10.18601/01207555.n29.13

PERCEPCIÓN Y CONOCIMIENTO AMBIENTAL COMO BASE PARA UNA ESTRATEGIA DE ECOTURISMO EN UN ÁREA PROTEGIDA URBANA DE BOGOTÁ (COLOMBIA)1

PERCEPTION AND ENVIRONMENTAL KNOWLEDGE AS THE BASIS FOR AN ECOTOURISM STRATEGY IN A PROTECTED URBAN AREA OF BOGOTÁ (COLOMBIA)

Julio César Baquero Rojas
Magíster en Manejo, Uso y Conservación del Bosque por la Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Consultor en la Universidad de Caldas Colombia
[jcbaqueror@correo.udistrital.edu.co]

Ángela Parrado Rosselli
Doctora en Ciencias Naturales por la Universidad de Amsterdam
Profesora e investigadora en Ecología y Conservación de Ecosistemas Tropicales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas Colombia
[aparrador@udistrital.edu.co]

1 Para citar el artículo: Baquero, J. y Parrado, Á. (2021). Percepción y conocimiento ambiental como base para una estrategia de ecoturismo en un área protegida urbana de Bogotá (Colombia). Turismo y Sociedad, XXIX, pp. 293-314. DOI: https://doi.org/10.18601/01207555.n29.13

Fecha de recepción: 13 de enero de 2020
Fecha de modificación: 2 de marzo de 2020
Fecha de aceptación: 24 de abril de 2020


Resumen

En el Parque Ecológico Distrital de Montaña Entrenubes, ubicado en Bogotá (Colombia), el turismo de naturaleza es uno de sus principales usos. Sin embargo, a pesar de una gran afluencia de visitantes al área, no se han desarrollado estrategias de ecoturismo propiamente dichas; más aún, aunque esta área protegida surgió como iniciativa de las mismas comunidades locales, que la consideran un espacio de recreación, también se presentan múltiples problemas, como construcción de asentamientos ilegales, minería y usos del suelo no sostenibles. Por tal razón, por medio de mapeo participativo, entrevistas semiestructuradas y grupos de discusión con personas de las localidades aledañas y visitantes, se identificaron los valores, el conocimiento y los actores que inciden sobre esta área protegida, con el fin de dar lineamientos para una real estrategia de ecoturismo de base comunitaria. Los resultados muestran que el mayor valor es el ambiental, seguido por el recreativo. Sin embargo, el conocimiento local acerca de la flora y la fauna del parque es muy bajo si se compara con listados e inventarios de la zona. Se identificó una gran apropiación del parque por parte de las comunidades aledañas, principalmente por la localidad de San Cristóbal. Lo anterior, sumado a la presencia de 21 actores que inciden de forma diferencial en esta área protegida, sugiere que hay un gran potencial para el desarrollo de una real estrategia de ecoturismo de base comunitaria, tal y como ha ocurrido en diferentes áreas protegidas de grandes urbes alrededor del mundo.

Palabras clave: Huertas comunitarias, ecoturismo, área protegida urbana, valor ambiental, valor recreativo.


Abstract

At the Entrenubes Mountain Ecological Park, located in Bogotá, Colombia, nature-based tourism is one of the main activities. However, despite a large influx of visitors to the area, ecotourism strategies themselves have not been developed. Furthermore, although this protected Área arises as an initiative of the same local communities that use it as a recreation space, there are multiple on going conflicts such as the construction of illegal settlements, mining and the unsustainable use of land. Hence, the main values, knowledge and stakeholders involved were identified through participatory mapping, semi-structured interviews and focus groups with local communities and visitors in order to provide general guidelines for a future community-based ecotourism strategy. Results showed that the environmental value was the most important, closely followed by the recreational value. Nevertheless, local knowledge on the park's flora and fauna was very low compared to lists and inventories of the area. A high sense of ownership was identified among local communities, mainly by the San Cristobal village. The foregoing, coupled with 21 stakeholders somehow involved with the park, suggests great possibility for developing a real community-based ecotourism strategy, as has occurred in other urban protected areas of major cities around the world.

Keywords: Community gardens, ecotourism, urban protected area, environmental value, recreational value.


1. Introducción

El ecoturismo se ha definido como "un viaje ambientalmente responsable a las áreas naturales que conserva el medio ambiente y mejora el bienestar de la población local" (Bien, 2005). Esta corriente del turismo surgió en la década de los ochenta del pasado siglo como resultado de una mayor responsabilidad y conciencia ambiental por parte de los administradores y planificadores del ambiente, así como también de las comunidades locales (Blamey, 2001; Okech, 2009). Por esta razón, el ecoturismo se originó como una opción ambientalmente amigable con el turismo masivo, que pretende generar un vínculo entre el manejo y el uso sostenible de los ecosistemas naturales por parte de las comunidades locales, fortalecer la economía local y, en últimas, conservar la biodiversidad (Hill y Hill, 2011).

En este sentido, uno de los principios para que una estrategia de ecoturismo sea exitosa es que promueva el bienestar de las comunidades locales vinculadas a los ecosistemas del área de influencia, genere empoderamiento por parte de estas, estimule la investigación local y el conocimiento del bosque por parte de quienes lo disfrutan y lo proveen (Orgaz, 2013; Pérez-Ramírez y Zizumbo-Villarreal, 2014; Vargas-Tangua y Ortiz-Guerrero, 2015). Por esta razón, se convierte en un instrumento para promover la conservación, debido a que tiene bajo impacto ambiental y cultural y conlleva un involucramiento activo de las poblaciones locales, a las que les resulta benéfico desde el punto de vista socioeconómico (Delgado-Serrano et al., 2015; Hill y Hill, 2011; Okech, 2009).

