mitigar las acciones que llevan al cambio climático, así como elaborar estrategias que promuevan la prevención, faciliten la adaptación y sensibilicen a sus habitantes.

El Protocolo de Kioto, firmado en 1997 (ONU, 1997), es otro pacto en el que participaron los treinta países más industrializados del mundo con el fin de llegar a un acuerdo específico para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero fijando cuotas máximas de emisión por país; sin embargo, por voluntades políticas no se logró una implementación eficaz (Estenssoro, 2010). Cabe aclarar que los gases de efecto invernadero son "gases integrantes de la atmósfera, de origen natural y antropogénico, que absorben y emiten radiación en determinadas longitudes de ondas del espectro de radiación infrarroja emitido por la superficie de la Tierra, la atmósfera y las nubes" (GreenFacts, s. f.); esta propiedad causa el efecto invernadero.

Más de veinte años después, esta preocupación no ha disminuido pese a lo pactado anteriormente por los países. Las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2) han aumentado casi un 50 % desde 1990, y entre 2000 y 2010 se produjo un incremento mayor que el de las tres décadas anteriores (ONU, s. f.). Por esta razón, de manera complementaria se efectuaron más recomendaciones y se fijaron más compromisos en el Acuerdo de París (ONU, 2015), procurando compensar el daño generado por el cambio climático. El Acuerdo "tiene por objeto reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático en el contexto del desarrollo sostenible" (ONU, 2015); así mismo, busca que cada uno de los países asociados adopte medidas que contribuyan a mantener la temperatura media mundial, para detener así el calentamiento global y mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero, promover la capacidad de adaptación y contribuir de esta forma al fortalecimiento del desarrollo sostenible.

Según un estudio desarrollado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2015, p. 69), las regiones en el mundo que tienen mayor participación en la emisión de gases de efecto invernadero son Asia Oriental y el Pacífico, con el 37 % del total mundial. En cambio, América Latina y el Caribe participa con el 9 %; en esta región, los sectores de energía, agricultura, cambio de uso del suelo y silvicultura son los que generan las mayores emisiones.

Cambio climático y turismo

Como lo mencionan Santos-Lacueva y Saladié-Borraz (2013, p. 8), "el clima se considera un atractivo turístico en sí mismo y es tenido en cuenta por los turistas a la hora de seleccionar sus vacaciones", incluso puede determinar la satisfacción de los turistas con su experiencia en un destino. El cambio climático es, entonces, un factor de gran influencia para el sector del turismo debido a las variaciones que sufren el medio ambiente y los recursos naturales en el mundo y a la alta dependencia de la experiencia del turista a este factor. Esta preocupación motivó la realización de la I Conferencia Internacional sobre Cambio Climático y Turismo, celebrada en Djerba (Túnez) en abril de 2003, en la que la Organización Mundial del Turismo (OMT) acordó con cada uno de los Estados miembros tomar acciones que reduzcan y mitiguen el riesgo de la actividad turística en los destinos, en un intento por alentar políticas públicas referentes a este fenómeno en cada país (OMT, 2003).

Según el Cuarto Informe de Evaluación, presentado por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) el 2 de febrero de 2007 en París, citado por el Observatorio de la Globalización D3E-CLAES, entre los efectos percibidos se puede mencionar que "han aumentado las precipitaciones en ciertas regiones, hay más intensas y prolongadas sequías en amplias zonas de los trópicos y subtrópicos y la frecuencia de las precipitaciones fuertes ha aumentado en varios países" (Honty, 2007, p. 2).

Se afirma asimismo que hay un inevitable aumento de la temperatura del mundo y del nivel del mar, deshielos en los polos y glaciares (Honty, 2007), así como temperaturas más extremas (también llamados extremos atmosféricos), de modo que los tipos de tiempo cambian con más rapidez e intensidad (Olcina, 2012), lo cual hace los inviernos más fríos y los veranos más calientes. Estos elementos son inherentes al aspecto geográfico de los destinos turísticos y afectan mayormente la modalidad de turismo de sol y playa al igual que al turismo invernal y de deportes de nieve (Olcina y Vera-Rebollo, 2016; Santos-Lacueva y Saladié-Borraz, 2013), como ha sido analizado en destinos como los Alpes suizos y su impacto en la demanda (Koenig y Abegg, 1997), la disminución progresiva de la capa de nieve en esta cordillera (Elsasser y Bürki, 2002; Koenig y Abegg, 1997), así como la vulnerabilidad de los emprendimientos especializados en este tipo de producto (Tervo, 2008).

