Buena fe subjetiva y buena fe objetiva. Equívocos a los que conduce la falta de claridad en la distinción de tales conceptos
Buena fe subjetiva y buena fe objetiva. Equívocos a los que conduce la falta de claridad en la distinción de tales conceptos
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Resumen
El presente escrito tiene por objeto dejar en evidencia la confusión que en cierto sector de la jurisprudencia colombiana existe entre el concepto de buena fe objetiva y el concepto de buena fe subjetiva, que ha trascendido, por demás, a una parte de la doctrina y la legislación (C. Co., art. 863), pero, sobre todo, busca advertir sobre los graves equívocos a los que dicha confusión conduce, entre los que se cuentan: asumir que la buena objetiva comprende tanto una buena fe exenta de culpa como una buena fe en la que la diligencia no resulta exigible; pretender que la regla que prohíbe el ir contra los actos propios está regida por la buena fe subjetiva y que es una manifestación de la teoría de la apariencia; pretender proteger a nombre del principio de buena fe la representación mental del deudor que cree haber cumplido, desconociendo la exigencia de la buena fe objetiva que impone desplegar un comportamiento efectivo; y apreciar de manera errónea los alcances de la presunción de buena fe; equívocos que llevan a plantear la necesidad de retomar los senderos del derecho romano, en el que el concepto originario de buena fe estuvo siempre atado al deber de comportamiento probo y leal frente a la otra parte en el contrato, es decir, a lo que hoy entendemos como buena fe objetiva y donde la exigencia de buena fe en la posesión del comprador (convicción o creencia) debió ser una utilización particular de la bona fides contractual adaptada en función de la problemática posesoria, que luego se extendería a otras situaciones que se engloban hoy bajo el nombre de la teoría de la apariencia.