A pesar de lo anterior y del reportado crecimiento del ecoturismo como estrategia de conservación y desarrollo sostenible (Aas et al., 2005; Blamey, 2001; Manu y Kuuder, 2012; Orgaz, 2013), se ha encontrado que en muchos casos lo que se ofrece como ecoturismo es turismo de naturaleza, turismo de aventura o recreación en áreas naturales, de modo que se deja de lado todo lo relacionado con el fortalecimiento y la apropiación local (Aas et al., 2005; Hill y Hill, 2011). Este enfoque parcializado y erróneo de ecoturismo no ha permitido conocer cómo se dan los verdaderos procesos de empoderamiento por parte de las comunidades locales ni cuáles mecanismos podrían generarlo para, en últimas, proponer estrategias exitosas en el tiempo, que fortalezcan a las comunidades locales y promuevan la conservación de la naturaleza. Es por esta razón que el ecoturismo se distingue del simple turismo de naturaleza por su énfasis en la conservación, la educación, la responsabilidad del viajero y la participación de las comunidades locales.

La participación de la comunidad es un tema complejo y de importancia crítica para el éxito de las estrategias de coturismo debido a que con su inclusión se recuperan y fortalecen conocimientos tradicionales y se generan puentes para la educación ambiental, la conservación y la investigación (Gibson et al., 2003; Okech, 2009). En diferentes regiones del planeta se han realizado estudios para conocer la vinculación de las comunidades a proyectos ecoturísticos y cómo su participación puede potencializar el éxito de esta clase de proyectos (Honey, 2008; Manu y Kuuder, 2012; Reimer y Walter, 2013). Sin embargo, la mayoría de estas investigaciones se han llevado a cabo en África y Asia, mientras que en Latinoamérica -y más específicamente en Colombia- aún son escasas las aproximaciones al papel de las comunidades en proyectos ecoturísticos y cómo estas relaciones permiten lograr realmente un desarrollo sustentable.

Además, teniendo en cuenta que el ecoturismo ocurre principalmente en áreas protegidas, la participación de las comunidades locales en la provisión de servicios ecoturísticos ayuda a cambiar la opinión negativa que se tienen sobre tales áreas, puesto que los pobladores locales las consideran como barreras para el desarrollo económico (p. ej.: barreras para el establecimiento de cultivos, pastoreo de ganado, minería artesanal, entre otras actividades productivas), en lugar de mecanismos de acceso a ingresos y de educación ambiental (Day et al., 2012; Judkins, 2015). Por lo tanto, la participación de las comunidades en proyectos de ecoturismo en áreas protegidas, desde su formulación, es un paso clave para asegurar su éxito. Este verdadero ecoturismo, como lo llama Blamey (2001) para diferenciarlo del turismo de naturaleza, es el que se conoce hoy como ecoturismo de base comunitaria.

El ecoturismo en áreas protegidas forma parte de sus objetivos de gestión (Day et al., 2012) y no solo está restringido a zonas remotas o distantes de los centros urbanos, sino que incluye las áreas naturales o semi-naturales que se encuentran en el interior de las ciudades (Gibson et al., 2003; Greer et al., 2017; Okech, 2009). Según Gibson et al. (2003) y Okech (2009), el desarrollo del ecoturismo -como se ha definido- en ciudades ha venido ocurriendo desde la década de los noventa del pasado siglo bajo el nombre de ecoturismo urbano, el cual ha permitido que las áreas protegidas de las grandes ciudades sean apreciadas como espacios de esparcimiento, estudio, admiración y aprendizaje sobre la ecología y la biodiversidad, y, además, estimulan y dinamizan la economía local (Dodds y Joppe, 2003; Okech, 2009). Este ecoturismo no necesariamente involucra estancia por más de una noche, sino que incluye a los excursionistas (visitas de un día), que son considerados como un segmento muy importante en este mercado (ONU, 2010; Weaver y Lawton 2002, 2017). Así, áreas protegidas de grandes ciudades del planeta -como Río de Janeiro, Toronto, Victoria, Jerusalén y Nairobi- han implementado el ecoturismo como estrategia de gestión (Gibson et al., 2003; Okech, 2009).

En el caso particular de Bogotá (Colombia), una urbe con aproximadamente ocho millones de habitantes (Departamento Administrativo Nacional de Estadística [DANE], 2019), su gestión ambiental se organiza alrededor de la estructura ecológica principal (EEP) (Van Der Hammen y Andrade, 2003), en la que uno de sus componentes son las áreas protegidas. Una de estas áreas es el Parque Ecológico Distrital de Montaña Entrenubes (de aquí en adelante, parque Entrenubes), que corresponde a la categoría de gestión VI de acuerdo con lo estipulado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) (Day et al., 2012); esta categoría tiene como objetivo el uso sustentable de los ecosistemas que allí se encuentran, por lo tanto, el ecoturismo se convierte en una estrategia fundamental para la consecución de dichos objetivos de gestión. Sin embargo, a pesar de una gran afluencia de visitantes al área (Cantor, 2010), no se han desarrollado estrategias de ecoturismo propiamente dichas, incluyendo el ecoturismo suave (sensu) (Weaver y Lawton, 2002). Más aún, aunque esta área protegida surgió como iniciativa de las mismas comunidades locales, que la consideran un espacio de recreación, también se presentan múltiples conflictos por construcción de asentamientos ilegales, minería y usos del suelo no sostenibles. Por lo tanto, una estrategia de ecoturismo de base comunitaria podría ser una alternativa de generación de ingresos para las comunidades locales y de mitigación de los conflictos ambientales existentes. No obstante, no es claro cómo vincular a las comunidades ni la percepción que estas tendrían respecto a dicha posibilidad.