El cambio climático puede impactar directamente el comportamiento de los turistas debido al cambio de percepción de imagen del destino y de las actividades por desarrollar (Hall y Higham, 2005; Olcina, 2012). También puede afectar patrones en los flujos de visitantes y de atractivos estacionales, así como las fluctuaciones de precio; incluso puede modificar las temporadas de alta demanda por el aumento en las temperaturas y el confort climático (Olcina y Vera-Rebollo, 2016; Santos-Lacueva y Saladié-Borraz, 2013); aunque es poco probable que las personas dejen de viajar, sí pueden cambiar sus preferencias en tiempo y espacio.

Sin embargo, el turismo es causante también de los efectos de este fenómeno, ya que es uno de los sectores productivos que más alteran los ritmos naturales tanto en zonas rurales como en urbanas (Rivas, 2020). Uno de los elementos nocivos que produce la actividad turística es la emisión de gases de efecto invernadero (Olcina, 2012; OMT, 2007; Santos-Lacueva y Saladié, 2016). Según lo menciona la OMT (2009, p. 8), "las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al turismo se estimaron en alrededor del 5 % de las emisiones globales en 2005, y el transporte generó el 75 % de las emisiones totales" a causa de la huella de carbono derivada de los desplazamientos en los medios de transporte y los establecimientos hoteleros, también por la mala disposición de los desechos. Es probable que en un futuro cercano sea necesario establecer restricciones a los viajes de larga distancia por el transporte aéreo y la huella de carbono que ocasiona (Hall y Higham, 2005; Olcina, 2012).

Esta relación en doble vía es explicada por Jorge Olcina (2012) en la tabla 4.

Por su parte, Santos-Lacueva y Saladié (2016) presentan esta dualidad así:

Esta influencia mutua entre turismo y cambio climático obliga a actuar en doble dirección: 1) mitigar la influencia de la actividad turística sobre el cambio climático, para así disminuir la intensidad del mismo (sic); y 2) adaptar el sector turístico a los nuevos escenarios de cambio global para garantizar su sostenibilidad futura. (p. 612).

Así, Santos-Lacueva y Saladié (2015) aluden a la misma relación que presenta Olcina (2012), pero la complementan con las acciones que deben tomarse en cada caso.

Políticas públicas en materia de cambio climático

Ahora bien, el papel del sector público es muy relevante, ya que a él pertenecen los actores encargados de la toma de decisiones y la implementación de políticas en relación con la capacidad de adaptación y mitigación, de la que dependen los territorios de acuerdo con sus características y nivel de vulnerabilidad (Santos-Lacueva y Saladié, 2016). En este orden de ideas, el sector ha implementado políticas y continúa ejecutando actividades de adaptación desde las organizaciones gubernamentales (realizando seguimiento y evaluación de su cumplimiento) e incluso también desde aquellas del sector privado (Olcina y Vera-Rebollo, 2016).

Las emisiones de GEI de Colombia corresponden aproximadamente al 0,4 % del total de las emisiones mundiales, por tanto, el país se sitúa en el puesto 5 de emisiones de GEI entre 32 países de Latinoamérica y el Caribe: Brasil, México y Argentina son los principales emisores de este grupo (IDEAM et al., 2016).

Considerando los convenios y las iniciativas mundiales anteriormente mencionados, Colombia implementó en el año 2011 los primeros documentos que plasmaron la estrategia de política pública sobre cambio climático. Así mismo, definió la creación del Sistema Nacional de Cambio Climático (SISCLIMA) por medio del CONPES 3700 de 2011, emitido por el Departamento Nacional de Planeación [DNP] y reglamentado en el Decreto 298 de 2016 (DNP, 2011, citado por IDEAM et al., 2017).