Experiencias en diferentes sitios del mundo han mostrado que el primer paso para lograr procesos exitosos de ecoturismo de base comunitaria es conocer cuáles son los actores que están vinculados con el área protegida y cómo las comunidades locales la valoran y perciben, pues, como se mencionó, las áreas protegidas tienden a ser consideradas una barrera para el desarrollo (Dodds y Joppe, 2003; Greer et al., 2017; Judkins, 2015; Morzillo et al., 2016). En este sentido, autores como Bentley et al. (2016), Gibson et al. (2003) y Hill y Hill (2011) han resaltado la importancia de identificar los elementos tanto culturales como biológicos que las comunidades valoran de los ecosistemas o del área protegida de influencia como un mecanismo para generar empoderamiento. De igual forma, algunas experiencias de turismo de base comunitaria en Colombia han evidenciado que para alcanzar una sustentabilidad en la actividad es fundamental identificar los actores que inciden en el territorio y las relaciones de cooperación entre estos (Delgado-Serrano et al., 2015; Vargas-Tangua y Ortiz-Guerrero, 2015). Por consiguiente, para el caso del parque Entrenubes, conocer los diferentes actores que se relacionan con esta área protegida y los valores naturales que las comunidades tienen con respecto al parque constituye uno de los primeros pasos para identificar cuáles podrían ser importantes elementos articuladores y estrategias por realizar en futuras propuestas de ecoturismo local.

Por lo tanto, el objetivo de la presente investigación fue identificar los valores, el conocimiento y la percepción comunitaria con respecto al parque Entrenubes, un área protegida (AP) urbana de la ciudad de Bogotá, con el fin de evaluar el interés y las posibilidades de una estrategia de ecoturismo de base comunitaria. Para tal propósito, se plantearon tres objetivos específicos: en primer lugar, se identificaron los valores que las comunidades locales perciben del parque, incluyendo elementos de la flora y fauna; para fines de la presente investigación, se consideraron como valores tanto la importancia que las comunidades le otorgan al área protegida como los elementos de flora y fauna y atractivos específicos (hitos geográficos) que estas reconocen. En segundo lugar, se indagó sobre los aspectos positivos y negativos que las comunidades perciben sobre las formas actuales de turismo en la reserva, para, finalmente, como tercer objetivo, establecer cuáles son los actores que inciden en el área y sus relaciones con la comunidad. Se aclara, además, que con base en Weaver y Lawton (2002) y la ONU (2010) se tomaron en cuenta como turismo las visitas al área protegida que tienen como objetivo la observación y apreciación de la naturaleza, aunque no necesariamente incluyan hospedaje.

2. Materiales y métodos

2.1 Área de estudio

El estudio se realizó en el Parque Ecológico Distrital de Montaña Entrenubes, el cual constituye la segunda mayor área protegida de Bogotá, D. C. (Colombia), después de los cerros orientales. El parque tiene un área de 626,4 ha (hectáreas) y está ubicado en el suroriente de la ciudad (figura 1); está conformado por los cerros de Guacamayas, Juan Rey y la Cuchilla del Gavilán, y se encuentra en jurisdicción de tres localidades: Usme, San Cristóbal y Rafael Uribe Uribe (Corporación SUNA-HISCA, 2003).

En lo relacionado con el estado de propiedad del parque, la Cuchilla las Guacamayas, que se encuentra ubicada en el extremo norte del parque, cuenta con 40,21 ha en la localidad de Rafael Uribe Uribe, y la totalidad de sus predios son privados. Por su parte, el cerro de Juan Rey, en la zona central del parque, es el polígono de mayor extensión, con 402,57 ha que son parte de las localidades de Usme y San Cristóbal; sus predios han venido siendo adquiridos por la Secretaría Distrital de Ambiente desde el año 2002 como una estrategia de consolidación de la administración del parque, y en la actualidad cuenta con 121 predios de propiedad del Distrito. Por último, la Cuchilla del Gavilán, en la zona sur del parque, tiene 183,61 ha de extensión pertenecientes a la zona rural de la localidad de Usme; todos los predios que la conforman son privados (Corporación SUNA-HISCA, 2003).

Las coberturas vegetales del parque Entrenubes forman un mosaico de fragmentos de bosque andino que varían en cuanto a área y estado de conservación. Así, se encuentran canteras abandonadas en proceso de restauración, pastos enmalezados, arbustales, zonas de vegetación secundarias bajas y altas, también relictos de bosque andino nativo (Corporación SUNA-HISCA, 2003). El parque cuenta con senderos e infraestructura como oficinas, biblioteca, salones de reuniones y eventos comunitarios. En el interior del parque hay barrios y asentamientos formales e informales.

Entre las comunidades humanas relacionadas con el parque se encuentran los habitantes de las localidades de Usme, Rafael Uribe Uribe y San Cristóbal, que circunscriben esta reserva. De estas tres, la de mayor área sobre la reserva es Usme, con 21.507 ha, y la de menor área es Rafael Uribe Uribe, con 1.388 ha, siendo esta última la única de las tres que no cuenta con suelo rural. Estas tres localidades conforman un centro poblacional de gran densidad, ocupado, según datos de 2016, por 261.131 familias, y donde San Cristóbal es la más densamente poblada, con 404.350 habitantes (SISCRED, 2016).

Los habitantes de estas localidades proceden de diferentes partes del país, principalmente de los departamentos de Boyacá, Cundinamarca y Tolima, y han llegado a la zona debido a la violencia y la ausencia de alternativas sociales y económicas (Corporación SUNA-HISCA, 2003). Entre estas comunidades existen similitudes relacionadas con la cultura, el nivel educativo, el estrato socioeconómico y los conocimientos que aún conservan de las prácticas agrícolas, ganaderas y mineras de sus zonas de origen (SISCRED, 2016). Entre las actividades comunes de los habitantes de estas tres localidades aledañas al parque se destacan la agroecología, el intercambio de experiencias e historias de vida y las actividades culturales, recreativas y deportivas.