Sobre la base de este marco regulatorio se continuó fortaleciendo institucionalmente este Sistema. En 2012 se creó la Dirección de Cambio Climático (DCC) como parte del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS). En 2014 inició la formulación de la Política Nacional de Cambio Climático (IDEAM et al., 2017), uno de los instrumentos que contribuyen a incorporar estrategias sectoriales con el objeto de mitigar, entre otras cosas, los gases de efecto invernadero y permitir una mayor adaptabilidad al cambio climático. El objetivo principal de esta política es "incorporar la gestión del cambio climático en las decisiones públicas y privadas para avanzar en una senda de desarrollo resiliente al clima y baja en carbono, que reduzca los riesgos del cambio climático" (MADS, 2017, p. 15). Esta política se estructuró con unas líneas estratégicas que dan respuesta a la vulnerabilidad presentada en los diferentes ecosistemas del territorio del país y facilita la participación de los habitantes por estar articulada con las necesidades sociales de cada comunidad. A partir de este lineamiento, las regiones reciben la directriz de diseñar e implementar planes integrales de gestión del cambio climático territoriales, instrumentos que hacen posible este tipo de gestión a nivel territorial (MADS, 2017).

En consecuencia, el Congreso de la República de Colombia expidió la Ley 1931 del 27 de julio de 2018, la cual establece las directrices para la gestión del cambio climático y reglamenta su articulación con las autoridades ambientales regionales y su inclusión en planes de desarrollo territoriales.

Competitividad turística

Una amplia literatura se ha construido alrededor de la competitividad turística, y como principal aporte se encuentra el modelo de Ritchie y Crouch (2003), porque introduce la teoría de las ventajas comparativas y competitivas. "La ventaja competitiva en el turismo se refiere a la habilidad de un destino para emplear de manera efectiva sus recursos en el largo plazo" (citado por Amaya et al., 2008, p. 19). Según el modelo de competitividad turística desarrollado por Ritchie y Crouch (2003), la competitividad de un destino se determina por 36 elementos en 5 niveles de importancia (citado por Aquilina, 2013):

De esta manera, se presentan las condiciones para determinar las ventajas comparativas y competitivas de un destino.

La competitividad turística regional en Colombia

De manera complementaria, esta es la definición de competitividad turística propuesta por el CPTUR:

Es la capacidad que tiene un destino para insertarse en los mercados de manera sostenible, mediante la articulación de los actores públicos y privados y la creación de productos diferenciados de alta calidad, innovadores y atractivos, que generen experiencias positivas y alto valor agregado al turista y visitante.

Por tanto, la competitividad del destino se construye a partir de la planificación y gestión estratégica de las ventajas comparativas y competitivas, de tal forma que se potencie el desarrollo socioeconómico y se conserven tanto los recursos culturales y sociales. (2018, p. 7).

En consecuencia, se busca que las ventajas comparativas y competitivas no solo cumplan las expectativas de los turistas, sino que estén orientadas a los principios de sostenibilidad en cada destino.

Con el fin de establecer un modelo de competitividad turística regional, el CPTUR desarrolló "la revisión detallada de los diferentes modelos de competitividad turística y la evaluación e incorporación de recomendaciones metodológicas emitidas por la Organización Mundial del Turismo" (CPTUR, 2017). Al respecto, se obtuvo como resultado el Índice de competitividad turística regional de Colombia (ICTRC), que permite la medición de las condiciones identificadas en el modelo, agrupadas en 8 criterios y 104 indicadores.

Para llevar a cabo la medición, los indicadores se obtienen tras la recolección de información de fuentes primarias y secundarias, de las autoridades de turismo competentes en cada región, y posteriormente se procesan según el diseño metodológico establecido (CPTUR, 2017).

Ahora bien, al momento de analizar la muestra de los departamentos, se identificó la heterogeneidad de los departamentos en Colombia no solo en las condiciones físicas y geográficas, sino en el nivel de desarrollo económico y la madurez de los destinos en cada uno. Por esta razón, se consideró la organización de los destinos utilizando como variable de segmentación el PIB departamental, y se obtuvo la división en tres grupos (CPTUR, 2019. p. 18).

Por esta razón, en la metodología de esta investigación se seleccionó un departamento de cada grupo según el desempeño obtenido en la medición correspondiente.

El ICTRC de 2019 tiene en cuenta una muestra de 168 municipios de 30 departamentos, incluyendo Amazonas, Arauca, La Guajira, Putumayo, San Andrés y Providencia y Vichada. En cuanto al departamento de Chocó, este fue retirado en esta versión, "toda vez que no completó el registro de información mínima requerida para llevar a cabo el cálculo de sus indicadores" (CPTUR, 2019, p. 19).

Finalmente, a partir del análisis y proceso metodológico, el índice organiza los departamentos según la clasificación obtenida, de mayor a menor, así genera el ranking de competitividad turística regional.

Descripción de los departamentos seleccionados

Como se explicó anteriormente, fueron seleccionados los tres departamentos que presentaron mejor desempeño en el ICTRC de 2019 en la gestión de sus recursos ambientales en comparación con las demás regiones del mismo grupo. Esos departamentos se describen a continuación.

Valle del Cauca

Situado al suroccidente del país, este departamento está dividido en 42 municipios y 88 corregimientos. Debido a su conveniente ubicación geográfica, posee una gran variedad de climas, paisajes, fuentes hídricas, biodiversidad terrestre y acuática que se encuentra en las selvas, las zonas de manglares, los páramos y los bosques secos que forman parte del ecosistema y lo convierten en uno de los mayores conectores hacia la economía del Pacífico colombiano, donde se desarrollan diferentes actividades económicas, como la agricultura, la pesca, la industria azucarera, la fabricación de químicos, cementos, entre otras (Gobernación del Valle del Cauca, s. f.).

Con respecto al desarrollo de la actividad turística, esta región registró 198.848 visitantes en 2019 según datos de Migración Colombia, mientras que en 2020 la llegada de visitantes extranjeros a este departamento descendió a 36.337 (Centro de Información Turística de Colombia [CITUR], 2020).

Tolima

Este departamento se encuentra ubicado en el centro del país y cuenta con 47 municipios, de los cuales Ibagué es uno de los más representativos por ser su capital. Tolima se caracteriza por tener cordilleras, redes hidrográficas y relieves volcánicos. Su clima es semihúmedo por sus diversas precipitaciones anuales (Gobernación del Tolima, s. f.).

El departamento tiene un área de 23.562 km2, donde se desarrollan actividades agropecuarias, de servicios e industria. Para el Tolima es importante proteger e incrementar la cobertura de sus bosques con fines no solo de protección, sino de recuperación de suelos y ecosistemas degradados por el impacto de la minería ilegal, incendios forestales y el cambio de uso de suelo. Se pretende reducir la presión sobre los páramos y demás ecosistemas estratégicos y así garantizar la disponibilidad del recurso hídrico (Gobernación del Tolima, 2012).

En cuanto al sector del turismo, la llegada de visitantes extranjeros a este departamento registrada por Migración Colombia para el año 2019 fue de 6.586, y en 2020 el número se acercó a los 1.362 visitantes (CITUR, 2020).

Quindío

Es uno de los departamentos más pequeños del país, con 1.845 km2. Está ubicado en la parte centrooccidental del país, en medio de la cordillera Central, y presenta relieve montañoso y ondulado. Quindío cuenta con un clima muy variado debido, principalmente, a factores como la latitud, la altitud, la orientación de los relieves montañosos, los vientos, etc. Su temperatura promedio oscila entre los 18 °C y los 21 °C.

Su economía se sustenta, principalmente, en actividades agropecuarias, entre las cuales resalta la producción cafetera, así como el comercio y el turismo (Gobernación del Quindío, 2013).

Teniendo en cuenta que el turismo es una de las fuentes importantes de recursos en el departamento, se destaca que para el año 2019 el ingreso de visitantes extranjeros fue de 16.791, siendo mucho mayor que el de Tolima, cuya extensión es mayor (CITUR, 2020).

1. El turismo causa efectos de cambio climático

Emisión de gases de efecto invernadero como efecto de la actividad turística en Colombia

Según la revista Semana (2018):

En 1990 el país registró una emisión de 216,29 millones de toneladas de gas carbónico (CO2). Desde entonces, esa cifra ha aumentado hasta situarse en 236,7 millones en 2014, siendo este el dato más actualizado con el que cuenta Colombia.

Una de las contribuciones a los efectos del cambio climático generadas por el turismo es la del sector transporte, que, según el Inventario nacional y departamental de gases efecto invernadero - Colombia (IDEAM et al., 2016), resulta ser el cuarto sector que más aporta a nivel nacional en emisiones, y que en 2012 llegó a los 28,2 millones de toneladas de CO2. Sus emisiones se generan, principalmente, por el uso de combustibles fósiles.

La principal fuente de emisión del transporte es la quema de combustibles tanto terrestre como aérea. El incremento exponencial de emisiones se debe al mejoramiento en el comercio y en la economía (IDEAM et al., 2016). Según el Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático, citado por Avianca (2018), "del total de dióxido de carbono (CO2) producido por diferentes actividades humanas, la aviación produce alrededor del 2 % de estas emisiones". Esta situación motiva al sector (con actores públicos y privados) a implementar metas que conduzcan a la reducción del consumo de combustible y a invertir en nuevas tecnologías tanto para las aeronaves como para los aeropuertos, de modo que les permitan disminuir el consumo de energía y monitorear la calidad del aire y del ruido.