Otro grupo humano relacionado con el parque lo conforman los visitantes (excursionistas), que corresponden a habitantes provenientes de diferentes localidades de la ciudad. Estos, en su mayoría, son estudiantes de primaria y secundaria que asisten a caminatas guiadas como parte de la estrategia de educación ambiental de la Secretaría Distrital de Ambiente en los colegios, llamada "Aulas Ambientales" (Corporación SUNA-HISCA, 2003). En el mismo grupo se encuentran colectivos juveniles ambientales y sociales de diferentes lugares de la ciudad, así como también personas interesadas en la agroecología, quienes visitan las huertas comunitarias que existen en el parque desde hace más de una década. También incluye personas interesadas en actividades relacionadas con la observación de aves, el senderismo, el ciclomontañismo y actividades de acondicionamiento físico, como trotar y correr por senderos de montaña (Corporación SUNA-HISCA, 2003).

En lo referente a los objetivos de gestión del Parque Entrenubes, estos fueron definidos por el Decreto n.° 437, expedido por la Alcaldía Mayor de Bogotá, D. C. en el año 2005. Tales objetivos se relacionan con asegurar la provisión de espacio del territorio distrital para el desarrollo y la coexistencia del hombre y de otras formas de vida; sostener y conducir los procesos ecológicos esenciales; elevar la calidad ambiental y balancear la oferta ambiental; promover el disfrute público y la defensa colectiva de la oferta ambiental; acoger la educación para la convivencia entre los seres humanos y la naturaleza; incrementar la accesibilidad y la equidad con respecto a las oportunidades de contacto con la naturaleza por parte de la comunidad; y, por último, integrar al parque activamente en la gestión de la estructura ecológica principal del Distrito.

2.2 Toma de datos

Con el fin de identificar los conocimientos, los valores y las percepciones de las comunidades sobre el parque Entrenubes, se utilizaron tres métodos cualitativos del enfoque etnográfico, a saber: entrevista semiestructurada, grupos de discusión y mapeo participativo (Bentley et al., 2016; Delgado-Serrano et al., 2015; Hauck et al., 2016; Johansson e Isgren, 2017; Judkins, 2015). La selección de estos tres métodos se basó en que fueran participantes y permitieran el trabajo colaborativo con las comunidades durante el desarrollo de la investigación.

Es de resaltar que para la definición de "valor" se acogió la de la Real Academia Española (RAE, 2014): "Cualidad o conjunto de cualidades por las que una persona o cosa es apreciada o bien considerada". En este caso, los valores percibidos del parque hacen referencia a las cualidades por las cuales el parque Entrenubes es apreciado por los visitantes de las localidades aledañas y de otras localidades de la ciudad de Bogotá. De esta manera, a partir de las percepciones de las comunidades sobre el parque, se puede conocer su relación y valoración hacia él, debido a que la percepción es el primer conocimiento de una cosa por medio de las impresiones que comunican los sentidos (RAE, 2014).

2.2.1 Entrevista semiestructurada

Se diseñó una entrevista semiestructurada con ocho preguntas, mediante la cual se identificaron los valores que la comunidad reconoce sobre el parque, su conocimiento acerca de la flora y la fauna del territorio, así como los aspectos positivos y negativos que se perciben de las actuales visitas turísticas (ONU, 2010). La entrevista se aplicó a tres grupos que corresponden a habitantes de las tres localidades a las que pertenece el parque Entrenubes (San Cristóbal, Usme y Rafael Uribe Uribe) y un cuarto grupo compuesto por los visitantes provenientes de otras localidades de la ciudad (de aquí en adelante, localidades visitantes). En cada uno de estos grupos se entrevistó a líderes comunitarios, personas jubiladas, integrantes de las juntas de acción comunal, organizadores y participantes de caminatas y jornadas ecológicas, e integrantes de fundaciones sociales y ambientales, entre otros. Además, la entrevista indagó si el entrevistado estaba involucrado con el manejo, la protección o conservación del parque, y, de ser así, de qué manera participaba y cómo el parque le generaba beneficios a él/ella y a su comunidad.

Cada entrevista tuvo una duración estimada de 7 a 12 minutos, tiempo que se consideró suficiente para que el entrevistado pudiera manifestar de manera clara su respuesta a cada pregunta con base en sus experiencias e historia de vida con el parque (Bentley et al., 2016; Delgado-Serrano et al., 2015; Hauck et al., 2016). Sobre la base de estudios previos (i.e. Orgaz, 2013; Aguilar et al., 2012; Judkins, 2015; Manu y Kuuder, 2012), se estableció una muestra mínima de 12 entrevistados por cada uno de los cuatro grupos de estudio. No obstante, en San Cristóbal se realizaron 14 entrevistas, para un total de 50. Por lo tanto, aunque la muestra no es necesariamente alta en términos poblacionales, la selección de un grupo de personas en realidad relacionadas con el área protegida permite ser más riguroso con la calidad de la información (Judkins, 2015).

2.2.2 Grupos de discusión

Con cinco habitantes de cada uno de los grupos anteriormente descritos y que hubiesen sido entrevistados, se realizaron grupos de discusión de forma complementaria a actividades como visitas de reconocimiento a la huerta comunitaria, recorridos interpretativos a los senderos y encuentros culturales y de educación ambiental en la biblioteca y punto digital del parque (Bisquerra, 2004). Los grupos de discusión tuvieron una duración estimada de 30 a 40 minutos y fueron moderados por el investigador principal, quien le planteó a cada grupo las preguntas y los temas por discutir. Los objetivos de la moderación fueron evitar desviación del tema de interés e identificar los puntos en común y de desacuerdo relacionados con la percepción y el conocimiento ambiental sobre el parque, los actores y sus interacciones, y cómo estos podrían articularse con la gestión comunitaria del ecoturismo local en el parque. Durante el desarrollo de los grupos de discusión se contó con el apoyo de dos auxiliares para tomar apuntes, fotografías y grabaciones de audio y/o video (Peinado et al., 2010).

2.2.3 Mapeo participativo

El mapeo participativo se trabajó con los cuatro grupos muestrales descritos para los dos métodos previos. Así, sobre mapas del territorio, los visitantes al parque identificaron los sitios de interés cultural y ambiental de esta reserva urbana (Johansson e Isgren, 2017); también se resaltaron los lugares del parque de mayor interés para los participantes. Los mapas trabajados por cada grupo muestral se integraron en un solo mapa, que se presentó al finalizar la actividad. En ese momento, los participantes aportaron más sugerencias y se generaron las memorias de las reflexiones que surgieron a partir de la elaboración de dichos mapas (Peinado et al., 2010). Los sitios más importantes se consideraron como hitos geográficos y se incluyeron entre los valores percibidos por las comunidades con respecto al área protegida.

2.3 Análisis de datos

Los datos obtenidos a partir de los métodos descritos se recopilaron en fotografías, apuntes, mapas, archivos de texto digitales, grabaciones de audio y videos. En primer lugar, en las transcripciones de los resultados se identificaron los valores (incluyendo elementos de la flora y la fauna) con base, principalmente, en el análisis del discurso (i.e. Aguilar et al., 2012; Judkins, 2015; Manu y Kuuder, 2012; Orgaz, 2013). La valoración se realizó mediante el análisis de la frecuencia de palabras, en donde estas se agruparon en ocho grandes categorías de valores de importancia por parte de las comunidades (i.e. valor ambiental; valor cultural; valor de educación, espiritual, paisajístico; recreación pasiva, recreación territorial). Así, la categoría con mayor frecuencia de palabras se consideró como la de mayor valor. Este análisis se llevó a cabo por medio del instrumento nube de palabras de ATLAS.ti.8.0®.

En segundo lugar, por medio del análisis de discurso también se identificaron los aspectos positivos y negativos que las comunidades perciben de las visitas turísticas actuales al área protegida. Para tal fin, se trascribieron en formato digital las grabaciones de las entrevistas y de los grupos de discusión, lo que permitió generar categorías de análisis que se graficaron en términos de frecuencia de reporte por parte de los entrevistados.

Con el fin de identificar las relaciones entre los actores vinculados a esta área protegida y las potencialidades para desarrollar una gestión comunitaria del ecoturismo local en el parque, se realizó un análisis de redes sociales (ARS). Este análisis se hizo con base en una matriz ponderada con las relaciones entre cada uno de los 21 actores relacionados con el parque, identificados en las tres metodologías anteriormente descritas. La matriz tuvo cuatro niveles de relación: cero cuando no existió ninguna relación entre los actores; uno cuando sí la hubo, pero esta fue poco frecuente; dos cuando fue frecuente y tres para aquellas relaciones muy frecuentes. Se obtuvo el índice de densidad, el cual corresponde a la cantidad de relaciones observadas por la cantidad total de relaciones posibles, expresado en porcentaje (Borgatti et al., 2002). También se utilizaron el índice de grado de centralidad de Freemans -que representa el número de relaciones que posee cada actor con su entorno- y el índice de poder de centralidad de Bonacich -el cual determina la centralidad de cada uno de los actores con relación a la centralidad de los actores a los cuales está conectado- (Borgatti et al., 2002). Todos los análisis se efectuaron con el programa UCINET 6®.

3. Resultados

3.1 Valoración comunitaria del parque Entrenubes

A partir de las 50 entrevistas semiestructuradas se obtuvo un total de 81 reportes sobre los valores de importancia del parque percibidos por las comunidades. Se encontró que el primer lugar lo ocupa el valor ambiental, percibido por la mayoría de los participantes de las comunidades aledañas y de los visitantes del parque, con 28 reportes (figura 2); en segundo lugar, está el de recreación, con 15 reportes; y el tercer puesto lo ocupa el paisajístico, con 11 reportes.

Al discriminar los resultados por localidades aledañas y visitantes, sobresale la localidad de San Cristóbal por su alto número de reportes, con un total de 54 (tabla 1). En contraste, fueron pocos los habitantes de las localidades aledañas de Rafael Uribe Uribe y Usme que reportaron valores percibidos sobre el parque, con siete y tres reportes, respectivamente, a pesar de ser parte de las tres localidades que conforman el parque. Resultó mucho mayor el número de reportes por parte de los visitantes de otras localidades de la ciudad, con un total de 17, lo cual denota un mayor conocimiento del parque por parte ellos. Los valores ambiental y paisajístico -que reúnen las visiones desde lo hídrico, lo ecológico y el disfrute del paisaje- fueron comunes a todas las localidades (tabla 1).

3.2 Conocimiento comunitario sobre flora y fauna

La referencia que los entrevistados hicieron sobre las especies de flora del parque muestra una separación entre flora silvestre y flora cultivada en las huertas. La mora fue la especie de flora silvestre más reportada, seguida por el eucalipto, que, a pesar de ser exótico, es considerado como un elemento común que forma parte de la naturalidad del parque junto con el chilco. Respecto a las especies de las huertas, aquella con mayor número de reportes fue la caléndula, seguida por especies aromáticas (referencia a varias especies) y la hierbabuena. Los usos más reportados dados a estas especies fueron el alimenticio y las vaporizaciones (tabla 2 y figura 3).