Cabe aclarar que el total de las emisiones generadas por el transporte no siempre corresponde a la actividad turística, puesto que la medición incluye transporte de mercancías para el comercio y otros sectores de la economía.

Una de las aerolíneas que opera en el país y le apuesta a disminuir las emisiones de CO2 es Avianca, que con su estrategia climática implementada ha registrado un avance favorable en los últimos años. Esto lo ha logrado, en primer lugar, a partir de un indicador que permite medir y verificar el nivel de intensidad de emisión de gases ocasionados por las aeronaves, los vehículos de apoyo terrestre de la aerolínea y las plantas eléctricas de emergencia. En segundo lugar, ha comprado bonos de carbono para proyectos de reforestación, restauración y conservación de bosques en Colombia (Avianca, 2018, p. 187). Con esta inversión realizada, la aerolínea ha logrado compensar la emisión de 1.019.170 t de dióxido de carbono.

Por su parte, la aerolínea Latam participa con un plan de renovación de sus aeronaves que reduce el mantenimiento y mejora la operación; esto es importante debido a que las condiciones de las flotas que brindan los servicios pueden reducir o aumentar el impacto en el ambiente. Además, gracias a la colaboración de South Pole, organización con la cual está aliada, apoya varios proyectos de reforestación y restauración de selvas, ríos y suelos degradados por la minería y la ganadería (El Nuevo Siglo, 2017).

Otros dos sectores que están involucrados de manera directa con el turismo y que también generan un impacto en la emisión de gases de efecto invernadero son el sector de saneamiento (relacionado con la descomposición orgánica de residuos sólidos) y el comercial (asociado con la quema de gas natural vinculada al calentamiento y enfriamiento de agua y a la cocción de alimentos). En 2012 (año de la última medición publicada), estos sectores presentaron 9,2 y 1,8 millones de toneladas de CO2, respectivamente (IDEAM et al., 2016).

El sector de saneamiento representa el 4 % de las emisiones totales nacionales. Las fuentes de emisión son la disposición de rellenos, el tratamiento de aguas residuales y la incineración de desechos.

También es importante aclarar que estos resultados no son únicamente generados por la actividad turística, sino que incluyen todas las actividades de otras industrias y de la vida de las comunidades locales, pero permiten dar una idea del impacto generado.

Emisión de gases de efecto invernadero como efecto de la actividad turística en Valle del Cauca, Tolima y Quindío

A continuación, en la tabla 6 se relacionan los resultados presentados en el Inventario nacional y departamental de gases efecto invernadero - Colombia (en adelante INGEI), publicado en 2016 por el IDEAM et al., pero con resultados del año 2012.

De la tabla 6 se puede inferir que el departamento del Valle del Cauca es el que genera mayor emisión de GEI. Esto se debe, en primer lugar, a la extensión del territorio, la distribución de la población, la intensidad de la actividad comercial e industrial y su conectividad con el resto de las regiones del Pacífico, por lo que la emisión en transporte es mayor que en los otros dos departamentos. En uso de combustibles utilizados en aviación produce 147 Kton CO2, es decir, el transporte terrestre es el que reporta mayor emisión.

Los tres departamentos analizados generan emisiones por transporte, pero es Quindío el que tiene mayor nivel en este sector con respecto a las emisiones totales del departamento, correspondiente al 22,66 %, mientras que para el Valle del Cauca es del 18,13 % y para el Tolima es del 13,35 %.

Es de resaltar que las emisiones de saneamiento en estos tres departamentos son más elevadas que las producidas por la actividad comercial, razón por la cual cobran especial importancia los sistemas de relleno sanitario a nivel regional y local, su capacidad, cobertura y manejo.

Se evidencia también que, teniendo como referencia el área del territorio, el departamento que genera menos emisiones de GEI por kilómetro cuadrado es Tolima, ya que comparativamente la relación miles de toneladas de dióxido de carbono (Kton CO2) de emisiones totales por kilómetro cuadrado es la menor de los tres departamentos; en cambio, Quindío presenta un nivel similar al de Valle, pues es esta una región menos industrializada y con menor conectividad aérea.

2. El cambio climático afecta al turismo

Estrategias de los departamentos para la adaptación y mitigación con respecto al cambio climático

En Colombia, las afectaciones del cambio climático han sido evidenciadas por diferentes trabajos desarrollados por el IDEAM que han demostrado sus efectos con base en información estadística (Mayorga et al., 2011); entre estos se relacionan cambios en la tendencia de precipitaciones, en la temperatura media y en los impactos en los páramos de Colombia.

Se evidencia el notorio aumento generalizado de la precipitación en el país, con excepciones en algunas zonas, como la disminución observada en el suroccidente del territorio (Mayorga et al., 2011). Con respecto a los indicadores de temperatura máxima y mínima, "los días y las noches son más calientes en extensas áreas del país, sobresaliendo la zona costera de la región Caribe, los departamentos de Santander, Antioquia y los piedemontes llanero y amazónico" (p. 37). El hallazgo más preocupante en estos informes se refiere a los impactos del cambio climático en los páramos, que son las fuentes principales de abastecimiento de agua y nacimientos de ríos en el país; en ellos se encuentran "fuertes incrementos de la temperatura, así como una tendencia a la disminución de la precipitación acumulada anual y de precipitaciones de alta intensidad (como los aguaceros)" (p. 37).

Así mismo, en 2018, en el segundo comunicado presentado ante la Convención Marco de las Naciones Unidas, el IDEAM expuso más cambios: "La evidencia histórica muestra un aumento significativo en las sequías y en las precipitaciones extremas en los últimos treinta años" (s. f.). Estos cambios se observan en el ambiente y pueden demostrarse con base en registros históricos de la temperatura, la cual, a causa de la ubicación geográfica de Colombia, tiende a ser de extremos, es decir, periodos de intensas lluvias y periodos de sequías. Los cambios son observados específicamente en dos temporadas denominadas El Niño y La Niña, fenómenos a los cuales les son atribuidos varios desastres asociados, en el caso de La Niña, con fuertes lluvias que ocasionan inundaciones y deslizamientos de tierra; por el contrario, en El Niño priman las sequías y la generación de incendios. Según datos brindados por el DNP:

El fenómeno de La Niña 2010-2011 ofrece evidencia muy clara sobre los impactos de la variabilidad y el cambio climático en nuestro desarrollo. El estudio sobre valoración de daños y pérdidas asociadas a este fenómeno elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y [la] Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala que los daños a mayo [de] 2011 fueron de 11,2 billones de pesos, más de 3,2 millones de personas fueron afectadas y los sectores más afectados durante la temporada de lluvias fueron vivienda e infraestructura, donde se concentran el 82 % de los daños estimados. (2012, p. 33).

Aunque estos resultados son contundentes, aún no se relacionan directamente con aspectos físicos de los destinos turísticos, ni se han evidenciado cambios drásticos en el paisaje. Por esta razón, existe la oportunidad de anticiparse, prevenir y mitigar estos efectos por medio de estrategias de adaptación para cada región, según su biodiversidad y ecosistemas, que les permitan ser resilientes y responder a las necesidades de los turistas del futuro. El análisis de esta problemática a una escala regional es muy importante, "ya que ofrece el escenario ideal para el desarrollo de propuestas de adaptación específicas teniendo en cuenta el impacto socioeconómico y territorial" (Olcina y Vera-Rebollo, 2016. p. 568).

Por lo tanto, los departamentos que sean más conscientes y estén mejor preparados sobre esta problemática serán más competitivos y sostenibles. En consecuencia, los planes de gestión del cambio climático que se establezcan se convertirán en instrumentos de ejecución y en indicadores para determinar si realmente existe una voluntad política en el territorio, si se identifican de la manera adecuada los problemas y cómo se pretende solucionarlos (Santos-Lacueva y Saladié-Borraz, 2013). Estos planes, fijados por las entidades públicas, reúnen unos objetivos, los instrumentos para alcanzarlos y los medios para su consecución; sirven de argumento y de guía para las acciones que se lleven a cabo y requieren el logro de cierto consenso público-privado (Santos-Lacueva y Saladié-Borraz, 2013; Velasco, 2005). Finalmente, se considera pertinente el análisis de estos documentos para determinar en qué medida se tienen en cuenta la Política Nacional y la Ley de Cambio Climático, así como la incorporación de estos lineamientos en las regiones.