Las referencias a la flora, con 91 en total, fueron muy superiores a las de fauna, que no superaron los 36 reportes. De esta manera, para la fauna solo se reportaron especies comunes, a las que las personas aluden de forma genérica como las mirlas, los colibríes y las lagartijas (figura 3 y tabla 2).

Hitos geográficos del parque

Por medio del mapeo participativo, nueve sitios del parque Entrenubes sobresalieron como los más reportados y apreciados tanto por las localidades aledañas como por los visitantes (tabla 3 y figura 4). De estos, y con base en el número de reportes, se destacan el aula ambiental, el mirador relleno Doña Juana y el portal El Triunfo, los cuales fueron mencionados por los tres grupos participantes. La localidad de Rafael Uribe Uribe no hizo mapa. Al superponer los mapas que resultaron de la cartografía social de cada uno de los grupos (figura 4, derecha) se obtuvo un mapa general de los sitios de interés de esta reserva urbana (figura 4, izquierda).

3.3 Percepción sobre las actuales formas de turismo

Los entrevistados reportaron de forma similar tanto los aspectos positivos como los negativos de las visitas turísticas que se desarrollan en la actualidad en el parque (figura 5). Desde lo positivo se percibe que estas prácticas generan una mayor apropiación de esta reserva urbana. El segundo aspecto positivo está relacionado con un mejor uso y manejo del parque por parte de los visitantes, el cual se refleja en prácticas asociadas con la educación, el senderismo y la valoración e interpretación ambiental (figura 5); a pesar de lo anterior, este aspecto también se percibió como negativo, debido a que algunas personas de estos grupos de visitantes se dedican al consumo de psicoactivos dentro de esta reserva. Entre los aspectos negativos se destacaron la inseguridad y el manejo inadecuado de residuos, que se refleja en la generación de basura.

Gestión comunitaria del ecoturismo local

Al analizar la red que se teje alrededor el parque se identificaron 21 actores, categorizados así: (1) instituciones del Distrito (i. e. Secretaría Distrital de Ambiente, Instituto Distrital de Gestión del Riesgo y Cambio Climático e Instituto Distrital de Recreación y Deporte); (2) institutos de investigación (Jardín Botánico de Bogotá e Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt); (3) universidades (Universidad de Clark, Pontificia Universidad Javeriana y Universidad Distrital Francisco José de Caldas); (4) colegios (Colegio Entrenubes y Colegio Nueva Roma); (5) actores locales (juntas de acción comunal, alcaldías locales y fundaciones (Fundación Huerta Maripuzpain y Fundación Huerta Girasoles). También se identificaron dos actores aislados que fueron el Hospital San Cristóbal y las Hermanas de la Presentación (figura 6).

Entre los actores mencionados se identificaron 332 relaciones (densidad de la red del 79 %). Todos los actores están conectados por medio del parque Entrenubes (red egocéntrica, índice de centralidad de Freemans, con un 39 %). Sin embargo, existen otros dos grandes conectores, que son la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) y el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) (Fremans de 35 % y 27 %, respectivamente). Estos tres actores se relacionan de manera fuerte y frecuente (índice de ponderación 3) debido a que la SDA es la entidad asignada por parte del Distrito para la administración de esta reserva y es, por lo tanto, la institución que más actividades desarrolla en el parque con las diferentes comunidades. Por su parte, el IDRD, por medio de la SDA mantiene una constante interacción para coordinar las actividades recreativas y deportivas que se realizan de manera permanente en el parque.

Adicionalmente, el parque se relaciona de manera fuerte y muy frecuente (índice de ponderación 3) con la Fundación Girasoles y la Fundación Huerta Maripuzpain, debido a que las dos surgieron a partir de actividades desarrolladas en este parque, y, por lo tanto, están en constante comunicación e interacción con Entrenubes y su administración. La Fundación Huerta Girasoles lleva más de ocho años de antigüedad y actividad ininterrumpida, y la Fundación Huerta Maripuzpain se encuentra en proceso de conformación. Por otra parte, la relación fuerte y frecuente del parque con la Junta de Acción Comunal de la localidad de San Cristóbal y con los dos colegios (índice de ponderación 3) se debe a que son frecuentes visitantes y aprovechan los senderos y las zonas verdes para desarrollar sus actividades con los grupos de visitantes y con los estudiantes.

En cuanto a los actores que tiene relaciones débiles y poco frecuentes con el parque Entrenubes se encuentra el Hospital San Cristóbal, que se vinculó ocho años atrás para la conformación de la Fundación Huerta Girasoles. Una vez esta fundación se consolidó, el hospital perdió su vinculación. Las universidades también se relacionan de manera débil y poco frecuente con el parque, y esto se debe, principalmente, a que los trabajos de grado y las actividades que se realizan en el parque han sido pocos, aislados y sin continuidad, de modo que no se percibe una real estrategia de trabajo entre las universidades y el parque. Lo mismo ocurre con los institutos de investigación, que han llevado a cabo actividades aisladas y esporádicas. Finalmente, no se encuentra una relación importante entre las alcaldías y el parque.

4. Discusión de resultados

Los resultados de esta investigación muestran que hay un gran potencial para el desarrollo de ecoturismo de base comunitaria en el parque Entrenubes debido a la gran valoración y relación que presentan algunos grupos humanos asociados con el parque. A esto se suman los hitos geográficos identificados y la gran cantidad de actores que están y han estado articulados desde su creación por medio de procesos de conservación, investigación y recreación. El potencial es aún mayor gracias a la gran cantidad de visitas turísticas que recibe el parque y que constituye uno de los principales usos por parte de los diferentes grupos humanos.