Desempeño de los departamentos de Valle del Cauca, Tolima y Quindío en las estrategias de adaptación y mitigación con respecto al cambio climático

Las medidas que se toman para reducir los efectos del cambio climático son un conjunto de acciones planteadas que tienen como finalidad evitar, mitigar o compensar los daños que se han ocasionado. Según el artículo 3 de la Ley 1931 de 2018 (Ley de Cambio Climático):

Los Planes Integrales de Gestión del Cambio Climático Territoriales (PIGCCT) son los instrumentos a través de los cuales las entidades territoriales y autoridades ambientales regionales identifican, evalúan, priorizan, y definen medidas y acciones de adaptación y de mitigación de emisiones de gases efecto invernadero, para ser implementados en el territorio para el cual han sido formulados. (Ley 1931, 2018).

En consecuencia, sería ideal desarrollar el análisis de desempeño de las regiones teniendo en cuenta los resultados esperados y planteados en este documento de política pública; sin embargo, su reciente implementación aún no permite contar con información de resultado de medición de su cumplimiento. En el caso de Quindío, la formulación del Plan Integral de Gestión del Cambio Climático Territorial fue concretada por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y la Corporación Autónoma Regional del Quindío (CRQ) en 2016 (MADS, 2015). Por su parte, el Valle del Cauca estableció su PIGCCT en el año 2018 (Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca [CVC] et al., 2018), mientras que Tolima lo finalizó y publicó como Plan de Gestión Ambiental Regional del Tolima 2013-2023 (CORTOLIMA, 2012).

Por esta razón, el análisis de los tres departamentos se expone con respecto a las acciones de mitigación (directas e indirectas) ejecutadas con gasto público durante los años 2012 a 2015. Tales acciones fueron presentadas en la Tercera Comunicación Nacional, referente a las acciones de mitigación del cambio climático en Colombia (IDEAM et al., 2017). El análisis toma como fuente de información el Sistema de Medición, Reporte y Verificación, así como algunas estrategias de los planes de desarrollo departamentales.

Así pues, en la tabla 7 se evidencia que, a nivel nacional, los departamentos de Cundinamarca, Antioquia y Boyacá fueron los que mayor número de acciones de mitigación del cambio climático ejecutaron con gasto público en el periodo analizado. Por su parte, Valle del Cauca y Tolima, que ocuparon los lugares sexto y octavo, respectivamente, entraron en el grupo de los 10 departamentos del ranking generado.

Comparativamente, en la tabla 8 se presenta el desempeño de Valle del Cauca, Tolima y Quindío para el mismo periodo.

Este resultado permite inferir que, entre 2012 y 2015, las autoridades regionales ya gestionaban recursos para materializar sus estrategias de mitigación, pues entendieron la importancia de llevarlas a cabo por medio de acciones concretas. El departamento que más acciones puso en práctica fue Valle del Cauca, sexto a nivel nacional con 717 acciones ejecutadas. La razón puede estar vinculada a que es la región más industrializada y, por tanto, la que mayor emisión de gases presentaba.

Por último, se evidencia que los planes de desarrollo departamentales fueron los instrumentos en los que se plantearon acciones referentes a la mitigación antes de la entrada en vigor de las respectivas Política y Ley de Cambio Climático. Se encontró que, en los periodos de vigencia 2012-2015 y 2016-2019, Valle del Cauca (Gobernación del Valle del Cauca, 2016), Tolima (Gobernación del Tolima, 2012 y 2016) y Quindío (Gobernación del Quindío, 2016) establecieron en sus ejes estratégicos subprogramas referentes a la mitigación del cambio climático. Tolima fue el departamento que dispuso mayor cantidad de acciones y lineamientos de ejecución, más claramente que Valle del Cauca y Quindío.

Por lo tanto, es importante considerar los presupuestos aplicados recientemente por estas regiones. En 2017, se presentaron 179 proyectos de corporaciones y entidades ante la Secretaría Técnica del Fondo Nacional Ambiental (FONAM) para su evaluación y posterior aprobación, de los cuales se seleccionaron 23. Entre ellos fue aceptado el plan del departamento del Tolima, presentado por CORTOLIMA, al cual se le asignaron COP 446.909.099, correspondientes al 0,31 % del presupuesto general, dinero que fue destinado al proyecto de formulación del Plan Integral de Cambio Climático (Contraloría General de la República, 2018, p.18).