En primer lugar, tanto para los habitantes de las localidades aledañas como también para los visitantes de otras zonas de la ciudad, los valores que se perciben del área protegida con mayor frecuencia son el ambiental y el recreativo. La importancia ambiental se debe, principalmente, a que este se asocia con el nacimiento de siete quebradas, y fue común en los entrevistados el reconocimiento de la oferta hídrica del parque como un servicio ecosistémico vital; a pesar de no mencionar de manera explícita el servicio, siempre expresaron que el parque representa para los habitantes locales garantía de oferta hídrica. De otro lado, el valor recreativo se debe a que el parque nació como una iniciativa comunitaria para solucionar de algún modo su déficit en áreas verdes y de recreación, pues, desde la década de los setenta, los pobladores de los asentamientos de Usme y San Cristóbal han encontrado en él un espacio para la recreación y el día de campo; más aún, este constituía una fuente de hojas de palma para las procesiones religiosas en Semana Santa y de musgo para los pesebres de Navidad (Corporación SUNA-HISCA, 2003).

La gran importancia ambiental y recreativa que se percibe del parque Entrenubes bien puede interpretarse como un reflejo de la apropiación que con respecto a este existe por parte de las comunidades, y coincide con diferentes estudios realizados en áreas protegidas urbanas (Greer et al., 2017; Judkins, 2015; Morzillo et al., 2016). Por ejemplo, Morzillo et al. (2016) encontraron que las áreas protegidas urbanas del área metropolitana de las ciudades de Portland (Estados Unidos) y Vancouver (Canadá) eran altamente valoradas por su importancia ambiental, principalmente por ser espacios para la conservación de la flora y la fauna, abastecimiento de agua, producción de oxígeno, captación de carbono, generación de sombra y la regulación del clima, entre otros servicios. Por su parte, Okech (2009) evaluó el progreso del ecoturismo urbano en las tres principales ciudades de Kenia (i.e. Nairobi, Mombasa y Kisumu) y encontró que las áreas verdes de los entornos urbanos son ideales para realizar prácticas ambientales y recreativas, lo que ha repercutido en su protección y ha evitado que sean modificadas por actividades humanas ligadas a la industria y la expansión urbana.

Además de la valoración ambiental y recreativa del parque, se encontraron prácticas como el senderismo, la horticultura, las visitas de educación ambiental y el acompañamiento a actividades de restauración ecológica, que han sido implementadas por visitantes y comunidades desde hace varios años, las cuales han contribuido al empoderamiento comunitario actual. Más aún, en el mapeo participativo se identificaron hitos geográficos que constituyen atractivos turísticos. En ese sentido, dichas prácticas e hitos pueden convertirse en elementos articuladores entre las localidades que habitan el parque y deben ser tenidos en cuenta por los administradores de esta área protegida para una futura zonificación y ordenamiento del parque en función del ecoturismo comunitario.

Uno de los hitos geográficos identificados lo componen las huertas comunitarias, que para las comunidades aledañas y los visitantes se han convertido en puntos de encuentro y apropiación de conocimientos en torno a la flora cultivada con fines medicinales y de consumo. Más aún, estas no son solamente un hito geográfico dentro del parque, sino que las fundaciones alrededor de estas huertas fueron actores importantes identificados en el análisis de redes sociales.

En ese sentido, las huertas se convierten en espacios de diálogo e intercambio de experiencias, conocimientos, educación ambiental y, en últimas, de conservación in situ de la agrobiodiversidad, tal y como se ha encontrado en otros estudios en diferentes sitios del mundo (Ellen y Platten, 2011; Pautasso et al., 2013). Más aún, las huertas se identifican como escenarios que permiten el empoderamiento de las comunidades y potencializan el liderazgo por parte de mujeres mayores que se convierten en las gestoras de proyectos en sus comunidades (Cantor, 2010; Méndez et al., 2005). Además, las fundaciones que apoyan las huertas del parque guardan similitud en su conformación y funcionamiento con otras huertas en Latinoamérica, también compuestas en su mayoría por mujeres, con un gran liderazgo en proyectos de agricultura ecológica urbana (Aguilar et al., 2012; Cantor, 2010; Méndez et al., 2005).

Por otro lado, a pesar de la importancia que el parque representa desde el punto de vista ambiental, el conocimiento sobre su flora y fauna por parte de las comunidades locales es bajo si se compara con los listados e inventarios de la zona (e. g. Corporación SUNA-HISCA, 2003). Aunque no se pretende que las comunidades conozcan la totalidad de las especies registradas en un sitio, la incapacidad de diferenciarlas, apreciarlas, conocer sus roles y funciones y los beneficios que dan a la sociedad sí cuestiona el nivel de conocimiento que las comunidades tienen de su entorno. Este escaso conocimiento se puede deber, en parte, a que los primeros habitantes de la zona provenían, en su mayoría, de otras regiones del país y llegaron allí producto del desplazamiento forzado (Corporación SUNA-HISCA, 2003); también es un reflejo de que las estrategias de difusión de información de las instituciones que han hecho investigación en el parque no han sido efectivas. Por lo tanto, para que una estrategia de ecoturismo de base comunitaria sea exitosa, se deben fortalecer los conocimientos y la difusión de información sobre la fauna y la flora del parque por parte de los sectores educativos y de investigación, tales como las universidades, el Jardín Botánico y el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt (IAVH) (figura 6).

El parque como elemento articulador de actores para el ecoturismo

Al analizar la red social que se teje alrededor del parque Entrenubes, se encuentra que este representa un importante elemento articulador entre instituciones, personas y organizaciones que trabajan en torno al medio ambiente y la recreación. Además del parque, la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) y el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) han sido dos actores fundamentales para su gestión, y, por ende, se constituyen en lo que Bodin y Prell (2011) denominan movilizadores de actores, puesto que son los que promueven actividades que atraen visitantes y excursionistas de dentro y fuera de la ciudad y de las mismas comunidades locales. En ese sentido, la SDA y el IDRD serán claves en el desarrollo de una estrategia de ecoturismo de base comunitaria. Por ser entidades distritales y estar encargadas del manejo de las áreas protegidas urbanas de la ciudad, en ellas debe recaer el liderazgo de dicha estrategia, que ha de promocionar e incluir capacitación a las comunidades locales para la oferta de servicios ecoturísticos.