El departamento del Quindío obtuvo de igual forma recursos de la Secretaría del FONAM: le fueron asignados COP 6.060.523.679, correspondientes al 4,24 % del total del presupuesto, dinero destinado a dos proyectos aprobados (Contraloría General de la República, 2018, p.18). Así mismo, en periodos anteriores, ante acciones que tienen alta incidencia para el cambio climático:

Las entidades territoriales y la Corporación invirtieron en total $61.383 millones, de los cuales el 85 % ($52.605 millones) se orientaron hacia actividades que contribuyen tanto para la adaptación como para la mitigación […] Los municipios y la CRQ aportaron la mayor parte de dicha inversión ($30.730 millones y $15.600 millones, respectivamente), seguidos del departamento ($6.276 millones) […] con el propósito de conservar […], restaurar […], recuperar […], fortalecer […] y proteger […] ecosistemas. (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, 2015, p. 71).

Por su parte, el departamento del Valle del Cauca realizó un aporte de COP 100.000.000 destinados a llevar a cabo análisis que permitiesen identificar las medidas con mayor prelación que contribuyesen a la mitigación de gases de efecto invernadero, a reducir la vulnerabilidad y los riesgos frente a eventos naturales no deseados provenientes del cambio climático y a la capacidad de adaptación a tal cambio. Dichos recursos fueron obtenidos por medio de la Secretaría de Ambiente, Agricultura y Pesca, y con ellos se implementaron varias medidas de mitigación y adaptación en el departamento (Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca [CVC]; Secretaría de Ambiente, Agricultura y Pesca de la Gobernación del Valle del Cauca; y Centro Internacional de Agricultura Tropical [CIAT], 2018).

Las entidades territoriales y la Corporación invirtieron en años previos un total de $31.734 millones a actividades enfocadas en el cambio climático, de los cuales el 61 %, es decir, $19.405 millones, se orientaron "hacia actividades que contribuyen tanto para la adaptación como para la mitigación". Por su parte, "los municipios y la CRC aportaron $12.042 millones y $6.758 millones, respectivamente", y el departamento destinó $605 millones a proyectos que respondieran a temas de cambio climático (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, 2016, p. 56).

Conclusiones

De acuerdo con los resultados del Inventario nacional y departamental de gases efecto invernadero del IDEAM et al. (2016), se puede inferir que el turismo genera efectos sobre el cambio climático por medio del consumo de combustible utilizado en transporte, de la generación de residuos y del consumo de servicios de energía y agua en estructura física. No obstante, cabe aclarar que este impacto sigue siendo menor que el de otros sectores, como la agricultura, la minería y la industria, situación muy similar al comportamiento en América Latina.

En cuanto a los departamentos analizados, se evidencia que, aunque son muy diferentes en aspectos físicos, geográficos y económicos, los tres han llevado a cabo estrategias y acciones encaminadas a identificar y mitigar los efectos del cambio climático siguiendo las directrices de nivel nacional. Sin embargo, la reciente implementación de los planes integrales de gestión de cambio climático (PIGCCT) hace que sea poco tangible el reconocimiento de su desempeño y, por ende, su comparación.

Es necesario continuar generando las mediciones del Índice de competitividad turística regional de Colombia (ICTRC), de modo que sea posible visualizar la evolución de estas variables en el tiempo y poder hacer comparaciones en el futuro sobre los indicadores relacionados con el criterio medioambiental como instrumento de competitividad de los destinos.

Se sugiere también evaluar los avances de la implementación y del desarrollo de los PIGCCT, el nivel de ejecución de los presupuestos y la aplicación de la Política Nacional de Cambio Climático, así como fortalecer a los actores y las instituciones creadas para este fin, con el objetivo de robustecer las mediciones presentadas en los informes, su periodicidad y continuidad. A medida que se apropien y mantengan estos lineamientos, es importante también que se pueda contar con información discriminada por sectores, con el propósito de establecer específicamente el efecto que causa el turismo en los departamentos de Colombia, para que se tomen decisiones en cada uno de los territorios y subsectores de la cadena productiva y se promueva la incorporación de variables de cambio climático en la formulación de los planes municipales de desarrollo.


Notas

2 En el grupo 1 se evidencia que Antioquia tiene mejor desempeño en el indicador AMB 19, pues cuenta con 10 municipios con vocación turística que participan en planes de mitigación o adaptación con respecto al cambio climático. Sin embargo, Valle del Cauca tiene mejor desempeño en 6 de las 8 variables de la comparación.
3 Unidad de medida Kton CO2: miles de toneladas de dióxido de carbono.


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