Las juntas de acción comunal (JAC) también son identificadas como actores estratégicos para el desarrollo de iniciativas de ecoturismo comunitario, pues son la instancia en la que la comunidad se siente reflejada. De igual forma, las fundaciones que están detrás de las huertas representan organizaciones de base comunitaria y han realizado actividades relacionadas con el intercambio de conocimiento y la interpretación ambiental; además, por estar agremiadas constituyen una ventaja competitiva para iniciar una oferta de servicios.

A pesar de la gran cantidad de actores encontrados, entre los que se incluyen algunos relacionados con el uso y la conservación del medio ambiente, como el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt y el Jardín Botánico de Bogotá (figura 6), estos no presentaron conectividad ni relaciones fuertes con ningún otro actor. Esta situación es sorprendente, pues, pese a ser instituciones fronteras, que deben promover la interacción entre el conocimiento científico y la práctica, no tienen ni han tenido una relación significativa con algún actor que represente a las comunidades locales del parque, tales como las juntas de acción comunal, las fundaciones de las huertas o las alcaldías locales. Por lo tanto, un mayor involucramiento de estas instituciones podría repercutir en un mejor conocimiento sobre la fauna y la flora del parque, así como mejorar la diversidad de las huertas y los viveros para que estos también apoyen, por ejemplo, los procesos de restauración, entre otros. Esto fortalecerá, sin duda, a las comunidades locales y estimulará la investigación local, que es, en últimas, lo que pretende una estrategia de ecoturismo de base comunitaria.

5. Conclusiones

Se concluye, de manera general, que esta área urbana, dadas su complejidad social y ubicación espacial, a las que se suman a la gran valoración y relación que presentan algunos grupos humanos vinculados con el parque, tiene un gran potencial para el desarrollo de una real estrategia de ecoturismo. En el parque Entrenubes, que es categoría de manejo VI de acuerdo con la UICN, el ecoturismo de base comunitaria se convertiría en una forma de lograr sus objetivos de gestión, garantizar la conservación, generar ingresos y minimizar los conflictos de las comunidades con el parque.

De otra parte, se concluye que, para implementar una estrategia de ecoturismo de base comunitaria, existen tres aspectos estratégicos sobre los cuales trabajar. En primer lugar, se encuentra que el conocimiento de las comunidades es, por un lado, muy sólido en torno a las huertas, lo que, según los entrevistados, les ha permitido ofrecer actividades como seminarios de intercambio de conocimientos en agricultura urbana y ecológica. También se evidencia que las comunidades aledañas conocen espacialmente el parque, lo que se demostró con los ejercicios de mapeo e hitos geográficos, que constituyen la base para un ejercicio real de zonificación. Sin embargo, hay muy poco conocimiento por parte de las comunidades locales acerca de la biodiversidad del parque, por lo que se deben reforzar las relaciones con actores encargados de la generación de conocimiento, como el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt y el Jardín Botánico de Bogotá, para fortalecer de esta manera los conocimientos de las comunidades sobre la fauna y la flora locales.

Un segundo aspecto determinante identificado para una estrategia de ecoturismo de base comunitaria lo componen la gran cantidad de actores y los tipos de relaciones que estos tienen con el parque. Así, se encuentra que la Secretaría Distrital de Ambiente, el Instituto Distrital de Recreación y Deporte, las juntas de acción comunal y las dos fundaciones de huertas comunitarias deben ser los actores sobre los cuales se cimiente una eventual estrategia. Además, la Secretaría Distrital de Ambiente, como administrador del sistema de áreas protegidas de Bogotá, debe promover actividades que mejoren la integración de las comunidades más desligadas al parque, como es el caso de las localidades de Usme y Rafael Uribe Uribe, las cuales aportan pocos visitantes al parque a pesar de encontrase en cercanías de esta reserva urbana. El fortalecimiento de estas relaciones podría ayudar a minimizar los conflictos con el parque.

Finalmente, se encontró que el método de investigación empleado fue fundamental para el intercambio de conocimiento y para generar aprendizajes. Por ejemplo, las huertas, que fueron una experiencia impulsada por fundaciones lideradas por mujeres, la Universidad de Clark y el Hospital San Cristóbal, funcionaron y generaron empoderamiento por ser prácticas y participativas. De igual manera, en esta investigación se generó un mapa que ha sido útil para el parque y la comunidad de San Cristóbal, además de ser un insumo importante para la zonificación del área protegida. En contraste, trabajos de investigación que no incluyen comunidades no producen aprendizajes significativos, tal y como ocurre con los estudios de caracterización de especies de fauna y flora del parque, que son completamente desconocidos por las comunidades locales. Esto resalta la importancia de la utilización de estrategias de trabajo colaborativo, pues es en el proceso, y no solo en los resultados de las investigaciones, donde de logra el mayor intercambio y difusión de información.

Agradecimientos

Agradecemos a la Secretaría Distrital de Ambiente por su apoyo logístico, especialmente a sus funcionarios Clara María Triana y Carlos Arturo Pinto. Gracias también a Jair Preciado, Luis Eduardo Sarmiento y César Enrique Ortiz Guerrero por sus observaciones y comentarios a versiones previas de este manuscrito. Además, agradecemos a Adriana Molina, Juan Camilo Acevedo y Daniel Roldán por su apoyo en la toma de datos. Por último, pero no menos importante, gracias a los visitantes al parque Entrenubes que accedieron a colaborar en las diferentes metodologías desarrolladas.


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